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El príncipe de los bárbaros - Cap. 14

¡ALABADOS SEAN CHANGMIN Y JUNKO, REYES DE ILANI!...

Miltia, la ciudad capital de Ilani, no se comparaba a ninguna otra ciudad que Junsu hubiera visto antes, tan solo en libros había aprendido sobre su grandeza. La carretera completamente empedrada tenía a sus costados un enorme poblado de casas ligeras y con construcciones de mala calidad, de lado a lado de la llanura que se extendía más allá de lo que sus ojos pudieran alcanzar. Llenos de gente, animales y bullicio con calles aun de tierra.

- ¿Qué es esto? –preguntó consternado-.

- Según los informes que he recibido, un barrio que empezó a crecer después de que empecé mis campañas de conquista con gente que vino de todos lados, creo que para negociar…tengo pendiente regularlo…

- Sí, creo que es urgente…sin querer ofender…apesta…

Changmin solo pudo suspirar, había demasiadas cosas pendientes incluso más importantes que esta pobre gente y sus malas condiciones de vida. El destino mismo de Ilani.

Junsu levantó su mirada y detrás del enorme tumulto de gente de todas clases que venía a mirarlos, pudo observar la enorme muralla de la ciudad en sí, siete metros de alto, cubierta de caliza blanca, que aunque no estaba en las mejores condiciones era muy imponente, se veía fuerte y antigua como la historia, nueve siglos, cada 100 metros aproximadamente se alzaba una torre de vigilancia y los guardias saludaban a su señor desde ellas, agitando los estandartes con el dragón dorado en el centro. Se extendía muchísimos metros de lado y lado del portal. Ameria y su muralla parecían un bebé a su lado. Y de pronto entendió un poco más la enorme responsabilidad que Changmin tenía a su cargo, se prometió ayudarlo con toda su determinación.

Una enorme puerta de hecha en madera y fortificada con grandes clavos de metal, que tendría tal vez tres metros y medio de alto, se hallaba abierta de par en par, afortunadamente no había foso, ni puente, así que lo cruzaron sin sobresaltos, los guardias tuvieron que sostener al grupo de gente que pugnaba por mirar de cerca, ellos habían formado una cadena de protección desde el enorme portal hasta las afueras de la ciudad, pero parecía insuficiente.

Al entrar en la ciudad propiamente dicha otra cantidad inmensa de casas ya mejor elaboradas en piedra y madera se extendía en una planicie amplia y un poco descuidada. En el preciso instante en el que la pareja cruzaba el portal, unas pocas nubes existentes se despejaron y el sol brilló con más intensidad, el cielo parecía más azul. Para los ciudadanos no significó nada más que un buen presagio. El cielo bendecía a los recién llegados.

Todos en las calles quedaron impresionados, nunca una mujer extranjera había sido aceptada dentro de la familia real y sin embargo ahí estaba la hermosísima Kim Junko –Junsu-, con su hermoso cabello castaño–peluca- y sus enormes y luminosos ojos grises llevándose el corazón del pueblo. De nada había servido el velo que cubría su cara, porque la brisa se lo había llevado hacía atrás hace rato, casi destruyendo el peinado. Changmin y Junsu tuvieron que hacer magia para no delatarse, pero salvaron la situación con gracia y terminaron por deshacerse del mismo. Echándolo del carruaje. La mujer que lo recogió miró sus manos maravillada y lo guardó como si de un tesoro se tratara.

La gente en los balcones de las casas lanzaban pétalos de flores de color rosa y blanco para recibir favorablemente a su príncipe que volvía lleno de gloria y riquezas, volvía no solo como el rey de su nación, sino del continente entero. Todos comentaban que la sonrisa de la princesa era deslumbrante, y aunque su mano no fuera tan delicada como debiera esperarse, mientras saludaba, con su elegante guante de seda, su blanco vestido le daba el aspecto de un hada. El sol de mediodía, los bendecía con su luz.

