El caballero Kim Junsu reaparece…
- ¡Muévete más fuerte!, así, eso es…
- Caballero Jung…
- Ahhhhhhhhhhh
Inevitablemente el orgasmo los derrotó contra el colchón. Después de la primera vez, a la que Jaejoong habían accedido con mucha cautela, y que gracias a la paciencia y amor del caballero Jung todo salió de la mejor manera, aun sin haber aprendido la canción del contrato de memoria, ella llegó a sus memorias y fue cantada por sus bocas con claridad en el misterioso idioma original, de la misma forma mágica, Jaejoong y Yunho cerraron su contrato.
Claro a la primera le sucedieron muchas otras, con ya no tanto cuidado y por fin ya, con mucha más pasión e imaginación. El caballero con el mechón azul había sorprendido a Yunho con su sensualidad innata. Mil veces quedó maravillado de su infinita belleza. Abrigados con tan solo una sábana, se quedaron dormidos, completamente exhaustos.
Sin embargo, a la mañana siguiente…
- ¡OH NO!... –gritó Jaejoong levantándose de golpe, pues apenas abrió los ojos el ardiente sol ya estaba iluminándolo todo-.
- ¿Qué sucede? –balbuceó Yunho desde la almohada, se había despertado por el brusco movimiento del otro-.
- ¡YA AMANECIÓ! y tú no estás en tu habitación…
- ¡Oh no!, Kim Heechul empezará a buscarme…-dijo riéndose fingiendo urgencia-.
El mencionado caballero apareció de la nada, sorprendiendo a los dos amantes que no pudieron evitar gritar y saltar de la cama sin tener tiempo de tomar ninguna prenda, ellos tenían una tarea compartida con él muy temprano en la mañana.
- Claro que te buscaré si no llegas a cumplir tu misión, sin embargo, como ves, acabo de encontrarte Caballero Jung Yunho, ¡¿acaso no sabes qué día es hoy?!, tenemos que acompañar a Changmin a la ejecución de esos viejos malnacidos. ¡YA TAPENCE!, ¡INDECENTES…!-dijo tapando sus propios ojos y girándose-.
- Eso no se lo dices a Junsu y Changmin…a ellos siempre los encontramos desnudos o hasta follando…y tú nunca te quejas…-reclamó Jaejoong malhumorado, terminando de vestirse-.
- Yo deseo conservar mi cabeza sobre mi cuello –dijo en tono conciliador- Junsu y Changmin son excesivamente hábiles decapitando gente, ambos tienen mal carácter y ambos gobiernan este país, no me atrevería a decir nada en su contra, ahora no se quejen y ¡muévanse…!
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Esa mañana, a primera hora la guardia real se reunió en la plaza mayor. Los soldados rasos formaron una línea de seguridad para impedir que la gente del pueblo pase al centro, donde se realizaba la ejecución, en postes de madera estaban expuestos en pancartas los crímenes de cada uno de los implicados para que todo el pueblo tenga conocimiento.
Los diez y siete hombres vestidos con batas blancas, despojados de toda clase de adorno que denotara su clase social, se podía ver que eran tan comunes como cualquier otro, fueron llevados al centro y colocados en fila para ser decapitados. En cada uno se gritaba su nombre, los cargos y el castigo. El Ministro Lee Taemin le comunicó a Changmin que uno de los hombres se había suicidado durante la noche en la cárcel, mordiéndose la lengua, el rey tan solo había podido asentir.
Changmin había asistido con su armadura negra de medio corte y cubierto con su capa. Desde su caballo Zafiro, junto a Junsu que estaba vestido de reina y montaba sobre una yegua de alazán, observaban el espectáculo siniestro.
- ¿No te parece que es demasiado…? Con encarcelarlos sería suficiente…-susurró “ella” mientras cubría su boca con su mano enguantada en seda-.
- El problema mi “reina”, es que eres muy…”blanda”… Mira, esto es lo que pienso: puedes encerrar a los ladrones de poca monta, porque sus crímenes son, por así decirlo “pequeños” o los afectados son individuales, pero estafar a tu nación entera, cuando hay gente que muere de hambre eso es un crimen contra el cielo. Eso no se debe perdonar…A los ladrones de poca monta incluso podrías ponerlos a trabajar en las obras públicas y en poco tiempo les harías pagar y algunos hasta se volverían buenos trabajadores y aprenderían un oficio, sin embargo –añadió mirando con desprecio a los acusados-,… esos hombres que piensan que por su estatus de nobles, nadie tiene derecho a castigarlos, e incluso creen que ni siquiera merecen castigo, con el dinero robado sobornarían a los soldados y podrían escapar de su condena, por eso tomo estas medidas tan drásticas.
