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Arualthings

Ubi peccātum, ibi virtus.Cap 3

☆ Ira

Si las miradas matasen... Junsu ya estaría tieso.

Afortunadamente, seguía en frente del espejo, acicalando a una velocidad vertiginosa los mechones que se rebelaban en su cabello, mientras él, rebosante de un aura oscura casi visible a la vista humana, seguía sentado en el sillón del salón vigilándole de reojo y esperando que su tos fingida o sus maldiciones a lo loco consiguieran surtir efecto en el muchacho.

Pero no lo hacía. Y el hecho de ser ignorado de aquella manera tan insultante y en un día tan destacado como ése, no hacía más que avivar su cólera hasta puntos insospechados. Pero no, él era todo un caballero y tampoco podía perder los estribos en su propia casa, donde convivía con el resto de los miembros —inmersos en sus propias cavilaciones— y donde gran parte del staff aún discutía los preparativos del próximo evento.

Yoochun tenía que atorarse con su ira y conformarse con chasquear la lengua y arrojar el mando a distancia contra el sillón contrario con una mala fe impresionante.

Él, tan ilusionado justo cuando se cumplía un mes de su... como sea a lo que se llamara a eso que tenían entre ellos dos, y cuando llega el señalado día, Junsu se marchaba a pasar la tarde con el primer miembro del staff que se lo pide...

Comprendía que no, no eran una pareja hecha y derecha. Al menos a los ojos de los demás y por muy en desacuerdo que estuviese con eso su corazón. Porque en él, sólo había cabida para ese malnacido que ni siquiera le tenía en cuenta... Ni aunque no tuviesen ni una mugre fecha de aniversario decente, esperaba que al menos hubiese captado sus indirectas cuando le recalcaba una y otra vez lo mucho que le gustaría una tarta de pistachos para el día de los enamorados... De esas que preparan exclusivamente en aquella ciudad que está a kilómetros y kilómetros y donde, ya de paso, podrían pasar el único día libre que tenían la vergüenza de concederles y que ya había tenido la oportunidad de recrear una docena de veces en su mente con lujo de detalles que, sin embargo, jamás llegarían a traspasar las dimensiones de su imaginación.

En el mismo momento en que oyó la puerta cerrarse a su espalda y los pases del joven alejándose del edificio, escuchó el quebrado de algo bajo su pecho.

.

.

Cuando Yoochun volvió a recuperar la conciencia, se encontró acomodado entre un par de colchas sobre la enorme alfombra del salón, iluminado únicamente por la luz que proyectaba el televisor.

No escuchó un solo ruido en todo el apartamento, y aquello fue un alivio, porque de haberse encontrado alguno de los miembros, no habrían dudado en fotografiarle en aquellas tesituras, mientras un resto de patatas fritas le surcaba la cara y sus propias babas le habían hecho adherirse al cojín de aquella manera tan graciosa.

El joven se sentó mientras borraba las migas de su boca y escudriñó decepcionado las miles de luces que concedían los ventanales de aquella recámara. En algún lugar, en algún punto de aquellos cuadraditos luminosos de los edificios, debía encontrarse Junsu... Probablemente, muy bien acompañado mientras él sufría por un amor que prácticamente parecía que sólo él conocía...

Tal vez, era culpa suya... Puede que la prudencia le hubiese impedido demostrar el cariño que realmente sentía hacía su compañero, y éste hubiese malinterpretado su afecto como un capricho pasajero o un juego sin relevancia...

Quizás no le había hecho sentir lo suficiente y ahora se encontraba cosechando los frutos de sus restricciones.

Seguía torturándose al respecto cuando escuchó el chasquido de una puerta a su espalda. Si Jaejoong hubiese prendido las luces del salón, habría podido percatarse de la desilusión que se había dibujado en sus facciones cuando descubrió la identidad de la única persona que aún permanecía con él en la casa.

