Autora: Lady Cassiopeia
Pareja: JaeMin
Género: Angst./Vampirismo
Advertencia: Muerte de personajes.
Extensión: One shot.
Reseña:
Viviendo en las sombras debido a su peculiar "condición", Jaejoong pasa este nuevo día como cualquier otro: completamente solo y sin tener nada realmente que hacer. Para distraerse un poco de su soledad, decide curiosear por los alrededores de su habitación. Entre sus cosas encuentra la llave de una puerta que sin él saberlo, esconde un gran secreto. La curiosidad lo invade y no puede evitar preguntarse, "¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta?" Guiado por su curiosidad, decide abrirla sin saber que lo que se encuentra detrás de ella podría cambiarlo para siempre.
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Cálido. La
palabra perfecta para describir aquel suave contacto de los rayos del sol con
su blanquecina piel. Cerró los ojos para concentrarse aún más en lo que para él
era una dulce sensación. No pudo evitar sonreír al abrir los ojos nuevamente
para observar los rayos dorados que iluminaban el cielo de una manera tan
radiante. Era sin duda alguna algo realmente hermoso.
"Oh!"
Exclamó sorprendido al ver algo flotar cerca de su rostro. Al retroceder un
poco, se dio cuenta de que aquello no era otra cosa más que una mariposa. La
criatura volaba suave y silenciosamente en el aire siguiendo un camino
invisible para ella. Sus colores negro y dorado parecían brillar ante sus ojos,
dándole un aspecto extraordinario.
"Tan hermosa."
Pensó al extender su mano hacia la pequeña criatura. Curiosamente, la mariposa
decidió posarse sobre unos de sus finos dedos. La acercó a su rostro con
cuidado para poder observar los pequeños detalles que poseía la pequeña
monarca.
Quedó fascinado
ante tan delicada criatura. Lucía tan pequeña y frágil que hasta parecía que la
más leve brisa podría afectarla. Aquel pensamiento provocó en él un ligero
sentimiento de tristeza. Hoy vuelas libremente por los aires pero, ¿qué harás
cuando llegue el invierno? De seguro regresarás a tu hogar.
Hogar. Esa
palabra siempre le hacía sentirse un tanto melancólico. Sacudió un poco la
cabeza tratando de alejar esos pensamientos. No quería ponerse triste en un día
tan hermoso. Sonrió ligeramente pero no salió tan sincera como lo hubiera
querido. Cómo si se hubiera dado cuenta de ello, la mariposa abandonó su dedo y
voló cerca de su rostro unos segundos antes de volar en otra dirección. Su
mirada la siguió hasta que ésta se perdió entre unos árboles.
No sabía porque
pero ahora caminaba en la misma dirección por donde había desaparecido la
pequeña criatura. Tras esos árboles encontró muchos árboles más y al seguir
avanzando, descubrió muchos más. Al parecer se encontraba dentro de una especie
de bosque. Aun así siguió caminando, guiado por la curiosidad de saber lo que
encontraría adentro.
Perdió toda
noción del tiempo al adentrarse aún más en el lugar. Su mirada se perdía por
todos los rincones de aquella naturaleza tan rebosante de vida. El hermoso
paisaje le regresó la sonrisa que momentos antes había perdido. Sin poder
resistirse más, empezó a correr por el escenario, disfrutando de la brisa que
chocaba con su cuerpo en movimiento. Se detuvo cuando llegó a un inmenso árbol
en medio del bosque.
Respiró profundo
para recuperar el aliento perdido y sintiéndose un poco cansado por su previa
carrera, decidió descansar un rato bajo la sombra de aquel inmenso árbol. Se
sentó en el suelo y permitió que sus ojos se cerraran un momento. El fresco
oxigeno que respiraba le brindaba una paz como jamás había sentido. No era
extraño que con tanta tranquilidad a su alrededor, su ser decidiera quedarse
dormido. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
No supo por
cuánto tiempo se había quedado dormido. Cuando despertó, se sintió sorprendido
al ver que la radiante naturaleza se había vuelto completamente blanca. Se
levantó del suelo para poder observar mejor el cambio que había dado aquel
lugar. Los árboles, observó, habían perdido todas sus hojas. Las plantas, el
suelo, se encontraban cubiertos por una capa de nieve blanca.
