Los primeros meses viviendo allí, no estuvieron tan mal… Había entablado amistad con Gen, la hija de los dueños, quien gracias a los dioses no había heredado ningún rasgo de su padre, aquel gordo que lo había llevado allí; aparte que la señora Kang, la dueña, solía tenerlo en la cocina, por lo que nadie sabía su “secreto”. Hasta que un día, ella debió ausentarse de su negocio por unos días, debía viajar a una ciudad de la costa, donde recogería a nuevas chicas para el local… Entonces Jaejoong descubriría que aún no había vivido la parte más amarga de su vida…
Cuando iba camino de su habitación, el señor Kang lo abordó, y se metió con él en el dormitorio, cerrando la puerta tras de sí… Jae le pedía que se fuera, reflejándose en su rostro el temor que tenía, aferrándose instintivamente a su ropa, tapándose lo más que podía con ella, pues se sentía desvestido por momentos por aquella mirada lujuriosa, mientras iba acercándose a la pared más alejada, huyendo de la insistente cercanía que el dueño buscaba; una vez estuvo arrinconado, aquel hombre, tras deshacerse de las manos que le impedían abrazar el cuerpo del menor, comenzó a besarlo con desespero y a intentar quitarle la ropa; para su desgracia, Jaejoong no tenía la fuerza suficiente para detenerlo, y en cuanto su torso quedó completamente al descubierto, el señor Kang se separó de golpe…
- “Eres un hombre!... Maldito bastardo… Tu padre y tú habéis querido engañarme…”-Gritaba fuera de sí.
- “No…”- Respondió él en un hilo de voz, aunque desconocía las intenciones de su padre, él jamás quiso engañar a nadie…
Pero aquel hombre no le creyó y se enredó a golpearle en la espalda con una vara, para desquitarse de la supuesta afrenta que le habían hecho; lo malo, es que la expresión de Jae, al ser azotado de aquella forma tan violenta, despertó en el señor Kang el deseo de poseerlo, y tras arrancarle la poca ropa que todavía cubría su cuerpo, provocando lágrimas en sus oscuros ojos, lo tomó a la fuerza, sin delicadeza alguna, enterrando violentamente y de una vez, su miembro en el virgen interior de Jaejoong… Y con ese mismo ritmo siguió hasta que se vino dentro del pequeño. “Al final sí que valdrás para algo… Jajaja…”, dijo antes de salir por la puerta, terminando de colocarse los pantalones, mientras Jae, en posición fetal, se iba encogiendo cada vez más, intentando mitigar el dolor que le abrasaba por dentro, mientras las lágrimas aún bajaban, por la ahora enrojecida, piel de sus mejillas.
Al oír abrirse nuevamente la puerta de su habitación, el corazón se le encogió, e instintivamente, se hizo más un ovillo…
- “Lo siento…”- Oyó decir entre sollozos- “Te curaré lo que mi padre te hizo…” -Era Gen, quien empezó a sanar las heridas que tenía en la espalda- “Debería haber hecho algo, sabía que no venía a nada bueno…”
- “No había nada que pudieras hacer”
- “Cuando le escuché decir que eras hombre… Pensé que no te haría nada…”- Decía mirando la parte baja de la espalda de Jaejoong, quien se había incorporado para facilitar su cura, de donde aún se veían caer residuos del semen derramado anteriormente, mezclados con la sangre que provocó aquella atrocidad de la que había sido víctima.
- “¿Nos escuchaste?”
- “Sí… Desde hace tiempo, suelo escuchar y espiar lo que ocurre en las habitaciones… La curiosidad pudo conmigo… Pero… En cuanto empezó a golpearte… No pude seguir mirando ni escuchando… Me fui… Lo siento…” -Volvió a romper en llanto, mientras Jae se tapaba con su harapiento hanbok, pues había quedado hecho casi girones, al ser arrancado, literalmente, de su piel.
- “No te culpes… No te culpo… No tenemos la fuerza para defendernos…” -Replicó consciente de la situación de ambos, Gen como chica y él al haber sido criado como tal, carecían de la fuerza y la técnica que los hombres van adquiriendo con los juegos y los años.
A Gen , aquellas palabras no le sirvieron de mucho… Sentía que podría haber hecho algo por evitar lo que le había sucedido, tal vez, si hubiese entrado con cualquier estúpido pretexto, su padre se hubiera ido de aquella habitación sin tocarlo… Y eso la torturaba, más aún, porque sabía que esa no sería la última vez que Jaejoong pasaría por ello… Si su progenitor había decidido que fuese su predilecto, su juguete, la nueva atracción de su negocio… Explotaría a su amigo hasta la saciedad, igual que había hecho con cientos de chicas antes que con él; y se preguntaba si Jaejoong tendría la fuerza suficiente para soportar todo lo que le esperaba si se quedaba en aquel lugar.
Cosiendo su vestido, en un intento de que luciera como antes, Jae procuraba no volver a llorar… Aguantando las lágrimas al igual que el dolor que sentía, menor desde que Gen le vendase las heridas de la espalda, pero tan denso en su interior, que casi lo podía masticar… Debía ser fuerte… Quería ser fuerte….
Dejó la aguja y el hilo dentro del pequeño costurero, que había en todas las habitaciones, y éste dentro del único mueble, aparte de una minúscula mesita, que tenía en el dormitorio, todo esto procurando moverse lo menos posible, por lo que, cuando quiso ponerse de pie para salir de la habitación, sintió como si le pegasen un fuerte latigazo, que lo hizo caer nuevamente al suelo con un ronco quejido… Aún así, al cabo de unos minutos, volvió a intentar levantarse, apretando bien los dientes, aguantando las punzadas que amenazaban con hacerle caer nuevamente al piso, y cuando consiguió mantenerse… Fue caminando de apoco, apoyándose en las paredes más veces de las que quisiera, hasta la cocina, para ayudar a la mayor de las mujeres que allí vivían, a preparar la cena, cometido que le fue encargado por la señora Kang antes de marcharse, y teniendo en cuenta que, hacía cosa de una semana, se había enterado que su padre había perdido la casa, no tenía ningún lugar al que regresar… Le gustase más o menos… Aquel sitio, ahora era su hogar… Al menos, un sitio donde comer y dormir caliente en aquellos días de frío y crudo invierno; por lo que se sentía en la obligación de no contrariar los deseos y órdenes de aquella que le daba cobijo.
