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Encuentros Inesperados - Precuela I

El Inicio. Parte I

*Jaejoong POV*


¿Cómo debería empezar?

Bueno aquí va.

Me llamo Kim Jaejoong o eso es lo que me dijo el sr. Kim, mi tutor o eso creía, ya que el muy bastardo me inició en este mundo del sexo fácil, él fue quien me tomó la primera vez e hizo de mi una puta o como él me llama o hace llamar, con el sobre nombre de princesa, con el ridículo estribillo suele pronunciar; “princesita de ojos grandes, de muslos suaves, de piel de seda, de lindos hoyuelos y boquita de cereza”. La risa que brota de mis labios es tan ilusoria, llena de hipocresía a la que ya me he acostumbrado, sólo yo conozco el motivo por el cual esbozo ese sonido tan peculiar. Como dicen por fuera risas y alegrías, pero por dentro se lleva el luto.

Ah… ah, mi primera vez con un hombre comenzó a la edad de ocho años, sí, el mismo sr. Kim. El dolor agudo que sentí fue tan parecido como si me clavaran un cuchillo muy filudo, apuñalándome una y otra vez con tal frenesí. Me convertí en un moribundo con el cuerpo hecho trizas, me ahogaba en mis lágrimas y no pude resistir a tal acto de violencia, que terminé vomitando todo el maldito cuarto. Cada vez que estoy con un tipo, rememoro ese mismo día como el recordatorio del ser humano que fui y que soy, que mi pasado y futuro ya se escribió en una hoja llena de excremento, dónde sólo las risas de los más miserables llenan de gozo mí ya vilipendiado existir.

No, no crean que sólo me dedico a lamentarme de lo que soy, ya que odio la mirada de lástima que me dan las personas, ya me he acostumbrado a esta vida, hasta me es llevadera, que hoy en día puedo decir que no es tan mal, solo al principio me sentía morir, llorando día y noche, mostrando a los demás lo débil que era.

El lugar en el que vivo, un prostíbulo de cloaca, así lo llamo, donde mujerzuelas y jóvenes son la delicia de tipos enfermos de muy baja autoestima que buscan sentirse los señores, dando un poco de dinero a los que se rinden a sus más bajos instintos. Yo soy el más popular, como si eso fuera un mérito, pero en este mundo tiene sus beneficios, ya que el sr. Kim o mejor dicho Kim Junho es el que me ha convertido en exclusivo, sólo atiendo a clientes que pasen por su registro y él es muy exigente, soy al único que atiende y no se acuesta con los que trabajan en este lugar.

Me he vuelto su amante, soy su protegido, hay un vínculo especial que nos une, un estrecho apego que la gente logra percibir, que para mí es indescifrable. Aparte de lo que ya he experimentado con él, está ese acontecimiento en el que fui partícipe, que mi mente no recuerda obviamente. El día de mi nacimiento. Mi madre, una prostituta me parió en ese mismo cuarto en donde yo me encuentro, dado el ambiente deplorable y la falta de higiene, mi progenitora no pudo resistir al alumbramiento y murió después de cinco días de agonía, dejándome solo, al cuidado de Junho.

Nunca porté el retrato de la que me dio a luz, el sr. Kim cuando hablaba de ella, decía que era una mujer muy bella, de un comportamiento parecido a los míos, sus rasgos físicos se reflejaban hermosamente en todo mi ser, parecía que él se hubiera enamorado de mi madre, ya que cuando me contaba sobre ella, su rostro se volvía melancólico y triste, suspiraba con cada palabra que salía de su boca. A veces eso me producía gracia, extendiendo mi sonrisa, pensaba como ella reaccionaria si supiera que el hombre que alguna vez la amó y que le hizo prometer que me cuidaría, se haya convertido en el principal culpable de que mi vida se convirtiera en una mierda.

A mis catorce años, no lograba recordar ya cuántas veces intenté huir de este lugar, sufrí muchos maltratos por mis infructuosas tomaduras de pelo que le hacia al dueño del prostíbulo y como socio primordial, el sr. Kim le dio instrucciones de que si yo volvía a cometer esos actos de rebeldía, hiciera con mi cuerpo lo que le plazca, y él ni muy tonto ni perezoso cumplía al pie de la letra lo dicho por mi tutor.

