ESE PRIMER AMOR, ÚNICO, IRREMPLAZABLE,
IRREPETIBLE.
16/05/2010
…
…
Curar un corazón, aún más un alma es algo que cuesta tiempo y
experiencia.
Las heridas en el alma, son como las cicatrices profundas, no
pueden ser borradas, permanecerán ahí siempre. No se trata de olvidar, sino de
acostumbrarte a esa herida férrea en tu piel.
Vives, aprendes, lloras, amas, haces las cosas bien y te
equivocas.
Y no exactamente en ese orden.
Las lágrimas y las emociones penden de un hilo tan fino, que
tratar de controlarlas es inútil, por que nadie lo ha logrado ni lo lograra. La
diferencia está en no olvidar que por encima de alguien más. Antes de amar, se debe
conocer al amor, y no hay nada mejor que el amor empiece desde uno mismo.
Cada cicatriz, cada herida tiene un mensaje, una lección y un
recuerdo.
La cosa es intentar hacer las cosas bien, y no caer dos veces en
el mismo lugar.
…
…
Party Rock sonaba
a todo lo que daba.
Yunho temía a
veces que los vecinos del edificio se quejaran y la fiesta se fuera al demonio.
Era un misterio todavía para él, como habían terminado haciendo la fiesta post
graduación en su casa, cuando los mencionados eran las casas de Yoochun y
Siwon.
Supuso que al
vivir solo, su casa era el blanco perfecto.
—¡Party Rock is in the house tonight…!~
Yoochun, parado
sobre una de las mesas, con botella en mano incitaba al resto de los muchachos
en su mayoría a graduados, a que continuaran con el escándalo, bailando,
coreando la canción. Enloqueciendo el lugar por completo.
Internamente
Yunho agradecía haber dejado a Lion lejos de toda esa locura en la casa de
Jaejoong.
Cuando todos
comenzaron a saltar y prácticamente mover la cabeza únicamente, supuso que en
realidad habían comprado demasiado alcohol. En especial por Yoochun que en una
parte de la canción había empezado a mover sus pies llamativamente.
Bueno, pensaba
Yunho, peor es que estuviera en una esquina deprimido o llorando.
Si,
definitivamente Yunho prefería a un Yoochun borracho feliz y rey de la fiesta
que a uno en medio de lamentos.
—¡Los voy a
extrañar a todos aunque no recuerde ni la mitad de los nombres de los que están
aquí presentes!
Los gritos casi
ensordecieron a Yunho quien se abrió paso entre la gente en cuanto vio a
Yoochun con la intención de bajar de la mesa. Yunho no estaba seguro de si toda
esa gente que había vitoreado a Yoochun si quiera habían entendido lo que él
había dicho.
Lo importante es
que Yunho llegó en el momento exacto para agarrar por la cintura a Yoochun,
para que no cayera, y por supuesto Park se agarró de su cuerpo, con una gran
sonrisa en el rostro. Con el resto de compañeros palmeando a Yoochun en la
espalda en señal de felicitaciones.
—¡Yunho esta
fiesta es increíble!
—Si, Yoochun…
Vamos a que te sientes un momento.
—¡No quiero! ¡Yo
quiero seguir bailando!
Pronto, Yoochun
se separó de los brazos de Yunho, y estiró sus brazos, con una gran sonrisa en
los labios.
—¡¿Quién quiere
bailar conmigo?!
De inmediato
Yoochun estuvo rodeado de demasiadas chicas, Yunho suspiró. Pasando una mano
por su rostro y decidiendo dejar que su hermano se divirtiera a su gusto por
esa noche. Por supuesto sin quitarle la vista de encima, solo por si acaso.
—Tranquilo,
Yunho. Extrañaba a ese Yoochun eufórico. ¡Auch!
Heechul se agarró
a Siwon, mientras caminaban, soltando una risita debido a la torpeza y el
estupendo ánimo que el licor en la sangre le proporcionaban.
—Teníamos que
hablarte sobre algo, ¿dónde está Jaejoong?
Justo en ese
momento, Yunho elevó la mirada, viendo como Jaejoong se abría paso entre la
gente que había en la cocina, para poder llegar hasta ellos. Siwon sonrió,
cuando Jaejoong medio empujó a un tipo que casi se le había echado encima, pero
Yunho solo había arrugado el entrecejo.
—Dios… ¿la gente
siempre es tan insoportable cuando está ebria?— Jaejoong miró directamente a
Yunho, y cuando vio a los otros dos, sonrió apenado. –Sin ofender.
—Tranquilo
Jaejoong, tú borracho eres solo un poco acosador.
Heechul rió un
poco estridentemente, y Siwon lo agarró por la cintura de nuevo cuando estuvo a
punto de caer. Heechul entonces se enderezó, recordando algo y sacando dos
boletos de la chaqueta de Siwon.
—Cuando
participamos en el concurso con Yoochun y él gano, hace un tiempo nos dieron
dos boletos de avión a cada uno. Obviamente Yoochun tiene los suyos, yo viajaré
con el extra de Siwon. Y nos sobran dos, que vendrían a ser los míos. Queremos
regalárselos.
