La vieja casa había recibido millones de niños hasta ese momento. No era el local más moderno pero su reputación la precedía y era sin duda, la mejor institución educativa para niños en edad pre escolar de la zona. La directora había constituido la escuela después de divorciarse de su primer esposo, por no poder concebir hijos. Era una lástima porque la mujer de verdad lo amaba, pero la sociedad exigía siempre más de las mujeres en Corea, como sexo débil en un mundo machista.
La Sra. Baek sintió entonces que la mejor manera de estar cerca de los niños todo el tiempo era poniendo un pequeño nido en la casa que sus padres le heredaron; y no se equivocó. No había mujer más dedicada a los niños que la Sra. Baek. Ella solucionaba los problemas de cada infante con especial cuidado e individualidad - 'porque no hay dos niños iguales' - pero también con actitud sigilosa y atenta.
Empezó tarde a estudiar educación, pero cuando lo terminó, ella era el libro de consulta viviente de muchas principiantes. Para cuando tuvo 57 años ya había recibido premios locales por su labor con los niños, dentro y fuera de la institución. Una verdadera filántropa.
Por eso cuando el pequeño niño nuevo se sentó en un rincón del parque de juegos supo que algo andaba mal. No había dejado de llorar desde la mañana cuando sus hermanas lo dejaron. Después de una hora desde el timbre de entrada, finalmente el pequeño sintió que había llorado demasiado y que nada se cambiaria con lágrimas. Su garganta ya le dolía y sus ojos se habían hinchado tanto que veía nublado. Todas las 'misses' había intentado calmarlo la primera vez, pero indicación de la Sra. Baek ahora tenían prohibido acercarse y dejarlo llorar hasta que se le pasara.
Cuando el pequeño se dio cuenta de la falta de interés que generaba - 'no se parece a casa' - su rostro se contuvo en su usual puchero y caminó al salón de clases en silencio. No habría problema con el comportamiento, ya que la Sra. Baek lo había visto infinidad de veces en niños engreídos; si no fuera porque ya había pasado un mes desde que el alumno empezó clases; y aún seguía haciendo la misma rutina.
No solo la misma escena se repetía todas las mañanas, sino que además el pequeño no hablaba con nadie. Ni la maestra ni sus amigos lograban sacarle una palabra que no contuviera más de una sílaba como 'No' o 'Sí'. Sin embargo la 'misses' estaban encantadas con él. Era una criaturita demasiado tierna cuando lloraba, e imaginaban que su rostro sonriente sería mucho mejor.
La Sra. Baek esperaba que con la visita del Dr. al menos el pequeño pudiera hablar abiertamente sobre la congoja que le invadía todos los días. No era una visita psiquiátrica pero sí de rutina, por lo que sintió que de alguna forma el pequeño se intimidaría y pensaría que sí le estaban dando atención. Ya la Sra. Baek había citado a sus padres pero teniendo 8 hermanas más, el pequeño tenía que esperar para la atención debida. El viernes, por lo pronto, los señores Kim prometieron estar a primera hora en la oficina de la directora.
-Sra. Baek, ¿interrumpo? - se escuchó una voz gruesa de hombre, desde la puerta.
-Por supuesto que no, doctor. Por favor pase - la directora se puso de pie y un hombre de aproximadamente unos 50 años, vestido con una bata blanca y un maletín negro entró cerrando la puerta tras él - Debe estar cansado, hace mucho calor fuera. ¿Recién llega?
-Estaba dando una vuelta por los alrededores de su nido. No vivo cerca de aquí así que pensé que podría echar un vistazo. Tiene usted una casa hermosa. Los niños se ven muy felices - respondió el hombre estirando la mano para estrechar la de la directora - espero que no le moleste pero le dije a mi hijo que podía ir a jugar al patio mientras me ocupo de los exámenes rutinarios. ¿Qué le parece si empezamos con los profesores? Debo terminar hoy temprano por mi hijo. Mi esposa no pudo quedarse hoy con él pero ya mañana terminaré el turno completo durante la semana.
-Si, por supuesto. No hay problema Tengo tres maestras en el patio cuidando a los pequeños, pero las demás deben estar en sus salones preparándose para la siguiente ronda de clases - la Sra. Baek le dio la vuelta a su escritorio y recogiendo una llave que colgaba junto a la puerta salió de la habitación con el Dr. siguiéndole los pasos - Venga por aquí. Voy a mostrarle donde queda la enfermería.
