La magia que domina mi cuerpo.
Nadie les había enseñado que existía ese tipo de sensaciones, este tipo de situaciones. Nada podría servir de antecedente que les prepare para sentir lo que habían sentido.
Al instante de volver a probar su esencia un espacio blanco e infinito se había abierto detrás de sus párpados cerrados, un espacio tan inmenso en el que no había horizonte, por lo tanto ni cielo ni tierra, era como el lado contrario de la oscuridad, la única fuente de luz y el centro mismo era el cuerpo luminoso de Junsu. Se aferró con desesperación al cuerpo, quería tomar de él esa energía que le llenaba de vitalidad, que le hacía olvidar el dolor del cuerpo, del alma, la soledad, que le hacía feliz.
“Ah valido la pena, sin duda, lo volvería hacer si fuera necesario”.
El beso terminó después de varios minutos con ambos completamente jadeantes. Los grises ojos se veían vidriosos y eran más luminosos de lo que podía recordar. Se fijó en todos los detalles de aquellos maravillosos iris. No pudo detener su satisfacción al encontrar esa relajada expresión y sonrió de medio lado. Inevitablemente obtuvo una sonrisa de vuelta, sin embargo se percató de que aquella era la sonrisa más dulce e infantil que había visto jamás, no era de este mundo, tuvo que besarlo delicadamente para comprobar que era real y no se lo estaba imaginando, el otro hombre solo pudo sorprenderse, sin dejar de sonreír por su arrebato, se separó solo un poco.
- ¡Mi señor!, tus heridas también han desaparecido… -dijo emocionada la voz del viejo-.
Junsu le envió al viejo la cara más agria que pudo. “¿Cómo?, ¿no se ha marchado todavía? Ninguna persona en su sano juicio se quedaría a observar una situación como esta. ¡Por Ozus!. Ahora lo único que sé es que no moriré hoy. Esto que sucede con nosotros al parecer es obra de las joyas de nuestra piel”.
- Sí… -separó un poco más del cuerpo más pequeño, temía perder el contacto de su piel tan caliente, eso sí, jamás perdió de vista sus ojos, tuvo que comprobar con su mano derecha, buscó en su costado izquierdo, milagrosamente no había nada, ni herida, ni sentía dolor, solo sangre seca, sonrió más ampliamente, no había nada más que comprobar, ahora solo quedaba saciar sus otras necesidades apremiantes.
- Viejo, creo que debemos hablar mañana con más calma, te haré pagar lo prometido, por hoy te perdonaré la vida-.
“No me disculparé hasta que mi heredero haya nacido, solo ese día habrás salvado tu cabeza viejo”.
- Entonces será mañana…-el viejo sacó el aire contenido, salvar el pellejo de la ira del bárbaro no era algo que se pudiera contar con facilidad así que se retiró mansamente-.
- Antes de irte, pide a las criadas que me preparen el baño…y dile al caballero Jung que ya estoy bien que no se preocupe más. Nadie absolutamente puede entrar hasta yo lo ordene y que él también debe descansar.
- Su alteza… -el viejo hizo la reverencia habitual y se marchó, al girar toda la hilera de sus dientes amarillos y manchados apareció en señal de victoria-.
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La habitación tenía muy poca luz, con la nueva sensación de ligereza en el cuerpo y luego de hacer un enorme esfuerzo para soltarlo, giró, luego de buscar tomó un ligero candil y con el terminó de iluminar la estancia, necesitaba admirar a esta excepcional persona y tratar de entender.
- Si te quito las cadenas, ¿huirás?...-lo dijo sin mirarlo, esperanzado-.
- Sin dudarlo un segundo…-el moreno hizo un puchero y frunció el ceño al escuchar-.
- Te decapitaré si te vas… mejor aún, decapitaré a todos tus caballeros delante de ti.
- ¿Chantaje?
- Sí, pero sería mejor que te quedaras por tu propia voluntad. –el tono de voz era lo más amenazador posible-.
“Si supieras lo mucho que he querido conocerte, incluso desde que supe tu nombre, ¡me vestí de mujer!, ¿cómo podría marcharme?”.
- Si me lo pides así, me quedaré…-dijo de forma muy aristocrática incluso levantando su mentón, sonriendo después-.