- Eres muy idealista, es cierto, la verdad es que sus crímenes son los peores.
En una esquina de la plaza un grupo de mujeres mayores, de las familias de los implicados lloraban por sus prisioneros, sin embargo los guardias tuvieron que sostener a la multitud que les lanzaba piedras y los acusaba de haber lucrado con los impuestos del pueblo. Junsu tuvo lastima de ellos, seguro que muchos ni tenían conocimiento de los crímenes.
La mayoría de los hombres que iban a morir, tenían rostros compungidos y estaban en actitud de arrepentimiento, sin embargo otros gritaban maldiciones y blasfemias en contra de Changmin, el sonido se esparcía por todo el espacio amplio de la plaza. Junsu apretaba con su mano izquierda la derecha de Changmin para confortarlo, pues con cada maldición él apretaba sus ojos, pero se mantenía impasible.
Los soldados los obligaban a callar a golpes. Cuando todos los implicados terminaron de ser nombrados. Los verdugos en un grupo de a cuatro fueron decapitándolos sin preámbulo alguno. Las cabezas rodaban y el silencio se volvió general, mientras tanto, algunos soldados recogían los trofeos y los colocaban en altos palotes para que fueran expuestos por 3 días, eso sería suficiente para fomentar el miedo entre los ancianos. Ellos habían sido criados entre gobernantes muchísimo más estrictos y crueles que Changmin, por eso, él no podía permitirse ni un atisbo de piedad, sería los mismo que demostrar debilidad y él a pesar de odiar el título era el “Rey de los Bárbaros”.
Durante los días siguientes ya de vuelta en el salón real, para deshacerse de la presencia de la reina habían urdido su plan y este había salido de maravilla. Durante la cena del día siguiente, Junko continuó haciendo de las suyas, opinando fuertemente del tema más delicado que era el de las ejecuciones del día anterior, provocando malestares en todos los presentes. Además su natural esencia luminosa y sus brillantes y grises ojos llamaban la atención de todos los caballeros, siendo “ella”, la única entre tantos hombres era inevitable que varios empezaran a cortejarla a escondidas o delante del mismo rey.
“No entiendo cómo es que nadie me reconoce…” –pensaba Junsu cuando alguno de los caballeros le lanzaba una mirada furtiva muy apasionada.
Changmin no había tenido que fingir sus celos, en realidad le parecía increíble, lo descarados que podían llegar a ser sus propios amigos. Qué bueno que su relación era fuerte y única porque si no en realidad mataría a unos cuantos en este momento. Era la hora en la que servían el té tras la cena, Heechul dio la señal, así que en un arranque (preparado) de celos, cruzó el enorme salón a grandes zancadas apartando a todos de su camino, dejando a todos con pánico y en silencio, emanaba furia de todo cuerpo. Llegó hasta el caballero Lee Hyuk Jae, cuyo apodo era Eunhyuk, lo tomó del brazo y lo apartó con violencia de su “esposa” que en aquel momento reía fingida y femeninamente de un mal chiste, que escuchó a medias.
El caballero, sintió el frío recorrer su espina dorsal al observar los ojos de su rey, enseguida puso su rodilla en el piso y espero su castigo. Sabía que ninguna palabra de disculpa serviría frente a él. Esa fue la mejor elección del caballero, si hubiera habido algún enfrentamiento Changmin habría tenido que castigar a uno de sus caballeros injustamente, así que después de respirar varios minutos y calmarse, no dijo nada absolutamente y tan solo llevó a su “esposa” más adelante e hizo que Jaejoong se la llevara a sus aposentos y públicamente dio la orden de que Junko no tratará con nadie a menos que el rey se lo ordene.
- En realidad pensé que Changmin iba a matar a Eunhyuk…-decía Junsu mientras caminaba de vuelta con Jaejoong, por uno de los tantos pasillos oscuros del antiguo palacio-.
- Sí, yo pensé lo mismo, deberías hacerte actriz “prima”, tu actuación convenció a todos. –Dijo el caballero con ligero tono de broma, pero con admiración verdadera, solo obtuvo una estrambótica risa en respuesta-.