❤
El pequeño Youngwoong aún no podía entender porque todos le hablaban. La regla era simple, no es no. Cuando su mamá quería estar sola por lo general se alejaba y se iba a la cocina pidiéndole que jugara con sus juguetes y que no la molestara. Youngwoong nunca desobedecía esta orden porque acercarse a ella cuando le pedía alejarse, normalmente rompía su corazón. Siempre estaba llorando. Ahora, su nueva mamá nunca le pedía que se alejara pero Youngwoong pensaba que la indicación debía ser la misma para todos. ¿Por qué estos niños no entendían que él quería estar solo?
-¡¡Vamos Youngwoongie!!
-¡NO!
-¿Jugamos a la pelota WoongWoong?
-¡NO!
-Los columpios Woongie, ¡Taeyonie nos llama!
-¡NO!
-¡La miss te llama!
-¡NO!
-¿Youngwie, jugamos al té?
Youngwoong había estado sentado a un lado del parque de juegos con sus piernas abrazadas junto a su pecho y la cabeza gacha. Cuando escuchó la voz de la niña levantó la vista y vio a una pequeña con cara sucia y dos colas que sostenía una mochila llena de teteras, tazas y platos de juguete. Youngwoong contrajo su rostro entonces, sus ojitos se llenaron de lágrimas, se puso en pie y apretó sus pequeños puños a cada lado del cuerpo. Entonces, sin decir nada más, estiró ambos brazos y empujó a la pequeña, con todas las fuerzas que tenía; hasta que ella cayó sentada dentro de la caja de arena que estaba detrás suyo.
Lo que siguió a continuación no era de sorprender. La niña empezó a llorar desconsoladamente, las maestras vinieron corriendo en su dirección y Youngwoong quedó atrapado entre acusaciones de los mismos niños que hacía un momento lo habían invitado a jugar -Traidores - y profesoras descontroladas por la violencia en su institución.
Cuando le preguntaron porque lo hizo Youngwoong no pudo excusarse ni decir nada. Sólo bajo la cabeza y espero el castigo inevitable.
Todos los maestros llevaron a la pequeña a la enfermería para ver si habría alguna herida más aparte de los raspones. Youngwoong se quedó castigado y le dijeron que esperara de espaldas hacia los arbustos mientras llamaban a la directora, para saber cuál sería su destino. 'Como si no hubiera oído esa palabra antes, destino'
De pronto se sintió en paz. El patio quedó desolado y en silencio. Respiró profundamente y volteó la vista hacia los arbustos mientras esperaba a la Sra. Baek. Se arrodilló y empezó a dibujar pequeñas líneas en la arena del piso mientras dejaba que el aroma de las flores lo invadiera, y la brisa se llevara todos los ruidos de hacia unos minutos. ‘Después de todo, puede que las niñas no sean tan malas'
❤
-¿Qué haces ahí? - preguntó la suaves voz de un niño detrás suyo
Youngwoong escuchó las palabras y pensó que tal vez era su imaginación. No volteó pero sintió que debía responder. No entendía muy bien por qué pero tenía esa necesidad. Hasta ese momento no había hablado con nadie en ese nido porque las voces siempre le habían resultado agresivas, insistentes, melosas... ésta; sin embargo, era suave. Realmente suave y reconfortante. Antes de que pudiera pensar que estaba haciendo, respondió con voz cansada lo que le había dicho la Sra. Baek cuando vino a verlo y le pidió explicaciones por sus actos.
-Estoy castigado. Debo pensar en mis acciones.
-Oh! ¿Qué hiciste? - preguntó de nuevo el niño detrás suyo
-Nada
-¿Te castigaron por hacer nada?
-No
-Mmm entonces hiciste algo. ¿No quieres decirme?
-No
-¿No hiciste algo o no quieres decirme?
-¡No!
De pronto el niño se puso delante de Youngwoo saltando y éste dio unos pasos hacia atrás como reflejo, abriendo los ojos de par en par. Era un pequeño con cabello puntiagudo y de color negro. Tenía además unos ojos negros pequeños que lo hacían parecer más chino que coreano. Llevaba un polo blanco con mangas verdes y una insignia de Batman al medio. Pantalones de jean, una pequeña mochila, medias blancas y sandalias del mismo súper héroe, completaban su ajuar. Youngwoong pensó que tal vez si podría agradarle este niño. Batman era su personaje de cómic favorito desde que su hermana le dijera que era 'el Caballero de la Noche'. A él nunca le gustó el día debido a su insomnia.