Nadie sabía de dónde había aparecido tal cantidad de gente. Todos con trajes coloridos y ligeros. Ataviados los mejor posible en este día de fiesta.

“¡Aquí sí que hace calor!. Ahora entiendo porque Changmin es tan bronceado”…

- Creo que moriré deshidratado…-dijo el peliazul susurrando, sin dejar de sonreír y saludar con su mano-…¿por qué demonios es TAN grande tu bendita ciudad…?

- Es tu ciudad ahora también, así que no intentes insultarla, además dentro de cinco minutos llegaremos a la plaza donde está la basílica…

- ¡Cinco minutos!, moriré en el proceso…

La calle por la que transitaban estaba completamente adoquinada, era muy ancha, con holgura cabían tres carros jalados por dos caballos cada uno. Pero las calles aledañas aun no estaban terminadas, mucha ingeniería pendiente. Junsu se percató de todo ello, pero también se fijó en otra cosa. Con forme de acercaban más a su primer objetivo Changmin le apretaba más la mano izquierda. Ya no sonreía tanto, se notaba muy nervioso. Así que correspondió el gesto apretando también su mano para darle apoyo, apegando más su cuerpo, le gustaría ofrecerle su diamante pero estaba debajo de muchas capas de ropa.

En la enorme plaza central, testigo de muchas cosas trascendentales para esta nación, empedrada bellamente y con una enorme fuente hecha de bronce de 3 niveles, se hallaba concentrado todo el resto pueblo, al este de la plaza se hallaba el sendero también adoquinado, pero en rojo, que llevaba al magnífico palacio de piedra de mármol gris cubierto en sus balcones de baldosas de color azul oscuro que se veía a lo lejos. Las puntas de las torres tenían cubiertas de fachaleta de color marrón. Una bandada de palomas cambiaba de sitio, causando revuelo. Buscando sombra debajo de los enormes alerones. Era enorme, debía tener más de trescientas habitaciones como mínimo. Sus ventanas y pasajes estaban adornados con el estandarte de la familia Shim. En la parte oeste de vuelta su mirada a la enorme plaza, se erigía una enorme basílica de motivos góticos y muy elegantes. En sus puertas mucha gente pugnaba por entrar sin embargo varios guardias los detenían. Al norte se hallaba un edificio grande y cuyo techo dejaba por debajo dejaba un enorme espacio amplio en el que se desarrollaban actividades de entrenamiento y competencias de tipo militar.

Junto al portal de la basílica se había erigido una especie de balcón con balaustrada de madera de al menos 10 metros de ancho y tres metros de alto, sobre el nivel del piso para que Changmin pudiera tomar la palabra. Una alfombra roja se había colocado desde el piso. Al parar el carro el hombre cuyo título de príncipe llegaría a su fin, respiró profundamente, con gesto solemne bajó del hermoso carro, con la misma seriedad extendió una vez más su mano para tomar la de su futura “reina”, Junsu solo asintió sin sonreír y bajó con cuidado y levantando la enorme falda de su traje blanco, para no tropezar.

Tomados de la mano fuertemente, mirando al frente, subieron al altar. Changmin se inclinó levemente su cabeza ante los ancianos de su nación que lo esperaban con expresión sorprendida por la mujer que traía consigo. No era algo que estuvieran esperando, las historias de la mujer de ojos grises les parecían cuentos populares creados para aliviar la tensión, sin embargo, allí estaba y era magnífica. Junko hizo una reverencia más profunda, con todo su cuerpo, como Sun Ah le había enseñado. Esperó que fuera lo suficientemente respetuosa. Luego se acercaron al barandal y miraron a la muchedumbre que estaba arremolinada y ansiosa. Diez mil almas deberían estar allí reunidas.

Una voz potente y profunda gritó:

- ¡¡¡TODOS RINDAN PLEITECÍA A SU MAJESTAD CHANGMIN PRÍNCIPE DE ILANI!!! –era Yunho que se había adelantado a recibirlo, se hallaba usando su armadura de plata junto a Jaejoong que usaba su armadura dorada. Ambos tenían sus yelmos en las manos.