Al alzar la
mirada al cielo, fue capaz de apreciar pequeños destellos blancos que caían de
la misma. Estiró su mano y dejó que los copos de nieve cayeran en ella. Sonrió
al sentir el contacto gélido de los copos contra su piel. No le molestaba el
frío. En cierta forma, ya estaba acostumbrado a él.
Avanzó unos
pasos por aquel lugar hasta que un peculiar aroma lo hizo detenerse. Bajó la
mirada y notó que estaba en medio de un enorme charco rojo.
Despertó de
aquel sueño con la respiración agitada y con un ligero dolor en el pecho.
Observó a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su habitación. Respiró
profundamente tratando de calmarse. Cuando lo logró, se levantó de la cama y
caminó hasta la ventana. Abrió un poco la cortina pero la soltó casi de
inmediato al darse cuenta de que era de día. Sonrió con amargura para sí mismo.
"Otra hermosa mañana que sólo en sueños podría
ver." Nadie más que él sabía cuánto odiaba la
situación en la que estaba. Tener que pasar toda tu vida en las sombras sin
poder disfrutar ni un sólo minuto de los rayos del sol. La única forma en la
que podía hacerlo era a través de sus sueños. Sólo en sus sueños podía vivir de
la forma en la que siempre había deseado. Libre de aquella rara enfermedad que
tanto le restringía. Obligándole a vivir en las sombras debido a que su cuerpo
no podía soportar los “intensos” rayos del sol. ¿Por qué le había tocado vivir
así? Era algo que jamás entendería. Dejó salir un largo suspiro y se alejó de
la ventana.
Regresó la
mirada a la semi-oscuridad de la habitación frente a él, su vista paseándose
por cada rincón de ella. Sin importar cuantas veces despertaba en ese mismo
lugar, todo seguía siendo tan desconocido para él. Como tantas otras veces,
decidió explorar las cosas de aquel sitio. Total, ya estaba despierto y las
ganas de dormir habían desaparecido por completo de su ser.
Caminó hasta una
de las esquinas de la habitación donde se encontraba una pequeña jaula blanca.
Ésta se encontraba vacía a excepción de unas cuantas cosas. Anteriormente,
aquella jaula había sido el hogar de un pequeño pajarito amarillo. Le gustaba
mucho ese pequeño animal. En cierto punto, le daba la compañía que por tanto
tiempo no había tenido. Claro, nada dura para siempre. Un día despertó y no
encontró a su pequeño compañero. Por lo que pudo ver, se las había ingeniado
para escapar de la jaula y después logró salir de la habitación. Aún podía
recordar aquel sentimiento de tristeza que le había invadido al darse cuenta de
que había sido abandonado de nuevo.
Metió la mano
por la entrada de la jaula y sacó una pequeña llave de su interior. La examinó
un rato y después volteó hacia otra parte de la habitación, justo donde se
encontraba una puerta de madera. Esa puerta, lo sabía, permanecía cerrada gran
parte del tiempo. Debido a eso, no recordaba muy bien lo que había detrás de
ella.
Observó
nuevamente la llave en su mano. "Ésta
es la llave de esa puerta, ¿verdad? ¿Debería intentar abrirla?"
Nuevamente trató de recordar lo que había del otro lado pero fue inútil. Aunque
sabía que había cosas que era mejor dejar sin saber, algo de ese lugar le
llamaba la atención. Sin pensarlo más, se dirigió lentamente hasta ella. Era
extraño pero, a medida que se acercaba a ella, sentía como si algo creciera en
su interior. Era un sentimiento como de pesadez, era algo difícil de describir.