Changmin meneó la cabeza, divertido. Era evidente que el rey tenía una personalidad graciosa y poco indulgente, soltó las cadenas y el peliazul, respiró aliviado, mientras se frotaba las muñecas adoloridas y comprobaba sus talones amortiguados, que enseguida quedaron sin ninguna marca o dolor, luego se acomodó sobre los hombros la sucia camisa que había estado colgando de sus codos. Debía mantener lo poco que quedaba de su imagen e intentar ocultar un poco su hombría hinchada y necesitada. Sus mejillas no dejaban de estar rojas por lo que huía de la escrutadora mirada de su enemigo. Una vez más como ya lo había hecho antes, el príncipe se paseó con un odioso talante con las manos detrás de su espalda alrededor de la maltrecha figura del rey.
“Sinceramente, esto le pondría los pelos de punta a cualquiera. ¿Pensará que me van a salir pelos en la cara? Sus ojos parecen los de algún animal hambriento”.
Aunque lo miraba una y otra vez, no lograba comprender como es que una persona así existiera y luego, que fuera cierto que siendo un hombre podría tener un hijo, sin embargo no se atrevía a preguntarle nada, ni siquiera sabía por dónde empezar. Sus ojos grises eran escrutadores también, sus brazos estaban cruzados, el ceño del rey estaba empezando a fruncirse, su pie estaba golpeando el piso de forma impaciente. Sin embargo en ese preciso momento…
- Señoría, el baño está listo… -detrás de una puerta lateral, interrumpió el escrutinio, la voz de una criada que tenía el característico tono de la gente que vivía en esas tierras altas, arrastrando un poco las palabras-.
- Ven…
La mano que agarró la suya lo tomó por sorpresa, esta vez era Junsu quien le conducía a la estancia del baño, cruzando un par de puertas. Siendo un palacete, el espacio para tomar el baño estaba recubierto con paredes altas de mármol finamente talladas, era muy elegante y amplio, en la enorme bañera cabían dos personas holgadamente. Era muy acogedor. Las criadas salieron, dejando toallas y ropa limpia sobre un mueble, con pasos invisibles cerraron la puerta contralateral igual tallada bellamente en madera oscura, sin decir una palabra y sin levantar los ojos siquiera, aparentemente. Este recinto también estaba muy bien iluminado además de perfumado.
Changmin necesitaba como un loco limpiarse, así que se quitó la ropa lo más rápido posible.
- Así, le quitas lo interesante…
- No estoy aquí para complacerte… -después de contestar cayó en cuenta de que el tono de voz del rey era diferente, giró su rostro y la mirada era descarada igual que su ya no tan infantil sonrisa, esto era un juego, un juego de seducción- mira tú, ¿quién es el pervertido ahora?...-sonrió expectante-.
Ganada ya la atención del bárbaro, Junsu se quitó la camisa solo echándola hacia atrás, dejó que el resto del movimiento lo hiciera la gravedad, la prenda cayó sin mucha sensualidad por su mala condición, pero no perdió el efecto de seducirlo, le notó los ojos resbalarse por toda su piel expuesta. Después de observar y sentir mil galaxias en el cielo nocturno girando a su alrededor solo por aquel beso, se había rendido, estaba reducido a un mero adorador más del bárbaro. Desprendió el pantalón con malicia, se sintió victorioso cuando el moreno no pudo evitar levantar las cejas al mirar el resto de su cuerpo desnudo.
“Ahí está, mira, mis piernas son más musculosas…, sí ya sé para donde van tus ojos, mi trasero también es más grande”.
Sus rodillas se aflojaron un poco cuando el príncipe le sonrió aprobatoriamente con una expresión juvenil. Era en realidad una persona con una belleza arrebatadora. Entraron juntos a la bañera, esta vez Changmin se acomodó detrás del otro hombre, nunca estaba de más ser precavido, no le permitiría escapar otra vez. Arrimado a la bañera acomodó al más pequeño entre sus piernas, apretando la espalda de aquel contra su pecho. Una vez más oyó un jadeo en el instante mismo en el que el zafiro negro tocó la piel de la espalda, además de un estremecimiento.
- En esta posición su majestad no podré “ayudarte con tu baño”…-dijo con sarcasmo en un susurro el rey-.
- No requiero que lo hagas, con que te quedes quieto me basta. –la voz en un tono grave se expandió con su suave vibración desde los labios de Changmin por todo el cuerpo de Junsu, provocándole más dolor y necesidad, estaba a un segundo de rogar que lo bese-.
Afuera el tiempo no había mejorado y la tormenta arreciaba otra vez, el cielo de medio día estaba tan oscuro como si fuera hora del atardecer.