Cuando todo el pueblo se inclinó ante su monarca y se hizo silencio general Changmin logró un poco más de alivio. Junsu sintió ambos cuerpos relajarse. Con toda la potencia de su voz se dirigió a sus compatriotas.

- AMADO PUEBLO DE ILANI, ESTOY AQUÍ, HE VUELTO. –Dijo extendiendo sus manos- HE LOGRADO MI OBJETIVO DESPUÉS DE 4 AÑOS DE LUCHA POLÍTICA Y MEDIANTE LA GUERRA. TODOS SUS ESFUERZOS HAN DADO FRUTOS, TODA SU ESPERA SERÁ RECOMPENSADA, UN NUEVO TIEMPO SE AVECINA, POR LO QUE, TODOS DESDE EL MÁS GRANDE AL MÁS PEQUEÑO, DEBEREMOS ARRIMAR EL HOMBRO PARA HACER DE NUESTRA GLORIOSA NACIÓN EL SITIO QUE SOÑAMOS.

Sus ojos se pasearon por las miles de caras de hombres y mujeres cuyas vidas esperaban de sus decisiones.

- QUE SE PREPAREN ARTESANOS Y CONSTRUCTORES, ARQUITECTOS Y CARPINTEROS, AGRICULTORES Y SOLDADOS, EL DÍA HOY HAREMOS NACER A NUESTRA PATRIA DE NUEVO. Y NO SOLO SEREMOS NOSOTROS, SERÁ TODA LA VASTA REGIÓN DE ÍTALO. PORQUE HOY TODOS SOMOS UNO.

Hizo una pausa para tomar aliento. Y continuó con el mismo ímpetu.

- TENGO ESTA JOYA EN MI CUELLO CON TRECE DIAMANTES QUE REPRESENTAN TODAS LAS NACIONES BAJO MI PODER Y MI CUIDADO. Y LA ÚLTIMA, LA JOYA MAYOR ES LA MUJER QUE ESTÁ A MI LADO –Changmin curvó sus labios un poco intentado reprimir una sonrisa al pronunciar la palabra “mujer”, se reprendió a sí mismo, debió usar la palabra “persona”, seguramente el peliazul se lo reclamaría luego, mientras señalaba el enorme collar que se había hecho para la ocasión- ELLA ES EL DIAMANTE MAYOR QUE COMPLETA EL TESORO REAL, SU NOMBRE ES KIM JUNKO DE LA CIUDAD DE ARAI EN AMERIA, SERÁ MI ESPOSA Y ME ACOMPAÑARÁ EN MI ASCENSO AL TRONO HOY. SERÁ MI CONSORTE Y PIDO QUE LA RECONOZCAN COMO TAL.

Todas las palabras pronunciadas resonaron claras y brillantes a través del aire en la plaza bajo el ardiente sol. Los ojos de los hombres y mujeres que ahora formaban parte de su pueblo le veían como si en su cuerpo tuviera forma la esperanza. Las manos de Changmin gesticulaban con fuerza dando énfasis a todas sus palabras, al terminar su discurso para nada preparado, el pueblo entero llenó la plaza de vítores y aclamaciones. Todos los presentes aprobaban el regreso de su señor. El primer obstáculo, dígase, conquistar la opinión pública estaba superado. Ahora lo siguiente era tomar el trono.

