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El príncipe de los bárbaros - Cap. 8

Descubriendo al traidor…



- ¡Ah sí!, casi lo olvido, el hermano del rey está fuera, mi señor, desea verte con urgencia desde ayer. –dijo Yunho escondiendo detrás de su espalda la canasta que el Caballero Kim Jaejoong le había entregado, era muy obvio que su amigo ya no la necesitaba, sonrió internamente pensando que tendría una nueva oportunidad de hablar con el hermoso caballero cuando tuviera que devolver el encargo-.



- Ah, así que ya apareció –su tono era de completo desagrado- has que pase. Caballero Park quédate con el rey en el salón de baño, que no salga hasta que yo termine de hablar con su hermano.



- Sí, su majestad.



*************************************************************************



- Alteza...-el general Kim vestido en sus mejores galas se presentó delante del príncipe, con el casco de su armadura dorada en sus manos, hizo una reverencia muy solemne y exagerada colocando su rodilla derecha en el piso, con la intención de mostrar un grado más alto en sus modales, sabía que el bárbaro tenía eso en mucha estima-.



Changmin siempre cortés, pero con expresión gélida, le invitó a ponerse de pie con una enigmática sonrisa y un gesto de su mano derecha.



- Preséntate...



- Mi nombre es Kim Junho, primer general de Arai, hermano de su majestad Kim Junsu, en nombre mi pueblo he venido a negociar los mejores términos para la alianza...-sus palabras fueron muy claras a pesar de que se le notaba turbado, la prepotente expresión de Changmin, descolocaba a cualquiera-.

- Así que has venido a negociar...ajá...-los ojos del moreno príncipe rodaron con expresión desinteresada-.



- Sí, su alteza...- aun no entendía la actitud del bárbaro, seguramente quería probar su temple-.



- ¿Y eres hermano de Kim Junsu...? –le estaba dando una oportunidad y aquel no sabía aprovecharla-.



- Sí, su alteza...-la cara de desconcierto, provocó más la furia que Changmin había sentido desde el día de ayer-.



- ¿Has venido a negociar por tu pueblo o por ti mismo?...



- ¿Señor?...-



- Has mencionado que eres su hermano, pero en ningún momento me has preguntado por él, por cómo está después de la batalla de la mañana, que fue tan violenta...



- Señor...quién ha sido derrotado limpiamente no tiene derecho a reclamar piedad...-quiso usar el honor del derrotado para tapar su falla-.



“¿Así que me entregarás a tu hermano sin pedir nada a cambio por él...?, eres en realidad un pésimo estratega”.



- Su alteza, lo más importante en este momento es saber qué sucederá con nosotros...al haber sido nuestro soberano derrotado por ti... estamos conscientes de que ahora te pertenecemos... queremos saber qué es lo que debemos darte o hacer para que nuestra nación no sea destruida...-tuvo que presentar sus cartas, el príncipe estaba empezando a ponerlo nervioso porque no sabía que es lo que en realidad quería, se supone que era el despiadado príncipe de los Bárbaros, ¿acaso estaba mostrando algo de misericordia por su hermano?, ojalá ya lo haya torturado hasta hacerlo agonizar-.

- ¿No te importa que le suceda a tu hermano...?



- Un soberano que no ha sido capaz de proteger a su pueblo no será aceptado de vuelta... –su tono fue definitivo y frío-.



- ¿Quieres decir que ahora quién ha tomado el mando de tu nación eres tú, pasando sobre mi autoridad ganada en la guerra, te crees muy capaz y por eso has venido a mí para “negociar”...?



- Señor...no lo veas así...siempre debe haber un vínculo entre el conquistador y los conquistados...



- ¿Crees que soy estúpido...? –Su tono de voz subió algunos decibeles-.



- Alteza, yo no...



- ¿Estás aquí porque crees que si tú me complaces en lo que puedo querer, yo haré tratos contigo, piensas que con una alianza te entregaré tan fácilmente el liderazgo que siempre has querido...?- Changmin se puso de pie perdiendo ya toda su sonrisa, este tipo era realmente despreciable, su ambición y codicia por el trono las traía estampadas en la cara...-¿crees que no me he dado cuenta de que en realidad lo que quieres es deshacerte de tu rey...que para colmo es tu propio hermano...?-.



