Noche de Luna Llena
Para la tarde Changmin tuvo que enviar de vuelta a Junko a sus aposentos, delante de todos. Junsu continuó su teatro y puso cara de indignación y enfado, no hizo ninguna reverencia al salir del Gran salón. Todos los presentes no pudieron ocultar su alivio.
La recámara de la reina estaba localizada en el ala este del castillo, un zona que contaba con alrededor de diez espacios enormes, la mitad de los cuales estaban ocupados por las concubinas. Jaejoong y Sun Ah habían sido nombrados como el guardia real permanente y la dama de compañía respectivamente, así que iban con “ella” a todos lados.
- … ¿Y dices que tiene CIEN concubinas aquí?
- Sí, querida “prima”. –afirmó Jaejoong, socarrón y poniendo énfasis en la última palabra-.
- De lo que averigüé, hay una ley que le obliga al rey a tomar a unas cuantas en varias fechas de cada mes. –Agregó Sun Ah-.
- ¡CADA MES! –Escúchese grito agudo y delfinesco- ¡A no!, ¡eso sí que no…! primero “muerta” que permitir que Changmin se acueste con cualquiera de esas mujeres, decía mientras se acercaban al gran portón de madera-.
- Algunas de ellas ya se han acostado con él…-continuó Jaejoong poniendo un dedo sobre sus labios, mirando al techo-.
- ¡Demonios…! no me lo recuerdes primo.
- Nada de maldiciones su majestad –regañó Sun Ah a Junsu-… además ninguna tiene hijos-acotó, haciendo notar su punto-.
- ¿Aun no? Pues no los tendrán…-“Me encargaré de eso…” “Aunque, tal vez yo tampoco pueda tener hijos”…-Bien vamos a revisar esas habitaciones.
Vestido de reina, en un elegante traje turquesa, como los ojos de su amado, con falda ancha y bordados dorados de flores en el pecho y la basta, fue caminando dignamente. Aunque si se le veía desde atrás podía notarse que en ocasiones, perdía el paso. Jaejoong y Sun Ah, lo cubrían lo mejor que podían, e intentaban no reírse a carcajadas, claro, usar esos zapatos no era nada fácil.
“Malditos zapatos, mañana usaré mis botas de caballero aunque todo el mundo esté en contra”.
************************************************************************
Todas las concubinas esperaban ansiosas la llegada de la reina. Algunas la conocían de Bankia en Odaiba, habían estado presentes el día en que se encontró con el ahora rey, unas la alabaron por haberlo conquistado con una mirada, es más de ellas salió esta información para el pueblo, sin embargo todas coincidieron en su falta de estilo al vestir.
Al ver la comitiva de la reina entrar se sorprendieron, la mujer que veían ahora a pesar de ser la misma, muy hermosa, hoy su traje sin duda, era digno de la Consorte del Rey, enseguida se pusieron de rodillas e hicieron una reverencia. Junsu paseó su mirada, reconoció a alguna, todas ellas eran bellísimas. Eran hijas de varios nobles de las naciones que pelearon y perdieron. Así que eran elegantes y educadas. Sus trajes y sus gestos lo comprobaban.
Junko había llegado con el alma llena de furia, con toda la intención de deshacerse de ellas. Sin embargo al mirarlas con sus variados vestidos, una mejor idea llegó a su mente. Necesitaba toda la información posible de sus pueblos para saber la mejor manera de acercarse a ellos y obtener mejores comunicaciones y por lo tanto beneficios. Así que se presentó como la nueva reina, fue amable con su sonrisa aunque con palabras solapadas dejó en claro quien mandaba allí y cuáles serían las consecuencias de desobedecerla. Sun Ah estaba sorprendida por la cruel mirada con que Junsu había dejado a todas las presentes muy asustadas. Estaba segura de que sintieron el filo de una espada en sus cuellos. Luego, sin embargo volvió a sonreír con su dulce sonrisa infantil, tomó asiento en el trono preparado para “ella” y como si nada dejó que todas las concubinas se presenten, una por una. Jaejoong tuvo la tarea de anotar los datos.
Con la información obtenida las clasificaron por edades, habilidades, incluso gemas en la piel. Junsu horrorizado sacó de aquellos cuartos a las menores de edad que había sido ofrecidas, eran alrededor de 12 chicas de entre 8 y 12 años y las envió con Sun Ah para que fueran instruidas en artes de literatura, danza y pintura como se hacía en Ameria. No le cabía en la cabeza que las niñas tan pequeñas fueran entregadas así con tanta irresponsabilidad. Se alivió al saber que ninguna de las diez chicas que tenían gemas en sus cuerpos, poseía un diamante.
