Primer encuentro: Pensaba tantas cosas que él estaba cansado de pensar.
Sus ojos mezclándose con la espesura del bosque.
Sus garras fijas en la tierra seca.
Sus sentidos enfocados en el ángel que volaba desprevenidamente sin notar la presencia maligna que se cernía sobre él.
El humano a su lado aún más incauto sin saber del futuro que le depararía por estar entre ese ángel y ese demonio.
Oh sí. Era el día perfecto para comenzar su plan.
Ahora solo tenía que pensar como lo iría a efectuar.
........
Jaejoong no tenía percepción del tiempo o de las circunstancias que lo habían hecho convertirse en un ángel. No sabía cuándo exactamente había llegado al cielo, o por qué razones él se encontraba ahí. No sabía si había muerto o si en su lugar siempre había sido una criatura de dios. No sabía si siendo humano en la tierra había tenido el mismo rostro o si incluso compartía el mismo nombre. Lo único que sabía era el presente que estaba viviendo. Vestido con sus túnicas blancas, su aureola brillante y sus alas de plumas blancas, Jaejoong pasaba el tiempo en el cielo con los demás ángeles del firmamento.
Pero…
Pero Jaejoong a veces se preguntaba porque se sentía tan diferente a los demás. Se supone que en el reino de dios no existen las preocupaciones, no existe el miedo ni el dolor. Los Ángeles solo viven su existencia sin preguntarse del ¿Por qué? o del ¿Cuándo? de las situaciones. Si eso es así, entonces… ¿Por qué él se sentía tan fuera de lugar en un lugar que se supone solo debe sentirse alegría y paz? ¿Por qué a veces el cuestionaba su existencia y la de los demás? ¿Por qué se sentía más maravillado de la vida en la tierra que de la vida en el paraíso? Jaejoong no podía entender a su mente. Pensó alguna vez que el simplemente no era un ángel sino algún hibrido raro que había surgido inexplicablemente en el paraíso de dios. Pensó tal vez que él era un humano que aún no podía dejar atrás su pasado. Pensaba tantas cosas que él estaba cansado de pensar. El solo quería sentirse libre y en paz como los demás Ángeles. Era por eso que en ocasiones Jaejoong se sentía infeliz y ese hecho era tan contradictorio.
Las cosas cambiaban cuando Jaejoong bajaba a la tierra (cosa que solo era permitida para un cierto número de Ángeles). Aunque el cielo era hermoso, tanta perfección y deslumbrancia a veces lo aburría. Prefería ir a la tierra a explorar sus innumerables paisajes, jugar con los animales y de vez en cuando espiar secretamente a los humanos. Podría pasar horas y horas tan solo contando el número de flores de una pradera, sin importar si eso era una actividad inútil o no.
Aunque Jaejoong en su vida solo hubiera conocido el bien, fue cuando llego a la tierra que descubrió el mal. Los demonios, los eternos enemigos de los Ángeles, eran los que propagaban el mal en la tierra y hacían desviarse a los ingenuos humanos del camino de dios. Abundaban más demonios que Ángeles en el mundo por lo que Jaejoong siempre tenía que cuidar no enfrentarse con uno. Les temía terriblemente.
—Joongie, los demonios son criaturas horribles, no te les acerques.
Era la advertencia que le había dicho junsu, uno de los Ángeles compañeros del cielo.
—Son bestias que solo quieren provocar el sufrimiento y alejar a las almas de dios para llevarlas al diablo, y hacerles pagar por la eternidad – continuo —Odian a los Ángeles y si se le acercan a uno es probable que no sea para nada bueno.
La mayoría de los demonios eran físicamente muy diferentes a los Ángeles y entre si también. Algunos eran seres bestiales, monstruos horrorosos con grandes cuerpos peludos y afilados dientes. Luego estaban los sin forma, espíritus rondando sin ninguna característica fija. Y luego estaban los casi—humanos – casi—angeles. Estos eran los más aceptables pero de todos modos seguían siendo temibles. Demonios con forma de humanos que contaban con prominentes cuernos, una cola afilada, ojos rojos y unas grandes alas de murciélago. Jaejoong pensaba que no eran tan feos, que en realidad algunos podrían hacerse pasar por seres apuestos pero sus características “endemoniadas” era lo que los arruinaba a los ojos del ángel.
