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Arualthings

Blogger - Cap. 19

ESTO ME SABE A UNA TERRIBLE NOSTALGIA A PUNTO DE TERMINAR
06/05/2010




¿Recuerdan esos cuentos donde el final feliz dependía de estar junto a alguien?

Memorizado y estandarizado, del modo que un final feliz implica estar junto a quien sea. Después de un largo camino que se basa en auto descubrirse, admito que no comparto esa idea.

El final feliz de cada uno es lo bien que puede llegar a sentirse con uno mismo. Estar de la mano junto a alguien más es una suerte, que un final feliz dependa de estar junto a alguien o no. Es una forma de hacerlo cliché.

Más que felicidad y sonrisas todo el tiempo, busco paz.

De esa que te hace cerrar los ojos, respirar profundo y pensar: ‘Estoy bien, justo ahora no sufro, no me lamento. Todo está bien.’ Eso, para mi es la felicidad, el sentimiento de que estoy bien y nadie lo puede cambiar por que todo depende de mi.

Si, soy feliz así. Si alguien toma mi mano, está bien también, por que esa persona compartirá mi felicidad, más no será mi felicidad.

¿Han sentido que de pronto el tiempo se detiene y miras a todos esos a tu alrededor, durante una conversa, una cena o alguna salida o viaje? Esos momentos en que todo parece ir más lento y piensas ‘Esto es perfecto, me siento bien. Soy feliz así. Ellos son parte de mi vida. Estoy bien’

Esos momentos esporádicos son felicidad genuina. De esos pocos en los que valoras de verdad lo que tienes y no quieres cambiarlo por nada, y quieres protegerlo con fuerza. Son amigos, son familia, es una persona que puede cambiar tu mundo.

Es amor en sus distintas formas. De ese que parece que no existe, y sabe ocultarse tan bien. Que es caprichoso y solo se muestra después de mucho dolor y lágrimas. Ese amor que se presenta cuando te quedan pocas personas a tu alrededor.

Ese amor valioso que es casi inverosímil no es algo que le pueda pertenecer a una sola persona.




Ahí estaba otra vez, su fiel compañera haciendo presencia frente a él.

La lluvia se deslizaba cual manto cubriendo la noche por completo, su vista se perdía entre el gran ventanal de su casa, con la taza con chocolate caliente entre las manos. Sin expresiones que delataran su estado de ánimo.

Y más que confundido, estaba vacío.

Como si se encontrara renovando su alma, asimilando la ausencia de la persona a la que más ha amado en su vida. Ese vacío que aparecío años atrás y que ahora se ha prolongado a años probablemente.

Yoochun cerró los ojos, colocando la mano sobre ese enorme cristal, apoyando la frente en él, y respirando lentamente, con ese silencio que la soledad le proveía, con la lluvia encargándose de lavar todo lo externo que pudiera seguir haciéndole daño.

Entonces sus labios se movieron un poco, y la imagen de Junsu se difumino de entre sus pensamientos.

—…Creo que debo despedirme de ti Junsu.

Tenía esos abrazos grabados en la memoria, tan significativos para Junsu y tan confusos para él. Su vida escolar terminaba, se graduaría y cada uno de sus amigos tomaría caminos diferentes. Todo estaba a punto de cambiar demasiado pronto. Junsu incluido.

Desde que hubiera discutido con Joonhan por el asunto de Yunho, su padrastro se había encerrado en el estudio a pensar, mirando la nada, apenas recibiendo a su esposa para decirle que no quería cenar.

Yoochun esperaba que Joonhan reaccionara, antes de que perdiera definitivamente a su hijo. La mano delicada de su madre se posó en su hombre, Kyona tenía una pequeña sonrisa en el rostro, ajena a su verdadera melancolía.

—Hijo, desde que llegaste del instituto no has subido a tu habitación. Ve a cambiarte.
—Si… no tenía muchos ánimos de nada en realidad.

—¿Tanto te ha afectado lo del concurso?
—No ha sido eso precisamente.

Kyona lo encerró entre sus brazos. Tan cálidamente que Yoochun se derritió en medio de ese abrazo. Cerró los ojos y suspiro, esos abrazos que solo ella puede proporcionarle, tan reconfortante que era casi invaluable.

—Será mejor que subas, Chun. Hay una sorpresa para ti ahí.

Yoochun inmediatamente levantó la mirada, confundido.

—¿De que hablas?
—Vino el muchacho con el que participaste, una hora antes de que el concurso empezara y me pidió hacer algo por ti, por que se iría de viaje pronto.