Jaejoong miró
sorprendido los dos boletos que Heechul le extendía, compartió una breve mirada
con Yunho y él solo levantó un poco los hombros.
—¿Están seguros?
—¡Por supuesto!
¿Qué vamos a hacer con esos dos boletos si yo viajo con Siwon?
Al notar la
indecisión en Kim, Heechul hábilmente tomó la mano de Jaejoong y la estiró para
poder depositar los boletos en sus manos.
—Disfruten de sus
últimos días de adolescentes despreocupados.
Heechul sonrió,
tomando de la mano a Siwon con fuerza, antes de empezar a girar. Cuando Yunho
se acercó un poco más a Jaejoong para poder ver aquellos pasajes, Siwon giró un
poco, con la mano en alto.
—¡Genial fiesta,
Yunho!
Él asintió,
notando recién que aquellos dos ya pensaban irse de la fiesta, tomados de la
mano, con tanta tranquilidad como el licor se los permitía. Yunho por alguna
razón sintió melancolía al verlos partir.
No había
desarrollado una amistad lo suficientemente profunda como para decir que los
extrañaría irremediablemente como lo haría con Minho o incluso con el mismo
Junsu. Pero habían formado parte de lo más grande de su adolescencia.
Y saber que
pronto todos se alejarían, era como una ramificación del dolor previsto con
anterioridad.
—Es en dos
semanas…
Las palabras de
Jaejoong sonaron algo difuminadas, tal vez por el volumen de la música. Pero
aún así, él lucía tan embelesado con aquello, que Yunho recién se percató que
sería quizá la primera vez que Jaejoong saldría de Seúl.
—¿Nunca has ido a
Jeju?
—…No.
Jaejoong movió un
poco su cabeza, y Yunho por instinto agarró su rostro y besó su frente, con un
suspiro en los labios.
—Pues estas serán
nuestras pequeñas vacaciones.
Cuando Jaejoong
acentuó su sonrisa, Yunho supo que tal vez aquello, sería lo que más extrañaría
en él.
…
…
La espalda de
Minho golpeó con fuerza contra la puerta.
Un gemido salió
de sus labios, uno que se coló dentro de la boca de Changmin, que lo hizo
retroceder un poco y unir su frente a la del menor, con el cuerpo pegado al de
Minho, entre toda la locura que era aquella fiesta.
Cuando Changmin
medio pudo abrir los ojos, una sonrisa pretenciosa se posaba en los labios de
Minho, una traviesa que Changmin descubrió el por qué, cuando lo vio travesear
con su mano, hacia el picaporte de la puerta a su espalda.
La habitación a
oscuras lo recibió y Changmin inmediatamente cerró la puerta, apenas ambos
estuvieron dentro. Volvió a atacar la boca de Minho con avidez. Con el ruido de
la música sin entrar con demasiada intensidad.
Minho caminaba a
espaldas, hábilmente sacándose los zapatos en el proceso. Y el pecho de Changmin
empezó a sentir el pulso acelerado de su corazón agitándose a más no poder. Sus
manos por instinto viajaron a su propia chaqueta, quitándola de su cuerpo y
quedándose apenas con aquella camisa blanca de algodón que se pegaba a su
cuerpo.
Sintió la mirad
de Minho, nerviosa e insegura. Lo observaba mordiendo sus labios, como si de
pronto no hubiera esperado que él empezara a desvestirse también.
—Minho, ¿estás
bi…?
—Te amo.
La sinceridad de
Choi lo tomó por sorpresa, sus ojos fijos en los suyos, ese pecho que subía y
bajaba, debido a la falta de aire que sus besos le habían provocado y tal vez
al nerviosismo en sus venas que le provocaba olvidar como se respiraba.
Autómata,
Changmin recorrió los últimos pasos que le faltaban para llegar una vez más
hasta Minho, sus manos tocaron sus mejillas, cálidas y blandas, acariciando
incluso un poco de su cabello. Cerca de esos labios rojos e hinchados.
—Minho eres como
fuegos artificiales para mí.
—¿Y eso que
quiere dec…?
Las palabras de
Minho fueron detenidas por su beso, profundo y repleto de pasión. A Changmin en
ese momento no le importaba ni el pasado que los llevó hasta ahí, ni el futuro
que ahora se veía tan lejano.
Le importaban
esos besos, sus manos nerviosas que ahora apretaban a Minho contra la espalda y
su cuerpo, que los pegaban en un sonido mudo de sus respiraciones inestables y
que acaloraba todo su ser.
No podía, los
nervios de la primera vez bullía a cada momento y más que preocupado estaba con
nervios recorriéndolo, con el amor fluyendo y el pensamiento claro de
permitirse hacerlo ahora que estaba enamorado, ahora que lo amaban. Por que el
después no importaba.
—¿Fuegos
artificiales? ¿Qué significa eso?
Sin mucho aire en
sus pulmones, Minho sonrió, separándose de los labios de Changmin y mirándolo
directamente. Fue entonces, cuando Changmin cerró los ojos y suspiró. Con su
rostro cercano al de Minho. Susurrando su más grande secreto. Aquel que parecía
inconfesable.
