Titulo: Neminem Deferto
Autor: Irady
Pareja: HoMin
Género: Angst, Romance
Extensión: Oneshot
Summary: Todo lo que Yunho quería era descansar al volver a casa; lo que encontró fue su peor pesadilla hecha realidad.
Advertencia: Montones de angst, character death, mental issues... en resumen, no es la cosa más feliz para leer. crybaby!Changmin y clueless!Yunho.
N/A: Este fic fue escrito para el cumpleaños de Cecy, aka 'Chamin' el día 13 de marzo.
Nombre tomado del tatuaje de Jaejoong. Por cierto, Joongie... nadie te dijo que el inglés no es una lengua romance?? No puedes usar el orden inglés para escribir en latin ¬¬
Ah, y busqué información, y la pena de muerte es legal en Corea, aunque ahora está en stand by. La forma elegida para esos casos era el ahorcamiento.
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Autor: Irady
Pareja: HoMin
Género: Angst, Romance
Extensión: Oneshot
Summary: Todo lo que Yunho quería era descansar al volver a casa; lo que encontró fue su peor pesadilla hecha realidad.
Advertencia: Montones de angst, character death, mental issues... en resumen, no es la cosa más feliz para leer. crybaby!Changmin y clueless!Yunho.
N/A: Este fic fue escrito para el cumpleaños de Cecy, aka 'Chamin' el día 13 de marzo.
Nombre tomado del tatuaje de Jaejoong. Por cierto, Joongie... nadie te dijo que el inglés no es una lengua romance?? No puedes usar el orden inglés para escribir en latin ¬¬
Ah, y busqué información, y la pena de muerte es legal en Corea, aunque ahora está en stand by. La forma elegida para esos casos era el ahorcamiento.
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Rojo.
Todo lo que Yunho podía distinguir era el color rojo. En el piso, sobre las paredes, en las puertas, sobre las mesas, sillas, sofás. No era, para nada, la escena que esperaba ver al llegar a casa después de un cansado día de actividades.
Las llaves, que aún estaban en su mano, cayeron repentinamente, provocando un sonido retumbante en el pesado silencio del lugar. Sus ojos, exageradamente abiertos, trataban de ver todo al mismo tiempo, pasando de un lugar a otro a la velocidad de la luz.
Su respiración se volvió errática y superficial. Los latidos de su corazón incrementaron su velocidad repentinamente. Su mente procesaba rápidamente las imágenes frente a sus ojos, pero él mismo se negaba a aceptar lo que veía.
Inciertamente dio un paso dentro del lugar, casi arrastrando los pies, como si su cuerpo se negara a formar parte del recuadro. Forzó sus piernas a responderle, y poco a poco se adentró en el lugar. Las luces estaban apagadas, pero la luz de la luna que se colaba por las ventanas iluminaba lo suficiente como para distinguir formas, aunque nada más que eso. Sólo formas confusas, y ese horripilante color rojo.
Sus pasos eran inciertos, temerosos, inseguros. Trataba de encontrar excusas, justificaciones, razones de por qué el rojo lo cubría todo. Su mente jugó con mil posibilidades, pero deliberadamente omitió una de ellas. Quería creer, quería tener esperanza de que eso en las paredes pudiera ser cualquier cosa, excepto aquello que tanto temía.
Se negó a encender las luces, queriendo aferrarse a la esperanza, así que anduvo a tientas por la sala. Tampoco se atrevía a hablar, aunque, desesperadamente, quería llamar alguno de esos cuatro nombres que ocupaban sus pensamientos constantemente.
Rogaba por que estuvieran fuera. Rogaba por que Jaejoong hubiera logrado convencer a los otros tres de salir a algún lado mientras Yunho hacía ese photoshoot y el programa de radio, como le había dicho por la mañana. Rogaba por que Yoochun hubiera ido a casa de su familia como quería. Rogaba por que Junsu hubiera aceptado la invitación de Hyukjae para ir a comer. Rogaba por que…
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sus pies tropezaron con algo, haciendo que cayera invariablemente al suelo por lo aturdidos que estaban sus reflejos. Soltó un leve gruñido de dolor cuando su cuerpo golpeó pesadamente contra el piso. Volteó a ver qué lo había hecho tropezar, y sintió cómo su corazón se detenía por un segundo.
Junsu.
Los ojos de Junsu estaban totalmente abiertos, una mirada de completo terror congelada en ellos. Su boca estaba entre abierta, con hilos de sangre corriendo desde sus comisuras. No, no corriendo, porque ya era sangre seca. Una herida atravesaba su mejilla izquierda de lado a lado. Su camisa, que en un tiempo había sido blanca, estaba bañada de ese mismo color rojo que cubría las paredes. En su pecho se notaban las innumerables heridas causantes de ese color, aunque sobresalía una en su abdomen, justo en el centro, a la altura de su estómago.
Yunho abrió la boca para gritar, pero ningún sonido salió de ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas al momento que intentó acercarse al menor, parcialmente oculto por el sofá de la estancia.
—Jun…su —susurró cuando estuvo lo suficientemente cerca, pero nada lo había preparado para lo que sus ojos encontrarían cuando, al acercarse, pudo ver todo lo que había detrás del sofá.
Yoochun y Jaejoong.
Si ver a Junsu así fue horrible, no se comparaba en nada a lo que fue ver a los otros dos. Al menos con Junsu estaba seguro de que era Junsu, porque podía ver su cara. La única razón por la que reconoció a Jaejoong y Yoochun, fue porque pudo distinguir algo de sus tatuajes entre mares de rojo carmesí.
Yunho sintió su estómago revolverse. Dejó caer su cuerpo hacia atrás, quedando casi de espaldas al suelo, y comenzó a retroceder aterrorizado. Las lágrimas fluían libremente de sus ojos mientras un coro de “no… no” salía de su boca a murmullos.
Se detuvo sólo cuando su espalda chocó contra la pared, y estuvo tentado de acercar las piernas a su pecho y refugiar su cara en las rodillas; y lo hubiera hecho, de no ser porque un pensamiento repentino cruzó su mente.
«Changmin»
Se puso de pie como impulsado por un resorte. Una descarga de adrenalina le recorría el cuerpo y su pulso se aceleró al máximo en una fracción de segundo. Casi pudo sentir cómo sus pupilas se dilataban tratando de registrarlo todo en la oscuridad en la que se encontraba.
No había nadie más en la sala. La cocina igual estaba vacía. Su desesperación aumentaba segundo a segundo, y fue así como pudo encontrar su voz otra vez.
—¡Changmin! —gritó, en una voz que a él mismo le pareció increíblemente aguda—. ¡Changmin-ah! ¿¡Dónde estás!?
Corrió por el pasillo hasta las habitaciones, y las revisó una por una, pero no había ni rastros del menor de todos. Estaba a punto de salir del departamento a buscarlo cuando, al salir del cuarto de Jaejoong, pasó frente al baño, y se dio cuenta de que había una luz asomando por debajo de la puerta.
Yunho detuvo sus pasos en seco, pero no se atrevió a entrar, temeroso de lo que encontraría. Al final, reuniendo todo el valor del que era capaz, abrió la puerta, lentamente. Si ver a los demás en ese estado lo había devastado, no quería ni pensar en lo que sentiría si Changmin había corrido la misma suerte.
Cuando abrió la puerta por completo, casi cae de rodillas al perder la fuerza de sus piernas. Changmin estaba en el suelo, también cubierto de rojo.
—¡Changmin-ah! —gritó de nuevo, apresurándose a llegar hasta el menor.
Se dejó caer a su lado, levantando la parte superior del cuerpo de Changmin, rodeándolo con los brazos y abrazándolo contra su pecho fuertemente. Su llanto se hizo desesperado.
—No, Changmin.
Yunho susurraba apenas audiblemente, abrazando al chico aún más fuertemente, como si con eso pudiera retenerlo a su lado. Comenzó a mecer su cuerpo hacia delante y hacia atrás. Gruesas lágrimas caían de sus ojos.
—Tú no, Changmin —continuó— Por favor, tú no. No ahora. Nunca… Nunca pude decirte, Changmin-ah. No pude decirte que… que te… Que te am-
—Yun…
El leve y apenas perceptible susurro de Changmin interrumpió las palabras que Yunho estuvo a punto de confesar; su secreto mejor guardado.
Por un momento Yunho no pudo ni siquiera reaccionar; tal era el grado de emociones que lo embargaban: shock, alivio, felicidad, aún tristeza, resignación. Cuando pudo reaccionar, dejó de abrazar al menor para poder ver su rostro; para confirmar que su corazón no le estaba jugando una mala pasada.
—¿Changmin-ah? ¿Estás bien?
Se encontró frente a frente con los ojos de Changmin, fijos en él de manera intensa. Estaban completamente abiertos, casi saliéndose de sus órbitas. Sus pupilas se fueron desenfocando poco a poco, fijándose en algún lugar lejano, y su respiración comenzó a acelerarse.
—¿Min-ah?
Como si su voz hubiera servido de detonante, Changmin gritó desgarradoramente, descolocando a Yunho del todo. El menor trató de zafarse de los brazos del mayor con una desesperación evidente. Yunho, por instinto, afianzó su abrazo.
—¡Changmin! —gritó Yunho, tratando de sacar al menor del ataque de pánico al que acababa de entrar.
—¡NO! —gritó Changmin, luchando aún más fuerte por liberarse—. ¡Jaejoong hyung! ¡Junsu! ¡Chunnie!
Con un último empujón que envió a Yunho de espaldas al suelo, Changmin consiguió soltarse, y de inmediato se alejó a rastras hasta chocar con la bañera. Acercó las piernas a su pecho, apoyó la frente en sus rodillas, cerró los ojos y se cubrió los oídos con las manos; como si con eso, con no ver ni escuchar, lograra protegerse del terror del que acababa de sobrevivir.
—¡Hyung! —gritaba aún a todo pulmón—. ¡Hyung! ¡Hyung-deul!
Yunho sólo pudo verlo derrumbarse poco a poco, sintiendo la impotencia de no poder hacer nada por ayudarlo, ya que Changmin se encontraba en tal estado de terror que si se acercaba a él, sólo empeoraría las cosas.
Con cada grito que salía de los labios del menor, el corazón de Yunho se rompía un poco más.
///
La noticia había sacudido a toda Corea hasta sus mismos cimientos.
Tres miembros de Dong Bang Shin Ki habían sido brutalmente asesinados, el cuarto debía pasarse sedado la mayor parte del día para evitar un nuevo ataque de pánico, y el quinto estaba en tal grado de depresión y preocupación que, prácticamente, no abandonaba al menor ni por cinco minutos.
Todo eso, sin motivo aparente.
No había absolutamente ninguna pista, ni el más mínimo indicio, que señalara al o los culpables del atentado, o siquiera el móvil del crimen. La policía estaba teniendo unos momentos difíciles tratando de armar el rompecabezas, del que sólo tenían algunas piezas, rotas y apagadas, como flores marchitas.
No había rastros de lucha en el departamento, nada fuera de su lugar, ningún florero o adorno roto. Las cerraduras no habían sido forzadas. No había ninguna huella digital que no perteneciera al lugar. No faltaba absolutamente ninguna de las cosas de valor que había dentro. Los vecinos no habían visto o escuchado algo extraño; ni siquiera gritos de terror o pidiendo auxilio. La situación era un callejón sin salida.
Changmin era la única esperanza.
Durante las últimas semanas, Changmin se había convertido en el centro de atención de todo el mundo. Las fans lloraban y se aferraban a él como a una especie de mártir; el pequeño inocente que sobrevivió al infierno.
Aunque no todas pensaban igual. Había algunas que lo miraban con odio, resentidas de que fuera él quien siguiera con vida. “¿Por qué tuvo que ser él? Hubiera sido mejor que Changmin muriera en lugar de (Jaejoong, Junsu, Yoochun) oppa”.
Pero esas eran muy pocas; la mayoría estaban de su lado. El hospital estaba lleno de flores cada día, por las calles podía verse a grupos de adolescentes llorando y pidiendo por Changmin a cualquiera que fuese el Dios en el que creyeran. Yunho no pudo evitar sentir cierto dejo de amargura al pensar que tuvo que pasar una tragedia de esta magnitud para que Changmin recibiera esa clase de atención de su parte.
