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Our World

Sus mundos eran totalmente diferentes, sus familias y amigos no entendían su relación, pero lo que sentían el uno por el otro, era más fuerte que todo lo demás. Lo que no sabían, es si esto sería suficiente para estar juntos.

El príncipe de los bárbaros

En un mundo antiguo un hombre busca levantar a su pueblo e inicia la búsqueda de un ser que le brindará todo el poder que necesita, sin saber que forma parte de un historia muchísimo más grande que su propia ambición. Shim Changmin y Kim Junsu se encontrarán de forma inesperada para formar parte de un destino dictado por la atracción entre gemas.

Insano

Junsu no podía creer que aún después de todo ese tiempo de humillaciones por parte de sus dos mejores amigos él no se hubiera vuelto completamente loco, desquiciado; en cambio se sentía renovado, en una nueva piel.

Lluvia de estrellas

¿Crees en los deseos? Yunho alzó la vista al cielo y con una lágrima oró a las estrellas para que le concedieran un deseo… desde ese momento el destino de Changmin reposó entre sus manos. El máximo inconveniente es recordar… ¿quién es Changmin?

You are everything I've been looking for

Después de una decepción amorosa, Changmin decide alejarse de la vida como la conoce, acompañado de su mejor amigo Jonghyun. Juntos descubrirán sentimientos que les cambiarán la vida para alejarlos o acercarlos más, mientras conocen a un grupo de peculiares personas en un lugar común y corriente...

Dolor

Todos tenemos algo que ocultar en nuestras vidas pero ¿Qué ganamos con eso? ¿El guardar todo ese dolor solo para nosotros, no también causa dolor a los que nos rodean?

Novio secreto

La relación de Changmin y Jaejoong era un secreto para el mundo, sus únicos testigos eran aquellos lugares donde se veían a escondidas, los testigos mudos de su amor y su pasión, de su tristeza y desesperación.

El sacrificio de los Arcontes


Título: El sacrificio de los Arcontes
Autor: Pato_YJ
Parejas: YunJae, Yoosu, MinSu, MinJae (Changmin no he definido con quien, por eso hice una combinación al principio con Jae y Junsu.) 
Género: Angst, Universo Alterno, Lime, quizás terror dependiendo del punto de vista de cada quien, espero no ofender a nadie por manejar tanto a Dios como a el diablo, en algún momento o quizás en gran parte del fic, me disculpo de ante mano si es asi, pero creo que no será cruda al menos como la pienso.
Extensión: Proceso
Advertencia: Violencia, tres arcontes tienen tres reencarnaciones, solo Jaejoong y Junsu tiene cuatro y reencarnan como mujeres en las tres primeras, esto es para justificar las parejas que forman con Min, y también como arcontes eran mujeres.
Reseña: Seres celestiales unidos por amor están destinados a separarse por medio de muertes trágicas o tristes, tras el pasar de su renacimiento a cada uno se le hace vivir una vida normal para olvidar su deber, recordarlo atraería el despertar de algo más fuerte que ellos, cumplir con un sacrifico es lo que marca su destino por ello sus vidas tienen finales fatales, en una reencarnación podría estar la elegida, para terminar con el sacrificio.

Nota: arriba se muestra una imagen de como son los arcontes, tanto mujer como hombre, solo para darse una idea de cómo eran los arcontes antes del sacrificio.
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El sacrificio de los Arcontes - Prólogo


Lilith, la primera mujer de Adán, diablesa seductora, vampira, aunque se dice de ella que tiene 7 nombres, archidiablesa, Lamasthu las Acadias, Strix que significa bruja chupadora de sangre, que viene del latino lechuza, Dimmu las sumerias o también llamada siete brujas.

La que prefirió quedarse en el infierno con los demonios antes de que un hombre la dominara a consecuencia de Adán. Se cuenta que Adán estaba solo y muy celoso de todos los animales, ya que todos menos el, tenían pareja, así que fue a quejarse con Dios y el atendió a su queja.

Dios le creó una mujer de barro, pero contenía limo y sedimentos. Se dice que de ahí nació Lilith. Adán pretendía dominarla y cuando consumaban el acto sexual, siempre quería que ella se pusiera debajo, pero ella no estaba dispuesta así que salió por los aires volando hacia el Mar Rojo.

Adán le contó a Dios que ella le había abandonado y mando a tres Ángeles a buscarla: Semangeloph, Senoy y Sansenoy. Estos consiguieron encontrarla y estaba conviviendo con muchos demonios lascivos de la zona, con los que se apareaba todos los días y de esas relaciones cada día tenía más de cien criaturas llamadas Lillin. Los Ángeles intentaron convencerla para que volviera al Edén. Pero ella se preguntaba extrañada, ¿Cómo iba a volver con Adán después de haberle sido tantas veces infiel?

Ella explico a los Ángeles que había hecho un pacto con Dios y que tenía poder sobre los recién nacidos. Ellos no se creyeron nada y volvieron a exigirle que volvería, esta se enfadó y amenazó con matar a todos los bebes de menos de 20 días, estos volvieron a presionarla y al final Lilith prometió no tocar ningún bebe si veía en la cuna el nombre de ellos tres.

Cuando volvieron los Ángeles y le contaron a Dios lo que había pasado con Lilith, este se enfadó mucho por la traición y la condenó a morir el día que pariera su hijo nº 100, además se dice que estrangulaba a los bebes para beber su sangre y sorber el tuétano de sus huesos.

Cuentan que ella era la concubina de Satán, la Dama del Diablo, también conocida como la reina del infierno.

Se dice desde el día que decidió abandonar a Adán, vago por el mundo seduciendo a los hombres, vampirizándoles y agotando su vida. Es la reina de los infiernos y de todos aquellos que allí viven. Es la maldad en persona, ya que le encanta matar a los bebes y beberse su sangre, por lo tanto es enemiga de la maternidad.

Ella y sus doncellas de la desolación o las Lilitu, excitaron a los hombres durante el sueño hasta lograr que eyacularan para robar su semen y así concebir hijos no desconocidos.

Esta bebía la sangre que da la vida al cuerpo del hombre, comía la carne que no debía de ser comida y roía los huesos que no debían de ser roídos. Su edad es difícil de decir, ya que cuando la conocieron los judíos durante su exilio a Babilonia en el año 570 – 539 a, C. ya existía.

Para ocultarse de la posesión que Leviatántenía sobre ella, pidió ayuda a Dios quien se apiado de ella, concediéndole la forma de redimirseasí escondió su alma en un ser divino que nació como humano, ya que un ser mortal no soportaría la fuerza de aquella supuesta mujer, de esa forma fue muriendo y reencarnando, de mujer a mujer y por ultimo sin que ella pudiera evitarlo a hombre, y perdiendo la maldad que su alma dormida guarda pero su alma muto con aquella alma que domino convirtiéndose en una durante sus reencarnaciones.



El sacrificio de los Arcontes - Cap. 1



Los Arcontes

Los arcontes son seres celestiales enviados por una deidad para cuidar, vengar o juzgar las injusticas que se producen en nuestro plano material.

Los arcontes son verdaderas autoridades de la moral y la ética, y han existido desde el nacimiento de los dioses. De hecho, la palabra arconte, del griego “archai”, significa origen o comienzo.

En la antigua Grecia se conocía como arcontes a los habitantes destinados a convertirse en la autoridad suprema, fuese política o religiosa. Dictaban las normas, las hacían cumplir e impartían castigos a los descarriados.

La figura del arconte ha sido reconocida en numerosas mitologías y civilizaciones, y algunas han conseguido nombrar hasta 5 arcontes. Esto no significa que no haya más, sino que nunca se han materializado en nuestro plano.

Los arcontes son eficaces y poderosos intermediarios. Son la conciencia y, en cierto modo, el ente físico que se encarga de llevar a cabo todo lo que el dios necesita ejecutar. Son La Autoridad.

Es lógico pensar que estos seres poseen un gran poder, pero hay mucho más. Su fuerza y gracia son celestiales, divinas. No necesitan hablar, aunque lo hagan, y no necesitan luchar, aunque porten armas arcanas. Su mera presencia es una revelación que despeja la mente y el espíritu.

Suelen aparecer bajo la forma de un humano, hombre o mujer, de piel y cabello azul, blanco o dorado. La mayoría posee enormes alas angelicales aunque no las necesitan para volar y moverse a voluntad. Pueden teletransportarse y estar a cada segundo en un lugar distinto.

Los arcontes hablan su propia lengua celestial y la lengua infernal. Aun así, pueden comunicarse con cualquier otro ser usando su empatía, de manera que se hacen entender aunque no se conozca ni una palabra del idioma angelical.

El aura del arconte es una de sus cualidades más llamativas. Cuando el arconte se manifiesta, su aura es de pura bondad y sus ojos se muestran comprensivos y llenos de amor. Si el arconte debe tomar una actitud más correctora, su aura se transforma en un amplio halo luminoso de protección para sí mismo y para las criaturas de buen corazón que estén presenten. Si el arconte debe mostrarse hostil ante una criatura malvada, su aura se convierte en halo amenazador sediento de justicia al que muy pocas criaturas infernales escapan, ya que debilita y merma la voluntad.

Un arconte presenta también la capacidad de atravesar la oscuridad y la penumbra con su mente, permitiendo a sus ojos ver todo lo que esconden las sombras.

Un arconte procura no hacer nunca daño. Es raro que luche contra un enemigo y, si lo hace, usa su poder para neutralizar, no para dañar. Sin embargo, si su oponente es realmente malvado, puede provocar la temida ira del arconte. En ese momento el arconte se convierte en la venganza personificada y no dudará en usar todos sus recursos para atacar y castigar a la criatura.

Parte de este enorme poder es amplificado por el arma que portan. Suelen usar espadas, tridentes o lanzas rúnicas. Estas runas arcanas poseen la capacidad de ampliar los poderes sobrenaturales y celestiales del arconte hasta el punto en que pareciera que el mismo dios que envía al arconte se hubiese personado. Es por eso que estas armas no se usan realmente para la lucha cuerpo a cuerpo. Los arcontes no necesitan luchar físicamente, aunque pueden hacerlo si lo desean.

Los arcontes presentan, además, ciertas resistencias naturales que los hacen más invulnerables. Pueden crear círculos mágicos contra el mal y no se ven afectados por los elementos como el frío, los rayos, etc.




Los 5 arcontes

Ellos son las divinidades en quien dios confía ya que son los que aman a la humanidad como su creador le ama, y no les importa peligrar su existencia con tal de protegerla.

A ellos se les dio la oportunidad o mejor dicho el deber de nacer como si fueran humanos sin serlo, para camuflarse ante el peligro que Leviatán representaba para la humanidad, ya que en busca de la mujer creada por dios la cual no encontródespertó su ira.

Leviatán es llamado el diablo viudo. El Leviatán representa el mal absoluto y es la bestia del Apocalipsis. Cuenta un libro sagrado, el Talmut, que en el quinto día de la Creación, Dios, creó y dio vida a dos Leviatanes. Estos monstruos eran serpientes malignas y creo un macho y una hembra, pero al ver que lo que había creado era totalmente horrible y podían acabar con la humanidad, así que decidió matar a la hembra para que no pudieran procrear.

Lilith, que para Leviatán era como el repuesto de su hembra perdida, suplico a dios su perdón y el sintiéndose conmovido por una criatura que el mismo creo la ayudo, también por el mal que sabía se avecinaba al procrear Leviatán con Lilith, decidió darle a sus propios seres divinos, los arcontes.

Los cinco Arcontes decidieron sacrificarse, logrando que la confusión del diablo se diera, y decidiera posponer su furia hasta que nuevamente apareciera la que él quería encontrar.

Se escondió en una de las arcontes que la misma Lilith eligió ya que era de una belleza inigualable, porque Lilith no dejaba de ser lasciva en sus decisiones, la arconte no debía estar sola, así que sus hermanos de raza se ofrecieron para confundir al diablo y ocultar su esencia con la de ellos mismos.

Así pues olvidaron con el paso de los años su naturaleza real, muriendo como humanos, y viviendo como ellos con el paso de sus vidas, Lilith se consagro con la arconte y ambas almas unidas significaban el mismo peligro puesto que se convirtieron en la misma esencia, si el diablo reconocía el alma de aquella que huyo volvería su ira y su deseo, por aquella que representaba la lujuria en él.



El sacrificio de los Arcontes - Cap. 2

Un amor unido en la eternidad.

Primera vida: Amor YunJae como humanos.
Las fuerzas guerreras del imperio regresaban derrotadas al valle. Los yopica, viejos y sabios maestros del arte de la estrategia, aguardaban a dichos guerreros para pedirles una explicación ante tan vergonzosa derrota, pues al parecer había sido inútil entrenar en la Academia de Guerra. El ejército era comandado por un guerrero Yunho, que a pesar de la triste batalla, conservaba su altivez y el orgullo de su estirpe.

