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Arualthings

Love is a Force of Nature. Cap 53

“Transfixión”

Nunca seré el mismo…
[Rain song, Cold]


Los lobos se dispersaron del centro de la conmoción y Hina quedó frente a frente con Shim Changmin, ex líder de la colonia del bosque. Realmente lucia como un jovencito…con el ceño fruncido y el rostro congestionado producto de la presión. Encadenado ciertamente no representaba el peligro y la hegemonía de su reputación de tirano, pero Hina sabía que era tan sólo producto de las circunstancias. Un descuido y él podría matarla; ya lo había visto pelear.

“Desafortunado ha sido tu destino, Shim Changmin” ella articuló para tentar su reacción. “Si haces mal…la vida de alguna forma te contrarrestará con aún más mal”

“Y qué moral has absorbido tú para hablarme de hacer mal, mujer maldita” Changmin le contrarrestó con ácido. Hina se esperaba una respuesta así viniendo de alguien como él.

“Estoy tratando de redimirme, como deberías hacerlo tú” lanzó una resoplido, cruzándose de brazos ante el ex líder, quién tan sólo bufó.

“Yunho te cortará la cabeza, no habrá piedad para ti…supongo que lo sabes” le recalcó, arqueando una ceja inquisitiva.

“Yunho tan sólo se está vengando por lo que le hice. Jé, hasta me arrepiento…si lo hubiese dejado marcharse con Heechul a la Resistencia cuando me lo pidió nada de esto habría pasado y yo seguiría gobernando” Hina abrió los ojos de par en par ante la confesión, aún le costaba creer que el tirano estuviera dejando sangrar algo de sus culpas. Quizás…la guerra lo había ablandado y ya estaba cansado.

“Fuiste egoísta. Por tu egoísmo estás donde estás” ella se lo echó en cara y lo escuchó bufar.

“Quería poder, pero ¿Quién puede culparme por ello? Todos quieren poder, sólo que yo fui más honesto que muchos al reconocerlo. Yunho me daría algo de poder con su marca a pesar del lazo con Heechul, y sería aún más fuerte…habríamos sido invencibles. Ya ves, por querer retenerlo se me escapó y ahora tiene el control” el tono de su voz era ácido y amargo, lleno de pesares y resignación. Hina pudo percibir que estaba haciendo catarsis, que quería quitar el veneno de su cuerpo.

“Yunho está peleando tu guerra, lo sabes bien” ella dijo y fue la primera vez que Changmin la miró a los ojos. “Todavía puedes redimirte…”

Changmin se quedó en silencio por un segundo. De seguro estaba procesando que Hina estaba al tanto de su pasado…y de lo que le estaba insinuando. Habló luego de un rato.

“No puedo hacer nada si estoy atado de pies y manos” fue lo que murmuró pero Hina le arqueó una ceja.

“¿Y qué es lo que harías…si te dejara libre?” lo escudriñó con su mirada, ojos magenta encendiéndose para ver dentro de su alma.

“Iría a terminar con esto de una vez por todas. Iria a enfrentarme con Jaejoong…es nuestra pelea después de todo, Yunho no tiene nada que ver y sólo cayó al medio por asuntos de poder. Sólo Jaejoong y yo podemos transparentar todo”

Hina lo observó durante un largo rato. Lo observó para revelar las mentiras y falsedades de sus ojos y su voz…más al no encontrarlas cedió y cuando se acercó para desencadenarlo Changmin se sorprendió tanto que suspiró.

“Si me traicionas…voy a ir personalmente a torturar tu alma al infierno, Shim Changmin. No olvides nunca que ningún trató con demonios es limpio” el tono sombrío de la mujer maldita le erizó el vello de la nuca mientras Changmin se sobaba los miembros apresados.

“Tú no eres un demonio…” le susurró al volver a encontrarse con el fuego magenta.

“Soy una mujer maldita, que es peor” contrarrestó y por un segundo Changmin pudo jurar que vio las mismas llamas del infierno en sus ojos. Desvio la mirada y comenzó a caminar, no sin antes susurrarle.

