Es posible que un punto piense que la historia se va a volver hetero, pierdan cuidado que eso no va a pasar.
Prefacio
Inspiré profundo tratando de mantener mis fuerzas. Aún sentía algo de vigor, pero comenzaba a sentir mi brazo izquierdo entumecerse. La sangre que fluía por la herida de bala de mi brazo se sentía cálida, pero pronto se helaba a medida que se esparcía. De repente sentía mucho frío.
No lamentaba mucho en ese momento, al menos no el estar ahí. Sí lamentaba muchas otras cosas más, pero eso era aparte. Pensé que sería mejor si iba yo solo, así lo hice incluso si anticipaba que esto podía ocurrir, pero esto era algo de lo que no iba a arrepentirme. Después de todo no había fallado, no todavía, mis fuerzas se agotaban pero sólo me quedaba uno. No iba a salir de aquí vivo, pero al menos sé que ellos estaban bien, mis buenos amigos.
Miré mi arma, la sostuve con fuerza y disparé hacia el pasillo donde sabía q él estaba, pero ninguna bala salió disparada… Me sentí ahogar, no podía estar pasando… sostuve el aliento y mordí mis labios cerrando con fuerzas mis ojos elevando mi rostro al cielo… Solo si Dios… no, no sucedería…
El estallido sonó detrás de mí, la bala paso por el marco de la puerta al lado de donde me escondía desprendiendo un pedazo de ella. Mi corazón se detuvo por un segundo, en ese momento pensé en ellos… no lo había logrado… lo peor fue, en ese momento, el remordimiento de haber fallado.
A penas lo sentí cuando sostuvo mi brazo entumecido, la sacudida que me dio me hizo despabilar. De repente su voz remplazaba los disparos.
_ ¡Jaejoong!
Lo mire y sentí mi visión nublarse por la emoción. Mi cuerpo se sintió seguro y pudo rendirse y caer en sus brazos.
_ Hyun Joong…
_ Jaejoong ¿estas bien?
_ Hyun Joong…- susurre esforzándome por mantenerme consiente mientras sonreía.
_ Ya me hice cargo… no te preocupes…- me sonrió mientras me acomodaba en sus brazos.
Me sentó entre sus piernas, sobre el suelo, apoyando mi cabeza en su pecho, mientras me hacia un torniquete en el brazo.
_ ¿Cómo es que te animas a hacer estas cosas?- me dijo- ¿Estas loco? Era suicidio…
_ ¿Por qué has venido?- respondí levantando mi rostro con dificultad para mirarlo de cerca, a los ojos- ¿estas loco? Era suicidio…
Me sonrió y me abrazo con fuerza.
_ Hyung… no hagas estas cosas- su voz temblaba.
_ Tenía que protegerlos… si hubieses sido tu… no lo hubiese dudado tampoco…
_ Lo se… ya tampoco lo dude…- me beso la frente, luego apoyo la suya en la mía y nos quedamos mirando a los ojos
No pude evitar dejar caer algunas lágrimas y él tampoco. Me sentí aliviado de tener a mi querido amigo conmigo…
El viento helado de una mañana de tormenta golpeó mi rostro de emociones secas. Mi cuerpo inmóvil de hacía un tiempo se entumeció mientras mi mirada no quería apartarse del nombre inscripto en la placa de mármol.
_ Lo siento Hyun Joong… realmente lo siento…- susurré en la fría brisa- pero te juro que él lo pagará.
Capítulo II: El Resurgimiento de un asesino.
La misma desesperación
Había estado visitando su tumba todos los días, como queriendo disculparme por no haberlo protegido. Mi vida estaba llena de cosas que lamentaba, cosas de la cual me arrepentía. Y en ese espiral descendente de frustración sólo me volvía más incapaz de resolver mi vida. Aunque para esta altura “vida” era solo un tecnicismo para mí. La vida que tenía y la que pude tener se convertía en el lamento de todos los días. Al que añadía por aquel mismo dolor, por aquella misma incapacidad que me provocaba, un nuevo lamento: la muerte de Hyun Joong.
En esa incapacidad que tanto lamentaba le pedía disculpas todos los días cuando visitaba su tumba. Mientras recordaba los momentos que pasamos juntos, y sobre todo aquel último beso que me regalo. Cuando, como siempre, acudía a mi ayuda.
