KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Buscando Suerte Cap.8 - No me digas adiós.

8. No me digas “adiós”…


Yoochun estaba frustrado. La tercera gira ya se le estaba echando encima y su cerebro seguía en blanco, o peor que eso. Ya el disco anterior se lo habían compuesto Se7en hyung y una de las canciones se la escribió Kumiko, entre otras de amigos de su hyung. La disquera presionaba todos los días por algo fresco y nuevo y Yoochun no pasaba de títulos absurdos y vacíos. Escuchó música clásica hasta poder acompañar a Mozart en su propio piano, y nada; escuchó cancines de otros artistas nuevos y tampoco resultó. Echó un vistazo a las primeras cancines de su carrera de solista y sólo consiguió transcribirlas, cambiando los versos de lugar. Por fin un día decidió auxiliarse de las viejas canciones, escritas en papel rayado y con agujeros de libreta, que había compuesto para Busé y que había guardado en una caja bajo su cama. Eran buenas, pero no tenía el valor de usarlas. No, le decía una voz en su cerebro, no eran buenas, son de tus malos tiempos. Arrojó los papeles de vuelta en su caja y la pateó hasta el otro lado del cuarto.


Esa noche se sentía aún peor, y Kumiko lo notó explosivo. No pudieron continuar con su rutina nocturna y se durmieron distanciados. A la mañana siguiente también Se7en notó la negatividad de su donsaeng en la reunión de ellos tres, en la sala de Yoochun, cuando su mánager le trajo el disco en caja con la nueva carátula. Yoochun miró la caja unos segundos antes de dar vueltas por la sala con ella en las manos.

-Relájate ya, donsaeng. Tanta energía negativa no es buena –le dijo Se7en.
-Sí, mi precioso. Puede dañar y arrugar tu piel- coreó Kumiko.
-¿Dañar mi piel? Una persona normal se preocuparía por eso, nuna, pero yo no tengo ese lujo, no ahora. ¡Sigo bloqueado y eso me frustra! –respondió Yoochun, mirándola fijamente.
-Perdona, cariño…
-Por tantos años soñé con esto. Tengo todo lo que deseaba desde mucho antes de salir del pueblo. Tengo dinero para gastar por la eternidad, vivo bien y cómodamente, tengo a una mujer increíblemente sensual a mi lado, los demás me envidian al verme por la calle- se quejó Yoochun, - Las fans me siguen a todos lados a donde voy, quisieran casarse conmigo, tener hijos bastardos conmigo incluso, hasta me lo han escrito. ¿Debería estar feliz, verdad? Pero no lo estoy. Estoy más furioso que nunca y no sé por qué.
-Entonces hay una sencilla pregunta que debes responder, Yoochun, - comentó Se7en, - ¿con quién estás furioso?
-Con nadie. Sólo estoy… molesto…
-Sí, cariño, ¿con quién estás molesto?
-¡Con todos! …. ¡No lo sé!
-¿Es con la disquera? –preguntó Se7en.
-No, no…
-¿Conmigo?
-¿O conmigo? –preguntó Kumiko.
-No, no, no…
- Entonces, ¿con quién?
-Respóndele a hyung, Yoochun.
-¿Es con tus amiguitos esos del grupo?
-No…
-Seguramente es con tu amigo ese, el ebrio… ¿cómo se llamaba?
-¡No!
-Entonces o soy yo o es tu ex noviecito –murmuró Kumiko, celosa.
-No, no…no es con él….
-Cuéntanos, donsaeng.
-Anda, dinos, mi Chun-chun…
-¡Estoy furioso conmigo mismo! –estalló Yoochun, lanzando la caja del disco al suelo, haciéndola pedazos.
-¿Por qué? –preguntó Se7en tras recoger los trozos del suelo.
-Porque estoy confundido…porque…no lo sé…
-Eres patético –murmuró Kumiko, pensando que no la escucharían.

****
La semana que siguió, como tantas otras, se llenó de simples imágenes. Yoochun dando vueltas por su departamento, buscando la inspiración. Yunho empacando una bolsa de discos para un cliente mientras Jaejoong cobraba. Yoochun discutiendo con Kumiko. Heechul pensando en adoptar y discutiéndolo con un renuente y “machista” Siwon. Yoochun teniendo sexo con Kumiko. Seungri viendo un álbum de fotografías y encontrándose junto a Junsu en una de ellas. Changmin terminando su gira de cantante local por los bares y algunos auditorios importantes de Seúl. Yoochun dando vueltas por el jardín del pent-house, histérico. Jaewook preparando pasteles para venderlos en el bar y ganar más dinero. Junsu pidiéndole al tendero que le fie una botella más y el tendero compadeciéndose de él. Los ex Busé junto con Yunho, Changmin y Siwon divirtiéndose en un karaoke mientras Se7en se ofrecía a escribir otro single y Yoochun se negaba…


Por fin un día Junsu recibió la llamada que tanto había esperado, al inicio de la siguiente semana. Escuchó con atención y colgó tras analizar la información. Eso explicaba tantas cosas…. El ardor en su cuerpo, el hecho de que la medicina que le había recetado Henney no funcionara ni tomada ni tragada, menos inyectada… Después de dar vueltas por el departamento tomó una decisión. Respiró profundo, guardó una cajita de cartón en su bolsillo y caminó fuera del pequeño departamento. Lo había compartido con Yoochun, y ya no estaba. Ahora que más lo necesitaba ya no estaba. Iría a hablar con él. Dio unos pasos, intentando ignorar el incómodo ardor que sentía en su espalda. Guiándose por la tarjeta de la disquera que promocionaba a su mejor amigo, llegó frente a un edificio muy lujoso, en la zona más rica y cuidada de Seúl. La gente lo veía con asco por lo descuidado que lucía, por su ropa vieja y sucia. Entró al edificio y subió por las escaleras hasta arriba, hasta arriba. El dolor en su espalda se hacía más intenso cuando llegó al décimo piso, y pronto pasó a sus sienes, pero era lo de menos.

