KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Odio - Cap. 13

Pasado Recurrente
Entró con cuidado en esta ocasión.

Llevaba entre las manos un poco de agua y unas pastillas que a la mujer le harían bien, su rostro habían empezado a bajar la hinchazón. Y ahora podía notar lo bella que era, lo joven y radiante que podía haber llegado a ser, sino fuera la amargura de sus ojos y el auto silencio en el que se había inmiscuido.

Namin tenía días encargándose de su atención, yéndola a visitar incluso, le sonreía y le hablaba de varias cosas que podían parecer importantes, charlas que a veces parecían más bien monólogos mientras hablaba y la otra parecía no escucharla mientras miraba por la ventana. Todo el rato su mirada estaba pegada en aquel lugar.

—Su medicina— Habló, estirando ambas cosas hacía ella. La mujer la miró un segundo y luego se acomodó un poco mejor —Ayer me dijeron que pronto le darán de alta— Pero la mujer de largo cabello solo metió la pastilla a su boca y luego bebió el agua. Namin observó el paso de la misma por su garganta.

Sus ojos viajaron a las uñas disparejas, muchas de las cuales se deben haber quedado prendidas en la piel de su agresor. Aquel conviviente que la había ido a visitar solo dos veces más. La mujer parecía tan sola, nadie a parte de él la había ido a visitar.

Ella estiró el vaso ahora vacío y Namin lo tomó con cuidado.

—¿Por qué te preocupas por mí?— Namin abrió los ojos de inmediato, sorprendida por escuchar la voz de ella por primera vez.
—Bueno… Nunca recibe visitas, creí que le haría bien tener alguien con quien charlar.

Pero esos ojos grandes y oscuros solo la observaron fijamente, tanto que Namin solo pudo sentirse inseguro e intimidada. La paciente no habló más porque volvió a fijar su mirada en la ventana y Namin suspiró, pensando que aquello había sido al menos un gran paso dado.

—Namin— Se detuvo cuando la volvió a escuchar, giró atenta y la mujer no la miraba, solo hablaba mientras observaba el sol de la mañana reflejada en el cristal —Ya no me traigas gelatina de frambuesa. La odio.

—De acuerdo— Sonrió feliz, la mujer al menos había tomado la atención necesaria para leer su nombre sobre el uniforme y con sus pasos suaves empezó a abandonar la habitación.
—Me puedes decir Yoona. Porque de ahora en adelante te llamaré por tu nombre también.

Un segundo antes de salir, Namin se encontró girando una vez más. Sonrió y luego cerró la puerta tras de sí. Con su fe puesta en llegar a salvarla, de ese infierno en el que parecía encerrada por culpa de la resignación.



Sonrió divertido cuando la boca de Jaejoong jugó decididamente sobre su cuello, rozaba con sus manos cada espacio de su piel  y cuando no encontraba un espacio descubierto entonces las manos de Kim se colaban dentro de su ropa.

Acariciaba su piel como si procurara memorizar cada espacio que pudiera tener. Las manos de Yunho en cambio parecían dispuestas a tocar apenas un poco esos espacios. Los quejidos pequeños apenas eran audibles, Jaejoong se jactaba cada que sentía los movimientos sin intención del otro bajo su cuerpo.

La piel se sentía caliente, quemaba cuando pasaba sus labios sobre él y cada beso parecía sentirse durante unos segundos más, luego de haber pasado por aquel lugar. Yunho buscó su boca con decisión, con las manos sobre su cuello, atrapándolo por más momentos de los necesarios y sin embargo Kim no se quejó.

—Jaejoong…— Murmuró bajito y casi con desesperación. Con una necesidad profunda que se vertía sobre su cuerpo cada que las manos de Jaejoong se colaban dentro de su pantalón y tocaban con fuerza su miembro casi despierto —Jaejoong.

Satisfacía a su orgullo escucharlo así, tan necesitado de él que las manos de Jaejoong se movieron frenéticamente, rozando y apretando cada tanto. El cuerpo de Yunho parecía sacudirse y Jaejoong sobre sus piernas sonreía entre besos, sintiendo su propia erección despertar violentamente tan solo con escucharlo y verlo de ojos cerrados frente a él.

La humedad del líquido preseminal fue lo que motivó a Jaejoong a empezar a moverse sobre él sin el menor pudor que le pudiera quedar. Las manos pesadas de Yunho se cernieron en la cintura delgada de Kim que solo atizó sus  brazos sobre los de Jung.

Los labios húmedos e hinchados de Jaejoong jugaban sobre su boca: se alejaban y se acercaban en cada movimiento del mayor que sonreía al notar las pupilas dilatadas de Jung, la forma en que apretaba sus propios labios y lo veía decididamente, entregado a sus caricias.