El pueblo entero lloraba la derrota. Las mujeres, avergonzadas, ocultaban sus rostros; solo una de ellas permanecía serena, mirando con asombro al fuerte dirigente. Ella era Jejuko, que quiere decir hermosa flor (bueno según la historia), quien al notar la mirada del guerrero dirigente sintió como si fuera desfallecer, ya que él era su fiel amante. Desgraciadamente Jejuko había contraído matrimonio con otro hombre, quien él había jurado falsamente que su amado, su dulce y fiel guerrero, había caído muerto en la guerra.

Jejuko le dijo a su marido que nunca le perdonaría el engaño y que por siempre en su corazón permanecería encendida la llama de amor a su fiel guerrero Yunho. En un instante de arrebato, ella corrió lo más lejos que pudo, hasta llegar a un lago. Su esposo, fue tras ella; el guerrero Yunho, al ver esta escena, empuño con furia el arma en su mano y los siguió.

Al verse cara a cara los dos hombres no dijeron nada, porque cualquier razón sobraba allí. Se entablo una ruda batalla. El esposo se defendía a toda costa, mientras que Yunho adquirió fuerzas increíbles, provocados por tantos días de espera, por tantas luchas que había enfrentado con avidez para regresar por fin a los brazos de Jejuko.

Finalmente, casi al atardecer, Yunho hirió de muerte a su rival, quien huyó hacia su país tal vez en busca de ayuda para vengarse de su enemigo.

El vencedor regreso buscando a su amada Jejuko y la encontró tendida para siempre, muerta a mitad del valle, porque ella no pudo soportar la vergüenza de haber sido de otro hombre. Yunho la contemplo con el corazón destrozado. Se arrodillo a su lado y lloro la más amarga pena.

Corto flores y lentamente cubrió el cuerpo de Jejuko, lo corono con algunas fragantes flores llamadas flor del corazón y rindió honores a la mujer de su vida. El ave de los cuatrocientos trinos, también rindió honores a los enamorados, cantando dulcemente toda la noche, hasta que el cielo se cubrió de nubarrones y el mensajero de la muerte, hizo su aparición.

Se dice que en un fragmento de segundo la tierra se estremeció y feroces relámpagos tronaron en el cielo. Cayeron piedras de fuego sobre los lagos y la gente del valle se llenó de pavor.

Al amanecer, estaban allí donde antes era valle, dos montañas nevadas; una tenía la forma inconfundible de una mujer recostada sobre un túmulo de flores blancas; la otra mostraba la figura de un guerrero arrodillado junto a los pies nevados de la impresionante escultura de hielo de la mujer yaciente.

En cuanto al cobarde engañador, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra. También se hizo montaña se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Cerro de la Estrella. Desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes, a quienes nunca podrá separar. Durante muchos años, las doncellas muertas en amores desdichados o por mal amor eran sepultadas a las faldas de Jejuko.




Primera vida: Amor Yoosu como humanos.

Junko era una bellísima doncella de larga cabellera castaña, dientes pequeños y blancos, sonrisa de sana picardía y andar cadencioso que derrama a su paso los perfumes de la juventud. Estaba enamorada de un joven llamado Yoochun.

Yoochun también amaba a la hermosa Junko y habían formalizado el compromiso. Él construía una casa en su poblado y cultivaba grandes tierras obtenidas con el producto de algunos años de trabajo.

En el reino, el rey Hyukjae estaba celoso de ese amor y deseaba poseer a la bella joven. Hyukjae ordeno al padre de la joven, sacrificar a Junko en su honor, para así satisfacer su apetito insano. El pobre padre tenía que obedecer a los deseos de ese poderoso rey, pues si le contrariaba podría provocar terribles males que diezmarían a la población o iniciarían guerras con pueblos vecinos.

Antes de efectuarse el sacrificio, Junko bailo una danza desconocida hasta entonces por los habitantes de la región, quienes habían acudido a observar la ceremonia, los movimientos gráciles de Junko despertaron la admiración de los espectadores, que arrojaba flores y quemaba incienso para agradecer el sacrificio.

Terminada la danza, el sacerdote encargado de extraer el corazón a la víctima para ofrecérselo al rey Hyukjae, pronuncio un terrible sermón en el templo. Menciono que pronto vendría gente de tierra lejana a someterlos y hacerlos prisioneros. Todo escucharon, pero no con la suficiente atención.

La profecía se cumplió transcurridos cinco días. Les arrebataron sus tierras, sus mujeres y su libertad.

Junko fue sacrificada en la piedra que servía para ese fin; el rey Hyukjae estaba ahora satisfecho, la hermosa mujer había sido ofrecida en su honor.

Dos noches seguidas, Yoochun lloro en el cuerpo de su amada, cubriéndola de besos. Al tercer día, cuando la gente fue a la piedra de los sacrificios para darle sepultura a la joven, miro, no sin estupor, que junto a la piedra crecían abrazados un delicado lirio y un fuerte rosal. Que no eran más que las almas de Junko y Yoochun.




Primera vida: Amor MinSu como humanos.

Junko era la bella esposa del cacique Chuin, y la única hija de un famoso guerrero. Vivian en las regiones donde la naturaleza era bondadosa con los pobladores, por eso se sentían contentos de vivir allí.

Una tarde, Junko estaba recolectando frutos del bosque cuando se encontró con Sajoo, un anciano hechicero, quien al verla a los ojos presagio muerte y aflicción para el pueblo, pues pronostico el encuentro con un guerrero poderoso del cual Junko se enamoraría perdidamente.

La mujer corrió asustada a contarle a su marido. Cuando el cacique Chuin supo del mal presagio, ordeno inmediatamente que se arrojara del pueblo a Sajoo.

Paso el tiempo y los habitantes de la región olvidaron el accidente. Pero un día, de las montañas llego un fuerte guerrero. Chuin lo recibió con los honores correspondientes. Al iniciar la ceremonia de bienvenida, el cielo comenzó a nublarse inexplicablemente y una fuerte tormenta eléctrica se apodero de la región.

El guerrero se presentó ante Chuin como Changmin; le explico que su destino era el regreso a su hogar, pero ante tan larga travesía él y sus guerreros necesitaban descanso, por ellos pedían hospitalidad. Chuin no podía negarse, ya que además de su fuerte presencia, Changmin tenía una fuerte mirada tan enigmática y penetrante que podía penetrar hasta el hombre más aguerrido.

En la región corría un fresco rio de corriente tranquila. Un día por la mañana Junko decidió tomar un baño para refrescarse con las aguas de aquel manantial. En su trayecto salió a su paso el guerrero Changmin. Al fijar sus hermosos ojos en los de Junko, esta quedo paralizada y muda ante la presencia del guerrero. En un breve instante la mujer se arrojó a los brazos seductores de Changmin y lo lleno de besos. Pasaron las horas la noche llego y la bella Junko no regreso.

Chuin presentía que algo terrible estaba por suceder, por su cabeza rondaba la idea de que las predicciones del viejo Sajoo se hicieran realidad. Los celos se apoderaron de su alma y mando traer a los más valientes hombres para ir a la búsqueda de su mujer. Al encontrarla la creyó muerta.

Totalmente agotados por el largo camino, los guerreros y Chuin decidieron regresar al poblado. El cacique caminaba triste y abatido cuando de pronto creyó escuchar algunas voces, pero como una especie de dulce murmullo. Inmediatamente se dirigió al lugar de donde provenían aquellos susurros. Lo que vio casi lo mata de tristeza y de ira. En los brazos fuertes de Changmin yacía Junko, extasiada de amor.

La furia se apodero de Chuin. Saco de sus ropas un filoso puñal y lo clavo en el pecho del guerrero, y de inmediato le arranco ferozmente los ojos maléficos que habían seducido a su mujer.

Junko había presenciado todo sin reaccionar; cuando vio muerto al guerrero, fue como si hubiera despertado de un profundo sueño. En un instante de desesperación corrió a la cascada y se arrojó al despeñadero, donde nacía esta. El presagio se había cumplido.

Después de la muerte de su esposa, el cacique enterró los ojos de su rival en un extraño árbol que hoy da sus frutos en forma de ojos misteriosos y de color café.


El sacrificio de los Arcontes - Cap. 3


Un amor unido en la eternidad. Parte 2

Segunda vida: Amor YunJae como humanos.
Cuentan que cuando Yunho tocaba, no sólo los hombres, animales y dioses se quedaban embelesados escuchándole, sino que incluso la Madre Naturaleza detenía su fluir para disfrutar de sus notas, y que así, los ríos, plantas y hasta las rocas escuchaban a Yunho y sentían la música en su interior, animando su esencia.

Además de músico y poeta, Yunho fue un viajero ansioso por conocer, por aprender… estuvo en Egipto y aprendió de sus sacerdotes los cultos a dios, y se empapó de distintas creencias y tradiciones. Fue un sabio de su tiempo.

Con tantas cualidades, no era de extrañar que las mujeres le admiraran y que tuviera no pocas pretendientes. Eran muchas las que soñaban con yacer junto a él y ser despertadas con una dulce melodía de su lira al amanecer. Muchas que querían compartir su sabiduría, su curiosidad, su vitalidad.

Pero sólo una de ellas llamó la atención de nuestro héroe, y no fue otra que Jejuko, quien seguramente no era tan atrevida como otras, pero era tan hermosa… pero el amor es así, caprichoso e inesperado, y desde que la vio, la imagen de su tierna sonrisa, de su mirada brillante y transparente, se repetían en la mente de Yunho, que no dudó en casarse con ella.

Dios, reconociendo el valor que había demostrado en muchas de sus aventuras, le otorgó la mano de su doncella, y vivieron juntos muy felices, disfrutando de un amor que se dice que fue único, tierno y apasionado como ninguno.

Pero no hay felicidad eterna, pues si la hubiera, acabaríamos olvidando la tristeza, y la felicidad perdería su sentido… y también en esta ocasión sobrevino la tragedia. Quiso el destino que el pastor Aristeo quedara también prendado de Jejuko, y que un día en que ésta paseaba por sus campos, el pastor olvidara todo respeto atacándola para hacerla suya. Jejuko corrió para escaparse, con tan mala fortuna que en la carrera una serpiente venenosa mordió su pie, inoculándole el veneno y haciendo que cayera muerta sobre la hierba.

En las orillas del río Estrimón, Yunho se lamentaba amargamente por la pérdida de Jejuko. Consternado, Yunho tocó canciones tan tristes y cantó tan lastimeramente, que todos los seres celestiales y Dios lloraron y le aconsejaron que descendiera al inframundo en busca de Jejuko.

Camino de las profundidades del inframundo, tuvo que sortear muchos peligros, para los cuales usó su música, ablandó el corazón de los demonios, e hizo llorar a los tormentos (por primera y única vez).

Llegado el momento, con su música ablandó también el corazón del barquero (el que lleva las almas al otro mundo), los cuales permitieron a Jejuko retornar con él a la tierra; pero sólo bajo la condición de que debía caminar delante de ella, y que no debía mirar hacia atrás hasta que ambos hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen a Jejuko.

A pesar de sus ansias, Yunho no volvió la cabeza en todo el trayecto, incluso cuando pasaban junto a algún peligro o demonio, no se volvía para asegurarse de que Jejuko estuviera bien.

Llegaron finalmente a la superficie y, por la desesperación, Yunho volvió la cabeza para verla; pero ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, todavía tenía un pie en el camino al inframundo: Jejuko se desvaneció en el aire, y ahora… para siempre.




Segunda vida: Amor YooSu como humanos.

Durante mucho tiempo Yoochun, Rey de Chipre, había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas.

Al rey no le gustaban las mujeres, y vivió en soledad durante mucho tiempo. Cansado de la situación en la que estaba, empezó a esculpir una estatua de mujer con rasgos perfectos y hermosos. Así, realizó la estatua de una joven, a la que llamó Junko, tan perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente.

Soñó que la estatua cobraba vida. El rey se sentía atraído por su propia obra, y no podía dejar de pensar en su amada de marfil.

En una de las grandes celebraciones en honor a una mujer de asombrosos poderes que se celebraba en la isla, Yoochun suplicó a la mujer que diera vida a su amada estatua. La mujer, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Yoochun no entendió la señal y se fue a su casa muy decepcionado.

Al volver a casa, contempló la estatua durante horas. Después de mucho tiempo, el artista se levantó, y besó a la estatua. Yoochun ya no sintió los helados labios de marfil, sino que sintió una suave y cálida piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador. Venus terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad.

«Yoochun se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Yoochun se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.»

