"Frustrado camino a casa"
— Maldición — fue esa la primera palabra que salió de la ronca garganta de Jaejoong al sentir como algo anudado alrededor de su muñeca le apretaba gravemente...
Era insoportable despertar con aquella sensación rodeándole las venas.
Aturdido, se removió sobre la cama en la que se encontraba.
Jaejoong era completamente libre, y logró incorporarse con ojos legañosos.
Sentado y vacilante alzó su brazo, y borrosamente observó aquella tela anudada a su muñeca con tanta fuerza que la sangre era incapaz de circular con normalidad, tornándose la piel de alrededor de un malsano color....
Jaejoong se afanó en desatar tal tortura. Sorprendido, no sólo por el color rojo y púrpura que ahora tenía esa parte de su piel, sino por aquello que inexplicablemente había estado atado en su brazo. Se trataba de una corbata, bastante maltrecha, y descuidada.
Jaejoong la tiró a un lado, y por un momento prestó atención a su alrededor.
Difícilmente era capaz de recordar la noche pasada; como si la mente utilizara el ‘pause’ durante algunas partes, para después ‘suprimirlas’ de su memoria.
La resaca era algo molesto, pero ya la conocía muy bien...
Jaejoong recordó hablar con Yunho encima del suelo verde y arenoso, sí, de eso era consciente. Pero, ¿Estaba él allí? No, también era capaz de recordar como ambos se separaron esa noche…
Sin embargo su mente era incapaz de evocar el cómo había llegado hasta el sitio en el que ahora se encontraba, pero sí recordar el beber de nuevo en el callejero ‘bar-carpa’ cerca del río Han(gang) por última vez, después de alejarse de Yunho.
Resopló <<. Sí, ese debió ser el error para la lucidez .>>
Jaejoong examinó el lugar. Estaba en una habitación lúgubre...
Por un momento, no era capaz de saber si era de día o de noche.
Las cortinas cubrían la única ventana y la luz apenas penetraba.
Se levantó despacio de la cama, aunque esto le supusiera un enorme esfuerzo debido a los entumecidos músculos (que le indicaba que la noche no había sido buena).
Ahora en pie, suspiró aliviado cuando se cercioró que aún vestía con su pasada ropa. Incluso tenía puesta la cazadora (leather jacket), y la prenda oscura conjunta con sus jeans fingidamente rotos.
Jaejoong escrutó entre las sombras la desconocida habitación; era una estancia pequeña y decorada de una forma estrafalaria e intima. Todo parecía ser de jaspe raido y telas de suave raso. Frente a la única gran cama un televisor apagado y sospechosamente posicionado.
El único objetivo de Jaejoong era llegar a la cercana y pequeña ventana...
Descorrió sus pésimas cortinas, y observó horrorizado la calle dónde nuevamente la noche se estaba aproximando, de aspecto grisáceo y cielo ligeramente purpúreo.
Por eso mismo, Jaejoong dedujo que había estado en ese lugar, dormido o inconsciente, todo ese día. ¡Qué desconsiderado! Recordó haber desobedecido su horario...
Tras el cristal se veían los locales que inundaban aquella angosta calle.
Eran los más variados y escandalosos. Todos con un aspecto llamativo y descarado.
Con las palmas de sus manos sobre la ventana, Jaejoong observaba los letreros que ya habían sido encendidos y ahora parpadeaban en tonos rojizos y estrafalarios, mostrando sus más adultas letras hangul, gruesas y cautivadoras...
Eran locales de entretenimiento que sólo abrían sus puertas cuando el sol se escondía, y a Jaejoong no le costó mucho conectar estos sitios con el lugar en el que ahora se encontraba.
<<. Un motel .>> pensó sorprendido.
Ahora entendía aquel apartamento de decoración tan estrambótica.
Su corazón presionó las costillas al sentir la presencia de alguien más en la habitación.
Jaejoong se volteó tan deprisa que su corto cabello se meció levemente...
