- ¡Ey tú!... –dijo un carcelero en uniforme azul, señalándolo- prisionero Kim Junsu, tienes visita…
- Si es el policía ese, no quiero verlo… -respondió con su tono de jefe autoritario, sin voltear siquiera su cabeza-.
- No soy tu mensajero, ¡levántate…!- el funcionario traía cara de pocos amigos adelantó sus pasos hasta el chico, al escuchar el mal tono del muchacho, solo puso los ojos en blanco y se acercó para de la camisa levantarlo, parecía extraño, este chiquillo siempre era amable y cuando venían sus otros amigos salían muy contento, excepto cuando venía “el policía ese”, seguro era el que lo había metido preso-.
Changmin esperaba en la sala de visitas, una habitación blanca, de 4 x 4 metros, con un par de mesas y sillas de madera de pino solamente lacadas, un haz de luz diagonal se colaba por una ventana pequeña y elevada a las tres de la tarde. Su rodilla derecha estaba moviéndose hacia arriba y hacia abajo, mil veces por minuto, sus dedos golpeaban nerviosamente la mesa que tenía delante. No podría soportar que Junsu no quisiera verlo, no una vez más, había pasado casi un año, ¡Un año!, jamás recibía sus visitas. Tenía noticias de él, únicamente por lo que le habían contado unos amigos encargados de los presos, pero nada más. Su corazón estaba completamente atribulado, no había tenido la oportunidad de verlo antes de que ingrese al reclusorio, después del juicio. Le dolía el cuerpo de la insatisfecha necesidad de abrazarlo y pedirle perdón, de poder decirle que todo estaría bien y que él haría lo que fuera necesario para sacarlo antes, que lo amaba y que era enserio, pero todo estaba en su pecho y cada vez que respiraba dolía, ahora mientras esperaba, dolía un poco más. Habían pasado ya veinte minutos de las dos horas que duraba la visita, no estaba calmado, quería empezar a llorar, para que nadie viera su estado, se mantenía sentado de espaldas a la puerta. No soportaba más, así que puso sus codos en la mesa y se agarró la cabeza, hundió sus dedos en el cuero cabelludo con rabia, esa acción y su frenética frecuencia cardiaca le impidieron escuchar que la puerta se había abierto, que dos personas habían entrado y que una se hallaba sentada frente a él.
En el umbral de la puerta Junsu se detuvo sin querer dar el siguiente paso, no sabía qué tipo de reacción iba a obtener del moreno, estaba avergonzado de sí mismo por haber sido débil este tiempo y no haber enfrentado al hombre que amaba, sin embargo observarlo con esa actitud desesperada le partió el corazón, mientras reflexionaba en esto y un segundo antes de que el mismo caminara dentro, el carcelero lo empujó, Junsu no pudo evitar girar su cuerpo para ofrecerle una profunda mirada de odio por esa mala actitud, él era “el jefe” ¿qué no lo sabía?. El aludido no se mosqueó, lo dejó cerca de la silla y salió de la habitación cerrando la puerta. Junsu tomó asiento y observo a Changmin así, se veía mal, su cabeza escondida entre sus brazos. Entonces no pudo evitar sonreír apenado y culpable.
Una sensación cálida paseó sobre su cuerpo y tuvo que levantar sus ojos que se mantenían fuertemente cerrados.
- Hola…
Esa dulce y masculina voz le llenó de vitalidad el cuerpo. Los redondos ojos grises de Junsu sonreían para él, a pesar de que su boca tenía una mueca de fastidio. ¡Sus ojos!, sus ojos se veían tan radiantes como cuando tenía diez años, -“como antes…” pensó-, el tiempo le regalo un instante de felicidad absoluta. Después de unos segundos la mueca de fastidio del ahora pelinegro natural, cambió a una sonrisa preciosa, como la de un niño, como la de ese niño que Changmin tanto había amado.
- ¿Cuántos años tienes?...-la pregunta salió indiscreta de su boca y es que ningún adulto normal podría sonreír así de puro, además su carita así, parecía la de un bebé-.
Junsu giró su cabeza hacia la izquierda intentando entender. (Sí, como la giran los gatitos).
- ¿Qué tipo de pregunta es esa?, sabes mi edad perfectamente…-dijo en un tono que se entendía que el otro era muy bruto-.
- Con esa sonrisa, en este mismo instante parecías tener ocho o diez años…
- Babo…-la sonrisa jamás abandonó la cara de Junsu-.
A pesar de hallarse encerrado y contrario a lo que Changmin esperaba encontrar, Junsu estaba bien, más que bien, había logrado volver a ser el chiquillo brillante que fue una vez, completamente diferente al hombre triste y malhumorado que había encontrado en ese bar, se veía sano, alegre, vivo. Inmediatamente se formó un nudo en su garganta, su corazón le quemó dentro del pecho. Sus lágrimas cayeron sin previo aviso en raudales incontenibles.