“Un lobo del bosque nunca olvida sus promesas. Te doy mi palabra, mujer…cuando Yunho regrese todo habrá terminado”

“Salir del valle de la muerte dependerá de ti” fueron las palabras de Hina al observarlo transformarse y echar a correr hacia la salida. El lobo no mentía…Hina lo sabía bien, y sonrió al sentir la dirección que tomó su alma: directo hacia la mansión de Kim Jaejoong.
xXx




Las millas se le hicieron eternas, pero cuando Yunho vislumbró la silueta de la mansión inmediatamente apresuró su trote hasta tener la visión de la edificación al alcance. Pudo percibir que estaba resguardada por una energía densa que le dio mala espina. Cuando Yunho salió de los matorrales, gruñó al percatarse de que por cada muro de la mansión chorreaba esa gélida energía. Se destransformó y fue recibido por un eco de una voz que pareció salir de los jirones de niebla que aún yacían atrapados en los árboles.

“Intenta aparecer una pisca de fuego y los rehenes morirán en menos de un segundo…” era una voz profunda y raspada; Yunho la acreditó al portador de las energías y bufó.

“No voy a quemar nada si tienen tanto miedo. Déjenme entrar, he venido a transar” Yunho espetó sin bajar la guardia y pudo percibir una abertura en el campo denso de energía invisible. Caminó con pasos cautelosos y el canal lo guio directo a la entrada de la mansión. La puerta se abrió ante él y Yunho avanzó hacia dentro con toda la desconfianza del mundo. Al cerrarse, todo estaba en penumbras…pero cuando Yunho avanzó una hilera de luces en candelabros comenzaron a guiar sus pasos. Fue conducido por un pasillo largo hasta otra puerta de madera que estaba resguardaba por barrotes al centro. La puerta se abrió sin que Yunho le pusiera un dedo encima, y finalmente se encontró en un salón enorme con luces tenues. Apenas podía ver, pero cuando comenzó a avanzar vislumbró las jaulas y se petrificó: allí, al fondo del salón, enjaulados por barrotes de plata electrificados con una energía de color azulada yacían Heechul y su hermana, impávidos e impotentes. Comenzó a caminar hacia ellos pero una voz lo detuvo en el lugar y entonces lo vio. En la esquina derecha del salón y rodeados de oscuridad se alzaban Kim Jaejoong, y un hombre a su lado al cual Yunho no reconoció, pero su vibra le dio la pauta: un demonio.

“Jung Yunho, el Lobo de Fuego. Es un verdadero honor” Kim Jaejoong hablaba con la elocuencia de un maestro de ceremonias, y se vestía igual de bien. Sus dulces facciones lo hacían parecer angelical, pero el trasfondo de sus intenciones hablaba por él solo y revelaba su verdadera personalidad. A su lado, un hombre de cabellos negros puntiagudos y mirada gélida lo seguía de cerca, sus pasos casi parecían remover el aire a su alrededor…

“Kim Jaejoong” Yunho articuló con cortesía impuesta. “Quién diría que tendríamos que vernos las caras de este modo. De seguro esperabas que viniera Changmin en mi lugar” Yunho le disparó pero Jaejoong no se inmutó y mantuvo la sonrisa en el rostro.

“Claro que no. Ahora tú eres más interesante, por supuesto. Aunque si tuvieras la amabilidad de mandarme su cabeza cuando se le hayas cortado, eso sí que sería digno de un verdadero líder justiciero” lanzó una risita pero Yunho no cambió su expresión estoica.

“La única cabeza que me llevaré de vuelta será la tuya” Yunho sentenció y en sus ojos oscuros se removieron las sombras.

“¿Por qué no arreglamos esto de una vez por las leyes que nos rigen? Ven y pelea conmigo, veamos quién es digno de imponer condiciones” le escudriñó las facciones con su dura mirada pero Jaejoong tan sólo se rio.