Aun así, decidió ignorarlo.
Tomó la llave
que tenía y con ella trató de abrir la puerta. Segundos después, la puerta se
abrió ante él, revelando unas escaleras que bajaban a otra habitación. Como el
lugar parecía realmente oscuro, tomó una de las velas que había encima de una
mesa y tras encenderla, comenzó a descender por aquellos viejos escalones. La
madera crujía bajo su peso pero lo que le llamaba la atención era que el lugar
tenía un aroma peculiar. No sabía muy bien lo que era pero era un olor como a
metal.
Siguió bajando
hasta que se encontró con el fondo de una habitación. Con la poca luz de su
vela, logró distinguir una mesa que tenía más velas sobre ella. Las encendió
todas para tener mejor visibilidad en el lugar y gracias a eso, ahora ya podía
ver casi toda la habitación.
Además de
algunas cajas y la mesa, la habitación se encontraba casi vacía a excepción de otras
dos puertas que también había. Una de ellas era enorme y parecía estar hecha de
metal mientras que la otra parecía ser la puerta de una celda o una especie de
jaula gigante.
Regresó la
mirada a la mesa y notó que sobre ella había una caja. La abrió y sacó de su
interior una carta cuidadosamente doblada. Curioso, decidió leerla. Por las
palabras expresadas en ella, se dio cuenta de que era una carta de amor.
Aquella pesadez
que anteriormente había empezado a sentir volvió pero ahora más fuerte, casi
doloroso. ¿Qué era esto y por qué se encontraba aquí? La dejó a un lado y esta
vez sacó una fotografía. "Esto es..." Abrió los ojos sorprendido
cuando de repente tuvo una visión de él mismo con las manos ensangrentadas.
"¡¿Pero qué?! ¡¿Qué había sido aquello?!" Comenzaba a sentirse realmente nervioso. De repente un fuerte dolor
de cabeza lo invadió haciendo que cerrara los ojos por la intensidad de la
misma.
"No te alejes de mí." ¿Qué? "¿Por qué no me
dejas estar a tu lado?" "¿Qué es lo que no entiendo?" "¿Qué
es lo que me estás ocultando?" Esas preguntas...esa voz...tan
desconocidas pero a la vez le resultaban tan familiares. ¿Quién era él que
hacía esas preguntas? ¿Por qué sonaba tan suplicante y a la vez tan...familiar?
"¡No me dejes!" ¿Dejarte? "Jaejoong, te amo..." Aquello
lo hizo abrir los ojos nuevamente.
"No..."
Un miedo inmenso comenzó a expandirse por todo su cuerpo. "No es
cierto..." Dirigió su mirada a la puerta que parecía ser una celda. Con
pasos temblorosos se acercó a ella. Aquel fuerte aroma que momentos antes había
percibido parecía provenir de aquel lugar.
Empujó suavemente
la puerta y ésta comenzó a abrirse pesadamente. No podía negar el miedo que
ahora sentía. Tenía miedo de saber la verdad tras aquel lugar. Cerró los ojos
un momento y tomó una bocanada de aire antes de adentrarse en aquel sitio. Se
detuvo cuando sintió que había pisado algo. Bajó la mirada y se encontró con
una gran cadena de hierro. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo al ver
aquel objeto. Alzó la mirada nuevamente y a paso lento siguió avanzando en
aquel lugar.
Se detuvo en
seco cuando notó un extraño bulto oculto por una gran colcha oscura. Respiró
hondo antes de tomar una orilla de la colcha y comenzar a alzarla. Un grito
escapó de su garganta cuando vio lo que había debajo de ella.
"No...no...¡No!"
La imagen de aquel cuerpo ensangrentado no abandonaba su mente. Comenzó a
temblar furiosamente. "¿Por qué? ¿Por
qué de nuevo? ¿Por qué tenía que pasar por esto?"
