Titulo: Caricias de Acero
Autora: Nesly
Pareja: YunJae
Género: Slash/Lime
Extensión: Oneshot
Autora: Nesly
Pareja: YunJae
Género: Slash/Lime
Extensión: Oneshot
“Aprieta
mi corazón, que si duele, es porque te estoy amando con toda la intensidad que
me queda”
“Yo no conocía lo que era el amor, hasta
que me vi capaz de hacer cualquier cosas por él”
—Tiene catorce
años.
—Es demasiado
joven ¿sabes que van a hacer con él?
—Escuché que sus
tíos se harán cargo de él.
—Pobre… perder a
sus padres así.
Yunho no
terminaba de comprender ese mundo aislado en el que se encontraba, ni las
miradas ni los susurros que se cernían sobre él, se había acostumbrado a
abrazarse solo en las noches, que sus ojos lloraran incluso cuando no lo
pretendía, que la debilidad se volviera su segundo rostro.
Llorar era como
ese bálsamo, como si la calidez de la lágrima que resbala por su mejilla lo
curara todo, bajaba la cabeza entonces, apretaba sus puños y se ahogaba entre
ese gran abrigo que le habían podido proporcionar, los días pasaban y él aún no
quería contacto con el mundo externo. Ese al que lo estaban empujando justo
ahora.
—Yunho…— Pero
ella llegó, aquella noche, con su expresión suavizada por los golpes de la
vida, con su cabello recogido en una coleta, tan parecida a su madre que sus
brazos se cerraron en ella y la abrazaron con fuerza, anhelante de ese cariño
que tanta falta le hacía —Tranquilo pequeño, ya estamos aquí.
Si sonaban a
promesas, él no lo quería descubrir, apretaba los labios sintiendo las caricias
sutiles de su tía en el cabello. Y el mundo para él moría ahí, la voz del esposo
de ella se escuchaba grave, compartía palabras con los demás. Yunho amaba
Gwangju pero su mundo ahora, se parecía reducir a Seúl.
Y si el viaje
resultó largo o no, si su cuerpo se vio entumecido por las horas de viaje que
lo acompañaron casi no lo demostró, las palabras en su boca habían desaparecido
hace mucho y las pocas pertenencias que le quedaban, habían sido acumuladas al
igual que su vida, en una triste maleta.
—Hyung… No te vayas por favor.
Junsu era como
esos niños adorables que no quieres dejar escapar, que indudablemente necesitas
proteger, su rostro dulce se había llenado de lágrimas aquella tarde atrás, sus
pequeñas manos que agarraban su camisa y arrugaban la tela mientras susurraba
palabras poco entendibles.
Pero Changmin
era diferente, dos años menor a los dos, Shim solo se había quedado en un
rincón, con la mirada baja y el dolor apretado en el pecho, sus palabras morían
al igual que Yunho, que dentro de aquel carro y con la música en sus oídos solo
miraba las casas, correctamente pintadas y llenas de una flora que las volviera
admirable.
Seúl era
distinto a Gwangju, tanto que sus ojos apenas se abrían y había luz, como si
todo se hiciera un poco más grande y luminoso. Tenía sueños que morían entre
los pasos, abandonados en esa academia de danza que alguna vez su madre pagó
para él.
—¿Estás cansado?
—Un
poco.
Ella le sonrió
brevemente, con su voz sonando igual que siempre: cálida y pacífica.
Pero Yunho se
mantuvo mirando por la ventana el poco camino que le quedaba por recorrer, la
gente parecía alejarse de ese estado suyo tan acostumbrado a la calma.
—Jaejoong, si ya
estamos llegando. Por favor sal a ayudarnos con las maletas.
Jaejoong…
El nombre de su
primo caía como un vago recuerdo entre los pocos kilómetros que faltaban,
recordaba que era mayor a él, que siempre sonreía y que era amable con él. Pero
sus memorias morían ahí, se quedaban apretadas en los bolsillos de un pantalón
que ya olvidó, así que suspiró, mientras vio a su tía guardar el celular y
Yunho parecía notar que el frío seguía ahí, solo que parecía haberlo ignorado.
Finalmente lo
vio, parado en aquella vereda, frente a una de las casas más deslumbrantes, de
acabados hermosos y colores refrescantes.
Y por supuesto él estaba ahí, con un abrigo fino y su rostro mucho más
maduro de lo que recordaba. Yunho no recordaba bien, muchas cosas parecían
fallar en su cabeza últimamente, pero si no se equivocaba Jaejoong andaba en
los dieciséis. La sonrisa en su rostro era extraña, diferente y forzada.
No parecía gustarle verlo ahí.
—Hijo, ¿cómo has
estado?
—Solo se fueron
por un día, mamá. Todo está bien.
Jaejoong la
recibió con los brazos abiertos, aparentaba cariño mientras la apretaba contra
su cuerpo. Y Yunho todavía permanecía dentro del auto, con la mirada posada en
los dos, empujado suavemente por la voz de su tío que le pedía que bajara o el
frío lo congelaría ahí.
…
…
Aún no se
acostumbraba, ni a los pasos de sus tíos por el hogar, que más bien parecían
visitas esporádicas, a la presencia casi invisible de Jaejoong dentro de la
casa, a esa soledad que lo acompañaba cada tarde después del colegio y a sus
horas sentado en aquel sillón con el libro entre sus manos que tomaba de la
biblioteca.
Y los pocos
amigos que había alcanzado a hacer, apenas y servían para fingir ante la
psicóloga que todo estaba bien, era mejor esquivarla con paradigmas sutiles de
verdad, con sonrisas templadas y momentos leves de tristeza. Yunho sabía cómo
manejar sus sonrisas y conquistar al mundo con ellas. Sabía hacerse de rostros
y expresiones que le valían para que el mundo se encantara, aunque cada noche
en medio de la oscuridad volviera a llorar.
—¿Hace cuánto no
sonríes de verdad?
Aquella tarde
sus ojos se abrieron de par en par, la mirada se alejó de su cuaderno y miró al
muchacho que se había sentado junto a él, ese que parecía alejado de los demás
como si hablarles le pareciera innecesario.
—No sé de qué
hablas.
—Eres falso—
Asumió, con una sonrisa satisfecha que hizo a Yunho asombrarse más —Tus
sonrisas son igual de falsas que tú.
—¡Yah! ¡Park
Yoochun!— La voz de Hyoyeon se alzó con fuerza, escudada por el resto de sus
compañeras que miraban altiva al muchacho que se hubiera sentado junto a él
—Deja de decirle esas cosas a Yunho Oppa.
—Tsk…— Masculló
sin problemas, volviéndose a levantar —Realmente fastidiosas.
—¡¿Qué dijiste?!
Pronto hubo una
pelea extraña que no tuvo demasiada trascendencia pero que hizo a Yunho
seguirlo con la mirada, las expresiones se habían ido de su rostro como hace
tiempo, tenía las defensas bajas como en mucho tiempo no le sucedía, y las
voces a su alrededor parecían haber enmudecido su mundo otra vez.
…
…
—Resulta que ambos somos doctores—
Había dicho Yohee, durante la primera cena que compartieron aquella tarde que
llegó a Seúl, mientras los tallarines que Jaejoong había preparado se veían
deliciosos sobre los platos —Así que no
pasamos mucho tiempo en casa, pero Jaejoong te puede ayudar en lo que desees.
Mentiras…
Todas esas
palabras eran mentiras, que habían golpeado contra él. Jaejoong ni pasaba
tiempo en casa, apenas y llegaba en la madrugada solo para irse a la escuela y
no volver hasta muy tarde otra vez, en tardes como esas mientras se preparaba
cualquier cosa en la cocina, Yunho pensaba que de haberse quedado en Gwangju su
vida sería exactamente igual.
¿Cómo pudo Park
ver a través de él?
¿Cómo pudo si
nadie antes lo notó?
—¡Ya déjenme
maldición!— Jaejoong gritó, desde la puerta principal, sin darle tiempo de
mirar a las personas con las que parecía hablar —Puedo entrar solo, ¡lárguense de
aquí!
Cuando llegó,
Jaejoong cerraba la puerta, tambaleaba sus pasos y se apoyaba en la pared,
tenía el cabello revuelto y parecía sudar un poco. Los ojos de Yunho lo
recorrieron con preocupación, sus pasos suaves lo alcanzaron, casi sin tocarlo.
—¿Hyung?
Jaejoong levanto
la mirada y lo vio, tan brevemente que Yunho en realidad no cree que lo haya
mirado. Pero Jaejoong bufó y luego de eso solo rio. El aliento a licor se
esparció tan rápido que su rostro se arrugó en consecuencia, desafortunadamente
los pasos de Jaejoong se reanudaron, quisieron subir las escaleras aunque fuera
torpe y desalmado.
—¡Hyung!
Fue como un
impulso, correr a sus brazos cuando este hubiera caído de bruces en las
escaleras, su cuerpo malogrado y Jaejoong parecía arrugar el entrecejo, apretar
sus puños. Yunho ni siquiera se quiso acercar demasiado, bastaba con su
presencia cerca, con su mano sobre el hombro del mayor que de inmediato se
sacudió.
—Déjame…—
Masculló como si la lengua le pesara y los ojos se le cerraran, pero Yunho no
lo hizo, suspiró como se le venía haciendo costumbre y se acomodó bajo el
cuerpo del otro —¿Qué haces?
—Te ayudo a
subir.
De alguna manera
logró que el otro lo cubriera con su brazo, su cuerpo apenas pesaba y Yunho aun
así en medio de esa delgadez que se había vuelto parte de su cuerpo logró
erguirse poco, el aliento de Jaejoong golpeaba en su cuello, sentía su mirada,
el peso de todo su cuerpo sin la mínima intención de ayudarlo mientras subían.
Era como si Jung se encontrara solo en medio de esas escaleras.
—Eres demasiado
tonto Yunho— Susurró cuando estuvieron cerca de la puerta, Jaejoong apenas se
había alcanzado a alejar —Y lo mejor será que te alejes de mí— Como si le
estorbara Jaejoong lo empujó y el cuerpo de Yunho se encontró contra la pared y
la puerta de la habitación frente a él cerrándose con fuerza.
Los cuadros de
las paredes se sacudieron un poco y Yunho sintió esa soledad acaparadora otra
vez.
No le quedaban
ni siquiera los recuerdos de aquel primo suyo que le sonreía y que estúpidamente
alguna vez pensó, podría salvarlo de esa actitud asquerosa que había empezado a
desarrollar.
…
…
—La mayoría de
las personas son simples— Yoochun apareció en su vida otra vez, dos días
después de su primer encuentro, se sentó junto a él en el receso, ofreciendo un
poco de esas papas saladas que tenía y Yunho lo miró, como si quisiera
descubrir lo mismo que Park había descubierto en él —Por eso ellos no te pueden
ver de verdad.
—¿Y tú sí?
—Yo soy igual a
ti.
Yoochun había
sonreído esa mañana, comiendo una de esas papas y mirando al igual que él, el
pequeño paisaje que tenían desde aquella azotea, el sol del verano les regalaba
esa luz y el mundo parecía un poquito mejor si lo contemplaban en silencio,
justo como el resto de personas no podía comprender.
…
…
La segunda vez,
ocurrió durante la noche, casi entrando en la madrugada, escuchó ruidos
extraños y cuando abrió los ojos Yunho pudo casi estar seguro que seguramente
no eran los primeros ruidos que ocurrían esa noche, se levantó con pasos suaves,
pegando la oreja a la puerta para escuchar mejor. Esperaba escuchar a Jaejoong,
que fuera él el motor de ese escándalo. Temía enfrentar a intrusos en la
madrugada él solo.