— ¡Ya era hora de que despertases!… — dijo tras él un hombre que abotonaba los puños de su sucio traje — Comenzaba a preocuparme por ti… —
Sí, recordaba a ese ‘esperpento’. Ese hombre era tan delgado (casi esquelético) como la noche anterior, y tan repelente como entonces. Incluso se podía ver una pequeña marca que cubría su mejilla (debido al golpe que había recibido de Yunho la noche anterior).
Estaba solo, no estaba junto a él aquel compañero suyo de abundantes carnes, gordo como ningún otro mamífero… ambos con los que se había ‘encontrado’ Jaejoong (asaltado en el ‘pojang-macha’).
Sin duda aquel delgado hombre de ojos minúsculos había mostrado más interés por el dinero de Jaejoong que su cobarde acompañante... Y quizás esa era la razón principal por la que ahora sólo estaba él…
— ¿Deseas ser denunciado? ¿o simplemente estas loco?— le exclamó Jaejoong, sin ningún temor. No quería ni pensar la repercusión que algo así podía tener para él.
— ¡Cállate! — gritó, y casi se le desencaja la mandíbula por ello — Engreído…— le calificó señalándole con el dedo, como ya había hecho en otra ocasión. — Estabas más hermoso cuando eras incapaz de hablar — sonrió, y Jaejoong sintió un temeroso escalofrió.
— Si lo que querías era mi dinero, podrías simplemente guardarlo en tu descosido bolsillo. —
Jaejoong se retiró de la ventana y miró a aquel hombre con total desprecio.
Aquella mirada de menosprecio calentó el poco orgullo de aquel tipo.
— ¿Sabes mucho de esas cosas? Hablo sobre robar el dinero de los demás… No eres más que un ‘perro inmoral’ — le insultó con desprecio, acercándose a él en pocas zancadas, y propinándole por último una repentina bofetada con el reverso de su mano (por lo que Jaejoong pudo sentir los huesudos nudillos clavándose en su mejilla).
El alma de Jaejoong se removió de miedo, no era temor debido a aquel golpe, sino un miedo más humano y abrumador. El miedo de un secreto desmantelado y descubierto, de alguien que sabe más de lo debe. Y quizás es uno de los peores miedos que podemos sentir…
También dolía más duramente cualquier ‘frase de esas’ que una bofetada a mano abierta.
Jaejoong aguardó en silencio, incapaz de contestar, golpearle o insultarle (como si habría hecho en otra ocasión), confundido, pues hacia mucho tiempo que nadie se dirigía a él de ese modo…
El desconocido hombre oportunista se sintió pleno de autoridad. Se sintió pletórico y menos insignificante. Era la primera vez que se sentía tan ‘importante’ al ser capaz de insultar e incluso abofetear a una persona como lo era Jaejoong. Poco le importaba el final de aquello, se sentía excitado de su propia autoridad, aquella misma que no tenía en ningún otro lado.
— Despertar de tu sueño etílico te hace olvidar muchas cosas. Es comprensible… — siguió hablando debido al silencio, mientras comenzaba a caminar de un lado a otro en la oscurecida y pecaminosa habitación— Todo lo que puedo llegar a saber de ti, es gracias a ti, Jaejoong. Estabas tan desesperado, desgarrado y ebrio, que tu boca se abría sin parar. Me narraste muchas cosas, aunque no lo recuerdes. Yo quería aprovecharme de eso ¿Por qué no lo iba a hacer? Eres una estúpida celebridad ¡Mírate! Luces insolente y engreído como ningún otro, no debería compadecerme de ti, por mucho que alardeases de tu triste pasado. En cambio, yo trabajo día y noche para nada. Quería aprovecharme…, pero llegó ese maldito hombre y destrozó mi celular. ¡Imbécil! — paró su ridícula caminata para alzar su puño furioso al rememorar ese momento de anoche. — Estoy harto de perder el dinero que puedo ganar... — gritó, pareciendo un lunático.
Hizo una pausa para observar a Jaejoong atentamente.
Le miró con sus insignificantes ojos de parpados lisos y ambiciosos.