Para controlar el método de selección con el que se elegiría a la concubina que serviría esa semana al rey, les propuso un intrincado torneo que se realizaría cada vez que fuera necesario, en el que solo una saldría victoriosa y la última fase consistía en enfrentarse a la reina misma en un juego de sho, la concubina que llegase al final del juego y gane a la reina en el sho podía servir a su majestad esa noche, caso contrario no le sería permitido ni acercarse a Changmin. Nadie se opuso al sistema que propuso la reina, porque nadie pudo hacerlo.
- Eres en realidad muy cruel su majestad… -dijo Sun Ah y Junsu sonrió con malicia-.
- No hay nadie mejor que tú en el sho primo. Lo hiciste a propósito…
- Les dije que no permitiría que nadie se acerque a Changmin. No soporto la idea de que alguien que no sea yo, pueda llevarle al éxtasis. Ese deber es solo mío… “Hemos hecho la “conexión”…”
- Si ya hasta hablas como una mujer… -habló Jaejoong sin pensar-.
- Primo Jaejoong… -casi en un gruñido salió la voz de la “reina” ahora en su tono masculino normal-.
- ¿Sí, su majestad?... –respondió el implicado intentando no reír-.
- ¿Te gustaría conservar tu cabeza sobre tu cuello? –Preguntó en un siseo-.
- Sí, su majestad…- pudo contestar después de tragar duro-.
- Entonces no vuelvas a decir nada parecido como lo que acabas de decir…, yo aún sé decapitar personas… -amenazó con los ojos llenos de furia-.
- Nunca más mencionaré que te has convertido en una VERDADERA REINA… JAJAJA…-dijo señalándolo y empezando a correr-.
Junsu comenzó a perseguir a su primo por la habitación, sin embargo la pelea terminó un minuto después cuando tropezó con la enorme falda del vestido y cayó al piso aparatosamente. Entonces ninguno de los dos acompañantes pudieron dejar de reír, incluso tuvieron que agarrarse el abdomen por el dolor que provocaba tanta risa. Al final Junsu tuvo que unirse también desde el suelo.
*****************************************************************************
Al anochecer y después de otra agotadora cena, se lanzaron a la cama en medio de la oscuridad completamente cansados.
- ¿Qué tal continuo tu día después de que me echaste del salón?
- Fue horrible... ¿y el tuyo…?
- Me divertí mucho con las chicas…
- ¿Chicas?
- Tienes CIEN concubinas… ¿lo sabías?
- ¿CIEN?, ya son muchas…
- Ya te acostaste con varias de ellas, ¿no es así?
- Oigo un mal tono de tu parte. Sí, lo hice, sin embargo me acosté con ellas cuando aún no te conocía, estos celos tan femeninos se te ven fatal, vestirte así te altera.
- Eres un malnacido –balbuceó entre dientes-. Bueno ya sé que fue antes, pero ves, yo no te anduve mostrando a todas mis esposas y presumiendo de que eran siete…
- Junsu, UNA de ellas vive aquí y es tu dama de compañía…-dijo Changmin con tono de “Déjame recordarte que…”-.
- Oh, vaya, pero no cuenta…yo no siento nada por ella…más que amistad.
- Eso ya es decir, en cambio, yo no siento nada por mis concubinas, ni siquiera recuerdo sus caras, me acosté con unas cuantas pero no hubo nada más porque no eran TU…-dijo recalcando su importancia-.
- Lo sé. –dijo ya más relajado-. Nos dimos cuenta de que ninguna ha quedado embarazada…
- No,…es cierto…-respondió pensativo-.
- ¿Has tenido pareja constante antes…?
- No…claro que no, ¿a dónde quieres llegar?
- Pensamos que tú tampoco puedes tener hijos con las mujeres normales.
- No había tenido tiempo de pensar en eso, pero puede que estés en lo cierto. ¿Eso quiere decir que solo puedo tenerlos contigo?
- Eso parece…
- Lo malo es que no sabemos cómo…
- Por ahora no debemos preocuparnos por eso, el reino está naciendo.
- Hablando de la nación que nace, debemos seguir con tu actuación. En la cena de mañana te seguirás comportando como hemos acordado, también coquetearás con los caballeros, entonces haré una escena y te mandaré públicamente a permanecer recluida en tus aposentos a menos que yo te llame. Luego deberás regresar aquí y salir por donde te indique Heechul, te llevará a las afueras de Miltia y te indicará un camino por el que deberás ir encapuchado, se te hará muy fácil llegar a una casa escondida que hay cerca de los límites de mi hacienda. Allí hallarás a tu alazán y deberás venir a toda prisa por el camino real ya sin capucha y con tu armadura para que todos crean que acabas de llegar.