—Camina rápido
Jaejoong, que me tengo que ir a mi casa también.
—¡No me jodas hyung!—
Lo escuchó al fin, su voz turbada por el licor otra vez —¿No ves que apenas
puedo andar?
Se asomó por
seguridad, su puerta apenas entre abierta en tanto lo miraba caminar, o al
menos intentarlo, sujetado del otro hombre que parecía unos diez años mayor a
él, que parecía más bien fastidiado de tener que llevarlo mientras el mismo
Jaejoong solo pronunciaba incoherencias.
—Hyung…— Se
aventuró a que sus pasos ingresaran en el pasillo, que ambos se detuvieran para
verlo a él, que la expresión molesta de Jaejoong se acentuara igual que la vez
pasada.
—¿Qué haces
fuera de la cama a esta hora?
—Yo…
—¿Él es Yunho?—
Fue como si Yunho recordara la presencia de alguien más en el lugar y casi por
inercia su cuerpo le otorgó una pequeña reverencia en reconocimiento al mayor
quien sonrió —Hubieras empezado por ahí, mira que es lindo el niño.
Yunho entonces
pareció oler el peligro, bajó las manos y apretó los puños con discreción,
colocando el rostro más serio que encontró ante las palabras que sabían a
veneno en la boca del otro.
—Muchas gracias
por traer a mi primo— Trató de sonar serio, que su voz palpara algo de madurez
a pesar de la edad —Yo me haré cargo ahora de él.
—Tranquilo, yo
lo puedo dejar en la cama. Luego tú y yo…
—Hyung— Jaejoong
se arremangó como pudo la camisa, su espalda pegada en la pared —Vete de aquí.
—¿Ahora sí? No
me jodas Jaejoong.
El otro bufó, y
Jaejoong entonces lo agarró de la camisa, todavía tambaleante y molesto.
—¡He dicho que
te largues de aquí!
—¿Qué te crees
mocoso?
Cuando el mayor
se soltó y Jaejoong fue a dar contra la pared, Yunho abrió mucho los ojos, lo
primero que atinó a hacer fue correr hasta el teléfono y agarrarlo con fuerza
—¡Váyase de aquí!— Gritó, con el pulso acelerado y el miedo apenas palpable
cuando el otro resopló divertido.
—¿Qué? ¿Vas a
llamar a la policía?
Yunho tembló,
tan miserablemente que se reprochó por ello cuando el otro comenzó a caminar
hacia él, miró la puerta de su habitación todavía abierta y se arriesgó a
correr, encerrarse en ella y ponerle seguro antes de que el otro intentara
darle alcance, todavía apoyado en la puerta gritó —¡Váyase o en serio llamaré a
la policía!
Apretó entonces
el teléfono, contra su pecho y el corazón que todavía latía asustado.
—¿No oíste?
¡Vete de aquí!— Jaejoong gritó y Yunho solo cerró los ojos con fuerza, temeroso
como no lo había estado antes —El mocoso es muy capaz de hacerlo, lo has
asustado.
—Tsk… No eres
más que una molestia.
Contó los
segundos, como si se le hicieran eternos y él no lograrse sentirse tranquilo
todavía. Finalmente la puerta principal fue abierta y cerrada con fuerza, con
tal que el cuerpo de Yunho se estremeció, a los pocos segundos dos golpes en la
puerta lo pusieron en alerta, alejándose completamente de ella.
—Ya se fue—
Jaejoong y su voz eran agresivos —Más te vale no comentar algo de esto a mis
padres. Y ni se te ocurra ponerte a llorar como niñita.
Otro golpe y
Yunho saltó levemente ante la fuerza que el otro empleó, apretó el teléfono
todavía, dejándose caer contra la cama, mirando aterrado la puerta, temiendo
que el otro regresara y los lastimara. Jaejoong al contrario se encerró en su
habitación y encendió su música a todo volumen, lo pudo escuchar salir y entrar
en su habitación varias veces, seguramente buscando algo de licor en la nevera.
Yunho negó con
fuerza, recriminándole a su cuerpo ser tan débil, a sus nervios permitirles esa
reacción. A ese miedo que esa noche lo
hizo llorar, porque en sus catorce años, no había podido percibir una mirada
tan repulsiva como la que aquel hombre le lanzó.
…
…
—Entonces ¿ha
pasado algo recientemente Yunho?
Se encogió en el
diván, sus manos sobre las rodillas y su cabeza baja, mordía su labio inferior
con la voz de Jaejoong todavía rondando en su cabeza, pensaba en las excusas,
pero su estómago todavía se revolvía al recordar el suceso y sin embargo la
psicóloga parecía esperar paciente por sus palabras, esas que él no se atrevía
a pronunciar.
—A ocurrido algo
¿no es así?
—No— Se arriesgó
a decir, apretando los puños de repente —Es solo que he pensado mucho en mis
padres últimamente.
Mintió, con todo
el coraje que pudo reunir. Como si Jaejoong pusiera una mano sobre sus hombros
dándole la confianza que tanta falta le hacía.
—Oh, ¿y qué has
estado pensando?
—Que los extraño
demasiado, que mi vida sería diferente si ellos continuaran con vida.
—¿Y tú vida
ahora no es buena?
Yunho se
encontró en una encrucijada otra vez, así que optó por la mejor solución.
—No es eso, solo
es diferente.
Mintió otra vez.
…
…
—¿El niño lindo
también visita a la doctora Kang?
Yunho abrió sus
ojos de par en par, cuando al salir descubrió a Yoochun sentado en la sala de
espera, con la capucha de su abrigo cubriendo su cabello y los audífonos
colgando de sus oídos sin problema. Sus pasos al salir de la oficina de la
psicóloga fueron lentos, no creyendo en las coincidencias, ni en el destino que
lo empujaba cada tanto hacía él.
—Oh, Yoochun.
Has llegado temprano— La doctora salió tras de él, hablando suave y agradecida
por ver al otro ahí —Dame un segundo y te atiendo.
Cuando ella
ingresó otra vez, Yoochun saltó de su lugar hasta quedar frente a él con otra
de sus sonrisas que claramente Yunho no terminaba de entender —Fuguémonos—
Propuso Park y Yunho se encontró levantando una ceja y sonriendo repentinamente.
—Técnicamente
serías tú el que se fuga, yo acabo de terminar mi sesión.
—No importa,
vamos antes de que se dé cuenta.
La mano de
Yoochun apretó su brazo, jaló de él sin importarle si se iba a negar o no, pero
Yunho está seguro de haber alcanzado a escuchar la voz de la mujer llamando a
Yoochun, reprochándole otra ausencia, aunque el otro solo rio, como si todo le
resultara parte de una gran broma.
Fue cerca de su
casa que Yoochun por fin se detuvo, compró un helado para cada uno y se sentó
en una de las bancas, no le hablaba, parecía conformarse con tenerlo cerca, y
en medio del silencio, Yunho no sintió tanta soledad.
…
…
—Es extraño. Su
sesión terminó hace más de una hora.
Cuando llegó a
casa, la voz de Yoohee fue lo primero que escuchó, la mujer estaba parada junto
al sillón, Jaejoong revisaba cosas en su celular y su arribo fue como una gota
de calma en el rostro de la mujer que corrió a abrazarlo y apretarlo con fuerza
contra el cuerpo.
—Yunho nos
tenías preocupados— A Yunho esa palabra le sabía a demasiado plural —Debiste
avisar que llegarías tarde.
—Lo siento, no
tenía previsto encontrarme con un compañero y me entretuve.
Jaejoong exhaló,
levantándose al fin y guardando al celular —¿Ves? El pequeño está bien— La mano
del mayor sacudió sus cabellos, con una de esas sonrisas que se pintaban con
amargura en sus labios pero que al resto parecía serle sincera —Ahora puedes
irte a trabajar tranquila.
—Sí, supongo—
Yoohee terminó por cerrar el abrigo sobre su cuerpo y suspiró —Preparé algo de
cena, quería que comiéramos juntos pero como no llegabas, Jaejoong insistió en
que comiéramos porque te pudiste haber entretenido con alguien por ahí— Ella
volvió a suspirar y luego sonrió —En verdad me preocupé cuando vi que era tarde
y no llegabas ¿tienes un celular?
—Ehm, no.
—Bien, te
conseguiré uno entonces— Ella siempre parecía luz, tan distinta a Jaejoong
—Come bien y descansa.
El beso en su
frente supo a recuerdos, a ese gesto al que su madre lo había acostumbrado. Y
su sombra desapareció como la última vez que había visto a sus padres salir de
casa, pero Yunho sacudió sus pensamientos y decidió mejor entrar, aunque
Jaejoong lo mirara con una ceja levantada y luego simplemente se marchara.
…
…
Jaejoong tenía
dieciséis y la soledad de su estadía en el hogar lo impulsaba a llevar la doble
vida que Yunho había aprendido a distinguir por etapas. Jaejoong era el hijo
ejemplar, educado y sonriente frente a sus padres, pero cuando ellos se iban,
Jaejoong era oscuridad y estoicismo, tan corrosivo como los vicios aquellos en
los que apenas estaba ingresando.
Había noches en
las que llegaba ebrio o acompañado, y cuando llegaba acompañado era todavía
peor, sus amigos armaban fiesta y escándalo, pero no era algo divertido y tonto
como estaba acostumbrado a escuchar en boca de sus compañeros de salón. No, las
fiestas de Jaejoong eran extrañas y peligrosas, a Yunho no le gustaban los
amigos de Jaejoong.
Muchas veces lo
llenaban de temor, por eso se había acostumbrado a cerrar su puerta con seguro
y fingir que pasara lo que pasara él no se iba a preocupar. Pero una noche fue
distinta, escuchó empujones en los pasillos, Jaejoong les tenía prohibido a sus
amigos subir y en esta ocasión se inquietó.
—Yunho…— Los
golpes en la puerta y la voz de Jaejoong lo calmaron, se levantó cauteloso.
Todavía podía fingir que dormía, que no lo había alcanzado a escuchar, pero esa
parte interna suya gritaba que le abriera, la curiosidad lo impulsaba a él y
finalmente su mano le abrió camino. Jaejoong sonrió, complacido de verlo ahí —¿Cierto
que es tu cumpleaños?
Fue un momento,
suave antes de que el menor mirara el reloj y comprobara que pasaba de la media
noche.
—Sí.
—¿Cumples
quince, no?
—Sí, hyung.
—Perfecto— De
repente el brazo de Jaejoong cubrió sus hombros y Yunho percibió ese aliento a
licor —¿No crees que es tiempo de que tomes tu primera cerveza?
—Bueno…— Trató
de zafarse, pero de pronto el agarre de Jaejoong se había vuelto fuerte y los
pasos del mayor eran extraños, caminaba sin una línea recta y reía bajito cada
tanto —Hyung no creo que debas beber más.
—Yunho, no
comiences a fastidiar.
Cuando bajó las
escaleras el lugar era un desastre, había botellas por todas partes y un grupo
pequeño reunido en el sillón, observándolos bajar mientras Jaejoong lo apretaba
un poco más. Yunho recordó que se encontraba en pijama, con ese pantalón largo
y esa camiseta de algodón que desentonaba en su totalidad con la ropa del
resto.
—¿Él es Yunho?—
Una de las muchachas saltó hacía él, justo cuando se acababa de sentar en el
sillón, vio sus labios gruesos y rojos, su rostro fino y perfilado muy cerca de
su rostro —¿Seguro que es tu primo?— Se burló la mujer —Porque incluso parece
más lindo que tú, Jaejoong.
—No fastidies.