Cuando despertó en lugar de la estatua se hallaba aquella mujer, que le dijo “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”. De esa forma Junko se transformó en una mujer real.

Tiempo después Yoochun ofendió a la poderosa mujer y ésta, como castigo, durante una noche, mientras Yoochun y Junko hacían el amor… volvió a convertir en piedra a Junko.




Segunda vida: Amor MinJae como humanos.

Esta historia de amor nace a partir de dos enamorados Jejuko y Changmin.

Changmin era un joven y humilde minero enamorado perdidamente de Jejuko, quien correspondía su amor de la misma manera.

Una noche el padre de Jejuko los vio besándose y le dijo a Jejuko con voz amenazadora que si la volvía a sorprender con Changmin, la enviara a un convento en otro país y ahí la casaría con un hombre viejo y muy rico, y con esto lograr expandir su hacienda, Jejuko no tomo muy en serio lo que le había dicho su padre.

En aquella época toda doncella tenía una dama de compañía, así que le pidió que llevara una carta a su amado Changmin, en esa carta le explicaba todo lo que su padre le había dicho, en una de las líneas de la carta le explicaba también, que una de sus ventanas daba a un estrecho callejón, y que estirando su brazo era posible tocar la ventana de la habitación de enfrente.

Changmin no dudo en investigar quien era la dueña de la habitación, logro rentar a precio de oro aquella habitación, varias noches pasaron – logrando consumar su amor, hasta que una noche su papá los vio besándose, con mucha rabia tomo una daga y se la enterró en la espalda a su hija Jejuko, Jejuko logro estirar el brazo derecho, Changmin la tomo dejando en su mano un tierno y último beso.

Changmin tras el trágico suceso quedo mudo, y al no poder vivir sin el amor de su amada se arrojó del brocal del tiro principal de la mina donde trabajaba.


Las historias de amor que vivieron los arcontes en sus primeras vidas fue parte del sacrificio de ser humanos, no todos tienen finales felices en el amor, pero para ellos seres divinos en una tierra donde todos los pesares de la vida existían, en ellos eran más fuertes, mas latentes más dolorosos, aun así como seres no pertenecientes al mundo terrenal dejaron huella en el paso de sus vidas.
Nota: cuatro de las seis adaptaciones de las primeras vidas, son leyendas mexicanas.

El puente - Cap. 2

N/A: Podrían tener una mejor visión del Shot si escuchan a Belanova con el tema CADA QUE mientras leen 


Con la tristeza golpeado su cuerpo, camino al puente, Jae lo esperaba con ese semblante de que nada lo corrompía, odiaba que el no sintiera nada, odiaba que el único que sufriera en esta clase de amistad o amor solo fuera el, deseaba ver el dolor de Jae en su rostro por no poder estar con el, no importaba lo egoísta que sonara.

-¿Por qué no me lo dijiste? Sabes que me hubiera sido más fácil comprender que la persona que amo estaba con alguien mas así podría luchar, podría… ¡dios! Ni siquiera ahora puedo comprender lo que pasa, el que no pueda tocarte me duele mucho Jae – cubrió su rostro con ambas manos conteniendo el llanto.

-quisiera decirte que lo se – bajo la mirada – pero no lo comprendo cuando estaba vivo podía tener cualquier sentimiento ahora son como simples recuerdos, perdóname.

-no tengo porque hacerlo – se sentó en el suelo del puente, recargando su espalda en el barandal de este – tu no tienes la culpa de que no estés… vivo, lo trágico es que si no estuvieras así, no te hubiera conocido ¿cierto?

-tal vez – se sentó a su lado, inmune a cualquier sentimiento, Yunho quería penetrar en su mente tan solo un segundo.

-¿fue tan duro para ti? – arriesgo a preguntar, sabia que lo era, quien no sufriría cuando te han lastimado de esa forma.

-¿que? – pero el sin embargo pareció no comprender, o simplemente no quería hacerlo.

-que ese hombre te lastimara – lo dijo con rabia en el tono, deseaba tenerlo enfrente, un deseo imposible.

-no solo fue eso – Yunho lo miro, Jae tomo un semblante mas tranquilo, con mas paz, todo en el desconcertaba a Yunho, todo el tiempo cuando no supo su verdadera condición le buscaba los porques a todo pero ahora… veía lo diferente que era, lo real de la actitud fría de Jae.

-¿entonces? – Jae parecía mirar a la nada, Yunho quería arrancarse el corazón en ese momento, para el ese ser de piel pálida seguía siendo hermoso, no importaba lo muerto que este estuviera.

-él… - dudo – mis hermanos, mis padres creyeron que solo estuve con el esa vez que me violo, desgraciadamente no fue así, lo cierto es que ese hombre no me dejaba, amenazo muchas veces con quemar la casa donde estas, con lastimar a mi familia si no accedía a… tu ya sabes… me rebaje a cambiar mi cuerpo por tranquilidad para los que ame, pero el seguía amenazándome, quizás tenia miedo de que yo lo dejara ¿Cómo iba hacerlo? Si su acoso era constante, no sabia que pasaba por su enferma mente, un día me cito en un hotel de muy mal aspecto era la primera vez que entraba a un lugar como ese, fue solo,una diferencia de otras ocasiones donde era común que estuviera rodeado de sus guardaespaldas, empezó a gritarme y amenazarme, que si yo lo dejaba el entonces tendría que buscar un reemplazo, “Junsu” salió de sus labios el nombre de mi hermano, eso no podía permitirlo no podía explicarte que sentí porque ni siquiera en este momento lo se, entonces le dije que si lo tocaba se olvidaba de mi que jamás volvería a verme….

-¿intentaste alguna vez denunciarlo?

-lo hice, pero era amigo de un hombre con alto poder dentro de la policía, anotaron mi declaración, y se burlaron en mi cara – rio extrañamente como si su sonrisa solo fuera una mueca – se burlaron en mi cara – repitió – si quería justicia debía tomarla por mis propias manos mejor mi vida que la de mi familia, aunque no quería llegar a eso, al menos no en ese momento.

-entiendo, ¿Qué paso después de que te amenazara con tu hermano?

-quiso detenerme cuando intente salir, aun lo pienso no duele es un recuerdo extraño, pero el era mucho mas fuerte que yo, mas sin embargo ese día quizás ya estaba escrito, por que lo empuje ni siquiera con fuerza el retrocedió y se le doblo el pie cayo y su cabeza pego con la esquina del mueble que estaba al lado de la cama, yo estaba asustado y al mismo tiempo aliviado, que persona cruel era yo.

-no digas eso tu no tenias intención, además fue para defenderte cualquier persona lo hubiera visto así – trato de consolar a Jae pero el no estaba conmovido, así que desistió.

-lo vi caer convulsionándose y sangre debajo de su cabeza empezó a manchar el piso era mucha, yo no pensé salí corriendo lo había matado o al menos estaba muriendo no avise a nadie para que lo ayudara desee que muriera, y sin pensarlo sin dudarlo, ya que mi cuerpo estaba manchado y mi alma estaba por hacerlo, decidí que eso no debía pasar me pare en este barandal – señalo la parte exacta donde Yunho se había parado aquella noche donde se conocieron, Yunho observo como si pudiera ver claramente lo que había pasado aquel día con Jae – y a diferencia de ti, en cuanto estuve arriba, sin pensarlo, sin siquiera dudarlo, salte – bajo la mirada como de quien reconoce sus errores.

-hubiera querido estar allí para ti yo hubiera… - el dolor se reflejaba hasta por los poros en el rostro de Yunho, pero… ¿él que podía haber hecho? Estaba mas que claro que nada, porque cada quien busca su destino, un destino que muchas veces no lo sufre el que se va… si no el que se queda.

-igual lo hubiera hecho, yo no busque a nadie Yunho, no me refugie en nadie, nadie pudo hacer nada por mi por mucho que me amara, por que yo no lo permití. Me arroje de este puente pensando en que no me merecía el perdón de nadie, no deseaba tampoco la compasión, solo quería que el dolor se fuera, que todo terminara y aunque no lo hice de la manera correcta para mí… todo termino.

-Mi Jae… - llevo su mano a sus labios sofocando el sollozo que estaba por escapar, quizás Jae no sufrió, quizás Yunho sufría en ese momento por los dos, porque tal vez cuando alguien ama es suficiente con el sufrimiento de uno para los dos. Trato de recuperarse y pregunto – y… ¿como terminaste ayudando…?

-no estoy muy seguro de ello, pero simplemente cuando desperté me encontraba en lugar blanco tan blanco pero que no lastimaba la vista, era una luz tan fuerte que no dejaba ver pero al mismo tiempo no cegaba, un hombre que no pude ver nunca, me hablo, me daban una oportunidad para entrar al cielo, cien años deben pasar para que el perdón llegue, ayudar a que los demás no cometieran el mismo error que yo es mi tarea para ser perdonado, nunca volverlos a ver, ni hablar de mi condición, eran las reglas, dos reglas importantes.

-¿Por qué tanto tiempo?

-¿porque? Para mi el tiempo no ha pasado ¿no lo vez? – cuestiono con una ternura que jamás había visto en él, o así quiso verlo, ya que eso lo hacia sentir mejor – veo pasar el tiempo pero el no pasa por mi.

-amar… - trago la fuerte hiel que en ese instante era su saliva – ¿el que no puedas amar es una regla?

-no puedo amar porque esos sentimientosdesparecieron al morir como medida para no enfrentar dolor, no puedo hacerlo, no de la forma que quieres que lo haga puedo amarte como un ser que tiene vida y que merece ser amado, pero no ese tipo de amor que tu esperas de mi, puedo sentir dolor por ti pero como el que siente una madre al ver sufrir a su hijo, pero no deseo, ni ningún sentimiento de pareja que tu esperarías en mi, eso no puedo.

-¿Qué debo hacer esperar cien años? – dijo simulando su dolor con tono sarcástico de su voz.

-probablemente – sonrió ligeramente, notaba demasiadas expresiones en él, en ese momento – pero nadie podría mantener un amor tan puro durante tanto tiempo, ni siquiera tu.

-sabes ¿que? – Yunho lo miro y Jae correspondió su mirada – lo hare, te esperare ese tiempo puedo vivir ese tiempo, morir y renacer contigo.

-no se si exista la reencarnación, y si la hubiera tampoco se si nos encontraremos en otra vida, además debes vivir como todo hombre normal antes de pensar en la muerte, debes casarte y tener hijos, esa chica con la que vives podría ser la indicada, para ti.

-es que no quiero a nadie más que no seas tú, déjame solo permanecer a tu lado, déjame amarte, deja que mi amor por ti me haga vivir, no importa que tu no me ames, yo lo hare por los dos – Jae sonrió ante la seguridad de Yunho.

-estaré aquí para ti siempre que lo necesites, te hice una promesa y la cumpliré, pero no mas, porque se que me dejaras.

-¿tu que sabes? – se ofendió pero lo único que le quedaba era demostrárselo, Yunho estaba seguro que no podía vivir sin ver el rostro de Jae. Pero las promesas no siempre se pueden cumplir por mucha fuerza de voluntad y amor que las soporten.

-lo se – dijo como si fuera una frase al viento.

-yo te prometo esto… yo prometo que viviré por ti, para ti, lo juro.

Yunho a pesar del dolor que le causaba que Jae no pudiera compartir la vida junto a el, deseaba ser merecedor de estar a su lado, no sabia si lo lograría pero viviría por el amor que sentía, porque no importara que pasaran años su amor no desaparecería.

Diez años pasaron desde que cada uno le hizo la promesa al otro, Yunho tenia veintisiete años, la madurez en su cuerpo era notoria era un adulto varonil y demasiado atractivo, Jae seguía siendo el mismo, siempre hermoso, siempre joven.

El hace cinco años se había casado con Boa, no tenia hijos, un año atrás el descubrió que era estéril, pero no lo comento con su esposa no porque no quisiera, era que no le había tomado la importancia que debía, si ella lo amaba no le importaría, porque el amor no condiciona.

No hubo un solo día que faltara a ver a Jae, siempre que iba platicaban horas, de lo que fuera, llegaba en la tarde y se iba por la noche, aun así para el era tan corto el tiempo al estar a su lado.



Podrían tener una mejor visión del Shot si escuchan a Bruno Mars con el tema TALKING TO THE MOON mientras leen desde aquí, por supuesto. 
Otra década paso, treintaisiete años, eran los que a Yunho ya le pesaban no porque odiara la vejez si no que era cada día más difícil ocultar su físico, estaba enamorado de un niño, que no podía tener, que nunca tuvo.

Su divorcio con boa fue necesario la mujer resulto embarazada, y de el era imposible cuando se lo dijo ella suplico perdón pero para Yunho no había nada que perdonar, no la odiaba le agradeció aquello porque pudo ser libre.