Jeon Bo, era una mujer de unos cuarenta años, que ya apenas era solicitada por los clientes, pero teniendo en cuenta que, la mayoría habían sido vendidas o entregadas en pago siendo prácticamente niñas, conociendo sólo el poder que el sexo les otorgaba, y que poco más querían aprender…, el hecho de que supiera cocinar, le aseguraba un lugar en aquella casa. Le encantaba tener cerca a Gen y a Jaejoongie, pues eran como esas hijas, que por el trabajo que desempeñaba, jamás se vio con la facultad de tener, pues quedarse embarazada de un cliente suponía quedarse en la calle, a la espera de que el padre de la criatura, quisiera hacerse cargo… Cosa poco probable, pues todos eran “respetados hombres casados”.
- “Hola Jaejoongie… Ya pensaba que no venías a ayudarme.”- Dijo con una amplia sonrisa, que pronto desapareció de su rostro.- “Pero qué te pasó mi vida… Mírate… Apenas si puedes andar…”- Decía mientras se acercaba a Jae y le ayudaba a tomar asiento.
- “Fue mi padre…”- Contestó Gen que recién entraba en la cocina.- “Jaejoongie, deberías haberte quedado en la cama…”
- “Pero debo ayudar a Jeon Bo… Tu madre me dijo que lo hiciera…”
- “Déjalo… Hoy no te encuentras bien…”
- “Pero…”
- “Ninguna de nosotras se lo va a decir a la señora”- Dijo Jeon , siendo consciente del posible temor de Jae.
- “Yo la ayudaré, así que no te preocupes.”
- “Gracias.”
- “¿Quieres que te ayudemos a volver a tu dormitorio?”
- “No, Gen, gracias… Prefiero quedarme un poco más aquí…”
- “Como quieras.”
Jaejoong tenía su razón para no volver a su habitación, y es que aquellas cuatro paredes le recordaban lo que le había pasado hacía apenas una media hora antes… Además… prefería estar con gente, porque, siempre que había alguien alrededor, el señor Kang no le hacía nada, lo contrario de las veces que se lo había cruzado a solas, cuando alguna mano de aquel sucio hombre, había parado de forma algo violenta en su trasero, o había intentado posarse sobre su pecho, o acariciado lascivamente su brazo… Sí, definitivamente, lo mejor era quedarse con ellas, al menos, hasta que no le quedase más remedio que volver a su habitación.
Durante la cena, podía sentir su mirada fija en él, aquella que le iba retirando el apetito, remplazándolo por arcadas, aquella que le hacía entender que esa noche se repetiría lo ocurrido aquella tarde, esa mirada que deseaba no volver a sentir jamás… Y su cuerpo empezó a temblar de forma casi imperceptible, pues el miedo se iba apoderando de él, las lágrimas amenazaban con agolparse nuevamente en sus ojos, y en su mente sólo se repetía la misma pregunta una y otra vez… “¿Cuándo acabará esta pesadilla?”.
No pasó mucho tiempo desde que todos los habitantes de la casa se fueran a dormir, cuando el señor Kang comenzó a recorrer los pasillos que separaban su dormitorio, del de su nuevo objeto de deseo…. Casi todas las mujeres que ejercían la prostitución en su local, por no decir todas, habían pasado antes o después por su cama; algunas simplemente una noche, otras habían llegado a estar más de un mes ostentando el “galardón” de ser la favorita del dueño, lo cual solía ser sinónimo de favores, por lo que en ocasiones habían peleado por estar con él, pese a su apariencia; pero él… Igual de rápido que se encaprichaba… Igual se cansaba de ellas… Su interés sólo se basaba en el placer que pudieran otorgarle sin caer en la rutina, y tenía bastante claro que si, en cinco minutos, no se la levantaban, la chica en cuestión pasaba a ser una más del montón… Otra puta más que debía trabajar para que él o su esposa no la corrieran a patadas de aquel lugar. Jamás había estado con un hombre, porque era algo que no le había nacido, él había sido un mujeriego infiel desde siempre, y sin embargo… Tras probar a Jaejoong… Por todos los dioses… Ahora era sólo mirar al pequeño y su miembro se endurecía y palpitaba, instándole a hacerlo suyo nuevamente… El simple recuerdo de aquellos gestos, aquellos gemidos de dolor, esas lágrimas recorriendo sus mejillas, esos ojos cerrados, aquel cuerpo tensándose y encorvándose a cada embestida, la estrechez que aprisionaba su erecto pene… Lo llevaban a masturbarse, algo que hacía mucho tiempo que no hacía, y que le mostraba el deseo que había conseguido despertar en él, uno que amenazaba con volverle loco si no lo poseía.
Jaejoong había apagado aquel resto de vela, apenas un cuarto de la medida original era lo que quedaba de ella, que iluminaba su habitación; Gen lo había acompañado hasta ella y se habían despedido en la puerta, dando gracias a los dioses de que su padre pareciese haber bebido más de la cuenta, y se hubiese retirado a su dormitorio antes de que todos terminasen de cenar; se desvistió y tumbó sobre su futón, tapándose con la gruesa manta que le aislaba del frío de la noche, cerró los ojos e intentó apartar de su memoria las imágenes que le evocaba aquel lugar, debía intentar dormir… Mañana sería un nuevo día.
La puerta corrediza se deslizó sutilmente, apenas emitiendo un ligero chirrido, producido por las maderas al rozarse, al abrirse y cerrarse; la habitación estaba a oscuras, pero el inquilino de ésta supo discernir al inesperado invitado a hora tan tardía, viendo en la penumbra su silueta recortada por la mortecina luz de la luna llena que entraba por el fino papiro que cerraba la ventana; su corazón se contrajo… No podía ser que le ocurriera de nuevo… No podía estar aquel odioso hombre en su dormitorio, acercándosele nuevamente, con las mismas intenciones que tuviera en la tarde… Debía ser una pesadilla… Pero el pestilente olor a alcohol y tabaco mascado que emanaba de aquella sombra que se acercaba a gatas hasta donde él estaba… Eran inconfundibles… Y demasiado reales…. El pánico, o lo que fuera que sentía en ese momento, lo paralizó, impidiéndole actuar… Aunque… ¿Qué podría haber hecho cuando una fuerte mano arrebató de un solo jalón la manta que lo cubría, dejando al descubierto su cuerpo desnudo?
- “Ja… Así me gusta… Que me pongas las cosas fáciles… Aunque antes…- Decía mientras tocaba lascivamente el torso de Jaejoong e iba bajando su mano, camino de su miembro.- También me has excitado… Me gustó que te pusieras difícil… Que me hicieras tener que domarte…”- Y apretó firmemente aquel trozo de carne, con la intención de ponerlo duro, de arrancarle aquellos gemidos que lo hicieran encenderse más y perder el control, haciéndole poseerlo salvajemente.
- “NO…”- Gritó, mientras con ambas manos aferraba el enorme brazo, que había comenzado con aquel movimiento ascendente y descendente, para darle supuesto placer.- Por favor… No… Pare… Por favor… Déjeme…”- Lloriqueaba, suplicaba… mientras intentaba, en vano, que el señor Kang cesase en su cometido.
