Nada es igual
Yunho lo vio
marcharse en aquella ocasión, cruzaba la puerta de abordaje con una pequeña
maleta bajo el brazo y los documentos en sus manos, su cabello caía lacio y un
sentimiento de pérdida se apoderó de su pecho de inmediato, Goongsu se perdía
entre esa marea de gente, y su figura alta y masculina parecía
confabulada con el destino para hacerlo perderse ante sus ojos casi de
inmediato.
Era su mejor
amigo desde que podía tener memoria, quien lo había acompañado y apoyado en lo
que fuera que decidiera, esa madrugada de diciembre Goongsu tomó su vuelo al
extranjero, con los pasos suaves y ligeros, con un abrazo extenso hacía Yunho y
pocas palabras en la boca.
Namin no se había
presentado esa madrugada, Goongsu se había despedido el día anterior de ella, sin
muchas palabras de por medio y mientras la madre de él sollozaba abrazada a su
esposo, Yunho sentía la nostalgia de ver marchar a su amigo todavía, sonrió
ligeramente, tratando de consolar a la mujer que era como una madre para él.
Los invitó a
desayunar y llenó su mundo de promesas, de velar por Goongsu aunque estuviera
en el extranjero y de ayudarlos a ellos cuando fuera posible. Yunho sintió una
gran parte de su vida irse esa madrugada de diciembre, en medio del frío y la
súbita soledad que lo recorrió en ese instante.
…
…
Para las diez de
la mañana Namin no desayunaba aun, tenía una hora sentada en aquel sillón de su
departamento, con las piernas recogidas y abrazada a ellas, su mente volaba
ligera por las paredes de aquel lugar que tantas veces la había acogido.
Goongsu se había
pasado el día anterior por ahí, anunciando su viaje al extranjero, sus planes a
gran escala y lo mucho que le deseaba fuera feliz, tuvo la enorme intención de
agarrarlo por el brazo y pedirle que no se fuera, pero su egoísmo jamás era lo
suficiente, nunca lo había sido.
Lo había abrazado
algo dispersa, con fuerza y con intenciones del que otro entendiera sus
sentimientos francos hacía el muchacho que de pronto había suspirado y la había
abrazado con fuerza.
—Yo siempre
estuve enamorado de ti. —Había
dicho— Pero siempre fue
incorrecto.
Ella se había
tensado y luego solo habían continuado abrazados, finalmente Goongsu había
depositado un beso en su frente. Se había despedido de ella con pocas palabras
y Namin se había quedado ahí, contrariada y confundida.
¿Por qué le decía
eso ahora? Su mente se agobiaba de solo pensar en aquello, quizá si hubiera
tenido alguna oportunidad con Goongsu, las cosas hubieran sido completamente
distintas, pero pensar en aquello le había provocado una migraña espantosa que
la había atormentado el resto de la noche y parte de la mañana.
Ahora, se
encontraba con el día libre en el trabajo y una de sus compañeras haciéndole
algo de compañía mientras preparaba una pequeña sopa que le haría bien
aparentemente, los pasos de la delicada mujer se escucharon certeros por el
pasillo y un suspiro salió de sus labios seguramente al verla tan ensimismada.
—¿No te dije que
descansaras Namin?
Pero ella solo
sonrió ligeramente.
—Lo sé, pero ya
me cansé de estar acostada.
—Tienes que
reposar.
La mujer se
acercó para tocar su frente y Namin cerró los ojos ante el pequeño malestar que
había ido desarrollando al paso de las horas.
—Estás pálida
—anunció la mayor con preocupación y Namin solo cerró un poco más los
ojos— ve a la cama, pronto estará la comida.
—De acuerdo.
Entonces sus
pasos viajaron lentos hasta la habitación, necesitaba recuperarse pronto,
regresar a su vida normal le traería algo de paz, le mantendría ocupada.
…
…
—Sabes que no es
necesario ¿cierto?
Yoochun asintió
pero de todas formas terminó de servir la cena que había comprado y llevado al
departamento de Jaejoong, el mayor miraba divertido su dedicación para
encargarse de la comida y que todo estuviera listo. Aún más cuando el timbre
sonó y Yoochun pareció terriblemente tensó.
—Iré a abrir la
puerta.
Jaejoong caminó
con parsimonia hasta el lugar mientras Yoochun terminaba de arreglar la mesa,
contempló a Yunho con una sonrisa en los labios mientras este lo abrazaba con
fuerza y besaba sus labios como una maravillosa costumbre que ahora compartían
al parecer.
—¿Qué tal te fue?
—Bien, supongo
que un poco nostálgico todo, pero bien.
Sabía que venía
de despedir a Goongsu del aeropuerto y seguramente de pasar la mañana con los
padres de su mejor amigo, pero Jaejoong no quería opinar demasiado sobre aquello,
Goongsu y él no se tenían una consideración especial y era mejor evitar el tema
por ese instante. Quizá ese viaje era una pequeña paz que el destino quería
regalarle.
—Yoochun ya está
aquí.
Jaejoong tomó la
mano de Jung encaminándolo hacía el comedor, Yoochun ya había terminado y
esperaba tranquilo junto a la mesa, revisando algo en su celular.
—Oh, buenas
tardes —Park se inclinó un poco y Yunho pareció imitarlo casi de inmediato—. Mi
nombre es Park Yoochun, es bueno verte de frente al fin.
—Igualmente, soy
Jung Yunho.
Sus manos se
estrecharon un instante, muy breve antes de que Jaejoong propusiera almorzar
juntos y la comida transcurriera en medio de conversaciones cortas e
interacciones que se estrechaban más en Jaejoong como punto de eje, no fue una
reunión amena como la de Junsu, pero Jaejoong agradeció el esfuerzo de Yoochun,
y amó el empeño de Yunho.
