Un partido lleno de sorpresas.
Changmin se encontraba escribiendo su novela en el portátil de su habitación, ya habían pasado cuatro días desde que había conocido a Yunho, y la verdad era que inesperadamente justo después de eso la inspiración se había apoderado de su cuerpo. Ataviado con una gorra azul y un polo blanco, esa mañana temprano, se había preparado para ir a jugar al tenis junto a Yeonhee. Su concentración fue cortada de repente cuando su madre le lanzó un grito desde la cocina anunciándole que su novia estaba a punto de llegar, apuró unos segundos más y Changmin se quitó su gorra casi tirándola en el escritorio. Después se levantó y con gesto serio se dirigió hacia la cocina.
Nada más entrar en esta observó que su hermano Yoochun estaba cortando algo de verdura, en realidad el y su madre estaban cocinando mientras su padre leía el periódico sentado en la mesa.
- No entiendo por qué Yeonhee no puede comer con nosotros primero – le dijo su madre mientras terminaba de escurrir la verdura.
- Ha reservado una cancha de tenis, mamá – respondió Changmin mientras olía la rica comida que estaba al fuego.
- ¿A la una? Es hora de almorzar – volvió a protestar su madre.
- Sólo en los suburbios, mamá – Yoochun interrumpió a su madre mientras terminaba de pelar unos ajos – creo que Londres va dos horas adelantada.
La madre de Changmin y Yoochun siempre había sido conocida por un mujer a la que le gustaba hacer las cosas de forma clásica, tal y como se hacían en su tierra natal desde tiempo incontables. Era por eso que ni ella ni su marido aceptaban muy bien que Changmin quisiera ser escritor y que su hermano estuviera estudiando una carrera, que según sus padres, no tenía ningún futuro.
Ambos hermanos eran de alma salvaje, por eso siempre se encargaban de hacer las cosas contrarías a las que sus padres querían. Changmin se acercó a su padre para darle un toque en el hombro y después sentarse en la mesa junto a él.
- Tú y tu actitud cosmopolita – dijo su madre dándole un toque en el hombro a Yoochun - ¿qué clase de ensalada estás cocinando?
- Una ensalada griega – respondió Yoochun.
- ¿Es que la ensalada coreana no es lo suficientemente buena para ti?
- Mamá, ¿qué es una ensalada coreana? – volvió a protestar el hermano de Changmin - ¿lechuga pasada y guindillas?
- Vosotros dos estáis tan preocupados por otras culturas – el gesto con el que su madre dijo esas palabras hizo que Changmin no pudiera evitar reírse.
- Londres... Grecia, y ¿qué hay de vuestra propia herencia? ¿Alguna vez pensasteis en eso? Corea tiene una de las culturas más grandes del mundo.
- Me alegra que lo digas mamá – le retó Yoochun – porque tengo pensado irme allí seis meses. De mochilero.
- No irás de mochilero – Changmin no podía estar quieto en aquella silla al ver el gesto de su madre, se movía una y otra vez mientras no podía dejar de reír – ¿Y justamente en Corea?
- ¿Qué me dices de la cultura, la herencia?
- ¿Qué me dices de ser violado, o asesinado? – su madre le retó con el cuchillo en mano.
- ¿Violado? Mamá, no digas tonterías – le respondió Changmin desde la mesa.
- Y ropa interior limpia – volvió a decir su madre.
- ¿Yoochun tenías pensado llevarte ropa interior? – Changmin quería dar un toque gracioso a todo aquello.
Incluso aquella pregunta hizo que su padre dejara de estar evadido por aquel periódico para soltar un “AHHH” que hizo que Changmin y Yoochun comenzaran a reír, aún sin existo ya que su madre no se iba a rendir tan fácilmente en hacer entrar en razón a su hijo menor.
- ¿Y si te encuentras con algún conocido? Pensarás que no podemos pagarte vacaciones de verdad – la cara de agobio de su madre resultaba del todo convincente.
- Mamá, hay millones de personas en Corea – Yoochun ya no podía aguantar más la actitud de su madre - ¿crees que voy a encontrarme con alguien de tu club de bridge?
Su padre comenzó a reír junto a Changmin, de nuevo, Yoochun había ganado la batalla entre él y ella de una manera inmejorable. Y pocos segundos después, mientras la familia disfrutaba de un momento gracioso, el timbre sonó dando la bienvenida a Yeonhee que también estaba preparada para ir a jugar al tenis. Con una nueva protesta por culpa de la ropa que Changmin llevaba puesta, por parte de su madre, este se dirigió a abrir la puerta para después besar a su novia e invitarle aque pasara a la cocina para saludar.
Esta lo hizo sonriente, ya que siempre había sido muy bien recibida por la familia. La madre de Changmin se fue directa a sus brazos, no sin antes hacer una cara de asco ante el queso feta que Yoochun estaba preparando. Después de saludar al padre de su novio se acercó hacía el lugar donde el hermano de Changmin estaba cocinando.
- Mmmm, aquí huele fenomenal.
- Gracias, es mi ensalada griega – dijo Yoochun .