“Bueno, ahora ya solo me queda salir de la ciudad sin ser visto” pensó Junsu ya por fin librado del hermoso vestido carmesí que vestía en la cena.
Kim Heechul experto chismoso, no, no, experto en conocer las rutas de los pasadizos secretos del palacio, condujo a Junsu por senderos muy complejos, que luego de unos cuarenta minutos los llevaron directo al sistema de drenaje del castillo, después aquel le indicó con un mapa sencillo la ruta que debía tomar y seguir el plan según Changmin se lo había explicado.
Esas habían sido las órdenes del rey, sin embargo después de caminar toda la noche, ahora Junsu quiso explorar un poco antes de volver a Miltia, además debía hacer tiempo. Estar encerrado en el castillo lo dejaba un poco exhausto. Así que aprovechó esta salida y luego de comer algo que habían empacado para él, dejó que Khan guiara el tranco a su placer, se había reencontrado con el hermoso animal que era un gran y leal amigo en un punto limítrofe de las tierras de Changmin.
El animal siempre brioso corrió campo traviesa por un camino de herradura antiguo –y al parecer olvidado-, después de unos largos minutos llegó a un espacio cercado en donde al centro se veía las ruinas de lo que un día debió haber sido un granero. Solo quedaba la base de la edificación y unas cuantas pilastras de piedra de pie, el resto era ceniza. Se preguntó por qué estaba abandonado sin repararse, fue ahí cuando recordó la horrible historia de la muerte de los padres de Changmin, sintió dolor por él en su corazón. Desmontó, sin reflexionar en el hecho, saltó la cerca y continuó caminando entre las ruinas, el fuego no había consumido los herrajes, las riendas, en general las cosas de hierro, tan solo las había deformado. Se sintió un poco cohibido, le parecía estar profanando una especie de tumba, así que se giró para salir y sin querer tropezó con algo, que parecía adherido al piso, tuvo que agacharse y mirar.
“Es una amatista…” “Esto debe haber estado en el cuerpo de uno de los padres de Changmin, debo mostrárselo” –pensó sorprendido que nadie lo haya visto antes.
Sin embargo en el momento en el que la tocó, la joya desapareció como lo había hecho el circonio de Amelia e inmediatamente le brindo una sensación de paz y energía.
“Gracias”…
Escuchó la dulce voz de una mujer en el viento que empezó a soplar levantando el resto de la ceniza. Su alma se sintió cálida y protegida. La brisa terminó y él sonrió en agradecimiento.
Continuó cabalgando pensando en su madre y en la madre de Changmin, en sus trágicas historias. No supo cuánto ocupó en esto sin embargo como ya era tarde, el sol estaba ya muy alto en el cielo, buscó un sitio bien oculto para cambiarse, se quitó la capucha que le cubría el cuerpo y tal como le había ordenado el rey, se colocó su armadura dorada y con el yelmo de penacho azul en la mano, cabalgó hasta llagar al gran Lago y luego giró a Miltia por el camino empedrado. A toda velocidad.
Muchas mujeres sorprendidas salieron a observar al caballero recién llegado, era realmente muy agradable de ver, con esa llamativa armadura, completamente dorada y ese extraño cabello azul. Esbelto, delgado y de blanca sonrisa, todo el mundo se preguntaba quién era, entonces uno de los soldados que estaba por allí lo reconoció y le indicó a la gente que era el Caballero Kim Junsu que antes había sido rey de Ameria y que era pariente (primo o hermano no lo sabía) de la actual reina. Así que muy rápido se regó la noticia de su llegada en el mercado exterior de la gran ciudad de Miltia.
En el gran portal de la entrada a la ciudad interior, los guardias que no lo conocían al principio, no le permitieron pasar, sin embargo al estar Yunho y Heechul advertidos fueron a recibirle y se le permitió el paso.
Con mejores modales, por consejo de su primo Jaejoong, Junsu se presentó con su verdadera personalidad y rango ante la corte de Ilani, Changmin alegremente le dio la bienvenida. Desde ese momento Junsu se convirtió en la mano derecha de Changmin y juntos empezaron el trabajo pendiente. Por fin había comenzado la parte difícil del viaje.