Le aprisionó en sus brazos, mientras paseaba su nariz en el cabello, inundando su cerebro con su penetrante olor a roble y a sudor. Jugando, mientras le apretaba el pecho con la mano izquierda y tapaba su nariz con la mano derecha, deslizó su espalda hacía abajo y los sumergió a ambos en el agua. El otro quiso zafarse sorprendido pero no hizo ningún movimiento brusco, solo dejó de respirar. Desde el fondo del agua podía sentir el peso del otro cuerpo, observar el cabello azul flotar libremente, el filo de la blanca bañera, las paredes de mármol, los candiles, era una costumbre que tenía desde niño. Mirar el mundo desde dentro del agua. No había podido darse un placer así hace tiempo.
Estaba pensando en el hecho de que el cuerpo de Junsu no pesaba mucho sin embargo en un instante le pareció ver claramente sus campos de cultivo en Miltia verdes y abundantes como no lo habían estado nunca, parpadeó para alcanzar más detalles pero la visión se detuvo. Inmediatamente y de la misma forma los sacó del agua. No quiso pensar en eso, ya habría más tiempo mañana. Escuchó a Junsu respirar profundamente y antes de que pueda emitir una queja, agarrado de su cuerpo siguió besando su cuello, mientras el otro acomodaba su postura para que el otro abarque todo lo que pudiera con sus labios. Luego cambió de lado para seguir besando con esa misma vehemencia. No duró mucho, ahora su boca le necesitaba. Junsu ofreció sus labios nuevamente, y el príncipe libó sin restricción, su mano izquierda se deslizó por el blanco pecho, delineando los músculos, luego bajó al abdomen y se detuvo en el diamante, examinándolo solo con el tacto, manipulándolo. Junsu tuvo que romper el beso y gritar muy fuerte, fue extremadamente doloroso y placentero.
- ¡¡AHHHHH…!!
- Tranquilo, ¿estás bien?...-Changmin se sorprendió por la enérgica reacción-.
- Sí… -dijo tragando saliva y volvió a pegarse de los labios ajenos-.
Satisfecho de la respuesta obtenida, recordó que debía pagar una deuda. Su mano descendió un poco más, tomó el miembro necesitado y le propinó un masaje firme y constante. Subía y bajaba mientras el otro se agarraba firmemente a los bordes de la tina, se le notaba que intentaba no moverse como loco, pero fallando, el solo toque le obligaba a golpear su cadera contra la mano del torturador. Sus gemidos eran tan agudos y excitantes que parar no estaba permitido. Movió su mano, hasta que pareció que el otro iba a perder la razón, por la forma en la que su cabeza se agitaba de un lado a otro, por su cuerpo en una especie de convulsión. Quiso hacerle recordar quien era el que le estaba brindado ese placer y detuvo un segundo el movimiento, apretó el agarre. Del susto y el dolor Junsu tuvo que abrir los ojos y volverlos a cerrar con fuerza.
- Changmin no me tortures más… deja que me libere…-escuchar su nombre sin formalismos en esa voz rota, le hizo de hule la columna vertebral, así que se portó piadoso-.
- Hazlo, libérate para mí…
El cuerpo de Junsu convulsionó en sus brazos de manera violenta y su blanco esperma que salió en gran cantidad, se disolvió en el agua. Gritando su nombre libremente, haciéndole sentir el dueño del universo. El eco en aquel espacio vacío extendía el placer de escucharlo. Pensando seriamente, a Changmin esto empezaba a darle un poco de miedo. “¿Cómo es que las sensaciones pueden volverse así de intensas tan solo con tocar las gemas, o su piel, o besar sus labios?” Necesitaba descubrirlo todo pero antes debía poseerlo.
Mientras el otro regresaba de esa dimensión, Changmin aun adolorido, le limpiaba el cuerpo amorosamente con una esponja, desde la cabeza y el pecho hasta las piernas. “Sí, así es como debe ser. Así se siente perfecto”. Separó los cuerpos solo un poco para limpiarse el mismo, en un santiamén toda la sangre seca, el barro y el sudor estuvieron fuera. Recordó a sus soldados y rogó que todos los demás estuvieran ya tan aliviados como él. Se sentía culpable pero no había podido hacer las cosas diferentes.
- Deberás tomar la responsabilidad su majestad…
- Prefiero que me llames por mi nombre… -“en tu voz es increíblemente placentero”-…Junsu.