Tocó el timbre y poco después escucho un “cggggh” salir de la bocina. Empujó la puerta y entró al pent-house del famoso Park Yoochun. Caminó y pronto lo vio sentado en la sala, llena de muebles lujosos, frente a un escritorio, inclinado, seguramente estaba componiendo alguna canción.

-Qué departamento tan grande…creo que por eso es pent-house, ¿no? Es como cinco departamentos… ¡Yo siempre supe que te iría bien, Yoochun!
-¿Necesitas dinero? –Yoochun ni siquiera levantó la vista de lo que estaba escribiendo en su escritorio.
-No, no, gracias…
-¿Entonces? ¿A qué demonios viniste?
-Bueno, es que hace mucho que no hablábamos y…
-Perdóname, Junsu, pero he estado ocupado. Discos, las giras, y la nueva gira que se acerca… -no sonaba para nada a disculpa.

Junsu hablaba despacio, buscando las palabras correctas. Yoochun parecía, al contrario, que le lanzaba pedradas con cada frase. Junsu miró a una de las paredes, intentando no sentirse agredido. Notó que no había ninguna foto de él, ni de “Buscando suerte”. Menos de Changmin.

-Lo sé. Tu segunda gran gira fue increíble, discos y todo….No te preocupes, lo entiendo perfectamente…-Junsu apretó un poco con su mano la cajita de cartón que tenía en el bolsillo del pantalón, - Mira, la verdad quería hablarte sobre algo que…
-¿Sigues bebiendo, verdad?
-No es eso…
-Junsu, ya es el colmo – no espero a escucharlo, - ¡Deja esa porquería de alcohol de una buena vez!
-No pudo… puedo, Yoochun…
-¡No, sí puedes! ¡Sí puedes, Junsu, muchas personas han podido! –Yoochun por fin volteó a verlo.
-¡Pues yo no puedo!

Yoochun se levantó de la silla, cruzando los brazos.

-Ya todo me da igual…-continuó Junsu,- Prefiero aguantar así…pero por favor, escúchame…-Junsu se acercó a él, sacando la cajita de cartón y sosteniéndola entre sus manos.
-No, no, no. No quiero escucharlo –hizo una pausa y se alejó de él hacia una de las puertas, quizás la de su habitación, - Mira, ya sabes dónde encontrarme, ¿no? Pero hasta que no dejes de beber no pienso escucharte. No quiero saber nada de ti. ¿Araso?
-Yoochun, ese no es el problema, tengo que decirte algo muy importante…-Junsu sintió que las lágrimas volvían a juntársele detrás de los ojos.
-¿Qué? ¿Qué es? ¿Quieres dinero? ¡Tómalo del cajón del escritorio y cómprate tus estúpidas bebidas!
-¡No, Yoochun!
-¿No qué?
-¡Es que no es eso!
-¿Entonces qué es, huh?
- ¡Yoochun, escúchame por favor!
-¡No, tú escúchame a mí, Junsito! –Yoochun caminó hasta él, demasiado rápido, lo sujetó de la camisa y lo levantó un poco. Junsu lo miró a los ojos. No encontró al amigo que había salido del pueblo con él. Sólo encontró un vacío. La cajita de cartón se le cayó de las manos. Yoochun lo soltó.

- Sabes dónde está la puerta, ¿no? –le dijo, dando un paso lejos de él, luego otro y otro, para luego darle la espalda- Perdona si no te acompaño – Yoochun desapareció detrás de la puerta que seguramente era la habitación principal. Junsu reprimió los sollozos y se limpió la nariz con el reverso de la mano. Miró hacia el escritorio y notó colgando fuera de uno de los cajones la cadena plateada, una de las ocho que Yoochun les había regalado una Navidad, hacía ya tanto tiempo. Una que Junsu ya tampoco usaba.

-Me….me violaron, Yoochun –dijo en voz baja lo que habría querido decirle, - y el doctor me dijo que yo….-se cubrió la cara con el antebrazo, llorando unos segundos. Respiró profundo y miró uno de los posters con la imagen digitalmente mejorada de Yoochun.

-Yo sólo quería hablarte, que me dijeras algo como antes, y….-se pasó una mano por los ojos, ya no le salían lágrimas, pero las sentía,- y regalarte una cosa…-miró la cajita en el suelo antes de salir del pent-house, arrastrando los pies, abrazándose a sí mismo, la camiseta vieja de manga larga apenas le cubría del frío. El frío que sentía en su interior. Caminó por las calles como si estuviera perdido. Un muchacho con uniforme de secundaria le escupió a los pies.

-¡Vago! ¡Apestas a alcohol y a mierda!

Junsu siguió caminando a su paso, no le importaba ya nada. Llegó después de horas al viejo departamento, el crepúsculo ya había dejado caer su manto sobre la ciudad.
Has amado, has odiado. Lo has dado todo y no te han devuelto nada. Siempre te has mostrado feliz con todos, siempre estando ahí para lo que ellos necesiten, para lo que sea que ellos puedan pedirte. ¿Y para ti? ¿Y ellos, han estado ahí? Nunca se han detenido a pensar si en alguna de las muchas veces que les ayudaste tuviste que dejar algo más detrás, algo que era importante para ti, sí, pero no tanto como tus amigos. Los demás lo ignoraban, ignoraban lo mucho que sufrías día con día, preocupados sólo con sus cosas, ocupados en que tú también te ocuparas de sus asuntos y sus problemas, dejando atrás los tuyos. Dejándote a ocuparte de tus propios asuntos tú solo. Y tú, sólo tú, se los permitiste. Todo por el miedo a la vergüenza, a perderlos.