Por otro lado, para la policía Changmin era su única posibilidad de resolver el caso, el único que podía dar testimonio de lo que pasó ese día. Pero Changmin no podía estar despierto ni siquiera cinco minutos cuando comenzaban de nuevo los llantos y los gritos. En esos momentos no dejaba que nadie se le acercara, ni siquiera Yunho, lo que lastimaba al mayor como pocas cosas lo hacían.
///
Las semanas pasaban, y Changmin se recuperaba a paso lento, pero constante. No físicamente, porque, para gran alivio de Yunho, sus heridas no eran profundas ni mucho menos de gravedad. Casi todas estaban en los brazos, excepto una en la cara que iba desde la frente hasta su mejilla derecha, y otra en el pecho un poco hacia la izquierda. Ambas, a pesar de lo aparatosas que lucían, no eran de seriedad y sanaron en un par de semanas.
Yunho aún no se recuperaba del shock que fue ver a sus compañeros (a su familia) prácticamente bañados en sangre, y aún ahora, casi dos meses después, se despertaba por las noches (cuando podía dormir), sudoroso y con la respiración agitada a causa de las imágenes que inundaban sus sueños. Todas sus pesadillas eran diferentes, pero con una constante: el rojo de la sangre manado a borbotones frente a él.
Yunho se sentía al borde de un abismo del que no podía escapar. Cuando recordaba la sonrisa de Junsu, o los ojos de Yoochun, o los abrazos de Jaejoong, no quería nada más que encerrarse en su habitación, hundirse en su cama y llorar hasta que se le secara el alma; pero no podía hacer eso. Tenía que ser fuerte; Changmin lo necesitaba firme, entero, y él no pensaba fallarle. Ni ahora ni nunca.
Desde hacía una semana completa, Changmin había dejado de sufrir los ataques de pánico, pero estaba ahora sumido en el silencio, llorando sin sonido alguno. Las lágrimas simplemente fluían de manera constante de sus ojos sin que nada pareciera detenerlas.
Su vista estaba casi siempre perdida en la lejanía, apagada, vacía, sin vida. Yunho odiaba verlo así, por eso procuraba hablarle siempre para tratar de distraerlo, de regresarlo de ese lugar en el que se había aislado. La mayoría de las veces sus intentos eran inútiles y Changmin no parecía tan siquiera notar su presencia. Otras veces lo hacía. Fijaba sus ojos en Yunho, como si quisiera atravesarlo con la mirada. Yunho lo miraba también, pero siempre terminaba por desviar o agachar la mirada.
“Es tu culpa”, Yunho creía leer en los ojos del menor. “No estuviste ahí para evitarlo. No nos protegiste. ¿Por qué? Juraste que lo harías y mentiste. Es tu culpa”.
Yunho sabía que no era Changmin quien pensaba eso, era él mismo. Era su propio remordimiento, su propia consciencia, su propia culpabilidad. Era él mismo (y su mente) quien se auto-castigaba de esa manera. Changmin jamás, JAMÁS, haría diría o siquiera pensaría algo contra Yunho, y eso era un hecho, no sólo una idea del mayor. No estaba en la naturaleza de Changmin el comportarse de esa manera.
Yunho lo sabía, pero por alguna razón no podía soportar su mirada mucho tiempo. Esas veces en las que Changmin reconocía su presencia lo hacían sentirse increíblemente impotente, pero, sobre todo, culpable.
Hoy era una de esas veces.
Al principio Changmin parecía estarlo ignorando como de costumbre, pero al parecer Yunho dijo algo que provocó esa mirada fija del menor. No podía recordar qué es lo que había dicho, pero Yunho también fijó sus ojos en los de Changmin tratando, en vano, lo sabía muy bien, de sostenerle la mirada. Un par de minutos después, Yunho desvió el rostro.
Si Yunho se detenía a pensarlo, la mirada de Changmin siempre era inquisitiva. El menor parecía buscar en Yunho las respuestas a sus dudas. “¿Por qué?” era lo que realmente preguntaban sus ojos, y Yunho sentía, además, la frustración de, por primera vez desde que se conocieron, no poderle dar a Changmin algo que éste quisiera.
De nuevo bajó la vista, esta vez más avergonzado que intimidado. Changmin suspiró pesadamente y volvió a desviar la vista hacia la ventana. Yunho sintió que algo le oprimía la garganta, estrangulando las palabras que se moría por decir, pero que por alguna razón se negaban a pasar de ahí.
Ambos volvieron a sumirse en el silencio que ya casi se hacía una costumbre entre ellos. Todo parecía indicar que el día pasaría así, pero pocos minutos después las puertas del cuarto de hospital donde estaba Changmin se abrieron de golpe. Dos hombres vestidos de traje formal entraron sin avisar. Ambos pasaron por alto a Yunho y centraron su atención en el menor, quien los veía con una expresión en blanco.
—¿Shim Changmin? —habló uno de ellos—. Soy el detective Kang Jae Dong, y él es mi compañero el detective Lee Do Young. Estamos aquí para interrogarlo sobre los hechos ocurridos hace dos meses.
Changmin se tensó visiblemente y le lanzó una mirada fugaz a Yunho, pero eso fue suficiente para lanzarlo a la acción. El mayor se puso de pie de inmediato y se dirigió hacia los recién llegados.
—Creo que sería mejor que volvieran otro día. Changmin aún no se ha recuperado completamente, y además-
—Jung Yunho, ¿cierto? —habló Lee-. Lo lamento pero las investigaciones no pueden retrasarse más. Ya han pasado más de dos meses y no hemos avanzado. Necesitamos del testimonio de Shim Changmin-sshi.
—Me tiene muy sin cuidado-
—Hyung —interrumpió Changmin de pronto—. Está bien, el detective tiene razón.
—Pero, Changmin…
—De verdad, hyung. Estoy bien —respondió el menor esbozando una leve sonrisa. Yunho guardó silencio y volvió a sentarse, no sin antes dirigirle una mirada preocupada a su donsaeng.
A indicación del detective Kang, Changmin comenzó a relatar lo que recordaba de ese día. Dijo que había pasado la mayor parte de la mañana durmiendo, pero que alrededor de las 2 de la tarde había despertado de golpe gracias a las fuertes voces que se escuchaban de la sala. No eran exactamente gritos, pero sí lo suficientemente altos como para preocuparlo.
Cuando salió a ver lo que pasaba, se encontró con que Jaejoong y Yoochun trataban de forcejear con otra persona; Junsu estaba parado algo más lejos, mirando la escena con miedo. En cuanto Junsu notó al menor parado al final del pasillo, de inmediato corrió a su lado.
—Changmin, vuelve a tu habitación —ordenó con una voz preocupada pero firme.
—Hyung, ¿qué está pasando? —preguntó Changmin con enorme preocupación al notar el rostro pálido y bañado en lágrimas de Junsu.
—Nada, no te preocupes. Por favor, Minnie, vuelve a tu cuarto y cierra la puerta con llave.
Cuando Changmin siguió negándose tercamente, Junsu comenzó a suplicarle, pero ambos pararon toda acción cuando escucharon el grito un tanto ahogado de Yoochun.
Changmin volvió la vista hacia el ruido y vio cómo Jaejoong y Yoochun estaban en el suelo, y la otra persona sobre ellos, atacándolos con lo que parecía ser alguna clase de arma punzocortante. Una gran mancha de sangre comenzó a crecer a su alrededor.
—¡Hyung! —dijo Junsu, y corrió hasta llegar a los otros.
Changmin parecía clavado en su sitio, no atinaba ni a desviar la mirada. Junsu trató de apartar a esa persona de sus dos mayores, pero sólo logró que el otro lo sujetara fuertemente por el cuello. Junsu comenzó a tener problemas para respirar y su rostro cambió poco a poco de coloración; eso fue lo que sacó a Changmin de su estupor. Avanzó a pasos rápidos y tiró del brazo que sujetaba el cuello de su compañero.
El sujeto pareció desconcertado por el repentino ataque y movió la otra mano que empuñaba el arma, la que golpeó a Changmin en la cara, lo que le provocó un gran corte desde la frente hasta la mejilla. El dolor, tanto del golpe como de la herida, hizo que Changmin cayera al suelo, pero su intrusión provocó que el atacante soltara a Junsu. El mayor sólo se dio el tiempo de tomar aire un par de veces y de nuevo se lanzó sobre el otro. Mientras se defendía, el mayor le repetía a Changmin que se fuera a su habitación y cerrara la puerta con llave, pero el menor no podía ni moverse por el pánico.
El atacante golpeó a Junsu con el arma en la mejilla, y el mayor sólo se mordió los labios para evitar gritar, pero gruesas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. El arma se hundió una vez más, ahora en el estómago de Junsu, quien perdió por completo la habilidad de defenderse. Sus ojos se abrieron completamente y se fijaron en la persona frente a él. Changmin pudo escuchar a Junsu susurrar un leve “hyung”, pero no supo si era por Jaejoong o Yoochun; tal vez por ambos.
Nunca antes de ahora Changmin había maldecido tanto su naturaleza insegura, que a la menor señal de un problema o discusión frente a él, se quedaba totalmente en blanco sin saber qué hacer. Junsu cayó de rodillas, antes de derrumbarse completamente en el suelo. Sus ojos, aún desencajados, se posaron ahora en Changmin, quien sólo pudo mirarlo también.
—Min…nie —fue lo último que salió de los labios de Junsu, al mismo tiempo que el atacante se giraba por primera vez hacia el menor. Changmin levantó la vista, y sintió su corazón paralizarse por el terror.
—¿Qué pasó después? —preguntó el detective Kang una vez que Changmin guardó silencio.
—Yo… —comenzó el menor bajando la vista y fijándola en sus manos entrelazadas sobre su regazo—. No lo recuerdo.
—De acuerdo al testimonio de Jung Yunho-sshi, usted estaba en el baño cuando él lo encontró —habló ahora el detective Lee—. ¿Puede decirnos cómo fue que llegó ahí?
—Yo… no lo sé —respondió el menor entrecortadamente, cerrando los ojos y apretando la sábana con las manos mientras su respiración se aceleraba. Yunho se puso de pie inmediatamente y se sentó en la cama junto a Changmin, rodeándolo con sus brazos.
—Shh… todo está bien, Changmin-ah —susurró tratando de calmarlo. Changmin no dijo nada, pero las lágrimas cayeron sin que él o el mayor pudieran hacer algo por evitarlo.
—¿Cree que podría darnos una descripción del atacante? —preguntó Kang.
Changmin se mordió el labio inferior y negó furiosamente con la cabeza. Las lágrimas siguieron cayendo copiosamente de sus ojos aún cerrados. Yunho le susurró palabras tranquilizantes al oído mientras le frotaba la espalda con una mano y pasaba la otra por alrededor de su cintura. Pero ninguna de esas precauciones fue suficiente; Changmin ya había vuelto al terror de esa noche, y su cuerpo comenzó a temblar y fuertes sollozos escapaban de su garganta.
—Changmin —llamó Yunho con desesperación en la voz—. Min-ah, escúchame. Todo está bien ahora. Yo estoy aquí contigo, Changmin.
—¡¡NO!! —gritó Changmin tratando de empujar al mayor, pero Yunho ni siquiera le dio la oportunidad.
—¡Changmin! Mírame, Changmin, soy yo, Yunho —gritaba el mayor luchando contra Changmin, tratando de evitar soltarlo—. Minnie, por favor. Está bien, ya estás conmigo ahora
Changmin se tensó terriblemente en ese momento y sus temblores aumentaron, redoblando sus esfuerzos para apartar a Yunho a un punto casi humanamente imposible.
—¡¡Suéltame!! —gritó de nuevo, ahora golpeando a Yunho donde sus manos podían alcanzar—. ¡Te digo que me sueltes!
Sus gritos junto con los de Yunho terminaron por llamar la atención del personal del hospital, quienes entraron a ver lo que pasaba. Inmediatamente hicieron salir a los demás, casi sacando a Yunho a la fuerza.
Yunho dejó de prestar atención a su alrededor, sus ojos fijos en el cuerpo tembloroso de Changmin, queriendo alejarse de los médicos y enfermeras que trataban de administrarle tranquilizantes. Otro médico se acercó a ellos, y los detectives comenzaron a hacerle preguntas. Yunho estaba tan perdido en sus pensamientos que sólo creyó distinguir las palabras “amnesia selectiva”, pero no entendió gran cosa. Sólo le quedó claro que si Changmin no quería recordar ese día, Yunho lo ayudaría a no hacerlo.