—Pero eres
bastante lindo— Se acercó un poco más, las risas de los otros se escuchaban
todavía y Yunho bajó un poco la barbilla su boca demasiado cerca de ella —Con
esos cachetes que…
—Ya Yuri, dije
que lo bajaría y aceptaron no tocarlo.
Ella bufó,
sentándose de nuevo y cruzando sus brazos, Yunho notó sus ojos rojos y su
expresión turbada. Ella tan bella, pero tan demacrada por algo que seguramente
no era solo alcohol.
—Así que quince.
Yo tengo dieciséis— Sonrió otra de las muchachas —No hay mucha diferencia—
Cuando le guiño el ojo, él apenas atinó a sonreír. Y Jaejoong colocó con fuerza
la cerveza en la mesa.
—Basta, Jessica.
Pronto Jaejoong
se distrajo, Yunho dejó la cerveza en sus manos descongelarse, que el agua poco
a poco cubriera su mano mientras, incómodo todavía, se hundía en el sillón, el
cuerpo de Kim no estaba demasiado lejos de él, aunque conversaba sobre cosas
que no entendía con un amigo y de repente Yuri se volvió a acercar, con su
pierna descubierta, cruzada sobre la otra y sonrisa que buscaba una en
respuesta.
—Y bien Yunho,
ya tienes quince y eres bastante apuesto— Concluyó aunque Yunho solo asintió y
sonrió cordial, sintiendo su mano congelarse por la cerveza sin probar todavía
—Supongo que ya has tenido tu primer beso ¿no?
—Bueno… No, yo…
Avergonzado bajó
la mirada, la sonrisa de ella ensanchada por las consecuencias, acercándose un
poco más cada tanto.
—Oh, ¿en serio?—
Su cabello largo se mantuvo tras la oreja —Eso es una pena ¿no?— Yunho no
entendió, pero ella extrañamente, a pesar del licor olía dulce, a vainilla y
arándano, era hermosa como ninguna otra
chica y de repente sus escudos bajaron —¿Me permites?
Él apenas pudo
esconder su rostro un poco, antes de que la boca de ella lo tocara, sus labios
gruesos y cálidos. Se lograron abrir paso entre sus labios y tenía esa
sensación extraña, húmeda y caliente hasta que esa mano apretó su brazo y lo
jaló con tanta fuerza que cuando abrió los ojos Yuri había caído con su rostro
en el asiento en el sillón.
—Maldición,
Yuri.
Jaejoong miraba
con furia a la mujer, pero ella sonreía divertida. Yunho solo sentía el calor
de esos labios todavía en su boca, la sensación latía y Jaejoong solamente
gritaba y jalaba de él.
—¡Lárguense
todos de aquí! Hyun Joong cierra la puerta al salir.
Fue arrastrado
por esos pasos, tropezaba porque su mente no trabajaba correctamente, se
enfocaba en caminar adecuadamente y que el otro no notara lo desestabilizado
que se encontraba, todo sucediendo demasiado pronto para asimilarlo y sin
embargo Jaejoong solo entró en su habitación y lo lanzó contra la cama,
alterado todavía.
—¡¿Qué crees que
estás haciendo?!
—Yo no hice
nada, hyung.
Jaejoong se
acercó con pasos amenazantes y violentos, mirándolo directamente a los ojos.
—Ella es
peligrosa y traicionera, mejor no dejes que se te acerque ¿me escuchas?
—Entonces ¿por
qué es amiga de hyung?
Yunho vio todo
suceder muy pronto, la mano de Jaejoong alzarse sin problemas y detenerse a un
palmo de su rostro, cerrando el puño lentamente antes de bajarlo de nuevo y
exhalar sin fuerzas.
—No tengo
ninguna obligación contigo ¿me oyes?— Se acercó un poco más —Si te jodes, es tú
maldito problema.
Así que Yunho no
se movió, la espalda de Jaejoong pronto estuvo frente a sus ojos y sin embargo
el arrepentimiento duró poco en esa armadura que era Kim Jaejoong, su cuerpo
giró de repente y ese puño se estrelló con fuerza, golpeó en su cara como si
cargara un resentimiento de años y Yunho solo sintió el peso de su propio
cuerpo empujarlo contra la cama.
Los pasos de
Jaejoong finalmente abandonaron la habitación, pero Yunho continuó de cara
contra el colchón, sorteando un leve toque de su mano sobre la mejilla que él
había golpeado, quizá fue ahí, donde todo comenzó.
…
…
Esa mañana, el
desayuno fue amargo y silencioso, el padre de Jaejoong apenas levantaba la
mirada del diario, parecía apresurado y Yoohee se atareaba en terminar de
alistar sus cosas, Yunho tenía el cansancio posado en su rostro, el poco sueño
acumulado y apenas tocaba el desayuno en la mesa, contaba con la suerte de que
al menos Jaejoong ni lo miraba.
—Hoy tenemos
turno en la madrugada también.
Yunho asintió,
callado aún y esperando que la marca del golpe de Jaejoong hubiera desaparecido
como esperaba, pero si nadie pronunciaba palabra alguna sobre eso, suponía
entonces que todo aparentemente había pasado desapercibido, así que cuando fue consciente
de la mano del hombre sobre su hombro y el beso de ella sobre su cabeza, él se
sumió en su asiento y esperó porque Jaejoong lo siguiera ignorando el resto del
día.
Finalmente el
mayor se levantó de la mesa, dejándolo así solo, sin palabras pronunciadas y
con ese asqueroso sabor a sumisión que odiaba, la mano derecha recorrió su
rostro, tan temprano aquel sábado que decidió mejor salir de ahí, no importaba
si la cita con la psicóloga era en una hora, si continuaba encerrado ahí se ahogaría,
llevado por ese impulso desagradable, agarró su pequeño bolso y se fue, sin la
necesidad de dárselo a conocer a Jaejoong.
…
…
Pero sus pasos
lentos lo llevaron con suerte a la sala de espera a tiempo, suspiraba
sueltamente, sentado en aquella sala vacía mientras movía sus manos y
suspiraba. Desanimado y aburrido de tener que sentarse a inventar historias
para que la psicóloga no notara lo mucho que estaba pasando dentro de él.
Así que cuando
la puerta de la oficina movió su perilla, Yunho velozmente pensó en huir, puso
su cuerpo sobre el piso otra vez y ajustó el pequeño bolso, empezando a bajar
las escaleras hasta que el rostro de Yoochun, subiéndolas lo tomó desprevenido.
—¿Huías?
Yunho miró de un
lado a otro, exhalando ese poco aire que llevaba entre los pulmones.
—¿Qué haces
aquí? ¿No es temprano para tu cita?
Yoochun se alzó
de hombros —Vine a liberarte— Park movió su cabeza un poco, señalando ese lugar
cerca de la puerta de salida, Yunho miró discretamente la puerta que empezaba
abrirse y al hombre que se despedía de la psicóloga.
—Vamos.
Finalmente fue
él quien tomó la decisión esta vez, corrió junto a Yoochun lejos de ahí, como
si los pies le pesaran un poco más de lo habitual y correr le aligerara ese
peso anormal que venía llevando. Cuando finalmente se detuvieron, Yoochun se
apoyaba sobre sus rodillas, con una mínima sonrisa mientras se quitaba la
bufanda y suspiraba.
—¿Por qué odias
tanto las citas con la doctora, Kang?
Yoochun no
respondió, pero si fue a sentarse a una de las bancas que había cerca del
parque, apoyado en el tronco de uno de esos grandes y frondosos árboles que
sabían haber por ahí, Yunho recién noto el cabello largo del otro y su
expresión cansada. Descubrió que ni siquiera sabía la razón por la cual Yoochun
visitaba a la psicóloga.
Cuando se sentó
junto a él, Yoochun seguía sin moverse. Dejaba que el viento moviera un poco
los mechones de su cabello y Yunho dejó que la paz hiciera su trabajo,
regularizando su respiración y cerrando los ojos. Ni siquiera sabe cuánto
tiempo pasó así, no es consciente de los segundos que perdió entre el sueño y
la vigilia, pero cuando sintió movimiento a un lado de su cuerpo, sus ojos se
abrieron por instinto.
Yoochun acababa
de sentarse, traía una pequeña funda con bebidas y algo de comida, hacía un
poco menos de frío y el sol molestaba un poco.
—Es medio día—
Le habló Yoochun, sin que él lo hubiera cuestionado siquiera —Dormiste
bastante, y cómo me dio hambre.
Tomó algo de lo
que le era ofrecido y Yoochun volvió a sumergirse en ese silencio, Yunho
terminaba de cerrarse al mundo, cuando él aparecía.
—¿Por qué vas?
—¿Disculpa?
—¿Por qué vas,
con la doctora Kang?
—Oh…— Yoochun
pareció pensárselo un poco antes de contestar —Mis padres se estaban
divorciando, yo vivía con mamá, y ella se suicidó, culpó a papá de todo—
Repentinamente la voz de Yoochun pareció aligerarse —Supongo que ella olvidó
que yo aún dependía de su cuidado. A papá le tocó hacerse cargo de mí y los del
jurado acreditaron un par de sesiones para controlar que todo estuviera bien
con este ajetreo mío llamado cerebro.
Yunho sonrió,
bebiendo un poco del té que el otro le había traído, mirando esa explanada
solitaria que era el parque ahora que era la hora del almuerzo para la mayoría.
—¿Y tú?—
Preguntó Yoochun —¿Por qué vas?
—Mis padres
murieron en un accidente de tráfico, vivo con míos tíos ahora: la hermana de mi
mamá y su familia. El juez dictaminó que al cederle mi custodia a ellos,
debería recibir un par de citas con una psicóloga, por cualquier eventualidad.
—¿Cualquier
eventualidad?— Yoochun dejó escapar algo parecido a un amago de risa.
—Sí, ya sabes:
caer en depresión o convertirme en un asesino en serie de todos los conductores
ebrios que hay en Gwangju en nombre de mis padres.
Rieron por un
instante, como si las penas repentinamente mitigaran tan en el fondo que
incluso era más bien como un vacío oscuro y parco.
—¿Gwangju? ¿Eres
de allá?
—Sí, me mudé a
Seúl, por lo de la custodia.
Yoochun asintió,
nuevamente en medio de un silencio antes de que Yunho apretara con fuerza la
botella entre sus manos y hubiera bajado la cabeza.
—Odio esto
¿sabes? Ella pretende que me entiende, pero le miento y no se da cuenta— Yunho
ni siquiera fue consciente de lo que había empezado a decir —Yo antes no era
así.
—¿Así como?
—Tan débil…—
Murmuró sin cuidado, sintiendo la atención del otro totalmente sobre él —Antes
de lo de mis padres yo era impulsivo y positivo, practicaba deportes y era
sociable. Inquieto. Seúl es tan distinto.
—Supongo que en
Gwanju son un poco más reservados.
Yunho negó —No
es solo eso, es como si me estuviera apagando y nadie lo notara. Yo siento
mucho respeto por hyung, pero ahora es más bien como miedo.
—Estás mezclando
todo ¿sabías?— Yoochun sonrió un poco, empujando con su codo al más alto
—Primero me hablas de la doctora Kang, tu vida en Gwangju, luego de que acá es
todo distinto, después de lo que pasa contigo y finalmente un hyung.
—Es una
secuencia lógica.
—Pero muy
entremezclada. ¿Quién es?
—¿Hyung?—
Yoochun asintió —Es mi primo.
Esta vez Yunho
se giró, abrazándose un poco a sus piernas y mirando el pequeño paisaje frente
a él, como si por el bien de ambos la conversación muriera ahí. Yoochun sabía
de silencios, sabía que él entendería, que hablar de Jaejoong no estaba entre
sus planes todavía.