Sí, Junsu, has cometido demasiados errores, se dijo a sí mismo, y éste será otro. Pero al menos será el último.

En su habitación se quitó los tenis y se sentó en el sofá-cama. Tomó una jeringa y le vació en el suelo la medicina que le había recomendado Henney, un inútil calmante, la agitó y se mordió los labios. Mientras la llenaba de aire una lágrima escapó de sus ojos, sintió cómo todo su cuerpo temblaba. Tenía miedo, pero eso era mejor a todo lo demás: Estaba solo. Seungri casado y con un bebé, ninguna otra persona interesada en él; el maldito ese que lo había avergonzado como nunca, lo había herido de la peor manera, le había destrozado su interior y, peor, le había costado su salud, había desaparecido. Insignificante. Así se sentía. Tosió, se tapó las piernas con una cobija y pensó en Yoochun. Yoochun, su mejor amigo lo había abandonado. Tomó la botella de cerveza que había dejado junto al sofá-cama y le dio un trago. Los demás también se habían apartado. Estaban muy ocupados, re-haciendo sus sueños con sus nuevas vidas, no los culpaba. Respiró profundo, y volvió a toser. Introdujo la aguja en su brazo, sintiendo como el frio metal le perforaba la piel, viendo como gotitas rojas rodaban fuera, y poco a poco se inyectó. Dolía…pero cada vez menos…



-¡Junsie! Te traje algo para reanimarte, perdona que de nuevo entre sin que me abras, ya sabes, me diste llaves por cualquier cosa y…aparte hace ya rato que no te visitaba, perdón -Jae entró corriendo al departamento, alegre- bueno, en fin, ¿te acuerdas de los dulces de ginseng que tanto te gustaron? De esos que te di a probar hace ya uuuh mucho… que le robé unos a Yunho. Bueno hoy le regalaron una caja completa, se la pedí para ti y él me…. ¡Junsu!

Jaejoong notó el cuerpo del menor, su brazo y su cabeza colgando fuera del colchón, los ojos cerrados. Parecía dormir profunda, muy profundamente. Corrió hacia él, la sonrisa borrándose de su rostro, dejando caer la caja de dulces que rodaron por el suelo.

-Junsu, ¿qué tienes? – lo levantó, lo movió. No respondía. Notó que los párpados sólo estaban medio cerrados. Buscó con la mirada en toda la habitación, buscando algún bote de pastillas, sangre, un cuchillo, un lazo, tijeras, algo. Incluso alguna ventana rota por la que hubiera entrado algún maldito envidioso. Nada de eso. Todo lo que encontró fue una jeringa, justo al lado de Junsu, y una botella de cerveza en el suelo junto a una mancha transparentosa. Y en su brazo una pequeña mancha marrón debajo del doblez de la manga.

-¿Qué hiciste, Junsu?- miró directamente su rostro, como buscando su mirada, - Junsito… donsaeng…yo te prometí que te iba a ayudar, que te iba a cuidar, aún pienso hacerlo –lo zarandeó, - ¡Junsu, escúchame! ¡Yo te dije que te iba a llevar al médico! ¡Junsie despierta! ¡Junsu! ¡Junsu! –empezó a sollozar, -¡No quiero vivir sin ti! – lo abrazó con todas sus fuerzas. La sensación de las lágrimas quemándole los ojos contrastaba mucho con el cuerpo de Junsu.

***
En el pent-house exclusivo del señor Park sonó el teléfono. Yoochun lo tomó sin mirarlo, ocupado en componer una canción para su nuevo disco: al fin le había vuelto la inspiración.

-¿Yobopseyo?
-Yoochun…
-¿Changmin? Yah, te acuerdas, ¿el otro día te dije que no podía componer, verdad?
-Chun…
-…vino Junsu, y fue como…como un… ¡Boom!, la inspiración regresó de la nada y…
-Yoochun…
-…desde que vino he estado escribe y escribe, ni me he ido a dormir, miles de canciones que de pronto me…
-¡Yoochun!

-¿Qué?
-Junsu…algo pasó con Junsu, y...
-¿Qué? ¿Qué hizo ahora el estúpido de Junsu? ¿Está vomitando todos los órganos en el escusado otra vez? No pienso ir a verlo para limpiarle su…¿Min sigues ahí?

Hubo un silencio incómodo. Changmin tragó saliva del otro lado de la línea. Yoochun lo notó.

-¿Changmin? ¿Te pasa algo…?
-Se suicidó…
-¿Qué?
-¡Se mató, Yoochun! ¡Junsu se suicidó! Jaejoong hyung lo encontró hace unas horas y…-la línea se cortó. Changmin había colgado.

El teléfono se le resbaló de las manos a Yoochun, se levantó de golpe y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Miró a todos lados, como buscando a Junsu, y entonces notó en el suelo una caja de cartón pequeña. ¿Qué hacía ahí? Recordó que Junsu la había traído entre sus manos. ¿Cómo no la había visto antes? Se agachó y la levantó rápidamente para abrirla. Cuando sacó lo que contenía su corazón se encogió.

-No….

Se recargó en la pared, dejando un quejido salir mientras de su mano colgaba la cadenita con la “J” y el patito de plata. Apretó la cadena con fuerza mientras se dejaba caer de sentón en el suelo. Miró hacia arriba y se sintió observado. Al voltear vio su propia imagen, uno de los posters promocionales de sus discos. Su mirada estaba vacía, su porte lleno de una arrogancia que no creyó tener nunca. No se reconoció.
-¡Eres un estúpido! – le arrojó al poster cuanto encontró a la mano, sin soltar la cadena, - ¡Estúpido, estúpido! ¡¿Cómo pudiste?! ¡IMBECIL!