Yunho eyaculó tan fuerte y violentamente que su gemido fue casi un grito, su boca abierta y su cuello estirado mientras Jaejoong acariciaba con lentitud esa piel en la que casi se podían ver las venas, la extensión de su cuello solamente para él. Así que cuando las manos de Jaejoong guiaron las de Yunho, al poco tiempo sus reacciones fueron despertando.

La dureza dentro del pantalón de Kim era palpable y Yunho, aun recuperándose del orgasmo más delicioso que había tenido en años, suspiró. Sus caricias que primero eran débiles se volvieron fuertes y desinhibidas, provocando a Jaejoong, haciéndolo morder su labio e incluso moverse más frenéticamente que antes.

Tuvo que colocar una mano en su espalda, sostenerlo cuando el cuerpo de Jaejoong estuvo a punto de ser vencido por la gravedad. No fue demasiado tiempo, apenas un par de segundos antes de que Jaejoong explotara con un gemido casi doloroso que abandonó su garganta, menos ruidoso que Yunho por supuesto.

Yunho lo esperaba con una sonrisa en el rostro, lo contemplaba en cada gesto que estaba dejando salir y Jaejoong solo pudo erguirse lentamente y suspirar.

—Creí que solo íbamos a cenar.
—Pues ahora también nos tenemos que duchar.

La gracia en la voz de Jaejoong fue como un placebo, acariciaba todavía la espalda del mayor sin percatarse que su mano se movía sola ahora. Se concatenaban sus caricias a la expresión relajada de Kim y esa sonrisa que no parecía fugaz.

Así que lo besó, porque quería esa sonrisa para él. Y Jaejoong no parecía dispuesto a negarle absolutamente nada.



—Pensé que tendrías la semana libre— Luego de la reparadora ducha, Yunho se permitió revisar un rato su celular. Escuchó los pasos desnudos de Jaejoong sobre el piso de su departamento y asintió sin mirarlo todavía —¿Entonces qué haces?

—Solo vigilo un par de cosas, unos casos pendientes que no puedo dejarlos a la deriva.

Jaejoong hizo una mueca extraña, ofreciéndole una de las botellas de refresco que traía en la mano y Yunho sonrió, agarrándolo por el brazo para que cayera sobre él en el sillón.

—Oh, vamos Jae. Yo no me quejo cuando pasas horas grabando y a veces días.
—Pero es molesto siempre verte pendiente al celular.

Las piernas de Jaejoong estaban sobre las de Yunho y traspasaban los brazos del sillón mientras Jung peinaba un poco su cabello. La manera en que Yunho lo miraba siempre era así, con una contemplación casi etérea. Casi, que a veces Jaejoong se encontraba creyéndole todo ese afecto que parecía dispuesto a entregarle.

—¿Te vas temprano?— Jaejoong se dejó mimar como un niño pequeño. Los dedos largos de Yunho acariciando la zona detrás de su oreja, bajando por su barbilla y luego acariciando sus labios —¿Por qué no te quedas a dormir?

—Hoy no. Prometí ayudar a una mujer que sufre de un caso de maltrato. Necesita ayuda.
—Mmh, bueno.

Jaejoong hizo un pequeño puchero, que no duró demasiado, cuando los labios de Yunho se interpusieron sobre su boca y saborearon con cuidado lo dulce de su refresco.




—¡Aish!— Yoona se quejó cual niña pequeña cuando vio las carta de Namin que la hacían ganadora de aquella pequeña partida de póker. La mujer bufó cruzada de brazos y Namin rió divertida, mientras la veía incluso ponerse roja de vergüenza —Hiciste trampa.

—No es cierto.

Cerca de las diez de la noche en aquella zona del hospital no había mucha gente y Yoona tenía el privilegio detener una habitación privada. Namin había aprendido con el paso de los días que Yoona podía sentirse lo suficientemente cercana a ella si le permitía hacer y conversar bajo los límites que ella mismo le ponía.

—¿Vas a hablar con la persona que te mencione?

Namin trataba de no enfrentar esos ojos intensos que Yoona portaba. Y había empezado a mezclar las cartas en su poder, cuando Yoona pasó tanto tiempo sin responderle, Namin pensó que aun tenía tiempo para llamar a Yunho y pedirle que no viniera.

—…Supongo.

Pero cuando la escuchó pudo suspirar aliviada y sonreírle ligeramente, además era ya casi la hora pactada y Yunho siempre había sido extremadamente puntual. Lo comprobó  incluso cuando escuchó el pequeño sonido de la puerta y ella se levantó de inmediato a abrirla.

—Hola amor.

Namin besó discretamente los labios de Yunho y él sonrió mínimamente.

—¿Sigue dispuesta a charlar conmigo?
—Sí, pasa.

Los ojos de Yoona se abrieron y Yunho se detuvo incluso unos pasos antes de llegar hasta su cama.

—¿Yunho?


Este dolor de cabeza no está mejorando. El tiempo pasa y no sirve de nada.
Cuando todo esto termine, no creo poder sonreír otra vez


N/A: La canción a la que hace mención es PainKiller de Speed

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