Y después continuó recordando:
— Después de salir huyendo del ‘pojang-macha’ junto a mi cobarde compañero, yo… decidí regresar de nuevo. Mi compañero sentía una extraña admiración por ti, y no quiso seguir mi juego, aún proponiéndole que, debido a tu estado, sería bastante sencillo violar a la ‘estrella’... Ah…y pareció dudar durante unos instantes cuando le propuse ‘eso’... Pero no cedió. — lo confesó con tal descaro que Jaejoong sintió ganas de aplastarle alguna zona del cuerpo que le hiciera aullar de dolor — Pero yo… ¡No me iba a quedar sin la exclusiva! ¿verdad? — se acercó a Jaejoong quien, muy al contrario de amedrentarse, miró a aquel oficinista levantando su mentón, viéndose hermosamente rebelde.
— Entonces… — siguió relatando el hombre — yo regrese allí, solo, y tú estabas hablando con aquel inoportuno tipo, al que nombraste como Yunho, o algo así…, no lo recuerdo. Él te llevó sobre su espalda en el puente... porque estabas realmente borracho. Yo os seguí a hurtadillas, hasta que os detuvisteis a descansar. Estabas tan ebrio que, desde la distancia, podía verte balbucear. Hablaste con aquel tipo, asentados ambos en el césped, pero no me enteré de nada. Estaba tan lejos... — confesó entristecido, sin duda deseó haberse ‘informado’ de que hablaban ambos. — Pero pude ver como te precipitaste sobre sus labios. Eso fue algo inesperado. ¡Ah! ¡Le besaste! Y extrañe mi teléfono con cámara en aquel instante en el que besaste a ese hombre. —
Jaejoong abrió descomunalmente sus ojos al escuchar aquello. Lo más trágico era verificar que eso que él relataba había sucedido realmente, siendo capaz de recordar los cálidos labios de anoche como si se tratase de un vivido sueño.
Su rostro se llenó de furia. ¡Cómo había sido tan estúpido de besarle sin reparo! Jaejoong se mordió el labio inferior y contuvo el recuerdo del descarado beso con Yunho.
Debía reconocer que en ese momento deseó que el moreno apareciera a su rescate, como siempre tenía por costumbre, y sacarle de esa situación, pero obviamente, esta vez no le vería aparecer cargando con su estúpida heroicidad...
El hombre continuó hablando sin importarle el lugar en el que estaban, ni el tiempo que perdía:
— No sé que sucedió, pero parecía que discutías cuando te levantaste después de aquella ‘escenita’, y te marchaste solo con aquel caminar tan patético. Pasaste el puente, volviendo tras tus pasos, y yo te seguí... De nuevo regresaste al ‘pojang-macha’, el puesto en el que nos habíamos encontrado al comienzo ¿recuerdas?, y para mas énfasis volviste a beber. Cuando aparecí a tu lado, tú estabas tan… tan ridículamente alcoholizado, que no me resulto muy difícil traerte aquí, el lugar al que perteneces realmente, Jaejoong. Este sitio… donde deberías seguir estando… Acá quedaste dormido en la cama todo este día. — a cada frase que soltaba se acercaba más a Jaejoong, con él único propósito de torturarle un tiempo más — Pero puedes irte ya, si lo deseas. — le restó importancia — No hay nada más que quiera hacer contigo que no haya comprobado ya… — rió sombríamente.
Aquella sucia y última frase hizo que Jaejoong contuviese una náusea en su estomago, mostrando su repulsa descendiendo las cejas en una mirada de odio.
“-No hay nada más que quiera hacer contigo-”
A pesar de ser una corrompida y perturbadora frase, Jaejoong estaba casi seguro de que aquel enclenque hombre era incapaz de hacer algo más que robarle...