Una vez no hace mucho tiempo había tenido la oportunidad de ver cara a cara a uno de ellos. Estaba en una cascada en algún lugar sobre la tierra, donde se encontraba con otro ángel a quien había convencido de acompañarlo a la tierra. Ambos jugaban con el agua de la corriente cuando sintieron una presencia extraña frente a ellos. Jaejoong alzo los ojos para ver frente a frente a un grupo de demonios escondidos entre la maleza del bosque. Parecían ajenos a la presencia de los dos Ángeles pero había uno en particular que los miraba fijamente desde su sitio. Era un demonio con forma de humano, su cabello era negro y su piel un tanto bronceada. Era delgado pero se veía prominente. Jaejoong no pensó que fuera tan terrorífico hasta que vio esa mirada roja en sus ojos.
—Jaejoong, vámonos. No debemos estar aquí – El ángel a su lado hablo con precaución. Se veía tan tranquilo a pesar de que el mismo estaba comenzando a tener miedo ¿Por qué un ángel debería tener miedo? No lo sabía.
Luego de esa vez, Jaejoong había visto unos pocos demonios rondando por ahí, pero nunca ninguno tan cerca ni que hubiera notado su presencia. No era aconsejable acercárseles ni mucho menos tratar de hablar con ellos. Estaba prohibido y era sumamente peligroso. Jaejoong optó entonces por seguir el consejo de junsu y tratar de mantenerse alejado de ellos, y la mejor forma de hacer eso era tratar de evitar acercarse a los humanos.
Porque donde había humanos, había demonios.
......
La promesa de Jaejoong había sido cumplida a cabalidad, si ese humano no se hubiera metido en su camino.
El ángel Jaejoong sabía lo que era el amor pero nunca antes lo había experimentado de una forma tan fuerte. El sentía amor por los demás Ángeles, inocente y fraternal, pero lo que había comenzado a sentir por aquel humano era algo que nunca había sentido antes. Era algo que no podía explicar.
Shim Changmin era un joven de campo que vivía en una cabaña muy cerca de la pradera en la que Jaejoong le gustaba estar. Jaejoong lo había observado varias veces y se había sentido cautivado por la belleza y el porte de ese hombre. Pese a que se había prometido a si mismo tener el mínimo contacto con humanos, Changmin le había interesado desde el momento en que lo vio. Al principio pensó que era una admiración que había desarrollado hacia ese humano en particular, pero cuando la necesidad de verlo se hizo cada vez y cada vez más fuerte, Jaejoong pensó entonces que tal vez no se trataba de admiración sino de un sentimiento más profundo.
Lo confirmo cuando vio a Changmin con otra persona la cual Jaejoong sospecho que debía ser su amada. Jaejoong sintió un ardor en su corazón acompañado de una fuerte necesidad de alejar a esa persona de su humano. Se preguntó si había comenzado a sentir odio pero alejo esa idea de su cabeza. Él no quería odiar, él no estaba hecho para odiar y a pesar de que él podría experimentar sentimientos que la mayoría de ángeles no poseían, él no quería tener ningún sentimiento impuro sobre sí. Así que decidió que mientras Changmin fuera feliz, él también lo seria por mucho que le costara el hecho de que Changmin estuviera con otra persona y que él nunca lo notaria por el hecho de ser un espíritu imperceptible.
Si su opción era sufrir en vez de odiar, entonces él lo haría.
—Ángel de la guardia, mi dulce compañía…
Escucho una vez a Changmin orar a un Ángel, pero lo curioso es que ninguno se encontraba cerca de él. Se supone que casi todos los humanos cuentan con un Ángel de la guardia ¿Por qué este joven Changmin no tenía uno? O es que acaso él estaba destinado a ser su…
Jaejoong comenzó entonces a estar menos tiempo en el cielo y más tiempo al lado de su dichoso Changmin. Acompañarlo cada día, cuidarlo de los peligros, admirarlo desde al lado, verlo sonreír, gritar, soñar, eran cosas que había aprendido a valorar a su lado.
Ser el ángel de la guardia de la persona que decía amar le había dado un sentido a su complicada vida.
.......
La rutina podría significar algo aburrido para Jaejoong si no se tratara del hábito que se había impuesto para estar al lado de su humano. Por las noches se la pasaba en el cielo, compartiendo con los demás Ángeles, pero cuando el sol salía por el horizonte, Jaejoong se escabullía hábilmente para llegar a tiempo cuando Changmin se levantara en la mañana.