…
…
Contrario a lo
que el mismo Yunho pensaba, Jaejoong estaba ahí cuando llegó a casa, miraba
televisión con el cuerpo sobre el sillón y ni siquiera se inmutó con su
llegada, ni una mirada, ni una palabra para asegurarse que en realidad fuera
él. A partir de ahí, su relación se basó en un otorgamiento mutuo de
ignorancia.
Yunho había
dejado de preocuparse por lo que ocurriera fuera de su habitación cuando
Jaejoong llegaba mal o invitaba a sus amigos a la casa. Se colocaba los
audífonos y había comprendido al fin, la razón por la cual escapar de los
demás, era tan vital para Yoochun. En la soledad, no hay quien te pueda
lastimar.
Así que su mundo
reducido se había hecho parte de él, y las estaciones habían empezado a cambiar
tan pronto como el frío se había marchado. Había temporadas en las que ni
siquiera veía a Jaejoong, llegaba tarde y se marchaba antes que él al
instituto, su ausencia golpeteaba extraña y lo sumía a un estado de
culpabilidad que no le pertenecían.
Afrontaba los
espacios de soledad con paseos sin sentido con Yoochun y agrietaba sus
relaciones sociales, compartiendo con él más de lo que los demás consideraban
aceptable. Rechazaba la compañía que sabía a falsedad y sus tíos como cada día
buscaban una sonrisa en su rostro, esa paz que les permitiera creer que estaban
haciendo lo correcto con él.
Sin embargo
cuando las vacaciones finalmente llegaron, Yoochun apretó las tuercas en su
interior, generando un vistazo a esa dependencia que el muchacho había
reforzado en él.
—¿Australia?
—Papá dice que
pasar tiempo a solas nos irá de maravilla— Yoochun caminaba encima de aquel
pequeño brote que había en la vereda, estirando sus brazos para mantener el
equilibrio —Pero sé tan bien como él, que este dichoso viaje es más para
complacer a su dichosa novia, que para pasar tiempo de calidad en familia.
—Entonces,
quédate.
—¿Bromeas?—
Yoochun sonrió un poco —Papá cree que si me deja solo me suicido.
—No eres tan
tonto.
—Él no piensa lo
mismo— Park subió un poco sus hombros, dando un brinco hasta el suelo —Y su
novia me ve como un estorbo, en realidad es cuestión de tiempo para que yo
también le estorbe a él.
Yunho torció un
poco sus gestos, sentado en el lugar donde Yoochun hubiera estado caminando
hace un momento, analizó lo que sucedería a consecuencia de eso, los meses que
le quedaban encerrados en aquel lugar que por algún motivo debía ser llamado
hogar.
—Solo será un
mes. Cuando vuelva todavía nos quedarán vacaciones y podremos ir a vagar por
ahí.
Yoochun parecía
amable, él pocas veces lo era, pero Yunho asintió, con un suspiro los labios
antes de sonreír en verdad y sacar apresurado el celular del bolsillo de su
pantalón —Espera— Presionó uno de los botones y pasó su brazo por los hombros
de Yoochun quien lo miró sorprendido y luego solo sonrió —Tomémonos una foto.
—¿Es en serio?
—¡Claro que sí!—
Expresó indignado —No tenemos ni una sola foto juntos.
Indeterminadamente,
los espacios vacíos parecieron quedar saldados ahí, Yoochun sonrió y levantó
dos de sus dedos pegándose un poco más a él. Y Yunho amplió su sonrisa un poco
más.
—Cuando vuelvas,
iremos a todos esos lugares que los
demás dicen que son divertidos y nos quejaremos de lo odiosos que son.
…
…
—¡Hyung!
Cerró la puerta
sin cuidado, lanzando su bolso lejos, arrodillándose frente al cuerpo inmóvil
de Jaejoong cerca de las escaleras, palmeó su rostro, vigiló que respirara y
que no hubiera ningún golpe de gravedad, pero esos ojos se abrieron de repente,
nublados y un poco confundidos.
—¿Qué hora es?
Yunho no
comprendió, pero levantó la mirada y agarró a Jaejoong lo mejor que pudo,
tratando que el otro pusiera de su parte y lo ayudara a subir las escaleras
también.
—Yunho ¿qué hora
es?
—Las diez… Por
favor hyung, necesito que subas a tu habitación.
Fue leve la
ayuda de Jaejoong, seguía sintiendo el peso del cuerpo del mayor sobre el suyo
y su respiración cerca, demasiado cerca, lo suficiente como para que Yunho en
más de una ocasión moviera su hombro para alejarlo discretamente, sin embargo
Jaejoong solo sonreía y hacía de aquello un juego.
Se había
prometido hace mucho no volverlo a hacer, pensaba que si en algún momento sus
padres lo descubrían, sería lo mejor para Jaejoong, sin embargo verlo echado en
el piso de aquella forma no estaba dentro de lo establecido, de algún modo
logró llegar hasta la habitación, esa que pocas veces había visto y que parecía
seguir igual que la última vez que entró.
Jaejoong se
alejó, arrimado en su ropero como podía, con esa sonrisa extraña que Yunho
había aprendido a no mirar, suspiró dispuesto a marcharse pero la mano de
Jaejoong se cerró sobre su brazo, impúdica mientras subía y bajaba por toda la
extensión de su piel.
—Hyung ¿qué
haces?
—Dime algo
Yunho— Acariciaba las palabras como si de un velo sutil se tratara, acercándose
a él predeciblemente —¿Qué se siente?
—No sé de qué
hablas.
—El matar a
alguien, ¿qué se siente?
Yunho entonces
se sacudió violentamente, mirando al otro, con ese escozor extraño recorriendo
hasta la parte más ínfima de su ser, si había partes que le quedaban sanas,
Jaejoong las acababa de destrozar tan velozmente que sus ojos abiertos de par
en par lo contemplaban y el vacío en su pecho lo ahogaba.
—¿Qué sucede?—
Bromé Kim —¿De verdad crees que no lo sé? ¿Qué no lo sabemos?— Lo volvió a
tocar, está vez rozando su rostro, susurrando con cuidado las letras que
agujereaban el inestable corazón del menor —Tus padres salieron esa noche a
comprar el dichoso Xbox que tanto querías ¿no?— Parecía sin vida, su rostro
pálido e inmóvil —Eran vísperas de noche buena. Dime, Yunho ¿si no hubieras
insistido en tenerlo ese mismo día, crees que seguirían con vida?
—¡Cállate!
Lo empujó sin
cuidado alguno, sin importarle el estado en el que el otro se encontraba y no
se arrepintió, cuando escuchó su carcajada divertida y el amago que hizo por volverse
a levantar.
—Vamos, Yunho.
Esta es la mejor terapia, afrontar lo que eres: un asesino.
—¡Te dije que te
callaras!
Esta vez no se
limitó a apretar los puños, lo agarró por el cuello de la camisa, mostrando esa
furia que no se había permitido exteriorizar hace tanto, los ojos de Jaejoong
sin embargo parecían divertidos, con esa sonrisa especulativa en el rostro.
—No olvides tu
lugar aquí, mocoso— Jaejoong de pronto apresó sus muñecas con fuerza —Solo eres
un recogido.
Lo abofeteó con
palabras otra vez, Jaejoong tenía esa capacidad y Yunho se veía vulnerable ante
él solo por eso. Cuando sus manos
perdieron la fuerza de agarrarlo, Jaejoong lo empujó, tan fuerte que su cuerpo
cayó sobre el suelo y se desparramó sin cuidado.
—Solo eres una molestia.
Otra vez esa voz
se adentraba en su cabeza y él volvía a sentirse desprotegido, el cuerpo de
Jaejoong se ubicó fácilmente sobre el suyo, sentado en su estómago como si
fuera lo más normal del mundo estar ahí, Yunho entendió tarde que esa boca no era
como la de Yuri, que sus besos no eran dulces y no eran suaves.
Su estómago se
comprimía con el sabor de la sangre que Jaejoong dejaba a su paso cuando lo
mordía, cuando jalaba de sus labios y apretaba las manos alrededor de su
cuello, que ese sin sabor que le dejaba y ese dolor que quedaba marcado en su
cuello era como un castigo de esa verdad que él había decidido sepultar.
Jaejoong tenía razón.
—Abre las
piernas— Ni siquiera se tomó la molestia de obedecer, porque pronto Jaejoong lo
impulsó con sus propias piernas y se armó un lugar entre ellas, atacando su
cuello, como si morderlo, sin la mínima intención de causarle placer, fuera su
única meta.
Pero tenía razón, él era un asesino.
—¡Agh!— Acalló
sus quejidos, mordiendo la manga de su buzo, porque los dientes de Jaejoong
planeaban marcar su piel sin misericordia y él solo apretó los ojos lo más
fuerte que podía, sintiendo esas lágrimas que se aproximaban.
—No tienes
derecho a quejarte.
—Lo sé— Sollozó
de repente, y Jaejoong pareció enojarse aún más, atacando su boca otra vez. Su
mano presionando con fuerza en su costado lo suficiente como para que él
abriera la boca y el otro introdujera su lengua y el dolor se planteara ahora
en su quijada.
…Tenía que pagar por sus culpas.
…
…
—Es bueno llegar
y sorprenderlos.
—Además un poco
de pizza nunca cae mal.
Yoohee besó los
labios de su esposo cortamente, con una sonrisa en el rostro mientras él se
dirigía a la cocina con las cajas de pizza, decidió subir las escaleras con
lentitud, suavizar sus movimientos ante el día estresado que le había regalado
el hospital.
Escuchó los
pasos de alguien en la habitación de Jaejoong y supuso que su hijo se
encontraba ya dispuesto a salir, sin embargo cuando abrió la puerta, encontró a
Yunho y Jaejoong sentados en el piso, uno frente al otro mientras Yunho parecía
extrañamente encogido en su lugar. La sonrisa de Jaejoong sin embargo parecía
extraña.
—¿Qué hacen
aquí?
—Hablábamos— Se
apresuró a decir el mayor —Bueno, más bien aconsejaba a Yunho.
—¿Aconsejabas?
—Si— Se levantó
de repente —Ya vez que tiene novia y eso.
Los ojos de
Yoohee se abrieron de par en par notando la manera en que Jaejoong se tocaba el
cuello, y corrió hacía el menor, tocando delicadamente el cuello que el otro se
empeñaba en ocultar, pero Jaejoong ya no estuvo para salvarlo, se escondió en
el baño como si nada hubiera pasado y él solo pudo sentir la mirada un poco
preocupada de su tía.
—Así que novia
¿eh?
—No es nada
serio, la verdad…
Musitó sin
pretenderlo, como si sintiera las manos de Jaejoong todavía viajando en su
cuerpo, como si su aliento y su boca se resbalaran por encima de su piel
todavía, pero la puerta y el auto habían sido el detonante perfecto para que el
mayor lo soltara y él se viera separado de su cuerpo.
—Es bueno que
hables con Jaejoong de estas cosas.
Asintió perdido,
notando la sonrisa complaciente de ella, su mirada que parecía de pronto
enternecida mientras él estaba ahí, abandonado en ese piso que Jaejoong acababa
de dejar. Como si el viento recorriera su cuerpo otra vez, Yunho no fue tan
consciente del momento en que cerrar su cuerpo se volvió una prioridad.
Alejar las
miradas curiosas de esas marcas, que no pararon en aquella ocasión.
…
…
—Es la última
cita— Se había acostumbrado a la voz suave y extrañamente retórica de la mujer,
de sus lentes sobre el puente de la nariz y su sonrisa tan leve que más bien
era ingenua —¿Eres consciente de eso, Yunho?
—Claro— Sonrió,
acostumbrado como estaba —Creo que incluso voy a extrañar esto.