Había decidido que aquella tarde seria la ultima que iría a ver a Jae, no volvería mas, quería que ese hermoso adolescente lo recordara por lo menos a esa edad, si bien desde que cumplió los treinta no quiso ir otra vez al puentesu amor y su debilidadpor verlo siempre ganaba pero esta vez estaba decidido, no se lo diría a Jae pero sabia que el presentía. Por eso observo cada detalle de su rostro, cada detalle de su cuerpo, escucho su voz atentamente, de todo aquello que se grabara en su mente, lo que nunca podría borrar eran los sentimientos que por el sentía.

-adiós Yunho – le dijo, él sabía que esa seria la última vez que estarían juntos, siempre supo que ese momento llegaría – vive feliz, no me olvides nunca.

-nunca lo hare – dijo en hilo de voz, no quería hacerlo, no quería dejarlo, pero después de todo la promesa no podía cumplirla, así que dijo… - porque te amo.

Y esa fue su despedida sin abrazos, sin besos, pero las miradas lo fueron todo;esta era una despedida que era necesaria, para aquel que estaba envejeciendo, para aquel que deseaba ser recordado, joven y fuerte, aun siendo atractivo, aunque la tristeza lo consumiera. Para Jae parecía tan fácil, y eso dolía mas, era como entregarle su amor a alguien sin corazón, quizás así era.

Y los setenta mas siete llegaron como rio que no detiene su paso, su piel mostraba arrugas, aun con esa edad era atractivo, pero el tiempo pasaba, y la fuerza de su juventud añorada se acababa, pero sus recuerdos su amor, estaba latente como el primer día que lo vio, su corazón latía fuertemente al recordarlo, como si su cuerpo cada día mas acabado, estuviera protegiéndolo de cualquier intruso, sus sentimientos se mantenían intactos.

Sin en cambio treinta años mas pasaron lentos, lastimeros, y el se encontraba en la cama de un asilo, el mismo que tiempo atrás cuando joven lo acogió, el nunca había dejado de apoyar incluso se convirtió en un a portador a esa casa, en la cual cuando el no pudo valerse por si mismo lo recibió, su piel tenia arrugas, demasiadas como para notar que muchos años atrás fue un hombre que con solo su andar enamoraba, su mente a pesar de su edad seguía bien, recordaba todo, pero necesitaba la ayuda de un respirador para vivir quizás el dolor de un amor jamás consumado era lo que desmoronaba su cuerpo mas rápidamente, pero el sabia que había prometido que viviría el tiempo necesario para encontrarse en otra vida, esta promesa si la cumpliría.

Diez años mas llegaron y como si su cuerpo, junto a su alma lo supieran cerró los ojos, y por fin después de tanto tiempo, descanso para no despertar más.

En el puente aquel chico que por el los años no pasaban sintió cuando Yunho murió, solo un suspiro emano de sus labios y el viento paso llevándose como polvo la imagen de aquel adolescente de tés pálida, su perdón había llegado.




Tiempo después

-te digo madre que no podre ir a esa comida, lo siento pero no – un chico de piel morena, alto, demasiado atractivo y varonil, que tenia cerca de veinte años caminaba por la calle saliendo del edificio donde se encontraba su departamento, este hablaba por teléfono – si lo se pero no iré tengo clase en la universidad…

Un chico que también caminaba por la misma calle que el anterior pero en dirección contraria, mandaba un mensaje a su amigo, ambos chocaron y sus celulares resbalaron de sus manos cayendo frente a cada uno.

-ah mi teléfono – se quejo el moreno.

-lo siento estaba distraído – y entonces lo vio un chico de piel blanca, cabello negro, un poco mas bajo que el, pero de su misma edad quizás un poco mas poco menos, y su corazón latió con fuerza como si despertara de un largo sueño – perdóname – pedía, sus ojos no se apartaban de su rostro, le parecía familiar.

- no discúlpame a mi, yo debí fijarme – se agacho para tomar su teléfono sin quitar su vista de el chico y entonces noto que el hacia lo mismo.

-bueno entonces, otro día veremos quien tuvo la culpa ahora debo irme – sonrió pícaramente y el chico moreno… Yunho, casi se desmaya de la emoción.

-espera como… -¿Cómo volveremos a vernos?, ¿Cómo te llamas? Quiso preguntar pero solo basto un segundo de perplejidad para que el chico ya se hubiera ido en un autobús, que el por estar en estado catatónico no detuvo, recordó la llamada – bueno ¿mama?… - y reviso el aparato en sus manos, el cual no era suyo, era idéntico por eso lo había confundido – creo que después de todo volver a verte será posible.

Feliz como nunca en su vida lo había sido, subió a su coche y se fue rumbo a la universidad, su día después de todo estaría lleno de sorpresas. Y la historia de amor entre Yunho y Jae que creyeron tal vez nunca iniciada, apenas comenzaba.




Es el término del two-shot

Pero no de la historia de amor, porque el amor verdadero se transforma más no tiene… Fin.




Nota: quería dejarlo tal cual, en un two-shot Angst con final triste, tal vez lo logre o no, pero pensé si en la vida real ellos no pueden estar juntos públicamente (porque se en sus corazones sí), los fics son una forma de ver la relación más allá de lo que imaginamos así que intente darle un término, con un historia inconclusa, pero feliz. Espero les haya gustado, y muchas gracias lindas niñas por leer y mucho más por comentar.

No mi lobo - Cap. 2


―¿Sabes qué de acuerdo con las viejas costumbres, estoy en mi derecho de obligar a mi pareja a someterse a mí?

La cara de Jaejoong se tiñó de rojo.

―Eso es para que el hombre someta a la mujer cuando ella tenga miedo del acto sexual, y sólo con la aprobación del Alfa y bajo supervisión.

Yunho sonrió.

―Hmm, eres el Alfa. Tenemos esa parte. Y tú estás muerto de miedo. Tenemos esa parte también.

―Yo no soy una mujer —gruñó Jaejoong.

―Semántica.

Jaejoong finalmente saco a relucir su fuerza y lo empujó, Yunho se encontró en el suelo.

―Fuera.

Yunho se puso de pie y se dirigió hacia la puerta.
―¿Estás seguro de esto? Una vez que me haya ido... —Su corazón le dolía. Al estar tan cerca, sabía que Jaejoong también lo sentía. Había oído el jadeo detrás de él. Cuando Yunho llegó a la entrada de la cabaña, se detuvo. Ahora estaba abrumado por el dolor de Jaejoong, la soledad que lo consumía, la necesidad de estar con Yunho. Se giró para mirar en la dirección de la habitación. Lo que había dicho acerca de sus derechos era cierto, pero él no quería forzar a Jaejoong. Quería que viniera voluntariamente.
Jaejoong apareció en el pasillo y frunció el ceño.

―Pensé que te dije que te fueras.

―Eso es mucho alarde para alguien que está pensando en correr a mis brazos.

Su amante se burló.

―No puedes leer mi mente, así que no finjas.

―Siento tu corazón.

Jaejoong piso fuerte hacia él.

―Te dije que te fueras al infierno…

Sus bocas se unieron. Yunho ni lo esperaba, ni supo como sucedió. Así, de repente, Jaejoong estaba en sus brazos, pegado a él, miembro con miembro, labios y lengua explorando la boca del otro. Yunho pasó las manos hacía arriba, por la espalda de Jaejoong hasta que llegó a sus cabellos cortos y pelinegros. Anudó sus dedos allí mientras devoraba los labios de Jaejoong.

Sabía tan delicioso como Yunho había imaginado, un millón de veces mejor de lo que había sido en sus sueños. Yunho cortó el beso y dejó besos hambrientos por la mejilla de Jaejoong. Levantó al otro hombre, y para su sorpresa y deleite, Jaejoong envolvió sus grandes piernas alrededor de la cintura de Yunho. ¿Qué le hizo ceder? No le importaba. Con tal de que consumaran su unión.

Avanzaron dando tropezones de regreso a la habitación, y Yunho dejo caer a Jaejoong en la cama antes de seguir a su sólido cuerpo hacia abajo. Se encajó entre las piernas de Jaejoong, sintiendo su miembro saltar. Yunho bajó un poco para acercarse como si encajara en Jaejoong. La fricción de sus miembros uniéndose lo volvía loco.

Se echó hacia atrás y lamió el pecho de Jaejoong. Burlándose de los pequeños y planos pezones, mordiendo el pequeño brote. Jaejoong se sacudió y gimió. Estaba rígido y Yunho sintió miedo. Se inclinó para mirar a los ojos de su amante.

―Sé que estás nervioso por esto, así que voy a dirigirte. Yo lo haré todo.
Jaejoong parecía a punto de negar las palabras de Yunho, pero luego cerró la boca. Yunho acarició y besó su camino hacia abajo por el cuerpo de Jaejoong hasta llegar a su miembro. La besó en la punta, probando el sabor salado del pre-semen.

―Espera, yo… —Jaejoong comenzó, pero Yunho rápidamente se tragó la rígida longitud.

Jaejoong no podría haberlo negado ahora aunque quisiera. Casi nada comparado con una boca cálida y húmeda cubriendo el miembro de un hombre.  Mientras chupaba, Yunho miró a Jaejoong. Su compañero rasguñó la cama, levantó las caderas, y cerró los ojos. Parecía estar tratando de resistir el placer, pero no podía conseguir controlarse. Sus gemidos eran música para los oídos de Yunho mientras tomaba más de él. Bombeó el miembro de Jaejoong mientras se concentraba en la cabeza. Arremolinó la punta de su lengua sobre la pequeña abertura y lamió más de los jugos de Jaejoong. Este empezó a mecerse contra su cara, gruñendo y sosteniéndolo ahí por la cabeza.

―No —murmuró su amante―. No, me voy a venir.

Yunho aspiró más duro. Trabajó con el puño arriba y abajo de la barra hinchada y chupando fuerte sobre la cabeza. Jaejoong gritó y se sacudió. Viniéndose en la boca de Yunho. Él bebió hasta la última gota y siguió chupando. Cuando Jaejoong estuvo vaciado, se incorporó. Le podría haber preguntado si le gustó, pero el pecho agitado lo dejaba bastante claro. Jaejoong probablemente lo negaría.

Yunho se levantó de la cama y se movió mas hacía arriba. Jaejoong le observaba en silencio. Buscó en la parte superior, del aparador de Alfa, algo para usar como lubricante y se sintió aliviado al encontrar un tubo de loción. Más tarde, iría a la ciudad y compraría algunos cosas para lo que iban a hacer. Pero lo primero, es lo primero.

Puso el tubo en la mesita de noche y colocó una rodilla en el colchón junto a la cabeza de Jaejoong. Con una mano se apoyó en la cabecera, y con la otra se apoderó de su miembro.

―Puébame—ordenó.

Jaejoong levantó la mano como si fuera a empujarlo hacia atrás, pero cuando golpeó el muslo de Yunho, se quedó allí. Su mirada se encajó en el eje de Yunho. Se lamió los labios y tragó saliva. La anticipación de Yunho de tener los labios de su pareja envuelta alrededor de su miembro era increíble. Se obligó a esperar. El deseo que sentía se reflejaba en los ojos de Jaejoong, aunque estaba bastante seguro de que el otro hombre no lo sabía.

―No me ordenes —gruñó Jaejoong―. Yo soy tu Alfa.

―¿Lo eres?

La mirada Jaejoong se posó en su rostro. Una simple mirada y luego la boca de Jaejoong se estiró sobre la hinchada cabeza de su miembro. Yunho siseó. Empujó hacia adelante, haciendo que Jaejoong lo llevara más profundo. Poco a poco se deslizó en la garganta del hombre. Iba a venirse antes de lo que le gustaría si no se retiraba. Se agarró a la cabecera de la cama con ambas manos y giró sus caderas, bombeando en la cara de Jaejoong.

―Mmm, sí…. más duro Jaejoong —Yunho le dijo. Él estaba en la cúspide antes de que dejara caer una mano sobre el hombro de Jaejoong para detenerlo―. Todavía no. No quiero venirme hasta que no esté dentro de ti.

Ambos sabían lo que eso significaba. Si Yunho se venía dentro de Jaejoong, él era suyo. Estaban unidos de por vida. El terror volvió a presentarse en Jaejoong, pero ya era demasiado tarde. Yunho miró el miembro de su amante. No iba a ser capaz de negar esto con demasiada fuerza.

―Date la vuelta —instruyó Yunho.

―Te dije que…

Yunho recogió la loción. Exprimió un poco en sus dedos. El solo hecho parecía aumentar su necesidad. Miró más allá de sus manos a Jaejoong. Los ojos del hombre estaban más oscuros debido al deseo. Vaciló un momento más y luego se giró sobre sus manos y rodillas.