—Cuando te vi,
fue como fuegos artificiales, no podía dejar de verte por más que quería. Eres
embelesador, eres infaltable. Y cubriste de luz todos los colores que le hacían
falta a mi vida monótona y gris.
Minho sonrió,
incluso aunque no quiso sonreír tan abiertamente, ni mostrarse tan afectado por
lo que había escuchado, por eso golpeó suavemente el brazo de Changmin y exhaló
con fuerza.
—Y yo que creí
que me había pasado de cursi con el ‘Te amo’
—Créeme, no
volverás a escucharlo en mucho tiempo, no soy así de cursi casi nunca.
—¿Solo
internamente?
—Solo por ti.
Changmin volvió a
los labios de Minho, y en esta ocasión, los dedos fríos de Minho tocaron la
piel de Changmin, cerca del borde del pantalón, empezando a levantar la camisa
blanca, dejando descubierto el torso del mayor.
El poco aire que
entraba por la ventana de la habitación, hizo que Changmin reaccionara, en
especial cuando Minho se alejó un poco, para poder quedar en igual condiciones
que él, con su camisa en el piso, a varios metros de la cama que ahora estaba
muy cerca de ellos.
—¿Estas seguro de
esto Minho?
—Acabo de decir
que te amo, ¿todavía lo dudas?
Fue un pequeño
hueco en el estómago, previsor de su propio nerviosismo cuando volvió a
acercarse, y sus manos entraron en contacto con la piel de Minho, cayendo ambos
sobre el colchón mullido junto a ellos.
Sus respiraciones
que se entremezclaban, y el contacto de pieles, sintiéndose por primera vez
como algo tan ajeno. Como algo incómodo. Por que era extraño, por que era la
primera vez que se encontraban así.
Changmin recorrió
de besos el cuello de Minho y él cerró los ojos, empezando a sentir como las
manos de Changmin desabotonaban su pantalón, escuchando algo lejano el sonido
de la hebilla. Cerró los ojos y pensó.
Que empezaba a
entender la analogía de Changmin.
Él era como
fuegos artificiales para Changmin.
Pues, Changmin
era como ese cielo nocturno sin el cual, los fuegos artificiales no pueden
brillar. Y prenderse en ese asombro, quería perderse por esa noche en la
conjunción de sus vidas siendo una, por primera vez.
…
…
Cerca de las
cuatro de la mañana y algo más.
Yunho despidió a
la última persona de su departamento.
Miró desde la
perspectiva inicial, su departamento hecho un desastre, basura por todas
partes, botellas por doquier. Y Yoochun dormido boca abajo en el sillón grande.
Cuando menos se había divertido y bailado hasta más no poder.
Jaejoong salió se
servía un poco de agua en la cocina, cuando Yunho entró, con el rostro un poco
resignado. Y por supuesto buscando varias fundas para basura.
—Por cierto
Yunho, ¿sabes a quien no vi como desde la una de la madrugada?
—¿A quién?
—A Changmin y
Minho.
Yunho sonrió,
levemente, aumentando la curiosidad en Jaejoong, mientras él continuaba
buscando las dichosas fundas.
—Esos dos se
encerraron en el cuarto de huéspedes hace mucho Jaejoong, y casi estoy seguro
que ni han salido.
El rostro de
Jaejoong fue expresivo, abrió muchos sus ojos e incluso la boca para decir algo
que aparentemente, después decidió omitir. Rodando los ojos y terminando de
beber el agua en sus manos.
—¿Por qué no
bebiste durante la fiesta, Jae?
—Tú tampoco lo
hiciste.
—Es mi casa la
que usaron de trinchera de guerra al parecer. Tenía que ver que al menos no
rompieran algo.
—Pues yo vivo a
un lado, no querrás que mis hermanas o mi madre me vean en el estado que quedé
durante la fiesta de Siwon.
Yunho soltó una
pequeña risa. Encontrado en el fondo de la alacena el dichoso paquete de
fundas.
—¡Al fin!
Levantó en alto
las fundas y Jaejoong elevó una ceja.
—¿Piensas limpiar
ahora?
—Pues mañana
cuando amanezca no querré.
Jaejoong sonrió,
dejando el vaso sobre el mesón y acercándose un poco a Yunho, sacándose la
camisa que llevaba puesta sin el menor reparo. Despeinándose un poco más en el
proceso.
—¿Estas seguro de
que quieres limpiar justo ahora?
Yunho sonrió,
soltando la funda en sus manos y besando los labios de Jaejoong casi de
inmediato. Envolviéndose por el aroma de Jaejoong que extrañamente no profesaba
ni licor ni cigarrillo.
De esos labios
que buscaron un contacto profundo, de esas manos de Jaejoong que jugaban con su
cabello y lo hundían un poco más en él. De lo bien que se sentía la piel de él
entre sus manos.
—No, espera, aquí
no. En mi habitación.
Jaejoong solo
asintió. Dejándose guiar por Yunho hacía la habitación en el fondo del pasillo.
Sin despegar sus labios de él. Aprovechando el tiempo que la repentina fiesta
les había quitado.