Con la esperanza ganada. Todos los caballeros hicieron calle de honor desde el altar, a cada lado de la alfombra roja con sus espadas levantadas formando una especie de túnel, Changmin y Junko caminaron solemnemente hasta la entrada a la basílica, toda la nobleza de Ilani, dígase un montón de gente vieja y enferma con pocas personas jóvenes también enfermas, se hallaban de pie en cada hilera de bancas de madera de roble. Hicieron una profunda reverencia al verlos. Changmin acercó a Junko más a él, enlazó su brazo derecho al izquierdo de “ella”, los ancianos formando filas a los lados de la pareja los acompañaron al altar con pasos lentos donde un par de exquisitas coronas esperaban en altares de madera cubiertos en su parte superior con terciopelo rojo. Los ancianos al ver la recepción del pueblo, y el cumplimiento de traer una mujer para casarse se habían resignado a que Changmin sea coronado. El ambiente de la basílica era oscuro. Sin embargo una enorme figura en el ventanal de vidrio mosaico se podía apreciar la figura de Ozus, en actitud santa, iluminaba en diversos colores gracias a la luz intensa del medio día.

“Es la primera vez que me fijo en él, por ahora no me desharé de la religión, pero un día lo haré” pensó Changmin que odiaba la historia referente al dios incestuoso.

El ambiente se llenó con música sacra que resonaba por las amplias naves de la basílica, llevando su melodía melancólica al ánimo de Junsu. Sin querer llevó su mente a la hermosa y colorida ceremonia que la gente de Ameria llevaba a cabo cuando dos personas se unían en matrimonio, se juró a sí mismo ofrecerle la danza ceremonial a Changmin.

Dos tronos enormes de madera de roble antigua y elegante, tapizados con terciopelo rojo esperaban por ellos. Antes de subir los últimos escalones el viejo y encorvado sacerdote instó a la pareja a arrodillarse frente al altar, ellos lo hicieron lentamente. Sobre los hombros se les colocó el hilo rojo del destino, un cuerdita roja entrenzada, según la tradición indicaba que la pareja estaría unida para siempre. Y luego en voz gangosa y sin emoción, pronunció una interminable letanía. En medio pedía que la gente repita unos versos, luego todos oraron por la salud del nuevo Rey y su esposa la reina. Los reyes fueron bendecidos con agua de rosas en sus cabezas. Se entregaron sus anillos de alianzas, eran aros de oro espléndidos, los mismos que usaban los antiguos reyes, al menos esas piezas no habían desaparecido.

Así mismo tras romper una copa de vidrio, sus trozos fueron usados para hacer la marca que indica la lealtad de cada cónyuge a su pareja. Una línea con forma de espiral en la parte interna del antebrazo derecho de cada esposo, la sangre que caía de estas heridas se colocaba en la misma copa de cristal, mezclando los destinos para siempre. El sacerdote la levantó para que todos los presentes la vieran. Luego esta misma copa que representaba la unión, le fue ofrecida a Ozus. Esta tradición solo le aplicaba entre la nobleza, pues de la fuerza de su alianza dependía la estabilidad de la nación y no solo el matrimonio en sí. Se cubrió las heridas con paños que se ataron fuertemente y posteriormente, tras volver a rezar una letanía el sacerdote los declaró marido y mujer, Rey y Reina. Junsu y Changmin inconscientemente repetían la canción del contrato mágico en sus mentes, como una manera de confirmar su alianza.

Embebido en ese crucial momento, aunque no fuera con la verdadera imagen de Junsu, era con él, con su brillante esencia a quien le juraba su amor y lealtad eterna, no había nada más a su alrededor que los luminosos ojos grises. Hizo algo que no estaba dentro de las costumbres, tras saberse dueño de Junsu le apretó a su cuerpo y lo besó, tan solo juntando sus labios. Un murmullo general se oyó y el sacerdote mayor carraspeó indicando lo inapropiado del gesto. Sin embargo su felicidad era tanta, que no le importó, dejó libre a Junsu de su abrazo y se presentó a la nobleza.
Todos hicieron una nueva reverencia, confiaban en él, este joven arrogante había hecho lo que muchos otros no lograron, unir su territorio bajo su mandato y darles la esperanza de renacimiento. Así que la mujer que él había escogido era sin duda de admirar, y por lo que habían visto hace poco ella significaba mucho para él.