Cerca de las tres
de la tarde Yoochun admitió tener que cumplir con algunas obligaciones y
terminó por irse en medio de esa tarde fría y oscura que los acompañaba, el
invierno ayudaba mucho en esos momentos, especialmente cuando Jaejoong agarraba
las mangas de su abrigo con las manos y jalaba de las manos de Yunho para
atraerlo, con pasitos pequeños y bobos, con sus rostros cerca en busca de un
beso.
Jung sonrió ante
la acción, ante la sonrisa maravillosamente deslumbrante de Jaejoong, llena de
intenciones claras y sanas, como si casi se sintiera avergonzado por portarse
de esa manera infantil en ese instante, pero el corazón le brincaba tanto, que
sino lo hacía se arrepentía.
—Te amo.
Yunho no lo decía
a menudo, pero cuando lo hacía era de la misma forma, en medio de la cercanía y
sus silencios, Jaejoong había aprendido a distinguir que cada que lo hacía era
luego de que lo contemplara un buen rato y Jaejoong a veces se sentía
intimidado por esa contemplación ¿qué era lo que Yunho veía en él? ¿Qué era eso
que lo hacía susurrar ese amo tan profundo y casi natural de sus labios?
—Yo más.
Jaejoong
disfrutaba de esos buzos grandes que iban más allá de sus manos, se ceñía al
cuello de Jung antes de besar sus labios y cerrar los ojos. Había paz en su
vida por fin, aunque le hubiera costado años.
—Ya tengo fecha
para el ingreso. —Yunho se separó de repente, con una sonrisa pequeña en los
labios—. Es para dentro de una semana y media.
—¿Coincide con la
mía? —Jaejoong se esforzó para recordarlo—, ¡sí! Coincide con la mía.
Entonces la
sonrisa de Jaejoong se amplió y esta vez atacó la boca de Yunho con más
entusiasmo, incluso aunque el cuerpo de Yunho trastabillara hacía atrás y una
risa emocionada saliera de sus labios en medio del beso.
Curiosamente
Jaejoong parecía otra persona entre sus brazos, como si poco a poco el Jaejoong
de años atrás, hubiera ido desapareciendo, junto con la inmadurez pasada y los
golpes mutuos que se habían dado al alma.
…
…
—Vamos mujer, es
hora de que superes la situación.
—Eso estoy
haciendo, pero a mi ritmo. En serio, lo hago, pero no puedo simplemente terminar
con mi novio de la adolescencia y fingir que no duele, prefiero dejar que duela
mucho y que luego el dolor se apacigüe poco a poco.
Namin ajustó un
poco más el abrigo a su cuerpo, sus dos compañeras de trabajo suspiraron
ligeramente, caminando por esas calles de gente directo a algún bar que ellas
conocían y que supuestamente levantaría su ánimo.
—Como quieras, de
todas formas lo que hace falta después de un rompimiento siempre es hacerle una
visita al señor alcohol.
Ella solo sonrió
divertida, rodando los ojos y dejándose guiar por aquellas dos en medio de las
calles, Yuri parecía haber encontrado un lugar ideal, y Soonkyu discutía porque
no parecía ser el indicado, pero eso a Namin no le importó demasiado.
Sus ojos se
habían quedado impregnados con la imagen deslumbrante de Jaejoong bajando de un
auto negro que ella conocía bien, su abrigo costoso, su sonrisa amplia y su
cabello perfecto como siempre, caminando a un lado de Yunho, de aquel que había
aparecido del lado del conductor dejando estacionando el auto.
Sufrió un dolor
en el estómago leve y profundo, quizá ese amor resentido que llevaba por dentro
había sido destrozado en ese instante. Finalmente Jaejoong había ganado, verlos
perderse entre la gente y entrar en algún bar fue suficiente para que perdiera
incluso las ganas de ir vagabundeando por ahí con sus amigas.
—¿Namin?
Reaccionó un par
de segundos después, con la mirada confundida y los sentimientos crispados.
—Quiero ir a
casa.
—¿Qué? —Yuri
saltó de inmediato— nada de eso, quieras o no, hoy nos emborracharemos y
hablaras mal de Yunho toda la noche, para matar ese pasado de una buena vez por
todas.
Namin no quería
estar ahí, de ninguna manera.
—De acuerdo, pero
no aquí. Vamos a otro lugar o a la casa de alguna.
Soonkyu suspiró,
mirando a Yuri que parecía llevar la batuta d esa salida. Yuri sin embargo la
miró a ella, y Soonkyu solo levantó los hombros. —La cosa es que ella se sienta
cómoda.
Namin agradeció
internamente por esas palabras, le había pedido a Yunho que no volviera a
presentarse ante sus ojos. Verlo otra vez no estaba entre sus planes, y por
primera vez desde que todo aquello había empezado, se sentía herida, solo
quería huir de ahí y dejar esa salida para otro día.
—Por favor, el
próximo fin de semana les prometo que si me emborracharé hasta olvidarme de
nombre. —Era como si el destino jugara de su lado— Solo que hoy no.
—Bueno… —Yuri se
cruzó de brazos— Pero la próxima vez será sin falta.
En ese instante
ella solo asintió, necesitaba huir de ahí, así como necesitaba eliminar la
imagen de esa noche, a costa de su propia sanidad si le era posible. Debía
dejarlo atrás, a pesar de que esa noche descubrió, no lo tenía completamente
superado.
…
…
Siento espinas recorrer mi voz, alfileres en el corazón.
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