- “No Jaejoongie… No pienso dejarte… No… Hasta que termine…”- Fue la respuesta que obtuvo, antes de que se abalanzase sobre la sensible piel de su cuello.
- “Basta… Por favor…”- Seguía diciendo, intentando, con todas sus fuerzas, alejarlo… Sus manos estrellándose fuertemente contra aquella mole de carne, que lo aprisionaba contra el piso.
- “Ya basta…- Dijo firmemente el señor Kang, mientras que con una sola mano, conseguía sujetar por las muñecas ambos brazos de Jae, por encima de la cabeza del pequeño.- No te conviene que me cabreé… O lo pasarás bastante mal…”- Amenazó, en tanto que su mano libre volvía al cometido de masturbar el miembro del menor.
- “…”- ¿Aún podía pasarlo peor?...
La voz de Jae se perdió en su garganta, sólo podía llorar, cerrar los ojos, apretar los dientes para soportar el dolor que sentía por que las heridas de su espalda se habían abierto nuevamente, y rezar porque nada más ocurriera…. Pero, en cuanto el señor Kang soltó su miembro, y puso su mano entre sus muslos… Volvió a abrir los ojos… A gritar… A intentar zafarse del agarre al que éste lo tenía sometido… A luchar por mantener las piernas juntas, impidiendo el acceso a su entrada, de aquel glande que sólo sabía clavarse como un cuchillo en su interior, desgarrándole por entero, provocándole… sólo… dolor.
Aunque los gritos de Jaejoong lo encendían… La verdad es que a esas horas de la noche, cuando no había ningún cliente en el local, llamaban mucho la atención, así que el señor Kang procuraba callarlo, apoderándose, para ello, de los labios del pequeño con su enorme boca; hasta que éste, en un intento desesperado por recobrar el aire y liberarse de él, le mordió el labio.
- “¡AH!- Gritó de dolor.- Maldito bastardo…”- Dijo soltándole una bofetada, contemplando por un instante la piel enrojecida del joven bajo su cuerpo, como guardaba ahora silencio, sólo sollozando, con la mirada fija en cualquier punto de la pared.
- “…”- Apenas ligeros sollozos… Sus labios cerrados, obligando al aire entrar y salir por su nariz… Su cuerpo vibrando por los hipidos del llanto, hasta el comienzo de las terribles embestidas... Quiso centrarse en un agujero que había en la pared de su cuarto, para intentar no sentir lo que estaba viviendo nuevamente.
Hacía apenas una hora que el sol había despuntado por el horizonte, haciendo que la mayoría de los habitantes de aquella casa comenzaran con las tareas domésticas que cada cual tenía encomendada, pero a Gen ya le resultaba extraño no haber visto a Jaejoongie por el patio interior, ni tan sólo asomarse a la ventana de su cuarto extendiendo el futón para que se airease, de modo que fue a buscarle, encontrándole como el día anterior, sólo que esta vez, la sangre del joven había manchado también ligeramente su cama.
- “Jaejoongie…- Gritó asustada y corrió para ver el estado de su amigo, postrándose de rodillas a su lado, tomándole entre sus brazos, para poder verle mejor el rostro.- Por todos los dioses… ¿Qué te pasó?”- Preguntó asustada al ver el morado que cubría gran parte de la cara del pequeño.- “No me digas que mi padre…”- Preguntó, sabiendo de antemano la respuesta, con sus ojos empezando a anegarse en lágrimas.
- “…”- Sólo lloró, acurrucado contra el pecho de Gen, agarrándose al hanbok de su amiga, como cuando se aferraba y lloraba contra el seno de su madre tras haberse hecho daño.
- “Lo siento… Jaejoongie… Lo siento…”- Era lo único que podía decirle, mientras le abrazaba intentando consolarle; y siendo consciente, ahora más que nunca, de que su padre le haría la vida imposible en esa casa.
Gen volvió a curar la maltrecha espalda de Jaejoong, le ayudó a vestirse y a arreglarse el pelo, recogiéndolo con distintos adornos, dejando parte suelto, la suficiente para cubrir el incipiente morado que tenía en su enrojecida mejilla derecha, junto con un fino corte cerca del labio, de modo que esa parte del pelo, le tapaba prácticamente medio rostro; tomaron entre los dos el futón y las viejas vendas que habían cubierto la espalda de Jae, salieron al patio interior, y mientras Gen sacaba agua del pozo, él depositaba todo en el interior del abrevadero donde bebían los caballos cuando estaban allí, para empezar a lavarlo todo. Recogieron la colada después de comer, una vez estaba bien seca; volvieron a la habitación de Jaejoong, la adecentaron un poco, y allí se quedó Gen con él hasta que se fueron a cenar, impidiendo que el padre, al menos durante ese tiempo, tuviera algo con Jae.
Durante la cena, muchas de las chicas cuchicheaban, y no hacía falta escucharlas, ni ser adivinos, para saber que era sobre el morado en el níveo rostro de “la joven” Jaejoongie, visible por entre los mechones de su cabello, que lo ocultaba parcialmente. ¿Sería aquel moratón el motivo por el cual el señor Kang lo dejó tranquilo?, ¿ya no le resultaba atractivo?, o ¿había otra razón?...Varias se barajaron en la cabeza de Gen y Jeon Bo, principalmente, pero quizás ninguna conocía la verdadera razón de por qué, de pronto, el dueño del local había parecido perder el interés por su nuevo juguete aquella noche.
El señor Kang sabía perfectamente, que no tardarían en relacionar el morado con él; para toda la casa, o eso creía, pues ignoraba el hecho de que Gen les escuchó, haciéndose así partícipe del secreto, Jaejoongie era una chica de catorce años, casi recién cumplidos, de una singular belleza, blanca piel… Del tipo que solían llamar su atención, aunque, realmente, no le hiciera ascos a nada que tuviese un par de buenas razones, como mínimo formándose, en su delantera y un orificio húmedo donde enterrar sus ganas…, al igual que sabían que “ella” jamás había estado con clientes, pues desde que entró a aquella casa, la señora le había puesto directamente a ayudar a Jeon Bo y Gen con las tareas de la casa; de hecho, estaba convencido de que ya todas habían llegado a esa conclusión, pues alguna que otra miraba a Jaejoong con desprecio, al sentirse desplazada y sin sus privilegios, que solían pasar a la siguiente favorita, y temía que, por despecho, alguna de esas furcias, que ahora no le resultaban en lo absoluto tan deseables, le fuera con el chisme a su esposa, quien, o bien lo echaba a él de la casa, o el que saldría fuera sería el pequeño Jaejoongie, y ninguna de las dos cosas le convenía, pues con ambas perdía a su nuevo objeto de deseo y placer. De modo, que por una vez en su vida, que él hiciera memoria, hizo lo más razonable… Dejaría al joven durante unos días, los necesarios hasta que desapareciera prácticamente la marca que él dejara con aquella bofetada sobre su rostro.
