El Rey de Ameria en todo su esplendor.
Las puertas del salón real se abrieron, era amplio al igual que los pasillos que había dejado atrás, a vuelo de pájaro captó que debían estar alrededor de unas doscientas personas, el techo era muy alto, las columnas eran blancas pues estaba cubiertas de caliza, estaba bien iluminado, el piso tenía motivos romboidales en blanco y negro con una larga alfombra azul, *como el cabello de Junsu, pensó*, que lo recorría en toda su longitud hasta el trono mismo.
Los guardias vestidos con su traje de fiesta dejaron paso a la comitiva del príncipe que venía ataviado con una semiarmadura que únicamente cubría el pecho, los hombros y el inicio de los muslos, dorada y negra como su armadura completa de guerra, sobre una camisa negra y pantalones de cuero, con su escudo de dragones dorados. El clima era muy malo, había llovido toda la noche anterior, corría un helado viento de montaña. Así que sobre la armadura llevaba un hermoso abrigo abierto negro con los filos de piel de armiño blanco. Con su corona de príncipe colocada sobre sus rebeldes rizos, con su espada en el cinto, la espada que estuvo a punto de cortar el cuello de Junsu.
El rey lo esperaba sentado en su trono. Changmin tuvo que apretar su mandíbula para no abrir la boca de la sorpresa que se llevó. Su pose real, con sus dos manos en los apoyabrazos de su dorado y reluciente trono, vestido de rojo y negro, en un traje que francamente le pareció muy delgado para el frío reinante, sin embargo como notó después el resto de la gente vestía igual, por lo que este clima no significaba lo mismo para su gente. La camisa roja incluso estaba semiabierta, lo único que parecía un poco abrigador era una estola roja en el cuello del chaleco negro.
Le llamó la atención que la corona y un objeto que debió ser su cetro estaban en un pedestal descubierto junto al trono, Junsu se había desprendido a propósito de los símbolos de su poder, seguramente en señal de rendición.
Sin embargo su pose misma, la manera de sentarse, la forma en la que con su profunda e intensa mirada dominaba el espacio, parecía decir “Soy el amo del mundo”… en todo caso era el amo con cabello azul de su pequeño mundo en Arai, en Ameria.
Apenas Changmin puso un pie en el salón Junsu dejó su sitio, descruzando la pierna se puso de pie, suspirando quedamente, pisando fuerte, hoy toda su vida previa terminaba para empezar la siguiente etapa, algo que nunca había pensado que pudiera suceder. Pensaba envejecer pacíficamente. Y ahora no tenía idea de su futuro, ahora todo estaba ligado a las decisiones que Changmin tomara.
A treinta metros pudo observar mejor su rostro, completamente arreglado, se veía bellísimo, sí, esa era la palabra. No era “masculino” o “imponente” era bellísimo, su piel estaba perfecta, el arreglo de su peinado, el adorno dorado que tenía entre los cabellos, sus brillantes ojos delineados en negro, “impactante”, tuvo que apretar un poco más la mandíbula, porque su miembro volvió a sentirse necesitado. No podía creer que pudiera su cerebro dirigirse en esa dirección cuando 1) en la mañana, hace unas pocas horas fue la última vez que estuvo entre sus piernas 2) el acto al que estaban asistiendo era extremadamente solemne.
Sin embargo se vio descubierto cuando la intensa mirada del rey se acompañó de una curva muy ligera y casi imperceptible en sus voluminosos labios. No era buena idea pensar en sus “voluminosos labios”, porque sin duda le sucedería que empezaría a pensar en otras partes incluso más voluminosas del pequeño rey.
Caminó logrando mantener por un pelo la conducta de conquistador, a un par de metros del trono se detuvo, la expresión seria y altiva que Junsu había adoptado le obligó inesperadamente a hacer una ligera reverencia con la cabeza. El rey tuvo que sonreír por su pequeña victoria, para nadie pasó desapercibida la actitud. Changmin levantó su cabeza y Junsu hizo lo que tenía que hacer, bajó con una digna actitud las dos escaleras sobre la alfombra azul, miró de frente al bárbaro, obligándole a mantener el contacto visual, enseguida puso una rodilla en el piso, con voz firme y grave exclamó:
- ¡Su majestad Shim Changmin, Príncipe de Ilani, Dueño de todo el continente de Ítalo!, bienvenido seas a mi país, la ciudad de Arai, el corazón de Ameria te da la bienvenida.