La imagen de Junsu perturbó sus sentidos, casi ni fue consciente del momento exacto en que sus pensamientos buscaron desesperadamente aquello que Junsu podría hacer por él, y subió las escaleras lo más rápido que pudo.

Su habitación estaba repleta de papeles, con la letra de Junsu grabada en ellos.


Todo lo que quería era decir: ‘Te quiero’
Pero era demasiado inseguro.


Eran las letras de sus canciones, las que él canto para Junsu.

Aquella en la que se marchó antes de que terminara, pero que aparentemente no olvidó. Cada extracto de su alma estaba ahí, plasmada en la letra de Junsu que había empapelado su habitación.

Aunque las vueltas del destino lastimen tu corazón
Al otro lado de las lagrimas hay un haz de luz que se abrirá camino entre la oscuridad


Y sobre el escritorio en su habitación, reposaba una foto de él, probablemente de cuando tenía quince o dieciséis. De la época cuando conoció a Junsu, sonreía tranquilamente, esperando en la vereda seguramente por que llegaran a recogerlo.

Recordó entonces, cuando Junsu le confesó haberse enamorado de él mucho antes de que siquiera cruzaran palabras. ¿Cuánto tiempo podía tener esa foto? ¿Cuánto tiempo la había guardado Junsu que aún se mantenía en buen estado?

Cerró los ojos y apretó la foto con fuerza. Maldito Junsu que en medio de su ausencia seguía dándole motivos para seguir atado a él. Y junto a la foto estaba esa pequeña grabadora de mano, aquella que usaba para cantar y escuchar su propia voz.

Cuando se decidió por escuchar, la voz de Junsu lo tomó por sorpresa y los leves sonidos de la música lo hicieron caminar hasta la cama y sentarse a escucharlo mejor.


El amor parece cambiar tan fácilmente
En el lugar de nuestra propia codicia una dolorosa cicatriz ha salido
Ahora tengo que dejarte ir.


Jaejoong encontró la lluvia embelesante.

Sus ojos se perdieron momentáneamente por las gotas cayendo hasta morir en el suelo, con el frío de la noche colándose un poco y su pantalón y camisa de algodón sin poder abrigarlo lo suficiente.

Afortunadamente Yunho se colocó detrás de él y lo abrazó. Con sus brazos ciñéndose a su cintura y reposando la barbilla en su cuello. Jaejoong apenas apoyó la cabeza en la de Yunho, ambos en un pequeño silencio que le había resultado cómodo.

Vio entonces la pierna de Yunho, justo en su tobillo derecho. El tatuaje visible de esa mañana. “~YJ~” se mostraba con firmeza en la piel de Jung, e inevitablemente acarició aquel lugar, sabiendo que era una marcad definitiva entre los dos, sin arrepentimientos ni marcha atrás.

Sintió entonces la mano de Yunho colocándose con cuidado en su cadera, tocando el lugar donde el mismo tatuaje que el de Yunho se encontraba. Jaejoong sonrió, girando apenas un poco para encontrarse con la pequeña sonrisa de Jung.

Fue un corto beso compartido, sencillo, sin demasiada efusividad a la que estaba acostumbrado. Cuando sus bocas se separaron. Jaejoong permaneció con los ojos cerrados un poco más. Y decidió que un tatuaje no marcaba a Yunho definitivamente en él.

Con sus ojos fijos en él, con la seguridad entre líneas respiró profundo y tomó el rostro de Jung.

—Quiero estar contigo, Yunho.

Las implicaciones de esas palabras, que sin ser demasiado explicitas lograron que el deseo palpado en los ojos de Kim le mostraran a Yunho la petición necesaria. Y más que deseo era un amor, tan profundo que su cuerpo entero se estremeció.

No hubieron palabras intermedias, solo la boca de Yunho buscando la de Jaejoong. Uniendo y marcando su ser por completo. En un recuerdo de despedida que sabría a único, toda su vida.



Supongo que realmente no era la persona para ti
Pero no puedo controlar a este estúpido corazón que en secreto aún te anhela



Changmin ya sospechaba que no podría terminar de concentrarse esa noche.

El examen del día siguiente no era tan complicado así que mucho no le importó. Jugó con el lápiz en sus manos, sobre el cuaderno abierto en el escritorio de su habitación, con el teléfono en su otra mano, escuchando atento la voz de Minho.

Con esa sonrisa tonta en los labios que odiaba, pero a la vez le encantaba, por ser Minho el único capaz de lograrla en él.

