Mientras Sonrío
—Es una
oportunidad de oro, eres uno de mis prospectos más brillantes.
Goongsu
miró el papel puesto sobre el escritorio. El hombre frente a él tenía esa
capacidad, que si lo miraba demasiado, podía adivinar lo que estaba pensando.
Casi como un padre para él. Así de firme en sus sentidos carente de una
otredad.
Se sintió
como una ventaja dolorosa, una que le recordaba una y otra vez que la vida le
estaba dando la oportunidad de rescatarse así mismo continuamente, a pesar de
no merecerlo de forma alguna.
¿Por qué?
Si estaba
parado en medio del camino, sin astro alguno que lo pudiera guiar.
—¿Goongsu?
Quizá, si
se lo permitía, podría redimirse, podría ser un buen amigo esta vez.
Podría
matar los fantasmas innecesarios que solo en su cabeza se pudieron formar.
—Muchas
gracias, doctor Lee —sonrió débil—. Prometo no defraudarlo en ningún momento.
…
…
—Solo
necesitaríamos que ella declare contra él, un par de pruebas y mucho de su
parte. Porque si ella no está dispuesta a luchar, todo esto sería inútil.
—Entiendo…
Yunho
analizó los papeles, Junsu era un estupendo abogado, su mano de confianza y la
persona indicada para manejarlo todo desde un punto de vista objetivo. Recorrió
veloz con la mirada todo lo expuesto por Junsu y simplemente suspiró.
—¿Y bien?
—Habló de repente Kim, Yunho tuvo que alzar su mirada poco atento—. ¿Qué tal?
—Todo en
orden, como siempre.
—No me
refiero a eso. —Junsu se acomodó mejor en el sillón, dentro del departamento de
Jung, con ese silencio pesado entre los dos, con sus brazos un poco cansados,
Kim sacó del bolsillo de su pantalón la pequeña cajita que hasta hace días
parecía una segunda piel para Jung—. Lo encontré en tu escritorio.
Ver aquel
anillo, cuando Junsu se atrevió a alzar la tapa, lo hizo volver a sentirse
endemoniadamente perdido. Dejó los papeles de lado un instante y los miró, como
si encontrara alguna respuesta en el reflejo del mismo. En el silencio de Junsu
y su mente que solo buscaba a Jaejoong.
No quería
ser así.
No
debería ser así.
—Yo en
verdad iba a pedírselo. —Susurró bajito, con la caja entre sus dedos y la
mirada débil, consternada—. En serio le iba a pedir matrimonio a Namin.
—Yunho…
no eres mala persona por haberte enamorado de otra.
—Yo la
engañé.
Junsu
entonces hizo lo que Yunho realmente esperaba, guardó silencio, más allá de lo
debido, con sus ojos profundos sobre él, encogiéndolo un poco más en su lugar.
Visualizando sobre la imagen de Jaejoong las sonrisas de Namin. Así de espeso y
contradictorio a la vez.
—La carga
que llevas sobre los hombros, es suficiente castigo ¿no crees? —Junsu le sonrió
apenas—. Es hora de terminar con todo esto. Tienes que decidir.
—No es fácil…
Tú no entiendes, ¿crees que es fácil?
—¿Amas a
Namin?
—No como
a él, no así…
Yunho ni
siquiera se percató del momento en que se levantó de su lugar, ni cuando Junsu
calló de nuevo, pero cuando giró para mirarlo otra vez, los ojos de Junsu lo
miraban abiertos de par en par, casi sin pestañear.
—¿Él?
Y
entonces comprendió su error, repentino e idiota.
Asfixiante…
Como su relación con Jaejoong, con Namin, con ese mundo entero que no dejaba de
exigir y apretar su cuello cada que quería escapar.
—¿Estás
enamorado de un hombre?
Escucharlo
de una boca ajena lo paralizó, soltó aire de sus pulmones y se tuvo que volver
a sentar. Jaejoong después de tanto años era… su más doloroso amor.
—…Si.
…
…
Namin
había empezado a vivir sola desde hace un par de años, ese departamento pequeño
y confortable era su vía de escape cuando no tenía lugar al que huir, cuando
visitar a Yunho no era una opción y hoy, después de tantos años finalmente lo
volvía a sentir cálido.
Yoona
leía sentada cerca de la ventana más grande, su cuerpo delgado se ajustaba a
medias a su ropa que le quedaba un poco grande, su cabello largo y negro se
acomodaban como el factor capaz de robar cualquier mirada.