Todos los caballeros de Ameria que no estaban muy heridos y pudieron presentarse se hincaron de la misma forma que su rey, mostrando también su lealtad.
Antes de que Changmin pueda contestar el saludo. Junsu no paró de hablar.
“En realidad no tiene modales”.
- La victoria te sonríe y el pueblo de Ameria lo celebra. En este venturoso día, según los acuerdos a los que hemos llegado, yo Kim Junsu, décimo noveno rey de Ameria te entregó mi poder, dejando en tus manos el destino de mi pueblo, rogándote siempre que seas misericordioso con él. Mi vida está a tu disposición en el momento en el que desees. Mis ejércitos pelearán por ti cuando lo requieras.
- Yo Shim Changmin, príncipe de Ilani, te saludo, agradezco la bienvenida y tu confianza. Reconozco que ningún otro hombre, líder de su nación, como tu he hallado. Te considero un magnífico rival, un hombre de valor. (A parte de ser un excelente amante, no dijo). Delante de tu corte y de un grupo representativo de la mía, yo, acepto tomar a mí cuidado tu pueblo, así como también prometo que sus habitantes, no serán convertidos en esclavos, ni se les privará de su libertad, alimentos o ningún bien de ningún tipo. He venido para negociar y todo lo que deseo hacer es buscar el beneficio mutuo entre todas las naciones que a mí se han aliado.
“Por favor has que tus hombres cumplan tus promesas”…rogó Junsu en su fuero interno.
- Lo único que me llevaré a mi tierra en este momento que me es imprescindible serás tú mismo, como parte de mi corte y en ella vivirás como el resto de mis caballeros, me servirás hasta que yo decida que has cumplido mis deseos y serás tratado con todo el respeto de tu condición.
“Eso ya lo veremos”…
- Por eso desde hoy –alzando su poderosa y enorme espada- te nombro, Caballero Kim Junsu.
Puso la hoja de la espada desnuda en su hombro izquierdo y luego en el derecho apenas tocando su ropa.
Junsu asintió con gesto solemne.
- Ponte de pie Caballero Kim Junsu. Podrás traer los bienes que desees, así como los acompañantes que desees tendrás un lugar amplio para vivir cómodamente.
El resto de caballeros también se pusieron de pie.
- Mi señor, si me llevas lejos de mi patria, ¿quién pues ha de gobernar esta nueva tierra tuya de Ameria…?
- Mi cuatro Mayor de escuadrón, el caballero Choi Kyuhyun, será el regente durante el tiempo que sea necesario. –sin girarse, estiró la mano derecha y llamó a su caballero, amigo leal desde la juventud y en quien confiaba por su rectitud e inteligencia-.
El implicado salió su sitio dentro de la formación que formaban los caballeros de Ilani, se acercó e hizo una reverencia a los dos soberanos. Junsu tomó su cetro del pedestal y se lo entregó a Changmin, quien a su vez se puso en las manos a su caballero mientras este aceptaba el símbolo de autoridad con la rodilla derecha en el suelo. Luego de tomarle juramento, se estrecharon las manos como un símbolo de paz y alianza. Entonces todos los presentes aplaudieron.
“El general Kim Junho no ha ganado el favor del bárbaro, no le permitirán suceder a su majestad Junsu”.
“Debe sentirse muy frustrado, esta era su gran oportunidad para ser gobernar por fin”.
Kim Junho sintió como su hígado y todo el resto de sus vísceras cambiaban de sitio en su cuerpo de tanta rabia que sintió al escuchar el aquel decreto, el resto de vasallos murmuraron a su alrededor, podía sentir la compasión de sus congéneres y eso le hizo sentir el sabor de la amarga hiel en su boca, externamente solo pudo morder con fuerza, aun cuando quería gritar, matar al bárbaro y a su hermano. Tenía que hablar con las criadas. Debía encontrar algo en los acontecimientos de la noche, algo que le pueda dar un arma para seguir combatiendo, esto no iba a quedarse así.
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- Y bien, ¿qué fue lo que oyeron?, no teman hablar porque Junsu nunca más será rey, como han visto él ha sido despojado de todo su poder, no podrá hacerles daño, y el bárbaro ni siquiera sabe que ustedes existen.
- Su señoría… bueno, la verdad es que ellos no hablaron mucho…
- ¿Cómo?...
- Sabemos que antes de que nos llamen a preparar el baño, un hombre muy anciano había estado aquí, pero ninguna de nosotras sabe nada de eso señor. Nos dio la orden luego de aquello.