Ya que se cansó de arrojarse cosas a sí mismo, habiendo quebrado el cristal que cubría el poster, se dejó caer en la silla, arrojó al aire todas las partituras que había compuesto y se recargó en el escritorio, mirando la “J”. No sabía qué pensar. Simplemente caminó hasta su habitación y se acostó.

No pudo dormir. Estuvo toda la noche viendo al techo, sintiendo como si una tabla de mármol muy pesada le oprimiera el pecho. Se levantó antes de que sonara el despertador. Se bañó, se puso lo primero que encontró y se puso su vieja cadena de la “Y” con el conejito de plata, y encima se puso la que había pertenecido a Junsu. No desayunó, dio vueltas por todo el lugar, sintiéndose extraviado. Intentó componer algo pero nada vino a su mente. Se miró en el espejo, vio su “Y” junto a la “J”, y se preguntó cuándo, y por qué, se habían alejado tanto ellos dos. Luchó por hacer memoria y no logró nada.

Cenó apenas un plato de ramen instantáneo, el mismo que había comido en el viejo departamento con Junsu, y se fue a dormir sin molestarse en desvestirse. Cuando su despertador sonó se levantó. Se vistió de negro, con la cadenita de Junsu colgando sobre la suya de la “Y” con el conejito de plata y asomando fuera de la camisa apenas, se puso un sombrero gris y fue a encontrarse con los demás en el cementerio.

Cuando llegó ya había alguien ahí. Un muchacho vestido de negro, con una rosa blanca en sus manos, observaba la tumba de Kim Junsu. La bruma de la mañana apenas se había despejado de la ciudad, pero parecía permanecer, terca, en el cementerio, haciéndolo aún más frío. El muchacho puso la rosa recargada en la lápida y volvió a levantarse, apretando los puños.

Yoochun se acercó.
-Seungri…
El chico no volteó. No lo culpaba.

-Seungri, lo siento muchísimo, por favor perdóname, yo…
-Tú lo ibas a cuidar, Yoochun –volteó a verlo, los ojos enrojecidos, - ¡Tú lo ibas a cuidar, me lo prometiste! –le dio un golpe con ambos puños en el pecho y Yoochun lo abrazó con fuerza. El menor correspondió al abrazo, destrozado.

-Ven. Te acompaño por un té o algo…
Lo acompañó fuera del cementerio, lo llevó hasta la estación, le compró un té de manzanilla y lo vio alejarse a bordo del camión.


Cuando regresó al cementerio, ya más en la tarde, todos los demás ya estaban ahí. Todos de negro. Jaewook miraba la tumba, tomando la mano de Andy. Heechul estaba inconsolable, llorando con la cabeza recargada en el pecho de su súper modelo Siwon, que se limitaba a observar, asentir y acariciar la espalda de su novio. Yunho tenía el brazo sobre los hombros de Jaejoong, quien lloraba en silencio, abrazando una vieja camiseta de color oscuro. La misma que había traído Junsu puesta el día que fue a buscar a Yoochun al pent-house. Changmin también estaba ahí, pero en cuanto vio entrar a Yoochun se marchó, casi corriendo, sin mirarlo siquiera.

Heechul siguió al menor con la mirada hasta que se topó con la figura blanca y enlutada de Yoochun.
-Hola, Yoochun…-lo saludó, algo seco y con la voz cortada por los sollozos.
-Hola, Chula. ¿Cómo está mi guitarrista favorito, eh?
Heechul corrió a abrazarlo, perdonándole todo. Verlo ahí significaba que algo se había removido en su interior, al fin.
-Y hola a tu… ¿Siwon, era?
-Qué onda – lo saludó el modelo, alzando una mano.
-Hola, donsaeng –Jaewook también se le acercó.
-Jaewook hyung…
Yoochun abrazó a su antiguo mánager. Lo había extrañado tanto como a los demás.
-Hola, Yoochun – Yunho fue el siguiente, mientras Jaejoong se acercaba a la lápida y acomodaba sobre ella la camisa vieja. Yunho volvió a acercarse a su novio y le dio palmaditas en la espalda.

-¿Y tú, Jaejoong hyung? –le preguntó Yoochun.
-Yo…yo est-estoy bien, Yoochun…-volteó a verlo, -¡Pabo!
Jaejoong caminó hasta él y Yoochun temió que fuera a sacar su cúter o un cuchillo y que ahora si lo atacara en serio. En realidad, Jae también lo abrazó.
-Ánimo, Jae…-dijo Jaewook.

-Para él ha sido tan difícil – le dijo Heechul a Yoochun en voz baja, -¿sí supiste que él fue el que se lo encontró, ahí tendido en el sofá-cama?

Yoochun apretó los puños. Sabía que no era intencional, pero empezaba a sentir que todos le estaban echando en cara que era culpa suya lo que había pasado. ¿De verdad lo era? Yunho abrazó a Jaejoong y todos guardaron silencio. Yoochun respiró profundo.

-Bueno, hay que subir un poco el ánimo, ¿no? Porque…sería una falta de respeto para Junsu, él que siempre estuvo alegre cuando estaba con nosotros –mencionó Jaewook.
-Sí, te contagiaba su risa –asintió Yunho.
-Y era terco. Te repetía las cosas hasta cuatro veces…-dijo Heechul.
-Y la cantidad de dulces que se atascaba, el glotón – añadió Jae, sonriendo.
-Por cierto…-Yunho sacó una cajita de dulces de ginseng y la colocó ante la tumba. Todos miraron la lápida, respetuosos.

