Escapando...
Había aprovechado el mínimo instante en el que el príncipe bárbaro había bajado su guardia completamente.
No podía sacarse de la cabeza el intenso encuentro, aquel no sabía que él era un hombre y había disfrutado de sus caricias sobremanera, con solo un par de toques había logrado desarmarlo por completo, lo había vencido, hubiera sido tan fácil matarlo, sin embargo le hubiera sido imposible, en el instante en el que comenzó a frotar su cuerpo con la esponja, solo había enfocado su mente en complacerle, como si en realidad fuera su obligación, la esencia del otro y ese hermoso zafiro y su propia gema le habían hecho rendirse y transformarse en un siervo, había hecho todo con gusto y con esmero, cada caricia. No pudo soportar la necesidad de comprobar que tan grande podría llegar a ser su miembro erecto, sin saberlo ya estaba acariciándolo. Y entonces lo escuchó, su voz tan grave rota, despedazada por el placer, no pudo detenerse, solo seguir, seguir, solo para conseguir más de esa voz.
Verlo llegar al éxtasis únicamente de su mano, le llenó de orgullo, como ninguna otra hazaña en su vida. Le tuvo envidia, quiso que él otro le devolviera el favor, quería estar tan satisfecho como él, le quería dentro.
Ese extraño pensamiento, y el grito de un nombre que no era el suyo en el instante del clímax le hicieron despertar.
Él era un hombre disfrazado de mujer y si esa situación continuaba, estaba seguro de que terminaría desnudo y entonces nada podría hacer para fingir.
Le observó completamente ido un segundo, con el miembro más adolorido que nunca, desesperado giró su cabeza, escapó saltando por la primera ventana que tuvo a la mano. No supo si hizo ruido o no, solo tenía que correr.
“Demonios, Kim Junsu, ¿cómo fue que te metiste en esto?”...” Me duele, me duele demasiado, necesito desahogarme”...
Su cuerpo ardía horrores, su miembro atrapado en su vestimenta le escocía sin piedad, se sentía asfixiado, corrió intentando no pensar en el moreno, pero no podía sacar de sus oídos su voz y el maldito diamante de su abdomen lo dejaba casi doblado. Su enorme fortaleza física lo ayudaron a llegar en una pieza al sitio dónde su alazán, lo esperaba.
Después de saltar la muralla de aquel poblado llamado Bankia, por un sitio que no estaba custodiado y en el que la pared estaba derrumbándose, subió al caballo y cabalgó con todas sus fuerzas, Khan, era el más leal y el más veloz. Se abrazó al poderoso cuello y se dejó llevar a toda prisa en medio del bosque de los Cipreses Rojos, ni siquiera era capaz de guiar a su amigo con la rienda. Aquella era la última noche en la que el camino estaría transitable, el invierno empezaría a ser muchísimo más crudo en los días posteriores.
Por el atajo por el que había llegado a Bankia de Odaiba, volvió, sin embargo al ser el camino de cuesta, demoró el doble de tiempo en volver. Era horrible el malestar de su cuerpo, ni todo el tiempo transcurrido, ni el frío de la noche, nada parecía disminuir el calor que lo abrazaba. Su cuerpo sudaba mares y sus labios estaban secos y partidos. Mientras cabalgaba fue deshaciéndose de la peluca, la capa y el vestido.
Cerca del amanecer vislumbró las escondidas murallas de su querida ciudad, Arai en el corazón de Ameria, sintió un poco de alivio, los guardias del portón apenas habían terminado de abrirlo cuando Junsu cruzó como bólido en su caballo, apenas vestido con una camisa y un pantalón delgado, en el frío clima de montaña. Ellos se quedaron muy sorprendidos, pues casi no lo reconocen, pero su cabellera azul era inconfundible y lo dejaron pasar sin perseguirlo.
Zigzagueó por las calles que aún estaban vacías, cruzó la plaza central espantando a todas las palomas que reposaban intentando agarrar el calor de los primeros rayos de sol, giró y entró al palacio, frenó en seco frente a la caballeriza, afortunadamente estaba un lacayo que enseguida tomó al animal que venía jadeando.
Fuera de sí y sin saber que hacer se dirigió a sus aposentos a toda velocidad. Agarrando su cabeza, como si le doliera mucho.
Las cortinas de tul blanco estaban siendo mecidas por una la ligera brisa del amanecer, en el alfeizar de la ventana su primera esposa lo esperaba sentada, con un enorme par de ojeras, ella no había dormido en toda la noche... Se sorprendió muchísimo al verlo aparecer con esa expresión tan desesperada, sudoroso y en esas ropas tan desalineadas.