Ahora menos que nunca pensaba irme de Seúl, lo lamentaba por Hyun Joong, pero no abandonaría esta ciudad. No hasta que lograse tomar venganza por mi vida, y por la vida de aquellos que ellos me arrebataron. El lamento puede ser un arma cuando se deja que el dolor se transforme en una ardiente determinación. Ya no vacilaría más, antes de caer saldaría todas las cuentas pendientes de esta vida.
Yoochun volvía todo el tiempo a mi departamento a patear el sillón donde yo estaba con mirada severa. Se me quedaba viendo un rato mientras yo me despabilaba pero nunca decía nada. Seguro lo pensaba todo, pero nada decía. Yo sabía que él entendía y por eso no se atrevía a decirme nada. Pero el cariño que me tenía lo hacía ir a partear mi sillón para que yo me levantase. Solo eso, un gran amigo.
Por eso me impresionó lo que dijera la última vez. Su talante estaba serio, pero no se me quedo viendo, se sentó y comenzó a hablarme.
_ Estas jugando con fuego- me dijo- lo peor es que parece no importarte. Lo de Hyun Joong no fue tu culpa, pero pudo evitarse.
Me senté en el sillón con el torso desnudo y me rasque la cabeza con la mirada gacha.
_ ¿Sabes por qué estas todavía vivo?
Lo mire.
_ Adivina... No volverás a tener tanta suerte la próxima vez. Tienes el mejor asesino de la última generación detrás de ti. Cuídate.
_ ¿Ya hay una nueva generación?
_ Esta en formación todavía. No se han revelado todos su miembros hasta ahora, pero corre el rumor que el nombre en código es Exo. Se rumorea que el nombre tiene que ver con que son miembros externos de la agencia y sobre todo de la hermandad.
_ Los miembros externos están prohibidos. Nadie puede estar fuera de La Hermandad.
_ Son rumores, pero desde que Soohyun es el Señor no me extrañaría.
_ La asamblea de los mayores intervendría si fuese así.
_ Como esta en formación no hay nada dicho aún. Pero te diré que hay grandes expectativas sobre ellos. Son doce miembros y hay varios chinos.
_ El chico ese debe ser uno.
_ Te digo esto- se inclino hacia delante con los brazos apoyados en las piernas- porque si realmente son externos no tienen que respectar las tradiciones.
Lo mire fijamente viendo a donde quería llegar.
_ Hasta ahora La Hermandad no nos ha vetado, tal vez nunca lo haga, después de todo éramos miembros de la Asamblea de Mayores. Soohyun sabe esto, por eso se esta valiendo de miembros externos para atraparte. Él no te a dejar ir.
Luego que se fue me quedé recordando mis días de entrenamiento antes de jurar al Señor y a La Hermandad. Aquellos días donde estábamos llenos de expectativas incluso si la vida era difícil. Nunca pensé que es juramento me pesaría tanto en mi vida. Entonces en mi mente sonaron dos de las tradiciones las órdenes del Señor son absolutas… La Hermandad no se traiciona ni se deja, de La Hermandad solo te irás muerto…
Yoochun me había señalado un nuevo trabajo; si me ganaba la confianza del empleador podría obtener más información y medios para llevar a cabo mi venganza.
El tipo era un vulgar y corriente mafioso, de aquellos que se creen más de lo que son o lo que pueden hacer. Tenía algunos negocios en la zona oeste, gente conocida y algunos pandilleros a su servicio, nada especial. Como no tenía entre su gente nadie que valiese la pena debía contratar a alguien más profesional. Su primera opción fue contactar a Yoochun, pero él tiene sus propios asuntos pendientes así que me recomendó. Salvando la arrogancia cualquiera de los tres cumplía ampliamente las expectativas de ese cliente. Quien volaba alto buscando contratar nuestro servicio. Nosotros veníamos de la élite de la élite, y aunque ahora nos contáramos como independientes nuestras habilidades no había decrecido.
Así es como llegué frente a Choi Yoohank, un mafioso cincuentón que me había citado en un elegante lugar de su dominio para poder estar a la altura de la situación.
Se sentó frente a mí de manera imperante, detrás de él había varios guardaespaldas, que aunque vistieran traje podías notar que sólo eran pandilleros. Esa arrogancia y esa actitud avasalladora me hicieron recordar a Soo man, desde ya una mala impresión para comenzar.
_ Este trabajo debe ser simple para ti… - dijo, unos de sus hombre puso una foto sobre la mesa de café- se llama Park Mu won, somos socios, y para que esa sociedad siga existiendo necesito que le des una lección.