“Para tu desgracia, no soy tan imbécil para caer en eso. Te he visto pelear e incluso sin el fuego eres una máquina. Nosotros…los hijos de la oscuridad, preferimos los oscuros métodos” hizo una moción con la mano en dirección a las jaulas.

“Y es bastante simple, Yunho. Tengo en mis manos el tratado firmado por los miembros de la Orden de vampiros en dónde acreditamos la hegemonía de los vampiros sobre las bestias. Sólo…estoy pidiendo tu firma como líder de licántropos y actual regente de la Resistencia para liberar a tus amados rehenes. Con tan sólo una firma tendrás a tu dulce Heechul de vuelta y a tu encantadora hermana” sonrió y Yunho vislumbró los filosos caninos sobre sus labios carentes de color. Desvió la vista hacia la jaula y directo a los ojos de Heechul que lo miraban fijamente. Parecía estar gritándole que no aceptara con la mirada, que era una trampa…Yunho lentamente comenzó a caminar hacia la sanguijuela.

“Un nuevo tratado que los beneficiará, brillante déjame decirte” Yunho lanzó una risa seca. “¿Y qué pasa si…me niego?” ojos oscuros fueron a pelear contra el cielo topacio de los iris del vampiro mientras él apenas se dignaba a curvar los labios.

“Hawthorne Roosevelt, mi encantador demonio secuaz, acabará con la vida de los que amas en menos de un segundo” Yunho desvió la mirada de Jaejoong al demonio a su lado, y luego a la energía que fluía por los barrotes de la jaula. Claro…en eso recaía todo, y la densa energía podría paralizar el corazón de ambos en un parpadeo. Yunho lanzó un suspiro, consciente de lo que estaba a punto de hacer, pero aparentemente ya sin ninguna alternativa.

“Firmaré” fue lo que murmuró. Escuchó el chillido de indignación de Heechul y el suspiro que probablemente pertenecía a su hermana pero no volteó a mirarlos.

“Pero cuando esté firmando tienes que liberar a Heechul y a mi hermana, de lo contrario no hay trato. Nadie me asegura que tu demonio no los matará apenas yo ponga la garra sobre el papel” lo perforó con la mirada y por un segundo Jaejoong pudo jurar que en sus ojos no había más que oscuridad. Curvó los labios al buscar dentro de su chaqueta un papel doblado que extendió entre sus manos y le sonrió.

“Por supuesto. Comienza a firmar y Roosevelt liberará la energía de los barrotes, rompiendo la cerradura para dejarlos en libertad. Es un trato limpio, Lobo de Fuego…puedes estar seguro de ello” su sonrisa se incrementó al hacerle un gesto para que caminaran hacia una mesa de café que había a pasos de las jaulas. Jaejoong extendió el tratado y Yunho pudo distinguir las siete firmas de los vampiros de la Orden. Tomó el papel y comenzó a leer algunas de las clausulas…sin duda, firmarlo ponía fin a la licantropía como propiamente tal. Se quitaba el consumo restringido de sangre en el mundo de los mortales y ahora sería al revés…cada licántropo que yacía en la tierra debía pagar un impuesto a la Orden misma, y ahora sólo se podrían trabajar con licántropos como esclavos, imponiendo la superioridad del vampirismo sobre las bestias. El bosque se mantenía como territorio de lobos pero daba pie a la libre caza de cualquier licántropo prácticamente por diversión. Lo único que se mantenía igual eran los híbridos…que seguían siendo considerados como amenazas y aún se les daba sentencia de muerte. Yunho lanzó un suspiro pesado cuando Jaejoong le acercó la tinta para que mojara las garras. Él y el demonio no dejaban de intercambiar miradas fugaces…cómo si estuviesen atentos a cualquier conducta extraña de Yunho, listos para atacar. Cuando Yunho se conectó con su bestia y alargó las garras, su telepatía de lobo despertó y le llegó a la mente todos los reclamos de su unión.