///
Yunho observaba el rostro casi angelical de Changmin al dormir, sintiendo una opresión en el pecho al pensar en lo que el menor había pasado estos los últimos meses. Changmin había mejorado notablemente desde que lo dieron de alta en el hospital un par de semanas atrás, hasta había comenzado a sonreír de nuevo. Una sonrisa suave y no completamente feliz, pero una sonrisa al fin y al cabo.
Eso podía deberse mucho al hecho de estar en un ambiente nuevo. Obviamente, Yunho buscó un nuevo lugar para vivir, uno con sólo dos habitaciones, donde no se sintiera tanto el vacío de otras tres personas alrededor. Al principio los padres de Changmin trataron de hacer volver a su hijo con ellos, pero había momentos en los que el menor sólo pedía “volver a casa”; hasta que el terapeuta que lo ayudaba sugirió que lo dejaran volver con Yunho. La decisión pareció haber ayudado a Changmin.
Quien parecía haber empeorado era Yunho. Una especie de paranoia se había apoderado de él, y no soportaba perder de vista al menor ni un momento. Le aterraba que alguien pudiera arrebatárselo, que alguien le quitara todo lo que quedaba de su familia. Por las noches iba a la habitación de Changmin y se quedaba de pie en el umbral de la puerta, simplemente observándolo dormir, hasta muy entrada la madrugada.
Yunho sabía que lo que hacía no estaba bien, que sólo añadía más peso a la carga, pero por más que intentó dejar esas costumbre, no pasó mucho tiempo para que se diera cuenta que no podía dormir si no pasaba al menos un momento en la habitación del menor. Si Yunho cerraba los ojos y se concentraba lo suficiente, podía escuchar la voz de Jaejoong llamándole la atención por preocuparse tanto y por no cuidar más de sí mismo. “No puedes seguir así, Yunho-yah” le decía en su mente la voz del mayor. “¿Quién va a cuidar a Changmin si no eres tú?”
Sus ojos comenzaron a aguarse como siempre sucedía cuando pensaba en alguno de sus tres compañeros. Ese conocido nudo comenzó a formarse en su garganta y tuvo que tragar muy fuerte para deshacerlo. Cerró los ojos y respiró profundamente, dando media vuelta dispuesto a volver a su habitación, no sin antes dar un último vistazo a Changmin.
—¿Hyung?
La voz adormilada de Changmin lo detuvo en seco. Yunho volteó a verlo y no pudo reprimir la sonrisa que asomó a sus labios al observar la imagen que daba el menor mientras se sentaba un poco sobre la cama. Sus ojos estaban medio cerrados por la somnolencia, su cabello estaba para todos lados gracias a los roces con la almohada, y con una mano tapaba el bostezo que se le escapó. ¿Cómo es que podía ser tan adorable sin siquiera proponérselo?
—Vuelve a dormir, Changmin —dijo Yunho, y sin embargo se acercó hasta sentarse en la cama junto al menor, alargando una mano y revolviéndole aún más el cabello, todavía sonriendo.
—Hyung, no hagas eso —lo reprendió Changmin con un puchero, provocando la risa de Yunho—. ¡No te rías de mí! Ya verás, le diré a Jaejoong hyung, y enton…
El silencio reinó entre ellos por un largo rato. Changmin había bajado la vista al igual que Yunho, Quien no pudo reunir el valor suficiente pare decir o hacer algo. Como sea, su vacilación terminó en el momento en que un sollozo llegó hasta sus oídos.
Yunho abrazó a Changmin con todas sus fuerzas mientras ambos volvían a recostarse en la cama. El llanto del menor ya no era tan desgarrador como antes, era más bien calmado, sin apenas emitir sonido alguno; pero no por eso menos conmovedor (si esa podía ser la palabra) para Yunho. Changmin aferraba a Yunho como si de ello dependiera su vida, cosa que tal vez no estuviera muy alejada de la verdad, pensó el mayor con cierto dejo agridulce en la boca.
Después de lo que pareció eternidades para ambos, el llanto cesó, pero aún sus brazos aferraban al otro, atrayéndolo hacia sí. Tratando en encontrar en el alma ajena aquella fuerza y seguridad que faltaba en la propia.
—¿Por qué? —susurró Changmin con la voz enronquecida—. ¿Por qué ellos, hyung?
—No lo sé, Changmin —respondió Yunho, sintiendo la impotencia calándole fuerte en la garganta.
—¿Fue mi culpa?
—¿Qué? —preguntó el mayor incapaz de creer a sus oídos. No podía ser que Changmin le preguntara una cosa así.
—Sí… —Changmin parecía batallar para encontrar las palabras, como si a él mismo le costara explicarse—. ¿Fue algo que yo hice? ¿Algo que no hice? ¿Qué fue, Yunho?
—Changmin, mírame —dijo Yunho tomando con ambas manos las mejillas del menor y forzándolo a que sus ojos se encontraran—. No quiero que digas eso, Min-ah. Nada de esto fue culpa tuya o de alguien más. Nadie es culpable… En todo caso, al único que podríamos culpar sería a quien lo hizo, no a ti.
Changmin bajó la vista y no dijo nada por un momento. Yunho lo miraba fijamente como si tratara de transmitirle sus pensamientos, sus sentimientos, la seguridad y confianza que él mismo no sentía. Al final, por toda respuesta, Changmin volvió a refugiarse en el abrazo del mayor.
Yunho cerró los ojos mientras acariciaba en círculos la espalda de su donsaeng. Enterró la cara en el cabello del menor, aspirando el aroma que desprendía, una mezcla del champú que utilizaba y ese varonil olor almizclado que era sólo Changmin. Sin proponérselo ni darse cuenta, su pulso se aceleró, y sus brazos acercaron aún más ese cuerpo delgado, hasta que no quedó entre ellos el más mínimo espacio.
Las caricias en la espalda de Changmin perdieron ese tinte de consuelo y se volvieron más lentas y exploratorias. Yunho había perdido por completo la noción de tiempo y espacio. Todo lo que parecía existir para él en ese momento, era el calor que emanaba el cuerpo de Changmin pegado al suyo.
Acomodando un poco su cuerpo, Yunho refugió el rostro en el cuello del menor, mientras dejaba las caricias a favor de abrazarlo ahora con mucha más fuerza de lo que recordara haberlo hecho alguna vez. En el estado de obnubilación en el que estaba, no pudo detenerse cuando sus labios reclamaron esa pequeña porción de piel aterciopelada a su alcance.
—¿Hyung?
La voz confundida y algo asustada de Changmin lo trajo súbitamente de vuelta a la realidad. Yunho se dio cuenta de la posición en la que se encontraba y de lo que acababa de hacer. Todo su cuerpo se tensó inmediatamente.
—Changmin —dijo soltando al fin al menor—. Min-ah, yo… Perdón —susurró por último, dispuesto a salir y encerrarse en su habitación por tanto tiempo como fuera necesario, pero Changmin se lo impidió.
—Yunho-yah —dijo en un susurro, obligando al mayor a volver a su lado—. No te vayas… Dime, hyung. Explícame.
Yunho suspiró, derrotado. Sabía que no podía seguir ocultándoselo a Changmin, no con lo que acababa de pasar, en todo caso; pero no sabía si estaba listo para hacerlo, no sabía si él mismo estaba preparado para enfrentar realmente sus propios sentimientos. Habían sido muchos años los que había pasado reprimiéndolos, obligándolos, tan grandes como eran, a ocupar un lugar pequeñito en el fondo de su mente.
Changmin pareció cansarse de esperar. Soltó un suspiro de resignación e intentó levantarse, pero, en un impulso, Yunho lo tomó del brazo y lo acercó de nuevo a él, abrazándolo y ocultando el rostro en el cuello del menor, bajo su mentón. Changmin se puso rígido, pero no intentó alejarlo.
—Min-ah —comenzó Yunho sin saber realmente cómo—. Tal vez éste no sea el mejor momento, pero… Pensaba decírtelo tarde o temprano de todas formas… Yo… No tienes que responderme nada si no quieres, es sólo que… Tú… me… gustas.
La última palabra salió más bien en un suspiro. Yunho había cerrado los ojos muy fuerte, preparándose para cualquier reacción que pudiera tener el menor. Cualquiera, excepto la que realmente tuvo.
Changmin suspiró y lo rodeó con sus brazos, acercándolo aún más a él. Ahora fue el turno de Yunho de tensarse, y se preguntó levemente si esto no era sólo el primer paso y enseguida llegarían los gritos y las palabras de odio.
—Lo sé —fue toda la respuesta del menor.
—¿Qué? —preguntó Yunho, asombrado. Instintivamente se alejó un poco para poder ver la cara del otro. Sus ojos se encontraron con los serenos y comprensivos de Changmin.
—Dije que ya lo sabía.
—Pero… ¿cómo?
—“Hace falta uno para reconocer a otro”, dicen —habló el menor con la mirada dulce y afectiva. Yunho sintió su pulso acelerarse y sus ojos se agrandaron de la sorpresa.
—O sea que tú…
Changmin sonrió y decidió contestar uniendo sus labios con los del mayor. Nada de lo que Yunho había soñado o imaginado pudo haberlo preparado para lo que era realmente un beso de Shim Changmin. Su estómago daba mil volteretas mientras su mente se desconectó en un instante. Por un momento no supo ni cómo reaccionar, pero cuando la lengua húmeda y tibia de Changmin rozó sus labios, Yunho cerró los ojos y abrió la boca apenas lo suficiente para dejar que Changmin la invadiera.
Yunho sintió como si hubiera encontrado por fin algo que le había faltado desde siempre.
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Las cosas entre Yunho y Changmin progresaron lentamente. El menor aún se tensaba incómodamente si Yunho lo sorprendía con algún gesto de afecto repentino, pero su resistencia duraba sólo un momento, y no tardaba en corresponderle. Yunho comprendía, o creía comprender, esas reacciones, así que procuraba no presionarlo mucho.
En cuanto a los demás, aún había personas que señalaban o miraban a Changmin con odio o cierto resentimiento; el menor actuaba como si no le importara, pero Yunho lo conocía mejor que eso. La policía seguía insistiendo en una declaración de Changmin, aún con la disculpa medica por su memoria debido al trauma, argumentando aquellas inconsistencias en su relato la vez pasada; pero la mirada aterrada del menor cuando se tocaba el tema era tan lastimosa, que Yunho no tenía el corazón para forzarlo, por más que él mismo se muriera de ganas por saber la verdad.
Había todavía momentos en los que Changmin volvía a mirarlo con esos ojos interrogantes, aquellos que lo desarmaban por completo, pero ahora Yunho ya tenía el motivo de acercarse, abrazarlo y hacerle olvidar todos sus miedos. Al menos por tanto tiempo como pudiera besarlo hasta que ambos quedaran sin aliento.
Y siempre podía sentirse un poco mejor después de eso.
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Yunho aún aferraba el auricular del teléfono mucho después de que la llamada terminara. Su mente parecía incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar. Hasta su mirada parecía perdida en la distancia, como tratando de alcanzar algún reflejo de entendimiento.
Lentamente, con movimientos casi mecanizados, colgó el auricular nuevamente. No sabiendo qué más hacer, volvió sobre sus pasos hasta la recámara que ahora compartía con Changmin. La lógica y la razón le decían que no esperara mucho, después de todo habían pasado ya casi siete meses. Pero su corazón decía otra cosa, y no pudo evitar que una oleada de alivio se extendiera por su cuerpo.
Subió a la cama y abrazó a Changmin muy fuerte, no preocupándole realmente si lo despertaba o no; y eso fue exactamente lo que pasó.
—¿Yunho? —la voz de Changmin, un poco ronca por el sueño, llegó hasta sus oídos—. ¿Quién era?
—¿Escuchaste el teléfono? —preguntó, y el menor sólo asintió—. Era el detective Kang.
Changmin despertó por completo a esto, y miró a Yunho fijamente por un buen rato, arrugando el entrecejo. Su mirada era indescifrable y puso a Yunho bastante incómodo.
—Ah… —dijo al fin—. ¿Y qué quería a esta hora?
—Hay un testigo, Changmin-ah.
La voz de Yunho era esperanzada, casi alegre, y no pudo evitar la sonrisa que se apoderó de sus labios. Changmin abrió los ojos con sorpresa y se sentó de golpe en la cama; su vista se fijó en sus manos, que aferraban fuertemente la sábana sobre su regazo. Yunho se extrañó de esa reacción y se sentó a su lado, poniendo una mano sobre el hombro del menor.
—¿Changmin?