Observaba a Changmin alistarse para el trabajo, lo acompañaba hasta el pueblo cercano, lo vigilaba a cada hora del día, compartía con el su almuerzo y por la noche regresaba junto a él de nuevo a su hogar. Podría escucharse algo tedioso pero a Jaejoong le gustaba tanto estar con Changmin, que era más bien un regalo que una obligación pasar su día con él.
Jaejoong sabía que se estaba tomando responsabilidades que no le correspondían. Los Ángeles de la guarda eran seleccionados en el cielo para poder cumplir a cabalidad el compromiso de cuidar y guiar a un humano en la tierra. Se trataba de seres más sabios, más cuidadosos y más fuertes que los Ángeles normales que se quedaban en el cielo. Él no podía ser un Ángel de la guardia ya que aún era muy inmaduro y no tenía la capacidad suficiente como para encargarse de un humano. Pero al ver que Changmin no contaba con un Ángel de la guarda Jaejoong decidió otorgarse el mismo el título de Ángel de la guarda y cuidarlo por el resto de su vida. Así podría estar con él.
Si algún Ángel lo descubriera desobedeciendo las leyes tal vez lo desterrarían. Los Ángeles generalmente eran obedientes y solo aceptaban el destino que les tocaba, pero Jaejoong, siendo el extraño Ángel que era no acataba esas normas. El solo se dejaba guiar por su corazón y sus instintos… ¿Qué había de malo en salir del cielo solo para cuidar un humano?, no estaba haciendo nada malo ni deshonroso. Él tan solo estaba cometiendo un acto de bondad.
—Ah…. – Jaejoong suspiro pesadamente recostado boca abajo en el sofá mientras veía que la novia de Changmin llegaba a la casa.
Aunque decía que podía manejarlo, esos extraños sentimientos llamados celos empezaban a florecer desde su interior.
—¡Amor! – ella se le abalanzo a él mientras reía en sus brazos.
—Seohyun, tardaste en llegar. Creí que no ibas a venir.
—Cómo no iba a venir si era nuestra celebración de nuestro aniversario.
—Es cierto y te compre algo, espera – Changmin le hizo un gesto a su novia señalando que la esperara. Él fue hacia uno de los cuartos de la casa y ella se quedó de pie en la sala, ansiosa. Luego el salió y le mostro un hermoso collar brillante color plata haciendo que ella se le abalanzara emocionada (de nuevo) y le diera un firme beso en los labios.
Jaejoong suspiro otra vez hacia la escena. Él quería tanto sentir un beso. Sabía que era una muestra de afecto entre los humanos y que solo se los daban aquellos que estuvieran enamorados. Jaejoong había intentado antes besar a Changmin (principalmente cuando este dormía), pero Jaejoong siendo tan solo un alma transparente e intocable, jamás podría tener un beso de Changmin. Jamás podría experimentar como se sentiría tocarlo y que él lo tocara a él. Jaejoong se deprimió por el pensamiento y decidió salir de la casa.
Rozando los pastizales como un alma en pena, Jaejoong levanto la cabeza mirando hacia el cielo. Anochecía. Ya pronto seria la hora en que tendría que partir de nuevo al firmamento. Algo desganado, Jaejoong batió sus bellas alas para tomar impulso pero una luz proveniente del bosque lo distrajo y lo hizo quedarse en la misma posición. Su característica curiosidad se hizo presente y en vez de partir hacia su hogar, se adentró más en el bosque, deseoso por saber que era esa luz.
Luego la luz fue tomando forma y Jaejoong se dio cuenta de que se trataba de una fogata. Era extraño porque los humanos casi no se la pasaban por esos bosques, pero tal vez uno se había perdido y estaba haciendo una hoguera. Efectivamente la luz se trataba de una fogata pero lo que estaba al lado no era precisamente un humano. Era un animal, un cabrito para ser precisamente exactos. A Jaejoong le resulto rara la imagen pero trato de no pensar en porque un carnero estaba al lado de una fogata. Se suponía que los animales le temían al fuego…o eso era lo que creía.
—Hola amiguito – se acercó al animal, acariciándole la mandíbula — ¿te has perdido acaso? ¿Porque estás aquí tan solito?
El animalito lamio amistosamente la mano de Jaejoong y Jaejoong rio con ternura por la acción. Se sentó a su lado, esta vez acariciándole el lomo.