“¿Qué es lo que haces? No puedes firmar eso… ¡Es una trampa! Sólo lograrás que nos maten a todos y—”

“Sabes que te amo. ¿Lo sabes…Heechul?” Yunho le contestó mientras llevaba a empapar la punta de su garra en la mano derecha con la tinta, sin voltear a mirarlo.

“Si, lo sé mi amor…pero—”

“No puedo permitir que se acabe. Aún hay una forma de quemar ese tratado…” levantó la garra humedecida y observó los ojos topacio de Jaejoong brillando en expectación cuando descendió la mano hasta el papel.

“Retira las energías” Yunho le dijo al empezar a trazar el símbolo de su colonia. “Si no lo haces no terminaré”

Jaejoong resopló y le hizo un gesto con la cabeza a Roosevelt sólo cuando se dio cuenta de que Yunho continuaba escribiendo la firma. El demonio hizo un ademán con sus manos y la energía se disipó de los barrotes en la velocidad de un parpadeo. Las cerraduras crujeron mientras Yunho terminaba de escribir su nombre. En ese instante, Heechul lo vio: Jaejoong apenas hizo una seña…y rápido como un suspiro, tan silencioso como sombra en el camuflaje, el demonio fue a posarse detrás de la silueta de Yunho, con las garras demoniacas afiladas y listas para desgarrar…

“¡El lobo!” Jaejoong chilló al percatarse de los ojos de Heechul pero fue demasiado tarde. Su fuego albo se encendió y le dio el impulso, y antes de que Roosevelt pudiera clavarle la puñalada por la espalda a Yunho, Heechul se abalanzó hacia su figura. El demonio lanzó un grito y Yunho abrió los ojos de par en par al voltear…completamente choqueado, ni siquiera se había percatado de los movimientos del demonio pero de pronto estaba detrás. Heechul lo tenía sujetado y las llamas comenzaban a manar. Lo observó arder entonces…arder en la constricción que Heechul estaba creando y con un sólo manotazo directo Heechul le atravesó el pecho con sus garras liberadas, llenas de flameantes llamas.

“¡NO LO PERMITIRÉ—!” Jaejoong hizo ademán de abalanzarse a atacar pero fue cortado por las garras puntiagudas de Ji Hae que se situaron en su nuca, listas para desgarrar.

“Yo no haría eso si fuera tú…” masculló y Jaejoong se congeló, maldiciendo todos los eventos que relampaguearon tan rápido que fue incapaz de predecir qué fue lo que salió mal primero.




Roosevelt seguía retorciéndose en el amarre de fuego. La sangre le manaba del pecho, espesa y casi negra. Había sido la puñalada lo que le estaba arrebatando la vida, ya que había fuego en el averno y lento los dañaba. Las llamas ya habían llegado hasta su piel y comenzaban a derretirla. Sin embargo, fue capaz de lanzar una risotada amarga en su prisión de fuego.

“Perro…tonto…” restalló, la voz audible a pesar de que se estaba calcinando vivo.

“Me has matado…una cáscara de mortal insignificante, pero has liberado…una maldición…” Heechul abrió los ojos de par en par al escucharlo, y cuando sus palabras murieron y se desintegró con último grito, una brisa gélida de energía comenzó a brotar desde el polvo de sus cenizas que fue directo hasta la figura de Heechul, calándole hasta los huesos. Yunho corrió hacia su figura cuando las llamas albas se extinguieron. Los ojos de Heechul se abrieron en horror cuando garras invisibles le perforaron el pecho de abrupto y apenas pudo encogerse, lanzando un estruendoso alarido. Los brazos de Yunho se cerraron en torno a su figura y entonces, sólo entonces Yunho se percató de que…el pecho de Heechul sangraba, tenía orificios en el torso en carne abierta, chorreando sangre igual cómo si hubiese sido apuñalado…

“H-Heechul” Yunho murmuró, acunándolo a su cuerpo y sintiendo la humedad de la sangre que se escurría del cuerpo de su amante como un rio torrentoso.