- Está bien. Lo haré como lo hemos acordado.-Su tono cambió sutilmente y se volvió un susurro- ¿Será que su majestad ya ha estudiado bien el árbol o necesita visualizarlo un poco más de tiempo? –añadió tratando de alejar ya, a su rey de las preocupaciones, sonrió ominosamente-.
- Seguramente necesitaré mirarlo varias veces más-.
Esta vez y ya advertido –más bien regañado- de Sun Ah, fueron más cuidadosos con las prendas de la reina. Junsu ya había aprendido a quitarse la ropa en tres pasos. 1) Vestido 2) Crinolina 3) Corpiño. Changmin no podía ocultar su sonrisa burlona. Pero siempre se sorprendía del cambio radical que sucedía. Junsu era fuera de su gentil aspecto muy masculino en sus acciones y cuando estaba disfrazado era toda una mujer. Tal vez había muchas personalidades en su interior.
Aquella noche había luna llena en el cielo, la luz azulada y mágica de esta se colaba abundante por el enorme ventanal. Desnudos se acercaron a observarla.
- Debe ser una noche así en la que podamos concebir a nuestro hijo. Changmin.
- Sí… aunque no lo sabemos, debemos aprovechar, tal vez hoy tengamos suerte. –dijo mientras reía, haciendo cosquillas en la nuca del hombre más pequeño-.
Abrazó a Junsu por espalda, aquel apegó la cabeza recostándola en su pecho. Luego se la hizo inclinar a la derecha para besar su cuello de deliciosa piel, ahora aún más por los perfumes y aceites que le colocaban para hacerlo femenino. Paseaba sus manos por todo su pecho y abdomen acariciando el diamante. Junsu extasiado inconscientemente ondulaba su cadera y con sus nalgas estimulaba el miembro de Changmin que ya estaba henchido y necesitado. Para seguir reclinó el pequeño cuerpo y arrimó el pecho de Junsu hacia abajo sobre el alto alfeizar de la ventana. Aquel solo gemía extasiado. Se inclinó sobre él y continuó besando su nuca. Changmin sabía que eso lo volvía loco. Y siguió embistiendo levemente contra sus nalgas, tentándolo con su miembro erecto sin entrar. La imagen del árbol en su espalda aparecía a momentos pero de manera poco clara.
- Deja de torturarme Changmin y dame lo que necesito, ¿acaso quieres matarme?
- Entonces, ¿me quieres dentro?
- Sí, siempre, con urgencia, ¡apresúrate!
Sin esperar una segunda invitación, se adentró profundamente luego de una preparación incipiente. Gruñó placenteramente, poseer a Junsu en cada ocasión era completamente diferente y extasiante. Divino. Desde su posición de pie, con la ayuda de la luna, podía ver claramente como con cada placentera embestida la figura en la espalda se mostraba más clara y permanecía más tiempo, mientras más gimiera Junsu, más tiempo y más clara era. La deducción fue que su aparición estaba relacionada con el placer que el peliazul sintiera. La pregunta era, ¿porque no permanecía?, eso no tenía respuesta.
Después de eternos minutos y mucho esfuerzo de parte del rey. Ambos llegaron a un clímax arrebatador como siempre, quedando sin fuerzas para sostener su posición, así que se deslizaron al piso. Cuando al fin recuperaron el aliento. Changmin le confió sus ideas acerca del árbol y el placer.
********************************************************************************
Las noches de luna llena siempre son inspiradoras y se prestan para el romance…
- Ha pasado mucho tiempo…
- ¡¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!!
La profunda voz que salió entre las penumbras casi le provocó un infarto. Jaejoong, se estremeció y empuñó su arma como acto reflejo, lanzando un ataque al intruso.
- Caballero Kim… soy yo…
A pesar de tener la punta de la espada en su pecho caminó medio paso hacia adelante, salió de las sombras y permitió que la luz le ilumine el rostro.
- Yunho… eres tú…
Su voz se hizo pequeñita y se sonrojó profundamente, hasta las orejas, “Nuevamente a solas”.
- Los pasadizos secretos siempre han sido muy útiles en este castillo.
- ¿Por qué has venido? –Preguntó Jaejoong dando la espalda para ocultar su vergüenza-.