Creo que es muy tarde, además mañana tienes examen. No deberías molestarte.
—Está bien, Minho. Ya estudié. ¿Tú ya estás listo para tu examen?

Es de matemáticas, llevo estudiando como dos días, así que ya no quiero abrir ese libro otra vez.
—Ten cuidado al profesor le gusta complicar los exámenes, jamás los repite.

—Y esa es la ventaja de que seas un año mayor, aconsejas bien. Por lo menos no te gradúas este año… Y no estoy tan seguro de que tan bueno sea que el próximo año te vayas.
—Solo será un año, estaré esperándote en la Universidad.

Ese sabor a promesa logró incluso llenarlo de esperanzas a él mismo, aún más cuando la pequeña sonrisa de Minho se escuchó y aquella charla se prolongó un rato, repleto de planes y metas.

De la oportunidad perfecta para vivir un año entero sin complicaciones. Solo los dos.



Todos los días éramos cegados por nuestra ira
Peleábamos a cada minuto. Agotado, pasaba totalmente solo
Y lloré.



Siwon apretó a Heechul un poco más contra su cuerpo.

Las manos de él se aferraron a su torso, y pudo ver el perfil de Heechul claramente, con unos cuantos mechones cayéndole por el rostro. Con la cabeza apoyada en su pecho. Y Siwon no pudo evitar sonreír.

Estaba ahí encerrado en ese pequeño mundo de felicidad junto a Heechul.

En su momento de despedida momentánea.

Cerró los ojos y besó su frente. Apenas cubiertos del frío de esa noche. Dormidos en la habitación de Siwon su último momento antes de que el sábado llegara y todo terminara finalmente dentro de su estancia en Corea.

Siwon aún dudaba del tiempo que faltaba para que él viajara hasta Japón, tal vez hasta serían unos tres meses, por eso quería aprovechar cada instante que le quedaba junto a Heechul, aún si le costaba su sueño de esa noche.


Algunas veces cuando las lagrimas vienen a mí, te recuerdo
Y espero por que un día no duelas tanto.
Para no tener que llorar más.


Junsu se sintió extraño cuando pisó suelo extranjero.

Como si de pronto tuviera un peso de menos sobre la espalda, arrastrando una de sus maletas observó el lugar, repleto de gente que iba y venía, de repente se sintió abrumado, en un lugar que no conocía.

Se había acostumbrado desde hace mucho a estar solo, a no confiar en nadie, sin amigos reales, sin amores, sin familia. Inequívocamente había empezado a creer que nada de eso existía, que solo se tenía así mismo para sobrevivir. Que no necesitaba nada más.

Y ahí estaba, parado en medio de aquel aeropuerto, rodeado de un montón de desconocidos que si sabían hacía donde ir, y él estaba sin pasado, sin futuro. Intentando comenzar de la nada en aquel país tan lejos de su lugar.

—¿Todo bien?

La mano de Junho sobre su hombro lo hizo girar un poco, asentir y dibujar una mínima sonrisa que casi podía pasar desapercibida. Pronto sintió su mano izquierda siendo tomada por la de su madre.

Ella le sonreía, tan dulcemente que Junsu se perdió por un momento en ese gesto.

—Ya está todo listo, vámonos.

Su padre a unos pasos de él, sostenía entre sus manos varios documentos. Él, siempre serio, le sonrió y Junsu respiró profundo. Era un nuevo comienzo, no estaba solo. No solo él venía a corregir sus errores y cambiar su futuro. Eran todos ellos, era toda su familia, los que deseaban un paso nuevo a su futuro.

Solo entonces, avanzar no fue tan complicado.

Y se sintió menos abrumado, menos solitario. Menos desamparado.


Aquí está es el final de nosotros dos
Y hasta que el mundo permita nuestro amor, esperaré
Por que algún día este largo camino llegará a su final
Y tal vez en nuestra siguiente vida nos volveremos a encontrar.



Yoochun escuchó la voz de Junsu empezar a sonar más débil.

La grabadora en sus manos pronto reducía el volumen y Yoochun sintió que era tan débil. Que incluso le daban ganas de golpearse así mismo, pero contrario a eso, apretó la grabadora entre sus manos con fuerza y con la otra mano tapó sus ojos.

Sollozando suavemente, antes que la voz afectada de Junsu volviera a dejarse escuchar, esta vez como un leve susurro que envuelto entre dos palabras, era justo lo que a Yoochun le hacía falta por escuchar.

—…Adió, Yoochun.

Y la grabación terminaba ahí.