-Mon amour, ¿nos vamos? – le dijo Andy después de unos minutos de solemne silencio.
-Sí, creo que ya es prudente, -Jaewook puso un ramo de flores frente a la lápida y caminó con Andy a la salida.
-Nosotros también ya nos vamos –dijo Heechul.
-Yoochun, ¿no vienes con nosotros?-le preguntó Jaejoong.
-No…-respondió Yoochun. Los otros cuatro lo miraron, - No, yo…me quiero quedar un rato más.
-Está bien. Vámonos, Jae – Yunho y Jaejoong salieron del cementerio.
-Bye, Darling –se despidió Heechul, tomando el brazo de Siwon, y saliendo del cementerio también.

Yoochun se despidió con la mano y luego se acercó a la lápida. Acarició unos segundos la piedra, la camisa vieja, el nombre tallado…K…I…M…J…U…N...S…U. Miró la lápida y no pudo sostenerle la mirada más de tres segundos. Miró sus manos, tenso.

-Hola, Junsu. Em….sé que en este momento seguramente querrías echarme a patadas de aquí, je….pero no te culpo, en absoluto.
Miró la lápida. Suspiró.

-No sé…qué más decirte…así que….

Caminó lentamente fuera del cementerio y de vuelta al departamento. Al llegar se dejó caer en el sillón, suspirando, sintiéndose tan, tan pesado… se levantó un rato después y fue hasta su escritorio, se sentó, tomó una partitura en blanco, el lápiz y se puso a escribir para desahogarse, aunque no estaba seguro de qué:

“Aún si el tiempo se regresara, No es suficiente, no para mí. Daría todo por poder decirte:
No fue mi intención, perdón. Estoy cansado ya, esto me duele aún, Pero aunque sea recuérdame. Cuánto lo siento, te alejé; Donde sea que estés, perdóname...Volarás, volarás, adiós. Volarás, volarás, adiós” **

Leyó y releyó esas tres líneas en la hoja. Suspiró. Dobló la partitura y se la metió en el bolsillo. Se levantó y fue a dejarse caer sobre el sillón. Aún sentía ese peso encima, como si cargara a alguien. Cerró los ojos y sintió como si le quitaran el sombrero. ¿Había llegado Kumiko? Abrió un poco los ojos y notó un par de ojos en forma de almendra, mirándolo muy cerca. Abrió los ojos un poco más y no pudo ver más que eso: esos dos ojos, con los párpados, sin cejas ni nariz. Cerró sus ojos con fuerza y volvió a abrirlos segundos después. No vio nada frente a sí. Eso sí, no tenía el sombrero puesto, sino que estaba a un lado, sobre un cojín del sillón. Respiró profundo, contando lentamente hasta diez, y se levantó. Fue hasta el escritorio y encontró una nota de Kumiko pegada a un lado de sus partituras, no la había notado:

“Vine a verte y no estabas, ni contestas el teléfono. ¿Ya no te intereso, mi Chun-chun? – Kumiko”.

Una mancha rojiza, casi marrón, apareció sobre el nombre, luego otra entre el nombre y el signo de interrogación. Otra debajo. Algo goteaba y venía de él. Pero no era sudor. En eso sintió que le quemaba algo metálico en el cuello, y recordó las cadenas que llevaba puestas. Sujetando las cadenas en la parte de su cuello, deslizó las yemas hasta los dijes. Soltó una exclamación de miedo al verlas, apenas un gemido airado: la J con el patito de plata escurrían sangre. El sonido del teléfono le causó un escalofrío que lo hizo saltar. Contestó con manos temblorosas.
-Señor Park, quería reportarle que ya reinstalaron el gas, ya llegará el agua caliente hasta su baño en unos minutos – dijo la voz de la recepcionista, del otro lado.

-Sí…gracias…agua, sí…- colgó y miró de nuevo las cadenas, volteando lentamente hacia abajo: estaban ambas intactas, brillantes. Sacudió la cabeza, sacando la imagen anterior de su mente, y fue a la cocina.

Vio uno de sus recordatorios pegado en la puerta del refrigerador por dos imanes, y por un momento creyó leer: “Hyung, fui por cerveza”. Agitó su cabeza una segunda vez y constató que la nota en realidad decía: “No hay más leche”. Hay que comprar más, pensó, pero antes…

-Necesito un soju, - murmuró, abriendo la puerta y sacando una botella bien fría. La abrió sobre la barra y apenas sus labios habían tocado el cristal de la boquilla cuando vio pasar a alguien. Lo ignoró, consciente de que estaba muy afectado por lo de Junsu y seguro empezaba a alucinar, además seguro era la sombra de algún pasante. ¿Pasante? ¿En su Pent-house? Ok, Yoochun, calma tus nervios.

Empezó a darle un par de tragos al soju cuando escuchó, claramente, saliendo de alguna parte del departamento, un “Ue kyang kyang kyang…”. Escupió el soju sobre la barra y miró a todos lados, lentamente. Se tocó la frente. Quizás tenía fiebre, fue hasta el baño, abrió la llave del lavabo y se mojó la cara varias veces, el agua helada intentaba limpiar su mente. Volteó hacia el espejo, suspirando, y palideció. Frente a él se vio a sí mismo usando una camisa vieja que reconoció de inmediato. Tiró de ella y volteó a verla, y palideció aún más: sus manos apretaban el sweter negro que se había puesto esa mañana, pero su reflejo lo mostraba usando, con orgullo y sin apretar, la camisa vieja de Junsu con la que Jaejoong lo encontró en el sofá-cama…muerto. Clavó la mirada en ese reflejo suyo, paródico. Más bien maldito, siniestro, psicótico. Palpó su propio rostro y su reflejo hizo lo mismo. Sin embargo, mientras los labios que veía poco a poco se curvaban hacia arriba, sus labios, los que sentía, se curvaban hacia abajo, separándose un poco, carnosos pero secos por el miedo. Y el colmo: su reflejo se empezó a reír.

Se burlaba de él, pero no era su risa propia. Chocó con la puerta, con las paredes del pasillo, tropezó con sus zapatillas en el escalón, la perilla de la puerta se le resbaló de las manos, se lanzó escaleras abajo como alma perseguida, y el eco del “Ue kyang kyang” salido del espejo aún retumbaba en sus oídos.

