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Arualthings

Odio - Cap. 11

Dime tus mentiras
—Ha sido un buen día.

Yoochun estiró su cuerpo un poco y logró entonces que Jaejoong dejara el celular de una buena vez, miró a su amigo de reojo como se le había hecho costumbre y suspiró otra vez.

—Deberías ser más cuidadoso.
—¿Disculpa?

Jaejoong parecía ajeno a su indirecta y a Yoochun le pareció difícil encontrar a un Jaejoong ingenuo que en verdad no entendiera el calibre de sus palabras, pero giró hacía él y respiró profundo.

—A la persona con la que estás saliendo. Primero: eres famoso debes cuidarte mucho por las fans. Y segundo: cuídate de que esa fama no te juegue en contra.
Jaejoong sin embargo sonrió brevemente –Somos cuidadosos al salir. Además no está saliendo conmigo por mi fama, nos conocemos desde antes.

—No solo lo digo por eso. Puede resultarle beneficioso que lo suyo no pueda ser público, y tal vez seas tú quien salga herido.

De pronto las palabras parecían haberse borrado de la cabeza de Jaejoong, sin embargo la sacudió suavemente y volvió a sonreír un poco.

—No lo creo, peo gracias por preocuparte.
—Confío en que sepas tomar las decisiones adecuadas, Jae. Me voy primero.

La mano de Yoochun se depositó sobre su hombro despacio y luego abandonó el camerino con cuidado de dejar la puerta cerrada, Jaejoong comprobó su celular un rato más, tratando de mirar un poco más allá de esas palabras. Respiró hondo y se obligó a dejar de dudar en exceso de los demás.



Los pasos de Namin fueron cortos y despacio, ingresando en la pequeña habitación donde la mujer permanecía con los ojos cerrados y la respiración demasiado fuerte como para confiar en su imagen somnolienta.

Verificó todo aquello que le fue encomendado, la mujer tenía en su rostro los moretones propios de las heridas que según Goongsu indudablemente habían sido provocadas por golpes fuertes y agresivos.

Namin había visto al esposo de la mujer, había llegado casi al amanecer, dispuesto a buscarla como si nada hubiera pasado, pero ella había mirado a la perfección esa mano izquierda herida y los nudillos de la mano derecha vendados. Había sido tan fácil para ella ver un poco más allá.

—¿Qué hora es?

De pronto la mujer que reposaba en la cama habló, con sus ojos cerrados todavía.

—Las tres de la tarde.

No habló más, porque mordió su labio inferior al ver que la mujer únicamente volvía a callar y ella salía de la habitación, con miradas pequeñas hacía atrás donde la cama se encontraba.

Era lamentable observar ese rostro opacado por los golpes y las heridas que tenía, su recuperación lenta y absorta en sus pensamientos Namin salió, respirando hondo y queriendo hacer algo por aquella pobre mujer para que saliera de ese infierno que se había tejido a su alrededor.




—Así que tuvimos que alargar un par de episodios más a la serie.
—Bueno, supongo que eso es bueno para ti ¿no?

Yunho sonrió, con sus manos alrededor del batido que acababan de dejar en su mesa y Jaejoong asintió, con las palabras de Yoochun dando vueltas en su cabeza aun. Miró esas manos de Jung, rodeaban el gran vaso entre sus manos, tomando a ratos un poco de su bebida.

—Estaba pensando— Habló nuevamente, cambiando un poco de tema y jugando con la servilleta entre sus manos –Que sería bueno irnos de paseo unos días. Alguna playa o algo así.

—Con tal de que no volvamos al pueblito ese que te dio por conocer.

Jaejoong rio divertido y Yunho pareció contagiarse de aquello mientras miraba un momento hacía la calle, las tardes con Jaejoong a veces le parecían tan cortas.

—¿Entonces no hay ningún problema? ¿Puedes desaparecerte unos días por ahí?
—Supongo que si— Masculló repentinamente confundido, había olvidado a Namin –Solo tendría que consultarle a Junsu por si no hay algún caso o algo por el estilo.

—Perfecto, ¿este fin de semana estaría bien?
—Claro.

Jaejoong sonrió, feliz mientras mordía un poco su labio inferior. Sabía que si Yunho le estuviera mintiendo no dispondría de su tiempo de aquella manera, incluso jugó a arriesgarse, estiró sus manos hacía las de Yunho, pero el hombre se alejó de inmediato.

Sus miradas se cruzaron extrañas y confundidas, sin embargo fue Yunho el primero en hablar.

—Nos pueden ver.

Parecía incluso más preocupado que antaño por aquello. Jaejoong sintió su estómago revolverse de repente. Y trató de no olvidar que en esta ocasión él había sido el primero en instalar esa regla por culpa de sus fans.

—Sí, lo olvidé por un momento.

Y sonrió. Arrepentido momentáneamente, mientras optaba por beber otro poco de su bebida.



Esa noche Yunho demoró más allá de lo esperado.
Namin corroboró la hora en su reloj por sexta ocasión, segura de haber quedado a la hora indicada y de no haberse equivocado. El frío de esa noche se colaba fácilmente por su abrigo grueso y la bufanda de su cuello, pero Yunho seguía sin aparecer.