―No sé acerca de esto —murmuró Jaejoong.

―Yo sí.

―¿Lo has hecho antes? —El tono de Jaejoong tenía una nota de disgusto.

Eso le dolió a Yunho, pero lo rechazó. Jaejoong era nuevo, y no había aceptado totalmente que estaban predestinados, pero lo haría. Los compañeros vinculados se amaban más que cualquier otro. Lo había visto muchas veces en la manada que había dejado atrás. Había soñado con ello.

Todo el mundo lo hacía. Cuando fueran uno, Jaejoong lo amaría tan profundamente, que él haría su misión de sanar todas las heridas que le había infligido a Yunho con sus palabras y reacciones. No es que Yunho sostuviera algo contra él. No, era más confianza en lo que él y Jaejoong significaban el uno para el otro. Esto le había sido relevado una y otra vez en sus sueños.

―Lo he hecho una o dos veces —admitió.

No esperó otro comentario, pero bordeó el trasero de Jaejoong. Él se apartó de su toque. Yunho levantó una mano alrededor de su cadera y le acarició la miembro.

―Tranquilo —dijo arrastrando las palabras―. Va a doler un poco, pero te prometo que te gustará.

―Yo no estoy tan seguro —bromeó Jaejoong―. Creo que…

Yunho empujo un dedo más allá del apretado anillo, y Jaejoong se estremeció. Sabía que no gritaría, pero Yunho pretendía ser suave en ambos sentidos. Jaejoong era fuerte, pero no quería hacerle daño. Empujó el dedo hasta el fondo y se retiró. Él empujo dos más y trabajó uno tras otro, hasta que tenía tres dedos girando dentro de Jaejoong. Su amante se resistió contra sus dedos, y Yunho apretó su agarre sobre él. Cuando Jaejoong estaba fuera de sí, le apretó el miembro y lo acarició con cada embestida de su dedo. Conocía la combinación de la experiencia, y estaba seguro de que Jaejoong se encontraba en el éxtasis sexual a pesar de que no había hecho el menor ruido.

―Vamos. Siente lo bueno que es —dijo para tranquilizarlo―. Pronto voy a reemplazar mis dedos con mi miembro, y te sorprenderás de lo lleno que estarás. Quieres eso, ¿no es así, Jaejoong?

―No… No me hables de esa manera —gruñó en respuesta.

Yunho quitó los dedos, y esta vez Jaejoong gritó en señal de protesta. Yunho se rió entre dientes. Colocó la cabeza de su miembro en la entrada de Jaejoong y aplicó presión. La cabeza traspasó el anillo de músculos. Jaejoong maldijo y gimió. Trató de empujar hacia   fuera, pero Yunho lo detuvo con una mano en la mejilla de sus glúteos.

―Lento y fácil. —Yunho agarró sus caderas y lo trajo de vuelta. Observó con fascinación como su miembro desaparecía por el canal de su amante.

Mío.

Todo mío.

Cuando el miembro de Yunho estaba completamente dentro de Jaejoong, comenzó un bombeo lento, manteniendo un ritmo. Pronto clavó los dedos en las caderas de Jaejoong y golpeó. Jaejoong se apoyó en la cabecera, pero sus gemidos le dijeron a Yunho que le gustaba lo que le estaba pasando. Yunho no podía parar. Nunca quiso. Su orgasmo se acercaba, duro. Quería retrasarlo, pero la desaceleración era imposible. Cada vez que su piel abofeteaba a Jaejoong, recibía una chispa nueva de placer. Sólo era cuestión de tiempo hasta que se derramara en el cuerpo caliente de Jaejoong.

―Joder —juró Jaejoong―. No quiero... hazlo duro, Yunho. —Él alcanzó entre sus piernas y comenzó a bombear su miembro―. Haz que me corra.

Yunho miró su cuerpo empujando rápido en Jaejoong. Su miembro dentro de su pareja. La vista de su miembro hundiéndose en el otro hombre, siempre conseguía que se viniera. Pero esto iba más allá de eso. Este era Jaejoong, su compañero. No pudo contenerse.

―No puedo sostenerlo —confesó.

Jaejoong se arqueó, enviando su trasero hacia atrás contra Yunho. Eso lo consiguió. Yunho gritó liberándose. Toda la fuerza salió de su cuerpo, y sus caderas se sacudieron hacia adelante, quisiera o no. Sus párpados se hicieron pesados, con la cabeza gacha. En una nube de éxtasis, oyó los gritos de Jaejoong y sabía que él también había llegado.

Juntos, cayeron de bruces en la cama con Yunho sobre Jaejoong. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y respiraba fuerte. Los músculos de sus muslos quemaban, pero era una buena quemadura. Bostezando y agotado, Yunho levantó los brazos para colocarlos por fuera de los brazos de Jaejoong, que estaban cerca de su cabeza. Yunho encontró espacio en la almohada y se quedó justo donde estaba. Pronto, se durmió contento.

Jaejoong se agachó para estudiar los daños causados en el extremo sur de su propiedad. Los cultivos fueron destruidos. Los postes de la valla fueron arrancados, y ya había enviado a algunos de sus hombres para reunir el ganado que había escapado. Tenia que enfrentar el hecho de que esta situación no se iba a hablar o negociar. La otra manada se estaba convirtiendo en vengativa y era sólo cuestión de tiempo antes de que alguien se lastimara seriamente.

―Hey —dijo Yunho caminando hacia él―, vamos a por ellos.

Jaejoong se puso rígido y se levantó. Él había salido esa mañana sin despertar a Yunho, y lo había evitado durante todo el día, fingiendo que estaba demasiado ocupado. Yunho fue directamente hacía Jaejoong y lo besó antes de que Jaejoong pudiera empujarlo hacia atrás.

―¿Qué demonios estás haciendo? —Exigió.

Los ojos de Yunho se abrieron como platos.

―Estoy besando a mi compañero.

Jaejoong apretó los dientes y miró alrededor. Ninguno de los hombres cerca pareció darse cuenta.

―Yo no soy tu compañero —espetó―. Mira, anoche fue... bueno, fue…
 Él no se atrevía a admitir lo que había sido y cómo se sentía dormirse arropado en los brazos de Yunho. El peso del otro hombre en él había hecho cosas a su cuerpo que no apreciaba. ―Fue entonces. Esto es ahora. No estoy pensando en una repetición. Ya tienes lo que querías. Tuvimos sexo. Ahora se acabó.

Sintió el dolor de Yunho, lo sintió a un nivel más elevado de lo que había sido antes de que durmieran juntos. Todo el camino hasta aquí había sabido cuando despertó Yunho porque sintió su decepción al no encontrar a Jaejoong en la cama con él.

―No vamos a negar lo que anoche significó para nosotros, ¿verdad? —Insistió Yunho, siguiéndolo.

―Cierra la boca alrededor de los demás —gruñó Jaejoong.

―Bien —dijo Yunho―. ¿Qué vas a hacer con la otra manada? Sabes que esto es la guerra.
Jaejoong se giro hacia él.

―No seas tan dramático. ¿Guerra?

―Sí, la guerra.

Yunho echó un vistazo más allá de él a los hombres, y Jaejoong miró para encontrar que los otros estaban escuchando. Podía adivinar que su sentimiento era el mismo.

―No es que sea asunto tuyo, pero me he puesto en contacto con el Alfa de la otra manada. Yoochun y yo vamos a ir a hacerle una visita mañana.

Los celos salieron de Yunho, empujando invisibles contra el consciente de Jaejoong.

―¿Yoochun? Vas a tomar a tu segundo. ¿Qué hay de mí? Puedes usar mi respaldo, y no quiero que te vayas sólo con Yoochun. Siento que eso es lo que están esperando.

Jaejoong entrecerró sus ojos hacia él.

―Pero esa no es tu decisión, ¿verdad? Todavía eres un invitado aquí.

Yunho retrocedió un paso. Su boca hizo el amago para hablar mientras miraba fijamente a los ojos de Jaejoong. Jaejoong se arrepintió de su dureza en el momento en que lo dijo. El pecho le dolía. Se negó a admitir que era su corazón. Lo que su cuerpo quería era ser presionado cerca de Yunho. Él anhelaba estar a su lado mientras iban a enfrentar el Alfa rival, pero no quiso aceptarlo. Hacer eso era tan correcto como aceptar a Yunho por sí mismo. ¡De ninguna manera!

―Si me disculpas —dijo―, tengo trabajo que hacer. Si necesitas algo para mantenerte ocupado, informa a Yoochun. Él puede fijarte una tarea. —Jaejoong le dio la espalda a Yunho y se marchó.

Yunho golpeó la puerta abierta de la oficina donde Yoochun estaba en ese momento.

―¿Qué demonios hay entre tú y Jaejoong? —Exigió.

Yoochun sonrió.

―Hola a ti también. Yo no dormí contigo anoche. Es costumbre saludar a una persona cuando se ven por primera vez en el día.

Yunho frunció el ceño.

―¿Qué se supone que significa eso? —Se refería al énfasis de Yoochun en "Yo".

La mirada de complicidad en el rostro de Yoochun le molestaba. Lo que le ponía más furioso era que a Yoochun no parecía importarle que él hubiera estado con su Alfa.
Yoochun se encogió de hombros. Se inclino hacia atrás en su silla y cruzo sus pies sobre el escritorio. Su Stetson colgaba de un perchero en la esquina.

―Estaba dando un paseo nocturno y como la cabaña de Jaejoong no está lejos de la mía, pasé por ahí. Podría haber jurado que escuche algunos sonidos interesantes y tome un olorcillo familiar de un par de shifters.

Yunho apretó sus manos en puños a los costados.

 ―¿Y eso no te molesta?

―¿Por qué habría de hacerlo? Dejaste bastante claro cuando rompiste conmigo que era porque Jaejoong es tu compañero. Conozco a mi amigo, y tuvo una reacción extraña cuando te vio, que nunca he visto antes con nadie más. No se necesita mucho para ver que él era el único para ti y viceversa.

―Pero me dio la impresión de…

Yoochun sonrió de nuevo.

―Creo que también sabes lo mucho que esto ha asustado a Jaejoong. Es probable que te llevara a creer que había algo entre él y yo, sólo para conseguir que desistas. Nunca ha habido nada entre nosotros. Si lo hubiera, ¿no te parece que aceptaría que es gay?

Yunho se rascó la cabeza pensando.
―Supongo que tienes razón. Puf, no quiere nada entre nosotros. No quiero esperar hasta que cambie de idea. —Se paseó por la pequeña oficina. Los metros cuadrados eran inferiores a los que Jaejoong tenía y con razón―. Tengo que hacer algo para ayudarlo para que vea que soy muy valioso para él. Puedo ayudar con este conflicto si tan sólo me dejara.

―Hm —respondió Yoochun―. Tu camino y el de Jaejoong son completamente diferentes. Tú quieres ir a mostrar los dientes. Jaejoong quiere conseguir que nos acepten y finalmente traerlos a la familia. Él tiene un gran corazón a pesar de que lo oculta. Lo cual trae más respeto sobre él. Aunque algunos no lo aprecien.

Yunho asintió.

―Sí, puedo ver eso. Bueno, siento molestarte. Nuestro problema, es nuestro.

Empezó a salir por la puerta cuando las palabras de Yoochun se lo impidieron.

―Supongo que te das cuenta de que ahora también eres nuestro Alfa.

Se volvió y parpadeó al otro hombre.

―¿Qué estás diciendo?

Yoochun dio un suave golpe al brazo de su silla, todavía tan tranquilo como cuando Yunho irrumpió

―Nunca ha pasado antes, pero tenemos dos Alfas ahora. Por lo general, el compañero del líder conduce a su lado, pero él sigue siendo el principal. ¿Me pregunto qué sucede cuando se trata de dos hombres? De todos modos, también eres Alfa ahora, tanto si Jaejoong te reconoce o no.

Las palabras de Yoochun eran materia de reflexión. Yunho dio una respuesta evasiva y salió de la oficina. Se fue en busca de Jaejoong otra vez para forzarlo a escuchar, pero Jaejoong le restó importancia. Yunho dio un puñetazo contra un árbol cercano, donde Jaejoong lo despidió. Encontraría alguna forma de llegar a Jaejoong y permanecer allí, aún si esto lo matara.

Estar en la cama solo, era desconsolador. Jaejoong había quitado las sábanas de su cama y la almohada, las había lavado en lejía para deshacerse del olor de Yunho. Mientras que su nariz se quemaba por el olor acre del producto, eso no hacía nada por su recuerdo. Cada vez que cerraba los ojos, sentía las manos de Yunho en su abdomen, su boca envolviéndose alrededor de su miembro.