- ¿Changmin qué te sucede?, ¿Estás bien?...- Junsu estiró su mano preocupado-.
En veinte décimas de segundo, el más alto, salió de su espacio y estuvo hinchado en el piso al lado derecho de la silla de Junsu, abrazado a sus piernas, aferrándose con fuerza y llorando como un chiquillo sobre su abdomen, lloró largo rato, como no lo había hecho en años. Luego se sintió aliviado. Cuando al fin se calmó, levantó su cabeza, la mirada preocupada de Junsu lo escrutaba, sin exigirle que se aleje, sin rechazo alguno.
- ¡Perdóname!...no pude hacer nada para…-las palabras salían a borbotones de su boca como gemidos de su garganta rota-.
- Basta, basta, ni lo menciones…
- Seguro que sigues pensando que soy un bastardo, un hijo de puta…quiero que entiendas que…
- He dicho que ¡basta!...-el tono de jefe, era bastante intimidante, Changmin tenía miedo de que el pequeño no le permita sacar todo lo que necesitaba decirle con tantas ansias-.
- ¿Junsu?
- Entiendo…-la cara de Changmin fue toda de interrogación- te entiendo, sé que lo que hiciste desde el principio fue para ayudarme, querías saber la verdad para ayudarme a hallar una salida, yo no te lo puse fácil…lo sé…cálmate…
- ¿Lo entiendes, es decir, mis razones…?
- Sé que tus intenciones han sido las de ayudar a un viejo amigo. -el semblante alegre se tiñó de una sombra y se acompañó de un suspiro-.
- Si piensas eso, entonces no entiendes todas mis razones…
Junsu giró su rostro bajando la mirada.
- Lo que pasó esa noche…- Changmin sintió el calor volver a tomar sus mejillas, el solo evocar esos recuerdos le hacía sentirse más necesitado de lo que ya estaba-.
- Eso fue una treta que urdiste para atraparme…-el pelinegro no levantó la mirada, así que no pudo ver las mejillas sonrojadas-.
- ¡No, no, no y no!, fue mi última acción desesperada para saber antes que mi jefe la verdad, esa noche yo tenía un ultimátum, debía obtener tu confesión y arrestarte o salir del caso, pero yo quería saberlo todo para planear una defensa que no te trajera hasta aquí…no tuve más opción que contarte de mis sentimientos, a pesar de que me exponía a que luego tu pensaras lo que estás pensando ahora, tuve que decirlo todo, abrir mi propio corazón, para que me abrieras el tuyo. Me arriesgué a perderte antes de poder luchar por ti… hice todo lo que hice, porque…porque te amo.
Hincado cerca de Junsu, su mano izquierda se había colado en el rostro del otro que permanecía con una expresión indescifrable, pero serena. Sin embargo Changmin no apartó los ojos, no estaba avergonzado, respiraba pesada y dolorosamente.
- No tengo nada que perdonarte…-la voz de Junsu sonó suave con una sensación del algo nuevo-…lo que hiciste estuvo bien…-quiso desviar el tema del asunto de la declaración de amor-.
El más alto se quedó extrañado ante tal afirmación. No era normal, a nadie le gusta estar encerrado y menos cuando no se es culpable. Podía escuchar los engranajes de la cabeza de Junsu girar dentro. Sus ojos grises le querían contar un descubrimiento, así que calló su boca y abrió la mente.
- Sé que te sientes culpable de que yo haya sido condenado y de que esté aquí. Todos los chicos me lo han dicho. Al principio estaba molesto contigo, tanto, tanto que quería castrarte y luego matarte a golpes por habernos obligado a vivir ese juicio tan absurdo, pero ¿sabes?, todo esto ha valido la pena. Desde la noche en que acabamos con esos malditos malnacidos, mi alma que ya estaba pesada ganó con esos actos muchísimo más peso, yo pensaba que haciendo las cosas bien, de nuevo, tratando de ayudar a mis amigos, a los niños, a la gente, esforzándome mucho, esa sensación iba a desaparecer, que las pesadillas se acabarían, que podría empezar otra vez, sin embargo el malestar jamás se fue, la música me daba periodos ligeros de paz. Entonces cuando el juez me dio su comentario después de la sentencia, lo entendí, entendí que el pasado nunca muere, que depende de ti tomar lo bueno y aprender, que la venganza es un sentimiento que te daña más a ti que al otro y además, que pagar esta pena era la manera de quitarme ese peso de encima, con la ayuda de las personas que trabajan aquí, pude comprender que ese peso que yo llevaba era culpa…estando aquí esa culpa se disipa… He aprendido más que nada a perdonarme.