—Sabes nunca había visto cabritos como tú por acá. Mucho menos a uno que fuera capaz de hacer su propia fogata – se rio ante su broma.
El animal se acurro contra Jaejoong y Jaejoong hizo lo mismo, fijando su mirada en la cada vez más creciente fogata. No entendía pero la sensación le hacía sentirse en paz. Siempre le había gustado compartir con los animales porque a pesar de que no decían ni una sola palabra, al contrario de los humanos si notaban su presencia.
Jaejoong comenzó a entrecerrar los ojos pero una voz en su oído le hizo abrirlos de nuevo – te tengo – levanto su mirada y pudo notar que unos fuertes brazos lo estaban abrazando. Asustado batió las alas y se dejó caer en el piso, enfocando su mirada hacia al frente.
El cabrito había desaparecido y en lugar de éste, una figura grande se posiciono de pie frente a él. Enfoco más la vista y pudo notar que se trataba de un demonio. El corazón se le detuvo por un momento.
—Vaya, vaya así que ha caído un lindo angelito en mis garras.
El demonio hablo y Jaejoong se arrastró por el piso, asustado. Lo miro. Era uno de esos demonios casi— humanos casi—Ángeles como él los llamaba. Era alto, de cabello negro y mirada afilada. Su piel era bronceada y vestía con ropa negra: pantalones y una especie de chaleco que le dejaba a la vista el pecho. Tenía un par de cuernos como los del carnero de ahorita, unas alas rojizas en forma de murciélago y una cola larga en punta. Los uñas de sus manos y pies desnudos eran exageradamente largas. Parecían garras.
Una sonrisa malévola se escapaba de sus labios — ¿Qué? ¿El cabrito se te comió la lengua? – se inclinó, acercándose peligrosamente a Jaejoong.
—Tu…tu…
—¿Yo? ¿Yo que?
—Tu… eres un demonio – Jaejoong logro hablar finalmente y el ser soltó una carcajada.
—Que comes que adivinas pequeño – El demonio Yunho empezó a caminar, rodeando a Jaejoong— Hola angelito… ¿Te has perdido acaso? ¿Porque estás aquí tan solito? – imito lo que Jaejoong le había dicho hace unos segundos.
—¿Qué…quieres de mí?
—Sabes nunca había visto a angelitos como tú por acá. Mucho menos a uno que fuera capaz de acercársele a un demonio – continuo Yunho, imitando de nuevo la risa de Jaejoong cuando le dijo eso.
Jaejoong se levantó del suelo asustado. Ahora si había estaba en problemas.
—Yo…no me acerque. Tú me engañaste.
—La curiosidad mato al Ángel, ¿lo sabias?
Yunho se inclinó a acariciar la mejilla de Jaejoong pero este lo esquivo.
—¡Aléjate! ¡No te acerques a mí! ¡No te atrevas a acercárteme!
Yunho entrecerró los ojos – No me dejes con la curiosidad angelito. Enserio ¿Por qué estás en el bosque?
— No te diré nada.
— No enserio, dime, no te hare daño.
Jaejoong sabía que no podía confiar en un demonio. Eran engañosos, embusteros y malignos. Nada bueno podía provenir de ellos.
—No…no lo hare.
—Bien – Yunho respiro ante la falta de cooperación de Jaejoong – así que eres un Ángel que anda deambulando solo por los bosques. Sabes yo creí que lo sabía todo acerca de los Ángeles, pero creo que me he equivocado esta vez.
—¿A qué te refieres?
—Creí que los únicos ángeles que deambulaban en la tierra eran los Ángeles guardianes. Pero… tú no pareces uno de ellos. Tan solo pareces como un Ángel que se ha caído.
—Yo si soy un Ángel guardián – se apresuró a decir Jaejoong. ¿No es como si estuviera mintiendo, cierto? El si era un Ángel guardián…uno no oficial, pero angel guardián al fin y al cabo.
Yunho se detuvo al verlo — ¿En serio?
—Si-i —contesto inseguro Jaejoong.
—¿Y tú humano donde esta?
—Él se encuentra muy cerca de aquí. En el valle.
—¿Y porque no estas con él? ¿No se supone que un angel guardián siempre debe estar con su humano?
Jaejoong se mordió la boca. No quería revelar la verdad.
—Además tú no pareces como un angel guardián. Eres flacucho, pequeño y casi insignificante. He visto muchos Ángeles guardianes y ninguno se parece a ti – Yunho menciono con poco tacto y Jaejoong se sintió ofendido ante el comentario.