- Yoochun, no sabía que supieras cocinar – volvió a decir Yeonhee sonriente, después de probar un bocado.
- Claro que sí – les interrumpió su madre – y Changmin también sabe, les he enseñado muy bien. Todo para que encuentren una mujer de hoy en día. Changmin hace los mejores pasteles, y no engordan.
- Sí, ese es nuestro Changmin – comentó Yoochun ante la cara de desagrado de su hermano por el comentario de su madre – algún día será un marido fantástico. Y aparentemente también saber vender seguros de vida como el mejor.
- ¿Cuántas veces debo de decirlo? – interrumpió el padre de ambos – se venden solos.
La pareja se despidió de la familia para dirigirse al lugar donde habían quedado para jugar al tenis. Despacio mientras iban agarrados de la mano, los chicos se dirigieron hacía el coche de Yeonhee, ese mediodía el Sol estaba bastante presente en Londres y aunque era extraño por aquella época, por fin podrían disfrutar de un genial partido de tenis. Un sentimiento nervioso comenzó a recorrer todo el cuerpo de Changmin, y la verdad es que aunque le resultara extraña, era un sentimiento que ya había tenido presente.
Ambos se sentaron en el coche y Yeonhee arrancó mientras su novio se ponía el cinturón. De nuevo se hizo el silencio entre la pareja mientras recorrían las calles de la ciudad camino a la cancha de tenis. Yeonhee no se animó a preguntar que le pasaba a su novio, pero la verdad es que estaba bastante extraño.
Casi llegó a suspirar un par de veces mientras miraba por la ventana y estaba atento a lo que pasaba a su alrededor.
- ¡Ah! Nos vamos a reunir con unos amigos en el club – dijo Yeonhee mientras miraba hacía la carretera – espero que no te importe.
- ¿Temes que te gane si jugamos solos? – bromeó Changmin.
- Estoy aterrada – le respondió su novia sonriendo.
- ¿Con quién jugaremos?
- ¿Recuerdas a Yunho? – el corazón de Changmin se disparó en el momento en que escuchó su nombre – Ahh y con otra amiga, Alice. En realidad le debo un juego a Alice, así que puedes jugar con Yunho ¿Te parece bien?
- Está bien… - Changmin no sabía muy bien que decir, pero aquello le había puesto realmente nervioso.
Unos quince minutos después ambos habían llegado al polideportivo donde habían reservado las pistas. Por suerte la mañana se había vuelto mucho más soleada, así que iba a ser un día perfecto para poder disputar unos cuantos partidos si cabía. Changmin entró nervioso y Yeonhee iba unos pasos por delante de él deseando ver a sus amigos, los cuáles ya esperaban sentados en una pequeña mesa tomando un té. Yunho hablaba alegremente con Alice y cuando escuchó la voz de Yeonhee se levantó enseguida para saludarles.
- ¡Hey! – dijo sonriente nada más levantarse.
- Hola, ¿cómo estáis? – preguntó Yeonhee y después se dirigió hacía Alice – espero que hayas estado practicando.
- ¿Cómo estás? – de forma algo tímida, Changmin se acercó a Yunho, mientras apretaba con fuerza su raqueta.
- Hola – Yunho se le quedó mirando cuando Changmin le ofreció la mano.
Pero justo después, el joven se dio cuenta de que Yunho esperaba que lo recibiera con un par de besos así como siempre había hecho este. Pero, ¿por qué le gustaba tanto esa forma de saludar? Era realmente extraño entre dos chicos, e inevitablemente se preguntó si era así con las demás personas.
- Venga, vamos a jugar – y antes de que pudiera terminar la frase, Changmin se encaminó hacia delante dejando a Yunho parado mirándole.
El partido entre Yunho y Changmin comenzó, tocándole sacar al último que estaba realmente nervioso. Yunho esperaba mirándole atentamente a los ojos sin perder ripio de cada movimiento que el joven hacía, y después de pensárselo un rato Changmin lanzó tirando la pelota a la red, lo cual provocó una pícara risa en Yunho.
- Tienen un profesor muy bueno aquí, si quieres una clase – le dijo a modo de burla.
Increíble, Yunho había sido capaz de meterse con él incluso en esto. Changmin se echó la mano a su cuello dándose la vuelta mientras su rival se reía sabiendo lo que había provocado en él y el pobre Changmin aún no era consciente del por qué se sentía tan nervioso cada vez que sus miradas se cruzaban. Volvió a coger la pelota y dejó que su lengua rozara su labio inferior, volviéndose a preparar para volver a tirar, Yunho le miraba atentamente mientras daba vueltas a su raqueta. Changmin pudo jurar que aquella mirada estaba haciendo que su rival mirara mucho más allá de sus ojos, pero intentó no pensar demasiado en ello y definitivamente tiró la pelota al campo contrario.
Ambos corrían sin parar mientras tiraban la pelota de un lado a otro en un partido que parecía digno de una final de campeonato. Sus piernas trabajaban por sí solas y ninguno aceptaba perder un punto aunque fuera por error.