- Bueno si nadie estuvo aquí antes es irremediable, ahora explícame eso de que no hablaron de nada…
Las criadas se sonrojaron y se agacharon al mismo tiempo, Junho las miró extrañado…
- Pensábamos que únicamente el príncipe de los bárbaros tomaría su baño, así que preparamos un juego de especias y agua caliente, sin embargo al nosotras anunciar que todo estaba listo vimos como entraron juntos al cuarto de baño. Su majestad Junsu trajo al otro hombre de la mano.
-¡¿Qué?!...
- Y por lo que oímos después…, ellos… -su sonrojo subió hasta sus orejas-.
- Lo que estás diciendo en MUY serio. Me quieres decir que su majestad siendo un hombre se acostó con el bárbaro…
- Es lo que oímos, su majestad gemía muy fuerte, como cuando los hombres están con las prostitutas en las casas de placer…
Esa descripción estuvo a un segundo de hacer sonrojar al mismísimo general.
- No necesitas hacer ese tipo de comparaciones, ¿qué sucedió luego?... –ellas se agacharon reticentes a seguir hablando, esto era demasiado vergonzoso-… si ya empezaste tendrás que terminar…-le indicó a la mayor-.
El general les había dado la misión de espiar que es lo que sucedía con ambos soberanos. Quería enterarse de los acuerdos que hicieran entre ellos, morbosamente quería saber si su hermano era torturado, así que había ordenado a este par de muchachas de la servidumbre que escuchen todo lo posible, durante toda la noche.
Las criadas sintieron como su ropa interior tornaba a mojarse al recordar. Al percatarse que los que se bañaban salían de la estancia, ellas habían continuado haciendo su trabajo de limpieza, vaciando la tina que contenía agua muy sucia y llevándose las toallas que no estaban mojadas. Cuando volvieron pegaron sus orejas a la puerta de madera que daba a la habitación real, lo que oyeron las sorprendió muchísimo, esas dos personas seguían teniendo relaciones sexuales, era muy aberrante para ellas, sin embargo los sonidos eran extremadamente sensuales, podían escuchar incluso el momento en el que los besos terminaban con un sonoro chasquido, su ropa interior se había humedecido bastante y sus mejillas se habían puesto muy rojas. Hincadas en el piso como estaban habían tenido que apretar sus muslos, porque su deseo les estaba jugando una mala pasada. Hubieran dado lo que sea para ver la escena que se desarrollaba adentro, las dos personas parecían disfrutar de la pasión de forma desaforada y extraordinaria. Se notaba lo placentero de su encuentro incluso a través de la puerta.
- Ellos salieron de la ducha y siguieron lo que empezaron en el cuarto de baño…
- ¿Toda la noche?...
- Sí, señor…
- Ustedes se quedaron dormidas…-dijo Junho sin poder creer lo que estas mujeres le estaban contando-.
- Imposible señor, con todos los ruidos que se oían…
- Así que no escucharon nada útil…
- Lo único diferente que escuchamos fue el momento en el que el príncipe de los bárbaros entonaba algo parecido a una canción, en un idioma como el que hablan los ancianos que vivían en Peonte. Era una especie de conjuro… es lo único…
- Un conjuro… mmm, ¿mi hermano dijo algo…?
- Respondió la última frase de la canción en el mismo idioma…
- ¿En el mismo idioma…? –pensó que Junsu nunca había estado en Peonte, tampoco le había escuchado hablar en aquella lengua, su madre no parecía haberle enseñado, ¿de dónde entonces podría conocerlo?-.
- Sí señor…
- ¿Y luego al amanecer…?
- A esa hora parecieron dormirse y nosotros fuimos llamadas a continuar con nuestros deberes…
- ¡Maldición!, debieron quedarse hasta que despierten… ¡Maldita sea!...
Las criadas murmuraron entre ellas, luego se decidieron, querían ser útiles después de todo, aunque no estaban seguras de qué podría significar lo que sabían.
- Mi señor, hay algo más…
- ¿Qué?...
- A la mañana siguiente de haber echado el agua de la tina en la que sus majestades tomaron el baño, sucedió algo extraño… el sitio donde tiramos el agua estaba lleno de rosas rojas florecidas que no estaban allí antes y que en esta época de invierno no lograrían sobrevivir.