Ya podía
recordarlo todo. Había pensado que todo aquello había sido un mal sueño, una
pesadilla. Desgraciadamente, no había sido así. ¿Cuántas veces más tendría que
pasar por todo esto? Todo por culpa de esa terrible enfermedad, por esa
maldición. No pudo aguantarlo más y dejó que sus lágrimas fluyeran libremente.
FLASHBACK.
Aquella persona
había sido todo para él, absolutamente todo. Él estuvo a su lado cuando todos
los demás lo habían abandonado. Gracias a él, aprendió a ser feliz a pesar del
mal que lo atormentaba día tras día. El conocerlo había sido pura casualidad.
Una noche había decidido salir y fue cuando lo vio.
Sintió una
enorme atracción hacia aquel apuesto hombre que había visto en aquel solitario
parque. Decidió acercarse a él y desde ese momento en el que habían compartido
su primera conversación, se habían vuelto buenos amigos. Debido a su
"condición", sólo podían verse de noche. Esto no parecía molestarle
mucho al otro. Quizás fue porque le había mentido diciéndole que sólo podía
salir de noche dado a que trabajaba durante el día. Era obvio que no podía
decirle la verdad. No quería que él se alejara de su vida. No quería ser
abandonado nuevamente.
Con el tiempo,
su amistad se estaba volviendo algo insuficiente para mí. Terminé cometiendo la
peor estupidez que se me pudo haber ocurrido...enamorarme de aquel hombre. Lo
peor de todo es que yo sabía que era correspondido. Él mismo me lo hizo saber
por medio de una confesión de su parte. Por más que lo quisiera, yo sabía que
lo nuestro no podía ser. Intenté alejarlo de mí pero él seguía regresando con
más amor y comprensión de su parte. Él que creía que tenía miedo de enamorarme
de otro hombre, nunca se imaginó la verdadera razón de mi rechazo.
Había decidido
no volver a verlo. Inclusive tenía pensado en mudarme a otro lugar. Esto lo
hacía para protegernos a ambos. No podía permitir que él supiera la verdad.
Tenía que alejarme de su vida antes de que fuera demasiado tarde.
Desafortunadamente, la desgracia tocó a mi puerta aquella noche.
Se aferró a la
gran cadena de hierro que estaba en el suelo. La misma que debió haberlo
salvado pero que al final no pudo usar. Ya sabía de antemano el peligro que
representaba aquella fecha para él. Aquella noche en la que la luna se volvía
de un color carmesí, causando que perdiera el control sobre su otro
"yo".
La famosa
"Luna de sangre", conocida así por muchos, era la causante de todas
las desgracias que había vivido y también...cometido.
Durante las
fechas en la que aparecía, su otro "yo" tomaba el control sobre su
cuerpo, obligándole a cometer las peores atrocidades con tal de calmar su
fuerte hambre y deseo de sangre. Cuando eso sucedía, el perdía todo contacto
con la realidad. Para él, todo se volvía como un sueño. La parte
"humana" de él desaparecía a un lugar donde no sabía lo que estaba
pasando en el mundo real. Ese verdadero "yo" podía quedarse atrapado
en ese sueño por varios días, semanas incluso.
A pesar de que
la Luna de sangre era sólo por una noche, después de que su otro "yo"
terminara de saciar su hambre, ingresaba en una etapa de sueño profundo.
Durante aquella etapa de inconsciencia, su verdadero “yo” tenía que luchar por
regresar a la realidad. El problema era que aquellos sueños tendían a ser tan
hermosos y placenteros, que era realmente difícil querer abandonarlos. Cuándo
por fin lograba despertar, lo hacía de regreso en su habitación.
Como si
estuviera bajo los efectos de alguna amnesia, casi todos sus recuerdos eran
borrados por un lapso indefinido de tiempo. Esta vez hubiera deseado que todos
sus recuerdos se hubieran quedado en el olvido. Quizás así el dolor sería más
soportable.