—Durante las
sesiones que hemos tenido, te has mostrado envuelto un poco por los recuerdos,
pero lo suficientemente hábil como seguir adelante, cómodo con tu nueva
familia. Yunho, ahora yo necesito saber si has sido cien por ciento sincero
conmigo ¿no tienes algo más que quisieras que tratemos? No me ocultes nada por
favor.
Se volvió a
sumir en las dudas, sus manos apretadas sin mucha precisión, procuraba que la
sonrisa de su rostro no se borrara, perdido en el pequeño adorno que ocupaba el
escritorio cuidadosamente ocupado por ella, tan sutil y delicado, acorde con lo
femenina que Kang era.
Tan predecible a sus ojos.
—Estoy conforme
con lo que hemos hablado— Su voz parecía ser un detonante muy bien disimulado,
mirándola a los ojos inclusive —No creo que le haya ocultado algo.
—De acuerdo—
Dijo finalmente la mujer, escribiendo un par de cosas en sus hojas —Entonces
¿todo bien con tus tíos y tu primo?
El silencio
quedó sumado a sus manos y apresado entre su estoicismo repentino. Anhelaba
esos tiempos cuando ni siquiera tenía que mentir con tanta precisión.
—Si— Fingió
—Todo está bien.
Kang sonrió
complacida. Brevemente ocupando su tiempo en escribir lo que requería mientras
Yunho no se movía demasiado y sonreía cada que lo veía. Yunho suspiraba y veía
su celular, esperaba esa llamada de Yoochun que no llegaba y el tiempo solo se
aletargaba hundiéndolo a él, en esa escasez de vida que lo perseguía.
—¿Yoochun
seguirá viniendo?— Preguntó de repente.
—Así es. Él
viene aquí por sesiones, no por citas, así que una sesión para él cuenta si es que
asiste a ellas, pero como le encanta dejarme plantada apenas y lleva la mitad
de todas ellas. Me preocupa eso…— La mujer lo miró de repente, con una sonrisa
gratuita en los labios —¿Podrías por favor aconsejarle que venga más seguido?
Sé que se llevan muy bien.
—Él ahora se
encuentra de viaje.
—Lo sé, su padre
me lo comunicó, me refiero a cuando regresé. Él necesita de esto.
Yunho, no lo
creía así. En medio de todo lo que Yoochun era, sin la necesidad de ella,
Yoochun tenía más claro el paisaje de su vida, mucho más libre y brillante que
él. Yoochun no tenía que modificar nada, él estaba bien así. Y el mismo Yoochun
lo sentía así.
—Claro, yo se lo
diré.
…
…
Dejó escapar esa
oportunidad tan breve y única que le quedaba, marcando los pasos de camino a
casa en medio de esa lluvia esporádica que de pronto empezó a caer esa tarde,
caminaba sin sentido como si fuera a la horca, el vacío emocional que le
quedaba era solo un pasado oscuro entre ese sentimiento extraño que lo
impulsaba a él y su agonía.
Lloró casi sin
pretenderlo, agradecido que la lluvia lo disimulara tan bien que solo se
preocupó por bajar un poco la cabeza y fingir que su única preocupación era no
haber llevado paraguas, si hubiera dicho algo, tan mínimo, como esa rendición
que sentía por pagar sus culpas ¿hubiera servido de algo?
No importaban
las veces que le diera vuelta a la situación, siempre llegaba a la misma
conclusión.
Así que cuando
llegó, cerca de las cinco de la tarde, Jaejoong estaba dispuesto a salir, con
esa chaqueta negra que pocas veces usaba y su mirada fría, tan vacía como de
costumbre. Él, empapado de pies a
cabeza, con su cabello tapando gran parte de su rostro y los labios tiritando
sin control.
—Mojas el piso—
Habló el mayor —Ve a cambiarte.
—Hyung…
—Deja de decirme
así.
La mirada de
soslayo bastó, Yunho de pronto se encogió en su lugar y sus expresiones
perdieron toda la fuerza que podía guardar. Se encontró así mismo abrazando esa
cintura delgada, apoyando el rostro en ese suave cabello que tenía frente a él.
El cuerpo de Jaejoong tensándose ante el contacto.
—Es mi culpa
¿verdad?— Dejó que un suave quejido se opacara contra su acompañante, que su
frío se viera impío por el contacto frío que el otro le regalaba —…Yo los maté.
Jaejoong giró,
con esa mirada vacía y esos ojos grandes que parecían fácilmente atravesarlo.
—¿Tan falta de
amor estás, Yunho?
—No es amor lo
que quiero.
Jaejoong apretó
su rostro, miró esas lágrimas que se confundían con el rostro mojado del menor
y esa sonrisa que había desaparecido, irradió un poco de pena, tan absoluta que
las manos de Jaejoong recorrieron su rostro con apremio, se había tomado el
tiempo de mirarlo un poco más allá.
Y fue una
contemplación extraña, Yunho no vio los recursos necesarios para detenerlo ni
para dar el primer paso, pero consintió que el otro se acercara y lo besara, no
mostró queja alguna cuando sintió su cuerpo pegado a la pared, ni mucho menos
cuando esas manos se volvieron a posar en su cuello, todavía pesaba el dolor de
esas manos sujetándolo el día anterior ¿qué tan malo podía ser sentirlo otra
vez así?
Cerró los ojos y
dejó que las manos de Jaejoong marcaran el ritmo, que lo introdujeran a
quejarse poco cada dolor esporádico y movimiento extraño que el otro provocaba
cuando juntaba sus cuerpos demasiado. Yunho sabía poco de las caricias y el
amor, desconocía de la razón por la cual esos besos de Jaejoong eran así,
porqué buscaban lastimarlo y herirlo hasta el punto de hacerlo gemir de dolor.
Pero era más extraño aún, no comprender
la motivación que lo tendía ahí.
Se cerró al
mundo como si no fuera complicado y le cedió su alma al peor postor,
gratificado de encontrar que la culpa no pegaba más en él. La solución a sus
males, aquellos que lo acosaban por la noche y lo atormentaban sin salvación.
Tenía otra vez la sangre entre los labios, la boca de Jaejoong rompiendo los
parámetros y él gimiendo sin la menor intención de pararlo.
Pero aún tenía
esa marca ahí, ese dolor impredecible a un costado de su estómago, marcado por
el moretón que Jaejoong le había provocado el día anterior en uno de sus
arrebatos, el tacto de Jaejoong fue leve y aun así su cuerpo entero se encontró
sacudido por el dolor y un quejido abandonado.
—¿Duele?
—No— Mintió sin
problemas, colocando la mano de Jaejoong otra vez en el mismo lugar, sintiendo
la presión y encogido sin importar la razón, pero Jaejoong lo ignoró, como
ignoraba su vida por completo.
Nuevamente se
encontró así mismo con los ojos cerrados, en medio de ese amor mal trecho que
sentía por sí mismo y lo que Jaejoong le provocaba. Yunho entendió que vivía en el mundo de los hubiera…
¿Y si se hubiera detenido?
¿Y si aquella
tarde solo hubiera golpeado a
Jaejoong y huido?
¿En verdad hubiera sido distinto, si aquella noche
sus padres no lo hubieran complacido?
…
…
Un día
cualquiera, Yunho se pudo dar cuenta que Jaejoong ya no salía tanto de casa
como antes. Siendo las vacaciones el cuerpo de Kim vagabundeaba por la casa de
un lado a otro a partir de las once de la mañana, no cruzaban palabras y sin
embargo si llegaban a chocar en un pasillo, en las escaleras o en la cocina,
mientras estuvieran solos: no importaba.
Jaejoong lo
agarraba impredecible de la cintura, del brazo o del cuello, atacaba sus labios
con la misma premura de siempre he impulsaba sus cuerpos a un contacto firme y
sesgado, el cosquilleo de Yunho empezaba en su estómago se vertía en lugares
inapropiados cuando Jaejoong agarraba su cabello o lo empujaba contra la pared.
El cuerpo de Jung entraba en un estado de excitación tan propenso como los instintos
mismos y su boca ya había aprendido a responder a la contaría.
Pero eran besos,
caricias extrañas sobre su cuerpo, como si Jaejoong deseara cada espacio de su
piel por más ínfimo que este fuera, y todo como cada día, como en cada
encuentro terminaba de la misma manera.
—¿Cómo puedes ser tan masoquista?—
Susurraba —¿Cómo puede gustarte que te
trate así?— Sin embargo las preguntas eran respondidas por el mismo
Jaejoong que sonreía y pegaba esos labios a su oreja —Quizá estás intentando pagar por tus culpas, dejándome hacer lo que yo
quiera ¿no?
Luego el mismo
Jaejoong parecía enojarse con su deducción y lo empujaba con fuerza lo más
lejos que podía de su cuerpo, Yunho siempre terminaba con algún golpe o moretón
producto de esos empujones, y su alma se aletargaba y él bajaba la cabeza,
porque si los asesinos pagaban sus crímenes en una cárcel, privados de
libertad. Él pagaría su condena con Jaejoong, privado de la felicidad.
Recogía lo que
en aquel momento hubiera caído. Sus ropas habían cambiado, eran un poco más
grandes de lo habitual, y prácticamente se había acostumbrado a cubrir a la
perfección sus golpes, y sonreía, como si su vida fuera un lecho de virtudes
cuando sus tíos llegaban y preguntaban por cómo se encontraba.
Yunho a veces
olvidaba los días, no tenía un mundo fuera de esa casa y cuando Jaejoong volvía
turbado por la bebida, Yunho cerraba sus ojos y apretaba la almohada deseando
en secreto que Kim no girara la perilla de su habitación porque hace tiempo que
permanecía sin seguro, porque si Jaejoong entraba, él no se negaría.
Pero había algo
extraño en él, algo que hacía suspirar en tranquilidad Yunho, como una costumbre, Jaejoong llegaba,
se tropezaba y hacía bulla pero jamás iba hasta su habitación, al menos no en
ese estado. Y por suerte, había dejado de llevar amigos a la casa.
…
…
—¡Yoochun,
espera!
Corrió lo más
rápido que pudo entre las personas que habían en el aeropuerto y sonrió
complacido de poder estar de nuevo en el lugar al que pertenecía y únicamente
porque había alguien esperando por él, atrás quedó su padre con el equipaje y
su dichosa novia, él solo agarró su bolso pequeño, el celular en las manos y
dejó que las puertas se abrieran a su paso mientras los taxi en fila aparecían
a su alrededor, marcó su número sin pensarlo y esperó, hasta el tono aletargado
de su voz.
—¿Yoochun?
—Yunho—ah~— Jugó
con sus sonrisas mientras el otro chasqueaba la lengua —¿Cómo has estado? ¿Me
extrañaste?
—¿Estás en Seúl?
—Y claro, hubo
un inconveniente extraño y tuvimos que regresar una semana antes ¿no es
genial?— Pateó suavemente la rama caída a sus pies y sonrió —¿Nos encontramos?
Tengo mucho que contarte.
—Pareces demasiado feliz…
—Es por haber
regresado, me aburría horrores con esos dos… Ya sabes, a papá le interesa más
ella que yo, pero no quiero hablar de eso ¿paso por tu casa?
—No, veámonos en el parque, cerca de la
oficina de la doctora Kang.
—De acuerdo, no
demores, estoy relativamente cerca.
…
…
Cuando Yoochun
lo vio comprendió muchas cosas que antes parecían desapercibidas, pero se
levantó a esperarlo mientras veía sus pasos lentos y su expresión suave, con el
cabello incluso un poco más largo, él ni siquiera recordaba que su amigo
tuviera mechones que bajaran incluso debajo de la oreja.