Habían sido cuatro días en los que había podido dormir tranquilo, en los que las manos del señor Kang parecieron buscar pechos más voluminosos, cuerpos más femeninos para satisfacerse… Días en los que Jaejoong había vuelto a sonreír.
Gen, por el contrario, no se fiaba demasiado… Había sido demasiado rápido el desinterés, más si tenía en cuenta que no había entrado ninguna chica nueva que pudiera haber captado su atención, y que por mucho que las otras se le insinuasen a su padre, en busca de que éste las protegiera y conservasen su lugar cuando su madre volviera con las nuevas, en su mirada ya no discernía aquel deseo que más de una vez había visto en otras muchas ocasiones. Estaba claro que su padre pretendía algo… Aunque ignoraba el qué. Pero estaba feliz por su amigo, porque volvía a ser el mismo de antes de que todo pasara.
La noche del quinto día, el señor Kang llamó a Jaejoongie y le pidió que estuviera en el gran salón, donde los clientes escogían con quien tendrían sexo aquella noche, para servir las copas que pidieran; algo que no le extrañó demasiado a Gen, puesto que ella misma se había encargado ya en alguna ocasión, así que se ofreció a ayudarle, porque esa era una de las noches con más clientes del mes.
Entre los asiduos al local de los Kang, había de varias clases de la sociedad coreana, desde simples granjeros, que igual habían vendido una cabeza de su ganado por pasar un rato con alguna de las chicas; hasta ministros y generales que podían permitirse pagar a dos y permanecer hasta el alba. Uno de estos últimos, y que gozaba de gran favoritismo en el local, todas las chicas deseaban ser las escogidas, pues tenía merecida fama de ser buen amante, era un general de la guardia real, Song Hyu Neul; quien, tras estar durante un mes fuera de la ciudad por motivos de trabajo, había decidido dejarse caer por allí para desestresarse, tal vez con un par de chicas esa noche. Pero eso fue hasta que sus negros ojos se posaron sobre la blanca piel y negra melena de Jaejoong, y decidió que sólo “ella” sería quien acaparase toda su atención.
- “Señor Kang.”
- “Sí, general Song… Dígame… ¿Ya escogió?”
- “Sí… Quiero que sea ella”.- Dijo señalando a Jaejoongie.- “¿A no ser qué haya algún tipo de impedimento…?”- Preguntó, recordando que años atrás, cuando se interesó por otra joven, los dueños se negaron, pues era su única hija y no la tenían a disposición de los clientes, ni siquiera para alguien tan influyente como él.
- “No mi señor… Ningún impedimento”.- Sonrió de medio lado.- “En seguida la mando al dormitorio.”
Y le indicó cómo llegar a la habitación, para que se fuera acomodando en tanto “la chica” terminaba de servir las copas pedidas por los clientes que se encontraban en ese momento, y la preparaba para que le atendiese como era debido, en una persona de su rango.
La sonrisa de Jaejoong no había apenas desaparecido de sus labios en casi toda la noche, todo y pese a los pellizcos en su trasero por parte de los clientes, que amenazaban con dejarle morados al día siguiente, pues el señor Kang sólo se había limitado a ponerle a servir copas, y ahora, incluso le había dicho que podía retirarse a su dormitorio a descansar. Así, fue camino de su cuarto, algo cansado de estar continuamente yendo y viniendo de la cocina al salón con la bandeja llena de vasos y botellas, decidido a dejarse llevar por Morfeo a su mundo irreal, aquel en el que era feliz estando junto a Gen, la única persona de corazón puro que había conocido en toda su vida. Justo al entrar a su dormitorio, pasó por allí Jeon Bo camino del suyo, tras haber lavado la mayoría de vasos, y se desearon “buenas noches” mutuamente; por lo que cerró la puerta dando la espalda al interior de su cuarto, y no fue hasta que se giró, que notó que no estaba solo en aquella estancia.
- “¿Qui… quién es usted?... qué… ¿qué hace aquí?”
- “Como si no lo supieras…”- Dijo con su voz ronca del deseo, mientras se iba acercando lentamente hacia su víctima.
- “Yo… no…”- Dudó en a quién pedir ayuda, sabiendo que sólo el señor Kang podría hacer algo; e intentó abrir la puerta para salir de allí con dirección al dormitorio de Gen.- “Por favor… Márchese.”
- “No… He pagado mucho dinero por ti… Por tenerte toda la noche… No pienso perderlo sin sentirte.” - Fue la respuesta que obtuvo Jaejoong, acompañada de un jalón que lo hizo alejarse de la puerta y caer sobre su futón, mientras él la cerraba y se le acercaba con paso firme.
- “Por favor…”- Pedía temblando, medio tirado, tal y como había caído.
- “Ya te dije… Eres mía durante toda la noche.”- Bajando hasta su lado, comenzando a besar el rostro, los labios, bajando por el cuello…- “Y no sabes lo que me excita saber que soy el primero.”- Añadió en un susurro contra el oído del menor, pensando, por sus peticiones, que jamás antes había mantenido relaciones sexuales con nadie, y por tanto él sería quien explorase aquel virginal cuerpo, en busca de todo el placer que le pudiera dar.
- “No… por favor…”- Suplicaba, intentando que las manos del general no le desataran el hanbok; sabía como había reaccionado el señor Kang, pero ignoraba lo que le haría él, cuando descubriera que bajo aquel vestido, se encontraba el cuerpo de un hombre y no el de una mujer.
- “Ya me cansé…”- Gritó harto de batallar con las manos del menor, y arrancándole la fina camisa que ya sólo cubría aquel cuerpo que deseaba probar.- “Eres… un hombre…”- Dijo desconcertado, mientras Jae se cubría el pecho, preparado para recibir, como mínimo, una paliza similar a la que le diera el dueño del local.
- “Sí.”- Se escuchó la voz del señor Kang, quien no tardó en aparecer abriendo la puerta, tras la que había estado escuchando prácticamente desde que Jae entrase.
- “¿Osáis involucrarme con un hombre?... ¿Qué pretendéis Kang Chul Yong?, ¿acaso hacerme algún tipo de chantaje?”- Cuestionaba, realmente enfadado, el general, el propósito del hombre que tenía frente a sus narices, y que le dedicaba una sonrisa.
- “No mi general… Nada más lejos de mi intención… Pero… Ya sabéis que aquí siempre os ofrecemos lo mejor… Y, mi señor, os aseguro que una vez probéis a este chico… No querréis nada más.”- Sentenció, mirando con lujuria el torso desnudo de Jaejoong, que lo miraba aterrorizado, teniendo por seguro lo que pasaría a continuación.