“Tranquilo, amor….resiste. ¡Ji Hae, reten a esa sanguijuela mientras yo curo las heridas de Heechul!” su voz estaba cargada de desesperación mientras lentamente recostaba a Heechul en el suelo. Él tenía los ojos cerrados y apenas lanzaba entrecortados gemidos, sacudiéndose en el dolor. Yunho observó con horror la herida en el blanco torso tatuado de Heechul: su pecho había sido perforado por puntas de garras y los orificios sangrantes escupían sangre cómo si se tratase de un volcán en erupción. Yunho no entendía cómo había sido posible semejante artimaña…tan sólo sabía que eran heridas provocadas por energía demoníaca; el maldito demonio se había vengado pero no se saldría con la suya, Yunho se aseguraría de ello. Comenzó a escupir en su palma y a pasar los dedos humedecidos por la piel, sobando con ímpetu las heridas. Rozó y rozó hasta que sus yemas le dolieron pero las heridas…no cicatrizaban y la sangre seguía manando de su piel con avasalladora fuerza; el suelo a su espalda rápidamente comenzando a formar un mar de sangre. Yunho sintió el sollozo atragantarle la garganta mientras escupía y rozaba, escupía y rozaba, pero…nada pasaba.

“N-No…no… ¡FUNCIONA, MALDITA SEA! Resiste, Heechul…resiste mi amor…” Yunho estaba llorando, lo sabía porque sus lágrimas caían y se mezclaban con la sangre del torso de Heechul. Lo escuchó respirar superficialmente, apenas capaz de hacer un gimoteo débil al alzar una mano ensangrentada del suelo y llevarla a descansar en la mejilla de Yunho. Su tacto se sentía tibio…no ardiente como antes y ya casi…frío.

“Yun…ho…” susurró, su voz tan débil que Yunho tuvo que hacer un esfuerzo para escucharla. Heechul abrió los ojos entonces y Yunho lo vio: vio las luces blancas en sus iris, vio sus ojos centellar para él...vio las llamas danzándole en torno, brillando por él por última vez…

“Resiste…” Yunho estaba a punto de explotar. Las lágrimas se deslizaban sin control mientras llevaba una mano a entrelazarse con la de Heechul, apretando sus dedos con fuerza…con desesperación, necesitando sentirlo cerca, necesitando sentir su pulso contra las yemas…

“Resiste, mi amor…resiste. Lo nuestro es para siempre, ¿Acaso no juramos que sería para siempre? ¿ACASO NO SABES TODO LO QUE SACRIFIQUÉ POR TI? ¡NO PUEDES DEJARME, HEECHUL! No…de nuevo…” se quebró por completo entonces y sollozó con toda la amargura y la desesperación que un amante puede sentir al percibir al ser que ama a puertas de la muerte. Yunho se dejó caer sobre el torso ensangrentado de Heechul, sintiendo la humedad de su sangre y su pulso ya prácticamente imperceptible como un tenue aleteo…

“Yunho…” su voz sonaba tan ajena para Yunho allí desplomado sobre su pecho, tan distante. “Siempre…supe…que…te daría hasta mi vida. Lo…supe…el mismo día que…te salvé de esos lobos que querían matarte…cuando eras…un…cachorro…” Yunho se aferró con desesperación a su pecho, incapaz de dejar de sollozar contra sus macabras heridas. Sabía que Heechul estaba utilizando sus últimas fuerzas para hablarle, pero era incapaz de dejar de aferrarse a él.

“Mírame…” le susurró, tan bajo y tan desgastado que a Yunho se le desgarraron las entrañas. Subió pesadamente la mirada y el rostro de Heechul…tan dulce y grácil como siempre…ahora resplandecía en la palidez que seguía a la muerte.