Kim Junho solo frunció su ceño y dejó a las criadas después de pagarles con un par de monedas de oro, pensando en que el bárbaro era toda una cajita de sorpresas. Era homosexual y había cantado un conjuro mientras se follaba a su hermano. Definitivamente debía tener una gema en el cuerpo, sino no hubiera sido posible semejante cosa. Entonces entendió lo que aquel hombre había venido a buscar. El bárbaro debía conocer que era lo que significaba el diamante en la piel de Junsu y quería usar aquel poder en su beneficio. “Tampoco es diferente de mí, ha hecho muchos sacrificios de inocentes para encontrar lo que desea, él ha hecho cosas peores”. Y su odio creció.
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El momento de mayor tensión debía desarrollarse ahora. Changmin y Junsu como aliados salieron caminando lado a lado hacia el enorme balcón que daba a la plaza mayor del castillo. Junsu se dirigió a su pueblo como lo había hecho miles de veces antes, al verlo todos le aplaudieron, ninguno de sus súbditos le miraba con desprecio, todos ellos se habían enterado de lo valiente y hábil que se había comportado para defenderlos, a pesar de tener una extraña personalidad siempre fue justo e hizo que todos vivieran en buenas condiciones. No fue cruel y administró los bienes sin malgastarlos.
Agradeció la lealtad y la confianza depositada. Luego rogó perdón por su falta de habilidad en hacerles permanecer independientes. Explicó los términos en los que se había desarrollado la alianza y como desde ese día se viviría bajo las leyes del pueblo de Ilani. Muchos se tranquilizaron al saber que no serían esclavos, ni tendrían que cambiar la forma en la que vivían. Entonces Junsu presentó a Changmin como el nuevo rey. Una vez más todos los ciudadanos se hincaron haciendo una reverencia. Ameria tenía un nuevo rey. Shim Changmin, Príncipe de los Bárbaros quien a su vez presentó al caballero Choi y le encomendó públicamente cumplir con sus mandatos.
Por fin el momento de más difícil y el que más le preocupaba a Junsu había terminado con éxito, su pueblo había aceptado a Changmin, no había explotado el caos y él no había sido condenado a morir, así que podía continuar el festín. Enseguida varios sirvientes trajeron mesas llenas de delicias para el banquete, todos los invitados fueron maravillosamente agasajados, las carnes de los animales de montaña eran las más deliciosas y nutritivas. Varios postres de variados colores y manjares de todo tipo.
Changmin no pudo ocultar su alegría, sus ojos se ensancharon y brillaron así que olvidando cualquier forma de cortesía tomó una de las bandejas más grandes y comenzó a llenarla con todo lo que había. Junsu se sorprendió pero no podía culparlo de nada, también estaba famélico. Así que comieron con gusto. Sin dirigirse la palabra.
Entre tanto el resto de comensales se hallaba conversando, unos con preocupación, otros con expectativa. Muchos entablaron conversación con los extranjeros. Fue así que el caballero Jung y el caballero Kim Jaejoong se encontraron en una de las esquinas de la mesa del banquete. Chocaron sus miradas y esa sensación de que mirando el fondo de los ojos ajenos el mundo normal desaparecía se volvía a sentir. Fue muy difícil contener una sonrisa. El caballero Kim era hermoso como nada en mundo, su piel blanca y perfecta, sus ojos verdes, su cabello rojo, su traje blanco y dorado solo lo hacía parecer un ángel. No podía despegar ni un segundo los ojos de él. No se acordaba que debía estar siempre pendiente de su mejor amigo. Sus obligaciones no existían si Kim Jaejoong comía una fresa, sus labios se veían igual de apetecibles que aquellas frutas. Conversaciones poco útiles se desarrollaban entre los dos pero nada había que rompa su burbuja.
Luego del banquete, el salón fue limpiado eficientemente y varios músicos más ingresaron con instrumentos de cuerda y percusión, bailarines y bailarinas se colocaron al centro y empezó un espectáculo para el disfrute de los conquistadores. Dos tronos se habían colocado en el altillo Junsu y Changmin estaban sentados codo con codo. A pesar de que a los caballeros de Ilani no les había agradado esta situación, su príncipe ni siquiera había tomado en cuenta eso. Provocó un malestar pues estaba haciendo diferencias entre sus caballeros, ninguno de ellos se sentaba tan cerca, pero Junsu disfrutaba la fiesta a su lado. Sin cambiar su expresión y sin hacer notar la seriedad de su conversación siguieron mirando al frente mientras hablaban.