Preferiría los golpes que me propinaba, ya que para mi eso resultaba extrañamente excitante, que me dañara con puñetes y patadas, los aguantaba, o que se frotara, cual animal en celo no me importaba, pero que practicara conmigo su lado sádico era aberrante, había ocasiones en que me tumbaba al suelo o sobre su cama totalmente desnudo, con el culo alzado por arneses, exponiendo mis partes más secretas a su disposición. Era asqueroso como lamia mi cuerpo y esa era la parte que no me era grato recordar, solía estar todo el maldito día en esa posición, dándome palmadas y vociferando cualquier guarrada en mi oído, yo sólo me limitaba a vomitar sobre su piso o cama, carcajeándome por lo asqueroso que olía todo su apestoso cuarto, pero no me salía con la mía, porque el muy bruto me tomaba con fuerza sin ninguna preparación previa a la hora de la penetración, haciéndome chillar de dolor y bebiéndome mis lágrimas, no contento con eso, me obligaba a tragar mi vomito. Un escalofrío cala mis huesos, recordando lo mal que la pasé, con un cigarrillo entre mis dedos, inhalo el humo que sale de mi boca y mi nariz, esto me calma por un rato, esperando que entre otro cliente a requerir mi compañía.

Kim Junho siempre ha tenido una paciencia de oro, soportando mis berrinches. Una vez me di cuenta que los hombres que me buscaban, era porque yo les parecía el ser más hermoso e inmaculado, con el olor del cuarto en perfume exquisito, es así que ideé la manera para que esas personas ya no requirieran mis servicios, no me bañaba en días, estaba con el cabello grasoso, con bolsas bajo mis ojos, mi olor a sudor no era tan fuerte, pero seguro lucia como un vagabundo. Algunos clientes extraños igual lo aceptaban y lo hacían sin más, hasta le gustaba, eso era algo que me repugnaba, pero Junho ardía de rabia cuando el dinero escaseaba, por lo que me quiso dar una lección. Me arrastró hacia el baño, me rompió las ropas, posicionándome debajo de la regadera, con mis manos sobre la pared, me empezó a bañar, violando mi cuerpo mientras refregaba con una esponja llana de espuma, ensañándose con mi piel hasta dejarla roja, mientras lloraba como un niño por el castigo tan cruel.

-Hyung… hyung… duele… ya...ya… no voy a volver hacerlo… perdóname…

-Has sido un terco, igual no voy desperdiciar el momento, te sientes humillado, así aprenderás a no darme la contraria, vamos, hay que terminar rápido que afuera nos esperan, mejor dicho, te esperan.

Maldito canalla hacerme suplicarle, igual yo me lo merecía, como dije, preferiría los golpes a tenerlo sobre mi como un perro en celo.

Kim Junho, hombre de 36 años, de estatura de 1,87 cm, de un cuerpo robusto con músculos, piel blanca algo tostada, labios gruesos, ojos pequeños y redondos, asemejándose a dos gotas de agua, nariz de un tamaño regular y redondeada, sí, era un espécimen de buena presencia, no diré que no mantenía cierto aprecio por él, pero era cierto, sentía un afecto familiar, ya que era el único que me cuidaba y le tuteaba como si tratara de un amigo cercano, podíamos hablar de muchas cosas y yo sabia de algunos secretos que no se los había contado ni a su propia esposa y eso me hacía muy especial, por eso quería probar su fidelidad. Ya acercándose mi cumpleaños número 15 lo comprometí a darme a conocer a lo más preciado que tenía, a su propio hijo.

-Ese comportamiento tan sumiso que me estás mostrando, no es digno de ti, ¿de verdad que lo quieres conocer o es por otra cosa?

-Sí, deseo conocerlo, quisiera saber cómo se comporta, como se ve, si se parece a ti y contarle muchas cosas del bastardo de su padre, pero sobre todo quiero saber si a él también le haces lo mismo que a mí y lo quisiera proteger, ¿no soy una persona de gran corazón?

-Ese es tu deseo, quitarle la ilusión a un pobre niño, bien te lo cumpliré, pero eso de tratarle como lo hago contigo es aberrante, la única puta a la que me cojo es a ti cariño

-La puta será tu mujer, yo soy un hombre y deja de molestarme, que no soy una mujer

-Ja… ja, me haces reír, pero está bien, no seas tan insolente con el que es un niño mimado e inocente, lo conocerás, no comas ansias.

-Así que mañana será mi día libre, tú me lo prometiste, ¿si, Hyung?, seré un niño bueno.