¿Por qué
una mujer así se dejaba tratar tan cruelmente?
Las
personas como Jaejoong, hermosas sin igual, le habían enseñado, e incluso
Jaejoong se lo había gritado alguna vez, que la belleza es el camino a la
felicidad, entonces ¿por qué Yoona siendo tan espectacularmente bella no podía
ser feliz?
¿Sería
feliz Jaejoong ahora?
Tal vez,
sí. Jaejoong a pesar de todo era bastante recursivo, quizá estuviera
aprovechando su fama, ganando amores y amistades por cada lugar que llegaba a
pisar. Jaejoong era excepcional, ahora, tantos años después lo podía admitir,
estar tanto tiempo mirándolo con afecto le había hecho notar eso.
Aunque
luego llegara Yunho y lo cambiara todo.
—¿Qué
pasa?
Yoona la
sacó de sus pensamientos, entonces Namin sacudió un poco su cabeza y sonrió.
—¿Disculpa?
—Llevas
rato mirándome, ¿pasa algo?
Namin
sonrió avergonzada ante su distracción y agitó su mano despreocupada.
—No
importa.
—¿Me
dejas maquillarte?
—¿Ah?
—Quiero
salir a bailar. —De repente Yoona estiró sus brazos y pareció desperezarse un
poco, las marcas de su maltrato eran casi invisibles, y su entusiasmo repentino
hizo a Namin asentir casi sin pensarlo. —¡Entonces déjame arreglarte! Quedaras
hermosa, ya verás.
De
repente se vio jalada por Yoona, sus pasos desnudos sonando sobre el piso y
guiándola hacía la pequeña habitación, complacida un poco más, de esa escaza
luz que Yoona volvía a emanar.
…
…
—Entonces…
—Yoochun todavía no lo podía aceptar, los impulsos de su mejor amigo que ahora
parecía tan impávido como él, los papeles entre sus manos y el viento soplando
fuerte fuera del auto—. Nos hemos enlistado oficialmente.
—Aún
faltan dos meses para que sea oficial.
—Pues me
parece muy poco.
Jaejoong
sonrió al escucharlo, suspirando al fin, y guardando los papeles en el sobre
que había llevado con él, cuando se estacionó el viento sacudía con fuerza los
pocos árboles cerca del edificio y los ojos de Jaejoong se sorprendieron al
verlo ahí.
Se quedó
estático el suficiente tiempo como para que Yoochun lo notara, para que mirara
curioso por encima de su hombro, y susurrara cerca de su oído.
—¿Es él?
Yunho
estaba ahí, apoyado en su carro, mirando el reloj en su muñeca, esperando por
verlo llegar, y el estómago de Jaejoong se comprimió. Yoochun ni siquiera
necesitó alguna respuesta.
—Ten
cuidado.
Cuando lo
escuchó, Jaejoong solo pudo sonreír y acariciar despacio el rostro de su mejor
amigo, que parecía más preocupado que divertido por primera vez.
—Lo
tendré.
Luego de
eso bajó del auto y Yoochun no demoró en marcharse, y pasó junto a Jung, como
si el viento se hubiera llevado consigo las ganas de enfrentarlo, pero Yunho ni
siquiera se molestó en preguntar por qué.
Solo se
colocó junto a él frente al ascensor y suspiró.
—¿Qué
haces aquí?
La voz
baja de Jaejoong no pareció llegar hasta los oídos del más alto. Para Yunho
parecía ser fácil ignorar cada desplante, cada pelea, cada que le destrozaba el
corazón.
—No me
sigas más, por favor…
Así que
apenas se abrieron las puertas Jaejoong entró y esperando que Yunho lo
escuchara, empezó a ver las puertas cerrarse, hasta que claro, Jung tomó valor
y se permitió entrar, mirándolo fijamente y respirando agitado.
—¿Por qué
no hablas? —Se desesperó—. ¡¿Qué diablos pasa por esa maldita cabeza tuya?! ¡Ya
estoy harto Yunho! ¿Me oyes? ¡Estoy harto de ti!
Sus
gritos hicieron eco en cuanto las puertas se volvieron a cerrar, las manos de
Yunho sin embargo no tuvieron problema alguno en posarse sobre sus mejillas y
sus labios finos buscar su boca, pero esta vez Jaejoong no pensaba dejarlo. No
de nuevo.