- ¿Te has enterado de cuáles han sido tus pérdidas?
- Quinientos soldados de a pie, cuarenta arqueros, doscientos caballos. Muchos amigos y compañeros, por lo que supe tus pérdidas son mayores.
- Sí, por mucho. –Quiso cambiar de tema para evitar que Junsu se pavonee de sus minúsculas victorias- ¿Tienes caballos a la venta?, me gustaría comprar varios alazanes.
- ¿Para qué necesitas más caballos?...
- Tus caballos están entrenados para maniobrar en estas tierras altas, los necesito para invadir Nívea.
- Así que quieres ir a Nívea… -Junsu se exaltó solo un poco, sus cejas se elevaron luego con rapidez volvieron a su sitio-. No necesitas ir con un gran ejército a Nívea.
- Lo mismo me dijeron para venir aquí y casi termino muerto.
- Nívea es un reino muy pequeño, mucho más pequeño que este y muy lejano.
- Se ve que lo conoces bien.
- La reina Amelia y su hermano el Príncipe Astor son mis parientes y amigos. Si voy contigo haremos alianza sin pelear. Puedo escribirle ahora mismo. Para que esté lista a recibirnos.
- Vaya. Todo esto es cierto o ¿me llevarás a alguna otra trampa?
- Tienes en tus manos la vida de mi pueblo, cómo podría engañarte, yo, soy un hombre muy honorable. –Esta vez no escondió ni un segundo su ceño fruncido-.
- Mejora la cara, vamos, que tus súbditos pensarán que hay algún problema. Sé que eres honorable. Más tarde decidiremos qué es lo deberás escribir en la carta.
- Sí, su majestad. –vaya que le molestaba sobremanera, cuando Junsu usaba los honoríficos siempre lo hacía con un tono que no parecía para nada respetuoso-.
- Al fin, ¿me venderás o no los caballos?
- ¿Cuántos quieres, y con qué vas a pagar? –aun los quiere, Amelia no estará dispuesta a luchar reflexionó-.
- Quiero doscientos, entre ellos muchos alazanes y pagaré con oro y plata…
- Mañana quiero los cofres en los cuarteles del sur, 200 monedas por cabeza, los caballos serán entregados al medio día.
- Si eres tan complaciente le quitas lo divertido a los negocios.
- ¿Entonces pagarás sin regatear?
- Sin duda… por esos ejemplares pagaría hasta quinientas monedas.
El precio que Junsu había pedido era por mucho más alto de su valor real, sin embargo Changmin estaba dispuesto a pagar hasta 5 veces más. Su pueblo estaría agradecido por la ventajosa venta. Sonrió por su nueva victoria.
En un momento una comitiva liderada por los ministros de Ameria ingresó al salón, ellos acompañaban a un pequeño palanquín, decorado en dorado y rojo. Haciendo que los danzantes se dispersen y el tono de la música se reduzca hasta casi hacerse imperceptible.
- Su majestad Shim Changmin, Su majestad Kim Junsu Rey de Ameria…-dijo un hombre mayor pidiendo permiso para hablar a la vez que hacía una reverencia-.
- Adelante, preséntate…
- Yo Kim Kibum, Ministro de hacienda de esta nación, quiero reconocer tu nueva autoridad con un presente. Se nos ha dado la orden de hallar a una hermosa doncella para ofrecerla a ti en representación de nuestros lazos de amistad y como símbolo de buena fortuna.
Changmin abrió los ojos sorprendido, sin poder ocultarlo volvió su mirada a Junsu, él solo asintió sin mirarlo, “Ah, entonces esto lo ha planeado él. ¿Cuál era su objetivo?”. La mujer vestida un traje amplio y vaporoso de color blanco salió del pequeño vehículo. Su cabeza estaba cubierta por especie de adorno y un velo que no permitía ver su rostro, enseguida hizo una reverencia al príncipe quedando postrada sobre la alfombra. Aun sin entender Changmin hizo un gesto aceptación y con solemnes palabras agradeció la ofrenda e hizo que Jung Yunho se la lleve a la habitación en la que reposaría en la noche. Cosa que todos tomaron con agrado.
No pudo formular ninguna pregunta pues la música llegó a un momento más intenso y la danza que había iniciado nuevamente se volvió más rápida. Entonces una bailarina se acercó y haciendo una reverencia delante de Junsu le invitó a unirse. Según la costumbre no podía negarse así que se levantó, y tomando la mano de la muchacha empezó a seguir el ritmo establecido. Sus movimientos eran flexibles y amplios, seguían perfectamente el compás de la música. El bárbaro levantó sus dos cejas al observar lo fluidos y elegantes que eran los movimientos, así como lo complicado de la coreografía.
