Tu novio de ojos formato redondo. cap 2

Barney no me crío, Barney me traumó

Gracias a la salida al cine aprendí dos cosas:

1-. Nunca jamás llevar a ver a María a una película donde salgan mamíferos acuáticos.

2-. En caso de ser despojado de mis vitaminas y nutrientes (dígase comida) llevar un bolso conmigo.

Exhalé exhausto y me tiré a la cama, la cual agradecía el estar tan cómoda como estaba. Ya había pasado dos días desde la “Happy-Delfina” salida al cine. Nunca imaginé tener que colocar en mí lista negra a un animal tan simpático como el Delfín, ¡pero es que María me obligaba! De por si los asiáticos –sus asiáticos- son evidentemente distintos del resto del mundo para que ahora saliera con ese disparate de comparar a un tal Yunsu con un delfín. De verdad que no te entiendo María.

Perdí varios minutos de mi muy valioso tiempo pensando en una posible – y de seguro incoherente – razón para que mi amada comparara a un ser humano con un animal como ése.

Basándome en mis escasos conocimientos sobre ese tal personaje Yunsu y lo poco que había visto de él – lo que María me había obligado a ver – tal vez lo comparaba por…

30 min. y 54 seg. Después…

¡No se me ocurría nada!

— ¡Estúpida curiosidad! —Viré los ojos y me levanté de la cama con brusquedad.


Lo admito, no se me ocurre nada coherente o incoherente sobre por qué Yunsu es un delfín, ¡pero la incertidumbre me mataba!

Me dirigí a la computadora y me senté en la silla frente a ésta. Aún no me convencía del todo, y cual mal de Parkinson mis manos comenzaron a temblar, evidenciando mi ya muy agotada cordura.

2 minutos después…

Si, si si si y si. Ese era yo, ese mismito con franelilla gris y mono azul marino sentado frente a la computadora con cara de funeral, investigando, navegando por la red, y no, no era por un trabajo, no era por una tarea, no era un favor que le hacía a mis desactualizados padres, nada de eso.

Nuevamente estaba perdiendo mi valiosísisimo tiempo investigando a uno más de los amantes-mentales de María.

Lo sé, no digan nada. He caído bajo.

—Ok Carlos, nadie tiene porqué enterarse de lo que estás haciendo —dije para mí mismo, animándome—, esto sólo lo haces para tener más razones para fastidiar a María y sus amigas —Claro que era por eso, ¿qué acaso no es obvio?


Yo no estaba investigando a un surcoreano de 20 y pico de años para saber por qué demonios lo comparaban con un delfín. Todo era con fines malévolos…

Nunca aceptare que es por pura curiosidad… es sólo por fines malvados, ¡sólo fines malvados!

Después de dejar de pelear conmigo mismo, ya que al fin y al cabo NADIE sabría sobre mi investigación, me dispuse a investigar como Dios manda.

Como cualquier mortal primero acudí a San Google escribiendo en la barra de búsqueda: Yunsu delfín. De inmediato se colocaron ante mí centenares de páginas, foros, blogs, de todo un poco. Observando detalladamente la pantalla de mi monitor pude notar que había escrito mal el nombre del HombreDelfín.

—Genial, soy más ignorante de lo que creía —bufé fastidiado.

Me dispuse a darle click a: Resultados: junsu delfin

Con todo el temor del mundo y estrangulando a mi Oso de peluche, le di click a la primera página de la lista. Por primera vez en mi hermosa vida agradecía tener un carcacho* por computadora, ya que mientras esperaba que se cargara la página me daba tiempo suficiente para rezarle y ponerle velitas a todos los santos que conocía, pidiendo que por favor saliera ileso de esa tan peligrosa búsqueda.

No es que sea xenofóbico o asiaticofóbico, pero más de una vez he tenido que agregar un nuevo trauma a mi “Lista de Traumas” por culpa de María y su amor por los de oriente.

Lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente… ese día fue horrible, ¡horribleeeee!

Flash Back

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Antes de que ese suceso tan aterradoramente traumático ocurriese yo era un joven totalmente inocente, que amaba a todo el mundo y no le deseaba mal a nadie. Aquel día por la mañana el sol resplandecía con tal intensidad que no podía levantar la vista para contemplarle porque te sosegaba de inmediato, el cielo estaba casi completamente azul con unas que otras esponjositas nubes, las aves cantaban armoniosamente mientras surcaban el imponente horizonte y los árboles estaban más frondosos que nunca.