—Pero… —comenzó Changmin al tiempo que negaba con la cabeza—… No. ¿Cómo? No había ningún testigo antes.
—Uno de nuestros vecinos del edificio —habló el mayor—. Ese día iba a salir de viaje, pero mientras salía de su departamento vio a alguien entrar al nuestro. Como su viaje era al extranjero, no sabía nada de lo que había pasado. Por eso, al volver a Corea y enterarse de todo, llamó a la policía. Mañana irá a dar su declaración. ¿Te imaginas, Changmin? Él sabe quién lo hizo. ¡Van a castigar al culpable, Minnie!
Pero Changmin no dijo nada, ni siquiera levantó la vista, y Yunho comenzó a preocuparse. Poco a poco el menor dejó escapar leves sollozos, y ahí fue cuando Yunho se asustó de verdad. Changmin se arrojó sobre el mayor, rodeándolo con sus brazos, mientras dejaba que su llanto saliera libremente. Yunho sólo correspondió el abrazo sin saber qué más hacer, sin entender por completo la reacción del otro.
—No los dejes, hyung —dijo Changmin ahogadamente por el llanto.
—Min-ah, ¿qué…?
—¡No, Yunho! No quiero. No quiero que me separen de ti. ¡Yo quiero estar contigo, Yunho-yah!
Yunho se puso rígido y sus ojos se abrieron enormemente al comprender lo que implicaban las palabras del menor. Su garganta se sintió repentinamente diez veces más seca.
—No los dejes, hyung. No dejes que nos separen… Por favor —decía con una voz tan desesperada que rayaba la histeria.
—Por Dios, Changmin —dijo Yunho en un suspiro ahogado—. Dime que no, Changmin. Por favor, dime que no es cierto.
—Hyung… —fue todo lo que el menor pudo articular en medio del llanto.
—Tú no, Changmin —dijo el mayor sintiendo cierto déjà vu, mientras sus propias lágrimas se dejaban caer—. ¿Por qué, Changmin-ah? ¿Por qué?
El llanto del menor se hizo más desesperado, y sus brazos se negaban a soltar a Yunho, aferrándolo como si fuera una tabla de salvación. Yunho, por su parte, correspondió el gesto con igual fuerza.
—Yo quiero estar contigo, Yunho —dijo Changmin entrecortadamente—. Déjame estar contigo, hyung. Por favor… Por favor… Por favor…
—Ya no llores, Changmin —respondió el otro besando su frente—. Ya, bebé, todo está bien. No los voy a dejar, Changmin-ah. Te lo prometo. Vamos a estar juntos, amor. Siempre juntos, tú y yo. Sólo tú y yo.
Yunho tomó las mejillas de Changmin y lo hizo girar el rostro, hasta que sus ojos se encontraron. La determinación de su mirada pereció calmar al menor, quien lo besó suavemente en los labios y se acurrucó en su pecho. Yunho continuó susurrándole palabras tranquilizantes al oído y acariciándole la espalda, hasta que el otro se fue dejando llevar poco a poco por el sueño.
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Changmin abrió los ojos lentamente, parpadeando un par de veces para acostumbrar su vista a la oscuridad. Se levantó poco a poco, con mucho cuidado de no despertar al mayor, que aún lo abrazaba. Cuando lo logró, bajó de la cama muy despacio y avanzó hasta el escritorio que tenía en un rincón de su habitación. Yunho había tomado la costumbre de dejar su celular ahí todas las noches, y eso era lo que necesitaba. Tomó el aparato y revisó entre los contactos hasta encontrar el número que buscaba.
Dejó el timbre sonar una, dos, tres veces y cuando escuchó la ronca voz del otro lado de la línea, cortó la llamada de golpe. Sólo eso necesitaba; le daría el tiempo suficiente para lo que pensaba hacer.
Dejó el aparato suavemente sobre la mesa de nuevo, y soltó un suspiro al tiempo que se acercaba de nuevo a la cama. Se dio un tiempo para observar el rostro durmiente de Yunho: la suavidad de su piel, la fuerza de sus facciones, el negro de su cabello revuelto y cayendo descuidadamente sobre su frente y mejillas, sus labios algo húmedos formando un suave puchero, probablemente producto de los sueños que poblaban su mente.
¡Dios, cómo extrañaría esto!
Subió a la cama de rodillas, con mucho cuidado, acercándose al hombre con quien no llevaba más de tres meses de relación. Le hubiera encantado pasar más tiempo junto a él, pero con un testigo a punto de declarar, eso era imposible se mire por donde sea que se mire. Un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer.
Cuando estuvo a su lado, pasó una pierna sobre el cuerpo recostado del mayor, de modo que sus rodillas descansaban a ambos lados de su cuerpo y él estaba prácticamente a horcajadas sobre el otro. Llevó una de sus manos hasta la mejilla del mayor y vio cómo Yunho inconscientemente se recostaba más en ella. Pudo sentir cómo su corazón se desgarraba en ese momento.
—Minnie —susurró Yunho entre sueños, y fue suficiente para que los ojos de Changmin se llenaran de lágrimas.
Pero tenía que hacerlo. Ahora o nunca.
Bajó la mano que acariciaba la mejilla de Yunho hasta su cuello; la otra mano se unió pronto alrededor de ese largo cuello, y presionó. Presionó fuertemente. Las palabras “tanto como lo quieres” hicieron eco en su cerebro desde algún lugar que parecía tan lejano ahora. La primera lágrima cayó de sus ojos, y Changmin tuvo que morderse los labios para evitar que los sollozos se escaparan.
Yunho tosió un par de veces por la obstrucción. De pronto sus ojos se abrieron completamente y sus manos aferraron las muñecas del menor. Su mirada estaba desenfocada, aún no lo suficientemente alerta para comprender del todo lo que ocurría. De su garganta salían sonidos desesperados, producto del esfuerzo que era tratar de llevar un poco de aire a sus pulmones.
Changmin ya no pudo seguir reprimiendo el llanto cuando los labios de Yunho formaron su nombre en una súplica silenciosa y sus ojos se encontraron con los suyos. Yunho trataba de luchar por liberarse, pero Changmin siempre había sido un poco más fuerte, y sus esfuerzos eran en vano.
—Yunho-yah —susurró Changmin cuando el rostro de Yunho comenzó a cambiar de color y sus ojos se humedecieron.
La mirada de Yunho era suplicante, indefensa, vulnerable. Los sollozos de Changmin se hicieron desesperados y desgarradores, pero sus manos aumentaron la fuerza de presión.
—Perdóname, Yunho —dijo Changmin entrecortadamente—. Pero tengo que hacerlo, entiende. Te amo, Yunho. Te amo, por eso no puedo dejar que pase. Tú entiendes, ¿verdad? Te amo, te amo, te amo, te amo…
Changmin siguió susurrando esas palabras una y otra vez, y poco a poco el cuerpo de Yunho dejó de oponer resistencia. Su mirada pasó de asustada y dolida a calmada y comprensiva. Yunho soltó una de las muñecas del menor y llevó su mano hasta acariciar la mejilla de Changmin, haciendo que el llanto de éste se redoblara.
“Te amo” dijeron sin voz los labios del mayor, para poco después dibujar el esbozo de una sonrisa y cerrar los ojos suavemente. Changmin lloró desgarradoramente mientras fuertes espasmos sacudían el debilitado cuerpo de Yunho, pero sus manos nunca disminuyeron la fuerza de presión.
Después de un par de minutos, los más lentos, dolorosos y agonizantes de los que Changmin tuviera memoria, el cuerpo de Yunho dejó de moverse por completo. Sus ojos estaban entreabiertos y habían perdido ese brillo otrora tan característico; su boca estaba ligeramente abierta, congelada en el último intento de tomar aire. Changmin soltó por fin su cuello y miró horrorizado las furiosas marcas que sus manos habían impreso en la piel del mayor, manchando para siempre aquel lugar que había llegado a ser casi un santuario para él.
Su llanto pareció calmarse un poco en ese instante, pero no así el dolor de su corazón. Suavemente se recostó sobre el mayor y dejó que sus brazos lo envolvieran y lo acercaran a él, cerrando lentamente los ojos. Se acercó hasta que sus rostros estuvieron frente a frente, y sus labios rozaban los labios inertes de Yunho cada vez que susurraba suaves confesiones de amor.
Permaneció en esa posición hasta que un fuerte ruido anunció la puerta de su departamento ser derribada, seguido de rápidos pasos que estaban cada vez más cerca. Changmin apenas tuvo tiempo de escuchar la grave voz del detective Kang gritar algo, cuando dos pares de brazos lo arrancaron bruscamente del cuerpo de Yunho.
Changmin veía y escuchaba todo sin realmente captarlo. Palabras como “arresto”, “asesinato múltiple”, “pena capital” y “ahorcamiento” no tenían realmente impacto alguno sobre él. Todo lo que le importaba era que lo había hecho, lo había logrado. Había apartado a Yunho del camino y era feliz por eso.
Tanto los detectives como los policías quedaron absolutamente desconcertados cuando Changmin estalló en súbitas carcajadas; pero él realmente no le dio importancia, y continuó riendo cuando fue plantado de cara al suelo y un par de esposas aseguraron sus manos en su espalda.
Changmin sabía lo que le esperaba. El odio, desprecio, señalamientos, rencor… muerte. Oh, sí, lo sabía muy bien. Pero eso no le importaba. Lo que quería, lo había hecho, y nada ni nadie podría quitarle eso.
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Junsu cayó de rodillas, antes de derrumbarse completamente en el suelo. Sus ojos, aún desencajados, se posaron ahora en Changmin, quien sólo pudo mirarlo también.
—Min…nie —fue lo último que salió de los labios de Junsu, al mismo tiempo que el atacante se giraba por primera vez hacia el menor. Changmin levantó la vista, y sintió su corazón paralizarse por el terror.
Changmin se puso lentamente de pie y comenzó a avanzar de espaldas, deseando alejarse lo más posible del otro. Pero no llegó muy lejos cuando un par de fuertes brazos lo rodearon y lo acercaron al cuerpo ajeno. Changmin sintió su estómago revolverse al darse cuenta de la sangre de sus amigos estaba ahora sobre él.
Trató de liberarse, pero el shock y el miedo no le dejaron la fuerza suficiente para eso. Su atacante se dio cuenta de sus intenciones, sin embargo, y lo aferró aún más, provocando que el arma, que había quedado entre ellos, se clavara un poco en su pecho, causando una herida, no muy profunda, pero aún así dolorosa.
—¿Por qué? —logró al fin susurrar.
—Ellos estorbaban, Changmin-ah. Ellos me quitaban tu atención. Era necesario.
De alguna manera Changmin logró soltarse y siguió avanzando lentamente hacia atrás. El otro lo seguía mirándolo fijamente con una sonrisa que era dolorosamente dulce y amorosa.
—Yunho-yah —dijo Changmin al borde de las lágrimas, y esa sonrisa se hizo aún más amplia, lo que por alguna razón le provocó mucho más terror del que recordara sentir antes.
—¿Por qué lloras? —preguntó Yunho arrugando el entrecejo. Alargó su mano para tocar el rostro de Changmin, pero el menor se apartó violentamente, hasta que su espalda chocó con la puerta del baño—. Changmin-ah, ¿por qué te alejas? ¿Tienes miedo? No te preocupes. Todo está bien, ya estás conmigo ahora.
Fue en ese momento, gracias a esas palabras, que Changmin sintió la primera oleada de pánico. Yunho pareció notarlo y repentinamente se quedó muy quieto, con la mirada perdida, como si de pronto su mente ya no estuviera ahí. Changmin aprovechó esa distracción para abrir la puerta y entrar al baño, cerrando la puerta detrás de él. Su mente daba vueltas y sentía que iba a vomitar en cualquier momento.
“Yunho hyung” fue lo último que pensó antes de caer pesadamente al suelo y que su mente fuera arrastrada por la inconsciencia.
Todo lo que Yunho podía distinguir era el color rojo. En el piso, sobre las paredes, en las puertas, sobre las mesas, sillas, sofás. No era, para nada, la escena que esperaba ver al llegar a casa después de un cansado día de actividades.
Las llaves, que aún estaban en su mano, cayeron repentinamente, provocando un sonido retumbante en el pesado silencio del lugar. Sus ojos, exageradamente abiertos, trataban de ver todo al mismo tiempo, pasando de un lugar a otro a la velocidad de la luz.