El resto de ancianos subieron al altar, y sin leer el árbol genealógico de su familia, como era la costumbre, pues Changmin no era parte de la realeza. Simplemente nombraron sus hazañas que eran su mejor presentación o al menos eso habían decidido ellos. Pusieron aceite santo en la cabeza de ambos, tan solo unas gotas y luego con mucha solemnidad colocaron las dos coronas sobre sus cabezas. La de Changmin era sencilla, pero de oro macizo, con incrustaciones de zafiro azul, regia y sobria como su nuevo dueño, la corona de Junko, era ligera, de motivos ramificados y decorada con diamantes pequeños y finísimos rubíes.

- Pueblo de Ilani, el Rey y la Reina…-dijo Yunho por primera vez-.

Y todos los presentes se arrodillaron, haciendo nuevamente una profunda reverencia. Entonces ellos miraron a la multitud y los ancianos les colocaron un cetro en sus manos, luego les guiaron a los enormes tronos, en donde se sentaron y quedaron oficialmente coronados. Junsu pudo ver como Changmin cerraba sus ojos, apretando su mandíbula entonces tomó su mano y él suspiró de alivio.

Todo empezaba aquí.

Un artista captaba el momento en un boceto sobre un papel pergamino con lápiz carboncillo, que luego sería plasmado en un lienzo, para rememorar este día por siempre.

Todo el protocolo se siguió, la gente estalló en alegría por enésima vez aquel día, cuando el ahora Rey de los bárbaros salía con su hermosa esposa y se montaba de vuelta en su carruaje y se dirigía lentamente al palacio. Para cuando salían el sol estaba a una hora de caer, se ocultaba hermosamente iluminando y llenando de rojo la tarde.

En el castillo había más gente, criados de la casa de la hacienda estaban aquí sirviendo comida a toda la gente que había venido. En la recepción debió haber por lo menos trescientos invitados. Changmin entendía que todas las bendiciones recibidas este día las tendría que ir pagando una por una y con creces. Estaba ya tan cansando, lo único que le daba esperanza era saber que al final de todo esto el cuerpo caliente de Junsu lo estaría esperando, para recibirlo con ansias.

Muchos le recordaban sutilmente y otros no tanto que tenía deudas que pagar, acuerdos que cumplir. Él sonreía y anotaba en su cabeza a quién le agradaría decapitar hoy.

Junsu se limitaba a sonreír, Changmin hacía muchísimos esfuerzos por presentarla a todos. A media noche, la mayoría de invitados estaban lo suficientemente ebrios como para no notar que Changmin se marchaba, así que tomó la mano de Junsu y salió de allí, directo a su habitación. Con poca cortesía sacó a los sirvientes que habían preparado una cantidad de barullos, que no serían usados. Únicamente los guardias de las puertas más externas de la habitación se quedaron custodiando. Lo suficientemente lejos como para no escuchar.

Las únicas palabras que pronunciaron al unísono y sin ponerse de acuerdo fueron una vez más, las de la canción del contrato.

- …“Chigiri musubanu”….

Luego sin paciencia alguna Changmin cortó los hilos que mantenían la peluca en su sitio. Así como las amarraderas del corpiño del vestido, con su espada. Cortó las miles de capaz de tul que estaban sobre la crinolina y se deshizo de todo el molesto vestido. El cuerpo desnudo, sudoroso de Junsu era lo más hermoso, lo único imprescindible. Lo besó y toda la tensión acumulada del día se terminó. Lo aferró con violencia a su cuerpo y lo reclamó como suyo. Cuando volvieron a tocarse los pechos desnudos con las gemas en ellos, la vida volvió a sus cuerpos.