“Prométeme que…vivirás…vivirás y gobernarás, y le darás luz a nuestros hijos…” por un segundo, por un desquiciado segundo…Yunho observó la esencia de Jezabel viva y latente en Heechul, con el cabello rojo sangre y los iris centellantes. Comprendió que Heechul se estaba refiriendo a los lobos y a los híbridos, su progenie…y llevó una mano hasta su rostro; ojos enrojecidos y húmedos con millares de lágrimas que no dejaba de derramar.

“Voy a velar por nuestros hijos hasta el final de mis días, amor mío” Yunho le susurró cuando comprendió que la vida de Heechul se le escapaba como agua entre los dedos y que ni siquiera su fuego albo era capaz de purificar el maleficio conjurado sobre su cuerpo. Heechul apenas pudo esbozar un atisbo de sonrisa antes de entrecerrar los ojos. Sus dedos hicieron una fina presión en el borde de su mandíbula y Yunho descendió el rostro hasta su nivel, apenas pudiendo controlar su trémulo cuerpo.

“Te amo Heechul…te amo…te amo…” Yunho estaba temblando, temblaba contra su cuerpo y las lágrimas de sus ojos caían y fluían por las mejillas ya frías y casi estoicas de Heechul.

“Te…amo Yunho, sangre…corazón…y vida mía…” fue el último susurro que escapó de sus labios ya carentes de color. Cuando sus labios se fundieron; Yunho percibió la vida de Heechul apagándose con ese último contacto, porque cuando se separó de sus labios la mano que yacía posada en su mandíbula cayó y junto con ella…se apagó la llama de su vida. Yunho se separó tan sólo un poco de su figura para cerrarle los ojos…para apagar la luz blanca de sus iris con las que había muerto. Yunho le divisaba las entrañas allí dónde los orificios le habían arrancado la vida, el charco de su sangre como recordatorio infernal de los macabros actos.

Se quitó la media capa de sus hombros y cubrió el torso de Heechul con ella, contemplando a su amor ya inerte en el suelo en un mar de sangre. Sintió entonces como si su propia vida se hubiese apagado junto con él…la sangre roja y latente de sus venas ennegreciéndose junto con su corazón. Cuando su lobo interno lanzó el aullido más desgarrador de todos, Yunho se entregó…se entregó al Luto Eterno y lo abrazó.




Se alzo como una verdadera torre del lado de Heechul. Ji Hae permanecía estoica, con los brazos enredados por la espalda de Kim Jaejoong como verdaderas enredaderas y las garras punzándole la espalda, y lanzó un audible suspiro al hacer contacto con los ojos de su hermano: Yunho…tenía los ojos completamente rojos, brillantes e iracundos como verdaderas brasas ardientes, llenos de sangre. Lo supo entonces, supo lo que era esta transformación. Yunho llevaba el luto por dentro y por fuera, siendo envuelto por la oscuridad que le trajo haber presenciado la muerte de su unión: se había transformado…en un Lobo de la Noche, errante y sin corazón.




“Tú…” masculló, clavando sus ojos de sangre en el rostro impávido de la sanguijuela.

“Tú mataste a Heechul…” la voz de Yunho sonaba tan trastornada que Ji Hae sintió los vellos de su nuca alzarse mientras lo observaba avanzar hacia su rehén.

“Yo no lo maté” Jaejoong le contestó con el mismo desdén de siempre. “Fue Roosevelt, bueno…mejor dicho, fue el maleficio de Roosevelt. Pero deberías estar agradecido…de no ser por ese chiquillo tú estarías ahora bajo tierra y—”

“¡CALLATE!” Yunho restalló y las llamas negras comenzaron a reptar alrededor de su piel, más fuertes y más abismantes que nunca.

“Te voy a quemar vivo…” articuló, pero de pronto se escuchó un agudo estruendo; un ventanal se hizo trizas y una figura saltó desde él, alzándose desde los vidrios rotos y observando el panorama con ojos descolocados. Yunho desvió el rostro para mirarlo y quedó perplejo al reconocer su silueta: Changmin.

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Koiko: No tengo palabras en realidad, creo que esto es lo más difícil que he escrito en la vida.


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