…
…
Los Ángeles, Estados Unidos.
La pelirroja
mujer llevó uno de los mechones de su cabello tras su oreja.
Leyendo
atentamente sus anotaciones, con los lentes asentados un poco sobre el puente
de la nariz, y con el suave y refrescante aire acondicionado que los rodeaba,
dentro de su oficina. Sentada frente a los hermanos Kim.
—Bien, Junho,
¿cómo te ha sentado ese cambio brusco de Corea a Estados Unidos?
Junho rascó un
poco su mejilla y suspiró.
—La verdad ha
sido difícil, dejar a mis amigos y la vida acá es completamente diferente.
—¿Diferente cómo?
—Bueno, la gente
acá se preocupa mucho por la vida sociable. Le gusta salir a divertirse y pues
yo estaba un poco más acostumbrado a dedicarme solo a los estudios. A
esforzarme al máximo.
La mujer sonrió,
compresivamente. Mirando en esta ocasión a Junsu.
—¿Y tú, Junsu?
—Pues la verdad
no he salido mucho, solo a hacer un poco de turismo. Y ordenar las cosas en el
departamento ha ocupado la mayor parte de mi tiempo, supongo que tendré estos
años para hacerme a la idea de lo que vivir en Estados Unidos significa.
Reggina miró
fijamente al menor de los hermanos, Junsu era el más complicado, tenían ya
algunas semanas desde que las citas habían empezado. Y todo era un poco más
fácil, por que Junsu estaba poniendo de su parte, y ella podía notarlo en esa
mirada desprovista de dobles intenciones.
—¿Y su relación
como está?
—Está, que es lo
importante.
Junsu miró a
Junho, con un poco de añoranza, como pidiendo perdón por lo ocurrido desde hace
tiempo, pero él solo le contesto con una sonrisa un poco más amplia que la que
él tenía, y depositando una de sus manos sobre las de él.
—Supongo que
resarcir todos esos años será difícil, muchachos. Pero están aquí, y ese,
créanme es el paso más difícil de todos.
Junho regresó su
propia mano, esta vez sobre su rodilla, escuchando como la mujer empezaba a
hablarles sobre lo importante que es hablar, aunque sonara a cuento viejo,
aunque sonara a cursilería o algo muy cliché.
Hablar puede
salvar relaciones, familiares, de amistades, de amor. Hablar aunque duele, aunque
hieras, puedes sacar a un alma de su dolor con un par de palabras. Y Junho
sabía que luego de su etapa de “Es más fácil no darse cuenta de las
preferencias cuando son a tu favor”
Había entendido
más cosas de las necesarias, como que no era tan culpa suya, ni de Junsu.
Aunque tuvieran sus niveles de implicación. Era esa competencia desmedida de
los padres, es la idea inequívoca de creer que superando a otra persona es
mejor.
Olvidando que
cada vida es distinta.
Que las personas
a superar son metas, más no copias de a imitar.
Junho miró a
Junsu que escuchaba a la mujer con atención, sonriendo de vez en cuando y él
suspiró. Internándose en la conversación una vez más. Junho descubrió entonces
que la envidia nacía de ese sentimiento impotente de las personas por querer
algo que se ven incapaces de lograr.
Envidia, eso es
lo que había cubierto a Junsu por tantos años.
Haciéndolo
olvidar de su propia vida, de sus propias metas. De lo que le gustaba hacer y
con lo que era feliz. Junsu estaba reconstruyendo en su vida. Estaba recogiendo
las piezas de su ser que se quedaron en el camino hacía sus metas
perfeccionistas.
Junsu estaba
renaciendo, y Junho se sentía feliz por ser parte de eso.
…
…
Seúl, Corea.
Kyona y Joonhan
miraron un poco sorprendidos, como Yoochun frente a ellos lucía tranquilo.
Pidiéndoles hablar sobre algo importante. Kyona tomó la mano de su esposo, y
Yunho parado junto a Yoochun sonrió.
—No es algo
grave, tranquilícense. Ya deja de preocuparlos, Yoochun y diles de una vez.
Yoochun sonrió
divertido.
—Pero si el
momento de tensión es lo más emocionante.— Yunho lo codeó un poco, así que
Yoochun sacó de su maleta un par de boletos de avión. –Estos pasajes los gané
en un concurso del instituto para la feria, hace unas semanas. Han pasado por
mucho, yo no tengo a quien invitar así que pensé que para reconciliación, ¡que
mejor que un viaje!
Kyona arrugó un
poco el entrecejo, tomando los boletos y sonriendo en cuanto vio que eran de
verdad, y no una mala broma de su hijo.
—¿Es en serio?
¿Tú, Park Yoochun no tienes a quien invitar?
Joonhan elevó una
ceja, y Yoochun sonrió, rodando los ojos y moviendo un poco el pie.
—No estoy en una
relación, y ya he madurado. Soy un muchacho responsable no voy a invitar a
cualquiera que se me pase por enfrente solo para no estar solo. Prefiero que
ustedes aprovechen el viaje. Además ya me conozco todo Corea de memoria.
Kyona volvió a
sonreír.
