Dime tus mentiras
—Ha sido un buen
día.
Yoochun estiró su
cuerpo un poco y logró entonces que Jaejoong dejara el celular de una buena
vez, miró a su amigo de reojo como se le había hecho costumbre y suspiró otra
vez.
—Deberías ser más
cuidadoso.
—¿Disculpa?
Jaejoong parecía
ajeno a su indirecta y a Yoochun le pareció difícil encontrar a un Jaejoong
ingenuo que en verdad no entendiera el calibre de sus palabras, pero giró hacía
él y respiró profundo.
—A la persona con
la que estás saliendo. Primero: eres famoso debes cuidarte mucho por las fans.
Y segundo: cuídate de que esa fama no te juegue en contra.
Jaejoong sin
embargo sonrió brevemente –Somos cuidadosos al salir. Además no está saliendo
conmigo por mi fama, nos conocemos desde antes.
—No solo lo digo
por eso. Puede resultarle beneficioso que lo suyo no pueda ser público, y tal
vez seas tú quien salga herido.
De pronto las
palabras parecían haberse borrado de la cabeza de Jaejoong, sin embargo la
sacudió suavemente y volvió a sonreír un poco.
—No lo creo, peo
gracias por preocuparte.
—Confío en que
sepas tomar las decisiones adecuadas, Jae. Me voy primero.
La mano de
Yoochun se depositó sobre su hombro despacio y luego abandonó el camerino con
cuidado de dejar la puerta cerrada, Jaejoong comprobó su celular un rato más,
tratando de mirar un poco más allá de esas palabras. Respiró hondo y se obligó
a dejar de dudar en exceso de los demás.
…
…
Los pasos de
Namin fueron cortos y despacio, ingresando en la pequeña habitación donde la
mujer permanecía con los ojos cerrados y la respiración demasiado fuerte como
para confiar en su imagen somnolienta.
Verificó todo
aquello que le fue encomendado, la mujer tenía en su rostro los moretones
propios de las heridas que según Goongsu indudablemente habían sido provocadas
por golpes fuertes y agresivos.
Namin había visto
al esposo de la mujer, había llegado casi al amanecer, dispuesto a buscarla
como si nada hubiera pasado, pero ella había mirado a la perfección esa mano
izquierda herida y los nudillos de la mano derecha vendados. Había sido tan
fácil para ella ver un poco más allá.
—¿Qué hora es?
De pronto la
mujer que reposaba en la cama habló, con sus ojos cerrados todavía.
—Las tres de la
tarde.
No habló más,
porque mordió su labio inferior al ver que la mujer únicamente volvía a callar
y ella salía de la habitación, con miradas pequeñas hacía atrás donde la cama
se encontraba.
Era lamentable
observar ese rostro opacado por los golpes y las heridas que tenía, su
recuperación lenta y absorta en sus pensamientos Namin salió, respirando hondo
y queriendo hacer algo por aquella pobre mujer para que saliera de ese infierno
que se había tejido a su alrededor.
…
…
—Así que tuvimos
que alargar un par de episodios más a la serie.
—Bueno, supongo
que eso es bueno para ti ¿no?
Yunho sonrió, con
sus manos alrededor del batido que acababan de dejar en su mesa y Jaejoong
asintió, con las palabras de Yoochun dando vueltas en su cabeza aun. Miró esas
manos de Jung, rodeaban el gran vaso entre sus manos, tomando a ratos un poco
de su bebida.
—Estaba pensando—
Habló nuevamente, cambiando un poco de tema y jugando con la servilleta entre
sus manos –Que sería bueno irnos de paseo unos días. Alguna playa o algo así.
—Con tal de que
no volvamos al pueblito ese que te dio por conocer.
Jaejoong rio
divertido y Yunho pareció contagiarse de aquello mientras miraba un momento
hacía la calle, las tardes con Jaejoong a veces le parecían tan cortas.
—¿Entonces no hay
ningún problema? ¿Puedes desaparecerte unos días por ahí?
—Supongo que si— Masculló
repentinamente confundido, había olvidado a Namin –Solo tendría que consultarle
a Junsu por si no hay algún caso o algo por el estilo.
—Perfecto, ¿este
fin de semana estaría bien?
—Claro.
Jaejoong sonrió,
feliz mientras mordía un poco su labio inferior. Sabía que si Yunho le
estuviera mintiendo no dispondría de su tiempo de aquella manera, incluso jugó
a arriesgarse, estiró sus manos hacía las de Yunho, pero el hombre se alejó de
inmediato.
Sus miradas se
cruzaron extrañas y confundidas, sin embargo fue Yunho el primero en hablar.
—Nos pueden ver.
Parecía incluso
más preocupado que antaño por aquello. Jaejoong sintió su estómago revolverse
de repente. Y trató de no olvidar que en esta ocasión él había sido el primero
en instalar esa regla por culpa de sus fans.
—Sí, lo olvidé
por un momento.
Y sonrió.
Arrepentido momentáneamente, mientras optaba por beber otro poco de su bebida.
…
…
Esa noche Yunho
demoró más allá de lo esperado.
Namin corroboró
la hora en su reloj por sexta ocasión, segura de haber quedado a la hora
indicada y de no haberse equivocado. El frío de esa noche se colaba fácilmente
por su abrigo grueso y la bufanda de su cuello, pero Yunho seguía sin aparecer.