Tanto amor y tanto miedo se cernieron en un beso intenso, la lucha de poderes fue incansable con las lenguas ansiosas. Se sintió sabroso para Junsu volver a caer sobre esa nueva cama de espaldas con el cuerpo de Changmin sobre el suyo. ¿Cuánto iban a amarse? Soñaba con que esta noche fuera eterna. Cómo la primera vez, sintió incertidumbre del futuro. No se podía se tan feliz sin que la vida le cobrara algo a uno. Era inevitable pensar en eso. Porque se sentía demasiado feliz, tanto que no parecía normal.
Se aseguró de dejar la marca de sus uñas en la espalda, no había pasado mucho del inicio del juego pero el moreno ya se había colado en su interior, con una intensidad, mayor a la acostumbrada, había dolor y placer, pero entendía que el corazón del otro estaba atribulado. Esta forma de unirse era la forma que con la que su esposo disipaba la rabia, el estrés, los miedos. Así que se entregó sin reservas, como siempre. Además sin pudor alguno podía decir que se había vuelto adicto a ser poseído así, salvajemente.

Gritaban juntos, al mismo ritmo. Alcanzado el primer clímax el alma de Changmin volvió a su sitio.

- Mi “reina”, estás bien, hoy he sido…- recibió un golpe por usar la palabrita-.

- Siempre eres un “bárbaro”, no te preocupes, estoy muy bien. Has estado maravilloso como siempre. –dijo sonriendo ampliamente-.

- Agradezco que no seas mujer… no serías capaz de soportar…

- Yo también lo creo.

- Hablando de mujeres, Changmin, no voy a poder fingir ser mujer siempre…

- Lo sé. No te preocupes tanto, tengo un plan, en mi país a las mujeres no se les permite tomar parte en la política, así que mañana tú, como la reina empezarás a dar tu opinión sobre todo lo que se discuta en el salón. Así todos te mirarán mal y te tacharán de insolente, entonces yo ante el pedido de los ancianos de que no entrometas, tristemente tendré que ceder y mandar a la reina a sus aposentos a cuidar de las cosas de mujeres y prescindiremos de tu presencia, entonces será el momento de que el caballero Kim Junsu regrese de la misión a la que yo le había enviado y te presentaré como el primo de la reina, rey de Arai y tomarás tu lugar entre los caballeros.

- Se ve que lo has pensado mucho.

- Si, además Yunho me ayudó un poco.

- Está bien, espero que todo resulte como quieres.

- Lo hará… por ahora olvidemos al resto del mundo, hay un árbol que quiero observar…

- ¿Un árbol?

- Sí… el de tu espalda, necesito seguir estudiándolo…

- Tan solo es una excusa para follarme en cuatro…

Changmin sonrió pícaramente, recibió otro puñetazo en el hombro y luego refunfuñando Junsu se giró y arrimó su cara en la almohada luego levantó su magnífico trasero, le gustaba hacerse el difícil, aunque ser follado en esta posición era glorioso. La gema les daba el beneficio de empezar una y otra vez. Sin embargo también era necesario el sueño, así que acurrucados con todas sus extremidades enredadas, se quedaron profundamente dormidos, después de una cantidad razonable de orgasmos.

A la mañana siguiente, en tropel, Heechul, Jaejoong y Sun Ah entraron apurados y sin pedir permiso a la habitación de los reyes, por un pasadizo detrás de una de las paredes laterales.

- Ya sabía que todo nuestro trabajo iba a terminar así…-dijo Heechul malhumorado-…

- Es un desastre…-dijo Jaejoong agarrándose la cara…- destruyeron el vestido, y la peluca…¿cómo se supone que lo vestiremos ahora?-.

- Mi señor Junsu levántate, debemos bañarte, arreglarte y vestirte…-dijo Sun Ah con voz preocupada-.
La imagen que se ofrecía era de un montón de cosas tiradas (dígase muchísima ropa debido al vestido de Junko), sobre la madera del piso, las capas reales de terciopelo, la armadura de Changmin, sus ropas, las espadas, las coronas, los cetros, los zapatos…y por supuesto las sábanas. Los dos cuerpos dormían, desnudos acurrucados infantilmente.

- Sun Ah ya no se asusta al verlos desnudos…-dijo distraídamente Jaejoong-.

- Se ha vuelto costumbre…-dijo ella sonriendo tímidamente-.