—¿Y por qué no
invitas a tú hermano? Estoy segura que Yunho querría ir.
—¿Yunho? ¡Ja!
Este ya está armando maletas para irse con Jaejoong los dos solos. Y eso que
falta como dos semanas para eso.
Yunho lo codeó
con fuerza esta vez y Yoochun se quejó, arrugando un poco la nariz. Y Joonhan
de inmediato se cruzó de brazos.
—Ah… con que el
señor Jung se nos va de viaje. ¿Tú sabías algo Kyona?
—No, yo ni
enterada, a lo mejor Yoochun nos está hablando de otro Yunho que ni tú ni yo
conocemos.
Yunho sonrió
tontamente, rascando un poco su nuca.
—Iba a
decírselos, luego de que Yoochun les diera los pasajes.
—Ah, solo a
decirnos. ¿Ya no preguntas por permiso jovencito?
Y las palabras de
Kyona repletas de sarcasmo llevaron a una bifurcación a Yunho, hace tanto que
no vivía bajo la casa de sus padres que era extraño, y no quería usar la excusa
de que ya iba a ir a la Universidad y por lo tanto era casi un adulto.
—En serio… iba a
decírselos. Solo que YOOCHUN, como siempre abrió la boca antes de tiempo.
Las palabras
marcadas con mala intención y la mirada asesina de Yunho, provocaron que
Yoochun rompiera en risas. Mientras sus padres lo interrogaban respecto al
viaje. Con sonrisas y abrazos de por medio.
Con la tensión
disminuyendo con el pasar de los días, luego de haber vivido tantos meses fuera
de casa. Luego de la aceptación y los problemas que aquello había repercutido.
Ahora, Yunho se sentía otra vez en casa.
…
…
Dos semanas después.
Siwon esa tarde
de finales de mayo no llevaba una maleta demasiado grande.
Llevaba tan solo
una, mediana, con las cosas necesarias para su corta estadía fuera de Corea
antes de su viaje definitivo a Japón. Heechul a su lado revisaba un par de
cosas en su celular, seguramente hablando con su madre, confirmándole que todo
estaba bien.
Y sonrió.
Por que al final
de su largo camino, Heechul había decidido quedarse a su lado. Y ese nuevo
futuro que se estaban armando, pintaba un poco mejor. Aunque no siempre
aligeraba la carga que llevaban.
—Oh, llegaron
antes.
Jaejoong apareció
tranquilo, junto a Yunho en el aeropuerto, a Siwon ni siquiera le sorprendió
que sus horarios coincidieran.
—Supongo que
iremos en el mismo vuelo.
Heechul negó
tranquilo, con una suave sonrisa en los labios.
—No, nosotros
viajaremos a las Vegas, cambiamos los pasajes hace unos día.
—¿Eh? ¿Y por qué?
—Ya saben, un
poco de intimidad.
Yunho por un
momento pensó que por un poco de intimidad no era necesario irse tan lejos, si
lo que querían era un viaje solo para los dos. Sin embargo Jaejoong pareció no
encontrar tan extraña la contestación y sonrió.
—Bueno, con tal
que no se vayan a estar casando y todo eso.
Siwon levantó los
hombros y Heechul lo miró un rato, antes de sonreír y bajar la cabeza,
levantándose de su lugar casi en el mismo momento en que su vuelo fue
anunciado.
—Es hora de
despedirnos, nos vemos en una semana.
Heechul abrazó
con fuerza tanto a Yunho como a Jaejoong. Las pequeñas despedidas con Yoochun
habían sido el día anterior, después de todo solo sería una semana. Unas
pequeñas vacaciones antes del verdadero adiós.
Jaejoong sintió
en el momento en que se despidió de Siwon y cuando los vio partir, ambos con
una maleta a un lado, compartiendo breves miradas y sonrisas mientras se iban,
que había un algo que a él se le estaba escapando.
Su mente
procesaba diferentes probabilidades y aún así no podía sentarse en ninguna.
—¿Listo?
Yunho de pronto
estiró su mano, hacía él, con esa sonrisa que antes no aparecía tan a menudo en
su rostro.
—Listo.
Confirmando sus
palabras Jaejoong tomó la mano de Yunho, con fuerza, directo a la zona de
embarque, con la pequeña maleta arrastrándose por el piso, guiado por su otra
mano, en medio de aquellos pasillos, que en unas semanas más, él ya no podría
recorrer de la mano de Jung.
…
…
Park Yoochun
había dedicado sus vacaciones a dejarse llevar por la inspiración, con el piano
a su alcance, con aquellas partituras que nunca completó, con aquel lápiz como
compañero fiel de sus invenciones, plasmando sus más intrépidas combinaciones.
Y su vida se
había vuelto solamente un poco más tranquila, suave y relajada. Como aquellos
días que tantas veces le hicieron falta. Como esas mañanas en que abrir los
ojos no fue pesado.
No se trataba de
alejarse de los demás, se trataba de tomarse unos días para recordar quien era,
lo que le gustaba hacer, y concentrarse en ello. Enfocarse en ese futuro señalado
en los pasajes de avión que ya reposaban sobre su escritorio y que dirigían su
futuro.