—¿Vas a salir, huyng? —sonó su voz ronca y casi inaudible.
—Si quieres te espero y vamos juntos a reunirnos con el resto.
—Nah, no importa... Hoy me siento muy cansado...
—¿Así vas a aprovechar lo que te queda de día? —insistió enarcando una ceja al vislumbrar el documental de nécoras que estaban pasando por la televisión.
—Es mejor que nada —sobre todo a andar pensando en con quién y qué estaría haciendo otro...—. En serio, estaré bien. Vete a divertirte y luego me cuentas.

El mayor asintió. Podía decirse que no estaba del todo convencido de dejarle allí solo en ese estado de zombie medio inducido, pero tampoco podía hacer nada, y sin conocimiento alguno de la situación, se figuró que debía dejarlo campar a sus anchas.

Jaejoong cerró la puerta y se marchó. Yoochun aún pudo escuchar los sonidos que soltaban los mecanismo del ascensor mientras su compañero esperaba tomar uno, dudando en sí debería correr despavorido hacia la puerta y pedirle que se quedara. Que le hiciese compañía por lo que más quisiera en el mundo, porque lo que más quería él, le iba a acabar volviendo loco. Pero no lo hizo. Y cuando volvió a escuchar el ruido de la puerta al abrirse, tuvo la extraña sensación de que aquella sería la última oportunidad de pedirle que lo consolara. Supuso que Jaejoong debía haber olvidado algo en el piso, que regresaba para persuadirle de que se uniera a la fiesta o que en toda su bondad, se había visto incapaz de marcharse dejándolo allí solo.

Pero... nada de eso sucedió y cuando Yoochun exclamó una y otra vez el nombre del mayor del grupo, no obtuvo ninguna respuesta.

Se inquietó y estuvo a punto de voltearse a ver qué rayos pasaba cuando encontró la calidez de unas manos tapando sus ojos. Luego, un siseo que le ordenaba silencio y un aliento caliente como el fuego que le estaba estremeciendo la piel a la altura del cuello.

—¿Quién...? —murmuró tenso—. ¿Qué está pasando?
—¿De pistachos y de almendras?

Cuando Yoochun oyó aquella voz tan inconfundible no pudo reprimir una lágrima que resbaló a toda velocidad por su rostro. Apartó las manos que vendaban sus ojos y maldijo la oscuridad que inundaba la habitación y le impedía disfrutar con mayor claridad de la enorme sonrisa que colgaba de los labios de Junsu.

—¿Te has acordado? —dijo aún incrédulo, mientras el otro joven le rodeaba con el brazo para poner un enorme pastel ante sus narices—. ¿De verdad que te has acordado?
—¿Adónde pensabas que había ido? Siento que he tenido que ir a buscarlo al otro lado del mundo, pero como ves, lo he conseguido.
—Hum... No estés tan seguro...

Yoochun trastornó su expresión de sorpresa a una mueca juguetona, y hundiendo parcialmente uno de sus dedos en la crema del dulce, lo deslizó por sus labios relamiéndolos con fingida desaprobación.

—No recuerdo haber dicho nada de las almendras...

El otro joven estalló en carcajadas y acercándose al moreno, le plantó un beso corto pero hambriento.

—Sabré compensártelo si me dejas —dijo Junsu.

Aunque el modo en que lo consiguiera o no, es ya... otra historia.

5 Comentarios:

  1. Ah me encanto <3
    Me gusta como van las diferentes situaciones por las que pasa el Yoosu.
    Los caracterizas muy bien ^^
    Gracias por escribir

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  2. carotonkis9/06/2011

    woow pero que bellos ellos me gusta mucho la manera en como lo narras ^w^ esta parejita es lo maximo es agradable leer este tipo de fic me gusto mucho!!
    esperare con ansias el siguiente :9

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  3. Anónimo9/10/2011

    Me encanta que cada capitulo sea totalmente independiente, es como si narraras anecdotas de su vida juntos,es genial.
    Me gusta muchisimo este fic, y por supuesto....me encanta el YooSu!! espero ansiosa el siguiente capitulo!

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  4. Anónimo10/28/2011

    ha me encanto este capitulo en especial, ojala que llegue muy pronto otro capitulo, cual sera el pecado que siga?

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