Cartas Blancas cap 1

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PARK YOOCHUN.

No podía dormir.

Lo había intentado; había contado ovejitas, dado vueltas en la cama hasta que las mantas acabaron en el suelo, escrito canciones que acabaron en la papelera de la habitación. Incluso había intentado tocar el piano, pero un ‘Yoochun ah, deja el puto piano, coño’ por parte de Jaejoong me lo había impedido terminantemente.

No, no podía dormir.




Y la razón era él.

Oh, sí, él y nadie más que él. Porque, aunque dormía en la otra punta de la habitación, oía su respiración. El aire colándose en sus pulmones. Colándose en su cuerpo. Y, Dios, como envidiaba a ese aire.

Podía hacer lo que yo no podría en mi vida.

Colarme en él.

Desvié la mirada hacia la ventana y observé como la ciudad se extendía frente a mis ojos. Las luces de las farolas brillando como hormigas doradas en medio de la oscuridad de la noche. Golpeando sus mejillas. Suspiró en sueños y se revolvió un poco entre las sábanas, y no pude evitar sonreír.

Estaba precioso.

Podía haberme pasado la noche mirando como dormía. Hubiera sido el cielo.
Pero volvió a retorcerse en la cama y sus ojos oscuros se abrieron lentamente. Tardaron en ajustarse a la oscuridad del cuarto. Y mientras, yo le miraba con la espalda contra la pared, intentando desaparecer.

Pero, obviamente, era imposible. Así que esperé a que notara mi presencia. No tardó mucho. Nunca lo hacía.

- Hyung… ¿Qué haces despierto? – susurró con voz dormida.

¿Necesita respuesta esa pregunta?

- No puedo dormir…

- ¿Qué hora es?

- Van a ser las doce…

Estregó sus ojos como un niño pequeño y sonrío un poco.

- Duérmete, anda. Mañana volvemos a Corea. Además, me da mal rollo si te quedas mirándome toda la noche. Acojona. A ver si vas a ser gay y no lo sabes.

- Capullo… - murmuré y le tiré un cojín, que acabó en la cama de Changmin. Oh, sí, que puntería.

- Buenas noches, hyung.

- Buenas noches, Junsu ah.

Observé como volvía a cerrar los ojos y se acurrucaba y, tras suspirar hondo, le imité.

El reloj marcaba las doce de la noche.
La vida seguía.


- 00.1.
EL PRINCIPIO.

Kim Junsu y Park Yoochun chocaron desde el primer momento. Crash. Como la ola y la arena. O algo así.

Crash.

Porque desde que el mayor posó sus ojos en él… bueno, algo le hizo sentirse intimidado. Su sonrisa borró un poco, sólo un poco, y su ceño se frunció.

Ese chico tenía un lugar y un papel fijos. Tenía esperanza. Tenía un don. Era especial.

¿Y él? Oh, el pobre Yoochun no tenía lugar o papel. Había pasado de ser el chico guapo de su clase de primaria a ser el chino de turno chapurreando inglés a ser… ¿ser qué?
Ni siquiera él sabía lo que era. Pero agradecería a cualquiera que le diera una mínima idea.

¿Qué era él?
Posiblemente un idiota, pensó mientras observaba a ese Kim Nosequé bailando como si fuera el amo del mundo.

¿Quién se creía ese niñato que era?

Yoochun se dedicó a mirarlo – sólo a él, porque había algo que le impedía apartar la mirada – hasta que se vio atrapado ante la mirada de ese crío y el mundo se paró.




Kim Junsu… acuérdate bien de ese nombre.

Era excepcional y único y extraordinario y todo aquello que Park Yoochun admiraba. Era diferente.
O eso es lo que pensaba Yoochun. Eso le gustaba pensar.

Pero pronto descubrió que ese chaval de voz de película no era más diferente de lo que el propio Yoochun era cuando lo vio llorando encerrado en uno de los cubículos de los baños del estudio. Descubrió que no era tan diferente cuando lo vio saltando de cama en cama tras haber ganado la partida de alguno de sus estúpidos videojuegos. Descubrió que no eran tan diferente cuando oyó sus gemidos callados bajo la almohada cuando se suponía que todos estaban durmiendo…

...y cuando lo vio sonrojarse mientras Yoochun le aconsejaba que la próxima vez se encerrara en un baño.




Sí, Kim Junsu y Park Yoochun chocaron desde el primer momento.
Y nunca volvieron a ser los mismos.

Porque los dos se parecían más de lo que les gustaba admitir.
Como cartas en blanco, uno frente al otro… esperando ser completadas.

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