“Yo lo maté. Yo lo maté. Yo lo maté”, su propia voz acusadora empezó a opacar la risa dentro de su mente, mientras las calles se angostaban sobre él y los letreros borraban las letras que no formaran la frase “Fui yo”.

Corrió hasta el cementerio y prácticamente se lanzó sobre la loza con la camisa de Junsu sobre ella. Todas esas sensaciones empezaron apenas a diluirse cuando sintió la fría loza contra sus manos, su mejilla y el algodón de su sweter negro. Jadeando tomó conciencia de a dónde había llegado, y comprendió entonces qué había sido el peso que había sentido oprimiéndole el pecho desde hacía dos días: culpa.

Miró la lápida una vez más, lentamente, murmurando:
-Junsu, quería decirte que yo…que….aunque pareciera que quise….que te empuje a hacerlo… fui un idiota, yo, nunca quise que tú creyeras que yo…- al meter las manos en los bolsillos, protegiéndolas del repentino frío del cementerio, sintió el papel de la canción que había compuesto hacia unas horas. Lo sacó y lo desdobló.

- Mira, te traje esto…es…una canción que hice para ti y…bueno, espero que de alguna manera la leas, de todo corazón para ti…-Yoochun empezó a llorar, apoyando la partitura sobre la loza, hincándose ante la lápida y abrazando de alguna manera la enorme tabla de piedra, con los brazos estirados, sus uñas como si quisieran arrancar del mármol a su mejor amigo, la hoja de papel resbalando hasta el suelo - ¡Perdóname, Junsu! Mi mejor amigo…te abandoné, y tú….tú nunca me habrías dejado solo…

Siguió sollozando con los ojos cerrados hasta que sintió que un viento helado le calaba hasta los huesos. Volteó a su alrededor y notó todo en brumas. Como si le hubieran echado gotas en los ojos. Se los talló, secando las lágrimas, pero seguía viendo todo borroso. El viento movía las hojas de los árboles, esas hojitas de los cipreses que parecían agujas mortales, y ese era todo el sonido que alcanzaba a percibir, y todo el movimiento que lograba distinguir. No, había algo más, un chasquido.

Yoochun retrocedió. En eso escuchó otro chasquido y miró hacia el frente. Las estatuas de ángeles que decoraban algunas tumbas parecían haberse movido unos centímetros. Tragó saliva. Eran los nervios, eso era todo. Un silbido escapaba de su derecha, miró lentamente hacia donde provenía el chasquido, y saltó del susto cuando vio ante él un enorme esqueleto de perro. El esqueleto se acercó lentamente hacia él, gruñendo, dentellando, mientras el hedor a putrefacción iba llenándole poco a poco los pulmones. Yoochun se alejaba lentamente de la bestia, sin perderla de vista, cuando escuchó más chasquidos. Al mirar de reojo hacia las estatuas, notó que algunas estaban debajo de sus pedestales, sobre el suelo. Tragó saliva y justo cuando pisó una rama, todas las cabezas de piedra voltearon hacia él, de lado o completamente girando de manera que las caras huecas en lugar de estar sobre el pecho estaban sobre la espalda. Yoochun gritó pero no escuchó su propia voz. El perro a su lado aulló, como solo puede aullar aquello que no tiene pulmones. Retrocedió, pegándose a una de las lápidas, y una sombra negra saltó ante él. Giró y se alejó de la sombra, cuando sintió que algo viscoso le rozaba el hombro. Huyó de esa lápida, pero no sabía hacia dónde ir. Estatuas acercándose por un lado, sombras por otro. ¿Sombras? ¡Muertos! Trepaban por los árboles, por las paredes de los mausoleos cercanos, por los techos, se arrastraban, gateaban, cojeaban, todos en dirección a Yoochun. Éste intentó huir. Tropezó con una piedra y cuando miró hacia arriba miles de rostros podridos o de piedra lo miraban. Miradas vacías. El cadáver del perro ladró detrás de él y todas las criaturas infernales alzaron sus brazos, dispuestos a darle un golpe fatal. Cerró los ojos y apretó los puños, helado de terror.


De pronto una luz. Una luz blanca, no sabía de dónde provenía, pero apareció muy cerca. Todas las criaturas infernales retrocedieron, despacio, conforme la luz se fue acercando hacia donde estaba Yoochun. Había una figura dentro de la luz, que cada vez se hacía más grande, del tamaño de una persona. El brazo de la figura señaló a las estatuas y luego a Yoochun, como si les indicara que le atacasen. Yoochun se abrazó y apretó con una mano las cadenas que colgaban de su cuello, temblando. Las estatuas voltearon a verlo otra vez. Luego la criatura luminosa señaló a los muertos y a las sombras de éstos, y señaló de nuevo a Yoochun. Los cadáveres, igual que las estatuas, volvieron a voltear a verlo. Yoochun estaba helado de miedo, mirando fijamente a la figura de luz. Ésta volvió a señalar a Yoochun y con su mano dijo, muy despacio: “no”. Pronto las estatuas volvieron a sus pedestales, lentamente, los cadáveres desaparecieron como si estuvieran hechos de humo. Sólo el enorme perro de huesos seguía ahí. La figura en medio de la luz le enseñó algo que parecía una pelota de luz y la lanzó hacia otro lado.

-¡Ve! – dijo la figura de luz. Yoochun reconoció la voz de inmediato. El perro corrió tras la pelota de luz y desapareció en cuanto la tocó con sus mandíbulas.

-J-Ju…¿Junsu?