Con la voz dolida de Junsu despidiéndose de pronto. Cortando con esa extensa línea de dolor y cicatrices en el corazón. Con la despedida que a Yoochun le faltó escuchar y que ahora se envolvía en su ser.

Respiró hondamente y miró aquella foto que Junsu le había dejado.

—Adiós, Junsu.




Jaejoong cerró los ojos.

Y sintió las manos de Yunho aferrándose con fuerza a las suyas, entrelazando sus dedos, besando sus labios con cuidado, situado sobre su cuerpo, deslizándose lentamente dentro de él.

Con una lentitud que producía que el dolor que sentía en ese momento no menguara tan fácilmente. Fue doloroso, incómodo, pero cuando Yunho empezó a moverse con un poco más de intensidad, los minutos de repente le parecieron horas, se dispersaron en su cabeza.

Por que en un momento que no pudo precisar, sus manos abrazaron al cuello de Jung, con fuerza, con esos labios provocando a los suyos, y su cuerpo caliente, fundiéndose en pequeños movimientos de sus cuerpos siendo uno solo.

Fueron pequeños movimientos, que en algún momento tomaron impulsividad. Que pronto sacaron gemidos de la boca de Jaejoong, impulsando su propio cuerpo hacía el de Yunho con su cuerpo entero arrastrándose por el de Yunho.

Como si de pronto las sábanas bajo su cuerpo estorbaran, sus piernas alzadas se cerraban con facilidad en el cuerpo de Yunho y esa boca que pronto empezó a gemir logró que Jaejoong optara por echar su cabeza hacía atrás.

Sobre aquellas almohadas, y pronto su mirada se desvió, directo hacía esa ventana que le mostraba la lluvia, las manos de Yunho se posaran en su cintura y Jaejoong cerró los ojos cuando una fuerte estocada en su interior lo hizo gemir más fuerte de lo que lo había hecho antes.

Los labios de Yunho en su cuello, fue como si guardara un recuerdo.

Uno que le durara toda la vida.

Uno sin arrepentimientos, que bloqueara al futuro. Que al cerrar los ojos, Yunho nunca dejara de pensar en él, ni él en Yunho. Esa noche que era el inicio de su cuenta regresiva para decir adiós.

Jaejoong volvió a unir sus bocas. En un beso demandante, repleto de fuerza y pasión. Quería grabarse en la memoria esos momentos. Quería tatuarse en la piel de Yunho hasta que no pudiera jamás olvidar su nombre.

Quería aferrarse a ese futuro cuando se volvieran a encontrar.





Yoochun miró de un lado a otro.

Repleto de curiosidad por el momento en que finalmente Yunho apareciera, jugó con sus propias manos, mirando de un lado a otro una vez más. Con sus padres a unos pasos, pensando seriamente que al estar tan visibles para Yunho sería difícil que se dejaran ver.

—¡Ya llegaron!

Minho se acercó corriendo, agarrándolo por los hombros. Y con un pequeño gesto de sus manos, les pidió a sus padres que esperaran en aquel lugar. Cuando ingresó al pequeño salón, Changmin estaba dándole un golpe a Jaejoong en la espalda.

—¡¿Eres inconsciente?! ¡Tú mamá me estuvo llamando preocupada para saber donde estabas!
—¡Yo la llamé en la noche, Min!
—¡¿Y por qué no la llamaste antes?! ¿No ves que mis padres también se preocuparon?

Yunho sonrió divertido mientras veía  a Jaejoong hacer un pequeño puchero, cuando vio a Yoochun acercarse a él, suspiró.

—Yunho nuestros padres están afuera, quieren hablar contigo.
—Yoochun…

—Él entendió Yunho, me tocó gritarle a riesgo de que me lanzara una cachetada. Pero se encerró horas en el estudio, quiere hablar contigo, civilizadamente.

Jaejoong inconscientemente apretó el brazo de Yunho, pero él solo le regaló una pequeña sonrisa antes de empezar a caminar junto a Yoochun fuera del salón. Del mismo modo, unos pasos más atrás de ellos, Minho, Jaejoong y Changmin se quedaron a observar.

Fue difícil adivinar lo que podía hablar. La distancia era muy grande.

Apenas podían ver la expresión seria de Yunho, la conciliadora de Kyona y los suspiros constantes de Joonhan, con Yoochun callado, escuchando solamente. Las manos de Yunho se levantaban de vez en cuando, rechazando el contacto de su padre. Alejándose sin ser demasiado agresivo.