Su respiración se volvió errática y superficial. Los latidos de su corazón incrementaron su velocidad repentinamente. Su mente procesaba rápidamente las imágenes frente a sus ojos, pero él mismo se negaba a aceptar lo que veía.
Inciertamente dio un paso dentro del lugar, casi arrastrando los pies, como si su cuerpo se negara a formar parte del recuadro. Forzó sus piernas a responderle, y poco a poco se adentró en el lugar. Las luces estaban apagadas, pero la luz de la luna que se colaba por las ventanas iluminaba lo suficiente como para distinguir formas, aunque nada más que eso. Sólo formas confusas, y ese horripilante color rojo.
Sus pasos eran inciertos, temerosos, inseguros. Trataba de encontrar excusas, justificaciones, razones de por qué el rojo lo cubría todo. Su mente jugó con mil posibilidades, pero deliberadamente omitió una de ellas. Quería creer, quería tener esperanza de que eso en las paredes pudiera ser cualquier cosa, excepto aquello que tanto temía.
Se negó a encender las luces, queriendo aferrarse a la esperanza, así que anduvo a tientas por la sala. Tampoco se atrevía a hablar, aunque, desesperadamente, quería llamar alguno de esos cuatro nombres que ocupaban sus pensamientos constantemente.
Rogaba por que estuvieran fuera. Rogaba por que Jaejoong hubiera logrado convencer a los otros tres de salir a algún lado mientras Yunho hacía ese photoshoot y el programa de radio, como le había dicho por la mañana. Rogaba por que Yoochun hubiera ido a casa de su familia como quería. Rogaba por que Junsu hubiera aceptado la invitación de Hyukjae para ir a comer. Rogaba por que…
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sus pies tropezaron con algo, haciendo que cayera invariablemente al suelo por lo aturdidos que estaban sus reflejos. Soltó un leve gruñido de dolor cuando su cuerpo golpeó pesadamente contra el piso. Volteó a ver qué lo había hecho tropezar, y sintió cómo su corazón se detenía por un segundo.
Junsu.
Los ojos de Junsu estaban totalmente abiertos, una mirada de completo terror congelada en ellos. Su boca estaba entre abierta, con hilos de sangre corriendo desde sus comisuras. No, no corriendo, porque ya era sangre seca. Una herida atravesaba su mejilla izquierda de lado a lado. Su camisa, que en un tiempo había sido blanca, estaba bañada de ese mismo color rojo que cubría las paredes. En su pecho se notaban las innumerables heridas causantes de ese color, aunque sobresalía una en su abdomen, justo en el centro, a la altura de su estómago.
Yunho abrió la boca para gritar, pero ningún sonido salió de ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas al momento que intentó acercarse al menor, parcialmente oculto por el sofá de la estancia.
—Jun…su —susurró cuando estuvo lo suficientemente cerca, pero nada lo había preparado para lo que sus ojos encontrarían cuando, al acercarse, pudo ver todo lo que había detrás del sofá.
Yoochun y Jaejoong.
Si ver a Junsu así fue horrible, no se comparaba en nada a lo que fue ver a los otros dos. Al menos con Junsu estaba seguro de que era Junsu, porque podía ver su cara. La única razón por la que reconoció a Jaejoong y Yoochun, fue porque pudo distinguir algo de sus tatuajes entre mares de rojo carmesí.
Yunho sintió su estómago revolverse. Dejó caer su cuerpo hacia atrás, quedando casi de espaldas al suelo, y comenzó a retroceder aterrorizado. Las lágrimas fluían libremente de sus ojos mientras un coro de “no… no” salía de su boca a murmullos.
Se detuvo sólo cuando su espalda chocó contra la pared, y estuvo tentado de acercar las piernas a su pecho y refugiar su cara en las rodillas; y lo hubiera hecho, de no ser porque un pensamiento repentino cruzó su mente.
«Changmin»
Se puso de pie como impulsado por un resorte. Una descarga de adrenalina le recorría el cuerpo y su pulso se aceleró al máximo en una fracción de segundo. Casi pudo sentir cómo sus pupilas se dilataban tratando de registrarlo todo en la oscuridad en la que se encontraba.
No había nadie más en la sala. La cocina igual estaba vacía. Su desesperación aumentaba segundo a segundo, y fue así como pudo encontrar su voz otra vez.
—¡Changmin! —gritó, en una voz que a él mismo le pareció increíblemente aguda—. ¡Changmin-ah! ¿¡Dónde estás!?
Corrió por el pasillo hasta las habitaciones, y las revisó una por una, pero no había ni rastros del menor de todos. Estaba a punto de salir del departamento a buscarlo cuando, al salir del cuarto de Jaejoong, pasó frente al baño, y se dio cuenta de que había una luz asomando por debajo de la puerta.
Yunho detuvo sus pasos en seco, pero no se atrevió a entrar, temeroso de lo que encontraría. Al final, reuniendo todo el valor del que era capaz, abrió la puerta, lentamente. Si ver a los demás en ese estado lo había devastado, no quería ni pensar en lo que sentiría si Changmin había corrido la misma suerte.
Cuando abrió la puerta por completo, casi cae de rodillas al perder la fuerza de sus piernas. Changmin estaba en el suelo, también cubierto de rojo.
—¡Changmin-ah! —gritó de nuevo, apresurándose a llegar hasta el menor.
Se dejó caer a su lado, levantando la parte superior del cuerpo de Changmin, rodeándolo con los brazos y abrazándolo contra su pecho fuertemente. Su llanto se hizo desesperado.
—No, Changmin.
Yunho susurraba apenas audiblemente, abrazando al chico aún más fuertemente, como si con eso pudiera retenerlo a su lado. Comenzó a mecer su cuerpo hacia delante y hacia atrás. Gruesas lágrimas caían de sus ojos.
—Tú no, Changmin —continuó— Por favor, tú no. No ahora. Nunca… Nunca pude decirte, Changmin-ah. No pude decirte que… que te… Que te am-
—Yun…
El leve y apenas perceptible susurro de Changmin interrumpió las palabras que Yunho estuvo a punto de confesar; su secreto mejor guardado.
Por un momento Yunho no pudo ni siquiera reaccionar; tal era el grado de emociones que lo embargaban: shock, alivio, felicidad, aún tristeza, resignación. Cuando pudo reaccionar, dejó de abrazar al menor para poder ver su rostro; para confirmar que su corazón no le estaba jugando una mala pasada.
—¿Changmin-ah? ¿Estás bien?
Se encontró frente a frente con los ojos de Changmin, fijos en él de manera intensa. Estaban completamente abiertos, casi saliéndose de sus órbitas. Sus pupilas se fueron desenfocando poco a poco, fijándose en algún lugar lejano, y su respiración comenzó a acelerarse.
—¿Min-ah?
Como si su voz hubiera servido de detonante, Changmin gritó desgarradoramente, descolocando a Yunho del todo. El menor trató de zafarse de los brazos del mayor con una desesperación evidente. Yunho, por instinto, afianzó su abrazo.
—¡Changmin! —gritó Yunho, tratando de sacar al menor del ataque de pánico al que acababa de entrar.
—¡NO! —gritó Changmin, luchando aún más fuerte por liberarse—. ¡Jaejoong hyung! ¡Junsu! ¡Chunnie!
Con un último empujón que envió a Yunho de espaldas al suelo, Changmin consiguió soltarse, y de inmediato se alejó a rastras hasta chocar con la bañera. Acercó las piernas a su pecho, apoyó la frente en sus rodillas, cerró los ojos y se cubrió los oídos con las manos; como si con eso, con no ver ni escuchar, lograra protegerse del terror del que acababa de sobrevivir.
—¡Hyung! —gritaba aún a todo pulmón—. ¡Hyung! ¡Hyung-deul!
Yunho sólo pudo verlo derrumbarse poco a poco, sintiendo la impotencia de no poder hacer nada por ayudarlo, ya que Changmin se encontraba en tal estado de terror que si se acercaba a él, sólo empeoraría las cosas.
Con cada grito que salía de los labios del menor, el corazón de Yunho se rompía un poco más.
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La noticia había sacudido a toda Corea hasta sus mismos cimientos.
Tres miembros de Dong Bang Shin Ki habían sido brutalmente asesinados, el cuarto debía pasarse sedado la mayor parte del día para evitar un nuevo ataque de pánico, y el quinto estaba en tal grado de depresión y preocupación que, prácticamente, no abandonaba al menor ni por cinco minutos.
Todo eso, sin motivo aparente.
No había absolutamente ninguna pista, ni el más mínimo indicio, que señalara al o los culpables del atentado, o siquiera el móvil del crimen. La policía estaba teniendo unos momentos difíciles tratando de armar el rompecabezas, del que sólo tenían algunas piezas, rotas y apagadas, como flores marchitas.
No había rastros de lucha en el departamento, nada fuera de su lugar, ningún florero o adorno roto. Las cerraduras no habían sido forzadas. No había ninguna huella digital que no perteneciera al lugar. No faltaba absolutamente ninguna de las cosas de valor que había dentro. Los vecinos no habían visto o escuchado algo extraño; ni siquiera gritos de terror o pidiendo auxilio. La situación era un callejón sin salida.
Changmin era la única esperanza.
Durante las últimas semanas, Changmin se había convertido en el centro de atención de todo el mundo. Las fans lloraban y se aferraban a él como a una especie de mártir; el pequeño inocente que sobrevivió al infierno.
Aunque no todas pensaban igual. Había algunas que lo miraban con odio, resentidas de que fuera él quien siguiera con vida. “¿Por qué tuvo que ser él? Hubiera sido mejor que Changmin muriera en lugar de (Jaejoong, Junsu, Yoochun) oppa”.
Pero esas eran muy pocas; la mayoría estaban de su lado. El hospital estaba lleno de flores cada día, por las calles podía verse a grupos de adolescentes llorando y pidiendo por Changmin a cualquiera que fuese el Dios en el que creyeran. Yunho no pudo evitar sentir cierto dejo de amargura al pensar que tuvo que pasar una tragedia de esta magnitud para que Changmin recibiera esa clase de atención de su parte.
Por otro lado, para la policía Changmin era su única posibilidad de resolver el caso, el único que podía dar testimonio de lo que pasó ese día. Pero Changmin no podía estar despierto ni siquiera cinco minutos cuando comenzaban de nuevo los llantos y los gritos. En esos momentos no dejaba que nadie se le acercara, ni siquiera Yunho, lo que lastimaba al mayor como pocas cosas lo hacían.
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Las semanas pasaban, y Changmin se recuperaba a paso lento, pero constante. No físicamente, porque, para gran alivio de Yunho, sus heridas no eran profundas ni mucho menos de gravedad. Casi todas estaban en los brazos, excepto una en la cara que iba desde la frente hasta su mejilla derecha, y otra en el pecho un poco hacia la izquierda. Ambas, a pesar de lo aparatosas que lucían, no eran de seriedad y sanaron en un par de semanas.
Yunho aún no se recuperaba del shock que fue ver a sus compañeros (a su familia) prácticamente bañados en sangre, y aún ahora, casi dos meses después, se despertaba por las noches (cuando podía dormir), sudoroso y con la respiración agitada a causa de las imágenes que inundaban sus sueños. Todas sus pesadillas eran diferentes, pero con una constante: el rojo de la sangre manado a borbotones frente a él.
Yunho se sentía al borde de un abismo del que no podía escapar. Cuando recordaba la sonrisa de Junsu, o los ojos de Yoochun, o los abrazos de Jaejoong, no quería nada más que encerrarse en su habitación, hundirse en su cama y llorar hasta que se le secara el alma; pero no podía hacer eso. Tenía que ser fuerte; Changmin lo necesitaba firme, entero, y él no pensaba fallarle. Ni ahora ni nunca.
Desde hacía una semana completa, Changmin había dejado de sufrir los ataques de pánico, pero estaba ahora sumido en el silencio, llorando sin sonido alguno. Las lágrimas simplemente fluían de manera constante de sus ojos sin que nada pareciera detenerlas.
Su vista estaba casi siempre perdida en la lejanía, apagada, vacía, sin vida. Yunho odiaba verlo así, por eso procuraba hablarle siempre para tratar de distraerlo, de regresarlo de ese lugar en el que se había aislado. La mayoría de las veces sus intentos eran inútiles y Changmin no parecía tan siquiera notar su presencia. Otras veces lo hacía. Fijaba sus ojos en Yunho, como si quisiera atravesarlo con la mirada. Yunho lo miraba también, pero siempre terminaba por desviar o agachar la mirada.