Escuchó a lo lejos las palabras pero no las entendía, con los ojos hinchados y sin terminar de abrirlos sintió como su cuerpo era separado del tibio calor del cuerpo de Changmin y era arrastrado fue de la cama.

- ¿Pero qué demonios…?

- ¡¡Ese vocabulario mi señora!! Recuerda que eres la reina, vamos muévete, tenemos que arreglarte…-decía Sun Ah haciendo todo su esfuerzo para ponerlo de pie-.

- ¿Pero qué sucede…? –dijo Changmin ya despierto y mirando tanta actividad en su alcoba-.

- Los ancianos están preparando las audiencias su majestad, esperan llenarte de otras actividades para que no empieces la auditoría, ya saben que el ministro Lee Taemin tiene en su informe el nombre de muchos de ellos. Conocen tus principios y tu intolerancia a las cosas injustas o corruptas. -Dijo Jaejoong al rey que acaba de levantarse-. Yunho está intentado contenerlos para que no vengan aquí y descubran a Junsu…

- ¡¡¡Demonios!!!, ayúdame vestirme.

- Sí su majestad, por eso estamos aquí, los pasadizos secretos son tan útiles.
A las 8 de la mañana estaban listos y tan impecables como el día previo desayunando en el salón real, junto a los demás caballeros. Todos admiraban la belleza de la reina. Todos estaban curiosos.

- Su majestad si me permite el atrevimiento…, ¿es usted familiar del Caballero Kim Junsu…?

Junsu buscó con los ojos desesperados a Changmin, quien tan solo asintió levemente.

- Sí señor caballero, soy su prima…

- Ah ya veo, por ello el parecido es extraordinario…

El caballero había viajado con ellos, compartido otras mesas, por eso estaba completamente confundido por la presencia de Junko, Junsu solo quería desaparecer, tenía las manos sudorosas, estaba callado y trataba de hablar lo mínimo, cualquier frase a destiempo lo pondría en evidencia. Eso creía él. Changmin llenó el vacío para evitar las preguntas.

- Sí, su majestad me fue ofrecida como parte de la alianza, recuerdas, el día de mi entrada en Arai –recibió un asentimiento del caballero- fue una especie de castigo para ella…-dijo Changmin con ánimo socarrón-.

- Para nada me ha parecido un castigo su majestad, es un gran honor para mi familia que yo sea tu consorte.

Otro caballero no pudo aguantar su curiosidad.

- ¿Es cierto que su majestad –dirigiéndose a Junko- hechizó a su majestad – mirando a Changmin con una sola mirada? –aquel no había estado el día que Junsu encontró por primera vez al príncipe en Bankia-.

- Es cierto…-dijo Changmin mirando duramente al caballero curioso-.

- Se escucha muy romántico –dijo Heechul para fastidiar un poco más al rey, sonriendo a su manera-.

- Lo es.

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Más tarde esa mañana, en el salón real más grande del castillo, en donde se llevaba a cabo las asambleas, sentados en sus tronos los reyes escuchaban las palabras de los diferentes ancianos a cargo de los estamentos públicos. Junko cumplió su parte del teatro de forma convincente, haciendo comentarios audaces que pusieron incómodos a todos los expositores. Comentarios que al mismo Changmin le hubieran gustado hacer, pero que se abstenía por protocolo. Por tanto se ganó miradas antipáticas de muchos de los presentes.

Al final, se presentó Lee Taemin, hombre joven de sonrisa amplia, pero con gran fortaleza de espíritu, que era el primer ministro. Con solemne voz dio su informe de las actividades, en una exposición práctica y eficiente. Cuando su discurso terminó. Varios ancianos soltaron el aire retenido en sus pulmones, no hubo acusación. Pensaban que serían delatados. Así que empezaron a levantarse de sus asientos.

- Un momento…ministros y ancianos, hay algo más que el Ministro Lee quiere decirnos. –Añadió Changmin esperando el último momento para dar su golpe-.