La luz alrededor de la figura se empezó a disminuir, como si la figura la absorbiera en su interior, y efectivamente, era Junsu, usando unos pants y una sudadera blancos, relucientes, y unos tenis igual de blancos y pulidos. Su cabello era de nuevo castaño, y las ojeras, las cicatrices se habían ido. Todo él relucía con una luz interior.

-Ue kyang, kyang, kyang, kyang.

Yoochun levantó la mano, a modo de saludo. La aparición se sentó junto a su lápida y lo llamó a sentarse con la mano. Yoochun se sentó, tembloroso, muy despacio, aún algo pálido por la impresión.

-Qué cansancio…el trayecto hasta acá, Yoochun… ¿sabes? Estoy muerto… ue kyang, kyang, kyang… - rió Junsu. Yoochun tragó saliva y sonrió ligeramente por la bromita. Junsu no estaba precisamente “muerto de cansancio”, sino muerto…muerto.

-¿Un soju? –le ofreció Su, sacando una botella de su sudadera.
-¿Eh? Bueno…he…sí, ¿por qué no? Pa-para el susto, ¿no?
Junsu le sirvió en un vasito que apareció igual que la botella.
- Está bueno… he…. ¿Tú no tomas? –le preguntó Yoochun, después de darle un trago.
-No, ya ves que luego me gusta y no paro, ue kyang kyang.
Yoochun asintió e intentó reírse de la broma una segunda vez. Una broma algo pesada, tomando en cuenta por qué estaban ahora en ese lugar. Dio otro trago al soju.
-Oye, y… ¿qué fue eso? –le preguntó, refiriéndose a las apariciones siniestras anteriores.
-Ah, ellos. Son los guardianes del cementerio, las estatuas. Si juzgan que algún culpable está aquí, alguien que haya causado que haya nuevo residente en las tumbas, pues…

Yoochun tembló.

-Sólo bromeo, ue kyang kyang.
Otra broma aún más pesada. Bueno, lo merecía.
-Junsu, mira…yo…lo que quiero decirte es…
-No me lo digas, ya lo sé. Te escuché – Yoochun lo miró, sorprendido. Junsu sonrió con calidez, - Y acepto tus disculpas. Así como esto – Junsu sacó la hoja doblada con la canción del bolsillo de su sudadera, - Me gustó mucho –sonrió aún más, radiante, como siempre había sonreído, como siempre había y debía haber sido, - y dime, ¿cómo has estado, Yoochun? Me debes una platicadita…

Yoochun tragó saliva, recordando la última vez que se habían visto, cuando Junsu fue a buscarlo a su departamento para hablarle de algo muy importante. Algo de vida o muerte, ahora se daba cuenta.

-Claro, claro. Pues…-lo pensó unos segundos, jugando con el vasito, -bien, muy bien…
Junsu asintió, como si le siguiera la corriente.

-No me mientas – la sonrisa de Junsu no desapareció del todo, pero su expresión se volvió severa. Yoochun lo miró, comprendiendo que ya era suficiente de mentiras entre ellos.
- Bueno, mal, Junsu, muy mal.

Junsu asintió lentamente.
-Creo que está vez, por fin, toqué fondo…

Junsu volvió a asentir.

-Bueno, Yoochun...

-¿Qué? Dime, ¿qué puedo hacer, Junsu? Lo echpe todo a perder...la banda...Changmin...y...tú...

-Yo...sí, me diste la espalda cuando más necesitaba tu ayuda, y sí, fue indirectamente culpa tuya que yo...bueno... eso...

Yoochun desvió la mirada.

-Pero...¿sabes? No puedo tenerte reencor. Sé que no lo hiciste a propósito, Yoochun. Sólo buscabas lo mejor para ti, lo que en ése momento creías que era lo mejor, pero te dejaste cegar...

-Junsu, por favor...ya no...no me lo restriegues en la cara...

Junsu sonrió y le dio palmaditas en la espalda.

-No merezco que hayas vuelto a este mundo a ayudarme...no merezco siquiera...que me mires...

-Para, Yoochun. No te tengo lástima, y tú menos que nadie debes tenertela. Cometiste un error...uno enorme, gigante...pero debes perdonarte primero tú, y debes vivir sin reencores, tanto hacia los demás como de los demás hacia tí.

Yoochun lo miró. ¿Qué podía hacer?

-Entonces...¿qué?

Junsu sonrió.

-Es sencillo: vuelve con el grupo y busca a Changmin.

-No puedo. No...no es tan fácil como decirlo...

-Vamos, Yoochun, sé que te esperan, Jejung hyung, Yunho hyung, Heechul hyung, incluso Changmin.

-No, Junsu. Buscando suerte...si ti...no puede funcionar.

-No, Yoochun, sin TI no puede funcionar. Anda, ve a reunirlos, toquen en el Antique y de vocalista pones a...pues...a Jaewook hyungnim.

-Uy sí, la estrella de los Twinkis...

-¡Ja! ¿Te acuerdas?

Y corearon juntos, como en los viejos tiempos:

-Twinki twinki twiki ti, tiki tiki tii~ ¡Jajaja!

-Ue kyang kyang kyang kyang...

Yoochun sonrió, lo pensó y suspiró.

-No lo sé, Junsu...

-A ver, Yoochun: vuelve al Antique, tocas con los hyung y buscas a Changmin.

-Ya me lo dijiste, Junsu...

-Te-lo-repi-to, Yoochun...¡vueeelvee al Antique, tooocas con los hyung y buscaas a Changmin!

-Tú ni muerto te callas, ¡¿verdad?!

Junsu puso las manos en su cintura, los brazos en jarras, empujando su chamarra blanca un poco hacia atrás, y lo miró fijamente a los ojos.

-Y tú ni muerto me escuchas del todo...

-Perdón...yo...

- No importa, -sonrió, - y ya que lo mencionas, estar muerto tiene sus ventajas. Ya vuelvo...