- ¿Es una orden? –Sin dejar que el otro responda siguió hablando- Entonces, Changmin, ¿tomarás la responsabilidad por esto? –puso mucho énfasis al pronunciar su nombre, arrastrando las palabras en el acento de la gente de su pueblo, el bárbaro se sentía complacido-.
- ¿De qué manera debo hacerlo? –Dijo con genuina curiosidad-.
- Una vez iniciado deberás llegar hasta el final…
- ¿Es una amenaza o un ofrecimiento…?
- Tómalo como quieras…
Sin hacer tiempo para secarse o vestirse el bárbaro se tomó enserio la provocación y sacó al muchacho del agua tibia y sucia, ya no tenía paciencia, estaba realmente MUY adolorido, Junsu resbaló al salir de la tina de baño, así que fue rescatado y cargado como costal y colocado al hombro, se rio de una manera tan escandalosa que el bárbaro comprobó el chisme del viejo, se reía “como un loco”. Llevarlo al hombro no era demasiado esfuerzo, dada su fortaleza física ahora renovada. Al llegar al pie de la cama con postes, sin dosel, colocó su carga sin cuidado y antes de que el otro tenga tiempo de reclamar ya estaba sobre él, besándolo como si la vida dependiera de la cantidad de saliva que puede tomar de la boca ajena.
Las piernas del más pequeño se enrollaron en su cadera tan fuerte como si se hallara apretando la montura durante una lucha, sus brazos se aferraron a la espalda como un náufrago en el mar.
Mecerse era lo único que necesitaba, deseaba con todas sus fuerzas poseer hasta el último espacio del cuerpo de esta persona. Necesitaba sentirle con todo su ser, no se sentía como una necesidad animal era una necesidad del espíritu por tanto mucho más consciente, obsesionante y demandante.
La boca de Changmin se deslizaba sin cuidado por la piel mojada de su cuello, podía sentir sus dientes mordiéndolo tan superficialmente que era doloroso pero placentero como nada en el mundo. Sus manos eran tan toscas, apretaban su cuerpo sin compasión y era glorioso, incluso sentirlas resbalarse, todo era maravilloso. Cada mínimo roce era divino. Junsu no le permitía alejarse mucho de su boca, apenas intentaba recorrer el resto de su cuerpo el mismo le llevaba de vuelta, es que su saliva producía una sensación de furia, lujuria y satisfacción que era adictiva. Nunca antes había tenido sexo completamente desnudo, nunca le habían besado así y como es obvio nunca había gemido tanto. El asombroso miembro del bárbaro, empezó a mecerse en medio de sus nalgas, “el agujero se romperá” pensó y abrió los ojos asustado, deteniendo cualquier movimiento.
El hombre del cabello azul era demandante, egoísta y reclamaba su boca una y otra vez sin permitirle enterarse de cómo se siente besar el resto de su magnífica piel. Pero ya no aguantaba más, necesitaba estar dentro y su miembro había estado a punto de probar el cielo. Sin embargo su cerebro hizo el máximo esfuerzo en recordarle lo que debía hacer antes de tomarlo.
Ahora debía empezar a recitar el hechizo…los ojos de Junsu estaban abiertos, vidriosos, completamente alerta, asustados. Era muy difícil estar concentrado y recordarlo todo con el miembro a punto de reventar. Haciendo un esfuerzo sobre humano empezó la canción en el idioma original.
*N.E: la traducción se incluye para que podamos comprender*.
Aeka Naru yo ni
Togitsumugamu
Manafuta ni hayuni ama no hara
Ishuku wa kashiku tsutsumikomi
Ai yori no
Chiguiri musubanu
Iki no you ni
Akarashima kaze wo matoitari
Imashi to ware to
Doku shienu
Akaki kokoro wo
Kaze wa matoite
Chigiri musubaru
En un evanescente anochecer
Una historia a mi amigo le cuento
Reflejada tras mis párpados cerrados en un dulce campo.
Sin miedo, con cariño, te abrazo.
Estoy junto a ti
Gracias al amor
Contraigo un pacto contigo
Y como la respiración
El cielo te envolverá
Tú y yo
Juntos estaremos donde quiera que vayamos
De rojo corazón
Envuelto será el viento.
¡Forja el contrato!
“Su canción está en mi cabeza, sé que definitivamente la he oído antes…”
“Podría tocar el cielo únicamente escuchando su voz susurrando esa canción”.