Todos los hombres volvieron a su sitio y tragaron duro. Con un leve gesto de su cabeza Changmin se comunicó con Yunho, que inmediatamente salió a cumplir la orden. Junsu estaba intrigado sabía que ahora venía una parte difícil.

Taemin de pie en el centro del salón, leyó un informe en el que se resumían una serie de irregularidades cometidas sobre todos durante los últimos dos años, detalló brevemente los cargos con claridad y en voz alta pronunció los nombres de 18 personas, entonces el bullicio empezó. Todos estaban muy asustados. Algunos muy audaces increpaban a Taemin acusándolo de mentiroso y traidor.

- ¡SILENCIO! –Gritó Changmin mientras se ponía de pie con una mano sobre su espada- su actitud y su talante cambiaron radicalmente, esta era una parte de la personalidad del rey que Junsu solo había visto durante la batalla-. ¡Los hombres cuyos nombres se ha pronunciado al centro!. El resto permanezca en silencio.

- Con recelo y las manos crispadas diez y siete de ellos se acercaron. –El rey notó que uno se aferraba a su asiento y se dirigió a él-.

- Señor Kim Tae Hyun…no empeore las cosas, ni acabe con mi paciencia, al centro, ¡ahora!.

- Mi Señor, mi rey, ¿qué es lo hemos hecho para pasar al frente de esta forma?

- Eres bastante audaz, ¿acaso no has oído el informe del Ministro Lee?

- Su majestad no existen evidencias de que el informe del ministro sea verídico…-dijo poniéndose de pie, pero temblando claramente, había sobornado a uno de los subordinados de Taemin y pensaba en salir bien librado-.

- ¿Crees que te he llamado al medio, acusándote de un crimen sin tener pruebas? –Changmin puso una expresión de suficiencia y mandó entrar a los que le estaban esperando-.

- ¿Su majestad?

Un grupo grande de soldados entonces entró al salón. Todos llevaban sus armas y varios llevaban cofres en sus manos.
- Ahora, di la verdad Ministro Lee…

- Sí, su majestad.

Con la evidencia en sus manos Taemin fue declarando los crímenes uno por uno, las pruebas eran revisadas por un anciano de una casa lejana a la del implicado, quien leía constataba que los crímenes se habían cometido. Cuando el juicio terminó, todos los hombres viejos estaban hincados en el piso, listos para rogar piedad.

- ¡Silencio! –dijo apenas escuchó los gemidos lastimeros-. No habrá perdón para nadie, los crímenes cometidos nos llenan de vergüenza. Cómo puedo regir a 14 naciones, cuando ni siquiera puedo controlar a un grupo de gente de mi propio pueblo, la base de una nación sólida son funcionarios honestos, de capacidades excelentes, de principios firmes y solidarios. Una manzana podrida echará a perder el canasto completo. Yo no permitiré que esta nación que renace se estropee por gente ambiciosa y desleal. No he cometido injusticia alguna, pues todos sus actos malvados han sido confirmados delante de todos los presentes. Mi reina, los caballeros, los ancianos, los soldados. Por eso, Yo Shim Changmin Rey de Ítalo les condeno a ser decapitados mañana en la plaza mayor, sus cabezas serán mantenidas en exposición y sus crímenes se harán públicos. Quienes han conspirado con ustedes serán arrestados y se les dará un castigo adecuado. Todos los hombres lloraron y rogaron, pero Changmin solo les dio la espalda.

Junsu sintió escalofríos al escuchar el tono de voz y la sentencia. Suponía que por estas actitudes era llamado el príncipe de los bárbaros. Él mismo nunca había mandado a ejecutar a tantas personas juntas. Nunca había expuesto los cuerpos de nadie. Junho siempre hacía el trabajo de las ejecuciones, que no eran muchas, en Ameria casi todos vivían en paz.

Los soldados liderados por Yunho se llevaron a los funcionarios a ser encarcelados hasta que sea hora de la ejecución, al día siguiente.

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