—¡Yunho!—
Sacudió su mano para que lo mirara y Jung por instinto adelantó sus pasos —¿Qué tal Seúl en estos días?— Bromeó
ligeramente aunque Yunho solo sonrió y suspiró despacio.
—Supongo que
bien.
—¿Supones?
—No he salido
mucho que digamos.
Desde ese
momento, unas alertas extrañas se despertaron en Park, sentándose junto a él de
nuevo en la banca, y mirando sus ojos que parecían perdidos en cualquier otra
parte.
—¿Yunho está
todo bien?
—Si— Mintió de
repente, como si ya fuera automático y de repente olvidara que hablaba con
Yoochun —Bueno, han pasado cosas…
—¿Cosas? ¿Qué
cosas?— El ceño de Yoochun se fruncía de repente, viendo al otro y agarrándolo
por la capucha de su abrigo —¿Y por qué cargas esto? Hace un calor de los mil
demonios.
—Me gusta, es
todo.
Yunho se
contrajo un poco, con una sonrisa que supo falsa.
—¿Por qué no me
cuentas sobre tu viaje?
—No quiero
hablar sobre mi viaje, fue horrible. Sabes que no quería ir.
—Sí, es cierto—
Sonrió otra vez —Lo había olvidado.
—Yunho…
—Yo te tengo una
buena noticia— Lo interrumpió de repente —Ya terminé mis sesiones con la
psicóloga.
—Oh, ¿en serio?—
Los ojos de Park se abrieron de par en par como si por un momento brillaran y
olvidara varias cosas en ese instante —Moh~ eres tan afortunado. A mí todavía
me faltan algunas, pero como la doctora no sabe que regresé antes, no tengo la
obligación de ir al menos por esta semana.
Las actitudes de
Yoochun parecían repentinamente haberse iluminado o quizá era la luz de Yunho
apagada desde hace semanas atrás que lo hacía ver al otro brillar demasiado.
Pero para él, Yoochun siempre fue como una suave luz tenue que lo mantenía
resguardado y alejado de la oscuridad y al mismo tiempo del exceso de brillo.
—Yoochun…—
Apresó su mano sin saber, por encima de su pierna, esa piel suave y blanca de
Yoochun que de pronto le había parecido no haber tocado en años —¿Por qué te
tuviste que ir?— Lo susurró y bajó la cabeza, como si las lágrimas se agolparan
lo suficiente como para hacerlo hundirse en su lugar —Si no te hubieras ido… yo
no…
—¿Qué pasa?—
Yoochun intentó mirar su rostro, agacharse para observarlo con mayor precisión,
pero Yunho no lo dejó, solo respiró hondo y dejó que el momento alterno se
fuera de ahí —Yunho estas actuando muy extraño…
—Lo sé, lo
siento— Lo soltó despacio, dibujando una sonrisa extraña en él —Es que no sé,
solo perderte de vista fue… raro.
No le creyó.
Yunho lo supo bien, porque esos ojos lo atravesaron un poco más, otra vez
silencio, que no era como los de antes, cómodo y placentero. Yoochun solo se
quedó mirándolo un rato más y luego bufó.
—Está bien si no
quieres hablar— Dijo de repente —Pero puedes confiar en mí, cuando estés listo
escucharé— La mano de Park buscó la suya en algún momento, la apretó igual que
él lo hubiera hecho hace un instante —…Solo, por favor, que no sea demasiado
tarde.
…
…
—Me alegra tanto
que Yunho y tú estén pasando juntos estas vacaciones.
Jaejoong
asintió, un poco ausente mientras su madre terminaba de arreglar la mesa
lentamente, observó la televisión sin prestar la suficiente atención como para
recordar la razón por la que lo había dejado en ese canal. Solo podía pensar
que pronto empezaría a llover, y el vacío en su estómago no era debido al
hambre.
—¿No sabes si
Yunho llegará a comer?
—Salió a ver a
un amigo que vuelve del extranjero.
Yoohee
repentinamente se sentó junto a él en el sillón, con una sonrisa amable y un
trapo ligero en las manos —Ah… Es bueno que tenga amigos y siga adelante, en
verdad quiero una buena vida para él— Jaejoong se movió incómodo, repelía las
actitudes bondadosas de ella y se hundía un poco más en su lugar.
—Mamá…—
Dudó súbitamente, con el flequillo
cubriendo sus ojos —Llévatelo, lejos de aquí, a un lugar donde no le pueda
hacer daño…
—¿Hacer daño?
¿Alguien está molestando a Yunho?
Los tonos de voz
cambiaron, Jaejoong por primera vez bajó la mirada y mordió su labio inferior.
No lo quería lejos…
—No… Pero creo
que es lo mejor para él.
—¿Irse lejos?—
Yoohee negó de inmediato —Por supuesto que no, Yunho necesita una familia,
necesita apoyo.
—¡Pero ustedes
ni siquiera están aquí!— Gritó agitado, con sus ojos abiertos de par en par sin
fijarse en la forma en que su madre se hundió en el lugar —¡¿Qué esperas que
pase con nosotros si estamos abandonados aquí?!— Su resentimiento pegó
abruptamente y su voz se quebró —…No quiero que él termine como yo…
—Hijo… ¿a qué te
refieres?
Yoohee sintió
que de pronto no lo conocía.
—¡Solo dejen de
ser así! ¡Dejen de arrastrarnos a un callejón sin salida! Estoy harto de todo
esto…
—¡Jaejoong!
El grito de su
padre se escuchó desde la cocina, severo y con el entrecejo arrugado antes de
tomar por los brazos a la mujer y abrazarla despacio, un regaño desplegado en
su mirada.
—¿Qué sucede
contigo? ¿Por qué le hablas así a tu madre?
Pero Jaejoong
solo apretó las manos sobre su cabeza y la movió, con las piernas encogidas y
las palabras atoradas en la garganta.
—Todo lo que
hacemos lo hacemos por ti, por tu futuro, el tiempo que pasamos fuera es para
poder darte cada día un poco más de lo que nosotros no tuvimos. Tú y Yunho son
ahora nuestra motivación ¿cómo puedes ser tan egoísta?
—¿Yo? ¡¿Yo soy
el egoísta?!— Rio espontáneamente con los brazos caídos de repente —Ustedes no
saben nada, nunca han sabido nada en realidad….
Se levantó con
esa impulsividad renovada, dejando atrás a sus padres, sin importarle el
movimiento de la puerta principal justo antes de llegar a las escaleras, y que
esos ojos finos lo miraran. Jaejoong solo pasó de largo y prefirió ignorar
aquello, sus pasos haciendo eco en todo el lugar.
Yunho lo siguió,
al menos con la mirada, hasta que desapareció y Yoochun a su lado solo miró discretamente
a Jung.
—Creo que no fue
un buen momento para venir.
—Creo que han
discutido— Comentó sueltamente, regresando su mirar a la sala principal —No sé
si sea buena idea.
—Oh, Yunho—
Yoohee se obligó a sí misma a despejase y sonreír —Has traído a un amigo a
cenar, no creo que Jae baje, ¿por qué no se sientan?
Fue como un
momento extraño, aplacado por la amabilidad de la pareja, Yunho sonrió y
conversó, ellos parecían encantados con tener a Yoochun ahí, y el muchacho solo
contestaba de vez en cuando, usando esa misma táctica que él para sonreír y
dejar al mundo tranquilo en su faz.
…
…
Luego de que
Yoochun se tuviera que ir, una vez los platos hubieran sido recogidos y la
cocina estuviera limpia, solo en su habitación, Yunho pensó que sería una
pésima idea internarse en la habitación de Jaejoong, sin embargo sus pasos ya
lo dirigían hacia él, esperaba encontrarse con un seguro que se lo impidiera,
pero la puerta estaba ahí, cerrada, pero sin la menor clausura para él.
—No deberías
estar aquí.
La voz de
Jaejoong se escuchó en medio de la oscuridad y sus pies descalzos caminaron
hasta la cama, llevado por esa sensación que opacada a la razón. Vio el cuerpo
del mayor templado en la cama, boca arriba mientras miraba la pared y sus ojos
parecían ser lo único claro dentro del lugar.
Su cuerpo entero
lo buscó como si lo anhelara, sus piernas abiertas sobre la cintura de él y su
cuerpo rozando al contrario que de repente pareció contraerse ante la
sensación, sus manos que abarcaron ese pecho y rozaron suavemente la piel. Si
pesaba, a Jaejoong parecía no importarle.
—No lo hagas—
Susurró Kim —Si seguimos así, algún día no me conformaré solo con besos.
La mano de Yunho
fue a reposar en su entrepierna y llevado en un agotamiento propio, el cuerpo
de Jaejoong se sacudió y cerró los ojos también, mordiendo su labio inferior.
Parecía respirar suave y Yunho descubrió que a pesar de su corta edad podía
comprender eso que motivaba a Jaejoong a detenerse, se retorcía bajo su mano y
su cuerpo no parecía controlarse.
—Ba…Basta Yunho…
Gemía
entrecortadamente, sus manos ya apretaban con fuerza sus brazos y planeaban detenerlo
a pesar de que su propia mano subía y bajaba lentamente sobre el miembro del mayor. Jaejoong ceñía aún más sus manos sobre él,
clavaba sus uñas pequeñas y cerraba la boca pendiente del ruido.
La tela fina del
pantalón le permitía masajear el lugar con facilidad, sentir la dureza que se
prolongaba cada vez más y sus manos todavía pequeñas encerraban lo que podía y
era en esos momentos que Jaejoong se sacudía todavía más. Pero fue extraño
cuando finalmente Jaejoong se levantó, sentándose frente a él y dejándolo en
mala posición, con sus ojos abiertos de par en par y el rostro acalorado de Kim
tan cerca que los latidos apresurados de su corazón enrojecieron sus pómulos.
—Tú te lo
buscaste.
De algún modo
las manos de Jaejoong lo sostuvieron con fuerza, lo empotraron con la cama y
aún, ambos con ropa adoptaron otra posición. El cuerpo de Jaejoong se restregó
contra el suyo y en aquel momento la intimidad de Yunho fue atravesada por ese
descarado toque del miembro endurecido de Jaejoong.
Veía su rostro
compungido por una desesperación extraña, las facciones del mayor escuetas en
cada parte y la fricción de sus cuerpos despertó de repente un sentimiento vago
y parecido a la excitación, su rostro se acaloró otra vez y apretó las sabanas
por debajo de él, mientras la boca de Jaejoong parecía buscar refugio en su
cuello.
Su cuerpo era
impulsado por el de Jaejoong hacía arriba, cada vez que el otro se movía, dolía
y toda esa ropa puesta, quemaba, provocaba más calor. Desesperaba las
sensaciones del propio Yunho que ya se encontraba gimiendo sueltamente antes de
que Jaejoong tapara su boca y aumentara la velocidad y la fuerza, como si
quisiera hundirlo en el colchón.
Pero Yunho no
podía cerrar la boca, necesitaba el aire que no parecía llegar a sus pulmones,
porque parecía haber olvidado como respirar, y cuando Jaejoong finalmente se
detuvo, en un golpe ingenuo y fuerte que lo hizo abrir los ojos, Yunho sintió
toda esa dureza en su cuerpo desaparecer, solo oía la respiración agitada de él
y su sudor que fácilmente se mezclaba con el de Jaejoong.
Estaba
humedecido de pies a cabeza, respiraba mientras su pecho subía y bajaba como
podía, Jaejoong seguía sobre él, con el cabello pegado a la mejilla de él,
arrastrado por la sinrazón y los gemidos muertos a su mano. Si se quedaba,
sería aplacar un poco su herido corazón, y sin embargo sabía también que Jaejoong
no se lo permitiría, cuando pudo recuperar la sensación en su cuerpo entero
analizó que lo suyo había sido un orgasmo, pero Jaejoong seguía igual, aún
excitado y no parecía dispuesto a continuar.