Ok, tal vez exagero relatando cómo fue aquel día por la mañana, ¡pero les juro por mis abdominales que fue hermoso!

Enserio, ese fue un día hermoso. A veces quisiera olvidarlo, solamente a partir del momento en el que el maquiavélico dedo índice de María dio click al botón del mouse.

Al principio, entre tanto color, algodón y mamíferos no sabía si llorar o gritar aterrado, tal vez lo más representativo del trauma que estaba sufriendo en ese instante era el tic nervioso que se suscitaba en mi ojo derecho. Mi ojito no volvió a ser el mismo después de ese día, ¡creo que hasta me quedó virado y todo!

De verdad, sean comprensibles conmigo. Yo fui alguien criado por Barney El Dinosaurio, Los Teletubbies y Plaza Sesamo, ¿qué pueden esperar de mí? Yo fui un niño que nació completamente sano, ¡y como venganza me traumaron haciéndome ver esas cosas!

¿Qué esperaban? ¿Qué superara mi trauma? Bueno, tal vez si lo logré un poquito ya que pude ver tranquilamente Zaboomafoo sin la consecuencia de que a la hora de dormir soñara con un lémur mutante que me quiere sacar los ojos para comérselos porque parecen garbanzos –mi imaginación también fue brutalmente modificada- ¡pero Zaboomafoo sólo fue la excepción! ¡Aún no les perdono a mis padres haberme hecho ver a aquellos monstruos! ¿Qué acaso no me querían? ¿Fui un hijo no deseado? ¿Querían una hija pero como me tuvieron a mí se la quisieron desquitar? ¿Recibieron dinero a cambio de que yo viera esos horribles seres como parte de un experimento y ni siquiera me tocó una paga?

Si si si, muchas incógnitas pero ninguna respuesta.

Después de dar un vistazo a mi pobre infancia – no se crean, también me aterré cuando vi a Ronald Mcdonald; valientemente tomé mi barquilla sabor mantecado, apunté lo mejor que podía con mi cuerpecito de niño bueno y se la lancé a la cara al tiempo que corría por salvar mi prematura existencia – podrán percatarse de por qué demonios después de ver Ballons de DONBANCHINQUI no sonreí o cualquier disparatada reacción.


—María… ¡María!.... ¡MARIA! —grité alarmado.
—¿Verdad que son cuchisisisisisismos*? —Preguntaste ignorando mi desesperado grito.
—¿Cuchis? ¡QUÉ RAYOS DICES! —La vi de reojo, entre mi tic nervioso y el terror había perdido control en ciertas funciones motores de mi cuerpo y no podía moverme, ¡había quedado en shock!
—¡Waaaaaa! ¡Me encantaría que te vistieras como Yunho!
—María quita eso por favor, ¡tendré pesadillas!
—¡No no no! Mejor como Junsu, waaaaa! —Otra vez tenías esa mirada entre embelesada y pervertida que me confundía.
—María no digas disparates, ¡ellos son… —Antes de que pudiera terminar mi frase me fulminaste con la mirada.
—¡No te atrevas a decir que son gays! —Más que advertencia parecía una orden.
—María, ya vengo —Apurado hice ademán de levantarme ignorando tu advertencia/orden/maldeojo, pero me detuviste.
—¿Adónde vas? —Preguntaste aún contemplando la película de terror, digo, el videoclip.
—Al baño —respondí seco al tiempo que miraba a cualquier lado que no fuera el monitor y tapaba mi ojo derecho, el tic no disminuía.
—¿Para qué? ¡espérate a que termine el video!
—No puedo.
—¿Es urgente? ¿tu vejiga es muy chimba*, verdad? —Aún con mi tic nervioso volteé a verte, te vi tan feo que me dolieron los ojos, ¡cómo que mi vejiga era chimba!
—¿Quién rayos habló de mi vejiga? ¡además, mi vejiga no es chimba! ¡mi vejiga es súper!
—¿Entonces? —Insististe mientras me zarandeabas.
—¡Me voy a vomitar! ¿qué? ¿¡quieres que vomite aquí en tu cuarto!?
—¡Cómo que vomitar! —Preguntaste ofendida.
—¿Y qué esperabas que hiciera? —Te pregunte lanzándote la indirecta más directa.
—Temía que te volvieras gay por culpa de la hermosa cuchidad* de los chicos en el video…
—¡¿Hermosa cuchidad?! —¡ahora el ofendido era yo!
—¡Claro! ¿Qué no estás mirando a Yoochun? Está tan hermoso.
—¡Que hermoso ni que ocho cuartos! —bufé escapando de tu agarre el cual convenientemente habías aflojado, seguro por estar admirando a los ahora recién bautizados por mi como “Los DonOsosCariñososDeOriente” .
—¡AAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYY! MIRA MIRA MIRA YO QUIERO UN HIJO ASÍ!! —Confesaste apuntando la pantalla del monitor donde se reproducía ese terrorífico video el cual no faltaba mucho para que acabase. Noté al instante a que te referiste con “yo quiero un hijo así”.