Hubo un momento en el que Yunho rascó su nuca y parecía dispuesto a irse, sin embargo un hombre y una mujer lo sostuvieron por los hombros, pidiéndole que se calmara.

—¿Quiénes son ellos?
—No sé… bueno el hombre es Jung Jihoon, es el representante que viene a entregar las becas, me pregunto si tendrán algo que ver con Yunho y Yoochun.

Jaejoong miró a Minho que rascó un poco su barbilla. Y de inmediato devolvió su mirada hacía aquel pasillo. Yunho parecía escuchar atentamente cada palabra de su padre, de repente parecía como si estuviera poniendo varios puntos claros. Cuando el ambiente pareció menos tenso, Jaejoong suspiró.

—Lo mejor será que nos vayamos, parece que se han calmado. Nada malo va a pasar.

Changmin asintió, jalando a Minho del brazo que no parecía tan interesado en esa perspectiva. Jaejoong le dedicó una última mirad a Yunho que permanecía cruzado de brazos, escuchando ahora a Yoochun y Kyona.

Tenía esa mirada triste en los ojos.

De esa mirada producto del último dolor, antes de la reconciliación.




Changmin vio desde la entrada junto a Minho, como uno a uno sus amigos subían al estrado a recibir su diploma simbólico que los hacía merecedores de la beca que les era otorgada.

Con firma incluida, estrechón de manos por parte de Rain.

Las fotos, los abrazos y todo lo que aquello incluía iba directo a las manos de cada uno. Changmin de pronto se sintió extrañamente melancólico al darse cuenta de que el siguiente año ellos ya no estarían en el conservatorio.

Luego de ese año, cuando todos se había vuelto de algún modo aliados, luego sobrevivientes, luego algo así como conocidos cercanos. Se podía decir que los extrañaría aunque no lo hubiera dicho, ni lo diría frontalmente.

Jaejoong estrechó su mano con la de Rain luego de haber firmado el papel, y Changmin recordó que tenía que aplaudir por su amigo, igual que lo hacía el resto del auditórium.




—Solo digo que pudieron habernos dicho con anterioridad.

Jaejoong agachó la cabeza, sintiendo los gritos de su madre muy cerca del oído mientras subían las escaleras.

—Nuevamente le pido disculpas señora, en nombre de Yunho, fue un arrebato de adolescentes. Y los problemas de nuestra familia ya los hemos solucionado.

Kyona habló amable, subiendo las escaleras tras Yunho, Jaejoong y la señora castaña que parecía ser la madre del muchacho junto a Yunho.

—Oh, yo lo sé… Pero aún así me han preocupado bastante.

Jaejoong sintió la mirada fija de su madre y sonrió nervioso. Era como si su madre de pronto viéndole supiera lo que había hecho apenas la noche anterior y entonces sus mejillas se sonrojaban indebida y estúpidamente.

—Bueno, cambiemos un poco de tema.— Yoochun había subido unos escalones más arriba, dejando atrás a sus padres y la madre de Jaejoong. –Tienen que conocer a Lion, el hijo de estos dos.

Yunho y Jaejoong abrieron los ojos abruptamente, tanto que Yoochun no pudo evitar soltar una pequeña risa antes sus expresiones. Cuando Jaejoong sintió la mirada de su madre, sacudió un poco sus manos.

—¡Es el gato de Yunho mamá, se llama Lion!

La mujer solo rodó los ojos y Yunho abrió lo más rápido que pudo la puerta de su departamento. Recordando que el pobre no había comido en casi dos días. Y que debía alimentarlo cuanto antes.

Su pequeño departamento de pronto estuvo lleno y Kyona pareció llenar de mimos a Lion que se adaptó a ella con facilidad. Y Jaejoong desde su lugar solo le sonrió. La calma volvió tan lentamente como su instinto de supervivencia ante las miradas fijas que la madre de Jaejoong le enviaba.

Haciéndolo sentir nervioso. Cada vez más.

Él nunca había sido bueno mintiendo.





Heechul volvió con el pequeño papel entre sus manos.

Acabando de dejar al gatito que Yunho le había regalado en la zona de equipaje del avión. Volvió junto a Siwon, que lo esperaba con una pequeña sonrisa en el rostro y un abrazo incluido.

—Iré lo más pronto que pueda.

Suspiró entre sus brazos, asintiendo y sonriendo como hace mucho tiempo no lo hacía.

—Suerte en Japón, Heechul. Y no hagas de las tuyas hasta que Siwon llegue.