Changmin sonrió sintiendo como si su propio peso de encima hubiera desaparecido repentinamente, su desesperación anterior tenía relación con su miedo de causarle más dolor y resentimiento a su amado, ventajosamente la actitud del pequeño no era de sufrimiento u odio, había madurado muchísimo y eso le alivió el alma en gran medida. De pronto una duda asaltó su mente.
- Entonces, déjame hacerte una pregunta…
- Dime…- Junsu no pudo evitar notar que el otro lo miraba sospechosamente-.
- ¿Por qué me has evitado todo este tiempo?...- *aja ahí estaba, la pregunta del millón*-.
Junsu sonrió sin mostrar sus dientes, bajó su cabecita y suspiró. “Si consciencia, ya lo sé…”
- Aun, no me sentía listo. Pensaba que aún no había pagado lo suficiente como para estar delante de ti, ahora estoy más limpio…aunque me falta mejorar un poco mi actitud, la psicóloga me ayuda con eso…
- ¿No has tenido crisis de ira, o pesadillas?
- No... Bueno, cada vez son menos…hace una semana que duermo completamente tranquilo. *Y he empezado a soñar contigo, -¿por qué no le dices eso ah?-*, “Consciencia porque nunca te callas”.
Changmin sonrió aliviado como nunca. El dolor que había agrietado su corazón desde la noche de la confesión fue parchado con esa noticia. Y luego volvió a su propio dolor.
- Tienes idea del infierno en el que me he consumido sin saber de ti…, todos los chicos me esquivan si les pregunto de ti. Solo decían que estabas bien pero nadie me daba ni una pista…has sido muy cruel…-dijo el más alto apretando sus ojos tratando de no sentirse muy herido-.
- Has de cuenta de que es un castigo merecido…te sentías culpable por haber hecho que me encierren, estar sin noticias mías es lo que merecías. Me alegra que los chicos sean tan leales como siempre, nunca te dirían nada que yo no quisiera. –Su tono fue burlón y despreocupado, mientras giró un poco a la derecha en silla-.
- Junsu…estás esquivándome de nuevo…-dijo Changmin trayendo de vuelta al chiquillo que quería huir de su mirada-.
*Sí Junsu, estás huyendo, ¿vas a seguir siendo cobarde?*, “No, no más”…
- Te amo…- el moreno no se esperaba semejante disparo, directo a su corazón, así que quedó mudo-.
- ….- tan solo pudo abrir mucho los ojos-.
- Te lo dije ya, aunque salió de mi boca sin querer la otra vez…pero es cierto, no soy un cobarde, no me retractaré…Te amo…-volvió a decir firmemente, esta vez su propia mano izquierda se posó sobre la mejilla húmeda del moreno, su pulgar quitó un par de gotitas que quedaban en sus pestañas, admirando lo hermosos que podían ser incluso enrojecidos los ojos turquesa de este hombre, luego con mucha parsimonia se agachó, sintiendo la respiración ajena y la propia acelerarse con la cercanía que aumentaba cada vez. Le besó apenas rozando sus labios, se sintió mareado al saborear su aliento, un año casi, de anhelarle y ahora no podía darse el lujo de desmayarse.
A pesar de que quería llevar el beso lentamente, fue imposible, Changmin estaba cargado de tanta necesidad, sus manos le habían apresado completamente con toda su potencia y le sujetaban tan firme que le hacían daño. Sus labios parecían querer devorarlo. Fue imposible detener la lengua que avasalló su boca con desesperación. El beso se desarrolló violento, apasionado, perfecto.
En medio de todo, el guardia entró carraspeando fuertemente para que los aludidos lo notaran sin excusas. No estaba permitido ese tipo de contacto tan íntimo durante las visitas. Estaban en la cárcel. ¡Por Dios!
- ¡Señores…! les recomiendo que guarden la compostura o esta visita tendrá que terminar.
Con los rostros completamente sonrojados, por la actividad reciente y la vergüenza de ser descubiertos se separaron respirando pesadamente. Cuando Changmin quiso ponerse de pie, sus piernas que habían permanecido flexionadas no le permitieron pararse y cayó a un lado, se apoyó en su mano derecha para no golpearse nada. El guardia con cara seria lo obligó a sostenerse en pie y lo dejó sentado en su sitio.
Sonriendo como un niño atrapado en la travesura, muy pícaramente, Junsu lo miraba desde su silla.
- Gracias por aceptar verme hoy…te he extrañado muchísimo…-dijo adolorido el más alto-.
- Sinceramente aún no estaba seguro de que fuera tiempo de verte, sin embargo ese carcelero me obligó, pero ahora mismo… no me arrepiento.