Todo el tiempo estaban ocupados, dividían sus actividades entre reuniones comerciales con las naciones tributarias y reuniones con los jefes de los distintos departamentos de ingenierías, con arquitectos, con artesanos, no solo de Miltia sino de las grandes ciudades vecinas. También se daban tiempo para supervisar los entrenamientos de los nuevo elementos del ejército que tenían la misión de controlar riñas callejeras, ladrones locales y vigilancia de los cruces entre ciudades. El trabajo jamás parecía acabar, sin embargo el hecho de hacerlo juntos, lo hacía más llevadero. Junsu admiraba la enorme cantidad de conocimientos que el cerebro de Changmin podía albergar, era un estratega formidable, en ese tiempo aprendió mucho de él y su estilo de vida.
Changmin admiraba lo centrado que Junsu podía ser planteando respuestas, lo tenaz que podía llegar a ser. Era constante y perfeccionista. Además agradecía infinitamente su don porque en estos tiempos la mayoría de las noches eran insuficientes para descansar. Incluso llegaba a desesperarse cuando no podía tocar a Junsu que a veces salía en excursiones a las comarcas fuera de Miltia porque su cuerpo parecía colapsar. Él era su inagotable fuente de energía y amor.
Era completamente feliz de pelear con él, de escuchar sus locos y disparatados argumentos. De observarle dormir y roncar, de observarlo ya en contadas ocasiones como su consorte femenino. Su vida había valido la pena tan solo por haber tenido el privilegio de hallar y amar a Junsu. Si no existiera el poder de la gema, y se hubieran encontrado por casualidad, definitivamente hubiera peleado con él y le hubiera obligado a ser caballero. Seguramente nunca hubieran follado, pero él se hubiera asegurado de siempre mantenerlo cerca.
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Una mañana mientras se ocupaban en estas tareas uno de los comandantes de escuadrón en el estadio cubierto indicaba las novedades a su rey. Al ver que venía acompañado se acercó para hablarle.
- Caballero Kim Junsu, mis compañeros que lucharon en las campañas de conquista de Ítalo me han contado que tú has sido el único que ha logrado estar a punto de vencer a su majestad en combate.
- No te han contado la historia completa mi coronel, su majestad no me mató porque necesitaba negociar conmigo –dijo riendo mientras miraba a Changmin-.
- Nos gustaría mirar tus habilidades…
- Seguramente lo que te gustaría mirar es aquella batalla Coronel Song Gye…¿no es así?
- Sin duda…-dijo el anciano pensando en sus años como guerrero, hace ya mucho, mucho tiempo-.
Changmin le dio gusto al coronel amigo de su padre, un hombre inteligente que no tenía hijos y que tenía una rara enfermedad de la piel por lo que mantenía su rostro cubierto por la mitad. Se quitaron las armaduras de diario y quedaron tan solo en camisa de lino y pantalón de cuero negro. Parados en el cuadrilátero central y con espadas de madera se enfrentaron. Todos los soldados presentes se reunieron para observar la lucha. La mayoría de ellos era novatos. Junsu empezó a calentar flexionando su cuerpo, de una manera extraña, pero que hacia denotar que era muy flexible.
Changmin se concentraba en su respiración. El Coronel Lee Song Gye como juez, dio la orden y los dos caballeros estuvieron en el centro, hicieron una profunda reverencia y en menos de 2 minutos se escucharon 20 golpes secos de las espadas, el combate era muy veloz, ataque y defensa, ataque y defensa de lado y lado. Los guerreros eran implacables incluso en un entrenamiento. Se escucharon las expresiones de admiración y todos entendieron porque Changmin mantenía al caballero Kim como su mano derecha. Es bueno tener a los amigos cerca, pero es mejor tener a los enemigos aún más cerca.
En un giro Junsu logró golpear en la canilla derecha de Changmin y le tumbó al piso, sin embargo justo cuando Junsu iba a declararse vencedor, el rey se barrió con su pierna sana y también echó por tierra al peliazul. Entonces los soldados rieron y aplaudieron satisfechos.
- ¡Empate! –gritaron todos-.
- Excelente demostración su majestad, mis aprendices soñarán con este combate, todos han quedado impresionados, sin embargo ese golpe ha sido grave, estás bien mi señor…
- Un poco adolorido por el momento…
- Caballero Kim Junsu, tu castigo por lastimarme a mí, tu rey, será curarme esta lesión.