Tome la foto y lo vi, su semblante me recordaba algo, como si ya lo hubiese visto aunque ahora no lo podía recordar. Detrás había otra foto, la de una chica.
_ Kim Min ah, su amante, ella es tu objetivo. Quiero que él sepa que conmigo no se juega, por eso le daré una lección ejemplar. Mata a la chica y a él déjalo vivo, todavía me sirve. Te daré la mitad ahora y la mitad después- su hombre puso en la mesa el dinero veinticinco mil dólares.
El trabajo era sencillo en sí mismo, la chica no tenía ninguna custodia porque no estaba al tanto de los asuntos de su enamorado. Y el enamorado, Park Mu won, no tenía idea de que ella podría convertirse en un blanco. Todo se resolvería en una noche y con una sola bala.
A la noche siguiente estaba listo para llevar a cabo mi trabajo, la chica estaba en su casa, un departamento casi céntrico. Tras aturdir al portero y dejarlo inconsciente subí hasta su piso. Saqué la 9 min que tenía silenciador y disparé hacia la cerradura. Abrí la puerta con una patada y entre abruptamente, ella estaba sentada en el sillón de la sala. Cuando me vio entrar salto del sillón llevándose por delante una mesa con una lámpara y otros adornos. La cual cayó sobre la alfombra encendida, iluminando un pequeño frasco oval de rosas conservada en resina que había caído también.
La lámpara iluminó perfectamente la rosa que yo reconocía, una rosa color azul. Entonces todo vino a mi mente de golpe y me dejo aturdido. Aquella rosa azul solo crecía en condiciones muy específicas y su adquisición era muy costosa. Pero principalmente, no cualquiera tenía un ejemplar, aquella rosa venía del mismo ejemplar del cual salieron las rosas que marcaron la cuenta regresiva de la vida de Miladi.
Fui hacia ella, la tomé del brazo y la arroje sobre le sillón.
_ Dime ¿de donde sacaste esa rosa?- le dije apuntándole a la cabeza.
_ Es solo una imitación, por favor no me haga daño- dijo entre sollozos.
Tome el frasco y lo arroje contra la pared.
_ Toma la flor y enjuágala en agua.
_ Por favor, no me haga daño, por favor- decía mientras llevaba la rosa a la cocina y la ponía debajo del grifo de agua. Cuando estuvo limpia me la entrego.
La tomé en mis manos y observé como se iba oxidando lentamente con el oxigeno volviéndose roja.
_ ¿Sabías que esta rosa después de ser cortada debe permanecer sin oxigeno para no marchitarse y cuando se marchita se vuelve roja?
_ No…
_ Esta flor es auténtica, dime ahora quien te la dio.
_ Fue un regalo… un regalo de aniversario…
Entonces lo recordé, de donde conocía ese rostro. El día de su cumpleaños, en Paris, al otro lado de la plaza lo vi entre la multitud, cuando el mozo trajo el frasco con dos rosas enviado por un anónimo.
_ ¿Dónde esta tu celular?
_ Por favor, no me lastime- continuaba llorando.
_ ¡¿Dónde esta tu celular?!- repetí ya exaltado.
_ ¡En mí bolso!
Lo tomé y escribí un mensaje como si fuera ella para que la encontrara en el puente a las afuera de la ciudad porque se le había roto el auto.
Después de haber encontrado aquella rosa, después de recordar su rostro, aquella ocasión, lo que sucedió… definitivamente, los planes habían cambiado.
Mientras el auto se alejaba de la ciudad mi mente permanecía en aquel instante. Su rostro iluminado por la luz de aquella mañana revivió todo el dolor de su partida. Me preguntaba porque no había advertido aquel momento. En aquel entonces, incluso si su presencia me había inquietado su belleza me había distraído y pronto lo olvide para recordarla solo a ella. Su mirada eterna, su dulce sonrisa, aquella luz que nace de su risa, todo había opacado aquel instante, y ahora ese instante opacaba su recuerdo.
Detuve el auto en el puente, era de madrugada y por ahí no pasaba nadie. Me quedé adentro del auto y ella se paro afuera esperándole. Durante todo el viaje el celular no había parado de sonar, él había querido llamarla pero no le contesté para obligarlo a ir.
El auto se vio a lo lejos por fin, yo aguardé adentro camuflajeado por las sombras, en mi mano la rosa se volvía bordo y se marchitaba.
Cuando él bajo ella corrió a sus brazos, entonces yo me baje y les apunte.
_ No te muevas o te mataré aquí mismo- le dije.
_ ¿Qué pasa? ¿Quién eres?- inquirió.