- “No…”- Gritó casi ahogado por el pánico, incorporándose y aferrándose, suplicante, a la camisa del señor Kang.- “Por favor… No”- Meneaba su cabeza, instintivamente, mientras pronunciaba esas palabras y con sus lágrimas empezando a recorrer sus mejillas.
- “Tranquilo… Hoy será él.”- Dijo mirando de reojo a Hyu Neul.- “Pero… Vas a mostrarle cuánto se puede divertir contigo.”- Sonrió malévolamente de medio lado, mientras se desanudaba el cinturón, dejando caer después su pantalón al suelo.- “Arrodíllate”- Ordenó, a la vez que, con sus fuertes manos, lo ponía en esa posición a muy pocos centímetros de su miembro, erecto sólo de la idea y la imagen de Jaejoong, que lo miraba suplicante, con su rostro bañado en lágrimas, que no hacían más que excitarlo en mayor grado.- “Chúpala.”- Exigió.- “Y cuidado con cometer alguna tontería como la del otro día.”- Amenazó, recordando cuando le mordió el labio, colocando el acerado y frío filo de una daga contra la fina piel del cuello del menor; e introduciéndole, pocos segundos después, su virilidad en la boca.
- “Agh…”- Apenas un grito, ahogado por aquel miembro que invadía su boca, unas incipientes arcadas, y un extremo esfuerzo en controlar que sus dientes no hicieran presa, en un acto involuntario, de aquel trozo de carne.
- “Eso es… mmmmmm… así…”- Decía mientras iba moviendo la cabeza de Jaejoong acompasadamente.- “Os garantizo que no sentiréis nada igual…mmmmm…”- Decía, dirigiéndose al general, sin cesar en su quehacer.- “Si incluso os estáis excitando sólo de verlo…”- Sonreía entre complacido y excitado, viendo como crecía lentamente, pero con firmeza, de tamaño el miembro del general, quien había empezado instintivamente a masturbarse ante la estampa que estaba presenciando y que despertaba sus ganas.
- “…”- Las lágrimas de Jae no cesaban, tampoco las arcadas que se formaban en la boca de su estómago y que clamaban, cada vez más fuerte, porque le mordiera para poder recuperar el aliento.
- “Mirad lo apetecible que es…”- Decía subiendo la falda del hanbok, dejando al descubierto el trasero del menor, que, por el movimiento que hacía por la felación, incitaba al general a querer probarlo.- “Su estrechez os hará llegar al reino de los dioses.”
- “Mmm… es… tan estrecho… apenas si entra…”- Se quejó, mientras intentaba introducir su miembro en el interior de Jaejoong.
- “Esperad un momento… Esto os lo facilitará…”- Dijo el señor Kang, derramando poco a poco, el vino de una de las botellas que había llevado el general Song a la habitación, para que ejerciera de lubricante.
- “Oh… sí…mmmm…”- Gemía de placer, mezcla de lo que sentía entre las paredes de Jaejoong y el hecho de estar manteniendo relaciones con dos hombres más, algo que no había hecho jamás, pero que le resultaba tremendamente excitante y adictivo.
Ante esa estampa, el señor Kang aumentó el ritmo del movimiento que sus manos daban a la cabeza del menor, pues estaba a punto de irse, justo en el momento en que Jae, tras la punzada de una fuerte arcada y no queriendo morder al dueño, por temor a que le cortase o apuñalase, si no lo mataba, consiguió zafarse del agarre y sacarse el miembro entero de la boca, por lo que el semen del hombre gordo, acabó salpicado en la cara de Jaejoong.
El placer que Hyu Neul sentía, era algo indescriptible, así como el deseo que se encendió en él al ver la semilla del señor Kang sobre el rostro de aquel joven que ahora estaba poseyendo; llevándole a acometerlo de forma más violenta, buscando el llenarlo con su esencia.
El cuerpo de Jaejoong ya se veía impotente para registrar más dolor… El de su estómago, por aquellas arcadas, que, a pesar de ya no tener el miembro del señor Kang en su boca, parecían negadas a abandonarle esa noche, y el doble que le producía los desgarros del pene del general en su interior, acompañados del ardor del alcohol del vino, cuando el miembro abandonaba fugazmente su interior, y éste, se llenaba con gotas de aquel licor utilizado para lubricarle y favorecer que fuese penetrado.
Al amanecer, Gen ya se asomaba a su ventana, estirando bien los brazos para deshacerse del poco sueño que le quedara, mientras respiraba el fresco olor del rocío de la mañana sobre la hierba del jardín que había en el patio interior y disfrutaba del calorcito de los primeros rayos de sol; hasta que una imagen, le hizo taparse la boca para no gritar primero, y reprimir una incipiente arcada después, mientras sus lágrimas se apresuraron en recorrer sus mejillas; y es que no quería admitir lo que sus ojos veían… Al general Song y a su padre, salir de la habitación de Jaejoong…. No tardó en recorrer los metros que separaban su dormitorio del de su amigo y, de pie frente a la puerta, temer lo que iba a encontrar en el interior de aquel cuarto donde, suponía, aquellos dos, que se hacían llamar hombres, habían abusado del menor, que apenas si tenía la fuerza para defenderse de uno. Deslizó con cuidado la puerta, tan apenas, para poder discernir el cuerpo desnudo de Jae acurrucado sobre su futón, y con el mismo cuidado la cerró; volvió al patio interior, tomó el cubo del pozo y sacó agua, fue a la cocina, encendió el fuego, puso el agua dentro de una vasija y ésta junto a la lumbre para que se fuera calentando; mientras tanto, entró al cuarto que reservaban para la ropa limpia, y de allí tomó unas toallas, unos trapos y uno de sus vestidos, después regresó a la cocina, apartó la vasija del fuego, buscó en una de las estanterías hierbas medicinales y algunos emplastes que sirvieran para calmar el dolor, lo puso todo en una bandeja, y volvió a la habitación de Jaejoong.
- “Soy yo.”- Dijo conforme abría la puerta, para que él no se asustase.
- “No deberías estar aquí…”
- “¿Por qué eres un hombre?”- Preguntó mientras depositaba la bandeja en el suelo y humedecía uno de los trapos en el agua tibia, para comenzar a limpiar el cuerpo de su amigo de los restos que habían dejado en él, los acompañantes no deseados que tuvo por la noche.- “¿O es acaso porque estás desnudo?”
- “…”- Hizo una mueca, que le hizo ver que era por ambas cosas.