-Todo lo que tú digas, mi linda princesita, estoy a tus órdenes.

Al día siguiente, la ansiedad era mi pasatiempo, no dejaba de pensar, cuando llegue el momento que crucemos miradas y las primeras palabras que salgan de su boca o la mía.

Ya se estaba ocultando el sol, Junho no me había llamado, intenté comunicarme con él, pero no me contestaba.

Estaba recostado en mi cuarto, esperando su llegada, vestido con una camisa manga larga, color azul marino, pantalón pitillo blanco y botas altas negras. Tomé una siesta, cuando en mi somnolencia sentí unas manos grandes acariciando mis cabellos y besándome el vientre con su lengua ensalivada, me desperté de golpe.

¡Qué diablos! Pensé, mire al que osó meterme mano, era un hombre de aspecto elegante, mayor de pelo blanco, con una sonrisa depravada se acerca a tomarme de la cintura y jalarme los cabellos para robarme un beso, me resisto, no quiero, con todas mis fuerzas logro tumbarle al suelo y me paro raudo en posición de defensa.

-Ya me había dicho el Sr Kim lo fiera que resultabas, no sabes lo excitado que estoy, me la has puesto dura, ven chiquito, que te voy a enseñar lo que es un hombre de verdad.

¿Pero qué jugada es está?, no puedo creer que Junho me tendiera está trampa, pero… no.… no lo odio.

Lloraba, mi alma está rota, me dejé ilusionar, yo solo quería conocer a otra persona que me mostrara la inocencia que me fue arrebatada, yo solo quería tratar con gente de mi edad, que no viviera tan detestablemente como lo hacía yo, sólo eso me llenaba de ilusión, que se acaba de desvanecer.

No sé cómo, pero estaba débil, con la mente nublada, que el dolor de mi cuerpo no sentía. Me encontraba tumbado sobre el piso, en posición de cuatro, desnudo de pies a cabeza, penetrado por ese hombre viejo, con cada golpe me estremecía, mis piernas temblaban, mi boca ensalivada entremezclada con la sangre, manchado el piso y mi pecho.

Es en ese momento, mis ojos fueron directo a la puerta que estaba semiabierta, una silueta se acerca lentamente, era un chiquillo de unos 12 años, me mira asustado, su imagen era tan parecida a la de Junho, sólo pude balbucear palabras de que se fuera, de que no se acercara, es allí que una mano lo jala y desaparece, la puerta es azotada, mis náuseas crecen y me derrumbo contra el suelo, desmayado.

Medio muerto, medio vivo, parpadeando por la luz del sol que entra por la ventana, apenas puedo mover un músculo por el dolor, las sábanas deslizándose sobre mi cuerpo revelando moretones causados el día de ayer, no sólo me duele el cuerpo, también el corazón, me duele horrores, con tan sólo recordar, las lágrimas caen en abundancia, con las piernas flexionadas a la altura de mi pecho, mis manos tapándome el rostro.

Junho… ¿cómo pudiste tratarme de esa forma?, me la vas a pagar, yo que me creí especial en tu vida, más todo fue una vil mentira, ¿acaso no puedo llegar a ser algo preciado, como lo que tu hijo significa para ti?, sólo me hiciste sentir que era un despojo de basura a su lado, que nunca sería digno, no sólo lloro por la herida causada por tu arrogancia, si no también, por la rabia que recorre mi ser y está me la vas a pagar, lo juro, tarde o temprano lloraras lágrimas de sangre.

Mi comportamiento errático se volvió más analítico y frio, me puse una coraza de hierro, hombres que usaban y abusaban de mi anatomía, sólo recibían mi desprecio. Era tocado por miles de manos, pero no sentía nada, absolutamente nada, mi mente sólo formula ideas escapistas, ya llegaría el día que huya de este cautiverio.

Ya a mis dieciséis años, no me imaginé que se avecinara el día en que una ilusión jugó con mi corazón, se llamaba Park Yoochun, ese tipo era un reverendo imbécil, me visitaba de tanto en tanto cuando Junho no se encontraba merodeando por estos lares, me llenaba de flores, otras veces me traía chocolates y bombones, me daba el trato que se le da a una chiquilla enamorada, no diré que eso me causaba gracia. En otras ocasiones le veía rogando casi de rodillas al dueño de este antro para que le deje tener una cita conmigo, ya que las veces que se ha acercado a mí, le he tratado muy malcriadamente y con burla. Era un tipo sin clase, un tontarrón, pero esa sanguijuela distaba de ser inocente, era un pandillero del barrio, se juntaba con maleantes de baja calaña, ya he atendido a tipos de su grupo, otros iguales a él, tipos sin cerebro, pero algo le hacía especial ante mis ojos, será por la falta de atención que Junho ya no me brindaba, pero le agarre un cariño que se podría catalogar como el afecto que se le da a una mascota.