_ ¡Lo siento! Mu won, lo siento, no pude evitarlo- le decía ella.
_ ¿Quién te manda? Choi ¿verdad? ¡Ese maldito viejo! Me mando a matar.
_ Te equivocas… la mando a matar a ella. Pero eso ya no importa… - le mostré la rosa que luego coloqué en mi solapa.
_ ¿Qué es eso? ¿De que hablas?
_ Es la rosa que me regalaste- le dijo.
Quedó atónito.
_ ¿Tu eres Kim Jaejoong…?
_ Entonces sabes de que hablo… debes recordarme hace dos años en Paris.
_ Sí…
_ Entonces sabes lo que haré…
_ Espera por favor, no le hagas daño a ella, no tiene nada que ver… - había empalidecido.
_ ¿Qué esta sucediendo Mu won?- preguntó ella.
_ Yo no le hice nada a ella…
_ Piensa en lo que vas a decir… tu vida y su vida están en juego…
_ Yo no la mate, solo entregué la rosa, fue un trabajo- replicaba nervioso.
_ Tu trabajabas para quien la mato, sí me dices quien fue te perdonaré la vida.
_ Te diré todo lo que sé. Nunca vi a quien me pagó, solo recibí el trabajo y el dinero por un anónimo. Luego supe que había hecho el mismo mecanismo cada año para entregar las rosas. Yo no sé quien la mato, tampoco sabía en ese momento que la iba a matar ¡Créeme, yo no le hice daño!
_ ¿Con quien crees que hablas?
Inspiro hondo.
_ No me mientas… todos ustedes fueron llamados para eliminar la custodia de ella aquella mañana, para lograr que ese maldito pudiera alcanzarla.
_ Yo nunca lo vi ¡Te lo juro! Pero si nos dejas ir puedo averiguarlo. Te ayudaré a encontrarlo.
_ ¿Me ofreces ayuda después de ayudarlo a matarla?
_ Era un trabajo, en aquel entonces hice muchas cosas malas, lo sé y lo siento. Pero he cambiado, he dejado esa vida por eso Choi esta enojado conmigo. Nos vamos a casar, ya no soy el mismo de antes. Realmente siento lo que he hecho. Tú debes entenderlo, tú eres un asesino. Dime ¿no sentías lo mismo en aquel momento?
Sentía un ardor frío al oír sus palabras. Súbitamente su imagen vino a mi mente, su mirada, su rostro, su vos, su perfume… pero todo estaba tan lejano, tan irremediablemente lejano. El tiempo jamás volvería y ella tampoco. La mujer que ame, la razón de todo esto, por la cual todo empezó y todo algún día acabaría.
_ ¿Crees que ella siga queriendo casarse contigo?- le pregunte serenando mi angustia.
Él la miro y vio lo que yo estaba viendo, decepción y dolor.
_ ¿Eres un asesino…?- preguntó con la voz quebrada.
_ Eso quedó en el pasado… siento no habértelo dicho…
_ ¿Quién eres…? Tu no eres el Mu won que yo conocía…- le decía mientras negaba con la cabeza y sus ojos se poblaban de lágrimas.
_ Min ah, realmente lo siento… - mientras le veía no pude evitar recordarme a mí mismo, en la misma situación, un tiempo atrás.
Había tristeza en su mirada cuando lo supo, yo hubiera hecho cualquier cosa para hacerla feliz, pero borrar mi pasado y lo que era, fue algo que nunca pude hacer. Una de las cosas que nunca pude hacer.
_ Las disculpas llegan muy tarde…- dije.
Él volteó y me miro a tiempo para ver como disparaba mi arma. La bala perforó su pecho y ella se desvaneció en sus brazos.
_ ¡Min ah!
_ Ahora podrás experimentar lo que yo he sentido… así podrás sentirlo realmente…
_ ¡¡Maldito!!- exclamó entre lágrimas.
Le disparé en una rodilla para que no pudiera moverse.
_ Sólo sintiendo todo el dolor que yo siento puedes arrepentirte realmente… vivirás como yo he vivido y ese será tu castigo, cargar con su muerte para toda la vida…
_ ¡Tu, maldito! ¡Me las pagaras! ¡Min ah!
_ Incluso si mis planes habían cambiado, terminé haciendo el trabajo tal y como me lo habían pedido… parece que todavía sigo siendo un tipo obediente… No importa, puedes venir a vengarte después. Te estaré esperando, pero la próxima vez no te dejaré ir.
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