Como la escena
de una película, fue capaz de revivir los últimos momentos que tuvo con la
única persona que llegó a amar.
Había preparado
aquella celda con anterioridad precisamente para aquel momento en el que la
Luna de sangre haría su aparición nuevamente en el cielo oscuro.
Un extremo de
aquella gran cadena de hierro que tenía entre sus manos, estaba conectada a la
pared de concreto mientras que del otro lado había un grillete. Aquel grillete
estaría sujetado bajo llave alrededor de uno de sus tobillos. Esto lo haría así
para evitar escapar al exterior a cometer otra masacre.
Justo estaba
terminando de acomodar todo lo que necesitaría durante su "despertar", cuando escuchó una voz que para su horror
era la de él. Lo vio asomarse en la entrada de aquel sótano. Cuando sus ojos se
encontraron, él comenzó a descender por aquellas escaleras. Esto lo horrorizo
tanto que salió corriendo hacia el interior de aquella gran celda, cerrando la
puerta con fuerza tras de sí.
"Jaejoong, sal de ahí. Tenemos que hablar." El mayor negó varias con la cabeza.
"No tenemos nada de qué hablar. Por favor, retírate."
"No te preguntaré la razón por la que tienes una
celda gigante en tu sótano porque hay cosas más importantes que quiero discutir
contigo. Por favor, escucha lo que tengo que decir.”
"¡No quiero hacerlo! ¡Por favor vete!"
"¡No me iré de aquí hasta que accedas a hablar
conmigo! Dime, ¿tanto te molestó que fuera gay como para que ahora te alejaras
de mí? ¿Tanto repudio te causó?"
"No es eso."
"¿Entonces?"
"¡Es que yo no siento lo mismo por ti!" Una sonrisa sarcástica apareció en el rostro contrario.
"No me mientas. Yo sé que me amas. Lo puedo ver
en tu mirada. Tú me quieres tanto como yo a ti, ¿por qué no lo quieres aceptar?
¿Por qué me sigues rechazando?" Le dolía ver
la tristeza en el rostro del menor, odiaba tener que hacerle esto pero, era
algo que tenía que hacer. No quería que algo malo le pasara. Quería protegerlo
a toda costa.
"¡Yo no puedo amarte!"
"¿De qué tienes miedo?" De mí mismo.
"¡Es que yo no soy como tú!" En este punto ya se sentía al borde de la desesperación. En
cualquier momento comenzaría su transformación y el otro seguía ahí. ¡¿Qué
tenía que hacer para sacarlo de aquí?! El menor sólo lo miraba confundido.
"¿A qué te refieres con eso?"
"Es difícil para mí explicarlo. ¡Sólo vete!"
"¡Ya te dije que no me iré de aquí hasta que me
digas la verdad!"
"Minnie..."
Cerró los ojos con fuerza tratando de retener las lágrimas que amenazaban con
salir. "No puedo amarte...yo no soy
como los demás."
"Claro que no lo eres, por eso te quiero." El mayor negó suavemente.
"No. Me refiero a que soy diferente."
"¿De qué estás hablando?"
"No soy bueno para ti. A donde quiera que vaya
sólo traigo desgracias. Esa es la maldición que eh llevado conmigo desde mi
nacimiento. No podrías entenderlo porque no estás en mi piel. Sin importar
cuanto rece y grite por salvación, yo sé que eso es algo imposible para mí.
Sólo las personas buenas pueden ser felices. Yo no te merezco Min. Si te estoy
alejando es porque no quiero lastimarte. Yo ya no tengo esperanzas pero tú aún
puedes salvarte. Vete ahora mientras aún puedas. Vete y sé feliz."
"Jaejoong..." El
mayor se dio la vuelta dándole la espalda.
Lentamente
comenzó a caminar al fondo de la celda cuando un extraño sentimiento lo detuvo.
De repente, un fuerte dolor de cabeza se hizo presente en su cuerpo causando
que se doblara por el dolor.