“Es como si me atara a su esencia, como si me convirtiera en su esclavo, pero las cadenas son de seda, no ha atado solo mis brazos o piernas, él ha atado cada minúscula parte de mi cuerpo, más allá de eso, mi alma misma, este “vínculo” se siente natural y delicado, como la necesidad de respirar, se ha convertido en mi aire, ahora solo podré vivir a través de su existencia. Es como haber llegado a casa. Me siento extraño, soy débil y soy invencible”.
*La conexión*, es infinita, de alguna manera extraña parece como si ambos fuéramos mitades un todo, Junsu es mío, no sé desde hace cuánto tiempo, solo sé que ha nacido para mí una vez más.
Mientras el otro se hallaba perdido en la magia de la canción que forjaba “La conexión”, Changmin había usado sus dedos para hacer que el estrecho espacio que iba a profanar le acepte sin mucha reticencia. No había sido muy cuidadoso por lo apremiante de su deseo, sin embargo cuando tocó el sitio correcto, Junsu despertó de su ligero trance, y con voz demandante lo obligó a reemplazar los dedos con su miembro.
A pesar de la premura entró en el cuerpo ajeno, ahora sí, lentamente, con cuidado, como cuando cuidas lo que te ha costado conseguir, podía ver los ojos grises llenarse de lágrimas, los abundantes labios siendo mordidos y la mandíbula apretada con el único propósito de no emitir queja. Iba detenerse, ese bello rostro no merecía sufrir de esa forma, pero un brazo lo detuvo, un ligero movimiento de la cadera ajena, le instó a seguir.
Su cuerpo se impulsó hasta el fondo levantando el cuerpo del otro en el acto, quedó aturdido unos momentos por lo apretado que se sentía. Tuvo que gritar para liberar su dolor que inmediatamente se convirtió en placer.
- ¡Junsu!
- ¡Espera…! No te muevas, duele…mucho…-el cuerpo del rey fue destrozado por dentro, ninguna preparación sería suficiente para alojar a un miembro de ese tamaño-.
Changmin pensó que era muy fácil para Junsu hablar, él no era quien estaba apretado en el cielo de su agujero, necesitaba moverse con urgencia. Pero las lágrimas le conmovieron hasta lo más profundo de su corazón y se las bebió todas. Su cara con el llanto parecía la de un niño pequeño. Luchando contra sí mismo esperó un par de minutos. En los que Junsu suspiró agradecido.
- Ya… puedes moverte…-se había acostumbrado a la idea y ahora se sentía, aunque muy adolorido, curioso-.
- ¿Estás seguro?...-la pregunta era un mero formalismo-.
- ¡Demonios, he dicho que te muevas!, ¡ya estoy bien…! –“lo que sea que esté por venir no puede ser tan malo, sus besos y caricias todos han sido buenos”-.
- Que mal humor tienes…
“No tengo mal humor, estoy asustado, no eres tu quien tiene algo en su *agujero*”.
Como para probar Changmin embistió con un poco de fuerza y Junsu berreó como condenado, “prueba positiva”, continuó penetrándolo con su miembro, una vez, otra y otra con ritmo moderado, hasta que Junsu se unió a su propio ritmo. Se apoyó en sus rodillas para tener firmeza y fuerza. Se hundió con toda la necesidad guardada ya tres días, le parecían una eternidad, desde aquella primera noche vivió en el infierno, soñando con esos ojos grises.
Todo, absolutamente todo era placentero e intenso en Junsu, su manera de moverse, la forma en la que los músculos de su tórax se contraían con cada respiración profunda. Le encantaba ver su abdomen hundirse en cada embestida. Jamás pensó que ver el miembro de aquel apretado entre ambos cuerpos le parecería tan apasionante. Ver su cara en éxtasis le hacía pensar si era en realidad tan profundo el placer que sentía. “Él disfruta mucho todo lo que yo le doy”. Se apoyó en sus antebrazos, para estar más cerca de su cara. Para poder besarlo. Su sudor tenía un sabor tan exquisito que se prometió que lo lamería por completo. En ocasiones Junsu gemía, gruñía, maldecía, se mordía o lamía sus labios. Gritaba su nombre, era maravilloso. Por eso Changmin presentía que nunca jamás podría apartarse de él. Le adoraría para siempre. “Adorar”, esa era la palabra precisa, Junsu era una especie de semidios y él se declaraba su ferviente adorador para siempre. “Junsuismo” pensó con gracia.