- Me he excedido su majestad, cumpliré tu voluntad –dijo Junsu muy serio y haciendo una reverencia-. “Tengo un montón de buenas ideas de cómo le gustaría a Changmin ser curado”…pensó irónicamente.
En la noche, tan solo bastó con desnudarse y tocarse para que la pierna de Changmin esté recuperada, no obstante Junsu fue severamente castigado por su mal comportamiento. El rey lo ató a su caballete para prisioneros, justo como la primera vez.
- ¿Tienes algún tipo de pensamiento extraño su majestad?
- No es extraño, es más bien nostálgico…
- Ah, ¿sí?
- Hemos estado tan ocupados que incluso con la fuerza de tu diamante no logramos recuperarnos y tan solo dormimos, sin follar ni una sola vez. –Dijo con verdadera pena-.
- El estado nos roba mucho placer…
- No hablemos más de eso…prefiero follarte…
- Hoy estas más necesitado que de costumbre, ¿no es así?... ¿estás ansioso por algo?
- No quiero hablar de eso, me quitará el deseo…
- Entonces olvídalo…
Changmin tal y como la primera noche se acercó al cuerpo de Junsu que ahora estaba desnudo con brazos y piernas sujetos por gruesas cadenas. Con su mano derecha le sujeto la cabeza y con la izquierda la cintura. La unión de las gemas con este estado de ánimo, le quitaba la razón, los volvía nada más que animales en celo.
Changmin se comía literalmente la boca de Junsu a besos. Enseguida el calor compartido empezaba a salir de los cuerpos en forma de sudor. Repitieron la lucha de la mañana, con Junsu en desventaja, Changmin lo torturaba lamiendo con parsimonia y desdén los músculos de su pecho, luego era más cruel aun y le mordía los pezones, con saña y luego los lamía como para curarlos.
Junsu jalaba las cadenas desesperado mientras gemía como un condenado, su garganta se deshacía en gemidos y gruñidos, maldiciones. Changmin estaba hincado frente a él lamiendo su ombligo imitando una penetración con su lengua, era tortura, porque no podía hundirle las uñas de vuelta porque estaba amarrado.
Mientras más fuerte sonaran las cadenas más satisfecho el rey estaba, era perfecto, Junsu era perfecto para todo, seguramente después de esto estaría tan molesto que el sexo sería alucinante y violento, aun no obtenía este orgasmo y ya estaba pensando en el siguiente.
Feló el miembro de Junsu, con esmero sintiendo como sus piernas temblaban y parecían querer abandonar pero no podía porque sus brazos aun colgaban, lamía girando su boca, chupaba y hacía el amago de tragar, Junsu después de convulsionar explotó en su boca sin siquiera advertirle y quedó semiinconsciente. Respirando agitada y profundamente. Chorreando sudor.
Sintió un poco de remordimiento por tratar así el cuerpo de su amado, así que lo liberó inmediatamente y lo cargó hasta la cama, lo depositó suavemente.
- Sabes que no te dejaré vivir después de lo que me has hecho, ¿cierto?
- Supongo… ¿qué podría hacer para que me perdonaras?
- Empieza otra vez, al parecer tú aun tienes tu problema…
A pesar de que estaba adolorido e hinchado, Changmin fue capaz de darse tiempo para preparar amorosamente la entrada de su consorte, como una manera de disculparse, por su brutalidad previa. Con la sonrisa adormecida Junsu le sentía acariciarlo tan delicadamente.
- Estoy listo, no te afanes más…
- Junsu…
- Ven…-dijo mientras estiraba sus manos y atraía el rostro moreno al suyo para besarlo mientras él, entraba en su cuerpo de una sola vez y permanecía quieto, luego continuaba la penetración a un ritmo pausado pero constante y profundo, esta era la forma de como Changmin hacía el amor. En un instante sublime, ambos alcanzaron el clímax anhelado y se desplomaron juntos, sin dejar nunca de besarse se durmieron.
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Después de varios meses el hombre viejo que Changmin había estado buscando hasta debajo de las piedras, apareció frente a él, una mañana muy fría casi al amanecer, en uno de los jardines del palacio. Sin permiso alguno pasando todos los controles de los guardias. Como un fantasma…
- Su majestad...
El anciano hizo una reverencia inclinando su cuerpo decrépito y sonrió con sus amarillentos dientes.
Muchas gracias por actualizar~~ me encanta esta historia~~~
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