Alice y Yeonhee incluso dejaron de jugar por unos minutos para disfrutar de aquella batalla, mirando de un lado a otro como la pelota cruzaba con potencia gracias a los golpes de ambos. Realmente aquello era más que un partido por el simple hecho de pasar el rato, se había convertido en una batalla entre ambos, por conseguir el título de ganador. Y por fin después de casi una hora y acabar prácticamente exhaustos el partido terminó.
- Fue increíble – dijo Changmin mientras le daba la mano a Yunho.
- Eres muy bueno – respondió Yunho.
- Tú tampoco eres malo.
Y… punto positivo para Changmin.
- Por aquí – señaló Yunho prácticamente sin voz – te voy a enseñar el vestuario.
El corazón de Changmin no latía con rapidez sólo porque estuviera exhausto por el partido, dentro podía notar como un sentimiento se hacía algo más grande cada vez que recibía la sonrisa de Yunho. Era realmente agradable ver como se preocupaba por el mientras ambos caminaban hacía el vestuario.
- ¡Que recuperación! – dijo Yunho mientras se quitaba su camiseta.
- Estuve rezando por una intervención divina.
- Mira, no dije que Dios no existiera – respondió Yunho refiriéndose a otro tema de conversación que tuvieron junto a su madre el día en que se conocieron, y después se colocó la toalla sobre su cuello – lo que me molesta es la religión.
- Ya… - Changmin terminó de secarse la cara y después se dio la vuelta algo entristecido a la vez que cansado.
- Perdona si te he ofendido.
- Al contrario – Changmin siguió secando su sudor ahora sonriente – me hiciste pensar.
- ¿Sí? ¿Sobre qué?
Antes de que pudiera responder Yunho cogió con su mano una motita blanca que Changmin llevaba en un ojo, y fue inevitable que el silencio se hiciera entre ambos. Sus cuerpos quedaron muy cerca, tanto que ambos podían sentir la respiración del contrario en su propia cara.
- Gracias – se apresuró a decir Changmin antes de que aquello fuera a más – sobre porque seguimos ciertos caminos. ¿Es esperanza o condicionamiento?
Aquellas palabras dejaron pensativo a Yunho que no pudo evitar seguir a Changmin con la mirada mientras se alejaba de él para dejar su toalla en el cesto de la ropa sucia. La tapadera de esta cayó encima de la mano de Changmin, y aunque la quitó enseguida aquello dolía bastante. Yunho no se lo pensó dos veces y cuando Changmin se acercó a él moviendo la mano por el dolor, la cogió para ver que se había hecho.
- Déjame ver – dijo sonriendo mientras le cogía la mano.
- Estoy bien. Soy muy torpe.
- ¿Sabes? – Yunho acarició sin cesar la mano de Changmin mientras este permanecía con la miradaba baja y completamente nervioso - Deberías de relajarte más. Sentirte cómodo contigo mismo.
- Sí… - Changmin no fue capaz de responder, sabía que Yunho tenía toda la razón, y que este estuviera acariciándole la mano tan cariñosamente no ayudó nada al momento.
- Tal vez una ducha te ayude – el mayor le cogió la mano dirigiéndole a las duchas – están allí.
- Vale – si Changmin hubiera sido consciente de cómo Yunho se estaba mordiendo los labios con nada más verle, seguramente no hubiera sido capaz ni de dar un paso.
Poco después Yunho siguió los pasos de Changmin hacía las duchas, al principio el menor se pensó mucho entrar ya que iba a quedar completamente expuesto a su compañero. Suspiró y después intento que no se le notara el nerviosismo, se quitó la ropa sin darse cuenta de que Yunho seguía mirándole de forma lujuriosa. Algo de lo cual Yunho todavía no estaba siendo realmente consciente tampoco, estaba empezando a gustarle, sí aquello estaba claro, pero a unos límites de los cuáles aún no había visto.
Ambos se metieron en la ducha, completamente desnudos, Changmin intentó quedar de cara a la pared y no pensar que justo a su lado estaba Yunho, aunque realmente era difícil evitar ese pensamiento. El segundo comenzó a echar agua por todo su cuerpo, se enjabonó el pelo y después todo su cuerpo y después volvió a echarse agua.
Cuando abrió sus ojos vio cómo el agua caía por cada uno de los músculos de Changmin, y no pudo evitar morderse los labios. Comenzó a desear ese cuerpo de una manera increíble y apenas pudo pensarse dos veces acercarse a él para acariciar su espalda, una espalda realmente grande y musculosa. Changmin suspiró ante el roce de las manos de Yunho y justo después se dio la vuelta para quedar delante de sus labios, a tan sólo unos milímetros. Sus respiraciones se convirtieron en vaho gracias al calor que había en aquel lugar, y entonces Yunho acarició la cara de Changmin a la vez que el agua caía en ambos para después acercarse poco a poco queriendo besar sus labios.
- Yo ya estoy – y ante esas palabras de Changmin la mente de Yunho volvió a la realidad que estaba viviendo en ese momento.
Vio como Changmin salía de la ducha, Yunho ni siquiera fue consciente cuando su imaginación comenzó a volar, pero estaba claro que ahora el que necesitaba una buena ducha, era él mismo.
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