No parecía que alguna vez pudo sentir tanto dolor y al mismo tiempo tanto placer, era tan potente que le quitaba la razón y el rango, sentir el enorme y venoso miembro salir y entrar de su interior y sus labios besarlo, no tenía precio. Sus piernas se abrieron todo lo que su flexibilidad le daba para recibirle y acunarle mejor en su pelvis. Los dedos de sus pies se retorcían intentando afianzarse mejor a las sábanas, quería estar bien sujeto para recibir la violencia de los envites. Veía puntos de colores, escenas de espacios diferentes. Como una noche estrellada. Creyó desmayarse cuando Changmin tomó su miembro y comenzó a masturbarlo.
- ¡No… no más!, no podré sopórtalo…-gritó desesperado, el placer ingresando por tantos sitios amenazaba con quitarle el juicio-.
Y no pudo, se derramó desordenadamente, manchando todo el alrededor de su semilla, caliente y espesa. Gritó y luego quedó exánime. Changmin se sorprendió, que Junsu se corriera antes que él. Así que para no ser descortés besó los labios jadeantes y con sus últimas fuerzas se empujó tan profundo que alcanzó también el cielo.
El contrato estaba forjado con fuego, solo la muerte de uno de los vínculos podría romperlo.
Cuando alcanzó el orgasmo más brutal de su existencia sintió sumergirse completamente en un mar de agua clara color verde o gris, “como si estuviera en los ojos de Junsu”. Se sintió pequeño al perderse en aquel mar. Era muy cálido, como el vientre materno. Se sintió amado y poderoso. Se sintió capaz de todo. Se sintió en casa. Y completamente satisfecho se durmió.
No pasó mucho tiempo, menos de un par de horas cuando sintió los labios de Junsu paseándose sobre su pecho. Lo tenía sobre sí, acariciando su zafiro con la lengua. Tuvo que levantar sus ojos para hallar los contrarios que parecían brillar en la semi-oscuridad.
Junsu mantuvo la mirada en los ojos turquesa mientras con su lengua exploraba el zafiro parsimoniosamente. Changmin sintió su erección crecer tan rápido que tuvo que arquear su espalda, golpeando su cabeza en el espaldar. El grito que salió de su garganta fue animal. Agitado tuvo que volver, aquel que seguía sin quitarle los ojos de encima bajó con su lengua por su xifoides, reptó con su cuerpo hacia abajo, lamiendo la piel entre los poderosos músculos rectos de su abdomen parte por parte, Changmin tuvo que contraerlos por las mariposas que sintió al entender las intenciones.
Solo para mirar lo que estaba haciendo el rey cortó el contacto visual. Obligó a Changmin a flexionar las piernas y abrirlas, luego tomó su miembro henchido con ambas manos y sin preámbulo alguno se lo tragó. Changmin vio estrellas y golpeó nuevamente su cabeza al volver a arquearse. Luego se levantó un poco apoyado en sus antebrazos para ver como Junsu chupaba su miembro. Clavándole levemente los dientes, cubriéndolos con sus abundantes labios. Jamás vería de nuevo con la misma actitud aquella boca. Nunca podría imaginarse que semejante boquita con una sonrisa tan dulce pudiera ser así de lujuriosa y experta. “Soy el primero, ¿cierto?, solo yo lo he poseído así ¿cierto?, si es así quiero ser el único”. Dejó de pensar cuando sintió que su miembro iba más adentro en la garganta ajena.
Desde su privilegiada posición podía ver los ojos grises brillar con su vigorosa luz, su cabello azul, su perfecta espalda moverse al ritmo de su felación y la cima de sus enormes nalgas mecerse. No pudo soportar, era demasiado erótico, demasiado estimulante y se corrió una vez más. Fue tal la cantidad que aunque Junsu tragó todo lo que pudo, mucho de aquello se regó por la comisura izquierda de su boca.
Jadeando sorprendido por la desaforada reacción de su cuerpo, Changmin se incorporó para agarrar al peliazul de los hombros, este volvió a sonreír de aquella forma en la que le hacía pensar que era un niño pequeño.
- Tu sonrisa puede parecer la de un ángel, pero tu cuerpo está lleno de lujuria…
Junsu le miró con ojos penetrantes, sonrió misteriosamente y luego le mostró su lengua con el blanco esperma, mientras abría la boca lentamente. Esta acción dejó bloqueado a Changmin, que tuvo que responder metiendo su lengua dentro de aquella sugerente cavidad inmediatamente. El sabor de ambas salivas mezcladas junto a su propia semilla era tan potente que los dejó mareados. El besó terminó. Ambos cayeron de espaldas sobre el colchón-.
