Amor minae est. Cap 7

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Nunca antes había sonado tan rechinante la puerta de su casa, por lo menos para sus oídos. Junsu volvió la cabeza despacio, dejando notar en su cuello la tensión de sus músculos.

Las cosas siempre ocurren de la manera más complicada y dolorosa. Es una ley, si algo puede salir mal, saldrá, Murphy no estaba equivocado.

Aunque en esos instantes Yoochun no estaba pensando precisamente en eso. Realmente no estaba pensando en nada, le costaba hasta entender la escena que presenciaban sus ojos.
La rabia que estaba sintiendo se desató cuando su amado Junsu pronunció su nombre.


- Yoochun… te lo puedo explicar…-

- Explicar… explicar ¿qué exactamente? Está todo clarísimo. – Dijo Yoochun mirando como Yunho huía de la escena del crimen.

- Oye, de todos modos ¿tú que haces entrando así a mi casa?

- Antes la llamabas nuestra casa.- Yoochun

- Tsk, me da igual ¿para que has venido aquí, si nosotros ya no tenemos nada que ver?- Junsu

- Quería arreglar las cosas… pero ya veo que tu las has arreglado de otra manera.-

- Yoochun, no es justa la manera en la que te está comportando, me está haciendo sentir culpable y no lo soy.-

- No, tienes razón, no lo eres…- Dijo Yoochun mientras dejaba caer de su mano derecha un brillante anillo.

Junsu como un insecto atraído por el destello de aquella joya, se agachó para recoger aquel anillo que había tirado Yoochun. En él estaba escrito: quando l'amore non è follia, non è amore. Frase en italiano la cual quería decir que cuando el amor no era locura, no era amor, aquella frase fue escrita por Calderón de la Barca y traducida al italiano. Yoochun había mezclado a su escritor favorito y a su idioma favorito para él, para demostrarle su amor.

Junsu no sabía que decir ni que hacer… y estaba observando como Yoochun se alejaba de él, se alejaba de su vida.
Tomó aliento y pronunció lo que verdaderamente sentía, aquello escondido en su corazón más allá de la atracción o de la tentación.


- Te quiero.- Junsu.

No tardaron en llegar esas palabras a las piernas del otro, el cual paró en seco sin vacilaciones.


- Perdóname…- Junsu.

Y como una nota musical de piano, resonó en su corazón.

Volvieron a ser uno, las caricias, los juegos con sus dedos y los besos verdaderos.









Mientras tanto yo me desperté, entre sabanas beiges. Eran tan suaves, es lo primero en lo que me dí cuenta, el techo de la habitación era blanco y borroso, pronto noté otra presencia, era Changmin. Todos los recuerdos volvieron a su sitio y mi visión borrosa se convirtió en un pinchazo en la sien.



- ¿Donde estabas?- Pregunté.

- En la cocina, toma, bébete este vaso de agua.- Changmin

- No digo ahora, ¿Dónde has estado toda mi vida? Te he buscado durante años y te he tenido que encontrar justamente ahora…-




En realidad con esa última frase también le estaba hablando al amor que sentía hacía él, a ese sentimiento tan maravilloso que me ponía nervioso y triste, pero que te hace sonreír tanto.

Dejé de pensar en mis problemas, en mis recuerdos, dejé todo de lado. Changmin esbozó una sonrisa, quería decir algo, lo sé, pero en ese momento sobraban las palabras, y no le permití decir ninguna.
Acaricié su mandíbula, centrando todo mi cerebro en las yemas de mis dedos. Quería memorizar cada poro de su piel, cada rasgo de su cuerpo.

Lo llevé más cerca de mí, con un dedo perfilé sus labios hasta que volvieron a tocarse con los míos.
Sin moverlos, me alejé un poco para que quisiera más de mí, para jugar, él atraído por mi roce, cayó conmigo en la cama.
Su beso fue suave al principio, simplemente se divertía lográndome suspiros con la fricción de su boca sobre la mía.

Comenzó a desabrocharme la camisa, con calma descubría poco a poco cada parte de mi pecho hasta que ya no quedaron más botones que desabrochar. Al instante paso a revisar mi cuerpo con sus labios desprendiéndome de la camisa por completo, se centró en besar mis pezones a la vez que acariciaba mi torso, erizándome la piel.

Su cabeza se movía libremente por mí, cubriéndome de besos, mi corazón latía tan fuerte que pensaba que podría explotar en cualquier momento, pero no me importaba.

Agarró un poco mis pantalones y sin quitármelos despejó un poco más mi cadera, acarició esa zona que en esos momentos estaba muy sensible debido a sus besos. Mientras lamía el hueso de mi pelvis tocaba mi pene por encima del pantalón. Me estaba volviendo completamente loco así que antes de nada, decidí que hubiera igualdad de condiciones y le quité a él también su camiseta.

Su piel era tan ardiente como dura, me acerqué a él para sentir ese calor pegado a mí, admire su anatomía desde tan cerca posible como me permitía la física.
Tenía un cuerpo atlético, los músculos marcados pero sin pasarse, en el límite del canon griego.

La mera visión de algo tan perfecto me incitaba a poseerlo, a llevarlo hasta la depravación y a la perversión.



- Quítate toda la ropa. – Le dije.