Junho se asustó a ver al bárbaro levantarse de su trono y caminar tan ominosamente hacia él, retrocedió dos pasos.



- ¿Crees que no vi cómo te acercaste a la montura del caballo de tu hermano?



- Se... –los ojos del general se abrieron, luego su mandíbula se apretó-.



- Ni se te ocurra intentar negar algo. Soy un guerrero experimentado, cuando tu hermano cayó de su montura, entendí lo que habías hecho con la cincha, al final de la batalla la revise y ¡estaba cortada!, a propósito, lo hiciste mientras él hablaba conmigo, eres un verdadero rufián. Vienes aquí dándotelas de ser el gran salvador de tu pueblo que vino a rogar clemencia al conquistador después de que su hermano no fue capaz de pelear honorablemente, habiendo urdido semejante plan... ¿Sabes lo que hago con la gente que traiciona a su familia...?



El general completamente pálido solo atinó a negar con su cabeza sabiéndose descubierto.



- ¿Sabes por qué me llaman el príncipe de los bárbaros?...-nueva negación-...Porque decapité a mis propios familiares con mi propia espada, públicamente, cuando descubrí que habían ideado un plan para matar a mis padres, a mí e intentar tomar control de mi país...



Los ojos de Junho se abrieron y se dio cuenta de que estaba perdido. Se hincó en el piso para rogar piedad...



- Su alteza, por favor perdóneme...he cometido una falta grave...por favor perdóneme la vida...



- A quién deberías pedirle perdón es a tu hermano, tu rey. Tu envidia te ha cegado, hasta el punto de poner la vida de tu propio hermano en riesgo... ¿tanto así le odias?... Dime la verdad, ¡te lo ordeno...!-Junho iba a ponerse de pie para hablar-...No te he dado permiso para que te levantes...-el implicado volvió a su posición...-.



- Yo soy el hermano mayor, el que ha nacido primero, según las leyes de mi pueblo y supongo del tuyo también, el primogénito es quién hereda la corona...sin embargo...mis padres y los ancianos decidieron que sería el quién regiría a nuestra nación por un distintivo que tiene en su piel...



- ¿Distintivo?...-solo hubo silencio-...habla, no me hagas impacientarme más, no juegues con tu vida...



- Junsu...tiene un diamante en la piel de su abdomen...



Changmin abrió los ojos un momento y luego mantuvo su postura. Continuó cuestionando como si no supiera nada.



- ¿Qué significa la joya?...

- No lo sabemos con certeza...



- Mira que si me estás mintiendo te cortaré los dedos uno a uno antes de matarte...



- No su alteza, es cierto...mi madre era de un pueblo extranjero, es de ella de quién heredo ese don...



- ¿Le da ventaja de alguna forma sobre el resto de mortales...?



- Ninguna que yo sepa señor...-Changmin supo que este hombre moriría sin decir nada de aquello que él ya sabía por sus investigaciones-.



- No haré alianza alguna contigo... ¿me oíste bien?...un hombre como tú, no merece ni llevar el cargo militar...dejaré un hombre de mi pueblo que hará de regente en mi nombre. Lo que vaya a hacer con tu pueblo lo discutiré con tu hermano, el rey.



Aun hincado Junho apretó sus puños hasta que sus nudillos estuvieron blancos, Changmin lo notó e intentó humillarlo todo lo que se merecía.



- Retírate...y ve a cumplir las órdenes que te entregue el caballero Jung, ya decidiré que hacer con tu vida más adelante.



Con estas palabras Changmin dio a entender que su vida aún estaba en sus manos y que debía ser muy cauto.



Junho salió por la puerta principal de la mansión de verano de sus padres que había sido ocupada por el ejército invasor, preguntándose cómo demonios es que el bárbaro se había aliado con su hermano y hasta lo defendía como si de alguien de su familia se tratara después de retenerlo tan solo una noche, cuando en la mañana de ayer estuvieron a punto de cortarse la cabeza mutuamente, le parecía increíble. Algo andaba mal. Tuvo que poner atención pues el caballero Jung había empezado a caminar junto a él y a entregarle diversas órdenes.

En cuanto el general Kim salió de la estancia Junsu entró desde el baño corriendo. Con los ojos llenos de lágrimas. Con Heechul detrás intentando detenerlo.