- Entonces vendré el próximo lunes…
- No te pases…
Continuaron su conversación tomados de la mano a través de la mesa, apretando muy fuerte, se contaron todo lo que habían hecho esa semana, hablaron de cómo lo estaban haciendo los chicos en el bar que fue reabierto desde que fueron liberados, de las cosas graciosas que sucedían a diario entre ellos. Le contó que él también cantaba con regularidad y que había visitado a los niños varias veces, que ellos extrañaban a Junsu y a los otros chicos, Hye Bin y otros dos niños ya habían encontrado un nuevo hogar. Muy pronto se terminó el tiempo, sobraba tanto que decirle, sin embargo el carcelero entró y muy malhumorado sacó al prisionero de ojos grises. Su sonrisa fue lo último que dejó que Changmin viera de él.
Al cumplirse el tiempo, según lo habían determinado el juez, Kyuhyun, abogado que era amigo de Changmin y que había defendido a Junsu y sus amigos, empezó los trámites para solicitar tanto la reducción de pena, así como la libertad bajo palabra. Su trabajo dio frutos cuando una tarde de verano llamó por teléfono al bar para hablar con el moreno policía. Después de una sesión con el juez en los que se evaluaba la conducta del prisionero según los reportes de cárcel y los de la psicóloga que lo trataba, tras dos años de encarcelamiento se le había concedido la libertad bajo palabra.
- Me estás diciendo que Junsu podrá salir libre… ¿es eso cierto?
- Si, será liberado mañana a las dos de la tarde, querrás ir a verlo ¿no?...
- Claro, amigo mío no sabes todo lo que te debo…
Después Kyuhyun le explicó todas las condiciones que había indicado el juez y que Junsu tenía que cumplir al pie de la letra para no volver al presidio.
- ¡Chicos!, tengo una extraordinaria noticia…-todos se reunieron a su alrededor, la llamada había creado expectativa general- ¡Junsu será liberado mañana…el juez aprobó la libertad bajo palabra…!
- ¡Dios mío! Hay que hacer una fiesta de bienvenida…-dijeron al unísono Heechul y Jaejoong-.
- Debemos preparar el escenario, seguro se muere de ganas por cantar en el bar…-la cara de Eunhyuk fue de locura total, probaría su nuevo sistema de sonido e iluminación-.
- Iré a limpiar su habitación, seguro que hay mucho polvo…-Dijo Changmin inseguro, en realidad no sabía que debería hacer-.
- ¡¿Qué?!, ¿Cómo se te ocurre pensar en limpiar su cuarto? -aparte de que yo lo mantengo pulcro, como él jamás lo tuvo, dijo Jaejoong un poco malhumorado-, lo que debes hacer es rentar una bonita habitación de hotel con muchas de esas cosas especiales para parejas para celebrar su reencuentro después de la fiesta, sigues siendo un desastre como pareja…
Changmin se sintió como el peor novio del mundo, la idea de Jaejoong era muy buena, tenía que apurarse si quería hacer algo que valiera la pena recordar, además se alegró de que su hyung cuidara tanto de Junsu. El mismo no lograba entrar en esa habitación porque sentía mucho cargo de consciencia.
Varias modificaciones habían sido realizadas al bar. Se había ampliado completamente, ahora incluso ocupaba la mitad del galpón posterior que antes permanecía vacío, -la otra mitad había sido ocupada para construir una casa para los chicos que trabajaban en el bar-, la decoración permanecía en estilo gótico, pero con un toque más moderno. La iluminación se había refinado al máximo, el espacio dónde se preparaban las bebidas era más amplio e iluminado, gracias al rediseño de Heechul, la cabina del D.J, estaba mejor equipada, el escenario se había fortificado y se le había añadido una rampa ascendente, todo con el esfuerzo de todos los chicos que seguían juntos en el negocio.
Mientras todos se alistaban para la gran bienvenida, Changmin manejaba su auto a toda velocidad por la carretera directo a la ciudad, Junsu podía salir en cualquier momento y el aún no estaba allí. Quería pegarse una buena tunda, pero lo haría luego, entrenaría con Yunho, eso sería un buen castigo, seguro.
Cuando llegó, aparcó el coche tan rápido como sus reflejos de policía se lo permitieron, corrió a la puerta, aparentemente Junsu no salía, preguntó al guardián de la garita, la liberación se había retrasado un poco, pero él estaría allí muy pronto. Unos minutos después, tapando su cara del radiante sol que acaba de golpearlo salió por el enorme portón cargando una pequeña maleta a la espalda.
- ¿Junsu?...
- ¡Changmin ah!...*Seguro que se muere, seguro que se muere, seguro que se muere, ah jajaja* “Claro que se va a morir, a él no le gusta mi cabello así”.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario \(*O*)/ ♥ ♥
o más bien... deja tus pensamientos pervertidos grabados en esta entrada XD