Ok María, eso si que fue un golpe bajo, no sólo hace segundos me dijiste gay, sino que ahora me echabas en cara que deseabas tener un hijo como el niñito disfrazado creo que de reno, un hijo con rasgos asiáticos, rasgos los cuales EVIDENTEMENTE yo soy incapaz de darte.

—¡Ahhh, está bien está bien! ¿Entonces por qué no te buscas un coreanito o un japonesito o un taiwanesito o un chinito o a un wayuu* o lo que sea y tienes a tu hijito de ojos achinados y cabello baba? —Llámenme estúpido, pero de verdad me había dolido aquello, ¿cómo que un hijo así? Yo le podía dar hijos más bonitos que esos niños del video… ¡En serio!
—¡Aiiggghhhssss! No seas así Carlos, sabes que no lo digo enserio —Dijiste en un intento muy pobre por reconfortarme, sabías que habías metido la pata, y yo sabía que tu sabías que yo sabía.
—¿Te creo? —Te dije sarcásticamente mientras arqueaba una ceja. Bajaste la cabeza con culpa, y pude notar como mordías tu labio inferior, seguramente pensando en cómo enmendar tu metida de pata.
—Sabes que no lo digo enserio, es sólo una expresión…
—¡Que expresión tan rara! —acusé.
—Carlos…
—Ok ok ok, ya, no importa —Suspiré al tiempo que frotaba mis sienes—. Genial, el tic nervioso se fue… —dije y me senté de nuevo, al fin y al cabo el video ya había terminado y ya no había nada que me traumara.
—¿De verdad no te gustó el video? —Preguntaste inocente, casi me ahogo con mi saliva, ¿Qué acaso no prestaste atención cuando te conté la otra vez que casi mató a Ronald Mcdonald a punta de barquillasos?
—No —afirmé—, tal vez suene estúpido, pero no me gusta mucho que digamos la gente disfrazada, y el hecho de que los disfrazados sean tus amantes-mentales no hace el asunto más grato.
—Hahahahahahaha —Reíste juguetona regalándome una de tus mejores sonrisas. Sentí como de pronto la temperatura de mis mejillas no iban acorde con el resto de mi cuerpo. Entonces no pude evitar olvidarlo todo y corresponderte la sonrisa. Eres tan linda, María.
—¿Me recompensarás? —Te pregunté pícaro mientras acariciaba tu mejilla con el dorso de mi mano.
—Por supuesto —Afirmaste y me sonreíste cómplice.


Poco a poco me fui acercando a ti, cerraste los ojos primero que yo, lo cual me provoco una risita que tuve que reprimir para no arruinar el momento. Delicadamente tomé tus rostro entre mis manos y sin poder esperar más consumí nuestros deseos en un beso, un beso tierno, sutil y dulce.

Sentí como el sabor de tus labios se convertían en un recuerdo, te estabas separando de mi, ¡ah no! Yo quería ser más recompensado.

Te deje tomar el aire suficiente y volví a besarte, obviamente no te resististe y sorprendiéndome profundizaste más el beso colocando una de tus manos en mi nuca al tiempo que jugueteabas con algunos mechones de cabello. El roce de tus dedos con mi piel me estremecía completamente, haciéndome desear más.