- No mates a mi hermano...-dijo echándose frente a él de rodillas-.



En este preciso instante Junsu, era un hombre común que temblaba y lloraba de rabia, apretando sus puños que descansaban sobre sus muslos. Changmin se agachó inmediatamente, como por reflejo a levantarlo. No todos los días te enteras que tu hermano es capaz de planear tu muerte con tal de hacerte a un lado.



- ¿A pesar de lo que has oído aun quieres que proteja la vida de ese infeliz?...te entregó a mi sin remordimientos, entregó a su pueblo sin darte la real oportunidad de defenderlo...-dijo muy indignado mientras se ponían de pie-.



- Hubiera sido muy difícil vencerte aun con la cincha intacta...



- Eres muy idiota...-Junsu asintió y permaneció con la cabeza gacha, limpiando su nariz con el dorso de su mano-.



- Es mi hermano…-dijo con un hilo de voz dando a entender que a pesar de todo respetaría el lazo de sangre que los unía.



Changmin giró, no quería ver esa expresión en el rostro de Junsu, sentía deseos de abrazarlo y quitarle ese dolor, pero tocarlo no era una buena idea. Él más que nadie podía comprender el dolor de ser traicionado, en este caso era incluso más cruel porque era su hermano. Los familiares que mataron a sus padres siempre fueron malas personas, pero Junsu se estrellaba con la verdad después de varios años.



Heechul que observaba la escena tan solo podía sentir lástima por el rey, se consoló a sí mismo pensando en lo hermoso que Junsu era, también le había arreglado con las cosas que tenía a la mano y lo había dejado radiante. Ese era el don de Heechul, poner linda a la gente.



Dejando claro el itinerario de esa mañana salieron para continuar sus tareas. Cuando se alejaron por primera vez en horas, Junsu hizo una profunda reverencia antes de unirse al grupo de caballeros de Ameria e Ilani que se hallaban haciendo una reverencia al conquistador. Sin embargo antes de marcharse levantó sus ojos grises luminosos como siempre y le dejó una mirada que incendiaría el país completo, tan caliente que casi le obliga a gemir en voz alta. También dedicó también una mirada llena de odio a cierto caballero afeminado que estaba detrás. Y sin más, se fue.



“Caballero Kim Heechul, ni se te ocurra volver a tocar a mi señor”…



- Vaya, vaya… Ese hombre ha dejado claro cualquier relación que hayas intentado ocultarnos amigo…-dijo Heechul con la intención de fastidiar a Changmin, luego de sentir escalofrío con la “leve” mirada que el rey le ofreció-.



No pudo decir nada, solo dejó escapar el aire contenido y siguió caminando al lado contrario intentando ocultar su profundo sonrojo. El caballero Park solo rio quedamente.



Mientras caminaban al patio posterior en donde se hallaba su ejército reunido y listo para marchar, se escuchó un el rumor de personas gritando, sin duda era una mujer la que lloraba. Changmin se adelantó en medio de sus soldados que no querían soltarla. Al verlo hacer un gesto la dejaron libre y ella pudo correr, (a pesar del pesado vestido y abrigo, muy blanco y elegante que vestía), hasta él, debía ser parte de la nobleza. Estaba muy agitada. No dudo en postrarse de rodillas.



- ¿Señor, eres tú?... ¿eres tú quién tiene a mi señor Kim Junsu...?-dijo inmediatamente al ver a Changmin-. Por favor permíteme verle, soy su primera esposa, estoy muy preocupada por él...ayer después de caer de su caballo los soldados me han dicho que debió quedar muy lastimado...permíteme curarle, por favor...me iré después de eso...ten piedad…



- ¿Cuál es tu nombre mi señora...?



- Kim Sun Ah, su majestad…



El general Junho también había llegado corriendo tras la mujer, para intentar detenerla, sin embargo al observar la escena, no había tomado más acción que vigilar con celosa expresión mientras la mujer rogaba por su marido.



- Caballero Choi...-le dijo al simpático joven Minho-.



- Sí, su majestad...



- Escolte a la dama de vuelta al palacio, el rey Kim Junsu está de camino para allá con la comitiva del Caballero Park Jung Soo, permítales hablar a solas unos minutos, y asegúrese que permanezca en un lugar seguro cuando hayan terminado.



- Sí, su majestad.