La gente de Ameria creía en varios dioses, uno de ellos, Ismael, se complacía cuando las ofrendas eran estás intrincadas danzas. Esta precisamente se llama “Protección y Prosperidad”, y se desarrollaba siempre que el pueblo se encontraba en una situación de peligro y que necesitaba protección de sus dioses en tiempos de cambio de estación climática, durante la sucesión de un rey, durante una plaga.
El color rojo se relacionaba con la fecundidad de la tierra, con la abundancia por esto todos los bailarines vestían ese color, incluso el mismo Junsu, era una plegaria conjunta por un futuro mejor. Los lazos que formaban con sus brazos y las piruetas eran cada vez más grandes, luego todos empezaron a girar con el brazo derecho unido al centro y los brazos izquierdos por fuera, mientras rodeaban al rey que giraba en el centro. Cada vez más cerca cada vez más rápido, los sonidos más agudos explotaron dentro de la canción, la velocidad llegó al máximo, súbitamente se produjo un silencio Junsu quedó completamente quieto con sus manos levantadas mirando directamente a los ojos de su nuevo rey. Todos los bailarines estaban en actitud de desmayo en el suelo. Toda la gente de Ameria tenía sus cabezas bajas en señal de oración.
Changmin quedó impactado por la sincronización, la belleza de la música y la perfecta coordinación de todos en la danza, entendió porque el cuerpo de Junsu era tan flexible y hábil para la batalla y otras cosas. Sonrió, no se atrevió a aplaudir para no romper la solemne atmósfera.
Luego de aquello todo fue más liviano. La música fue más relajada y alegre. El resto de invitados se sumaron al baile. Incluso unas muchachas invitaron a los ilianos a bailar y estos aceptaron de buena gana, excepto dos.
- ¿Has visto a esos…? –Changmin miraba a su amigo sonreír sin miramientos mientras hablaba con el primo de Junsu-.
- ¿Qué piedra tiene el caballero Jung? –entendiendo la situación, el rey, hizo la pregunta correcta-.
- Una amatista… ¿y el caballero Kim Jaejoong? –Respondió el príncipe-.
- Tiene dos circonios en su espalda.
Al parecer las joyas tenían una especie de magnetismo cuando sus coloraciones eran opuestas. Ideas como estas llenaban la cabeza del príncipe. “No he visto a ese viejo malnacido otra vez, no se ha aparecido en medio de la fiesta, él sabe muchas cosas sobre las joyas. Al parecer ellos también son parte de esta historia”.
- Hacen bonita pareja, él es muy alto –dijo señalando a Yunho- y él muy blanco –señalando a Jaejoong-. Mi primo es muy hábil para muchas cosas y es muy fuerte. Y a la vez muy amable.
- Mi mejor amigo Jung Yunho es el hombre más leal con el que cuento. Me ha acompañado desde mi adolescencia. Es fuerte y es un jinete invencible…
- También es muy apuesto. –Junsu no pudo evitar interrumpir, no cabía duda que el hombre lo era-.
Changmin dejó de mirar a los caballeros que conversaban alegremente para enfocar su mirada molesta en la cara de Junsu que enseguida sintió el fuego de la mirada ajena y volteó a verlo.
- ¿Por qué me miras así?, ¿No te parece apuesto?...
- No, no me parece a apuesto, quien me parece apuesto es tu primo Kim Jaejoong…
Junsu no pudo evitar sentirse molesto. Entonces entendió la reacción del príncipe por su comentario anterior. Estaba celoso. Sonrió y no volvieron a mencionar el tema.
Changmin tenía muchas cosas de las que hablar con Junsu, sin embargo no sería bien visto si se quedaba solo con él y pasan toda la noche juntos, así que indicando que tenía algo que decir se llevó a los que conversaban y a Junsu aparte. No sin antes dejar a Choi Kyuhyun al mando de las actividades en el salón. Las criadas los condujeron al salón del consejo en donde una enorme mesa cuadrada de madera dominaba el espacio.
Jae y Yunho tambien estan destinados, que emoción. Haber si le parece a Junsu lo que haga Min con su regalo. Deben cuidarse de Junho porque ahora este sabe su secreto.
ResponderEliminarGracias!!!