- Esto no es normal…-dijo jadeando Changmin-.
- No, no lo es… este deseo tan descontrolado… no deber ser natural, alguien podría castigarnos por abusar de nuestro cuerpo…
- ¿Quién nos castigaría…? ¿Ozus?...
- Tal vez…
- Ozus (el dios de aquella tierra) es un tipo incestuoso que violó a su hermana, tuvo un hijo con ella y encima lo anduvo pregonando…no creo que tenga mucho que decir sobre este asunto…
Junsu se rió estruendosamente otra vez.
- No eres muy creyente…
- No…
- Entonces, tienes razón. ¿Sabes…? Mientras dormía he tenido un sueño…
- ¿Sobre qué…?
Junsu no habló. Se giró y pegó nuevamente su espalda al pecho del príncipe que tan solo un instante antes había tomado asiento, se restregó suave y lento a su piel como un gato, lo dejó mudo. Ya era la segunda vez que el peliazul empezaba todo. Changmin no sabía como pero ya estaba listo para follar. El rey le tomó de las manos y se las puso sobre su rostro, el mismo las llevó por todo el espacio, le hizo acariciar sus párpados, su nariz, mordió inocentemente uno de los dedos, luego bajó por su cuello, Changmin estaba deleitado solo dejándose guiar, Junsu le estaba enseñando como le gustaría ser tocado. Luego acarició desde sus hombros uno a uno sus brazos por el dorso y por la parte interna…de pronto indeciso se detuvo.
- ¿Quieres que continúe solo…?
Junsu suspiró, tomando fortaleza para seguir.
-No, déjame continuar igual-.
Continuó con las manos ajenas por sus pectorales, el príncipe apretó la carne con saña, el de ojos grises jadeó encantado. Luego masajeó sus pezones con las palmas abiertas. Junsu arqueaba su espalda en respuesta apoyando su cabeza en el hombro derecho.
- Eres tan hermoso -le dijo al oído-. Eres tan sensible, me encanta cómo reacciona tu cuerpo cuando lo toco.
- No me hables como si fuera una mujer. Cállate. Todo esto es tu culpa, esa bendita joya de tu piel me vuelve loco…
- Lo sé… porque tú me provocas lo mismo…
Changmin comenzó a besar el cuello y siguió bajando sus manos aun con las manos de Junsu sobre ellas, acarició todo el abdomen, pero no tocaba el diamante apropósito. Como para torturarlo. Forcejeando un poco Junsu lo obligó a hacerlo. Cuando el moreno acarició la joya el rey volvió a gritar tan fuerte y tan jadeante, se soltó de sus brazos y se hincó hacia adelante separó sus piernas y apoyó sus puños en sus rodillas, su respiración era muy agitada. Al principio Changmin no entendió, tal vez Junsu necesitaba un poco de espacio.
- Dobla tus rodillas, me sentaré sobre ti…- “es tan vergonzoso, y sin embargo no quiero parar cada vez que obtengo el clímax mi cuerpo quiere más una y otra vez”-.
Cuando el príncipe estuvo en posición con las rodillas flexionadas y sentado sobre sus muslos, Junsu levantó su cuerpo, y retrocedió de espaldas. Entonces Changmin entendió que era lo que el otro quería. Así que sujetó la cadera ajena con su mano izquierda y sin preparación alguna ayudándose con su mano derecha penetró a Junsu mientras él dejaba su cuerpo caer sobre su miembro. Todo su peso hizo que se amolde tan profundamente en su interior que ambos gritaron incoherentemente.
Entonces comenzó a moverse. “Incluso eres capaz de hacer este tipo de sueños realidad”. Sostuvo las manos de Changmin sobre su cuerpo resbalándolas por su pecho y abdomen gritando por el dolor, gimiendo por el placer con toda libertad, sin recato alguno. Sus fuertes piernas le ayudaban a subir y se dejaba caer para sentir ese placer tan infinito, los minutos parecía estirarse y desdoblarse extendiendo el placer, transformándolo en algo sublime y eterno. El placer se duplicaba, como si esto fuera posible, cuando su espalda lograba rozar el zafiro negro del pecho del príncipe, entonces ambos gemían mucho más fuerte. El chasquido de las pieles húmedas era muy estimulante.