El mencionado caballero, levantó del suelo a la mujer, la ayudó a ponerse de pie y la llevó a la presencia de Junsu. Mientras ella agradecía y no dejaba de llorar.



La mirada siempre atenta del príncipe, captó el franco desagrado en la expresión del mal hermano. Maduró sus ideas para sí mismo durante un tiempo. Se acercó a él con una expresión dura e impenetrable. Hizo que los que estaban alrededor les dejaran a solas. Junho pensó que sería regañado por no encontrarse cumpliendo las tareas que se le habían encomendado sin embargo el príncipe le atrapó una vez más.



- ¿Estás enamorado de la esposa de tu hermano?



Junho abrió mucho sus ojos, sorprendido, no pudo decir nada al verse descubierto tan rápidamente por el enemigo.



- ¿Así que es por ella...? Kim Sun Ah, la esposa de tu hermano, es el motivo de tu alta traición...eres realmente muy egoísta. Sin embargo tu hermano es un idiota. Se ha hincado delante de mí para rogar por tu vida, incluso después de que le he permitido escuchar la horrible clase de persona que eres.

El general puso cara de desconcierto, luego de vergüenza y arrepentimiento. Y se hincó nuevamente.



- Te perdonaré la vida… pero vas a tener que hablar con tu hermano, disculparte y jurarle lealtad públicamente en la celebración de hoy.



- Haré como tú ordenes señor.



Changmin sabía que no decapitar a este hombre de una buena vez le iba a traer problemas en el futuro, sin embargo le había prometido a su hermano que no le mataría. Su lealtad para con él era algo que no lograba entender. De ninguna manera quería lastimar más a su amante de cabello azul. “Estoy volviéndome muy cursi”. No había preguntado nada más acerca de la mujer pero sabía que ella era de fiar por su desesperación, solo alguien que ama podría estar en esa condición al buscar a su ser amado herido. Entonces, sintió algo que jamás había sentido antes, envidia, de que aquella mujer y las otras seis alguna vez le hubieran tenido como él le había tenido anoche.



“Le prohibiré que vuelva a dormir con cualquier otra persona, ahora se debe solo a mí… *como en un matrimonio…* ¿Se puede hacer eso?... ¿Solo conmigo podría despertarse semejante situación?...Tengo que hablar con ese viejo, debo conocer más”.



Acompañado nuevamente por el caballero Jung recibió los resultados de la batalla, de los dos mil soldados que llevó en ese regimiento, novecientos estaban muertos, así que ordenó que se continuara con las tareas de cremación y entierro, en la misma planicie donde habían caído, sus pertenencias debían guardarse y enviarse a sus familias en Ilani. Otros  trecientos estaban heridos pero no de gravedad, la gente de Ameria había proporcionado plantas medicinales para las curaciones, estas eran muy efectivas y ya estaban recuperándose. De los cuatrocientos carros que habían llevado, doscientos se hallaban útiles, el resto estaba en reparación, sin embargo solo contaban con ciento cincuenta caballos, los animales heridos no habían logrado superar la fría noche. Si quería más caballos tenía que tomar los que pertenecían a Junsu.



Se alegró de que su corcel Zafiro esté sano y salvo, además pudo apreciar la magnífica bestia que era el alazán del rey, sin duda le quería como semental, tenía unas yeguas en casa que tendrían hermosos potrillos, el animal estaba prolijamente cuidado, se lo devolvería sin duda, pero solamente en préstamo.  Junsu le había propinado un golpe grave a sus fuerzas militares, vaya que sí… y según los informes que había recibido de unos soldados exploradores, un reino del que jamás había escuchado hablar antes estaba en el otro lado de la cordillera, tenía una gran cantidad de árboles de roble de madera exquisita que sin duda podrían ser usados para construir barcos de mayor tamaño en el puerto de Hani.



Suspiró aún no se acababa travesía. Esta hermosa tierra llena de bosques frondosos le atraía en gran medida, le gustaría que Junsu se la muestre un poco más. Se estaba volviendo un romántico incurable. Dictó a sus escribanos las noticias de la nueva conquista de Ameria para sus ministros en Miltia, dio varias órdenes para los caballeros regentes en los diferentes pueblos conquistados. Ordenó que el ejército que se hallaba en Odaiba prepare guarniciones y armas para el ascenso a este nuevo reino que se denominaba Nívea.