Contrariada como se encontraba solo se encogió en su lugar y suspiró despacio. Sus ojos se fijaron de repente en el hombre que bajaba de uno de los autos estacionados frente al hospital, las puertas del carro siendo abiertas para él por alguien más.

Era el esposo de la mujer de la habitación 8—04. Namin lo reconoció especialmente por las heridas de sus manos, esas que sin vergüenza el hombre no se tomaba la molestia de siquiera ocultar. Giró el rostro cuando el hombre pasó a su lado y trató de mordérsela lengua, de no gritarle todas las cosas que se le pasaban por la cabeza.

—Namin.

La voz de Yunho llegó como un bálsamo para todas esas emociones negativas que corrían por sus venas y sonrió. Aliviada de verlo ahí, de tenerlo en su vida. Entró en el carro y lo abrazó, con todas las fuerzas que encontró, porque Yunho era un buen hombre, porque sería incapaz de retratarle un futuro así como el de aquella pobre mujer.

—Te extrañe mucho.
—¿Cómo así tanto afecto?

Namin solo recogió un poco su cabello y sonrió. –Ha sido un día pesado en el trabajo.
—Ya veo… ¿Segura que quieres salir a almorzar?— Jung sonó preocupado –Si deseas podemos ir a tu departamento y pedir comida para llevar. Así descansas mejor.

—No, quiero salir. Hace mucho que no salimos juntos.

Yunho entonces asintió, encendiendo el auto una vez más, e inadvertidamente la mirada de ella se relegó un instante hacía las puertas del hospital por donde aquel hombre acaba de entrar, respiró hondo, porque sabía que no debía meterse más allá de lo necesario.



Jaejoong había optado por salir de compras un rato, un par de cosas que le servirían para ese fin de semana, no demasiadas cosas que pudieran llamarla atención de quien lo viera comprar, pero si lo suficiente como para sentirse en comodidad con cualquier cosa que pudiera necesitar.

Había comprado por casi dos horas, y finalmente se había encontrado guardando las bolsas en la parte trasera de su auto, cansado y con la noche siendo su única compañera a esas horas.

Sin embargo Jaejoong pocas veces se equivocaba cuando de autos se trataba, lo reconoció demasiado fácil para su gusto, el auto de Yunho estaba estacionado frente a un cómodo y cálido restaurante frente a su tienda de ropa habitual.

Caminó con una sonrisa en los labios, inconscientemente mordiendo su labio inferior por encontrarlo ahí, porque le diera los besos que le quedó debiendo en la mañana. Miró cuidadosamente fuera desde los ventanales, hasta encontrarlo ahí, su espalda amplia y masculina era lo único que podía ver, pero decidió sacar su celular y tontear un rato.

Eso, hasta que caminó un poco más y la pudo ver.
La mujer que se encontraba frente a Yunho tenía el cabello un poco recogido, su expresión algo afligido mientras ambos se tomaban de las manos y susurraban palabras ajenas.

Compartía con ella, ese gesto que le negó a él, a la hora del almuerzo.




—¿Entonces crees que el esposo es quien la golpeó de esa manera?
—No estoy segura, pero todo me dice que sí. Es horrible Yunho, la ha dejado tan mal que…

Yunho sintió la forma en que Namin apretaba sus manos juntas, bajando la mirada y mordiendo sus labios interiormente, como si estuviera a punto de caer rendida ante toda esa situación.

—Trata de hablar con ella— Propuso, acariciando suavemente su rostro –Podemos hacer algo por ella, que se separe de él y lo demande por agresión. Cosas como esas no se pueden quedar así.

—¿Estás seguro?— Los ojos de ella se alzaron de inmediato –Porque la siento muy sola, desde que llegó, días atrás, nadie a parte de él la ha ido a visitar.
—Sí, habla con ella.

Namin sonrió, con su rostro en alto, sin costarle demasiado unir sus labios a los de Yunho, despacio y con cuidado en un pequeño gesto que no duró demasiado. Incluso aunque el celular de Yunho sonó y él lo sacó de su bolsillo, dudando un poco antes de contestar.

—Dime…



—¿Dónde estás?

Jaejoong trató como pocas veces que su voz sonara calmada, con los ojos fríos puestos todavía en la espalda de él. Él que giraba a ratos, que evitaba mirar a Namin a los ojos mientras hablaba por celular.

En una cena, estoy ocupado ¿necesitas algo importante?
—Supongo que no, hablamos luego entonces.
De acuerdo, cuídate.

Tragó duro cuando escuchó el sonido de la llamada al cortar. A Yunho ni siquiera le importó escuchar su despedida, apretó el celular en sus manos y trató de respirar despacio, lo más calmado que podía al estar en un espacio abierto.

Puede resultarle beneficioso que lo suyo no pueda ser público, y tal vez seas tú quien salga herido.



Sí, voy a escucharte otra vez, aunque todas tus palabras sean mentiras
Y si, voy a sonreír como los demás, igual que todas las personas a las que has engañado.

La canción la que hace mención es Talk that de Secret.

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2 Comentarios:

  1. Jae ya vio a Yunho con Namin y se ha dado cuenta de todas las mentiras en su vida.

    Gracias!!!

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  2. jae a cambiado!
    pero yunho sige siendo el patetico de siempre jugando con los sentimientos de los demas.

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