Sonrió un poco más con las palabras de Yoochun. Y lo abrazó también, viendo al resto de sus compañeros parados ahí también. Viajar en la noche no era algo que le gustara demasiado, pero los demás ya se encontraban dentro y él pronto debía ingresar.

—Solo prométeme que te portaras bien de aquí en adelante Yoochun.
—Lo prometo.

Luego de sus cortas despedidas con Changmin, Minho, Yunho y Jaejoong. Heechul los miró una última vez. Grabando en su memoria cada instante de ese pequeño momento en el que su adolescencia empezaba a quedar atrás, para poder darle paso a la adultez.

Levantó su mano una última vez y Siwon giró su mano un poco, mostrándole el pequeño anillo entre sus manos y Heechul por instinto apretó el collar que envolvía a un anillo y que colgaba de su cuello.

La noche anterior Siwon había optado por decir que ese sería su lazo. Su unión hasta que volvieran a verse en un par de meses. Y Heechul decidió aferrarse a aquello que antes le parecía tan cursi.

Sonrió una última vez, y con el pasaje y documentos en mano empezó a avanzar, lejos de ellos. Con aquel último recuerdo en su memoria. Con el ‘hasta pronto’ que era una promesa de los labios de Siwon.





Una semana después de que Heechul se marchara, con los muchachos de primero a quinto finalizando los exámenes atrasados o de supletorio. Todos los alumnos de tercer año se encontraban reunidos en el auditórium principal.

Terminando con la planeación de la graduación que sería al día siguiente.

—Yo solo digo, que la fiesta de graduación, la última y la que va a ser la mejor de todas debe ser en la casa de Siwon. Ahí fue la más increíble de todas, dígase Yunho lamiéndole el estómago a Jaejoong.

Casi inmediatamente Jaejoong pateó a Yoochun, lo suficiente como para que gimiera de dolor y diera varios saltitos intentando sostener su canilla.

—Yoochun imbécil.

Siwon sonrió divertido, y Yunho negó levemente, tapando un poco su rostro mientras el directo hablaba por el micrófono con las últimas indicaciones para el día de mañana.

—Jaejoong que si quedo cojo, quede en tu responsabilidad. Como futuro cantante de este país y el resto del mundo entero tengo planeado hacer coreografías por si no lo sabías.
—Pues jódete.

Jaejoong bufó molesto luego de cruzar sus brazos y Yoochun rió ante la expresión de Kim.

—Junsu… ¿Vendrá a la graduación?

La despreocupada pregunta de Yunho, provocó un pequeño silencio entre ellos. Que pronto Siwon se encargó de eliminar.

—Escuché por boca de la secretaria, que los padres de Junsu habían venido al conservatorio. Y como Junsu ya había aprobado todo y la graduación es más bien un acto simbólico, adelantaron su viaje al extranjero. Supongo que han de venir por sus papeles en estos días o los siguientes.

Yoochun se removió un poco en su lugar y suspiró. Sintiendo la mirada de Siwon sobre si.

—¿Y Heechul?

Casi de inmediato ese nivel de tensión pareció desaparecer.

—Vendrá, ya encontró un pasaje y al parecer llega apenas una hora y media antes de que empiece la graduación así que con suerte llega a tiempo. Se queda solo dos días. Luego regresa de inmediato a Japón.

—¿Y tú, Siwon? ¿Cuándo nos abandonas?
—En dos semanas más.

Yoochun asintió, levemente consternado por el hecho de que poco a poco sus amigos empezaban a marcharse. Cada uno tomando destinos diferentes.




Changmin perdió su mirada por un momento en la pared.

Recordando una idea arriesgada que se le había pasado por la cabeza días atrás. Con las palabras de James días atrás cuando saliendo de la casa de Junsu le hubiera comentado a los padres de Junsu que él tenía una tía que era quien lo había ayudado con las sesiones.

Su mente divagó por un instante entre sus problemas.

Las posibilidades de lograr algo más, solo un poco más.

Cuando los de tercero empezaron a abandonar el auditórium, entre conversas, risas, planes, Changmin pudo identificar con relativa facilidad a Jaejoong, conversando con Yoochun entre empujones.

Minho lo miró extrañado, abrirse paso entre los demás.

—Hyung, necesito hablar contigo.

Agarró el brazo de Jaejoong. Sin mucho cuidado, su mirada confundida lo tomó con sorpresa y le hizo ver que estaba actuando un poco impulsivamente.

—¿Qué sucede Min?
—Solo un momento necesito que hables con alguien, solo tú puedes ubicarlo.