- Te amo – confesé sofocado no queriendo separar mucho nuestros labios.
- Sarangheyo – me contestaste.
Sabía que era otro idioma, sabía que era el idioma natal de tus delirios, de tus ídolos, de tus otros amores, sabía que era coreano, yo sabía todo eso. Pero no me molestaba en lo más mínimo, porque aquel “sarangheyo” era mío, sólo para y por mí.


- Gamsahamnida – te respondí al tiempo que depositaba un rápido beso en tu mejilla. Reíste sonrojada y desviaste nuestras miradas. Eres tan dulce María.
- Amo cuando me dices cosas en coreano – afirmaste levantando la mirada y me sonreíste.
- Lo sé, por eso lo hago – dije sonriéndote.

End Flash Back

Mmmmm… ahora que lo pienso, si quito todo el trauma con los donban-mierda, el tic nervioso, la acusación de ser gay y de que María quiere un hijo de ojos rasgados, aquel día no fue tan malo.

2 segundos después…

Ok, si fue muy malo. ¿Ven? ¡Fue horribleeeeeee! Lo se lo sé, sé que los vellos de sus brazos se erizaron, los míos también.

Volviendo de mi viaje del pasado no muy lejano me percate de que el video que había puesto a cargar ya estaba listo y esperando por seguramente traumarme.

¿Le doy o no le doy? he allí la cuestión.

Al diablo, ya estoy aquí.

Nuevamente coloqué mi mano derecha sobre el Mouse – la cual había retirado durante mi viaje al pasado – y tragando grueso apreté el botón derecho.


Minutos después…

…

…

…

…

Horas después….

…

…

…

…


Al día siguiente…


—¡Carlos amor! ¿Qué haces? — preguntó la madre del chico mientras se le acercaba. Carlos se encontraba sentado en la mesa del comedor, escribiendo afanadamente en una pequeña libreta color púrpura.
—¿Recuerdas que tengo una libreta donde anoto mis traumas? — le preguntó el muchacho sin mirarle.
—Ahhh… si… ¿qué pasó con eso? – le miró desconfiada.
—¡Tengo uno nuevo, recién sacado del horno! —aclaró.
—¿Cómo? ¿enserio? ¿qué pasó hijo? - alarmada se inclinó un poco más hacia Carlos, tratando de verle la cara.
—Los delfines mami… los delfines son malos.

De golpe la madre se enderezó al recibir semejante respuesta, ¿Qué los delfines eran malos? ¿Qué disparates estaba diciendo Carlos?

Sin previo aviso Carlos se levantó y se fue a su habitación dejando muy confundida y preocupada a su madre. Cuando ésta oyó cerrarse la puerta de la habitación de su hijo, suspiró, se frotó las sienes y suspiró de nuevo. Aún frotándose las sienes se dirigió a la cocina. Caminó hasta la nevera y parándose de puntas tomó una libreta color verde que se encontraba encima del artefacto.

Como si se tratase de un viejo libro de historia pasó su mano por encima de la portada, apartando todo el polvo acumulado, la abrió y en la primera página se podía leer el encabezado:

“Cosas por hacer”

Con la libreta en mano se dirigió al microondas y tomó el bolígrafo que se encontraba reposando en la cestita de los ajos. Fue hacia el comedor, sentándose en la misma silla donde minutos antes había estado Carlos y soltando un pesado suspiro musito en un susurro:


—Llevar a Carlos al terapeuta…

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Glosario/Aclaraciones:

• Carcacho: dícese de algo que está viejo.
• Cuchi/Cuchidad/Cuchisisimo: en mi país Venezuela la palabra “cuchi” es el equivalente de “cute” en inglés o de “kawai” en Japón ^o^.
• Chimbo(a): se refiere a algo malo, algo que es o está mal.
Ej: - Mi padre no me dejó salir el sábado u_u
- ¡Que chimbo! O:
• Wayuu: son aborigenes de la península de la Guajira, sobre el mar Caribe, que habita territorios de Colombia y Venezuela.

N.d.A: si, eso arriba fue Wikipedia XDD huhuhu. En fin queridos lectores, espero y este segundo capítulo de la traumante (algo exagerado el muchacho o.ó) vida de Carlos les haya gustado ^^ y que lo hayan disfrutado tanto como yo disfruté el escribirlo :). La tortura continuará (6) wuahahahahaha.