Cenicienta no va a poder bailar, su zapatilla de cristal se rompió
Ese sábado por la mañana, Namin se había levantado temprano.
Quería contemplarse un rato más en el espejo. Ver su rostro tan diferente a otras veces. Sentía que incluso iba a lograr algo que no había logrado en su propio instituto. Ser una muchacha hermosa en el baile, del brazo del muchacho más apuesto que sus ojos hubieran visto.
Si bien su amor unilateral por su vecino Jaejoong siempre fue algo fuerte. Namin no puede evitar en esas cosas que su amor le había impedido ver en Jaejoong y que por suerte había contemplado en Yunho.
No tenía muy claro hasta ahora el por qué Jaejoong la había arrastrado hasta los brazos de Yunho, y sabía que de algún modo por una razón buena no debía ser. Pero al mismo tiempo se podía dar cuenta de que esta situación le había traído más beneficios que otra cosa.
Y mientras las cosas se mantuvieran así, no había problemas para ella.
Caminó hasta el armario, ahí donde su hermoso vestido celeste reposaba, aquel vestido que se entallaba a su figura, con los zapatos plateados con lindas perlas y fantasías que fingían ser diamantes. Todo era precioso.
Abrazó el vestido llena de ilusión. Era lo más hermoso que había tenido la oportunidad de tener.
—Hija…— La voz de su madre la hizo girar, aún con el vestido entre sus brazos. Cuando había ido hasta él para abrazarlo. –Jaejoong, el hijo de Leah ha venido a visitarte. ¿Lo hago pasar?
—¿Jaejoong Oppa?
Su nuevo corte aún era un poco molesto, pero casi sin problemas, Namin llevó unas hebras de su cabello tras la oreja. Asintiendo suavemente, dejando que unos segundos después. Jaejoong entrara a su habitación.
Con las manos en los bolsillos de su pantalón. Jaejoong ingresó. Con una sonrisa retadora. Con un andar propio de un príncipe, confiado y analizándola por completo. Intimidándola inclusive.
—Te ves muy bien, Namin. ¿Se puede saber la razón de tu cambio brutal?
Namin no sintió aquello como un halago y solo dejó el vestido sobre la cama, sabiendo que los ojos de Jaejoong seguían aquel hermoso vestido y su trayecto.
—Yunho y Goonsgu Oppa dijeron que debía verme realmente linda, y que me ayudarían.
—O mejor dicho Yunho no quería ir con la verdadera Namin, y por eso te transformó.
Las palabras de Jaejoong fueron crueles. Pero Namin no era ninguna tonta, ella era consciente de lo desaliñada que se veía antes. Razón por la cual Jaejoong hasta unos días atrás jamás le había prestado atención. Hasta que claro, necesitó de ella. Y la convenció de acompañar a un ‘amigo’ de él, al baile.
—De una forma u otra. Seré yo quien vaya al baile con Yunho Oppa.
Como si hubiera dado en el clavo. Jaejoong afiló la mirada, arrugando el entrecejo.
—Yo te pedí que fueras con él, ahora te pido que te retractes. Invéntate algo, cualquier cosa, pero esta noche no permitirás que Yunho te lleve a ninguna parte.
Namin miró consternada al muchacho. Sus seguras y serias palabras.
—¿Por qué haría algo como eso? Yunho Oppa no merece que le haga algo así, tú nunca me dijiste que…
—¡Pues ahora lo hago! Llama a Yunho y dile que no irás con él.
Retrocedió asustada. El grito de Jaejoong la había hecho intimidarse.
—…No.— Jaejoong avanzó hacía ella, amenazante. Pero la espalda de ella solo se encontró con el armario. —Le prometí que iría con él.
—¿En serio?— Jaejoong sonrió de lado, y Namin observó con horror como Jaejoong tomaba el vestido y lo lanzaba al piso. –No sabes lo equivocada que estás Namin.— Y la primera pisada llegó, Jaejoong colocó su zapato sobre el vestido en el suelo, pisándolo con fuerza. –Nunca debiste llevarme la contraria, esperpento.
Namin, asustada. Observó como Jaejoong empezaba a alejarse. Vio el vestido en el suelo. Y lo tomó con las manos temblorosas. La rabia llegó a todo su ser y corrió detrás del muchacho. Enfrentándolo a mitad de la escalera, agarrando su brazo con fuerza.
—¡Eres un demonio! No dejaré que arruines nuestro baile.
—¿Nuestro? No seas ilusa, ¿no ves que Yunho va contigo por que no le queda de otra?
—Al menos soy su última opción. Tú, ni la primera ni la última opción eres para él.
Jaejoong abrió los ojos furioso de que Namin hubiera podido ver a través de él. La muchacha lo miraba determinante. Su cuerpo entero embravecía por el coraje. Por la fuerza de no dejar que sus planes fueran tan estratégicamente volteados por Jung.
—Eres una tonta. Lo siento por ti, y tu absurda idea del cuento de Cenicienta y su baile junto al príncipe de media noche.
Namin miró confundida al muchacho frente a él, pero no fue hasta que sintió las manos de Jaejoong en sus hombros. Empujándola con fuerza, que reaccionó ante lo que sucedía. Su cuerpo entero sucumbió ante la gravedad, y rodó ante las pocas escaleras que le quedaban hasta la planta baja.
Aturdida, Namin apenas pudo apoyarse en su codo derecho y medio mirar como Jaejoong se marchaba de su casa sin apuro. Dejándola tirada en el suelo, con la vista medio borrosa. Y un dolor tremendo en el cuerpo, la espalda y su tobillo.
Casi de inmediato, su madre llegó corriendo desde la cocina, secando sus manos.
Asustada gritó y Namin apenas alcanzó a escucharla.
—¡¡Namin!!
“No hay lugar dentro de mi que esté limpio. Solo hay sangre mala fluyendo en mi interior.
¿Por qué lo haces todo tan irreversible?”
…
…
Pero que maldito jaejoong!! Que coraje! Tan linda que era namin pufff malditos celos de jaejoong jajaja okya en serio es malo...
ResponderEliminarGracias por el capítulo!