- Su majestad, es la hora de entrar en Arai… tu montura está lista.



Yunho le entregó las riendas de Zafiro y su corona, hace tiempo que no la usaba pero este era un acto formal y según la costumbre debía usarla. No era grande pero su peso era más grande de lo que aparentaba para su espíritu. Cabalgó unos metros hasta el centro del patio, junto a la fuente le esperaba su séquito de caballeros, todos hicieron una reverencia estaba ataviados con trajes elegantes aunque sus rostros estaban cansados. Luego tomando Changmin la delantera avanzaron alrededor de una hora por el sendero que un kilómetro antes de llegar a la ciudad estaba empedrado, a los lados los mismos llamativos cipreses rojos lo acompañaban. El olor de la tierra húmeda era penetrante, y sobre las copas de los árboles más lejanos se cernía una espesa niebla.



La muralla de la ciudad estaba completamente construida en piedra, debía tener alrededor de siete metros de alto y no tenía torres, viéndolo desde el punto de vista militar, definitivamente ellos no estaban acostumbrados a la guerra. La mejor opción que habían tenido era pelear en la llanura fuera de la ciudad capital, pues esta pequeña muralla, que ni siquiera tenía foso, no hubiera detenido un asedio de su ejército, Junsu era un estratega brillante, a pesar de su personalidad y su carácter.



El enorme portón de madera lacado en rojo y con enchapados circulares de acero estaba abierto de par en par. Y desde aquí varios de sus soldados habían formado ya una cadena que separaba el camino y no permitía al común de la gente acercarse. Un espacio de tierra de alrededor de 500 metros no estaba habitado, solo contenía un bosque con diversas variedades de árboles maderables.



Un par de miles de ciudadanos se postraron al Changmin pasar el portón interno de la ciudad un poco más pequeño, se hizo un silencio total, solo se escuchaba el chocar de los cascos de los caballos sobre la piedra del camino. Había llanto en el rostro de las mujeres, incluso pudo percibir odio. Ya estaba acostumbrado, había visto esas caras una y otra vez. Siempre preguntándose si todo esto tenía sentido. Más adelante se percató que por dentro todo era más grande, la muralla exterior era un señuelo. El mercado era una hilera de tiendas con telas coloridas sostenidas con postes de madera lacada. Había muchas cosas en exposición, animales de corral, frutas y legumbres, telas preciosas. Le agradó ver las humeantes chimeneas, olores agradables se cernían a su paso. “Estoy muerto de hambre”. Yunho también estaba complacido. De todos los reinos visitados, este a pesar de ser pequeño era el más agradable. Casas de piedra madera y paja con empalizadas blancas eran las construcciones más comunes, las más altas tenían dos pisos, estas se hallaban en un terreno más alto y más cerca del castillo que se encontraba en el centro.



Era una magnífica construcción, no tenía las proporciones su propio castillo en Miltia, sin embargo sus torres y puentes eran verdaderamente obras maestras de arquitectura. Completamente construido en piedra. Tenía estatuas de halcones en su aristas a manera de vigilantes aéreos. Con cada conquista la cantidad de personas y tierras que pasaban a su cargo iba en aumento, eso significaba mucha más responsabilidad. Rogaba internamente que la sabiduría de su padre le acompañe, pues no creía en ningún dios, rogaba firmeza de espíritu y claridad de mente, tenía el sueño de ser un buen rey.


A la entrada del palacio que contaba con una muralla mucho más alta que la exterior, se hallaba un séquito de caballeros encabezado por el general Kim Junho y el caballero Kim Jaejoong. Quienes en sus mejores galas hicieron una reverencia y esperaron a que Changmin y su séquito desmonte. Se dieron los saludos pertinentes y la comitiva fue introducida en el palacio.

2 Comentarios:

  1. Anónimo9/14/2016

    Oh, que malo es Junho y solo por envidia, le cortó la correa a la silla de montar, que sino, Changmin ya no la cuenta.
    Ahora sí...Junsu ya vencido que sucederá con él...
    Ya quiero el nuevo capítulo...

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  2. La envidia y celos de Junho han hecho que traicione a su hermano e incluso querer que muera, espero se arrepienta ante la nobleza de Junsu de pedir por su vida.

    Gracias!!!

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