-¿Quieres jugar?
-No puedo
-¿Por qué? - preguntó el pequeño con un puchero
-Mis papás van a venir...
-Podemos jugar hasta que lleguen
-Estoy castigado
-Pero yo no. ¡Te 'descastigo'!
Youngwoong parpadeó y recordó el viejo juego de los encantados. Imaginó que funcionaba de la misma forma así que se movió y se sentó en el suelo, mientras el nuevo niño se sacaba la mochila y la colocaba frente a él. Youngwoo no dijo nada y vio como el pequeño sacaba un libro para colorear y varios animales de juguete que colocó frente a él.
-¿Tu mamá? - pregunto Youngwoong
-No vino, vine con papá
-¿Estudias aquí?
-No. Hoy vine con papá
-¿Por qué?
-Porque tiene trabajo aquí
-¿Por qué?
-Porque es doctor
-¿Hay enfermos aquí?
-No sé. Pero papá dijo que tenía que trabajar.
El niño nuevo terminó de sacar todo el contenido de su mochila y la sacudió fuertemente para comprobar que no se hubiera quedado nada. Finalmente cayó un caramelo de fresa y lo cogió rápidamente con la intención de ocultarlo. La fresa era su sabor favorito. Pero era muy tarde porque su nuevo amigo ya lo había visto. Sin pensarlo más, y siguiendo lo que su mamá le había enseñado sobre compartir, estiró su pequeña mano y le ofreció el caramelo a su nuevo amigo. Yoongwoong parpadeó y aceptó el regalo. Consideró que sería maleducado guardarlo, así que lo abrió y se lo metió en la boca.
-Gracias - dijo saboreando el caramelo
-Amo la fresa. ¿Te gusta?
-Está bien
-¿No la amas?
-Amo a mi mamá
-mmm yo también. Supongo que no amo la fresa, entonces. Sólo me gusta
-¿Qué es esto? - preguntó Youngwoong señalando el gran libro que estaba frente a él.
-¡Es el libro que me regaló mi papá!
-¿Qué dice ahí?
-Grandes animales del África - el pequeño hizo un gesto con el dedo, colocándolo encima de las letras, como si estuviera leyendo cada una.
-¡Wow! ¿Sabes leer?
-No
-...
-Papá me lo lee todas las noches, ya me lo aprendí
-¡Oh!
-¿Quieres verlos? Mis animales...
Youngwoong asintió y el otro se sentó a su lado. Ambos se encontraban con los pies estirados y el gran libro sobre ambas piernas. Las imágenes mostraban caricaturas y fotografías reales de animales espectaculares en el África. Asimismo, por cada fotografía, el pequeño tenía un juguete en miniatura que representaba lo que leía.
-¡Este es el rey!
-¿Qué es?
-Un león - el pequeño pasaba su dedito sobre las letras y hacía el gesto una vez más, de estar leyendo lo que contenía la página - el león es considerado el rey de los animales. Tiene cuatro patas y una melena.
-¿Melena?
-Papá dijo que es su barba
-¡Ah!
-Las leonas no tienen melena
-Las mamás nunca tienen barba
-Las pequeñas crías...
-¿Crías?
-Bebes
-¡Ah!
-Las pequeñas crías viven con sus mamás hasta que son capaces de alimentarse por ellos mismos...
-Parecen gatitos
-No son gatitos - dijo el otro mirando indignado a los ojos de Youngwoong - son grandes y malos. Comen niños pequeños y hacen ¡ARGGGGGGHHHHH!!!
Youngwoo observó como el pequeño levantaba ambas manos y abria su boca hasta más no poder, mostrando sus pequeños dientes de leche. Siguió gruñendo mientras movía sus manos en además de querer arañarlo. ¡ARGGGGGGHHHHH!!!
-jajajaja pareces un gato...
El otro hizo un puchero y volvió a su libro, hojeando la siguiente página.
-Pues sí, supongo que se parece a un gato... no imito a los leones muy bien
-¿Y estos?
-Son monos. El mono come plantas e insectos. Vive en las copas de los árboles...
-jajajajaja ¡tienen cara de tontos!
-¡NO SON TONTOS!
-¡Mira esa cara!