Y si tenía relaciones sexuales con él, no le cobraba tanto como a los otros, ya que me hacía reír en ocasiones, siempre le pillaba contemplandome cuando me desnudaba, con esa expresión bobalicona plasmada en su rostro, se calentaba con solo mirarme, era una especie de pasatiempo, a veces tan entrometido que le entretenía que le contara pasajes de mi existencia, escabrosa y una de tantas, me daba esperanzas con palabras dulces.

*Fin POV*

Hubo un día que Park Yoochun, dispuesto a pasar al cuarto de su amigo o amante remunerado, escuchó murmuraciones de las mujeres ya mayores que trabajan en el prostíbulo, no les iba a dar importancia, pero cuando el nombre de Jaejoong fue pronunciado, puso total atención.

-Eso… me es imposible poder imaginarme o creer que puede haber personas tan malas y despreciables en este mundo, hacerle eso a una criatura, engañándole con medias verdades sobre su madre y la relación que existió entre ellos.

-En verdad estoy conmocionada con lo que me ha dicho, le quisiera pasar la voz y decirle algunas verdades, pobre, si lo supiera seguro moriría, nosotras no seremos las mujeres más decentes que hay en esta tierra, pero cometer ese crimen, válgame Dios, es inaudito.

Yoochun se acerca a preguntar, no ha entendido muy bien y quiere explicaciones, pero ya se va haciendo una idea, cuando iba a abrir la boca, las señoras huyen como alma que lleva el diablo a encerrarse en sus respectivos cuartos. No quiere insistir y lo deja para después, sólo quiere abrazar a su pelinegra fantasía.

Toca su puerta y lo recibe el Sr Kim que, al mirarlo, le pone una cara de desprecio, pasa por su lado chocando hombro con hombro y se queda recostado en la puerta. Jaejoong está sobre la cama con el cuerpo desnudo, cubriéndole con la sabana la parte de la cintura para abajo, con un cigarrillo en la boca. Yoochun se queda embelesado, le quiere estrechar entre sus brazos, más no puede, por el intruso que está con los ojos afilados, solamente se sienta en la cama y empieza a tocar los mechones suaves de cabello que caen sobre los hombros del joven, le dice algunas palabras al oído antes de salir.

-Estás tan hermoso, yo sé que nunca me llegarás a amar como lo hago yo, sólo te voy a dar un consejo, no confíes en nadie, sobre todo en las personas que te han contado pasajes de tu pasado, no les creas, no seas confiado, duda de lo que te digan -esas palabras iban a tener significado más tarde- Mañana vendré a verte de nuevo, tú crees que no soy serio al profesarte que te amo, pero espérame y verás, estoy en un negocio en el que obtendremos mucho dinero y con eso, yo te sacaré de aquí.

Y con esto último le roba un beso apasionado que el mismo Jaejoong le correspondió, robándose suspiros ansiosos de su parte, se levantó y salió de ese lugar, prometiéndose cumplir con lo que le había dicho.

Percibía el abandono, ya cesaron las cartas, las visitas de improviso, las palabras de amor, los regalos tontos que le mandaba, las frases cursis que le decía, nada, absolutamente nada, no sé imaginó que lo iba extrañar, quizás no era amor, sólo cariño, era de esos tipos, que difícil alguien como él podría encontrar.

No fue si no pasados cinco días, cuando escuchó de la boca de Junho, que a su querido Yoochun lo habían matado como a un perro, la banda rival que ya le seguía los pasos, le dieron emboscada y fue baleado en la misma esquina del prostíbulo, esa noticia impactó al jovencito que se quedó frío, sin articular palabra, cayó al piso, no lloró, se lamentaba su suerte, ya no quedaba la persona a quién podía recurrir en sus momentos de dudas, ya no había nada, absolutamente nada, estaba solo.