Junsu ya no
rondaba tanto en su cabeza como antes, no con tanta intensidad, no estaba tan
anclado en su corazón como antes.
¿Le estaría
pasando lo mismo a Junsu con él?
Tampoco podría
ser hipócrita y decir que ya no sentía nada por él, que lo había olvidado e
incluso que ya no lo amaba. Yoochun incluso dudaba que algún día dejara de
sentir algo por él. Hay personas que sencillamente no se olvidan, aunque las
bloqueemos en nuestro interior.
Obligarse a
olvidar, es permanecer expuestos a su imagen. Así que Yoochun optó por
guardarlo en un lado de su alma, almacenado como en los áticos, cuando las
personas deciden guardar algo valioso que no se atreven a desechar.
Así estaba Junsu
en su mente, cuerpo y alma. Guardado en una pequeña caja, como un valioso
recuerdo, uno que formó parte de su vida. Y ahora es tiempo de dejar atrás.
Los primeros
amores no son los únicos, no son eternos. Pero son los primeros, y aunque eso
solo es un número o un lugar. Son el comienzo, son esa vez que tu corazón se
aceleró, es la primera mirada perdida, son los suspiros, son incluso las
lágrimas.
El primer amor,
es vivir un sinfín de cosas, que antes desconocías y hoy te hacen falta.
El amor madura,
cambia y se vuelve exigente, por que desean a toda costa revivir todas esas
emociones que se palparon, pero aquello es como intentar recuperar la emoción
que se vivió cuando apenas aprendías a caminar.
¿Siquiera
recuerdas aquello?
¿Recuerdas la
primera vez que te emocionaste tanto que casi lloras?
Eso es el primer
amor, y Yoochun hace mucho lo comprendió, no se viven dos cosas al mismo
tiempo. Son momentos, son reacciones, son miradas que ocurren en un solo
instante, que no se vuelven a repetir, son como las personas. Únicas e
irrepetibles.
Entendió que no
por eso, son las últimas. Pueden crearse de nuevo, enamorarse otra vez no será
como la primera vez, pero será emocionante, será otra vez el corazón latiendo a
mil. Será otra vez esa sensación de llenura total.
Él lo sabe, el
amor no es para él. No todavía.
No importa si
mañana se encuentra con Junsu y se vuelve a enamorar, no importa si se trata de
otra persona. Yoochun sabe bien, que ese amor vendrá. Que su corazón estará
listo otra vez, y que cuando eso suceda, los suspiros regresaran, la idiotez
volverá y tal vez se equivoque, tal vez no.
Pero esas
experiencias, como la de Junsu. Solo lo hacen más fuerte, invencible.
Yoochun sabe
bien, que tener una pareja no es una necesidad.
Es un
complemento.
Sabe también, que
amar no es un status.
Es una forma de
vida.
Y hace mucho
entendió que no solo se puede amar a una persona, que la familia, los amigos,
también son una forma de amar. Y mientras ese momento llega de nuevo a su vida,
su corazón se va entrenando, recuperando lo que un día perdió. Su familia, sus
amigos, su vida. El amor vitalicio e inagotable hacía uno mismo.
…
…
—¡Es tarde, es
tarde!
Minho corría de
un lado a otro en la habitación, guardando su ropa como podía, guardando cosas
como la cámara fotográfica o el celular, tarjetas y toda cosa que le pudiera
servir.
—Te dije que
armaras todo con tiempo.
—Lo sé, Changmin.
Pero ayer nos quedamos hablando hasta tarde y lo olvidé.
Changmin dobló un
poco de la ropa que escogía a la suerte desde los cajones de Minho, ayudándolo
a empacar lo más rápido que podía. Los pasajes que Minho había ganado en su
competencia de hace meses, al cual iría con Yunho reposaban en el escritorio.
—No puedo creer
que apenas hace dos días me dijeras lo del viaje.
—Iba a viajar con
Yunho, luego tú me dijiste que necesitabas tiempo, sucedió lo de Junsu, y
volvimos lo había olvidado por completo.
Minho se irguió,
viendo su maleta armada, echó su cabello hacía atrás. Y una sonrisa en el
rostro. Changmin negó levemente.
—Mi padre casi me
cuelga cuando le dije que me iría a Osaka contigo apenas con unos días de
anticipación.
—Eso no es nada,
yo se lo dije hoy a los míos durante el desayuno.
Minho rió
divertido, y Changmin rodó los ojos por lo descarado que se veía en estos
momentos Choi, riendo sin preocupación alguna.
—Bueno, ya vamos
que el vuelo sale en una hora y media.
—Si ya, déjame
agarró mi pasaporte y el resto de mis documentos.
Contrariado de
repente. Minho miró la foto sobre el mueble en su habitación, en aquella foto
suya con Joonghyun, con Joonghyun abrazándolo por el cuello con fuerza durante
un día en la playa. En medio de todo ese tiempo, había olvidado esa foto.
—¿Minho, qué
pasa? Se hace tarde.
Changmin se
acercó, pero pareció ni notar la foto, así que con cuidado Minho tomó el
portarretrato entre sus manos y sonrió, algo nostálgico.