- “Tranquilo… No eres el primero al que veo.”- Sonrió un poco, más que nada, en un intento de que Jaejoong se sintiera más cómodo.- “Te recuerdo que solía espiar lo que pasaba en las habitaciones… Además, ya te he visto antes…” –Mientras iba pasando la improvisada esponja, por la espalda, aún algo marcada de su amigo.
- “Ya.”-Se incorporó, permitiendo a Gen que le asease mejor.
- “Después te pondrás este hanbok.”- Dijo, señalándole con la mirada el vestido que estaba doblado sobre el suelo, cerca de la bandeja.- “El tuyo ya está inservible, gracias a esos bestias…”- Y parecía que algunas lágrimas querían escapar de sus ojos.
- “Pero es tuyo… No…”
- “Si se quiere enfadar mi padre, que se enfade… Que no te hubiera roto el tuyo… O que no hubiese permitido que ese mal nacido te lo quitara a la fuerza…”- Aguantaba las ganas de llorar y la rabia que sentía.- “Por su culpa… tendremos que lavar tu futón otra vez… y quiero pensar que es sólo vino lo que hay sobre él y el piso…”
- “Sí…”
- “El pequeño corte que tienes en el cuello… ¿Te lo hizo mi padre?”- Y el que Jaejoong desviase la mirada, le hizo entender que así era.- “Encontraré la manera de sacarte de aquí.”- Sentenció firmemente, su padre había llegado muy lejos.
- “Gen.”- La miró con ternura… Era la primera vez que se sentía realmente querido por alguien.
La joven Kang terminó de asear al joven, y lo ayudó a vestirse, igual que lo hiciera unos días atrás, y a disimular, en esta ocasión, el rasguño que tenía en el cuello, ya que, aquellos que tenía en el resto del cuerpo, los cubría el hanbok.
Volvieron a sacar el futón de Jaejoong, para lavarlo junto con las vendas, los trapos y la toalla que había utilizado para limpiarle; el vestido que llevó puesto el joven la noche anterior, terminó siendo cortado y formando parte de todos aquellos trapos que usaban para la limpieza de la casa, y fueron, junto con Jeon Bo, al mercado de la ciudad, a comprar los ingredientes necesarios para la comida de ese día y mirar nuevos hanboks para Jaejoong, pues los que tenía le estaban quedando un poco pequeños, además de ser ya bastante viejos, y para Gen.
Aquella noche, por desgracia, volvió a ser el objeto de deseo del general, al igual que la que le siguió… Cada noche era una pesadilla sin fin, pues cuando terminaba el general, venía el señor Kang a disfrutar su parte de él, y… Él… Sentía que ya no podía más… Necesitaba escapar.
Gen ya le había avisado de que su madre solía tardarse semanas, cada vez que salía de viaje, pues el trayecto era largo y pesado, así que hacían varias paradas para que todos, incluidos los caballos, descansasen y recobraran fuerzas, porque tenía la idea, tal vez absurda, de que si ella regresaba, todo volvería a ser como antes; y tan apenas había pasado cerca de dos… Pero dos interminables días… Dos que se le hacían un mes… Ya no podía aguantar otra noche más…
Tenía el cuerpo medio entumecido, pues esa tarde había sido algo más salvaje que otros días, ya que era seguro que el general quisiera acapararlo para él solo toda la noche, y el señor Kang no estaba dispuesto a renunciar a la ración diaria de su cuerpo…, Gen había salido con Jeon Bo a comprar lo que haría falta para la cena, el dueño, después de haber abusado de él, seguramente se habría ido a echar un rato hasta que oscureciera, momento en que empezarían a llegar el grueso de clientes, y las chicas… A ellas estaba seguro que les daría igual verlo salir. Así que se armó de valor, se adecentó para no llamar la atención una vez saliera a la calle, y se fue perdiendo por los callejones que formaban las casas; estaba decidido a no volver a aquel lugar… Lo único que sentía, era no haberse despedido de Gen y Jeon Bo, las dos únicas personas que le habían ofrecido cariño.
Kang Chul Yong no podía creérselo… ¿Qué realmente nadie había visto salir a Jaejoongie?... Había ido a tumbarse un rato, tras haber estado “jugando” con él; pero se espabiló al poco, cuando su hija y la cocinera comenzaron con los preparativos de la cena, y algunas de las chicas se quejaban porque no les tenían preparados sus vestidos… Fue entonces que marchó en busca del joven a su habitación, para que ayudase a Jeon y Gen, haciendo que las otras se callasen en sus quejas, y así el pudiera dormir un poco más, y se encontró con el dormitorio vacío… ni rastro de Jae ni de su ropa…. Había salido corriendo al patio interior, donde estaba todo el mundo, y preguntado casi una por una si habían visto a Jaejoongie salir de la casa, o si le habían pedido que fuera a algún lado, y toda respuesta que obtenía era negativa… Así que sólo cabía una explicación, se había escapado; sólo esperaba que no hiciera mucho, y encontrarlo antes del anochecer, cuando iría Song Hyu Neul preguntando por él.
Las calles se iban tornando frías y oscuras, más aquellas en las que él se metía, esperando que jamás lo encontraran, ni el señor Kang, ni el general, ni ninguno de los muchos clientes que alguna vez habían pujado por acostarse con él, tras ver lo “solicitada” que era por el militar…. Rehuía de las miradas “¿qué hace una chica sola andando por la calle a estas horas?,” e iba escondiendo su rostro con la chaqueta del hanbok que le dio Gen. Había alcanzado ya las afueras de la ciudad, y un bosque se extendía ante él… Tenía miedo de entrar, pues ignoraba la clase de animales salvajes que podía encontrarse, pero sabía que volver atrás, suponía la posibilidad de que uno de los dos hombres que abusaban de él, principalmente, lo hallasen e hicieran regresar a aquella rutina tan placentera para ellos, y tan detestable para él.
Para su fortuna, ver a una mujer andar sola por la ciudad, no era algo muy habitual en aquella época, así que enseguida supo donde se encontraba su objetivo, y hacia allí se dirigió lo más rápido que le llevó su caballo.
- “Así que aquí estabas…”- Gritó el viejo Kang, haciendo que su víctima girase a verle.- “Vas a pagar bastante caro el haber intentado escapar…”- Dijo azotando su caballo, encaminándose al galope donde estaba Jaejoong, quién había salido corriendo, temiendo que el animal fuera incitado a patearlo sin compasión.
- “No… por favor…”- Suplicaba con voz cansada, por el esfuerzo de la carrera, en su vano intento de escapar, pues el señor Kang no tardó, con su montura, en situarse delante de él y cortarle el paso.
- “Vas a volver ahora mismo… Tienes un cliente muy importante… al que no se le puede hacer esperar.”- Dijo inclinándose un poco, lo suficiente para tomarle de la muñeca fuertemente, y casi levantarlo para hacerlo subir al caballo.