―Yunho —murmuró, apretando su eje y odiándose a sí mismo por querer lo que no debía. Bombeo su grosor, pero no sirvió de nada. No podía llevarlo a un punto crítico.
Después de que hubiera dejado a Yunho en el camino, no lo había vuelto a ver durante el resto del día. Para evitar encontrarse con él en la cena, en el salón principal, Jaejoong se la había saltado. Pasar hambre por la noche no lo mataría, pero tal vez por eso no podía dormir.

Se incorporó y se dirigió al baño. Allí, en su botiquín, sacó las pastillas para dormir y se metió unas cuantas en la boca. Las tragó con un poco de agua y volvió a la cama. Cuarenta y cinco minutos más tarde, finalmente se quedó dormido.

Los sueños que tuvo esta vez fueron violentos y dolorosos. Alguien en la oscuridad azotaba su carne desnuda. Aparte de las cuchilladas, las muñecas le quemaban como si estuvieran atadas juntas con demasiada fuerza. Apretó los dientes para no gritar. El dolor era insoportable. Una y otra vez, los abusos continuaron, pero él no podía distinguir la cara de su torturador. Cuando abrió los ojos, lo único que veía era oscuridad, y le resultaba difícil respirar.

Una voz vino junto a su oído y le susurró.

―Gracias por venir a nosotros y hacernos saber lo importante que eres. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que tengamos a tu Alfa: Jaejoong.

Se levantó en la cama gritando el nombre de Yunho.

La luz del sol entraba a raudales por la ventana. La cabeza de Jaejoong latía con fuerza, y tenía la lengua acartonada. Había aprendido su lección acerca de tomar demasiado medicamento con el estómago vacío. La ducha no lo recuperó, pero al menos le permitía ver con claridad, se vistió y se dirigió hacia la sala principal para el desayuno. Las pesadillas de la noche había sido sólo eso, decidió.

Después de sentarse con su desayuno compuesto de huevos, tocino, salchichas y tostadas, comenzó a comer. Cuando se había tomado la mitad del plato, apuró su taza de café y pidió otra. El líquido caliente se derramó, y levantó la mirada para reprender a la mujer que lo servía y encontró que era Ji Hye. Así que había encontrado un lugar para ayudar. Se alegró.

―¿Cómo va todo por aquí, Ji Hye? ¿Todo bien?

La palidez de su hermoso rostro no mostró nada de alegría. Jaejoong intentó sentir más interés en ella, pero pareció insuficiente. Ji Hye murmuró una disculpa por hacer un lío y se secó con un trapo.

―Está bien, gracias.
Se dio la vuelta para marcharse, pero se detuvo y lo miró como si quisiera hacer una pregunta, pero estaba intimidada. Jaejoong tuvo que admitir que después de la frustración de anoche y la falta de sueño, no tenía el mejor de los humores. No tenía bastante paciencia para la forma en la que Ji Hye se comportaba. Él la había visto hablando libremente con Yunho, e incluso con algunas de las mujeres alrededor de la granja. ¿Por qué tenía que actuar como si la fuera a morder en la cabeza?

―¿Hay algo más? —preguntó, dándose cuenta demasiado tarde de que su tono fue brusco.

Ella cuadró los hombros y se acercó a la mesa. Vamos chica, eres un lobo. Actúa como tal.

―Estoy preocupada por Yunho —espetó ella.

El dolor de cabeza se intensificó.

―Por supuesto que sí. Mira, como le dije a él...

―No vino a casa anoche.

Jaejoong dejó de hablar, y un destello del sueño horrible pasó por su cabeza. Estaba a punto de pedir que se explicara mejor, cuando uno de sus hombres irrumpió en la sala principal, golpeando la puerta contra la pared. Toda la conversación se detuvo, y las cabezas se volvieron en su camino.

―¡Siwon está muerto!

Las exclamaciones entraron en erupción. Jaejoong se puso de pie y abandonó su desayuno y a Ji Hye.

―Muéstrame —exigió Jaejoong a su hombre. Varios hombres los siguieron mientras se abrían camino a unos cientos de metros más allá de sus límites. El hecho de que se había producido una pelea era evidente. Yoochun se movió a su lado y se inclinó para quitar las hojas aplastadas y ramas rotas. Una huella de pata había quedado en la tierra.

―¿Ves eso? —Dijo Yoochun innecesariamente. Él tomó una respiración profunda, tirando en los olores a su alrededor, y Jaejoong hizo lo mismo.

Cogió el fuerte olor de Yunho. Podía reconocerlo en todas partes. ¿Yunho habría estado involucrado en el asesinato de Siwon? Jaejoong no pensaba que lo fuera a traicionar.

―El cuerpo está aquí —dijo uno de sus hombres llamándolo. Se movieron más hacia la zona boscosa que no estaba vigilada por su pueblo. En el otro lado de una estrecho riachuelo estaba Siwon, o lo que quedaba de él.
Jaejoong maldijo. La suciedad y la vegetación habían sido manchadas de rojo, más que suficiente como para poner fin a la vida incluso de un shifter. El rastreó los movimientos de los lobos que habían hecho esto hacia lo que habían dejado atrás y encontró más sangre. Yoochun se había quedado a su lado todo el tiempo, y parecía que ambos identificaron un nuevo problema en la misma instancia.

El olor de Yunho de nuevo. Jaejoong se agachó y recogió una rama manchada. La olió, y sus colmillos se pusieron largos y afilados en un instante. Los sueños que había tenido, repentinamente se veían con claridad.

―Esta es la sangre de Yunho. ¡Ellos lo tienen!

Rabia descendió sobre la conciencia de Jaejoong. No vio nada más que rojo, y se sintió desesperar por llegar a Yunho. Mientras él dormía, alguien le había estado haciendo daño, golpeándolo. Jaejoong tiró la rama a la distancia y se lanzó al ataque. Yoochun se interpuso en su camino y se aferró a sus hombros.

―Un momento. Sé que estás molesto —dijo Yoochun.

―¡Fuera de mi camino! —gritó Jaejoong―. Estoy más que molesto. Tienen a Yunho. ¿No lo entiendes?

El tono de Yoochun bajó de nivel.

―Sí, lo entiendo perfectamente, y te prometo que me quedaré contigo hasta que lo encontremos. Lo encontraremos, Jaejoong —insistió Yoochun―. Pero no puedes ir y enfrentarte solo. Ellos quieren eso. Tenemos que reunir a nuestros hombres y hacerlo bien.

Jaejoong apretó sus manos en puños. Miró más allá de Yoochun, empujando contra su agarre. Quería cambiar y olvidarse de todo, menos de llegar a Yunho. La angustia debió ser clara en su rostro, visible a los pocos hombres que habían venido con él, pero no le importaba. Yunho era todo lo que importaba.

Él asintió con la cabeza y Yoochun ladro órdenes a los hombres en la zona para reunir más hombres. Saldrían en cinco minutos.

Cinco minutos eran una eternidad.

―Tuve otro sueño —confesó Jaejoong―. Alguien le estaba haciendo daño. —Su voz se espesó cuando el cambio comenzó. Sus emociones estaban fuera de control, y no había ninguna retención sobre ellas―. Lo ataron y lo azotaron. Voy a rasgar a esa persona miembro por miembro por haber puesto un dedo en Yunho. Él va a morir esta noche.

Todos ellos cambiaron y salieron a cazar al enemigo. Jaejoong se quedó muy por delante de su manada, corriendo con todas sus fuerzas. Yoochun estaba cerca, detrás de él, y por hasta muy entrada las noche, ellos descubrieron husmeando a los atacantes de Siwon. Jaejoong derribó a cinco de los hombres antes de que Yoochun pudiera detenerlo.

―Necesitamos a uno de ellos para que nos diga dónde esta Yunho —explicó ante la expresión indignada de Jaejoong, después de que hubieran cambiado a su forma humana.

Jaejoong asintió y agarró a uno de los enemigos por el cuello. Sacudió al lobo, zarandeando su cuerpo.

―Cambia, maldita sea.

El hombre lo hizo, jadeando en busca de aire.

―¿Dónde está? —Exigió―. ¿Dónde está el hombre que tomaron? Él nos pertenece, me pertenece a mí.

El miedo se reflejaba en los ojos del hombre, y así debería ser. Jaejoong estaba preparado para destrozarlo. El hombre levantó las manos temblorosas.

―Está en nuestro campo, a cinco millas de aquí.

―Muéstranos.

Él asintió con la cabeza.

Siguieron corriendo. La luna se había ocultado detrás de las nubes, pero Jaejoong y sus hombres no tuvieron problemas para escoger su camino por el terreno montañoso. Cuándo llegaron a una zona conocida por su extensión de cuevas, el lobo se detuvo y cambió.

―Allí —dijo―. Mi Alfa me matará por esto. No puedo ir más lejos.

―No tienes que preocuparte de tu Alfa —le dijo Jaejoong. Dejando al hombre arrugado en el suelo.

Jaejoong dio la orden. Ellos debían saber que él y sus hombres venían, pero no le importaba, incluso si lo superaban en número. Tenía que llegar a Yunho. Cuanto más se acercaba a este lugar, Jaejoong sentía las emociones de Yunho. Tenía dolor, pero estaba vivo. Jaejoong se abrió paso hasta llegar a una cueva. Cogió el olor de Yunho más allá, así que sabía que estaba aquí. El Alfa de la otra manada estaba de pie en su camino.

―Así que este chico que tenemos —se burló―, es tu compañero, ¿no es cierto?
―Eso no es asunto suyo —contestó Jaejoong.

El hombre se echó a reír.

―Había escuchado que el beta de tu manada era gay, ¿pero tú? Eso es una sorpresa. —Una lenta y cruel sonrisa se extendió por su rostro. ―¿Y si te dijera que lo tuve anoche, que disfrutó de ello y ya que lo rechazaste él vino a mí?

Para sorpresa de Jaejoong el miembro del otro hombre se destacó  de su cuerpo desnudo, tieso y duro. Sus propias palabras lo habían encendido. ¿Era este estilo de vida tan común? ¿Cómo no se dio cuenta? La duda le asaltó. ¿Yunho lo había dejado voluntariamente? El pecho le dolía.

―Él no haría eso —terció Yoochun—. Yunho no traicionaría a su pueblo, y definitivamente no dejaría a su Alfa.

Jaejoong estaba agradecido de que Yoochun no hubiera indicado que Yunho era su compañero. No estaba dispuesto a dejar que todo el mundo supiera lo que estaba empezando a aceptar de sí mismo. Yunho y él se pertenecían.

―Sólo queremos lo que nos pertenece —dijo el Alfa―. La tierra.

Jaejoong ignoró su declaración.

―¿Tú fuiste el que hirió a Yunho?

El hombre hizo un gesto con la mano.

 ―Deberías de concentrarte en este conflicto, y cómo acabar con él.

―¿Le hiciste o no le hiciste daño a Yunho? —Repitió Jaejoong.

El hombre sonrió.

―Lloró como una niña pequeña.

Jaejoong gruñó.

―Que nadie interfiera. —Cambió mientras corría a por el Alfa.

Ellos se encontraron en el aire, cada uno haciendo rechinar los dientes, arañando, y tratando de conseguir la ventaja. Jaejoong tenía tanta rabia, que no sintió dolor cuando los dientes del otro lobo cayeron sobre su hombro. Se lo quitó de encima, rodó con el cuerpo del animal, y lo aplastó bajo sus patas. Jaejoong persiguió su cuello, pero falló. Su oponente lo tiró y mordió a Jaejoong de nuevo. Esta vez sintió el dolor de los dientes desgarrando sus músculos.
Él aulló. Justo por encima del hombro del lobo, vio a Yoochun listo para unirse a la refriega, pero Jaejoong le gruñó. Yoochun se quedó donde estaba.

La idea de Yunho frío y herido en esa cueva renovó la fuerza de Jaejoong. Él embistió al otro lobo en un árbol cercano, dejándolo mareado. Jaejoong tomó la ventaja y saltó sobre su espalda. Obligó al lobo hasta el suelo y esta vez consiguió sus dientes en el cuello.

Jaejoong sacudió la cabeza con fuerza mientras apretaba. La cabeza del lobo cayó y se quedó en silencio. Cuando dejó de moverse, Jaejoong lo soltó y retrocedió. Poco a poco, el otro Alfa comenzó a cambiar de nuevo a su forma humana. Su cabeza colgaba en un ángulo incómodo. Estaba muerto.