-Mi papá dice que los monos son los animales que más se parecen a los humanos
-¿De verdad?
-Sí
-¿Y cómo hacen?
-mmmm Mi papá no los imita muy bien, pero es algo como... - el pequeño se puso de pie y semi flexionó sus piernas haciendo que sus brazos toquen el piso. Después se mordió el labio inferior y empezó a saltar hacia un lado y al otro, gritando - UUHH UHHH UHH AHH AHH UHH UHH
-JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJA
Youngwoo encontraba cada vez más divertido a su nuevo compañero. Toda la situación era muy divertida. Nunca hubiera sabido que los animales podían ser entretenidos. Sólo los gatos atraían su atención desde que vio uno en el patio de su nueva vecina. Ni siquiera los perros le gustaban tanto a pesar de ser los animales favoritos por excelencia.
-¿Te gustó?
-Tenía razón, son tontos - rió Youngwoong
El nuevo sonrió y se sentó de nuevo al lado de Youngwoong estirando sus piernas para pasar la página. Esta vez la imagen de un animal alto con cuello largo se dibujaba en el medio de campos, corriendo con dos pequeños detrás de él. El chico se estiró y cogió una de sus pequeñas miniaturas que representaba al animal.
-Esto es una jirafa
-Ohh, creo que he visto eso es la televisión
-Tienen el cuello largo para coger las hojas de los árboles, y caminan en cuatro patas. Tienen unas patas largassss y...
-¿Cómo hacen?
-No sé - respondió confundido el nuevo
-¿No tienen voz?
Youngwoong pensaba que no podía haber nada peor que no tener voz. No poder ser capaz de comunicarte con otros debía ser horrible. Que otros quisieran hablarte y decirte lo que sus corazones guardaban era una bendición, porque así tu mismo podías abrir tu corazón. '¿Y por qué entonces no dejas que nadie se acerque?' 'Yo solo quiero que me dejen' 'Ellos solo quieren hablarte, querido. Quieren darte un poco de su corazón'
-No lo sé. Mi papá nunca los imita...
-Me pregunto cómo hablaran entre ellos...
-¡Mira este! ¿No es lindo? ¡Tiene los colores de los pandas!
-¿Son caballos? ¡En la granja a la que fui con mi hermana había caballos!
-No son caballos, son cebras
-A mi me parecen caballos
-Son cebras por el color blanco y negro, comen plantas y caminan en cuatro patas y...
-Son caballos
-Estos animales no se montan
-¿No?
-Yo le pregunté a papá y dijo que no
-¡Ah! Tu papá parece que sabe mucho... ¡¿qué es esto?!
La siguiente página tenía una enorme imagen que ocupaba ambas caras del libro abierto. En ella estaba un enorme paquidermo con la trompa sobresaliente del libro, y con pequeñas crías alrededor.
-Es un elefante
-Waaa!! ¿Por qué es tan grande?
-¡¡Es enorme!! ¡Papá dice que pueden llegar a pesar doce toneladas!
-¿Y eso es mucho?
-Mmmm supongo que sí porque papá dice que ni siquiera mi tía Jihoo pesa así, y ella es grande, muy grande - el niño extendía sus brazos de extremo a extremo. Youngwoong se asustó un poco con la descripción. Los seres humanos grandes podían balancearse y caer sobre uno. Youngwoong consideraba que ser aplastado no debía sentirse muy bien.
-Es un animal gordo entonces...
-No, solo grande. Come plantas y raíces que recoge con su largaaaa trompa - el niño hizo un gesto con una de sus manos, simulando la trompa del elefante - no creo que engorden comiendo solo eso
-Sólo las mamás deben comer eso. Mi hermana mayor lo hace. Este elefante debe comer carne.
-Ningún elefante come carne. Además no es un él, es ella...está en una elefante.
-¿Es mujer?
-Papá dice que las elefantes son las mejores mamás del mundo. Son muy protectoras de sus crías y jamás los dejan solos. Incluso viajan con varias mamás para proteger mejor a sus bebes. ¡Mi mamá también me contó que son tan protectoras que se enfrentan incluso hasta los reyes!
-¿A los leones?
-¡Sí! Los pisan con sus grandes pies si se atreven a acercarse a sus crías
-¡Waaaah!!