— Cierto que eres tan codicioso que puedes dar incluso lastima... — empezó a contestar Jaejoong con una vil media sonrisa — ¿Me follaste mientras estaba yo vestido? Oh, eres más estúpido de lo que ya parecías… — rozó con su mano la ropa intacta de la noche anterior y se burló de la presunta mentira — Pero no sabes con quien te has desafiado... Me he enfrentado a personas mucho más temibles que tú, por lo que no debería temerte demasiado — dijo con indiferencia, y sus palabras eran completamente ciertas (sólo se necesitaba ver su historial de “peleas y problemas innecesarios” a lo largo de su vida, y recordó que Yunho había presenciado algunos de ellos)...
A la vez que lanzaba las frases, Jaejoong echó un vistazo al lugar (para asegurarse de que no dejaba absolutamente nada suyo en aquella habitación de la que pensaba salir rápidamente). —Si tu lengua se suelta, y tu boca finalmente habla algo sobre mí…, sólo lograras arrepentirte de haber abierto esos asquerosos labios tuyos, ¿lo entiendes? — amenazó con fuego en sus falsamente angelicales ojos (ya ambos del mismo intenso color natural).
— ¿Estás temeroso? Lo entiendo... Eres un particular íncubo… — a Jaejoong le recorrió una sacudida al escucharle — Tan así que parece que el diablo añadiera esos ojos y esa boca en tu cara, Jaejoong. Pero todos sentimos flojear las piernas cuando algo tan patético del pasado nos implica. — se acercó a él lo suficiente como para rodear su cara con la palma de la mano. Jaejoong sintió aquella fría zarpa en su rostro como una amenaza — Incluso los secretos más humillantes salpican a las personas como tú. — en cada palabra era capaz de oler su aliento a licor cheongju (como si hubiese salido de una celebración de empresa), e intentó inútilmente dejar de respirar para no tener que soportar ese hedor — Y tu pasado es digno de despreciar. Dejarte abusar por di-ne-ro. Me compadezco de ti. — apretó con su mano el duro mentón del cantante. La mirada de Jaejoong era tan intensa y desafiante que el trajeado y esquelético hombre tuvo que contener el aliento durante unos minutos.
— No tienes aspecto de dejarte coger como un animal — continuó — … no al menos de forma tan fácil. ¿Cómo lo hacían? — preguntó descendiendo su mano libre por el cuerpo sabiamente proporcionado del adulto Jaejoong hasta llegar a su entrepierna — ¿Te tocaban así? — su mano, más similar a una consumida extremidad de ave rapaz con delgados dedos, buscaron y aferraron con fuerza su zona viril, logrando que Jaejoong diese un respingo.
Le dirigió una mirada fulminante — No me toques — Jaejoong advirtió arrastrando cada silaba como intimidación. Por un momento pensó que todas las personas tenían un alma, y ésta residía en alguna íntima zona, pues percibió como le oprimía el espíritu cuando atrapaba con más fuerza sus ocultos testículos.
— Creí que ya estabas acostumbrado… —
Se trataba de poner a prueba su dignidad resurgiéndole aquello, pero ese tipo no era como esos maleantes del pasado, aquel hombre había sobrepasado largamente los 35 años (incluso sobresalido los 40, quizás), y Jaejoong tampoco era un ‘niño’, eso creaba una situación más humillante que cualquier otra...
Por un instante imaginó que pasaría si Yunho estuvieses presenciando aquello, y le hizo ligeramente feliz pensar que seguramente le rompería el tabique nasal sin pestañear.
Con cada firme presión de esa mano sus sueños se asfixiaban (los que tanto esfuerzo invirtió en lograr). Incapaz de soportarlo, Jaejoong apartó aquellas manos de un firme manotazo. Tenía el rostro carmín por la ira. — ¡Estás loco! — le gritó echo una furia, para después propinarle un fuerte puntapié final estirando su delgada pierna.
Por último alzó el dedo central como insulto, para después marcharse rápidamente cubriéndose el rostro con la leather jacket y su singular capucha al salir definitivamente de la delatadora habitación en la que había estado todo aquel día...