Jaejoong no perdió tiempo en cambios y corrió hacia la cueva. Cualquier pelea ahora sería poca y poco entusiasta. El líder de la otra manada se había ido. La batalla había terminado. Entró en la cueva oscura y recogió el aroma de Yunho inmediatamente. Hacia la parte de atrás había una pila de mantas, al principio Jaejoong no creía que Yunho estuviera entre ellas, pero luego se movió. Jaejoong se apresuró a entrar y cayó de rodillas. Su grande y terco compañero estaba con una capucha en la cabeza, asegurada por una cuerda alrededor de su cuello. Jaejoong desanudó la cuerda y tiró de la capucha. Los ojos de Yunho estaban cerrados. Su pelo estaba enredado alrededor de su cabeza, y atado de brazos. La sangre seca manchaba su cara y su frente. Su pecho ancho y desnudo subía y bajaba constantemente.

Cuando no consiguió aflojar fácilmente la cuerda que ataba las muñecas de Yunho, Jaejoong pidió un cuchillo, y Yoochun lo trajo. Cortó a través de los nudos y bajó los brazos de Yunho antes de recogerlo hasta el pecho.

―¿Está bien? —preguntó Yoochun.

―Lo va a estar —dijo Jaejoong, empujando las palabras y sólo queriendo que los dejaran solos para cuidar de su pareja.

―Voy a adelantarme y llamar para que traigan un vehículo —ofreció Yoochun―. Vas a tener que llevarlo a la carretera más cercana.

―No hay ni un lugar al cual no lo llevaría si me necesitara. —Avergonzado de sus palabras cursis pero a sabiendas de que eran ciertas, Jaejoong le dio la espalda a su mejor amigo y se puso de pie con Yunho en sus brazos. Comenzó la caminata de dos millas hacía donde alguien los recogería y los llevaría a casa.

Jaejoong estaba en la cama en su dormitorio viendo dormir a Yunho. Sus heridas se habían cerrado del todo y sanado, y apenas quedaban hematomas, una de las ventajas de haber nacido shifter. Había cuidado de Yunho los últimos días en su casa. En lo que a él concernía, Yunho no viviría en ninguna otra parte de aquí en adelante.
Su amante se movió en la cama y se quitó el edredón de la cabeza.

―Caliente —dijo―. ¿Cuánto tiempo planeas mirarme dormir?

Jaejoong se encogió de hombros.

―Hasta que dejes de fingir y me digas qué diablos pensabas que estabas haciendo saliendo fuera de mi protección.

Las mejillas de Yunho se pintaron de rojo por primera vez, al menos que Jaejoong viera. Se incorporó y echó los pies fuera de la cama. Su miembro descansaba sobre su vientre, tentando a Jaejoong. No hizo ningún movimiento para cubrirlo de nuevo, y Jaejoong no pretendía que no le gustaba mirar.

―Pensé que te demostraría que puedo ser de utilidad para ti —admitió Yunho―. Por supuesto, todo fue mal, pero realmente conseguí resultados. Hay que admitirlo.

Jaejoong hizo una mueca y anduvo por la habitación. No se movió más cerca de Yunho, porque si lo hacía, lo tumbaría en la cama y se uniría a él. En primer lugar, tenían que hablar. Se acercó a la ventana y miró hacia fuera, dándole la espalda a Yunho. Por el momento, parecía la mejor opción para mantener las manos quietas.

―Soy tu Alfa, Yunho. No me desobedezcas. Te dije que me ocuparía de las cosas.

―Y lo hiciste.

Jaejoong se sacudió con sorpresa cuando las manos de Yunho se envolvieron en su cintura. Jugueteó con un botón de la camisa de Jaejoong y deslizó la mano más allá de la barrera. El mundo exterior ya no tuvo interés para él cuando su compañero pasó la mano sobre sus abdominales. Yunho lo besó en el cuello y respiró hondo.

―Eres el Alfa —Yunho le dijo, dejando caer las manos pesadamente sobre los hombros de Jaejoong y girándolo hacia él. Extendió la mano para sacar el nuevo Stetson de Jaejoong de su cabeza y lo arrojó al otro lado de la habitación aterrizando en una silla―. Pero los dos sabemos quién es el líder en esta relación.

Jaejoong levantó una ceja.

―¿Vas a faltarme al respeto otra vez?

―Nunca.

Yunho lo besó en los labios, y Jaejoong se esforzó por acercarse. Se abrazaron, cada uno tratando de demostrar quien era el más fuerte, quien estaba en la cabeza. Jaejoong admitió que Yunho era poderoso, incluso capacitado para gobernar la manada a su lado. Pero en este momento no eran más que dos hombres, deseándose desesperadamente el uno al otro. Jaejoong empujó su lengua entre los labios de Yunho y le encantó el sabor de su boca. Yunho pasó las manos por todo el cuerpo de Jaejoong, terminando en su trasero. Le apretó y tiró de Jaejoong más cerca. Sus miembros frotándose, conduciendo a la locura a Jaejoong. Tenía que salir de sus pantalones vaqueros y rápido, pero él empujó a Yunho. Su amante no lucho contra él. Ambos estaban recuperando el aliento.

―No me vas a negar, ¿verdad? —preguntó Yunho.

Jaejoong notó su duda. Casi estaba abrumado por la devastación que Yunho sentía ante la perspectiva de que Jaejoong lo negara.

―No, no lo haré. Sé que estamos conectados. No estoy diciendo que me guste o que me sienta cómodo porque no lo estoy. —Se movió alrededor de Yunho y caminó hacia la puerta―. Aséate. Podemos hablar más en el desayuno. Lo han traído para que no tengas que ir a la sala principal hasta que no estés bien.

Él no esperó a que Yunho respondiera, se dirigió a la cocina y luego llevó la comida a la salita. Yunho estaría más cómodo en las sillas de aquí en vez de en las rígidas y verticales de la cocina. Preparó unas cuantas almohadas para él y abrió los contenedores para preparar el plato de Yunho.

―¿Será esto un hábito? —preguntó Yunho cuando entró. Jaejoong frunció el ceño, el hombre se había duchado, pero no se había molestado en ponerse la ropa. ¿Cómo demonios iba a pensar si Yunho estaba desnudo? Yunho sonrió como si adivinara lo que Jaejoong estaba pensando.

―¿Qué será un hábito? —preguntó él.

Yunho hizo un gesto con la mano hacia el montaje y se sentó en el sofá, en el lado opuesto del lugar que Jaejoong había preparado para él.

―Me estás malcriando. No dejándome que vaya a la sala cuando estoy en perfecto estado de salud, insistiendo en que pase más tiempo del necesario en la cama, y sirviéndome. Bueno, no me importa la porción, siempre y cuando tú estés menos cubierto de lo que lo estás ahora —dijo arrastrando las palabras.

Jaejoong blasfemó.

―Todavía no podemos tener una simple conversación sin discutir. ¿Has olvidado que fuiste golpeado casi hasta el último aliento de tu vida?
―No estaba en peligro de muerte. Soy más duro que eso —bromeó Yunho. Puso los pies sobre la mesa de centro y saboreó su comida.

―Sentí tu dolor, imbécil —Jaejoong gruñó.

Yunho soltó su tenedor y torció un dedo hacía él.

―Ven aquí, cariño.

Jaejoong frunció el ceño.

―Ven aquí, Jaejoong —repitió Yunho.

Jaejoong se unió a él en el sofá, y Yunho lo atrajo hacia sí. Ellos se besaron con lengua durante unos minutos, Yunho saboreándole, sabía como el jarabe de arce.

―Te amo. No, no te  separes. Te quiero mucho, Jaejoong. Lo hice desde la primera vez que te vi, y quiero estar contigo cada minuto, día y noche. Pero no porque tengas miedo de que alguien me lleve o porque pudiera salir lastimado. Esa no es la clase de hombre que soy, ni soy el tipo de hombre que vaya a permitir que me trates así.

―Yunho.

Él le dio un beso.

―Confía en mí, Jaejoong. Sé cómo te sientes. Al igual que tu puedes sentir mis emociones, siento las tuyas. Te dolió verme así, y te prometo que no cometeré más maniobras suicidas sin ti a mi lado. Pero voy a ser el mismo hombre que llegó aquí.

Jaejoong se inclinó hacia delante, apoyando los brazos sobre su muslo.

―Hay consecuencias a la desobediencia a tu Alfa, lo sabes.

Yunho se rió entre dientes.

―¿Hay? ¿Me estas poniendo en confinamiento solitario?

Jaejoong negó con la cabeza.

―No, no vas a vivir en otra parte excepto aquí.

―¿Eso es una orden?

―Sí.
Yunho golpeó ligeramente el tenedor en el plato.

―No me has reclamado.

―¿Qué?

Yunho estiró los brazos por encima de su cabeza y se recostó en la silla.
Jaejoong miró hacia él, mirando como su miembro se balanceaba. Casi podía saborear la piel curtida en su lengua, sentir su rigidez en la mano. Yunho pasó una mano sobre su abdomen y separó las piernas un poco más. La tentación estaba sacando lo mejor de Jaejoong.

―Estamos conectados —explicó Yunho―. Pero la conexión no es completa. A menos que las reglas sean diferentes en esta manada, si insistes en ser mi Alfa, y después tomarme como tu pareja, hace falta una reclamación. La reclamación se debe hacer en la presencia de un testigo.

Jaejoong gimió. Se pasó una mano por los ojos. Por supuesto, Yunho tenía razón. El Alfa de una manada tenia que reclamar a su "novia" delante de un testigo, por lo general su Beta, si tuviera uno. El cambio había llegado después de siglos de que el Alfa reclamara a su compañero delante de toda la manada. Incluso si él cedía y permitía a Yunho llamarse a sí mismo el Alfa de su relación, todavía tenía que tener sexo con él en frente de alguien más para solidificar el reclamo. Yoochun era la mejor opción dado que era gay. Jaejoong volvió a gemir. Era nuevo en esto y no le gustaba la idea de tener a alguien mirando mientras él disfrutaba tocar y ser tocado por Yunho.

―Ciertamente, podemos olvidarnos de eso —sugirió―. Quiero decir que estamos en el siglo XXI, ¡Jesús bendito!

Yunho se encogió de hombros.

―Si quieres que nuestra conexión se desvanezca. Sabes las complicaciones de no hacer la reclamación.

Jaejoong se puso de pie y caminó por la habitación.

―¡Joder!

―Sí —comentó Yunho divertido―. Me encantaría.

―Esto no es gracioso.

Yunho se mantuvo riendo. Jaejoong consideró el tirar al piso al bastardo arrogante, hasta que recordó cómo había sido tratado Yunho. Su amante sonrió y bromeó, pero aún había dolor residual, si no en su cuerpo, en su mente. La curación interior tomaría tiempo, especialmente con Jaejoong allí con él. Yunho era un hombre fuerte y más sólido que cualquiera de los que había conocido, pero de todas maneras también era vulnerable. Él había necesitado algún lugar al que pertenecer.

Al ser Jaejoong su pareja, este era el lugar, y si él negaba a Yunho, sólo añadiría más a su dolor. Además de eso, no estaba dispuesto a dejar a este hombre. Necesitaba saber cómo se sentía, sobre todo, si él estaba en problemas. La entereza de esto estaba en una reclamación completa.

―Está bien, vamos a terminar con esto ahora —anunció Jaejoong.

―Muy romántico —bromeó Yunho.

Jaejoong lo fulminó con la mirada. Sacó su teléfono móvil del bolsillo y llamó a Yoochun. Cuando su segundo le contestó, le gritó.

―¡Ven a mi casa, ahora! —Un segundo después, alguien llamó a la puerta y suspiró.

Algo le dijo que Yoochun sabía lo que necesitaba y sabía que iba a ser el elegido. El bastardo probablemente estaba deseando verlo hacer el ridículo.
Puesto que Jaejoong no se movió del lugar donde se encontraba, Yunho se levantó para abrir la puerta. Dio un paso atrás para dejar pasar a Yoochun. Jaejoong apretó la mandíbula al ver la expresión de interés que Yoochun le lanzó a Yunho al verlo desnudo.

―Pensé que me ibas a llamar pronto —dijo Yoochun.

―¡Siéntate ahí! —le dijo Jaejoong. Miró a su alrededor y vio la alfombra de oso delante de su chimenea. Era tan buena como cualquier lugar. Había que hacer uso de ella y hacer esta cosa ya, así él y Yunho podrían tener algo de privacidad. Se acercó a la alfombra y comenzó a desabrochar la hebilla de su cinturón mientras tiraba de sus botas―. ¡Ven aquí, Yunho!

―Mandón, ¿verdad? —le arrojó Yunho a Yoochun de pasada―. Le mostrare quién está a cargo después de un tiempo.

―Apuesto a que lo harás. —Yoochun se rió y se dejó caer en el sofá.