- “No…”- Chilló por el dolor y el miedo.
- “No me hagas bajar por ti…”- Amenazó, con los ojos inyectados en sangre de pura ira.
Jaejoong, ante esa mirada, no pudo más que subir al caballo, y rezar a los dioses porque el castigo que le impusieran no fuese demasiado duro… Aunque ya sabía que era en vano, pues seguramente lo sería.
Gen, que se había sentido aliviada cuando su padre apareció gritando porque no encontraba a Jae en su cuarto, se sintió desolada al verle regresar con el joven; más aún, cuando vio como éste era arrastrado, casi literalmente, hacia su cuarto.
Cuando llegaron a la habitación el señor Kang lo obligó a desvestirse, mientras clavaba una de las argollas de hierro de las que tenían para atar a los caballos en el establo, y con una soga, ató firmemente las muñecas de Jaejoong a ésta, obligándole a estar de rodillas y recargando sobre sus antebrazos la parte superior de su cuerpo, pues la ligadura no le permitía prácticamente movimiento alguno; y no tardó mucho en hacer pasar a quien se encargaría de la siguiente parte de su castigo…
- “¿Pretendías escapar de mí?”- Dijo aquel hombre atravesando la puerta y cerrando tras de sí.- “¿Acaso no disfrutas tanto como yo?... Para ti debería ser un honor…”
- “…”- Silencio, lágrimas sin sonido recorriendo sus mejillas, pero lejos de la visión del general, pues miraba al lado contrario, no quería darle la satisfacción de verlo llorar.
- “En fin… si hoy no quieres hablar… tampoco te voy a pedir que lo hagas…”- Rió malévolamente, para después lamer lascivamente la piel del cuello y el rostro de Jaejoong.-“Al menos tus lágrimas siguen ahí para mí.”- Añadió al notar el salado sabor sobre las mejillas.
Si de normal, es decir, mientras Jae podía moverse e intentar defenderse de sus agresiones sexuales, le ponía… Ahora, que lo veía atado y a su completa disposición, en la postura perfecta para poder entrar lo más hondo en él… Lo estaba volviendo loco…; de modo que no se anduvo con rodeos, se posicionó tras él, separándole las piernas, e introdujo, de apoco, más por disfrute personal que por esperar a que la entrada de Jaejoong se acostumbrase a su intromisión, su miembro en aquel apetecible y cálido lugar, que tanto deseaba…. Una vez todas sus ganas fueron saciadas, salió de la habitación, con una sonrisa triunfal en los labios, mirando hacia el interior, antes de cerrar la puerta, y viendo al menor tumbado casi, boca abajo, gimiendo ligeramente de dolor, y dejando brotar sus lágrimas...
Al poco, la puerta volvió a deslizarse, dando paso en la penumbra, a una figura que el joven conocía perfectamente, y a la que aborrecía tanto como a la que se acababa de marchar… Pues sabía perfectamente a lo que venía.
Nada más vio salir a su padre de la habitación, entró ella.
- “No… No me sueltes…”- Pidió a una desconcertada Gen.
- “Pero Jaejoongie…”
- “¿Podrías atarme después igual?”
- “¿Atarte?”
- “Tu padre se ha ido dejándome atado… Si mañana me encuentra desatado, limpio o vestido… No le costará deducir que fuiste tú… no… no quiero que sufras por mi culpa…”
- “Jaejoongie…”- Dijo con su voz llena de ternura.
- “Sólo quédate un poco conmigo, ¿sí?”
Gen se acercó un poco más a Jaejoong, se sentó sobre sus propias piernas, y dejó que su amigo se recostase, lo que podía, sobre su regazo; comenzó a acariciarle el cabello y a tararear una canción, con la que él se fue, poco a poco, quedando dormido. “Te prometo que te sacaré de aquí… sólo… dame tiempo…” Susurró casi imperceptible, para no despertarlo, y se inclinó para besarlo en la mejilla, provocando que se moviera ligeramente, lo que aprovechó para decirle que debía irse; Jae se incorporó ligeramente y volvió a recostarse sobre el suelo, quedando nuevamente dormido.
En la mañana, el señor Kang desató las ligaduras que tenían a Jaejoong en el suelo, y se quedó un rato observando como se vestía, aunque le hubiese encantado contemplar la acción contraria… Le ordenó que fuese a preparar el desayuno y él permaneció en la habitación, comenzando a actuar una vez vio al menor doblar la esquina del corredor…. Le había gustado poseerlo mientras él estaba atado, al igual que al general, y ambos coincidían también en el deseo de volver a hacerlo, pero en otra postura… Lo que implicaba tener que atarlo a otra altura que no fuera el suelo... Y encontró el lugar perfecto para clavar la argolla, que había arrancado previamente del piso, en la pared donde estaba la ventana.
Aquella noche, el general Song Hyu Neul, se complació al encontrar a Jaejoong de pie, atado por las muñecas, ligeramente sobre su cabeza, con los brazos casi flexionados; con una fina bata azul, que dejaba traslucir su cuerpo, abierta por la parte superior, dejando al descubierto su pecho… Su hermoso cabello negro cayendo sobre sus hombros y cubriendo ligeramente su rostro… Aquella imagen lo hacía desearlo más que nunca, si eso era posible…. Y embriagado por la lujuria que se había despertado en su ser, haciendo que se irguiera su miembro rápidamente, fue directo a devorar aquel blanco cuello, mientras sus manos se perdían bajo la fina tela, comenzando a desvestirlo casi al instante en que se posaron sobre aquella cálida e inmaculada piel de su pecho… No tardaron mucho en bajar hacia los muslos, que apretaba con fuerza, atrayéndolo hacia sí, para que notase lo duro que estaba ya; y cuando sentía que ya no podría contenerse por mucho más tiempo sin introducirse en él, comenzó a desnudarse con una mano de cintura para abajo, mientras que con aquella que tenía libre, siguió acariciando el trasero de Jaejoong, colando, de cuando en cuando, uno de sus dedos en la entrada del menor, arrancándole aquellos gemidos que tanto le gustaba escuchar… Una vez su miembro, completamente erecto, estuvo libre de su prisión de tela, tomó una de las piernas del menor y la situó a la altura de su cadera, y comenzó a ejercer presión con su virilidad contra su entrada, hasta que logró hacerla entrar totalmente, consiguiendo un sonoro grito de dolor por parte de Jaejoong.