-Además, me dijo mamá que en África hay un lugar a donde van a morir todos juntos. El cementerio de elefantes
-Todos juntos
-Sí, porque no quieren separarse nunca
-No quieren separarse nunca - repitió el pequeño Youngwoong en un murmullo
-Debe ser triste dejar a alguien que quieres atrás, por eso se quedan juntos siempre.
Youngwoong permaneció en silencio pero dejo que el pequeño niño colocara la miniatura de elefante en su mano. Lo miró atentamente y acarició la larga trompa.
Que distinta hubiera sido la vida de Youngwoong si hubiera nacido elefante. Su mamá nunca lo habría dejado atrás. Ella hubiera aplastado a todos esos cobradores de deudas que venían a molestarlos. Ella habría cogido plantas y raíces de los árboles para alimentar al pequeño y nunca jamás habría tenido que preocuparse por dinero. Youngwoong no entendía muy bien qué hacer con el dinero pero su mamá parecía necesitarlo. Además habría vivido en un lugar bonito. Youungwoong veía árboles, lagos y grandes campos en cada una de las fotos. Hacía mucho sol y a Youngwoong eso le gustaba. El frio de Seúl a veces le resultaba insoportable.
Que distinta habría sido la vida de Youngwoong si hubiera sido elefante. Jamás habría llorado como la vez que despertó y no sintió el calor de su madre al lado. Cuando buscó por todo ese lugar desconocido y no la encontró. Hasta que finalmente las madres del recinto se lo llevaron a la cama para arroparlo, apagarle la luz y dejarlo nuevamente solo.
Que distinta habría sido la vida de Youngwoong si hubiera sido elefante. Así nunca habría conocido a su mamá actual. 'Pero ella es buena'. No habría recibido besos de buenas noches, ni le habrían leído cuentos antes de dormir. 'Ni me habrían cortado mi pelo en la parte de atrás, que tanto me picaba’. No habría conocido el amor de un padre ni el de muchas hermanas. Todas lo consentían y lo mimaban mucho durante los días que pasaba en casa.'¿Por qué entonces no les regalas sonrisas?' '¿Por qué las haces llorar?'
'¡Por qué no quiero que me dejen!'
'Ellas no te dejan Youngwoong, sólo quieren que te diviertas'
'Quiero divertirme con ellas'
-¿Y yo puedo ser como un elefante?
-¿Para qué quieres ser elefante? - preguntó extrañado el niño nuevo, volteando su rostro para ver mejor a Youngwoong
-Para estar siempre con las personas que quiero
-¿No estás con ellas? ¿Tu mamá? ¿Tu papá?
-En casa
-Pero, ¿no las vas a ver más tarde?
-Sí, pero los quiero ¡ahora! ¡Aquí! - gritó Youngwoong intranquilo
-Deben estar ocupados
-Ni mis hermanas...
-¿Tienes hermanas? Yo quiero una hermana ¡Siempre se la pido a mamá!
-Ellas son malas...
-¿Por qué? ¿Te dejaron?
-¿Tú también crees que me dejaron? - el pequeño Youngwoong volvió a sentir sus ojos llenos de lágrimas.
-¿Quien te dejo?
-¡MIS HERMANAS!
-¿Por qué crees que te dejaron?
-Todas las mañanas me dejan aquí. Mi mamá también me dejó...yo...yo... - el pequeño Youngwoong empezó a sollozar y las lágrimas se asomaban por la comisura de los ojos, esperando salir con unas palabras más. Tan pequeño y tan frágil.
-¿Ellas te dijeron adiós?
-¿Qué?
-¿Dijeron adiós?
-No
-¿Qué dijeron?
-Nos vemos más tarde
-Entonces no te han dejado. Papá dice que la palabra más triste es adiós. Cuando dices adiós significa que nos verás nunca más a esa persona. Que no jugarás más con ella y que no reirá contigo. Eso debe ser muy triste. Yo nunca digo adiós a papá ni a mamá.
-Mi mamá no me dijo adiós y se fue...
-¿No dijiste que tu mamá estaba en casa?
-Ella no es...
-¿No es tu mamá?
-...