Contrariada como
se encontraba solo se encogió en su lugar y suspiró despacio. Sus ojos se
fijaron de repente en el hombre que bajaba de uno de los autos estacionados
frente al hospital, las puertas del carro siendo abiertas para él por alguien
más.
Era el esposo de
la mujer de la habitación 8—04. Namin lo reconoció especialmente por las
heridas de sus manos, esas que sin vergüenza el hombre no se tomaba la molestia
de siquiera ocultar. Giró el rostro cuando el hombre pasó a su lado y trató de
mordérsela lengua, de no gritarle todas las cosas que se le pasaban por la
cabeza.
—Namin.
La voz de Yunho
llegó como un bálsamo para todas esas emociones negativas que corrían por sus
venas y sonrió. Aliviada de verlo ahí, de tenerlo en su vida. Entró en el carro
y lo abrazó, con todas las fuerzas que encontró, porque Yunho era un buen
hombre, porque sería incapaz de retratarle un futuro así como el de aquella
pobre mujer.
—Te extrañe
mucho.
—¿Cómo así tanto
afecto?
Namin solo
recogió un poco su cabello y sonrió. –Ha sido un día pesado en el trabajo.
—Ya veo… ¿Segura
que quieres salir a almorzar?— Jung sonó preocupado –Si deseas podemos ir a tu
departamento y pedir comida para llevar. Así descansas mejor.
—No, quiero
salir. Hace mucho que no salimos juntos.
Yunho entonces
asintió, encendiendo el auto una vez más, e inadvertidamente la mirada de ella
se relegó un instante hacía las puertas del hospital por donde aquel hombre
acaba de entrar, respiró hondo, porque sabía que no debía meterse más allá de
lo necesario.
…
…
Jaejoong había
optado por salir de compras un rato, un par de cosas que le servirían para ese
fin de semana, no demasiadas cosas que pudieran llamarla atención de quien lo
viera comprar, pero si lo suficiente como para sentirse en comodidad con
cualquier cosa que pudiera necesitar.
Había comprado
por casi dos horas, y finalmente se había encontrado guardando las bolsas en la
parte trasera de su auto, cansado y con la noche siendo su única compañera a
esas horas.
Sin embargo
Jaejoong pocas veces se equivocaba cuando de autos se trataba, lo reconoció
demasiado fácil para su gusto, el auto de Yunho estaba estacionado frente a un
cómodo y cálido restaurante frente a su tienda de ropa habitual.
Caminó con una
sonrisa en los labios, inconscientemente mordiendo su labio inferior por
encontrarlo ahí, porque le diera los besos que le quedó debiendo en la mañana.
Miró cuidadosamente fuera desde los ventanales, hasta encontrarlo ahí, su
espalda amplia y masculina era lo único que podía ver, pero decidió sacar su
celular y tontear un rato.
Eso, hasta que
caminó un poco más y la pudo ver.
La mujer que se
encontraba frente a Yunho tenía el cabello un poco recogido, su expresión algo
afligido mientras ambos se tomaban de las manos y susurraban palabras ajenas.
Compartía con
ella, ese gesto que le negó a él, a la hora del almuerzo.
…
…
—¿Entonces crees
que el esposo es quien la golpeó de esa manera?
—No estoy segura,
pero todo me dice que sí. Es horrible Yunho, la ha dejado tan mal que…
Yunho sintió la
forma en que Namin apretaba sus manos juntas, bajando la mirada y mordiendo sus
labios interiormente, como si estuviera a punto de caer rendida ante toda esa
situación.
—Trata de hablar
con ella— Propuso, acariciando suavemente su rostro –Podemos hacer algo por
ella, que se separe de él y lo demande por agresión. Cosas como esas no se
pueden quedar así.
—¿Estás seguro?—
Los ojos de ella se alzaron de inmediato –Porque la siento muy sola, desde que
llegó, días atrás, nadie a parte de él la ha ido a visitar.
—Sí, habla con
ella.
Namin sonrió, con
su rostro en alto, sin costarle demasiado unir sus labios a los de Yunho,
despacio y con cuidado en un pequeño gesto que no duró demasiado. Incluso
aunque el celular de Yunho sonó y él lo sacó de su bolsillo, dudando un poco
antes de contestar.
—Dime…
…
…
—¿Dónde estás?
Jaejoong trató
como pocas veces que su voz sonara calmada, con los ojos fríos puestos todavía
en la espalda de él. Él que giraba a ratos, que evitaba mirar a Namin a los
ojos mientras hablaba por celular.
—En una cena,
estoy ocupado ¿necesitas algo importante?
—Supongo que no,
hablamos luego entonces.
—De acuerdo,
cuídate.
Tragó duro cuando
escuchó el sonido de la llamada al cortar. A Yunho ni siquiera le importó
escuchar su despedida, apretó el celular en sus manos y trató de respirar
despacio, lo más calmado que podía al estar en un espacio abierto.
Puede resultarle
beneficioso que lo suyo no pueda ser público, y tal vez seas tú quien salga
herido.
…
…
Sí, voy a escucharte otra vez, aunque todas tus palabras sean
mentiras
Y si, voy a sonreír como los demás, igual que todas las personas a
las que has engañado.
…
…
Jae ya vio a Yunho con Namin y se ha dado cuenta de todas las mentiras en su vida.
ResponderEliminarGracias!!!
jae a cambiado!
ResponderEliminarpero yunho sige siendo el patetico de siempre jugando con los sentimientos de los demas.