“Es tu culpa”, Yunho creía leer en los ojos del menor. “No estuviste ahí para evitarlo. No nos protegiste. ¿Por qué? Juraste que lo harías y mentiste. Es tu culpa”.
Yunho sabía que no era Changmin quien pensaba eso, era él mismo. Era su propio remordimiento, su propia consciencia, su propia culpabilidad. Era él mismo (y su mente) quien se auto-castigaba de esa manera. Changmin jamás, JAMÁS, haría diría o siquiera pensaría algo contra Yunho, y eso era un hecho, no sólo una idea del mayor. No estaba en la naturaleza de Changmin el comportarse de esa manera.
Yunho lo sabía, pero por alguna razón no podía soportar su mirada mucho tiempo. Esas veces en las que Changmin reconocía su presencia lo hacían sentirse increíblemente impotente, pero, sobre todo, culpable.
Hoy era una de esas veces.
Al principio Changmin parecía estarlo ignorando como de costumbre, pero al parecer Yunho dijo algo que provocó esa mirada fija del menor. No podía recordar qué es lo que había dicho, pero Yunho también fijó sus ojos en los de Changmin tratando, en vano, lo sabía muy bien, de sostenerle la mirada. Un par de minutos después, Yunho desvió el rostro.
Si Yunho se detenía a pensarlo, la mirada de Changmin siempre era inquisitiva. El menor parecía buscar en Yunho las respuestas a sus dudas. “¿Por qué?” era lo que realmente preguntaban sus ojos, y Yunho sentía, además, la frustración de, por primera vez desde que se conocieron, no poderle dar a Changmin algo que éste quisiera.
De nuevo bajó la vista, esta vez más avergonzado que intimidado. Changmin suspiró pesadamente y volvió a desviar la vista hacia la ventana. Yunho sintió que algo le oprimía la garganta, estrangulando las palabras que se moría por decir, pero que por alguna razón se negaban a pasar de ahí.
Ambos volvieron a sumirse en el silencio que ya casi se hacía una costumbre entre ellos. Todo parecía indicar que el día pasaría así, pero pocos minutos después las puertas del cuarto de hospital donde estaba Changmin se abrieron de golpe. Dos hombres vestidos de traje formal entraron sin avisar. Ambos pasaron por alto a Yunho y centraron su atención en el menor, quien los veía con una expresión en blanco.
—¿Shim Changmin? —habló uno de ellos—. Soy el detective Kang Jae Dong, y él es mi compañero el detective Lee Do Young. Estamos aquí para interrogarlo sobre los hechos ocurridos hace dos meses.
Changmin se tensó visiblemente y le lanzó una mirada fugaz a Yunho, pero eso fue suficiente para lanzarlo a la acción. El mayor se puso de pie de inmediato y se dirigió hacia los recién llegados.
—Creo que sería mejor que volvieran otro día. Changmin aún no se ha recuperado completamente, y además-
—Jung Yunho, ¿cierto? —habló Lee-. Lo lamento pero las investigaciones no pueden retrasarse más. Ya han pasado más de dos meses y no hemos avanzado. Necesitamos del testimonio de Shim Changmin-sshi.
—Me tiene muy sin cuidado-
—Hyung —interrumpió Changmin de pronto—. Está bien, el detective tiene razón.
—Pero, Changmin…
—De verdad, hyung. Estoy bien —respondió el menor esbozando una leve sonrisa. Yunho guardó silencio y volvió a sentarse, no sin antes dirigirle una mirada preocupada a su donsaeng.
A indicación del detective Kang, Changmin comenzó a relatar lo que recordaba de ese día. Dijo que había pasado la mayor parte de la mañana durmiendo, pero que alrededor de las 2 de la tarde había despertado de golpe gracias a las fuertes voces que se escuchaban de la sala. No eran exactamente gritos, pero sí lo suficientemente altos como para preocuparlo.
Cuando salió a ver lo que pasaba, se encontró con que Jaejoong y Yoochun trataban de forcejear con otra persona; Junsu estaba parado algo más lejos, mirando la escena con miedo. En cuanto Junsu notó al menor parado al final del pasillo, de inmediato corrió a su lado.
—Changmin, vuelve a tu habitación —ordenó con una voz preocupada pero firme.
—Hyung, ¿qué está pasando? —preguntó Changmin con enorme preocupación al notar el rostro pálido y bañado en lágrimas de Junsu.
—Nada, no te preocupes. Por favor, Minnie, vuelve a tu cuarto y cierra la puerta con llave.
Cuando Changmin siguió negándose tercamente, Junsu comenzó a suplicarle, pero ambos pararon toda acción cuando escucharon el grito un tanto ahogado de Yoochun.
Changmin volvió la vista hacia el ruido y vio cómo Jaejoong y Yoochun estaban en el suelo, y la otra persona sobre ellos, atacándolos con lo que parecía ser alguna clase de arma punzocortante. Una gran mancha de sangre comenzó a crecer a su alrededor.
—¡Hyung! —dijo Junsu, y corrió hasta llegar a los otros.
Changmin parecía clavado en su sitio, no atinaba ni a desviar la mirada. Junsu trató de apartar a esa persona de sus dos mayores, pero sólo logró que el otro lo sujetara fuertemente por el cuello. Junsu comenzó a tener problemas para respirar y su rostro cambió poco a poco de coloración; eso fue lo que sacó a Changmin de su estupor. Avanzó a pasos rápidos y tiró del brazo que sujetaba el cuello de su compañero.
El sujeto pareció desconcertado por el repentino ataque y movió la otra mano que empuñaba el arma, la que golpeó a Changmin en la cara, lo que le provocó un gran corte desde la frente hasta la mejilla. El dolor, tanto del golpe como de la herida, hizo que Changmin cayera al suelo, pero su intrusión provocó que el atacante soltara a Junsu. El mayor sólo se dio el tiempo de tomar aire un par de veces y de nuevo se lanzó sobre el otro. Mientras se defendía, el mayor le repetía a Changmin que se fuera a su habitación y cerrara la puerta con llave, pero el menor no podía ni moverse por el pánico.
El atacante golpeó a Junsu con el arma en la mejilla, y el mayor sólo se mordió los labios para evitar gritar, pero gruesas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. El arma se hundió una vez más, ahora en el estómago de Junsu, quien perdió por completo la habilidad de defenderse. Sus ojos se abrieron completamente y se fijaron en la persona frente a él. Changmin pudo escuchar a Junsu susurrar un leve “hyung”, pero no supo si era por Jaejoong o Yoochun; tal vez por ambos.
Nunca antes de ahora Changmin había maldecido tanto su naturaleza insegura, que a la menor señal de un problema o discusión frente a él, se quedaba totalmente en blanco sin saber qué hacer. Junsu cayó de rodillas, antes de derrumbarse completamente en el suelo. Sus ojos, aún desencajados, se posaron ahora en Changmin, quien sólo pudo mirarlo también.
—Min…nie —fue lo último que salió de los labios de Junsu, al mismo tiempo que el atacante se giraba por primera vez hacia el menor. Changmin levantó la vista, y sintió su corazón paralizarse por el terror.
—¿Qué pasó después? —preguntó el detective Kang una vez que Changmin guardó silencio.
—Yo… —comenzó el menor bajando la vista y fijándola en sus manos entrelazadas sobre su regazo—. No lo recuerdo.
—De acuerdo al testimonio de Jung Yunho-sshi, usted estaba en el baño cuando él lo encontró —habló ahora el detective Lee—. ¿Puede decirnos cómo fue que llegó ahí?
—Yo… no lo sé —respondió el menor entrecortadamente, cerrando los ojos y apretando la sábana con las manos mientras su respiración se aceleraba. Yunho se puso de pie inmediatamente y se sentó en la cama junto a Changmin, rodeándolo con sus brazos.
—Shh… todo está bien, Changmin-ah —susurró tratando de calmarlo. Changmin no dijo nada, pero las lágrimas cayeron sin que él o el mayor pudieran hacer algo por evitarlo.
—¿Cree que podría darnos una descripción del atacante? —preguntó Kang.
Changmin se mordió el labio inferior y negó furiosamente con la cabeza. Las lágrimas siguieron cayendo copiosamente de sus ojos aún cerrados. Yunho le susurró palabras tranquilizantes al oído mientras le frotaba la espalda con una mano y pasaba la otra por alrededor de su cintura. Pero ninguna de esas precauciones fue suficiente; Changmin ya había vuelto al terror de esa noche, y su cuerpo comenzó a temblar y fuertes sollozos escapaban de su garganta.
—Changmin —llamó Yunho con desesperación en la voz—. Min-ah, escúchame. Todo está bien ahora. Yo estoy aquí contigo, Changmin.
—¡¡NO!! —gritó Changmin tratando de empujar al mayor, pero Yunho ni siquiera le dio la oportunidad.
—¡Changmin! Mírame, Changmin, soy yo, Yunho —gritaba el mayor luchando contra Changmin, tratando de evitar soltarlo—. Minnie, por favor. Está bien, ya estás conmigo ahora
Changmin se tensó terriblemente en ese momento y sus temblores aumentaron, redoblando sus esfuerzos para apartar a Yunho a un punto casi humanamente imposible.
—¡¡Suéltame!! —gritó de nuevo, ahora golpeando a Yunho donde sus manos podían alcanzar—. ¡Te digo que me sueltes!
Sus gritos junto con los de Yunho terminaron por llamar la atención del personal del hospital, quienes entraron a ver lo que pasaba. Inmediatamente hicieron salir a los demás, casi sacando a Yunho a la fuerza.
Yunho dejó de prestar atención a su alrededor, sus ojos fijos en el cuerpo tembloroso de Changmin, queriendo alejarse de los médicos y enfermeras que trataban de administrarle tranquilizantes. Otro médico se acercó a ellos, y los detectives comenzaron a hacerle preguntas. Yunho estaba tan perdido en sus pensamientos que sólo creyó distinguir las palabras “amnesia selectiva”, pero no entendió gran cosa. Sólo le quedó claro que si Changmin no quería recordar ese día, Yunho lo ayudaría a no hacerlo.
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Yunho observaba el rostro casi angelical de Changmin al dormir, sintiendo una opresión en el pecho al pensar en lo que el menor había pasado estos los últimos meses. Changmin había mejorado notablemente desde que lo dieron de alta en el hospital un par de semanas atrás, hasta había comenzado a sonreír de nuevo. Una sonrisa suave y no completamente feliz, pero una sonrisa al fin y al cabo.
Eso podía deberse mucho al hecho de estar en un ambiente nuevo. Obviamente, Yunho buscó un nuevo lugar para vivir, uno con sólo dos habitaciones, donde no se sintiera tanto el vacío de otras tres personas alrededor. Al principio los padres de Changmin trataron de hacer volver a su hijo con ellos, pero había momentos en los que el menor sólo pedía “volver a casa”; hasta que el terapeuta que lo ayudaba sugirió que lo dejaran volver con Yunho. La decisión pareció haber ayudado a Changmin.
Quien parecía haber empeorado era Yunho. Una especie de paranoia se había apoderado de él, y no soportaba perder de vista al menor ni un momento. Le aterraba que alguien pudiera arrebatárselo, que alguien le quitara todo lo que quedaba de su familia. Por las noches iba a la habitación de Changmin y se quedaba de pie en el umbral de la puerta, simplemente observándolo dormir, hasta muy entrada la madrugada.
Yunho sabía que lo que hacía no estaba bien, que sólo añadía más peso a la carga, pero por más que intentó dejar esas costumbre, no pasó mucho tiempo para que se diera cuenta que no podía dormir si no pasaba al menos un momento en la habitación del menor. Si Yunho cerraba los ojos y se concentraba lo suficiente, podía escuchar la voz de Jaejoong llamándole la atención por preocuparse tanto y por no cuidar más de sí mismo. “No puedes seguir así, Yunho-yah” le decía en su mente la voz del mayor. “¿Quién va a cuidar a Changmin si no eres tú?”
Sus ojos comenzaron a aguarse como siempre sucedía cuando pensaba en alguno de sus tres compañeros. Ese conocido nudo comenzó a formarse en su garganta y tuvo que tragar muy fuerte para deshacerlo. Cerró los ojos y respiró profundamente, dando media vuelta dispuesto a volver a su habitación, no sin antes dar un último vistazo a Changmin.
—¿Hyung?