Antes de que Jaejoong pudiera agregar algo, sentía su brazo siendo jalado por el de Changmin, entre los pasillos del conservatorio. Para hacer algo que Jaejoong no terminaba de comprender.




Los Ángeles, Estados Unidos.


James procuró ver todo lo que había en su habitación. Su ropa, fotos, laptop, recuerdos valiosos. Todo lo que implicaba prácticamente mudarse de la casa de sus padres, a su nueva vida en la Universidad.

El premio de primer lugar de canto reposaba en una de los estantes junto al resto de sus premios, ese era el único del que no se sentía tan merecedor, puesto que en el fondo sabía que había ganado más por tecnicismos que por talento.

El talento lo tenía, pero Yoochun y Junsu prácticamente se habían elevado como dioses ante simples humanos. Encantando, trasmitiendo. Envolviendo a la gente con su voz, y sufrimiento compartido.

Cuando el teléfono de su habitación empezó a sonar. Volvió a arrugar el entrecejo en cuanto divisó aquel número proveniente de Corea, sorprendido de que una vez más lo llamaran.

Y como la primera vez, fue la voz de Jaejoong la primera que escuchó.




Seúl, Corea.


Aquel sábado el Conservatorio de Artes, deporte y cultura SM estaba repleto.

Los padres de familia ostentaban sus mejores ropas, los carros elegantes y otros un tanto modestos repletaban el lugar. Los estudiantes que ese día culminarían con su adolescencia vestían sus mejores trajes, con capa y muceta en mano.

Nerviosos y llenos de algarabía también.

Changmin seguía moviendo sus manos nervioso, hasta que Minho colocó sus manos sobres las de él, con una sonrisa en los labios, indicándole que todo estaría bien. Pero Changmin aún se mantenía desconfiado.

James había pronunciado un ‘Intentaré hacer lo posible, hablaré con él. Pero no les prometo un si’ Así que cuando descubrió a Jaejoong mirándolo intentó respirar profundo y calmarse también.

No le habían dicho nada a los demás, por que dependiendo de un tal vez, no valía la pena entusiasmarlos.

—¿Dónde estás?

Siwon a su lado llamó la atención del resto, hablando por celular y mirando de un lado a otro con una enorme sonrisa en el rostro. Las preguntas eran innecesarias aún más cuando su rostro brillaba de aquella forma.

La imagen de Heechul caminando desde la entrada principal logró que todos giraran hacía él, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Kim corrió hasta Siwon, abrazándolo con fuerza y prácticamente lanzándose hacía él.

—¡Siwon te extrañé!

Choi lo abrazó con fuerza con una sonrisa en el rostro y apretándolo lo que más podía contra su cuerpo, pronto Yoochun caminó hasta él, colocándole la muceta en la cabeza y sonriendo también.

—Llegaste a tiempo, Chul.

Le extendió la capa a Heechul y él solo le dio un corto abrazo, viéndose prontamente rodeado por todos aquellos que aún lo consideraba uno de los muchachos más popular del conservatorio.

Un poco consternado y con el tiempo ya casi contra reloj, Changmin tuvo que suspirar resignado. Junsu no llegaría.




—Estar hoy aquí, no es tan fácil como parece. Todos los que estamos aquí, no lo hemos logrado solo por que nos hemos pasado estudiando y hemos sacado las mejores notas, muchos si, muchos no. Pero todos hemos dado lo mejor de nosotros y eso nadie lo puede cambiar. No importa un lugar mientras estés seguro de haberlo hecho bien.

La voz de Jaejoong se escuchaba serena, parado tras el pequeño micrófono, dando su discurso de graduación frente a todos los presentes.

—Este año en especial me ha enseñado que no se vive para estudiar, que no te puedes enfocar en una sola cosa y perderte en aquello. Hay tantas cosas que tenemos que aprender. Antes creíamos comernos el mundo y de pronto aparecieron lecciones de vida que me hicieron pensar ‘Espera, Jaejoong. Aún te falta tanto por vivir’

Yunho cruzó su pierna con cuidado, mirando con atención a aquel muchacho que seguro tras el micrófono no daba señales de aquel nerviosismo que tanto afirmaba tener antes de pararse a un escenario a cantar.

—Durante mi adolescencia que hoy se queda atrás he aprendido mucho, de amigos, de mi familia, de lealtad, de empeño, de cicatrices, de la reivindicación, del perdón. De esta vida que muchas veces me sonrió y otras veces me dio la espalda. Estamos hoy aquí, enorgulleciendo a nuestros padres, a nosotros mismos, con un futuro por delante. Con sueños en nuestras cabezas que no importa cuanto tiempo tomen algún día se harán realidad.