En esa postura, el deseo y el placer que sentía el general eran mayores que otras veces, y así se lo hizo saber al menor, a través de duras, fuertes y secas embestidas, que parecían pretender llegar a lo más hondo de su ser, y amenazaban con partirle en dos. Todo su ser palpitaba en dolor… Sus muñecas, hinchadas por el roce de la soga y el hecho de que con cada movimiento, parecían apretarse más… Sus brazos, que eran movidos violentamente a causa de las penetraciones realizadas con la misma intensidad… Su espalda, por ser oprimida durante tanto tiempo contra la pared… Sus ojos, casi secos ya de lágrimas aquella noche… Su boca, de haber estado apretando sus labios por no gritar… Su pecho, que el general torturaba con fuertes besos que raspaban su piel, o marcando sus dientes, o jugando salvajemente con alguno de sus pezones… Su vientre, donde interiormente marcaba aquel duro glande… Sus piernas, con moratones donde Hyu Neul apretaba con más fuerza… Su entrada, por las continuas embestidas que parecían no tener fin… Su sexo, por no ser atendido y liberado de la excitación que inevitablemente, se desprendía de caricia tan íntima, aunque no lo desease… Y el único pie que tenía “apoyado” en el piso, pues apenas eran los dedos, los que debían soportar parte de su peso.
Había pasado gran parte de la noche disfrutando de aquel cuerpo, que ahora, producto del cansancio, medio colgaba de las muñecas, atado a la pared; apenas podía aguantar su propio peso, ni levantar la cabeza… Oía la respiración lenta y desacompasada, escaparse de los labios carnosos… Veía los restos de su explosión de placer hacía apenas unos minutos, manchar el interior de aquellos muslos que habían aprisionado sus caderas, en un intento de liberar a las maltrechas muñecas de la fuerza de gravedad que actuaba sobre su cuerpo… Y tuvo la tentación de hacerle un regalo de despedida… Lo tomó del cabello, levantándole la cabeza, besando ferozmente sus labios, y guiando su vista después, a aquella mano con la que se estaba masturbando, salpicando con su esperma, una vez se vino, el vientre del menor. “Mañana nos veremos…” Le susurró al oído, después tomó su ropa, se vistió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras él, mientras echaba un último vistazo a aquel ser tan hermoso y adictivo, que le había hecho perder el control y el sentido… Que le había hecho comprender lo que era desear realmente a alguien.
Gen temía lo que le había pasado a Jaejoong, cuando al ir a la cocina a ayudar a Jeon Bo con el desayuno, no lo encontró allí…. Ambas decidieron ir a buscarlo, y, mientras la mayor apartaba lo que había puesto al fuego, la menor se fue adelantando a la habitación. Lo que encontró le heló la sangre…
- “Jaejoongie.”- Gritó, entrando rápidamente al interior de la estancia, tomando en el camino el hanbok que llevase puesto la noche anterior, para cubrir el cuerpo desnudo de su amigo y que Jeon Bo no descubriera su secreto.
- “¿Qué pasó, Gen?, ¿a qué vino ese grito?...aarh…”- Ahogó su grito con la palma de su mano.
- “Jaejoongie… aguanta un poco…”- Le pedía, tomando lo que más a mano tenía para cortar las ligaduras, y soltarlo.
En cuanto el cuerpo del joven estuvo libre de ataduras, se derrumbó entre los brazos de la joven Kang, quien lo abrazaba con fuerza, mientras lloraba amargamente y susurraba su nombre…
Jeon Bo, no tardó en salir del dormitorio… Aquella imagen era demasiado para ella… Y creía saber quien era, como mínimo, uno de los responsables de que uno de sus ojitos, una de sus “niñas” hubiera sufrido de forma tan salvaje… Así que fue en su busca.
- “Kang Chul Yong… ¿Cómo habéis podido hacerle eso a Jaejoongie?”- Le empezó a reprochar cuando lo tuvo delante.- “Lee Ann jamás te dio permiso para ponerle ante los clientes… Y tú… Tú abusas de ella y la pones a disposición de semejante monstruo…”
- “¿Quién demonios te crees que eres para juzgarme?”- Preguntó airado.
- “Alguien que sabe perfectamente la clase de hombre que eres… Y que no dudará en decir…”- No pudo terminar la frase, ya que recibió un fuerte guantazo en el rostro.
- “Por tu bien… No abrirás la boca…”- Amenazó seriamente, y se marchó a su habitación.
La mujer permaneció unos minutos inmóvil, en el mismo lugar donde había ocurrido todo… Ahí estaban nuevamente las amenazas… Los golpes cada vez que osaba, insinuar siquiera, decir que le comentaría a la señora algo de lo que ella había sido testigo…
yo yo pobre jaejoong..
ResponderEliminarauqnue me creran que no entendi
sorry....
pero pobre...
con el tiempo entenderás, esto se pone cada vez más bueno *o*
ResponderEliminardios pobre mi niño lindo T.T
ResponderEliminarkomo le pueden hacer eso? es inhumno, lo mas cruel del mundo T.T
toy T ~ T . no se que decir, solosaber que continua, triste, pobecito joongie. malditos merecen la....
ResponderEliminaresperare la sig. entrega
wuuaaaaa!!!! >o<
ResponderEliminarporfavor que alguien salbe a jae
no puede que tenga que sufrir tanto
ojala aparesca algun "principe"
que lo rescate de ese infierno
la verdad es ke odio este tema...las violaciones no son algo con lo ke se pueda jugar...
ResponderEliminarvoy a seguir leyendo para ver si llega yunhito
JODEEEEER!!!! Para que les de disfunción eréctil a esos malditoos!!
ResponderEliminarNo quepo en mi propio coraje! AHHHH!
Joda, me trauma mucho leer cosas tan horrendas donde la victama sea JaeBoo, pero tu escritura me ha cautivado! amo como escribes! chica, tienes el don!
Seguire leyendo *-*...
PD: Mas vale que se lo corten a esos malditos bastardos >-<!!!!
buuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaa!!!! me la pase llorando todo el capitulo T____T pobre jaejoong, please q no sufra mucho, no lo resisto es demasiado para mi; siento ganas de meterme en el fics y cortales el pe.. a esos desgraciados.
ResponderEliminaratte. Mizza
Ohh Maldito viejo!!!! COmo lo odio....
ResponderEliminarComo es que le hace tantas cosas malas a mi podre Jae...
CUando es que se encontrara con Yunnie... que tanto tiempo le falta por vivir ese infierno....??
TT^TT.... en verdad me duele leer estas cosas...
;__; es que en verdad esta sufriendo mucho...
TT TT esta muy trágico...de imaginarmelo...me muero de coraje y ando llorando TT TT
ResponderEliminarOh Nooo, pobre Jae, no puedo con tanto abuso sobre su delicado y hermoso cuerpo. Ese maldito viejo y el cerdo del general ese me dan asco. Dios a que hora va a aparecer Yunho para salvar a mi Jae. Creía que se encontrarían en el bosque pero Nuuu uuh. Siento mucha impontencia ya que la ayuda parese no llegar para el pobre Jae.
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