"¡Jaejoong! ¿Estás bien?" Escuchó como la puerta de la celda se abría detrás de él.
"¡No abras la puerta! ¡No te acerques!" Aquellos gritos desesperados por parte del mayor lo hicieron
detenerse. Una expresión confundida adornaba su rostro.
Era claro para
el menor que el pelinegro estaba sufriendo en ese momento, ¿por qué no lo
dejaba acercarse? ¿Por qué tanta insistencia en que se fuera? No entendía nada.
Por su parte, el
pelinegro intentaba frenar lo que no podía ser detenido. Podía sentir el poder
de la Luna carmesí caer sobre él. El inicio de su transformación había
comenzado y desgraciadamente, sabía que era cuestión de tiempo antes de que su
verdadera naturaleza volviera a salir sin que el pudiera controlarlo.
Sintió sus
colmillos volverse más largos, más filosos. Por inercia, cerró su boca con
fuerza. Esa acción causó que éstos se clavaran en sus labios, sacándole un poco
de sangre. Rápidamente su lengua salió para limpiar aquel rojo líquido. El
intoxicante sabor de éste fue el detonante que hizo explotar la poca cordura
que le quedaba.
El final de su
transformación había llegado. Ya no era el mismo. Su verdadero "yo"
se había ido. Quizás ahora mismo se encontraba vagando en un mundo diferente a
este. Un mundo en donde una falsa realidad lo esperaba. Aun así, sabía que ya
volvería. No podía estar bajo los efectos de la Luna de sangre por siempre.
Mientras tanto, aprovecharía el momento para saciar aquel inmenso apetito que
había acumulado con el tiempo desde la última vez.
Escuchó un ruido
detrás de él pero no volteó para que aquel hombre se acercara aún más a él.
Podía escuchar los pasos ajenos volverse cada vez más cercanos. El aroma de su
piel era sumamente delicioso. No podía esperar a encajarle los colmillos a
aquel hombre que pronto se convertiría en su primera víctima.
Escuchó un grito
detrás de él que lo hizo sonreír con maldad. Aquel hombre acababa de descubrir
los dos cuerpos que tenía en ese mismo espacio. Los cuerpos sin vida eran los
de un suicida y el de un accidentado. No le sorprendía saber que el otro
"yo" le había dejado aquellos cuerpos precisamente para que no
saliera a cazar su propia comida. Él sabía muy bien que el otro no era capaz de
matar a una persona. El muy débil se alimentaba únicamente de los cuerpos de
personas y animales que encontraba ya muertos. Por su parte, le gustaba su
comida fresca. Esos cuerpos le servirían como postre pero el plato fuerte
seguía siendo ese sujeto.
"Jae-Jaejoong?"
Sintió su sonrisa agrandarse ante aquella temblorosa pregunta. Decidió darse la
vuelta y cuando lo hizo, no pasó desapercibido la mirada sorprendida y asustada
de aquel joven al verlo.
"¿Jae-Jaejoong?!" El menor lucía claramente asustado de verlo. Sin dejar de sonreír,
comenzó a avanzar lentamente hacía él.
"Le hubieras hecho caso a Jaejoong. Intentaba
protegerte pero no le hiciste caso."
"¿Quién eres?"
"¿Yo? Yo también soy Jaejoong. Soy otra parte de
él...su otro "yo"." El menor se dio
la vuelta tratando de escapar pero el otro fue más rápido.
"¡Por favor déjame ir! No le diré nada a nadie de
lo que vi aquí."
"Eso no me interesa. Lo que quiero está justo
enfrente de mí. No te preocupes, pronto tu alma se irá a un mejor lugar." El menor miraba aterrorizado su reflejo en aquellos brillantes ojos
rojos que lo miraban con hambre y deseo. Pronto sintió algo largo y filoso
clavarse en su cuello haciendo que cerrara los ojos con fuerza.