¿No era mamá? Youngwoong había empezado a llamarla mamá desde hacía varios meses atrás y aún no la trataba como tal. La hacía preocuparse cuando sus hermanas le contaban que lloraba todos los días. La hacía desvelarse cuando no podía dormir en las noches. La hacía llorar cuando se negó a decirle mamá al comienzo. La hacía venir al colegio cuando se portaba mal, para tener que disculparse en su lugar. ¿No se había comportado ella siempre como una madre? Youngwoong nunca más tuvo pesadillas desde que ingresó a su nuevo hogar, solo desvelos. Nunca le faltó un plato de comida o doble ración cuando lo pedía. Nunca le falto ropa (ni vestidos de sus hermanas). Nunca le faltaron juguetes (propios o de sus hermanas). Nunca tenía un tiempo libre cuando estaba en casa, porque todos lo consentían y lo llevaban de un lado para otro. Nunca le faltaba amor.
Y si nunca le faltaba amor, entonces no le faltaba familia. Ahora Youngwoong tenía una familia. Tal vez no tan real como la primera, pero sí más completa.
-¡YUNHOOOO!!
-¡Papá!
-¡Vámonos hijo! ¡Tu mamá está llevando a tu tía al hospital a dar a luz, tenemos que ir!
-¡Voooooooy! - gritó el pequeño que se había quedado quieto contemplando los enormes ojos de su nuevo amigo. Parecía que de alguna manera lo había hecho sentirse mejor porque ninguna de las lágrimas que habían estado dispuestas a salir, brotaron. En su lugar, el pequeño Youngwoong se enjugó los ojos con las palmas de sus manos, se puso de pie y se volteó para seguir con su castigo. Yunho recogió sus cosas rápidamente, y las metió en la mochila. Cuando revisó todo alrededor, le dio unas pequeñas palmadas en el hombro a Youngwoong.
-Lo siento, no me puedo quedar más. Mi papá me llama... es una pena quería seguir jugando
-¿Vas a volver? - preguntó Youngwoong tímidamente y sonrojado. Parecía ridícula la necesidad del niño nuevo, pero si no preguntaba tal vez no volvería a tener una oportunidad.
-No sé. ¡Le diré a papá que me traiga!
-¡Sí! Te presentaré a mis amigos... tal vez - Youngwoong era consciente que tendría que hacer amigos ahora.
-¡Trato hecho! - dijo Yunho estrechando su mano.
Cuando Youngwoong levantó la mano derecha para despedirse, notó que aún sostenía el pequeño elefante de juguete. Abrió su palma y le devolvió el juguete a Yunho para que lo aceptara. Yunho; sin embargo, sonrió y cerró la mano de Youngwoong sobre el juguete.
-¡Quédatelo! Cuando vuelva me lo das
-¡Trato hecho! - sonrió Youngwoong imitando la frase de nuevo amigo y guardando el muñeco en el bolsillo de sus pantalones cortos.
Yunho se dio la vuelta y corrió en dirección al colegio. Su papá había desaparecido tras el gran portón después de llamarlo y ahora debía estar esperándolo impaciente. Pero antes de que hubiera avanzado más de la mitad del parque de juegos, el pequeño se dio la vuelta y regresó hasta Youngwoong. Como aún estaba de espaldas, le tocó el hombro y cuando su amigo volteó, le dio un beso en la mejilla a manera de despedida.
-¡Nos vemos más tarde! - y desapareció corriendo una vez más.
Youngwoong se tocó la mejilla y no pudo evitar sonrojarse más de la cuenta. Lo habían besado con el mismo cariño que su mamá, su papá y sus hermanas lo besaban. ¡Un extraño lo había besado así! ¡Y un extraño niño!! Se quedó inmóvil pero alcanzó a levantar la vista para ver a Yunho en la puerta principal. Estaba cogido de la mano de su papá y se preparaba para salir.
Youngwoong puso escuchar el sonido del auto partir y empezó desde ese momento a contar los minutos para volverlo a ver.
No volvió a llorar la mañana siguiente, la siguiente ni la siguiente a esa. Se disculpó con la pequeña niña que había empujado y con sus padres. Había aprendido a hablar con sus amigos y las profesoras. Había pedido que le compraran todos los libros de animales que existieran. Había estudiado los sonidos de los animales para impresionar a su nuevo amigo Yunho. Incluso se había comprado videos con animales reales para ver con su familia.
Pero el pequeño Yunho nunca volvió. Y Youngwoong siguió esperando sin llorar. Porque él había dicho nos vemos, no adiós. Hasta el día en que su hermana perdió su pequeño elefante de juguete en la mudanza a su nueva casa. Youngwoong lloró así una vez más antes de cumplir 6 años por la pérdida de su juguete y la pérdida de su amigo. Su primer amor Yunho.
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