Sus pensamientos volaban, imaginándose mil maneras de escapar, maquinado estrategias de acabar con esta vida que él nunca escogió y se le vino una idea de lo más arriesgada, pero valía la pena, una noche estando con un cliente en plena sesión de sexo, le engatusó para que el muy imbécil haga lo que él le pidiera. Primero le mando a traer gasolina, cajetillas de fósforos, esa misma noche iba a incendiar su prisión y hogar que le vio nacer, no le importaba si alguien moría, si eso ocurría sería un daño colateral, era el momento decisivo, no se iba a echar para atrás.

En la madrugada el fuego se avivó, llevándose de paso cortinas, las personas luchaban por salir, otras por recuperar sus pertenencias, por suerte no hubo muertos, sólo heridos, que se les pudo auxiliar rápidamente.

Un muchacho con la sonrisa ensanchada y el corazón golpeteando su pecho vagaba por los alrededores, con la mirada encendida por el reflejo de las luces llameantes del fuego que consumía parte de esa vida llena de dolor, que se esfumaba como el humo en el cielo nocturno.

Que ingenuo fue al pensar, que en el exterior que nunca tuvo la oportunidad de pisar y conocer, le traería un nuevo horizonte, que su pasado se quedaría en el olvido, sus ilusiones se hicieron añicos al comprobar que no existía para las personas, un chico de aspecto bello con solo una mochila al hombro, sin saber leer ni escribir, no se preocupó en aprender y ni siquiera le enseñaron, su único talento fue y es ser usado por hombres, de eso comía y se vestía, de eso existía.

Al no encontrar solución y a la falta de dinero se decidió a volver sus pasos atrás, ya en otro lugar distinto del que nació, observó que en las noches se juntaban un grupo de mujeres y hombres de diferentes edades para ejercer la prostitución, no le quedaba otra salida, ya habían pasado cinco días y tenía mucha hambre, por unas cuantas monedas vendería su orgullo venido a menos.

Mierda... mierda …mierda … se quejaba en un llanto profundo, no podía respirar, era lo último que pensó en hacer, desesperanzado volvió a ese cruel e injusto presente.

A veces dormía con amigos o bien llamados amigos con beneficio, usó chiquillos tontos que se dejaban engañar por su lindo rostro y cuerpo, otras veces con viejos que se prendían de su juventud, se lo llevaban a vivir con ellos, dándole una estadía de lujo, su única exigencia era proporcionarle fantasías sexuales fuera de lo común, por ejemplo se vestía de mujer, en otras ocasiones practicaban el sadomasoquismo, que se dejará golpear e infinidad de perversidades sexuales, lo intentó varias veces, pero esas cosas no eran lo suyo, no duraba más de dos días, por lo que huía y de paso robaba mucho dinero a los imbéciles de sus clientes.

Y fueron pasando los días, semanas, meses y años, ya con veintitrés a cuestas, había pasado por muchas experiencias, la mayoría de ellas malas, recorriendo calles llenas de malvivientes, de hecho, él era uno de ellos, le gustaba fumar cigarrillos de marihuana, eso le relajaba en extremo, es más, era risa y carcajadas, siempre le acompañaba unos de esos tipos vagos, que aprovechando que estaba en esas condiciones, le metía mano, pareciéndose a un pulpo humano.

Se encontraba recostado en un asiento callejero, siendo manoseando por ese amigo, es en ese instante que observa a una pareja de enamorados acercándose al lugar en donde él se encontraba, es ahí que se da cuenta del gran parecido del chico con el hijo de Junho, no se le parecía, era él, ese mocoso que conoció en ese día bochornoso y humillante, de sus labios esboza una sonrisa burlona, si, Kim Junsu iba a pagar todas las culpas de su padre.

Ya de noche, se ubicó en un callejón a la espera de ese chiquillo, percibía lo que estaba buscando, lo vio en sus ojos, ese deseo llameante por él, se percató al instante el aura de depredador que se cargaba, esperó a que apareciera, pacientemente, y de repente, lo vio acercándose algo tímido, burlonamente se puso a su lado con la mirada de un felino, seduciendo a su presa. Tiro él cigarro de su boca, se lamia los labios y Junsu no se pudo resistir más, ardía en deseo, Jaejoong le realizó una felación, que le hizo derretirse precozmente, fluyendo su semilla en los labios del mayor.

No quería sonar pretencioso, pero ese chico lo contemplaba como si fuera una pieza valiosa y que moría por obtener y marcarlo como su propiedad.