A Jaejoong no le gustaba cómo el miembro de su segundo ya estaba duro, presionando en sus vaqueros. Cuando estuvo desnudo, tiró a Yunho cerca de él y lo besó en los labios con avidez. Yunho estaba decidido a demostrar que no podía ser domado. Sus bíceps flexionados mientras se frotaban juntos, las lenguas acoplándose. Jaejoong estaba duro desde que el duro eje de Yunho rozó el suyo. Empujando y tirando, se hundieron de rodillas en la alfombra. Después de unos minutos de besos voraces, Jaejoong retrocedió.
―¿Estás seguro de que eres mi compañero?

Yunho sonrió. Tanto amor brillaba en sus ojos, que Jaejoong sentía casi como si necesitara protegerse contra ello. Y entonces recordó el sueño. La escena había sido ésta, los dos delante de la chimenea, sosteniéndose uno al otro.

La emoción creció dentro de él. Aunque todavía estaba nervioso acerca de todo esto, el hecho era que sentía algo por Yunho. No, más que algo. Esto era amor. Amaba a Yunho. Se habría sentido como si muriera, si hubiera perdido a Yunho durante esa batalla. Había matado a varios shifters, algo que nunca había hecho antes. Mirando detenidamente hacia la oscura mirada de Yunho, Jaejoong sabía que lo haría todo de nuevo si eso significaba mantener a Yunho seguro.

Avergonzado, murmuró.

―Te amo.

Yunho se estremeció en sus brazos.

―Te amo, también, Jaejoong. Te acepto como mi Alfa y como mi compañero. Comprometo mi lealtad a ti y a esta manada.

―Nuestra manada —dijo Jaejoong―. Te acepto como mi compañero, y te reclamare ahora.

Jaejoong bajó a Yunho a la alfombra y lo besó por todo su cuerpo. Pasó las yemas de los dedos por las duros llanuras, lamió y mordisqueó la piel tensa. Los músculos de Yunho se contraían con cada toque. Su cuerpo era duro e inflexible, tan diferente al de una mujer, y sin embargo, llevaba los deseos de Jaejoong a un nivel mayor. Llegó al muslo de Yunho y levantó la rodilla, mientras exploraba la amplia extensión. El roce del pelo oscuro le hizo cosquillas en la nariz y la piel bronceada lo excitó.

Mientras iba besando hasta la ingle de Yunho, pasó la mano debajo del muslo de su amante hasta llegar a su trasero. Apretó el músculo tenso, haciendo círculos al mismo tiempo que se tragó el miembro de Yunho. Un gemido rasgado salió de su garganta, haciéndose eco del de Yunho. Jaejoong quería pasar todo el día chupando el eje de su compañero, pero tenía que completar la reclamación primero.

Se sentó y derribó a Yunho. Yacía boca arriba, las piernas elevadas para exponer su entrada. Sólo entonces Jaejoong se dio cuenta de que no había traído la loción. Vio a Yoochun moverse por el rabillo del ojo y miró hacia arriba. Su amigo agitó un tubo de lubricante y luego se lo tiró. Jaejoong sabía que su cara debía de estar roja. El deseo por Yunho le había hecho olvidar rápidamente que tenían audiencia. Inclinó la cabeza y se puso a la tarea de preparar a su amante, luego arrojó el tubo a un lado.
Sus ojos se encontraron con Yunho, y de inmediato, se vio envuelto una vez más. Cómo lo amaba. Acoplar sus cuerpos de esta manera lo completaba como algo que no sabía que le faltaba. Así que el viejo dicho de su pueblo era verdad. Cada uno de ellos necesitaba a su compañero para estar completo.

Jaejoong tiró de los muslos de Yunho y los subió aún más alto en su regazo. Empujó la cabeza de su miembro justo en la entrada de Yunho. La utilización de sus dedos no era necesaria. Yunho estaba listo. Su cuerpo abierto a Jaejoong, estirado pero apretado al mismo tiempo. Siseó entre dientes mientras empujaba más profundo.

Las pestañas oscuras de Yunho abanicaron sus mejillas. Su cabeza se fue hacia atrás y se arqueó en el empuje de Jaejoong. Esta era la entrega de su compañero, pensó. Lo tomó de buena gana, sabiendo que la relación con Yunho no sería fácil. Ambos eran testarudos, decididos a liderar. Sonrió y se inclinó hacia adelante una vez que estuvo asentado completamente dentro de Yunho. Ellos lucharían, pero se sentiría bien hasta el final.

Comenzó siendo duro con Yunho, hundiendo sus dedos en las caderas de Yunho y obligándole a sentarse sobre su erección. Yunho gimió, enviando a Jaejoong más cerca del borde. Aprisionó sus caderas, empujando más rápido. Sus cuerpos golpearon juntos una y otra vez. Gruñó el nombre de su amante.

¡Mio!

―Co… Córrete conmigo —jadeó Yunho―. Tienes que completar el reclamo viniéndote dentro de mí.

―Sé lo que estoy haciendo —le dijo Jaejoong―. Tú solamente disfruta de ello.

Él empujó más y aceleró su paso. Sus cuerpos estaban golpeando juntos. Jaejoong sintió su clímax llegar rápido. Observó a su miembro brillante y húmedo desaparecer dentro de Yunho.

Yunho acarició su miembro, y la vista era más que suficiente para que terminara. Un gemido se llevó su atención de Yunho por un segundo, y miró a Yoochun. Su mejor amigo había sacado su miembro de sus pantalones y la estaba bombeando mientras su mirada estaba clavada en Yunho y Jaejoong.

Jaejoong se volvió hacia Yunho. Entrecerró los ojos en su hermoso y robusto rostro. Ni en un millón de años podría haber imaginado que estaría haciendo esto con un hombre. La desvergüenza se apoderó de él con el placer que cubría su sistema.

―¿Quieres que me libere en ti?

―Síii —dijo Yunho. No tenía vergüenza sobre su situación―. Ahora, Jaejoong. Quiero sentirlo.

Él no tenía que mendigar. Jaejoong no pudo contenerse por más tiempo. Sus músculos se contrajeron y las sensaciones del orgasmo tomaron el control. Corcoveó, jadeando y sacudiéndose fuera de control. Su leche salió disparada, llenando a Yunho. Gimieron al unísono cuando Yunho pintó su abdomen y pecho. Su semen recubrió sus dedos, pero siguió bombeando su miembro.

En un impulso, Jaejoong tiró de la mano de Yunho lejos de su eje y comenzó a lamerla. Junto a él, Yoochun gritó, y Jaejoong supo que había llegado a su fin también. Lo dejó montar a través de su orgasmo, pero cuando terminó, Jaejoong susurró.

―¡Déjanos solos!

Él no apartó la vista de Yunho, que había abierto los ojos para mirar a la cara de Jaejoong. La puerta principal se abrió y se cerró. Yunho le apretó la mano.

―Te amo.

―Te amo, también —dijo Jaejoong―. No he tenido suficiente. ¿Estás cansado?

Yunho sonrió.

―Ni de casualidad.

―Somos un desastre —sugirió Jaejoong.

―Bueno, cariño, vamos a tomar un baño.

Jaejoong negó con la cabeza.

―Creo que tengo que acostumbrarme a esa cosa del encanto que tienes.

Yunho se puso de pie y caminó delante de él hacia el dormitorio. Jaejoong lo vio alejarse, disfrutando de la vista y los muslos duros. ¿Cuándo había encontrado la vista del cuerpo inflexible de un hombre erótico? Descubrió que no lo hacía. Yunho mismo era el aliciente.

―Así es como te convencí —dijo Yunho mientras desaparecía en el cuarto. Jaejoong se apresuró después de él. No quería perder de vista a este hombre ni por un minuto, y su miembro ya estaba duro otra vez.

Un poco más tarde, Jaejoong se relajó sobre su espalda, sumergiéndose por debajo de la espuma de un baño caliente. Él abrió los brazos a los lados y cerró los ojos. El agua salpicó cuando Yunho se subió encima de él. Al principio no le presto atención hasta que Yunho se apoderó de su miembro y comenzó a introducirlo dentro de él. Jaejoong gimió.

―Ah, eso se siente bien. Creo que me va a encantar hacer esto.

―¿Todos los días?

―Todo el tiempo —afirmó Jaejoong.

―¿Cómo conseguiremos hacer cualquier trabajo?

Jaejoong miró a su amante sentado en su regazo, frente a él. El pecho de Yunho brillaba con el agua y la espuma. Tuvo un repentino deseo de saborear los pequeños pezones planos, pero no podía moverse. El placer de tener a Yunho a horcajadas sobre él era demasiado.

―En este momento no me preocupa el trabajo.

Yunho comenzó a moverse, subiendo y bajando sobre Jaejoong. Jaejoong apretó los dientes y se le ensancharon los orificios nasales. Yunho se movió más rápido, subiendo y bajando duro. Él se agarró a los lados de la bañera para poder hacer palanca. Se miraron a los ojos. El agua se derramaba por los lados de la bañera, pero aún así, Jaejoong levantaba sus caderas para encontrarse con su amante que descendía sobre él.

―Ven aquí —exigió Jaejoong―. Tengo que besarte.

En vez de obedecer, Yunho tiró de Jaejoong y sus labios se encontraron. Sus lenguas se aparearon, gimiendo y devorándose con hambre el uno al otro. Jaejoong pasó las manos por el pecho de Yunho y pellizcó sus pezones. Él se retiró. Jaejoong siguió a lo largo de su rígido torso hasta que llegó al miembro de Yunho y tomó en su mano. Por debajo del agua, Yunho lo montaba. Sus segundos orgasmos tardaron un poco en llegar, pero llegaron y la explosión los hizo gritar, resistiendo hasta el final.

Después, Yunho se bajó de Jaejoong, y se turnaron para lavarse uno al otro. Yunho fue el primero en salir del agua. Se secó y luego le tendió una toalla. Jaejoong la tomó para limpiar los restos del agua de su cuerpo. Su compañero miró con apreciación reflejada en su mirada. Jaejoong sonrió.

Cogidos de la mano entraron en la habitación y se sentaron en la cama, juntos. Jaejoong esperó hasta que Yunho se apoyó en su pecho para hacer la última pregunta que le molestaba.

―Yunho.

―Hmm… —Dijo Yunho con tono somnoliento.

―¿El otro Alfa... te tocó? Quiero decir que él...

―No, no lo hizo. Me habría muerto antes de dejar que eso sucediera. —Miró a Jaejoong―. Nadie me toca a menos que seas tú.

Jaejoong sonrió.

―Eso va para mí también.

Yunho cambió su posición por lo que se enfrentaron entre sí en sus lados. Se agachó para tomar el miembro de Jaejoong y presionó la cabeza contra la suya. El placer, aunque leve, lo tenía listo para más. Yunho mantuvo ambos miembros en su mano, apretando ligeramente. Se besaron, la punta de sus lenguas apenas tocándose. El tormento de querer más, pero no tomarlo era increíble. Sólo estar tan cerca de Yunho era suficiente por ahora.

―Me estoy preguntando lo que los hombres dirán cuando sepan de nosotros —dijo Yunho.

―O más bien lo han confirmado —corrigió Jaejoong―. Creo que la mayoría de ellos saben que hay algo más que amistad entre nosotros. El hecho de que te estés preguntando me sorprende. No pareces perturbarte por nada y tampoco importarte lo que piensen los demás.

Yunho le acarició la mejilla.

―Me importa lo que tú piensas, y Ji Hye. Quiero que seas feliz, y sé que es un gran problema que tomando en cuenta que estamos acoplados, no podemos tener hijos para seguir con el linaje de los shifters Fenrir.- Yunho bajó los ojos―. Eso podría ser bueno ya que no soy de pura raza.

Jaejoong lo arrastró a sus brazos, sintiendo cada palabra que él le había dicho y que lastimaba a Yunho. Pasaría toda su vida compensándolo por eso. Se prometió.

―Lo siento. No me siento así en absoluto. Sí, me hubiera gustado tener hijos, pero lo más importante es estar contigo, Yunho.

Se echó hacia atrás y besó en los labios a Yunho. Durante un tiempo, se perdieron en las sensaciones de estar cerca, y luego Jaejoong reafirmó.

―No importa lo que digan o hagan, no me importa. Mientras este contigo, vamos a enfrentarlo todo juntos.
Yunho sonrió levemente mientras le daba un nuevo beso. Jaejoong anhelaba más, pero Yunho se separó sonriente de él.

-Mi turno…..- Dijo antes de atacar a Jaejoong.

Jaejoong sonrió cuando Yunho lo besó de nuevo, sabía que a partir de ahora ya nada lo alejaría de Yunho, ni siquiera su terquedad o su continua negligencia a él, porque ahora, Yunho le pertenecía, y se lo haría saber a cualquiera que intentara llevárselo…

Incluso de un ex que viniera a reclamarlo…