—Hyung…
—Lárgate de
aquí.
Nuevamente esos
brazos de Jaejoong lo agarraron con fuerza, lanzándolo fuera de la cama y esta
vez los ojos de Jaejoong no se regocijaron con su dolor. Con el golpe de su
cuerpo sobre el suelo y sus ojos un poco desorbitados no esperaron otra
explicación, se levantó como pudo y luego solo cerró la puerta, los gemidos
ahogados de Jaejoong escuchándose desde el otro lado en la habitación.
…
…
Para Yoochun el
mundo había vuelto a su ciclo habitual, a su mundo pequeño entre los audífonos
y la música, a que el resto del mundo deje de funcionar, sin que a él le pueda
importar, pero el niño de sonrisa falsa no llegaba ese día y era extraño porque
Yunho rara vez lo hacía esperar y esta vez su llegada fue más lenta de lo
habitual.
—Cada día
caminas más despacio Jung— Anunció, golpeando suavemente el brazo del otro y
sonrió —¿Es que ya no te quieres encontrar conmigo o qué?— Sin embargo el
cuerpo de Yunho siguió escogido, apretando el lugar donde lo había llegado a
golpear, pero Yoochun está seguro que su golpe fue ligero, que apenas y lo tocó
—¿Yunho?
—No importa—
Sonrió de repente —Es que dormí mal.
Yoochun lo
inspeccionó con la mirada, tan veloz que ni el mismo Yunho fue capaz de
notarlo, pero vio bajo ese abrigo un pedazo del cuello níveo de Yunho, de esas
manchas extrañas que tenía y lo aletargada de esa reacción. Ni siquiera lo
pensó, cerró su mano en ese brazo delgado y Yunho esta vez gimió de dolor,
encogido igual que antes.
—¡Auch! ¡Yoochun
basta!
—¿No qué solo
dormiste mal?
—¡Te dije que
basta!
El empujón por
parte de Yunho llegó con fuerza, Yoochun
que solía olvidar lo fuerte que podía llegar a ser Jung frunció el ceño y no
esperó más, olvidado por las consecuencias, forcejeó con él sin importarle las
consecuencias, a pesar de que Yunho le enviaba golpes para alejarlo, aún así se
aferró al abrigo y jaló de él, girando a su lado y dejándolo descubierto.
Su camisa de
manga corta no lo dejó esconder el morado de su brazo ni las uñas que ahí se
habían clavado, sufrió un espontaneo sentimientos de vergüenza ante los ojos de
Yoochun fijos en su brazo y la preocupación que repentinamente volcó sobre él,
pero Yunho solo se volvió a colocar la manga del abrigo y suspiró. Sin
atravesarse a mirarlo otra vez.
—Yunho…— Salían
susurros de esa boca de Yoochun —¿Quién te hizo eso?
—No importa.
—¡Claro que
importa!— Esta vez la voz de Park se alzó —No puedes dejar que te hagan esto.
—¡Déjame en paz,
Yoochun!
—Yunho— Lo
sujetó con delicadeza esta vez y él decidió no salir huyendo de ahí —Por favor,
¿te das cuentas de por qué te dije que actuabas extraño? No puedes permitirle
esto a nadie, nadie debe golpearte así ¿me oyes? Tenemos que hablar con
alguien.
—¡Yoochun, no!—
Los papeles se cambiaron, Yunho sostenía a Yoochun, con toda la fuerza que pudo
adquirir —Solo fue una pelea tonta, con unos tipos que viven por la casa.
—Esas no parecen
heridas de una pelea Yunho.
—Yoochun, por
favor confía en mí— Sonó lamentable, despacio ¿por qué lo hacía? ¿por qué lo
protegía así? —…Por favor.
Park se soltó,
sacudió su mano y lo miró sin confiar. Sus expresiones serias se cerraron sobre
él.
—Si esas heridas
no desaparecen, o te veo alguna nueva voy a hablar, Yunho. Lo juro y mira que
te lo estoy advirtiendo.
Jung asintió,
con la calma en su pecho otra vez, disuelto por esa expresión amortiguada que
por primera vez parecía preocupada, ausente del usual mutismo y frialdad que lo
habían empezado a rodear.
…
…
—Son varias
semanas sin verte Yoochun.
La voz de Kang
esta vez fue lenta y espaciosa a los oídos de Yoochun y a pesar de todo, la mirada de Yoochun seguía
perdida en un espacio muerto dentro de la habitación.
—Estuve de
vacaciones.
—Supe que
regresaste hace más de dos semanas y media— Replicó —¿Por qué no viniste a
verme?
—Usted sabe por
qué.
—Sigues
rechazando el tratamiento…
La mujer suspiró,
su conclusión todavía incomprendida, pero esta vez Yoochun parecía más ausente
de lo normal, lejos de sus replicas adustas y severas, parecía convencido de
terminar con todo y salir de ahí. Pero sus ojos mostraban dejes de preocupación
que ella aún no había podido distinguir.
—¿Quieres hablar
de algo en especial?
—¿Usted ya no
sigue tratando a Yunho, no?
Kang negó
sutilmente. —No, hace semanas terminamos. ¿Quieres hablarme de algo?
—¿Notó algo raro
en él la última vez que lo vio? Algo respecto a su familia o algo así…
Hubo un silencio
corto, Kang le permitió a Yoochun guiar momentáneamente la sesión.
—¿Te preocupa
algo de él? ¿Quieres que le pida que venga a verme un día de estos?
—No…— Apretó los
puños y bajó la mirada.
—Yoochun si
quieres ayudarlo, necesito que me digas que pasa.
—Es que no lo
sé— Susurró despacio —Lo sospecho y tengo miedo de que se convierta en verdad,
pero no confío en él, ya no. Me miente y… tampoco confío en usted.
Imprevisiblemente
los pasos de Yoochun se alzaron, levantándose de su lugar y caminando fuera de
ahí, apretando el celular entre sus manos, como si la voz de la psicóloga de
repente fuera un silencio absoluto. Necesitaba salir de ahí, y cuanto antes
pudiera mucho mejor.
…
…
A veces Yunho
juntaba sus piernas sobre la cama y dejaba de prestar atención al televisor, el
sonido continuaba y se confabulaba con el sonido molesto de su celular mientras
sonaba una y otra vez sin que él se atreviera a contestarlo en realidad, pasó
la mano por su cabello porque de repente era un poco más calmo para él hacerlo.
Y cuando el
celular sonó otra vez, decidió estirar el brazo, agarrar el pequeño aparato
entre sus manos viendo como el nombre de Yoochun tintineaba incesante, dudó severamente,
sus últimos encuentros eran extraños y Yunho ya no sabía cómo detener ese
malestar suyo en el estómago que en ocasiones incluso le provocaba nauseas.
Pero era
Yoochun, era su amigo, no podía hacerlo a un lado, porque entonces si estaría
hundido.
Dejó que su voz
sonara suave y determinada, como cuando antes las cosas al menos parecían
aburridas.
—Dime…
—¿Estás en casa?
Park sonaba
apurado, caminaba de un lado a otro donde fuera que estuviera, Yunho escuchaba
sus pasos y luego solo suspiró.
—Sí.
—Necesito que nos veamos—
Reconoció arrebatadamente —Voy para tu
casa.
Yunho sabía que
de algún modo, Yoochun necesitaba una respuesta —Está bien— Pronunció, agotando
sus posibilidades —Te espero.
Luego la
despedida fue breve y el cuerpo de Yunho volvió a sentirse vacío, ¿qué estaba
haciendo ahí?
Si pudiera huir
lejos de todo, quizá su vida no se estuviera apagando de esa forma.
Lo único
intranquilo, eran esas cadenas invisibles y débiles que lo retenían.
…
…
—¿Vas a salir?
Yoochun escuchó
a su padre asomarse desde la cocina, lamentó su mala suerte de poder salir
antes que su padre lo encontrara y giró, con un suspiro entre los labios, y la
expresión menos tendenciosa que tenía.
—Sí, regresaré
temprano.
—Espera un rato—
Se acercó, colocando una mano sobre su hombro y mirándolo tan fijamente que Yoochun
supo adivinar eso no era algo bueno, menos, cuando la novia de él, se acercó
también —Tenemos que hablar contigo de algo…
…
…
Yunho volvió a
mover sus dedos sobre la madera, miraba constantemente a la calle y disimulaba
cuando Jaejoong salía de su habitación y se dirigía a la cocina, mirando su
actitud extraña, pendiente a la ventana. Pero Yoochun demoraba, llevaba casi
una hora de retraso y estaba empezando a replantearse la idea de ir a buscarlo
cuando un taxi se estacionó cerca de su vereda y la cabellera de Yoochun calmó
sus preocupaciones.
Abrió la puerta
aprovechando que Jaejoong ya se había encerrado y sonrió, porque le alegra
verlo ahí, y sin embargo, Yoochun lucía completamente vacío, como cuando lo vio
la primera vez, tan indiferente y lejano que detuvo sus movimientos instintivos
por correr abrazarlo, lo espero en el alfeizar de la puerta y él caminó hasta
él, con esa mirada pobre y alicaída.
—¿Recuerdas que
te dije que un día… Iba a estorbarle a mi padre?— La sonrisa ladina que apareció
en los labios de Park fue extraña, no hubieron saludos de por medio ni una
expresión que le mostrara lo que realmente pasaba, pero Yoochun habló mucho
antes de que él pudiera responder —Ella está embarazada… Yo soy solo un
problema para él, le recuerdo a mi madre, dice que soy igual a ella,
seguramente cuando el niño nazca me quieran mandar lejos…
En esta ocasión
fue Yoochun el primero en rendirse en lanzarse a sus brazos, y abrazarlo con
fuerza, el contacto llegó como sorpresa para él, su respiración en la nuca y el
tacto suave sin dolor de por medio fue gratificante.
—Yoochun, que
tengas un hermano no quiere decir que…
—Papá nunca me
quiso a su lado, le tocó hacerse cargo de mí, él quiere un hijo normal, uno que
no le cause tantos problemas, uno que ni siquiera necesite de ayuda
psicológica.
Abrazó su
espalda porque dolía, sus palabras arremolinadas y compungidas reflejaban esos
sentimientos guardados bajo llave en su corazón, y Yunho al igual que la primera vez se sintió
tan igual, tan identificado que hundió su rostro en el cuello de él, que
permaneció abrazado a él, porque por primera vez no dolía y no fingía, se
quería aferrar a él, como si la vida se la entregara en un respiro.
—Vamos a mi
habitación.
Jaló de su mano
suavemente, cerrando la puerta a su espalda y subiendo las escaleras directo al
pasillo vacío y en la pequeña habitación que le correspondía, la respiración de
Yoochun un poco más calmada y él esperando por su voz, por su mirada y ese
indicio de pena amortiguada que no lograba entender.
—Sé lo que van a
hacer, los he escuchado. Me mandarán a un internado…
—Yoochun…
—No quiero, no
quiero que controlen lo poco que me queda de autonomía. Si los dejo… Me voy a
opacar, quiero una vida para mí. Los quiero lejos de mí. Si mamá no me hubiera
dejado… Yo sería feliz, porque ella me entendía, porque a pesar de ser ausente y callado me
amaba.
—Si te hubiera
amado no te hubiera dejado.
Las palabras de
Yunho fueron frías, soltadas sin compasión, asumiendo la mirada contrariada de
Yoochun y su sollozo leve.
—Lo siento— Y
bajó la cabeza —A veces no mido lo que digo.