El hombre no intentó de ningún modo detenerle, estando ahora solo en la habitación, se dedicó a mandarle insultos entre dientes, quejándose del golpe recibido en la pierna…
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Jaejoong sintió como los sentimientos iban a desbordarse, y aquello sólo hizo que aumentara su mal humor... Él deseaba caer de rodillas (como hacen los personajes de las películas cuando están furiosos) y lanzar un grito de impotencia. Pero no lo hizo.
Revisó sus bolsillos, donde sólo encontró el tabaco y el teléfono.
Ese estúpido… De verdad había robado todo el dinero que tenía...
Pero pensó que era toda una suerte mantener todavía el celular en sus manos.
Estaba lejos de su hogar, lejos de la zona residencial en la que se encontraba su casa, y sabía que tardaría mucho en regresar sin dinero ni transporte, pero aún con todo eso, Jaejoong decidió no llamar a nadie... No en aquel momento...
“-No me resulto muy difícil traerte aquí, el lugar al que perteneces realmente-”
Jaejoong recordó aquella frase ahora que deambulaba por esas ‘rojizas’ calles nocturnas, donde dispersos clubs parpadeaban y otros servicios de eróticos masajes habían abierto por completo. De nuevo sin dinero y en un distrito ilícito, le recordó a aquel en el que vivió, con aquellos apartamentos modestos y destartalados, y los rótulos de videopóquer de algunos locales ¡Oh, el karma le estaba jugando una mala experiencia en ese momento!
Tambaleó cansado, y por un instante se obligó a reponer sus fuerzas apoyando su mano en la pared más próxima, rozando con sus dedos uno de los carteles que estaban apegados a ella.
Se trataba de un cartel promocional, de tono oscuro y unas letras enormes, en el que podía leer su propio nombre: “Kim Jaejoong”. Era una promoción de su concierto, repleto de fechas y horas, por lo que se sintió más patético envidiando por un momento a su ‘yo’ de aquel trozo de papel por el que siempre había luchado ser, tan diferente al que ahora se encontraba ofendido e insultado por lo sucedido.
<<. Me vio besando a Yunho .>> pensó ruboroso, recordándolo inesperadamente como si aquello hubiese sido un débil pecado. <<. Yunho .>> Jaejoong se rozó los labios rosados con la punta de los dedos al tiempo en que comenzaba a caminaba de nuevo.
Pensó mucho en él en aquellos momentos, sin darse cuenta...
Diversas personas pasaban a su alrededor, sin prestar atención al “chico cabizbajo y alicaído” que cubría el rostro colorado con las manos y caminaba lentamente por aquellas comunes surcoreanas calles que descendían como una ‘rampa/pendiente’.
Jaejoong no se sintió incomodo al pasar por esa zona, pero sí al recordar aquella infernal frase. No quería imaginar ni por un instante formar clandestinamente parte de alguno de esos sitios, ahí donde estaban unos discretos e infiltrados locales de tendencias ‘liberales’ y ‘libertinas’ (como una parte oculta y repudiada de la sociedad) donde, como hombre, él podría haber encajado en algún pasado (aunque con su cabello negro, ojos grandes y piel nevada hubiese podido vivir holgadamente de la calle en aquel entonces). Pero no quería imaginarse tal cosa.
Viendo aquello tan próximo a él, y sintiendo de nuevo aquel ultraje que había sentido antes por parte de otro hombre, no podía estar más orgulloso de haberse desecho de aquella antigua vida que recordaba. Sentirse libre era el mejor sentimiento que uno mismo puede adquirir ¡Mejor que cualquier otro!. Y quizás debería estarle agradecido al testarudo Yunho por aquel pasado que intentaba inútilmente esquivar, e incluso le hizo reír el recordar lo soñador que siempre había sido el moreno, pero la noche anterior aquello de disculparse y agradecerle no había servido de nada por culpa de su ebriedad….
<<. Ni tan siquiera me creyó— pensó resentido — Realmente… lo extraño .>>
Le suponía un gran esfuerzo pensar en eso, pero no podía dejar de pensarlo durante el trayecto, incluso ahora que sabía que amanecería cuando finalmente lograse llegar a casa…
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