- Como dije antes, ha pasado mucho tiempo, desde que tuvimos un momento para nosotros, como en Nívea…
El ritmo cardiaco de Jaejoong parecía querer volar, al recordar aquella noche en el castillo de Amelia, se sintió acalorado y muy mareado. En el mínimo instante en el que se tambaleó Yunho ya estaba sosteniéndolo por la espalda.
- ¿Estás bien?...
- Es tu culpa mi señor caballero… los recuerdos me abruman…
Pudo escuchar la grave risa cerca de sus oídos y su corazón se hizo de azúcar, se giró dentro de aquellos brazos para poder mirar el rostro, ese rostro con esos ojos azules tan luminosos.
- Jaejoong…
Escuchó su nombre y le parecía un sueño, este hombre tan respetable y atractivo, tenía el mundo a sus pies y le prefería a él, de entre las miles de cortesanas que a diario le hablaban. Acarició su cara y sonrió de nuevo. Entonces el otro hipnotizado por su sonrisa lo besó, suave y delicadamente masajeando sus labios con parsimonia e interés. Jaejoong apretó sus brazos detrás de la nuca ajena. Y él apretó sus manos a su cintura. Sentía como fuego el calor de sus grandes manos apenas sobre la fina tela de la camisa. Ilani era una tierra muy caliente y sus hombres también.
Después de una serie infinita de besos como el primero. Las manos ajenas se deslizaron por su espalda y de allí a sus hombros, aun con los ojos cerrados sintió como con ligera ayuda de un par de dedos índices su camisa se deslizaba de sus hombros, tan ligera era la tela que no escuchó cuando cayó al suelo, lo que sí escuchó fue el sonido de admiración que el caballero moreno exhaló al ver su blanco y magnífico torso desnudo. Se sorprendió y abrió mucho los ojos, incluso retrocedió un paso. El sentimiento o emoción que se apreciaba en los ojos de Yunho era algo demasiado intenso.
“Deseo…, él…, me… desea… ¿y yo?, ¿acaso no le deseo yo de igual manera?...”
Le vio quitarse la camisa también, y sufrió una crisis de boca seca, los músculos de piel morena, tostada por el ardiente sol, se notaban bruñidos como si fueran de bronce, grandes, tensos, deseables. La amatista en forma de triángulo estaba incrustada en la piel sobre el esternón. No supo cuando lo decidió, pero ya estuvo tocándola, los leves rayos lunares le prestaban su fulgor a media luz. Le escuchó gemir ante su toque. Entonces llevó sus dedos a la boca morena y húmeda, él volvió a gemir.
Una vez más el hombre más alto apretó el esbelto y blanco cuerpo del caballero primo de la “reina” y lo atrapó con sus labios, no quería ser rudo, pero el deseo que se había formado en su vientre al sentir aquellas manos sobre su gema le había quitado un poco de su habitual calma. Acarició la espalda y subió las manos hasta las gemas gemelas de sus omóplatos, Jaejoong tuvo que abrir su boca para gemir ante el roce y aprovechando esto Yunho metió su lengua, como por instinto. La danza que empezó con su compañera era lenta e indefinida. Jamás se puso imaginar lo delicioso que podía sentirse aquel sabor. Degustó toda la húmeda cavidad, todo era suave en el caballero Kim, que aparte sea dicho no se dejaba vencer y ofrecía un magnífico duelo.
El aire es necesario para vivir, así que, se separaron tan solo lo necesario para tomar una bocanada de aire.
- Jaejoong…
- Quiero… pero yo… tengo… Mira, yo sé que nosotros no somos promiscuos como nuestros primos…
- Jajaja… ¿de qué hablas?...
- Pues… ¿tú no…?, pues… ¿tú no quieres…mmm…-hundió su cabeza en el pecho ajeno para esconderse-.
- ¿Acostarme contigo…?
- ¡Ay vaya…!, No tenías que decirlo con todas sus letras…Sí, bueno, eso…-Jaejoong tuvo que taparse la cara con sus dos manos, mientras se sentaba sobre su cama, luego sintió a Yunho sentarse a su lado también, y se dio cuenta de que sentarse allí había sido mala idea, acaso él lo entendería como una especie de invitación-.
En efecto, Yunho quitó las manos de aquel bello rostro sonrojado exageradamente y lo acercó al suyo tomándolo con ambas manos.
- Te deseo, te deseo mucho Caballero Kim Jaejoong, sé mío por favor…
Su cuerpo tembló y tuvo que cerrar los ojos, para sentir el calor de aquellas manos. ¿Quién iba a negarse cuando se lo pedían así?...