—¿No me
entiendes?
—Yo vivo
suponiendo lo que sería de mi vida si no hubiera pedido tanto.
—¿De qué hablas?
Yunho suspiró
—No importa. Solo estoy divagando.
Yoochun se sentó
junto a él —Si nuestra vida fuera distinta, no nos hubiéramos conocido— Y
aferró su mano a la suya, Yunho sintió esa calidez otra vez, ese maravilloso
silencio que volvía a ser cómodo mientras Yoochun lo sujetaba con fuerza y
suspiraba —Vámonos.
—¿A dónde?
—Lejos, muy
lejos de todos ellos.
—¿Te volviste
loco?
Se soltó de
inmediato, pero Yoochun limpió los rastros de lágrimas y tomó su rostro con
poca fuerza.
—No sé lo que
está pasando contigo, pero sé que no es bueno, sé que no eres el mismo Yunho
que conocí y si te dejo aquí te voy a perder— Suspiró otra vez, y Yunho sintió
esa desesperación palpable en la boca de Park —Podemos escapar lejos, tú de tus
fantasmas y yo de toda esta porquería. Podemos irnos lejos de todos ellos,
retomar los estudios después.
Los ojos de
Yunho se clavaron en él, en sus palabras que eran como promesas inesperadas, un
mundo distinto y brillante que los podía mantener aletargados, fuera de ese
mundo cruel que los golpeaba una y otra vez. Así que cuando la voz de Yoochun
sonó, su corazón palpitó.
—…Porque no
podemos seguir así.
Se encontró
asintiendo de repente —Está bien, vámonos. Esta misma noche— Tenía que ser hoy,
durante la guardia nocturna de sus tíos. Su única oportunidad en bastante
tiempo —Pero Yoochun…— Susurró cerca de su oído, una voz con tintes de secreto,
antes de que los ojos de Yoochun se
abrieran de par en par.
—Pero…
—Promételo.
Yoochun dudó.
—Está bien.
Yunho respiró
hondo y lo abrazó, lo más rápido que pudo, lo más fuerte que sus fuerzas le
permitieron.
—Te veo en una
hora en la terminal.
Yoochun asintió,
agarrando el celular otra vez, con su rostro un poco temeroso todavía, y lo
abrazó una vez más, porque sus instintos
se lo rogaban, como si su vida dependiera de ello y necesitara hacerlo
al menos una última vez. Bajó corriendo junto a él las escaleras, directo hacía
la puerta y Yunho la cerró, subiendo decidido a empacar.
Fue fácil de
repente recoger su vida en una maleta otra vez, si estaba pensando o no, sus
emociones no lo dejaron comprobar, solo enfocaba la idea de Yoochun, una vida
nueva, lejos de problemas, lejos de todo lo que le recordaba a su tiempo en
Seúl, tan lejos de la culpa y su condena que arrastraba desde tiempo atrás.
Se detuvo cuando
pensó en él…
Cuando escuchó
sus pasos al caminar. ¿Se podría enterar?
De pronto cerró
los ojos y empacó la ropa que le faltaba, en un bolso cualquiera que podía
pasar desapercibido, Jaejoong estaba ahí, sentado en uno de los sillones cuando
él bajó, su mirada puesta en él tan repentinamente que su estómago se comprimió
y sufrió de espasmo momentáneos de temor. No se puede amar, el deseo de sufrir
entre sus dedos y esos vacíos como su vida misma.
—¿Saldrás?
—Regresaré
pronto— Respondió —Hasta luego.
Bajó la cabeza,
porque mirarlo era extraño, era que atravesara sus pensamientos y lo jalara
hacía él, pero Yunho siempre supo que el amor era algo extraño, que deambulaba
entre la razón y el deseo. Que si no eran sus pensamientos, pronto sería su
alma entera, porque quedarse junto a él, era cavar su tumba de pies a cabeza.
Mordió su labio
inferior y salió, con pasos firmes lejos de aquel lugar.
…
…
—Buenas noches…—
Yoochun comprobó la hora en su reloj y sonrió, sus ahorros guardados en la
maleta y su gorra colocada lo suficientemente bien como para que sus nervios no
fueran tan notorios desde la perspectiva de sus facciones —Dos boletos para
Chungnam, por favor.
—Su
identificación.
Asintió mientras
buscaba en su billetera. Las manos le temblaban un poco todavía, su voz grave
se perdía y la mujer que lo atendía sonreía amable esperando por él, el mundo
en su cabeza daba vueltas muy rápido, abandonaba sus condiciones y lo mantenía
preso de las decisiones.
—Aquí está.
Pero le quedaba
aquel lugar, y su marcha atrás, que ya no daba lugar.
…
…
—Terminal de buses—
Anunció el taxista una vez se hubiera estacionado y los ojos de Yunho recién
contemplaron lo que estaba a punto de hacer, apretó la maleta en sus manos y
suspiró, pensó velozmente y trató de centrarse en lo que estaba a punto de
hacer, como si el cronometro de su vida apenas y hubiera empezado a andar
—Joven, ¿se piensa bajar?
Tal vez, en el
fondo, Yunho siempre pensó, que hacer lo correcto no era algo que iba con él,
que si se detenía a ser feliz, nunca iba
a poder alcanzar ni siquiera un poco de redención, de esa que tanta falta le
hacía.
—Joven ¿me
escucha?
…
…
Aunque Jaejoong
lo trató de ignorar, el molesto sonar fue aún más insoportable, caminó hasta
él, directo a la ventana, ahí donde el celular de Yunho sonaba una y otra vez,
frunció el ceño cuando vio las múltiples llamadas. El nombre de un tal Yoochun
profundamente marcados y cuando este volvió a aparecer, Jaejoong sintió
ese calor extraño en el estómago otra vez.
—Realmente
molesto.
Y lo apagó,
cansado de escuchar la musiquita burda y sin sentido, dejó el celular en el
mismo lugar, la cerveza entre sus manos mientras se sentaba frente al
televisor, un poco abrumado todavía, con su cabello alborotado y el insomnio
pegado a su cuerpo todavía. Yunho había dicho que volvería, pero Jaejoong en el
fondo sabía, que Jung era un mundo de mentiras.
Su parte firme y
controlada, deseaba que Jung en verdad cumpliera con su mentira.
…
…
“Pero Yoochun…”
Se apoyó contra
el pilar otra vez, la llamada mandándolo directo a buzón en esta ocasión, la
maleta en su espalda parecía pesar un poco más, y los minutos caminaban
acelerados a su alrededor, contaba su tiempo antes de que le tocara subir al
bus.
“Si no alcanzo a llegar”
Suspiró con los
ojos cerrados y las personas yendo de lugar en lugar, cargaban su vida sobre la
espalda, pero Yoochun sabía que su vida se acortaba, que quedarse en Seúl no
era una opción, no cuando su vida golpeaba en sentido contrario desde bastante
tiempo hacía atrás. Porque para él, aún había tiempo en su reloj. Él si quería,
podía empezar otra vez.
“Promete que aun así te irás sin mí”.
…
…
Jaejoong levantó
la mirada cuando la puerta se abrió, la imagen de Yunho atravesando la entrada
fue como un revoltijo interno en él, como un golpe a sus emociones que
prefirieron morir y esperar por él, por sus pasos lentos y anudados mientras
dejaba la maleta caer y sentaba junto a él, en un completo silencio, Jaejoong
no comprendió.
—¿Por qué
regresaste?
Contrario a lo
que esperaba, como si fueran movimientos autómatas e inexplicables, Yunho solo
alzó su mano y recostó la cabeza sobre sus piernas, Jaejoong no supo donde
dejar su mano, el cuerpo de Yunho bajo a él fue como la de un niño desamparado
tan vacío de afecto que sus ojos abiertos solo lo contemplaron sin entender.
Yunho oscilaba
entre el vacío y la culpa de sus manos ajustadas a su cintura, pegado a su
cuerpo como en medio de una fantasía.
—No me quiero
ir…— Pronunció, en medio de un trance
extraño que Jaejoong no supo cómo definir. —Tú eres lo único que mi cuerpo
reconoce ahora.
Marcó su condena
desconocida entre las piernas de Jaejoong y el quejido que salió de sus labios.
Yunho miraba la pantalla vacía del televisor, escuchaba los sonidos de
Jaejoong, su estado de catonismo ante sus palabras, la manera en que tapaba su
boca y luchaba contra sí mismo.
—¿Por qué
me dejas hacerte daño?— Le recriminó,
con un suave empujón que apenas lo movió —Yo no sé querer a las personas, solo
sé hacerles daño…— Pero Yunho no volvió a hablar, se mantuvo en la misma
posición, a las piernas de Jaejoong, cuando sintió esas dos lágrimas caer sobre
su mejilla, otorgándole ese silencio que por primera vez compartían y Yunho
descubrió que junto a él no sabía tan mal.
Porque si lo
amaba; Era un sentimiento profundo y masoquista
Y si lo intentaba,
no podría, porque su destino había quedado marcado desde el momento en que lo
decidió, porque si había hecho tanto para llegar hasta él, no podía dejar que
su orgullo relegara a la dignidad.
Si se quedaba,
sabía a conciencia que nunca más podría irse de su lado, ni Jaejoong se
alejaría de él.
Porque su amor
apasionado y arraigado, debía ser de algún modo recompensado.
“Y si me tocara cambiar mi destino, lo haría
una y otra vez, con tal de estar a su lado una vez más.”
..:: FIN ::..
maldicion y yo que decia yunnie no seas isiota y vete....al final dije que diablos asi de locos como estan amense....que bonito yunjae la verdad es que ers una de las mejores escritoras nelsy
ResponderEliminarhayyyy me siento triste y al mismo tiempo feliz que diablos gana amiga mia te lo mereces
Nesly preciosa siempre lo he dicho y lo seguire diciendo, para mi eres una de las mejores escritoras que tuve el honor de haber encontrado y deleitarme con tus historias .
ResponderEliminarEste fic me encanto, retorcidamente lo ame, me dejastes sentimientos opuestos, por una parte de mi queria que Yunho se fuera con Yoochun y buscara algo nuevo para el , felicidad , pero x otra parte creo q la decision que tomo fue la justa , no quizas la mejor pero si la que se ajusta mas a su corazon.
me encanto, que mas puedo decir, lo ame , gracias x compartir tus historias con nosotras ;D cdt ♥
de verdad queria que yunho se vaya T_T
ResponderEliminarel amor es tan raro quien diria que esos dos se quedaria juntos.........eres una de las mejores escritoras que conosco nelsy gracias por tu fic
ResponderEliminarAhahahahahahahha.maaoqista pense q d vdd yunho se iria con.ypochun
ResponderEliminarPero al.final se qedo.con Jj
.o.
Hermoso Hermoso♥ Mi Pobrecito Yunho;u;! ♥
ResponderEliminarEs tan raro, pero me costo imaginarme los papeles invertidos. Sin embargo fue tan hermosos ambos sufrieron, mejor dicho los tres sufrieron. Y en verdad, llegué a pensar que Jae sería quien le pidiera irse, pero se kedo con él acepto su regreso. A pesar de lo retorcido de los sentimientos de ambos se aceptaron porke sólo se tenian ellos y eso era reconfortante á pesar de todo, el amor es amor, aunke uno muy raro ^^ Suerte Nesly, eres de lo mejor.
ResponderEliminarsentimientos encontrados quería que se fuera con yoochun pero no quería que dejara a jae si ellos se aman pero la decisión que tomo dejo solo a yoochun mejor se hubieran ido los tres a comenzar una nueva vida
ResponderEliminarpues que dirán los tíos cuando se den cuenta de la relación que tiene ese par si son parientes