Deseoso por el cuerpo del prostituto, se lo llevó al hotel mas cercano a dar rienda suelta a su pasión desmesurada.

*POV Jaejoong*
Me desnudaba, en el proceso besaba las partes visibles de mi anatomía, el cuello, el pecho, mis caderas, me estaba devorando por partes, era algo torpe, pero inexplicablemente me prendía, intuía que era un chico virgen, por lo ansioso que se puso sólo con besarme y mirar mi cuerpo desnudo, su pene se irguió como asta de bandera o como cañón cargado de misiles.

Yo le ayudé a desvestirse, observé su cuerpo, era delgado, un poco más rellenito que el mío, olía bien y se sentía suave al tacto, literalmente me comía la boca a grandes mordiscos, no me daba tregua, envolvió mi pene en su boca, masturbándome en el proceso, el calor comenzaba a quemarme, me jaló más abajo, con dedos temblorosos acariciando mis nalgas, preparándome para la penetración, no le di ni un segundo cuando lo tumbe sobre la cama y lo monte a horcajadas, tome su miembro con mi mano acercándolo hacia mi entrada, jugaba un poco metiendo y sacando la punta, me relamí la lengua, observando cómo jadeaba y sus manos formaban puños por el deseo incontrolable plasmado en su rostro, no le hice esperar y de un sentón, me lo metí lo más profundo en mi interior, montándole con movimientos cadenciosos, agachando la cabeza por el placer que me brindaba, cansado por el esfuerzo, de sorpresa sentí que me tumbaba boca arriba, follandome con demencia, gimiendo en mi oído, penetraba mi interior con dulzor y dureza.

-Nnn… ngh… ah… ah… me vuelves loco Jaejoong… ah…

No lo voy a resistir y le mordí el hombro dejándole la marca de mis dientes por todo el placer que me brindaba, mis manos apresaban sus glúteos voluptuosos para que entrara más adentro de mi cuerpo, en esos momentos no pensaba porque dejé que este encuentro se propagara, sólo en este instante mi venganza se esfumaba, derritiéndome en el placer de sus estocadas, exploté cual primerizo entre nuestros vientres, ayudado por sus manos inexpertas.

Toda la noche me consumí en el frenesí de sus besos repartidos en mi piel, el sudor rebasaba por nuestros cuerpos calientes, ¿cuántas veces nos corrimos, esa misma noche?, no lo se, estaba perdido y exhausto, me derrumbé sobre la cama, dormido, mientras su boca vociferaba palabras inentendibles.

*POV Junsu*
En el amanecer apreciaba su hermoso rostro, con la respiración acompasada y el ceño algo fruncido.

¿Que estará soñando?, se me venía a la mente una pesadilla, me imaginaba que revivía esas cosas que seguramente habrá pasado en el prostíbulo en el que lo conocí por primera vez.

Se removió inquieto y empezó a abrir los ojos, me hice el dormido, su cuerpo dejó la cama, se estaba alistando, mientras hecha maldiciones por su boca. Me levanté y corrí hacia él, tomándole entre mis brazos, le besé la nuca, forcejeando se quitó de mi agarre.

*Fin POV*

*POV Jaejoong*


Botando humo de mis labios, le pedí dinero, primero era lo primero, le ví recoger sus vaqueros, sacando billetes me los entregó, vaya que paga más tonta, ninguno de mis otros clientes me dio ese monto, era magnífico, ese tonto no valoraba el dinero que seguro era el esfuerzo de su querido padre, en mi mente reí con malicia, sí, Kim Junsu eres un pobre pichón que quedó atrapado en la jaula de espinas, me le acerque y le tomé su brazo derecho y le escribí el número de mi celular, prometiéndole disponibilidad a la hora de sus requerimientos futuros.

El me acompañó hacia la calle, el viento corría, mis ropas ligeras no ayudaban, con los dientes castañeándome de frio me abracé para darme un poco de calor y sentí que me cubrían los hombros con una chaqueta, me sentí una chica con la acción que realizó ese niñato, él también se abrazaba así mismo por el frío, no le agradecí, solo le observé por un rato y despidiéndose de mí, lo vi partir, percatándome que no sería la última vez que nos veríamos, porque ya lo tenía en mis manos, el regresaría muy pronto, pidiendo por hacerme suyo y mi ego crecería mucho más.

*Fin POV*

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