—Changmin, tú yo
necesitamos una foto juntos.
Shim solo sonrió,
revolviendo los cabellos del menor y empezando a cargar con la maleta, mientras
Minho suspiraba con algo de nostalgia. Viendo la foto por última vez. Y con la
firme idea de que cuando regresaran de Osaka, la próxima foto que se posaría en
el centro del mueble sería una de Changmin y él.
…En una noche
oscura de fuegos artificiales…
…
…
Yoochun caminó
por los pasillos de su conservatorio con relativa calma.
Casi sin gente
por el lugar, más que algunos profesores, o algunos de los señores de limpieza
que andaban por ahí, estando en vacaciones, aquel conservatorio prácticamente
carecía de la vida que usualmente lo caracterizaba.
Sus pasos resonaban
un poco, con una de sus manos en los bolsillos de su pantalón, tranquilo,
realizando los últimos trámites para poder sacar todos los papeles que le
hacían falta para la Universidad.
A semanas de
haberse graduado y siendo como es el Conservatorio, afortunadamente al ser
becado directo, todos sus papeles ya estaban listos. Entró a la secretaría, y
la mujer sentada tras el escritorio lo saludó con una sonrisa en los labios.
—Buenos días, ¿en
qué puedo ayudarte?
—Disculpe vengo a
retirar mis papeles y todo lo demás con respecto a la graduación.
—Oh, claro dame
un momento. ¿Park Yoochun, cierto?
—Si, y también
vengo por los de Jung Yunho, mi madre pidió que me entregaran los dos.
La mujer asintió,
internándose por un momento en la oficina detrás de ella, y Yoochun miró algo
curioso aquella oficina, que hoy se encontraban al parecer remodelando. El poco
sol que había en la mañana le recordó que debió haber sacado las gafas del
carro.
—Bien, aquí
tienes. Firma por favor.
Yoochun firmó los
papeles que ella le había extendido, un poco absorto aún en sus pensamientos.
—Muy bien, es una
lástima que ya te hayas graduado. Eras uno de los mejores.
—Muchas gracias.
—Oh, por cierto.
El muchacho con el que participaste en el concurso de canto estuvo aquí hace
unos minutos, el capitán del equipo de soccer, ¿no lo viste?
Los intentos de
Yoochun inmediatamente reaccionaron.
—¿Junsu estuvo
aquí?
—Vino a retirar
sus documentos también, salió apenas hace unos siete o diez minutos. Dijo que
estaba algo apurado por que tenía que tomar un vuelo de regreso a Estados
Unidos hoy mismo. Y eso que apenas ayer en la noche había arribado en Seúl.
—Gracias.
Salió de la
oficina lo más rápido que pudo, mirando de un lado a otro entre los pasillos,
ajeno a los arreglos que se encontraban haciendo por todo el conservatorio y
que recién se percataba.
Caminó por ellos,
tratando de divisar a Junsu por alguna parte, aunque parecía imposible, cuando
incluso pasó por el estacionamiento y solo vio su auto, junto con algunos que
pertenecían al director o a los profesores, que él ya conocía por su lugar.
Se detuvo en la
mitad del estacionamiento, algo agitado por la caminata rápida que había
tenido. Hasta que claro, una mano se posó en su hombro, y su corazón
traicionero, latió más fuerte.
—¿A quien buscas?
—…Junho.
Sonrió suavemente
en cuanto tuvo al muchacho frente a él, con su aspecto igual de refinado y
pacífico. Lo abrazó con fuerza. Haciéndose a la idea de que tal vez la
secretaria se había confundido al verlo. Después de todo Junsu y Junho eran
gemelos. Pero decidió arriesgarse una última vez.
—¿Y Junsu?
Junho sonrió, con
una mano en la cintura y un suspiro en los labios.
—¿Aún lo buscas?
—Solo quiero
decirle una última cosa.
El susurro de
Yoochun fue algo apagado, como haciéndose a la idea de que en verdad Junsu no
estaba ahí, cuando las puertas del pequeño bar junto al estacionamiento se
abrieron, Yoochun giró por instinto.
—Junho, no había
soda, así que solo compré agua.
Junsu apareció,
con su cabello un poco más corto desde la última vez que lo vio que sería
prácticamente algo más de un mes, miraba las monedas en sus manos, sosteniendo
con su otra mano el par de botellas con agua. Distraído de la presencia de
Yoochun en ese momento.
Hasta que claro,
levantó la mirada y esos ojos oscuros lo envolvieron.
…
…
—Creí que
estarías en Estados Unidos.
—Mamá dijo que
podían enviarnos los papeles por correo, pero quise venir aunque sea un par de
días a Corea.
Yoochun se fijó
en la expresión tranquila que ahora Junsu reflejaba en su rostro, en la sonrisa
que vacilaba en su rostro, aunque era pequeña, era una sonrisa de esas que
tanto le gustaron a Yoochun. Bellos recuerdos de años atrás.
Lo observó,
sentado junto a él, con una pierna cruzada sobre la otra, con la espalda recta
en una posición tan elegante y relajada como las que recordaba cuando lo conoció,
luego Junsu solo parecía a la defensiva con él. Así que era bueno verlo
tranquilo junto a él una vez más.