Junsu desapareció en un rayo de luz y Yoochun se quedó solo en el cementerio. Tenso, abrazándose, se levantó y salio lentamente de ahí. Llegó a la entrada y se detuvo ante las enormes puertas unos segundos, tragó saliva y suspiró. El había enviado a su mejor amigo, con su soberbia, su terquedad y egoísmo, a dormir en ese frío lugar, y aún así...aún así...


Salió del camposanto y no había doblado la esquina cuando atravesó algo como un viento fuerte. Volteó y vio a Junsu ante él, semi-transparente.

-Junsu...

-Perdona si dilaté...Yoochun, ¿puedes responderme a algo?

-Bueno...sí, claro, Junsu, lo que quieras - Yoochun asintió.

-Bien, imagina que estás frente a Changmin...¿qué le dirías?

-¿Yo?

-No, yo...¡imagínate, Yoochun! ¿Qué le dirías? No me reire de tus cursiladas, lo prometo.

Yoochun aclaró su garganta, sonrojado.

-Pues...le diría que...no sé..que..que lo amo muchísimo...que cometí un gran error al dejarlo de esa manera, que no se merecía mi desprecio ni el de nadie y...

Mientras Yoochun hablaba, viendo al horizonte, Junsu le hacía señales a alguien detrás de él, y lentamente se alejó, desapareciendo sin que el otro lo notara, riendo para sí mismo.

-...que es del que he estado verdaderamente enamorado desde que lo vi por primera vez en una calle como ésta...y que éstos últimos años caminar sin él ha sido como...como si estuviera muerto, caminando como autómata... je...¿qué tal? ¿Junsu? - volteó hacia donde su amigo había estado, y al no verlo miró a todos lados. Dio un salto al ver a Changmin detrás de él.

-¡Aigo! Ch-changmin...

-Yoochun...

-Mira, yo...yo...tengo tanto que decirte, debo empezar por disculparme - las palabras salían pegadas una a la otra sin que Yoochun pudiera detenerlas, - por lo que te hice, fui un estúpido, no merezco el perdon de nadie y...

Changmin le cortó el habla con una mano sobre su boca.

-Hablas mucho. ¿Sabes por qué estoy aquí? Porque tus ojos no engañan, no ves a nadie más como me ves a mi. Además...te escuché...suenas sincero...

-Lo soy...me dejé engañar por un par de...bueno ya sabes...perdon...

Changmin asintió.

-Entonces...¿no me odias?

-Creo que...en realidad...de alguna manera, me gustas... - Min sonrió un poco, acercándosele un poco más. Yoochun le abrazó y besó sus labios, y el menor correspondió de inmediato. Rompieron el beso y se miraron a los ojos.

-Pero No-vuelvas-a-romper-conmigo-así-otra vez... -puntualizó Changmin, picándole en el pecho con su dedo. Yoochun asintió y sonrió, nervioso. Min recargó su cabeza en su hombro, inclinándose un poco.

En Seúl había tenido la suerte de encontrar un grupo de música, y de amigos. Había tenido la suerte de encontrar el amor, a su pareja, o su media naranja.


Pero ya había tenido la suerte de encontrar algo aún más valioso: un amigo que, a pesar de todos sus errores, no sólo lo perdonó, sino que lo siguió apoyando. Incluso más allá de la muerte. Yoochun jamás olvidaría a Junsu.


FIN.



*Insa versión todos. Compuesta especial para el Junsu de este fic, es idéntica a la real pero con ligeros cambios.

Glosario del capítulo:
Yobopseyo: ¿Bueno? ¿Diga? Forma de contestar el teléfono en coreano. También Yobopseio.
Tocar fondo: llegar al límite de lo posible.

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14 Comentarios:

  1. T____________T nooo me gustooo que Junsu haya muertooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Se merecia que saliera adelante y encontrado el amor..... en serio me llegó el que este junsu se haya muerto.

    El capitulo esta bueno, al principio me saco de onda pero le fui tomando gusto a eso del suspenso jeje.

    Espero pronto el siguiente capi.

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  2. o.O junsu murio en el fic T_T oooo ahora que mas pasara Aemin genial fic, me gusta aunque ahorita sufri un poco

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  3. ._. sonara cruel pero ese era el punto, que sufrieran...y yoochun tambien

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  4. jajaja no sono cruel xD es parte de la trama y es diferente xD a mi me gustooo mucho como cada capitulo esperare impaciente el proximo
    Aemin fighting!!!
    ya queria leer esta actua y saber que pasara con el yoomin xD

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  5. Sólo diré dos palabras... estoy llorando. T_T

    No me gustó que SuSu muriera pero bueno u.u el fic está hermoso...

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  6. Anónimo3/13/2011

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  7. la idea era irlo levantando ^^

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  8. Fue repentino eso de la muerte de Junsu o.o
    PERO ESTÁ GENIAL!!! *0*

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  9. Anónimo8/19/2011

    mas contunuala porfa y que el chunni sufra

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  10. Anónimo12/20/2011

    wn no tiene final????? noooooooo plisssss alguien ke me diga donde encontrarlo!!!!! T.T

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  11. ..este es el final de hecho...no le puse, pero lo corregire...perdon u-uU

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  12. jajajaja me matooo nunca lei el final que coja que soy por dios enserio enserio enserio me doy pena


    de todas maneras aunque me gusto aun digo porque junsu tenia que morir era tan lindo havia sufrido tanto era justo un poco de felicidad

    de todas maneras si lo vuelves a engañar yo mismita voy y te mato chunnie

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  13. Anónimo5/29/2013

    Llore mucho x lo que paso a junsu, juro que lo senti, todo el dolor y odie el comportamiento de yoochun pero aunque le paso eso al pobre de junsu al menos siempre matuvo su buen corazon. Me guato el fic aunque llore fue bueno

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