—No estoy con él porque tú me distrajiste – Jaejoong se excusó.
—Entonces que mal ángel de guardia eres.
Yunho comento con suficiencia, dándole la espalda.
—¿Por qué me has traído hasta aquí? ¿Qué quieres de mí? – Jaejoong saco el valor de decirle al temible demonio que estaba frente a él.
Yunho se volteo de alguna forma divertido por la aparente valentía del angel más pequeño – Me pareciste lindo angelito – Iba a ver cuánto le duraría aquella osadía.
—¿Q-que?
—Me pareciste lindo y quise que vinieras a jugar conmigo.
—¿A jugar? – Jaejoong no podía entender. Siempre le habían dicho que los demonios eran malos y que nunca les hablaban a los Ángeles si no era para hacerles daño. No podía entender porque este demonio se estaba comportando tan raro con él.
—Sí, a jugar. O tal vez a comerte. No se aun lo estoy decidiendo – Yunho bromeo, mirándose con desdén las garras.
Jaejoong abrió los ojos en demasía ¿Acaso los demonios comían Ángeles? ¿Por qué nunca había sabido de eso?
—No por favor, no me comas, hare lo que pidas – Jaejoong rogo y Yunho no pudo creer la ingenuidad de ese angel.
—No se angelito, veo que has estado muy arisco conmigo. No sé si pueda perdonarte la vida.
—Yo no me comportare mal pero por favor, no quiero que me comas.
Yunho se rio – Está bien, bien. Te dejare ir por esta vez pero con una condición.
—¿Cuál condición?
Yunho se dejó de reír y se acercó hacia Jaejoong, quedando a muy pocos centímetros de el – Quiero que me muestres tu humano para poder creerte que eres un angel de la guardia.
Jaejoong paso saliva. Si dejaba que un demonio se acercara a Changmin tal vez este estaría en peligro y si le pasaba algo nunca se lo perdonaría. Por otra parte, este demonio se veía bastante maligno y él no quería que se lo comieran. Si se lo comían, dejaría solo a Changmin.
—Está bien – dijo suspirando – te lo mostrare.
—Ok – respondió Yunho con una sonrisa.
—Pero mañana, ahora no es conveniente – dijo Jaejoong pensando en que tenía que volver al cielo o los demás Ángeles notarían su ausencia. Yunho levanto una ceja ante esto, al angelito le gustaba jugar con sus reglas.
—Está bien, mañana por la mañana te veré en el valle. Si no vas, vas a tener que afrontarte a las consecuencias.
—B-Bien.
—Si no vas… — continuo Yunho, susurrándole al oído – te buscare por todos los medios y te comeré. O tal vez….te entregare a mi amo para que él sea quien te coma a ti – término mirando la cara de preocupación de Jaejoong.
Jaejoong asintió temeroso y alisto sus alas para partir, pero la mano de Yunho lo evito, tomándolo fuertemente del brazo.
—Espera, quiero saber otra cosa – dijo.
—¿Qué es?
—Tu nombre.
Jaejoong se debatió internamente en si decirle o no su nombre a ese demonio, pero como estaban las cosas daba igual si lo conocía o no.
—Jaejoong – respondió.
—Bien angelito Jaejoong – dijo Yunho soltándolo – creo que vamos a hacer muy buenos amigos desde ahora.
Jaejoong lo miro extraño y voló lo más pronto que pudo hacia el cielo. Tan pronto como se fue, Yunho se recostó en el piso, lanzando una sonora carcajada en el proceso.
Ok, tal vez ese no hubiera sido su plan original pero si podía engañar a ese ingenuo angelito haciendo que Jaejoong mismo confiara en el ¿Por qué no habría de hacerlo? Era mucho más divertido que tomarlo por la fuerza y entregárselo a su amo. Se divertiría con él lo mucho que pudiera hasta que fuera la hora en que tuviera que entregarlo.
— Creo que me voy a divertir mucho contigo, querido angelito mentiroso – se habló a si mismo mientras se levantaba y desaparecía en el fuego de la fogata.
mmmmmm yunnie malo no creo que te diviertas con el y después lo entregues a tu amo
ResponderEliminarsiento que después de jugar con el te lo quedaras para ti
pues terminaras queriéndolo y sera imposible que te deshagas de el
bien hay una trama bastante buena aca
ResponderEliminarseguire leyendo