—Basta,
—se separó, con la cabeza baja, con labios suyos lejos de él—. No quiero esto
más.
—Te amo.
Era
inconcebible, era odioso y repugnante, la manera que tenía Jung para
transformarlo de un momento a otro. Porque todo el dolor desapareció, el peso
monstruoso, y el poco de aire de sus pulmones se llenó. Se sentía ligero y
pequeño a la vez.
—Te amo,
¿me oyes?
Yunho lo
volvió a agarrar por las mejillas y esta vez Jaejoong no se controló, lo golpeó
tan fuerte como pudo cuando su puño cerrado se cerró sobre él y su boca
profana, su boca mentirosa y descabellada.
Así que
apenas salió del ascensor sus manos temblaron y buscó digitar la clave de su
departamento una y otra vez, pero no la recordaba, su cerebro no trabaja bien.
Y cuando Yunho lo agarró de la camisa y lo hizo girar, con sus cuerpos
demasiado cerca y su espalda contra la puerta, Jaejoong no le quedó más que
mirarlo a los ojos una vez más.
—¿Por qué
huyes?
—Porque
mientes. —Susurró—, siempre mientes.
Jaejoong
apretó con fuerza el sobre en sus manos, los papeles de la milicia apretaban su
corazón y Yunho apretaba su alma. Lo encadenaban a ese lugar.
—Jaejoong…
—Kim entonces sintió un escalofrío en su cuerpo entero—. Quiero besarte.
Lo
intentó, moviendo su cabeza, de un lado a otro en señal de negativa, porque si
hablaba solo cometería más errores. Yunho pareció incluso tomarlo como una
afirmación, porque volvió a tomarlo de las mejillas, volvió a envolverlo con su
mirada y cerró sus labios contra los de él.
Jaejoong
esta vez lo dejó ser, dejó que sus manos acariciaran su rostro, que esa boca
que encajaba con la suya le diera el beso de despedida, ni siquiera le
importaron los pasillos, solo su cuerpo cansado y su mente devastada de los que
Yunho supo sacar provecho cuando lo besó.
En cuanto
se alejó, apretó con fuerza la camisa de Jung, con sus manos arrugando esa
odiosa tela y sus ojos a punto de llorar en desesperación.
—¿Por qué
eres tan lento? —Sollozó— ¿Por qué tuviste que demorar?
Yunho que
no entendió, solo retrocedió en cuanto sintió los papeles que Jaejoong estrelló
contra él, y los leyó, los analizó e incluso tuvo el tiempo suficiente para
mirarlo de nuevo y leer aquellas letras otra vez. Esos ojos de Jaejoong a punto
de forzar lágrimas que no quería. Y los sellos del estado marcando una
distancia de años entre los dos.
Yunho
apretó los papeles, y corrió hacía los labios de Jaejoong de nuevo, pero esta
vez las manos de Jaejoong se pasearon por su cuello, sus labios lo besaron con
desesperación y sintió, sobre su mejilla, las lágrimas de él, en su cabello
despeinado y su cuerpo más delgado que la última vez.
—No te
dejaré ir. Me enlistaré mañana mismo si es necesario. —Habló Jung, con su
frente pegada a la de él—. No me van a volver a separar de ti.
Jaejoong
acarició el rostro de Yunho, y contempló sus ojos, que lo miraban con anhelo,
con el mismo que lo hacía él, esta vez fue Jung quien marcó la clave, esa que
él no podía recordar, y la puerta se abrió tras él, su cuerpo retrocedió,
impulsado por el de Yunho y sus emociones alborotadas en su interior.
Yunho no
mentía esta vez.
Lo estaba
mirando, por primera vez lo estaba mirando de verdad.
Y
Jaejoong creyó, porque su corazón enamorado acababa de apalear a la razón otra
vez.
…
…
Al
final sigo enamorado de ti, el tiempo pasa y sigo igual
Si
las lágrimas se han detenido es por un milagro
No
sé qué más hacer, por eso solo sonrío, porque te amo demasiado
N/A: La canción es “While
smiling” de mis amores perfectos Shinhwa. De su álbum
espectacular The Classic. ♥
Namin y ahora Yoona para Jae demaciada competencia que lo aleja, pero ahora que Yunho sabe que lo piede perder al fin se decidio por él al hecho de seguirlo en el SM.
ResponderEliminarGracias!!!