Asintió sin abrir los ojos y con su cuerpo hizo que ambos se recostaran. Le sintió colocarse sobre él sin recargar todo su peso, enseguida su cara fue llenada con besos, besos que le hicieron cosquillas, tuvo que reír, en respuesta también obtuvo una risa grave y vibrante. Los besos siguieron a sus orejas, donde una lengua traviesa lamía su conducto auditivo y unos dientes mordían ligeramente su lóbulo. Su cuerpo se estremeció de placer y tuvo que exhalar un grito agudo.
- ¡Yunho!…por favor, ¿qué haces?
- ¿No te agrada?...
- Me enloquece…
Esa confesión provocó una nueva risa. Él continuó su tarea, besando el resto de la lechosa piel. Su cuello, sus clavículas, su esternón, sus abdominales tensos y trabajados.
- Tendremos que deshacernos de esto –señalando el cinturón y el pantalón- sí queremos continuar.
Jaejoong, giró su cara, porque no pudo esconderse detrás de sus manos, que lo estaban sosteniendo.
- Ha…hazlo tú mismo… me… me gustaría verte mientras lo haces…
Sonriendo ante semejante pedido, se apuró, desabrochó el cinturón, y lo echó fuera de su vista. El apretado pantalón que todos los caballeros usaban era una pieza de cuero negro, elaborada para ajustarse a las piernas y que brinde soporte en la batalla, sin embargo era difícil de quitar cuando la piel estaba húmeda como en este momento. Entonces las maniobras para quitarlo no tenían el erótico efecto deseado. Así que al terminar con su amante para no fallar en su propia tarea se puso de pie y se quitó rápidamente su propio cinturón y pantalón.
La visión del cuerpo desnudo del caballero moreno, provocó una nueva crisis de boca seca, sin pudor alguno llegó la idea de que le encantaría succionar y chupar aquel enorme miembro que el otro ostentaba orgulloso, cuando estuviera completamente erecto. Sin recuperarse de semejante visión Yunho lo volvió a recostar sobre el no tan mullido colchón y retomó su tarea, esta vez besándolo con más pasión. Jaejoong se pegó a boca ajena y la danza con las lenguas continuó. Sin embargo ahora, las pieles calientes y sudorosas, se resbalaban más fácilmente. Al sentir ambos miembros hinchados acariciarse con el roce, Jaejoong perdió cualquier atisbo de vergüenza o recelo. Y empezó a mecerse debajo de Yunho con el único objetivo de obtener más de aquel asfixiante placer. Yunho entendió y separó los cuerpos.
- No, no te alejes, yo…
El caballero Jung se acomodó sentado e hizo que Jaejoong se siente sobre él, entonces le tomó de la mano e hizo que tomara ambos miembros, puso su mano sobre la mano de él y entonces empezó esa extraña masturbación compartida. El pudor del hombre blanco hace tiempo había desaparecido y gemía sin escrúpulos, hacía su cabeza para atrás, arqueaba su espalda, era todo un espectáculo para Yunho, su blanca piel perlada por el sudor, cuerpo caliente meciéndose sobre sí.
“Delirante”. Pensó.
Después de jugar bastante, Yunho apresuró el ritmo, a pesar de las súplicas del otro de que no lo hiciera, tal vez torturarlo un poco no sería malo, verlo suplicar encendió un lado sádico que no sabía que tenía. Enseguida Jaejoong alcanzó el orgasmo y explotó de forma desordenada, su fallo espurreó toda su semilla hasta quedar completamente flácido. Solo un instante después, Yunho también se derramó con fuerza en el pecho y mentón de su pareja. Exhaustos cayeron, Yunho con Jaejoong sobre él. Demasiado placer incluso sin llegar a entrar en su cuerpo.
Después de dormir un par de horas. La luz de la luna había llegado a su punto más alto en el cielo y llenaba completamente la habitación cuyos candiles se habían apagado hace rato. Ambos hombres con los cuerpos enredados se miraban maravillados.
- Junsu dice que ellos lo hacen casi toda la noche… una y otra vez… -dijo Jaejoong sin esconder sus pensamientos-.
- ¿Y tú lo quieres igual…? –preguntó Yunho sonriendo amplio-.
- No… pero… - “Sí, claro, ¡CLARO que lo quiero igual…”
- ¿Quieres empezar otra vez…? –“Por qué me lo pregunta, acaso no es obvio”-.
- Entonces no hablemos más…
“Aunque nosotros no tenemos ese dichoso diamante lleno de energía”, pensaron al mismo tiempo con un poco de tristeza.
Entonces el círculo de pasión se encendió una vez más…
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario \(*O*)/ ♥ ♥
o más bien... deja tus pensamientos pervertidos grabados en esta entrada XD