No tuvo ningún reparo en hacerlo y eso me gustaba, me coloqué tumbado en la cama para ver como lo hacía y no pude evitar quitarme yo igualmente los pantalones para tocarme con más libertad.
Él también estaba muy excitado.
Cuando no le quedaba nada más puesto mas que el pudor en la piel comenzó lo bueno.
A cuatro patas anduvo hasta mí, me besó y bajo hasta mi erección.

Como hombre era experto en saber que es lo que a uno más le excita, sobretodo en saber hacer una felación. Comenzó masajeando mis testículos, después chupándolos y haciendo vacío en su boca con ellos.
Luego subió por la extensión de mi pene siguiendo la línea invisible que llevaba hasta el glande.

Rodeo aquella zona divisoria del comienzo del glande con la lengua, haciendo cosquillas con los labios a la parte mas baja de la punta.

Después llegó hasta el punto más sensual de todo el pene, por detrás del glande el límite de la zona que lo divide en dos, también se detuvo allí para estimularme con la punta de su lengua.
Mi pene ya estaba tan excitado que soltó el denominado presemen, lo cual le hizo sonreír a mi compañero en gesto de satisfacción.

Así que pasó a darme una satisfacción más plena introduciendo todo mi miembro en su boca.
Primero despacio, de arriba abajo, para luego acelerar el ritmo. Parecía que quería arrancarme aquella parte de mi cuerpo sin ningún cuidado, pero seguía mirando como lo hacía y estaba tan excitado por la situación que no sabía cuánto tiempo podría resistir sin correrme.

Pasados unos minutos le pedí que me dejara darle placer a él, así que me senté en el suelo para chapársela a él mientras yo me metía dos dedos por mi entrada.
Aunque estaba excitado aún me dolía un poco la penetración, de momento solo me centré en darle placer a Changmin y parecía que lo estaba haciendo bien porque no podía evitar suspirar con fuerza, agarrarme del pelo y controlar los aspavientos de su cadera.

- Jaejoong… para, quiero…-


Ya sabía lo que quería, subí con él a la cama y lo besé.

Sentía que estaba preparado hasta para la muerte con él. Me hubiera gustado contarle todos mis secretos, todas mis inquietudes, todo, pero sentía que ese no era el momento así que intenté expresarlo corporalmente.

Me erguí para apoyarme tan solo con las rodillas y que Changmin hiciera lo mismo, lo besé de nuevo en aquella posición y me giré para que me abrazara por detrás.

Notaba el tamaño que había adquirido su pene, lo cual me excitaba pero a la vez me asustaba.
Tan solo pude decirle que tuviera cuidado entre susurros a su oído, me acomodé en la cama, apoyando mis manos sobre ella, para que fuera más cómoda la penetración.

Humedeció sus dedos índice y corazón en abundancia, al igual que como había hecho yo segundos antes, la zona pues estaba húmeda y moldeada para aquel tamaño.
Introdujo dos dedos más para que tomara conciencia de lo que venía después.

Aquella intromisión resultó ser más dura y dificultosa de lo que había pensado, tampoco me resulto demasiado molesta pero era relativamente dolorosa.

Particularmente mi paciencia en aquellas situaciones era mínima.

Mal por mí.

Le sugerí que lo hiciera ya, que me penetrara.
No fue nada bonito, pero el sexo no lo es.

Changmin puso su miembro en mi entrada medianamente dilatada y me penetro rápidamente, como una depilación con cera.

Así estuvimos minutos hasta que me acostumbre, y de forma satisfactoria a su penetración dura y fuerte, deshaciéndome en gemidos. Apreciando estimulación por todas y cada una de las partes sexuales de mi cuerpo.

La sensación de sentirlo dentro de mí era tan mágica, ya sin tener en cuenta el placer que me producía…

Mi espalda ya estaba húmeda por el sudor, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había empezado toda esta locura… Yo sólo me limitaba a suspirar y apretar de vez en cuando las sábanas cuando Changmin arremataba fuerte contra mí.

Noté de repente como Changmin abandonaba mi interior, a lo que yo respondí con un gemido bastante sonoro, y giré mi cabeza para ver lo que estaba pasando. Tenía la cara sudada y con el ceño fruncido me dijo que me sentara encima de él. Cual perro domesticado obedecí y me senté apoyando mis rodillas en la colcha.

Y me penetró de nuevo.

- Muévete… eso es… de arriba abajo… aaah Dios… -

Me sujeté a sus anchos hombros, estaba empezando a perder la cabeza...
En la habitación los únicos sonidos que se percibían eran las carnes golpeándose a un ritmo regular y jadeos masculinos, los suyos y los míos, que me excitaban cada vez más y más. De pronto noté una mano rodeando mi erección, y mis gemidos subieron de tono, esto era demasiado…

Pasaron unos cuantos minutos y me corrí, pero seguí moviéndome hasta que Changmin llegara al orgasmo.

Y así fue rato después. Ver la cara de orgasmo de Changmin mientras notaba algo caliente dentro de mí, casi llega a excitarme de nuevo.

Muchos se preguntan ¿cuál es la diferencia entre el sexo y el amor?
O mejor dicho ¿cuál es la diferencia del sexo con o sin amor?
Más que en el durante es en el después.



Una vez amanece es cuando se descubre la respuesta a esta pregunta.