La voz adormilada de Changmin lo detuvo en seco. Yunho volteó a verlo y no pudo reprimir la sonrisa que asomó a sus labios al observar la imagen que daba el menor mientras se sentaba un poco sobre la cama. Sus ojos estaban medio cerrados por la somnolencia, su cabello estaba para todos lados gracias a los roces con la almohada, y con una mano tapaba el bostezo que se le escapó. ¿Cómo es que podía ser tan adorable sin siquiera proponérselo?
—Vuelve a dormir, Changmin —dijo Yunho, y sin embargo se acercó hasta sentarse en la cama junto al menor, alargando una mano y revolviéndole aún más el cabello, todavía sonriendo.
—Hyung, no hagas eso —lo reprendió Changmin con un puchero, provocando la risa de Yunho—. ¡No te rías de mí! Ya verás, le diré a Jaejoong hyung, y enton…
El silencio reinó entre ellos por un largo rato. Changmin había bajado la vista al igual que Yunho, Quien no pudo reunir el valor suficiente pare decir o hacer algo. Como sea, su vacilación terminó en el momento en que un sollozo llegó hasta sus oídos.
Yunho abrazó a Changmin con todas sus fuerzas mientras ambos volvían a recostarse en la cama. El llanto del menor ya no era tan desgarrador como antes, era más bien calmado, sin apenas emitir sonido alguno; pero no por eso menos conmovedor (si esa podía ser la palabra) para Yunho. Changmin aferraba a Yunho como si de ello dependiera su vida, cosa que tal vez no estuviera muy alejada de la verdad, pensó el mayor con cierto dejo agridulce en la boca.
Después de lo que pareció eternidades para ambos, el llanto cesó, pero aún sus brazos aferraban al otro, atrayéndolo hacia sí. Tratando en encontrar en el alma ajena aquella fuerza y seguridad que faltaba en la propia.
—¿Por qué? —susurró Changmin con la voz enronquecida—. ¿Por qué ellos, hyung?
—No lo sé, Changmin —respondió Yunho, sintiendo la impotencia calándole fuerte en la garganta.
—¿Fue mi culpa?
—¿Qué? —preguntó el mayor incapaz de creer a sus oídos. No podía ser que Changmin le preguntara una cosa así.
—Sí… —Changmin parecía batallar para encontrar las palabras, como si a él mismo le costara explicarse—. ¿Fue algo que yo hice? ¿Algo que no hice? ¿Qué fue, Yunho?
—Changmin, mírame —dijo Yunho tomando con ambas manos las mejillas del menor y forzándolo a que sus ojos se encontraran—. No quiero que digas eso, Min-ah. Nada de esto fue culpa tuya o de alguien más. Nadie es culpable… En todo caso, al único que podríamos culpar sería a quien lo hizo, no a ti.
Changmin bajó la vista y no dijo nada por un momento. Yunho lo miraba fijamente como si tratara de transmitirle sus pensamientos, sus sentimientos, la seguridad y confianza que él mismo no sentía. Al final, por toda respuesta, Changmin volvió a refugiarse en el abrazo del mayor.
Yunho cerró los ojos mientras acariciaba en círculos la espalda de su donsaeng. Enterró la cara en el cabello del menor, aspirando el aroma que desprendía, una mezcla del champú que utilizaba y ese varonil olor almizclado que era sólo Changmin. Sin proponérselo ni darse cuenta, su pulso se aceleró, y sus brazos acercaron aún más ese cuerpo delgado, hasta que no quedó entre ellos el más mínimo espacio.
Las caricias en la espalda de Changmin perdieron ese tinte de consuelo y se volvieron más lentas y exploratorias. Yunho había perdido por completo la noción de tiempo y espacio. Todo lo que parecía existir para él en ese momento, era el calor que emanaba el cuerpo de Changmin pegado al suyo.
Acomodando un poco su cuerpo, Yunho refugió el rostro en el cuello del menor, mientras dejaba las caricias a favor de abrazarlo ahora con mucha más fuerza de lo que recordara haberlo hecho alguna vez. En el estado de obnubilación en el que estaba, no pudo detenerse cuando sus labios reclamaron esa pequeña porción de piel aterciopelada a su alcance.
—¿Hyung?
La voz confundida y algo asustada de Changmin lo trajo súbitamente de vuelta a la realidad. Yunho se dio cuenta de la posición en la que se encontraba y de lo que acababa de hacer. Todo su cuerpo se tensó inmediatamente.
—Changmin —dijo soltando al fin al menor—. Min-ah, yo… Perdón —susurró por último, dispuesto a salir y encerrarse en su habitación por tanto tiempo como fuera necesario, pero Changmin se lo impidió.
—Yunho-yah —dijo en un susurro, obligando al mayor a volver a su lado—. No te vayas… Dime, hyung. Explícame.
Yunho suspiró, derrotado. Sabía que no podía seguir ocultándoselo a Changmin, no con lo que acababa de pasar, en todo caso; pero no sabía si estaba listo para hacerlo, no sabía si él mismo estaba preparado para enfrentar realmente sus propios sentimientos. Habían sido muchos años los que había pasado reprimiéndolos, obligándolos, tan grandes como eran, a ocupar un lugar pequeñito en el fondo de su mente.
Changmin pareció cansarse de esperar. Soltó un suspiro de resignación e intentó levantarse, pero, en un impulso, Yunho lo tomó del brazo y lo acercó de nuevo a él, abrazándolo y ocultando el rostro en el cuello del menor, bajo su mentón. Changmin se puso rígido, pero no intentó alejarlo.
—Min-ah —comenzó Yunho sin saber realmente cómo—. Tal vez éste no sea el mejor momento, pero… Pensaba decírtelo tarde o temprano de todas formas… Yo… No tienes que responderme nada si no quieres, es sólo que… Tú… me… gustas.
La última palabra salió más bien en un suspiro. Yunho había cerrado los ojos muy fuerte, preparándose para cualquier reacción que pudiera tener el menor. Cualquiera, excepto la que realmente tuvo.
Changmin suspiró y lo rodeó con sus brazos, acercándolo aún más a él. Ahora fue el turno de Yunho de tensarse, y se preguntó levemente si esto no era sólo el primer paso y enseguida llegarían los gritos y las palabras de odio.
—Lo sé —fue toda la respuesta del menor.
—¿Qué? —preguntó Yunho, asombrado. Instintivamente se alejó un poco para poder ver la cara del otro. Sus ojos se encontraron con los serenos y comprensivos de Changmin.
—Dije que ya lo sabía.
—Pero… ¿cómo?
—“Hace falta uno para reconocer a otro”, dicen —habló el menor con la mirada dulce y afectiva. Yunho sintió su pulso acelerarse y sus ojos se agrandaron de la sorpresa.
—O sea que tú…
Changmin sonrió y decidió contestar uniendo sus labios con los del mayor. Nada de lo que Yunho había soñado o imaginado pudo haberlo preparado para lo que era realmente un beso de Shim Changmin. Su estómago daba mil volteretas mientras su mente se desconectó en un instante. Por un momento no supo ni cómo reaccionar, pero cuando la lengua húmeda y tibia de Changmin rozó sus labios, Yunho cerró los ojos y abrió la boca apenas lo suficiente para dejar que Changmin la invadiera.
Yunho sintió como si hubiera encontrado por fin algo que le había faltado desde siempre.
///
Las cosas entre Yunho y Changmin progresaron lentamente. El menor aún se tensaba incómodamente si Yunho lo sorprendía con algún gesto de afecto repentino, pero su resistencia duraba sólo un momento, y no tardaba en corresponderle. Yunho comprendía, o creía comprender, esas reacciones, así que procuraba no presionarlo mucho.
En cuanto a los demás, aún había personas que señalaban o miraban a Changmin con odio o cierto resentimiento; el menor actuaba como si no le importara, pero Yunho lo conocía mejor que eso. La policía seguía insistiendo en una declaración de Changmin, aún con la disculpa medica por su memoria debido al trauma, argumentando aquellas inconsistencias en su relato la vez pasada; pero la mirada aterrada del menor cuando se tocaba el tema era tan lastimosa, que Yunho no tenía el corazón para forzarlo, por más que él mismo se muriera de ganas por saber la verdad.
Había todavía momentos en los que Changmin volvía a mirarlo con esos ojos interrogantes, aquellos que lo desarmaban por completo, pero ahora Yunho ya tenía el motivo de acercarse, abrazarlo y hacerle olvidar todos sus miedos. Al menos por tanto tiempo como pudiera besarlo hasta que ambos quedaran sin aliento.
Y siempre podía sentirse un poco mejor después de eso.
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Yunho aún aferraba el auricular del teléfono mucho después de que la llamada terminara. Su mente parecía incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar. Hasta su mirada parecía perdida en la distancia, como tratando de alcanzar algún reflejo de entendimiento.
Lentamente, con movimientos casi mecanizados, colgó el auricular nuevamente. No sabiendo qué más hacer, volvió sobre sus pasos hasta la recámara que ahora compartía con Changmin. La lógica y la razón le decían que no esperara mucho, después de todo habían pasado ya casi siete meses. Pero su corazón decía otra cosa, y no pudo evitar que una oleada de alivio se extendiera por su cuerpo.
Subió a la cama y abrazó a Changmin muy fuerte, no preocupándole realmente si lo despertaba o no; y eso fue exactamente lo que pasó.
—¿Yunho? —la voz de Changmin, un poco ronca por el sueño, llegó hasta sus oídos—. ¿Quién era?
—¿Escuchaste el teléfono? —preguntó, y el menor sólo asintió—. Era el detective Kang.
Changmin despertó por completo a esto, y miró a Yunho fijamente por un buen rato, arrugando el entrecejo. Su mirada era indescifrable y puso a Yunho bastante incómodo.
—Ah… —dijo al fin—. ¿Y qué quería a esta hora?
—Hay un testigo, Changmin-ah.
La voz de Yunho era esperanzada, casi alegre, y no pudo evitar la sonrisa que se apoderó de sus labios. Changmin abrió los ojos con sorpresa y se sentó de golpe en la cama; su vista se fijó en sus manos, que aferraban fuertemente la sábana sobre su regazo. Yunho se extrañó de esa reacción y se sentó a su lado, poniendo una mano sobre el hombro del menor.
—¿Changmin?
—Pero… —comenzó Changmin al tiempo que negaba con la cabeza—… No. ¿Cómo? No había ningún testigo antes.
—Uno de nuestros vecinos del edificio —habló el mayor—. Ese día iba a salir de viaje, pero mientras salía de su departamento vio a alguien entrar al nuestro. Como su viaje era al extranjero, no sabía nada de lo que había pasado. Por eso, al volver a Corea y enterarse de todo, llamó a la policía. Mañana irá a dar su declaración. ¿Te imaginas, Changmin? Él sabe quién lo hizo. ¡Van a castigar al culpable, Minnie!
Pero Changmin no dijo nada, ni siquiera levantó la vista, y Yunho comenzó a preocuparse. Poco a poco el menor dejó escapar leves sollozos, y ahí fue cuando Yunho se asustó de verdad. Changmin se arrojó sobre el mayor, rodeándolo con sus brazos, mientras dejaba que su llanto saliera libremente. Yunho sólo correspondió el abrazo sin saber qué más hacer, sin entender por completo la reacción del otro.
—No los dejes, hyung —dijo Changmin ahogadamente por el llanto.
—Min-ah, ¿qué…?
—¡No, Yunho! No quiero. No quiero que me separen de ti. ¡Yo quiero estar contigo, Yunho-yah!
Yunho se puso rígido y sus ojos se abrieron enormemente al comprender lo que implicaban las palabras del menor. Su garganta se sintió repentinamente diez veces más seca.
—No los dejes, hyung. No dejes que nos separen… Por favor —decía con una voz tan desesperada que rayaba la histeria.
—Por Dios, Changmin —dijo Yunho en un suspiro ahogado—. Dime que no, Changmin. Por favor, dime que no es cierto.
—Hyung… —fue todo lo que el menor pudo articular en medio del llanto.
—Tú no, Changmin —dijo el mayor sintiendo cierto déjà vu, mientras sus propias lágrimas se dejaban caer—. ¿Por qué, Changmin-ah? ¿Por qué?
El llanto del menor se hizo más desesperado, y sus brazos se negaban a soltar a Yunho, aferrándolo como si fuera una tabla de salvación. Yunho, por su parte, correspondió el gesto con igual fuerza.