Siwon colocó una mano sobre la pierna de Heechul y él solo le sonrió en respuesta, escuchando con atención las palabras de Kim. Levemente aterrado con la felicidad que le había provocado ver a Siwon después de casi una semana y más. De lo mucho que lo había extrañado en ese corto lapso de tiempo. Y lo seguro que se sentí ahora.

—He aprendido que las amistades son muy difíciles de encontrar, que hoy se pueden encontrar del otro lado del mundo, pero que eso no limita los sentimientos. He aprendido que el amor existe, solo que es tan escurridizo que es difícil de hallar. Que los sueños se pueden hacer realidad, pero estos no se cumplen como en las películas. Toman tiempo, esfuerzo, y valor. Por que hay que arriesgarse por ellos. Aprendí que si todavía no sé amar, puedo aprender. Que si no me siento listo para amar, puedo esperar.

Yoochun cerró los ojos brevemente. Con una sonrisa algo débil entre los labios. Con las memorias rondando por su cabeza, inescrupulosas y ahora, proporcionándole un poco de paz en vez de atormentarlo.

—Aprendí de esos profesores que no me dejaban salir temprano hasta terminar la clase, por que ellos querían transmitirme la pasión que sentían por su materia. Aprendí de esa profesora de Literatura que se sabía cada letra, cada párrafo lo que es amar algo con intensidad. Aprendí a admirarla sin importarme que el resto la odiara. No me importó ir contra los demás y decir: ‘Yo la admiro’

Minho apoyó su cabeza en el hombro Changmin y él en respuesta solo palmeó un poco su rodilla. Ambos sentados entre el público, mucho más atrás de donde los graduados se encontraban.

—La enseñanza de vida más fuerte de todas, fue saber que no me importa lo que digan los demás, o si el mundo entero se va en mi contra cuando he tomado la decisión de seguir mis sueños. Lo difícil que sea, lo mucho que me cueste valdrá la pena por que estaré haciendo lo que me gusta, lo que quiero. Y nadie, ni todo el dinero podrá quitarme la complacencia de estar haciendo lo que me gusta y vivir de ello.

Jaejoong dio un último respiro antes de sonreír.

—Gracias a esas personas que me han acompañado en este largo camino. Gracias a los que se han quedado y a los que no. Los que se han quedado atrás. No importan si son muchas personas las que me rodean o son pocas. Esas pocas personas me hacen creer en confiar un poco más y hoy nosotros estamos subiendo un escalón más. Uno más hacia eso que queremos lograr. No lo olviden.

El lugar se llenó de aplausos, el director volvió a tomar la palabra y Jaejoong volvió a sentarse junto a Yunho, una mirada compartida, sus manos discretamente unidas durante lo que restó de la ceremonia, hasta que finalmente todos se levantaron y el director se encargó de anunciar sus últimas palabras hacía ellos.

—…Felicidades mis graduados.

Las mucetas se levantaron en el cielo, los grititos de alegría, las risas, los abrazos. Las promesas susurradas al oído. Ese sabor a nostalgia y alegría que se entremezclaban, que llenaban los espacios con fotografías, con solitarias lágrimas que se escapan y concluían en un ‘Lo logramos al fin’




Los Ángeles, Estados Unidos.

Junsu acarició al pequeño gatito que reposaba sobre su cama.

Colocó una sonrisa entre sus labios, y escuchó la puerta de su habitación abrirse.

—¿Listo?

Junho acomodó la bufanda en su cuello y vio a Junsu levantarse, colocando la pequeña maleta en su espalda, con un suspiro leve entre los labios.

—¿Papá y mamá?
—Están en la sesión con la sicóloga, recuerda que hoy es su día solos los dos con ella. Nuestro día libre. Vamos, que te invito uno de esos helados que te gustan.

Junsu sonrió, codeando levemente a su hermano, empezando a salir del departamento junto a él.

—¿Por qué no fuiste a la graduación?
—¿James habló contigo?

—Algo así, me dijo que había intentando convencerte.
—No lo sé… simplemente no quería estar en ese momento. No me toca estar ahí.

Junho suspiró suavemente, pasando un brazo por encima de los hombros de su hermano. Tratando de comprender la razón por la que quería mantener las distancias durante aquel momento.

Y pensando que tal vez, era mejor así.




Publicado por: Nesly.
Estado: Pacific.
Escuchando: Don’t cry. (Park Bom)

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