—¿Qué tal la
graduación?
—Estuvo bien,
Jaejoong dio un gran discurso. Creo que todos se emocionaron.
Yoochun sonrió,
seguido por Junsu mientras bebía un poco de agua. Ambos sentados en una de las
bancas en el estacionamiento, sentados bajo la sombra de un pequeño techo,
mientras Junho había aprovechado para llamar a sus padres.
Era extraño estar
ahí, ambos conversando civilizadamente.
Con rastros de su
recuperación todavía visible a las emociones.
—Aprendí algo
importante, ¿sabes?
Ese silencio, que
había durado varios segundos, de pronto fue interrumpido por Junsu y su voz
suave mientras miraba a la nada, concentrado en esa nostalgia que ahora lo
rodeaba.
—¿Sobre qué?
—Sobre el amor y
las segundas oportunidades. Amar nuevamente no es perdonar u olvidar, es
descubrir por qué esa herida que todavía no ha empezado a cicatrizar aún duele
tanto.
—¿Quieres decir
que si duele, es amor?
—Quiero decir que
el amor puede nacer de las cenizas.
Yoochun suspiró,
un poco confundido, mirando el perfil de Junsu, que luego de unos segundos giró
para mirarlo también. Volviendo a cruzar sus miradas como antes.
—¿Crees que pueda
volver a enamorarme de ti?
—Creo que algún
día podrás enamorarte de nuevo, Yoochun.
Fue una sonrisa
pequeña, pero Yoochun se vio en confianza, así que con esfuerzo colocó su mano
sobre la de Junsu, en un pequeño gesto más de confidencia que de unidad.
—Yo también creo
en ti, Junsu. Algún día te volverás a enamorar.
Era un sabor
exquisito entre los labios. Una pequeña esperanza que palpitaba entre su ser y
la pequeña aura que los rodeaba. De que aunque haberse enamorado por primera
vez hubiera resultado un desastre para ambos.
Estaba esa
posibilidad, de un mañana.
—¿Estamos en paz
entonces?
—Estamos en paz,
Junsu.
Yoochun estiró su
mano, y Junsu sonrió cuando vio esa mano frente a él, la apretó con fuerza y
sintió un poco más de paz en su malograda vida que recién ahora empezaba a
tomar forma otra vez.
—Tengo que irme,
mi vuelo sale en tres horas y todavía tenemos que pasar por un par de lugares
más.
Junsu se levantó,
arreglando un poco su ropa. Y Yoochun lo imitó, mirándolo fijamente otra vez.
—Regresa para el
fin de las vacaciones.
—¿El fin de
vacaciones?
—Bueno, así le
decimos nosotros por que para fines de Junio ya cada uno viajará al país
respectivo que le toque.
—Ya veo…
Junsu pasó una
mano por su cabello, no muy seguro de que respuesta dar en ese momento.
—Seré más
específico, regresa para el treinta de Junio. Es el último día en que todos nos
veremos. La mayoría viajamos el dos de Julio.
—¿Pero ese no
sería no sería su último día juntos?
—La mayoría
quiere pasar el último día con su pareja, así que ya te imaginaras.
Junsu asintió,
con una pequeña sonrisa en los labios. Por primera vez preguntándose en mucho
tiempo si Yunho y Jaejoong ya estarán juntos definitivamente, a pesar de todo,
incluso de la separación.
—Ese día habrá un
gran evento en la plaza central.
—Las festividades
de la ciudad, tengo un mes y medio fuera de Seúl, Yoochun. Aún recuerdo
nuestras festividades.
Yoochun sonrió y
movió un poco la cabeza.
—Escribiré mi
última canción como un adolescente para ese día, quiero que todos la cantemos,
antes de separarnos.
—No sé si los
demás quieran verme ahí… ya sabes.
—Junsu mis
motivos fueron los mismos que los de ellos, puede que hayan muchas cosas entre
nosotros, entre todos. Pero sabes bien que no solo tú has estado en un proceso
de renacer. Todo estará bien.
Junsu suspiró, de
pronto mirando sus pies, inseguro de que responder.
—¿Vendrás?
—No lo sé…
Yoochun supuso
que al menos eso, era mejor que un no definitivo.
—Ya me tengo que
ir.
Junho apareció
por uno de los pasillos, colocando una mano sobre el hombro de Junsu y
sonriéndole a Yoochun.
—Fue bueno verte
de nuevo, Yoochun.
Apretó la mano de
Junho, una última vez y asintió. Cruzando una última mirada con Junsu.
—Adiós Yoochun.
—Hasta pronto,
Junsu.
Y su esperanza
implícita por que regresara quedó en evidencia. Junsu sonrió un poco más.
Yoochun lo vio alejarse una vez más, esta vez conversando con su hermano,
tranquilo, con un paso lento y aunque Junsu no regresó a mirarlo otra vez.
Yoochun quiso
creer que lo vería una última vez en un par de semanas.
…
…
Publicado por: Nesly
Estado: Quiet.
Escuchando: Fix you.
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