—Yo quiero estar contigo, Yunho —dijo Changmin entrecortadamente—. Déjame estar contigo, hyung. Por favor… Por favor… Por favor…
—Ya no llores, Changmin —respondió el otro besando su frente—. Ya, bebé, todo está bien. No los voy a dejar, Changmin-ah. Te lo prometo. Vamos a estar juntos, amor. Siempre juntos, tú y yo. Sólo tú y yo.
Yunho tomó las mejillas de Changmin y lo hizo girar el rostro, hasta que sus ojos se encontraron. La determinación de su mirada pereció calmar al menor, quien lo besó suavemente en los labios y se acurrucó en su pecho. Yunho continuó susurrándole palabras tranquilizantes al oído y acariciándole la espalda, hasta que el otro se fue dejando llevar poco a poco por el sueño.
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Changmin abrió los ojos lentamente, parpadeando un par de veces para acostumbrar su vista a la oscuridad. Se levantó poco a poco, con mucho cuidado de no despertar al mayor, que aún lo abrazaba. Cuando lo logró, bajó de la cama muy despacio y avanzó hasta el escritorio que tenía en un rincón de su habitación. Yunho había tomado la costumbre de dejar su celular ahí todas las noches, y eso era lo que necesitaba. Tomó el aparato y revisó entre los contactos hasta encontrar el número que buscaba.
Dejó el timbre sonar una, dos, tres veces y cuando escuchó la ronca voz del otro lado de la línea, cortó la llamada de golpe. Sólo eso necesitaba; le daría el tiempo suficiente para lo que pensaba hacer.
Dejó el aparato suavemente sobre la mesa de nuevo, y soltó un suspiro al tiempo que se acercaba de nuevo a la cama. Se dio un tiempo para observar el rostro durmiente de Yunho: la suavidad de su piel, la fuerza de sus facciones, el negro de su cabello revuelto y cayendo descuidadamente sobre su frente y mejillas, sus labios algo húmedos formando un suave puchero, probablemente producto de los sueños que poblaban su mente.
¡Dios, cómo extrañaría esto!
Subió a la cama de rodillas, con mucho cuidado, acercándose al hombre con quien no llevaba más de tres meses de relación. Le hubiera encantado pasar más tiempo junto a él, pero con un testigo a punto de declarar, eso era imposible se mire por donde sea que se mire. Un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer.
Cuando estuvo a su lado, pasó una pierna sobre el cuerpo recostado del mayor, de modo que sus rodillas descansaban a ambos lados de su cuerpo y él estaba prácticamente a horcajadas sobre el otro. Llevó una de sus manos hasta la mejilla del mayor y vio cómo Yunho inconscientemente se recostaba más en ella. Pudo sentir cómo su corazón se desgarraba en ese momento.
—Minnie —susurró Yunho entre sueños, y fue suficiente para que los ojos de Changmin se llenaran de lágrimas.
Pero tenía que hacerlo. Ahora o nunca.
Bajó la mano que acariciaba la mejilla de Yunho hasta su cuello; la otra mano se unió pronto alrededor de ese largo cuello, y presionó. Presionó fuertemente. Las palabras “tanto como lo quieres” hicieron eco en su cerebro desde algún lugar que parecía tan lejano ahora. La primera lágrima cayó de sus ojos, y Changmin tuvo que morderse los labios para evitar que los sollozos se escaparan.
Yunho tosió un par de veces por la obstrucción. De pronto sus ojos se abrieron completamente y sus manos aferraron las muñecas del menor. Su mirada estaba desenfocada, aún no lo suficientemente alerta para comprender del todo lo que ocurría. De su garganta salían sonidos desesperados, producto del esfuerzo que era tratar de llevar un poco de aire a sus pulmones.
Changmin ya no pudo seguir reprimiendo el llanto cuando los labios de Yunho formaron su nombre en una súplica silenciosa y sus ojos se encontraron con los suyos. Yunho trataba de luchar por liberarse, pero Changmin siempre había sido un poco más fuerte, y sus esfuerzos eran en vano.
—Yunho-yah —susurró Changmin cuando el rostro de Yunho comenzó a cambiar de color y sus ojos se humedecieron.
La mirada de Yunho era suplicante, indefensa, vulnerable. Los sollozos de Changmin se hicieron desesperados y desgarradores, pero sus manos aumentaron la fuerza de presión.
—Perdóname, Yunho —dijo Changmin entrecortadamente—. Pero tengo que hacerlo, entiende. Te amo, Yunho. Te amo, por eso no puedo dejar que pase. Tú entiendes, ¿verdad? Te amo, te amo, te amo, te amo…
Changmin siguió susurrando esas palabras una y otra vez, y poco a poco el cuerpo de Yunho dejó de oponer resistencia. Su mirada pasó de asustada y dolida a calmada y comprensiva. Yunho soltó una de las muñecas del menor y llevó su mano hasta acariciar la mejilla de Changmin, haciendo que el llanto de éste se redoblara.
“Te amo” dijeron sin voz los labios del mayor, para poco después dibujar el esbozo de una sonrisa y cerrar los ojos suavemente. Changmin lloró desgarradoramente mientras fuertes espasmos sacudían el debilitado cuerpo de Yunho, pero sus manos nunca disminuyeron la fuerza de presión.
Después de un par de minutos, los más lentos, dolorosos y agonizantes de los que Changmin tuviera memoria, el cuerpo de Yunho dejó de moverse por completo. Sus ojos estaban entreabiertos y habían perdido ese brillo otrora tan característico; su boca estaba ligeramente abierta, congelada en el último intento de tomar aire. Changmin soltó por fin su cuello y miró horrorizado las furiosas marcas que sus manos habían impreso en la piel del mayor, manchando para siempre aquel lugar que había llegado a ser casi un santuario para él.
Su llanto pareció calmarse un poco en ese instante, pero no así el dolor de su corazón. Suavemente se recostó sobre el mayor y dejó que sus brazos lo envolvieran y lo acercaran a él, cerrando lentamente los ojos. Se acercó hasta que sus rostros estuvieron frente a frente, y sus labios rozaban los labios inertes de Yunho cada vez que susurraba suaves confesiones de amor.
Permaneció en esa posición hasta que un fuerte ruido anunció la puerta de su departamento ser derribada, seguido de rápidos pasos que estaban cada vez más cerca. Changmin apenas tuvo tiempo de escuchar la grave voz del detective Kang gritar algo, cuando dos pares de brazos lo arrancaron bruscamente del cuerpo de Yunho.
Changmin veía y escuchaba todo sin realmente captarlo. Palabras como “arresto”, “asesinato múltiple”, “pena capital” y “ahorcamiento” no tenían realmente impacto alguno sobre él. Todo lo que le importaba era que lo había hecho, lo había logrado. Había apartado a Yunho del camino y era feliz por eso.
Tanto los detectives como los policías quedaron absolutamente desconcertados cuando Changmin estalló en súbitas carcajadas; pero él realmente no le dio importancia, y continuó riendo cuando fue plantado de cara al suelo y un par de esposas aseguraron sus manos en su espalda.
Changmin sabía lo que le esperaba. El odio, desprecio, señalamientos, rencor… muerte. Oh, sí, lo sabía muy bien. Pero eso no le importaba. Lo que quería, lo había hecho, y nada ni nadie podría quitarle eso.
///
Junsu cayó de rodillas, antes de derrumbarse completamente en el suelo. Sus ojos, aún desencajados, se posaron ahora en Changmin, quien sólo pudo mirarlo también.
—Min…nie —fue lo último que salió de los labios de Junsu, al mismo tiempo que el atacante se giraba por primera vez hacia el menor. Changmin levantó la vista, y sintió su corazón paralizarse por el terror.
Changmin se puso lentamente de pie y comenzó a avanzar de espaldas, deseando alejarse lo más posible del otro. Pero no llegó muy lejos cuando un par de fuertes brazos lo rodearon y lo acercaron al cuerpo ajeno. Changmin sintió su estómago revolverse al darse cuenta de la sangre de sus amigos estaba ahora sobre él.
Trató de liberarse, pero el shock y el miedo no le dejaron la fuerza suficiente para eso. Su atacante se dio cuenta de sus intenciones, sin embargo, y lo aferró aún más, provocando que el arma, que había quedado entre ellos, se clavara un poco en su pecho, causando una herida, no muy profunda, pero aún así dolorosa.
—¿Por qué? —logró al fin susurrar.
—Ellos estorbaban, Changmin-ah. Ellos me quitaban tu atención. Era necesario.
De alguna manera Changmin logró soltarse y siguió avanzando lentamente hacia atrás. El otro lo seguía mirándolo fijamente con una sonrisa que era dolorosamente dulce y amorosa.
—Yunho-yah —dijo Changmin al borde de las lágrimas, y esa sonrisa se hizo aún más amplia, lo que por alguna razón le provocó mucho más terror del que recordara sentir antes.
—¿Por qué lloras? —preguntó Yunho arrugando el entrecejo. Alargó su mano para tocar el rostro de Changmin, pero el menor se apartó violentamente, hasta que su espalda chocó con la puerta del baño—. Changmin-ah, ¿por qué te alejas? ¿Tienes miedo? No te preocupes. Todo está bien, ya estás conmigo ahora.
Fue en ese momento, gracias a esas palabras, que Changmin sintió la primera oleada de pánico. Yunho pareció notarlo y repentinamente se quedó muy quieto, con la mirada perdida, como si de pronto su mente ya no estuviera ahí. Changmin aprovechó esa distracción para abrir la puerta y entrar al baño, cerrando la puerta detrás de él. Su mente daba vueltas y sentía que iba a vomitar en cualquier momento.
“Yunho hyung” fue lo último que pensó antes de caer pesadamente al suelo y que su mente fuera arrastrada por la inconsciencia.
~Fin~
Debo decir .... Que me he quedado lo que se dice k.o no, lo siguiente. Jamás esperé este final ... bueno si, me imaginaba que sería uno de ellos y se me confirmó cuando JunSu dijo "Hyung". Pero ... Pero, es que, no entiendo, estoy como confusa. ¿Cómo salió YunHo y volvió de las entrevistas? Osea, como ... a ver, como me explico, YunHo estaba haciendo sus actividades, como es que hizo aquello y se volvió a ir? ... Arg, no sé explicarlo, pero, estoy más que confusa. Y, ChangMinnie, que se sacrificó para salvar a YunHo por que le amaba, le mató para que no pasará por todo lo que iba a pasar Minnie.
ResponderEliminarEste fanfic m puso el corazón en un vilo, lo digo en serio, el corazón me latia desaforadamente y sentía como una especie de ansiedad a cada párrafo que leía. Te felicito por la historia, realmente me has dejado Knock Out ~
El corazón aun me late con fuerza >.>.
omg lo supe desde que junsu dijo "hyung" pero tenia la esperanza de que no fuese verdad estoy en estado de shock junto ahora. Pobre min cuanto sufrió ver la muerte de todos por su yunho y luego su sacrificio. OMG definitivamente he quedado en schock
ResponderEliminarSólo puedo decir una palabra... asombroso. Me ha encantado este OneShot a pesar de no ser fanática del HoMin, tengo una inclinación hacia las historias de amor enfermizo. Lo encuentro fascinante.
ResponderEliminarHa sido...impactante a mi tambien me dejaste K.O uno de los mejores fanfics que he leido sin duda! Espero que puedas hacer mas historias asi te felicito enserio!
ResponderEliminarOMG!!!!!! QUEDE BRUTAAA!
ResponderEliminarNo enserio! fue OMGSUN! oOo
Te juro que desde le principio le eché la culpa a Changmin de todo XD pensé que él había sido el que perdió la cordura y por eso había matado al JYJ T^T... pero no! a la final resultó ser nuestro querido Líder T_T ... lo cual lo vuelve más macabro XD me encanta! *propaganda de Mc Donnals* XD
Te felicito y te aplaudo! tienes mucho talento muchacha! ligraste mantenerme en suspenso durante toda la lectura xDD. no te doy 5 sino 100 estrellas xDDD.
Lo amé! <3 muchas gracias por este buen fic ^^ sigue así! ^^
¡Sabía que era Yunho! Pobre Min, el súper mártir.
ResponderEliminarAdmito que me hubiera gustado un poco más de gore pero aún así las imágenes iniciales estuvieron bien, además de k me comía las palabras para ver si de veras había sido Yunho. Lo que me sacó de onda fue que Changmin se pudiera quedar con él, creo k los dos estaban medio @.@ (y cómo no después de lo que vio) pero no por eso dejar de resultar romántico que Changmin lo matara para que no se lo llevaran al bote ;_;
gracias por compartirlo, lo disfruté mucho