En algún instante Junsu disminuyó su velocidad porque estaba llegando a su límite así que Changmin sujetó las caderas con sus enormes manos, así le obligó a mantener el ritmo, arriba abajo, y de vuelta. Era brutal. El dueño del zafiro negro quiso saturar a su pareja, quitarle la razón, para sentir la dureza del miembro llevó su mano hasta él, con solo tocarlo ligeramente Junsu se corrió violentamente una vez más, quedó respirando con dificultad sobre el otro cuerpo, con la cabeza echada hacia atrás apoyada nuevamente en su hombro. Escucharlo gritar su orgasmo tan bestialmente lo catapultó así mismo sin reservas a ese abismo blanco en el interior del rey.
Sin poder sostenerse cayeron hacia un lado, lo bueno era que la cama era enorme. Changmin retiró su miembro y abrazó a Junsu por la espalda, usó lo último que le quedaba de fuerza para taparlo y se quedó dormido inmediatamente.
Junsu era como un niño pequeño, ni siquiera debieron haber dormido dos horas cuando empezó a revolverse.
- ¿Has tenido otro sueño…? –dijo Changmin adormilado-.
- No, pero no quiero dormir más…
- No sé cómo te queda tanta energía…
- Si estás cansado solo debes tocar mi diamante…
- Lo sé… ¿Quieres hacerlo de nuevo…?
- Es obvio, ¿no?
Junsu volvió a guiar a Changmin, el príncipe tenía que reconocer que las ideas del rey eran simplemente magníficas. Tenía mucha imaginación. Le hizo sentarse nuevamente y arrimar su espalda al respaldar de la cama. Luego se sentó a horcajadas sobre él. A Changmin le encantaba la extraña manera que tenían sus ojos de brillar, sus pupilas tan dilatadas le llenaban orgullo, “Sí, soy yo quien te roba la razón y te vuelve un esclavo”. Sonrió de esa manera tan hermosa.
- Deberías dejar de sonreír así mientras lo hacemos…
- ¿No te gusta mi sonrisa…?-hizo un gesto de tristeza fingida que para nada le quedaba en su rostro-.
- Cuando sonríes así, pareces un niño, me haces sentir un criminal enfermo…
Junsu rio de nuevo.
- Entonces no te dejaré ver mi cara…
Y se pegó a la boca de Changmin avasallándola con su lengua ansiosa. Cerró sus brazos tras su nuca y lo apretó más, las joyas estaban en contacto perfecto. Las manos de Changmin se resbalaban por la perfecta espalda de hombre de cabello azul, apretaron sus nalgas, en respuesta Junsu comenzó un movimiento ondulante sobre él.
- Espera, Junsu, no tan rápido otra vez…
- Vamos, como cuando querías matarme, no tengas piedad… tú eres perfecto, eres enorme, yo me muero por tenerte dentro…
- No hables así…
- Fóllame otra vez…
Las palabras de Junsu parecían ser lenguas de fuego que abrazaban su cerebro y su razonamiento. Así que una vez más sin cuidado levantó a Junsu de su posición, calzó su glande en la estrecha entrada y soltó el otro cuerpo para que este con su peso se encargara solo de hacer que el otro esté lleno.
- Sí…ah… Changmin… eres mi dueño…
- Eso es grita, grita que escucharte me complace…
Mientras su cadera se mecía impulsada por sus piernas con todas sus fuerzas, el placer que le producía la profunda penetración le obligó a arquear su espalda, en ese instante sus ojos resbalaron por el retrato que estaba sobre la cama de sus padres.
>/////< woooo~~~ ... me gusto mucho el capítulo y me encanta la historia... sólo me gustaría saber más del Yunjae ^w^, espero con ansias la continuación, gracias :)
ResponderEliminarPor todos los shinki dioses, OMG!!! que profundo...estos chicos NO PARAN!!! WOOOWWW, lo amé...
ResponderEliminarJunsu se transformo en un insaciable sexual y a Min no le queda mas que tocar el diamante para reponerse y complacer a su rey, pero le encanta, jajaja...
ResponderEliminarOmg q capítulo más sexoso y brutal como me gusta,,,*o*,,,si Junsu se volvió insaciable,,así es minnie vuelvelo tu esclavo y q nadie pueda quitártelo, q cuando regrese al palacio bote a las supuestas esposas,,,con esto Junsu dentra trillizos jajajaja,,,más yunjae aunq sea un poquito poco más..
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