- Mi señor Junsu... ¿qué te sucede?...
Seguramente, ella podría, seguramente ella si podría...
Se acercó casi corriendo al alfeizar y apretó el cuerpo delicado de su primera esposa en un abrazo feroz, mientras la besaba. Con desesperación recorrió con sus manos todo el cuerpo, no tuvo paciencia para desvestir y partió en dos la túnica blanca de seda que cubría el cuerpo ajeno. Mientras seguía besándola la subió al soporte de la ventana, separó enseguida sus piernas y como pudo liberó su miembro necesitado desde la noche pasada.
La penetró de un solo impulso, profundo, muy profundo, no sabía nada, no quería pensar en nada de nada, solo quería ser aliviado y empezó mecerse, violentamente, sin compasión, no escuchaba los gritos y gemidos de la mujer, solo escuchaba la voz de Changmin en sus oídos, sus gruñidos de placer, sus gemidos roncos, solo él.
Utilizó toda la energía que le quedaba, toda su alma, llegó al orgasmo derramándose, caliente e intenso en el otro cuerpo.
Perdió todas sus fuerzas, y se desparramó sobre su esposa, tanto que estaba a medio camino de la inconsciencia y ella tuvo que sostenerlo para que no los lleve a los dos al suelo, como pudo, la mujer, logró llegar a la cama y soltar el peso muerto en el que se había convertido su esposo, lo arropó bien luego de quitarle la ropa sucia que traía, se acurrucó a su lado para verlo dormir...
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Despertó mucho tiempo después, sintiéndose como si hubiera sido arrollado por un carruaje jalado por mulas. Le dolía todo el cuerpo y estaba cansado como si hubiera entrenado o luchado con alguien durante todo el día previo. La luz entraba del lado equivocado de la ventana, ¿qué, no amanece por el oriente?...
Se sentó en la cama de golpe...y enseguida se sintió mareado...
- Mi señor, has despertado... ¿cómo te sientes...?, has dormido todo el día.
Ella le ayudó a volver a recostarse, entonces cuando pudo enfocar sus ojos en el blanco techo, todas las imágenes del día previo regresaron a su cabeza.
- ¿Sun Ah...?
- Sí, mi señor soy yo, dime, ¿qué te sucede...? –su tono era de gran preocupación, el ceño fruncido lo confirmaba-.
- No querrás saberlo...-giró su rostro para encontrar los ojos de su esposa que lo miraban preocupados-... Perdóname... lo que hice... yo no estaba...
- Fue maravilloso...-la mujer se sonrojó y bajó su mirada recordando el episodio-...la verdad es que esta mañana fue la primera vez que lo haces así, con tanto interés...-.
- Yo recuerdo haber sido muy brusco, por favor no me justifiques, no lo minimices...
- No lo hago, en realidad me gustó mucho, tal vez así, con tanta pasión yo haya logrado por fin concebir a tu heredero...
Junsu miró avergonzado a esta mujer que era la mejor de sus siete esposas, la que más lo conocía, la que más lo comprendía, la que más sería capaz de soportar cualquier cosa difícil, la que más lo amaba, la única que no pedía nada para ella, la única que no lo acusaba de ser un incapaz. Y a pesar de todo aquello, tampoco podía amarla, la estimaba muchísimo, eran amigos. Era cierto, el sexo entre ellos era mera formalidad, él era muy respetuoso y afectuoso con su cuerpo, pero jamás había disfrutado, jamás había sentido con ella lo que sintió con aquel bárbaro mal nacido.
El sexo de esta mañana no fue con ella, fue con él. Es un milagro que no haya gritado el nombre del bárbaro al derramarse, su labio inferior dolía mucho, tal vez inconscientemente se lo había mordido para no delatarse.
Ese día más tarde se dedicó cómo nunca a leer libros que contenían referencias sobre los poderes de las joyas que algunas personas como él traían en la piel. En su pueblo el solo había conocido a tres personas que las tuvieran, su madre, su tía y su primo, aunque el resto tuviera no se le permitió saber. Cuando su madre vivía recordaba que existía un ala de la biblioteca llena de aquellos, ahora no existía más que ese que tenía en las manos que no contenía nada de información útil. Quería saber por qué diablos, la joya de su vientre se calentó al verle, al nombrarle, al tocarle. A pesar de que estuvo varias horas buscando no halló nada útil. Todas las referencias habían sido destruidas.