Pasó los últimos
momentos de su vida pensando en aquel hombre que tanto amaba. Ahora entendía la
razón por la que el otro quería alejarlo. Él quería protegerlo de su otro
"yo". Aunque nunca se lo hubiera dicho, él sabía que el otro lo amaba
también.
Una pequeña
lágrima rodó por su rostro. "¿Viviste
toda tu vida así? Alejando a todos de tu lado por miedo a lastimarlos. Aferrándote
a la soledad porque en tu opinión era lo mejor para todo el mundo. Debiste
sufrir mucho, ¿verdad? Me pregunto si de verdad no tendrás salvación. A pesar
de tu condición, siempre pensaste en los demás. Yo que llegué a conocerte,
estoy totalmente convencido de que eres bueno. Ésta persona que ahora me está
arrebatando la vida...yo sé que no eres tú. Quizás no me puedas escuchar pero,
mis sentimientos por ti seguirán fuertes e intactos aún después de la muerte.
En donde quiera que me toque estar, yo te estaré esperando. Si existe la
posibilidad de volver a nacer en otra vida, deseo que nuestros caminos se
vuelvan a cruzar."
Segundos
después, su cuerpo ahora sin vida cayó pesadamente a los pies de su asesino.
FIN DEL FLASHBACK.
El pelinegro
seguía llorando sin consuelo alguno. Lo había perdido y ésta vez era para
siempre. Lo que tanto había temido se había vuelto una realidad. Su maldición
le había hecho acabar con lo que más le importaba en el mundo.
Todo esto había
sido por su culpa. Si se hubiera mudado como lo había planeado, él todavía
seguiría con vida. Ahora era demasiado tarde para arrepentirse. Ya no podía
soportar seguir viviendo así. Tenía que acabar con ese doloroso tormento. Ya
había sufrido bastante. Ya habían sido demasiados los golpes que le había dado
la vida. Era el momento de liberarse de todo esto.
Se levantó del
suelo y caminó hasta la mesa de aquella habitación. Tomó una pequeña caja
plateada que estaba sobre ella y se la llevó consigo hasta la gran puerta
metálica. Tomó la manija de ésta y la abrió.
La luz del sol
le calaba los ojos pero aun así decidió salir. Podía sentir los rayos del sol
quemarle la piel pero aquel dolor no se
comparaba en nada con el que sentía adentro. Abrió la caja y de su interior
sacó un cuchillo negro con plata. Aquel objeto era un cuchillo especial de
sacrificio que anteriormente había sido utilizado para matar a aquellos que
eran como él. Ahora sería usado
nuevamente para su propio sacrificio.
Tomó el filoso
objeto y con fuerza se lo clavó en el pecho, justo donde se encontraba su
corazón. Aquel sacrificio lo liberaría de su maldición. El cuchillo lo mataría
y el sol se encargaría de deshacer su cuerpo hasta convertirlo en polvo. No
quedaría absolutamente nada de él.
A medida que
pasaban los segundos, el respirar se hacía cada vez más difícil. Sonrió
tristemente al recordar a su gran amor. "Espero
que algún día puedas perdonarme. Te amo Changmin." Aquellas fueron sus
últimas palabras.
Lo último que
vio fue la hermosa naturaleza frente suyo a la par de un brillante cielo azul.
Sería la primera y última vez que vería aquel bello escenario. Agradecía que al
menos tuviera la oportunidad de verlo en carne propia. A pesar de todo, él
llegó a conocer el amor y el sentimiento de felicidad. Su vida no había sido
tan mala después de todo. Sonrió una última vez antes de caer al suelo sin más
fuerzas que pudieran seguir sosteniéndolo. Momentos más tarde, cerró sus ojos
para no volverlos a abrir jamás.
😭😭 pobre jae 😭😭
ResponderEliminarMin por q no lo escuchaste el solo queria protegerte 😭😭😭
Linda historia me encanta el MinJae o JaeMin