- ¿Junsu?
- Hermano mayor... –Kim Junho, venía impecablemente vestido con su atuendo militar verde y dorado-.
- ¿Dónde estuviste anoche...?, los soldados de la puerta me han dicho que te vieron llegar en la madrugada...- la expresión del hombre era francamente apreciativa-.
- Anduve por ahí...-Junsu quiso pasar fácil de la agria cara de su hermano-.
- No te portes así... ya no eres un niño, si querías salir debiste habérmelo dicho, tu seguridad es asunto de estado... No debería recordarte que eres el Rey- Junho odiaba a este chiquillo insolente e inmaduro que no debía ocupar el trono, era tan descuidado-.
- Fui a recoger información sobre el príncipe conquistador de Ilani...-La expresión de odio que a veces no podía evitar sentir le obligó a decir la verdad, después de todo era malo para mentir-.
- ¡¿Cómo?!...¿tú solo?, ¿qué se supone que tienes en la cabeza?...si querías información debiste mandar a los espías entrenados...
“Para que yo me entere al final y te lo cuenten todo a ti primero..., ni muerto.” pensó el rey azulado en su fuero interno. Ese escuadrón en especial estaba al mando de su hermano y le eran muy leales. Además el objetivo ulterior era otro. Ver en persona al bárbaro.
- ¿Por qué no están en la biblioteca real los libros de las leyendas de las gemas? –Junsu cambió de tema como lo hacía siempre que necesitaba evadir a su hermano-.
- No intentes esquivarme su majestad, no debes volver a salir solo…
- Por favor hermano mayor contesta… ¿Dónde están los libros?... –haciendo un gesto de rendición, miró a los ojos oscuros de su hermano-… ya no saldré solo…
- ¿Por qué de pronto el interés?, ¿Pasa algo con tu diamante?...
- No…, bueno sí… me duele… quiero saber cómo curarlo…
- Mi padre ordenó quemar toda la literatura relacionada después de la muerte de tu madre… -Al saber que Junsu estaba incómodo con el dolor sintió deseos de dejarlo aún más incómodo y se le salió la verdad. Los ministros de Ameria habían decidido que era necesario cortar todo el vínculo con la gente que pertenecía al extraño clan de la madre del futuro rey-.
- ¡No es cierto…!
Junho quiso seguir martirizando a Junsu, sin embargo, este embebido de nuevo en sus pensamientos sobre el bárbaro y su poco común encuentro dejó a su hermano hablando solo. Buscó desesperadamente en sus recuerdos infantiles todas la leyendas que su madre le había contado al pie de la cama sobre las joyas todas las noches, muy poca información útil pudo recoger de tales memorias.
La madre de Junho la primera reina había fallecido cuando el príncipe apenas había cumplido 7 años, enloquecido por el dolor, el padre había abandonado su patria por unos meses intentando hallar consuelo a su alma, a vuelta del oculto poblado de Peonte, había traído consigo una mujer de un aspecto completamente diferente a las mujeres traídas previamente, ella había venido junto a una hermana un poco mayor. Esta mujer se convirtió inmediatamente en la nueva reina, hermosa, de largo cabello azul. Que sin embargo era muy extraña. Con aparente injusticia, al príncipe Junho se le quitó el derecho de suceder en el trono aun en contra de algunos familiares. Pues cuando su hermano Junsu nació, su padre había anunciado aun en contra de la opinión de mucha gente que el recién nacido sería su sucesor. Entonces el pequeño príncipe que había sido educado desde la cuna para gobernar tuvo que acostumbrarse a ver como su hermano de cabellera azul se quedaba con todo lo que él consideraba suyo, por eso jamás dejaría de odiarlo, lo mataría en la primera oportunidad que tuviera.
Hola!! Aquí Natsu~ ¡y sólo quería hacerle saber cuánto me gustó su fic~ realmente me intriga como Min y Susu puedan terminar junto!
ResponderEliminarAunque estoy segura que nada será fácil...
Me gusta tu fic y espero ansiosamente el siguiente capi~ ♡
Pobre Junsu sí que quedó afectado, Sun Ah, es esa Sun Ah compañera de los musicales cierto?, ellos hacen tan buena pareja...
ResponderEliminarQue se cuide Junsu, pues su hermano mayor lo quiere matar, que pronto se entere lo de las joyas y se una a Min.
ResponderEliminarGracias!!!