Titulo: Eternal
Autora: Rose
Pareja: Homin
Género: Lemmon
Extencion: Oneshot
Advertencias: Muerte de personajes, sangre, violencia, samurais
---
Autora: Rose
Pareja: Homin
Género: Lemmon
Extencion: Oneshot
Advertencias: Muerte de personajes, sangre, violencia, samurais
---
Impregnado en el viento permanentemente, como si el aire hubiera nacido con el, un espeso hedor a muerte merodeaba la colina, tras el sonido chinchineante que resonaba en una armonía escabrosa. El brillante chocar del acero contra el acero, que dejaba destellos de la luz de la luna en sus rostros, el sudor que se deslizaba por sus costados y luego, del sonido del crujir de la piel siendo atravesada por la espada, el espeso olor vino de nuevo con el brotar de la sangre, que empapaba el plateado brillante del sable con un negruzco rojo escarlata. La ultima mirada al enemigo, la ultima vista de este a la luz de la luna y el desvanecer del cuerpo que descansaría para siempre, agotado luego de la batalla, en el verde pasto ahora manchado de carmesí.
Soltó un suspiro que se quedo detenido en el viento, y el viento revolvio y ondeo su largo cabello negro, los ojos felinos miraron la espada, y las manos limpiaron los restos de vida del enemigo aun presente en esta, volviéndola a la vaina y luego de tomar la insignia de su victoria camino lejos de allí a través del pasto verde que bailaba bajo sus pies.
Otro enemigo mas eliminado, sin importar si era el bueno o el malo, en su vida no había tales clasificaciones, solo una misión con un objetivo… matar, sin siquiera pensar el porque, solo obedeciendo las palabras de su general.
Llego al lugar donde el resto de los guerreros entrenaban y tiro hacia los pies del General la medalla que le había quitado a su victima, con la ropa manchada de pecado, y recibiendo una sonrisa brillante por parte de aquel detestable hombre que tanto odiaba y al que debía obedecer – Sigues siendo uno de mis mejores samuráis – menciono con aquella voz rasposa y detestable mientras volvía las manos hacia la doncella a su derecha que temblaba indefensa ante sus asquerosas y lascivas miradas.
“asqueroso” pudo pensar mientras cerraba la puerta corrediza y se dirigía a la fuente de agua a algunos metros de aquella habitación con la sola idea de separar de su cuerpo aquella pestilente sensación, deshaciéndose de la ropa que le cubría y liberando su ondulante cabello de la opresión de aquella liga.
Se adentro en la profunda poza de cristalina agua azul verdosa, dejando que la corriente limpiara la sangre de su cuerpo y cerrando los ojos mientras las ondas del agua le acariciaban y se perdía en el delicioso y relajante sentimiento de haber terminado su tarea. Al menos por aquellos días.
Abrió los ojos luego de un ligero pestañeo, luego de olvidar el ultimo grito de su enemigo, el olor degradante de su sangre y concentrarse en el sonido del agua golpear contra su cuerpo desnudo, como si solo eso fuera suficiente para alejar de sus hombros el peso de todos los que había matado en el pasado y de los que mataría en el futuro.
Su cabello llegaba hasta la parte mas baja de su espalda, su piel morena matizada con el brillar del agua bajo la platinada luz de la luna, mientras corría rauda por las ondas de sus músculos cuando se enderezo para dirigirse hacia la orilla de aquella poza, dejando a la naturaleza ser testigo de la belleza de su desnudez.
Escucho el ruido del agua ondearse a su espalda y dio la vuelta en forma defensiva atrapando el cuello del que le espiaba y prensándolo como una anaconda se enrosca triturando el cuerpo de su victima, mientras las gotas del cristalino líquido revoloteaban suspendidos en el espacio vacio cuando se movió. Las manos de su presa le rodearon la cintura y una sonrisa se dibujo en su rostro moviendo el lunar que descansaba juguetonamente sobre el borde de su labio:
-Suéltame –dice en un susurro mientras su cuello es liberado del agarre- no soy tu enemigo…
-Yunho…
Aquel, tomo su largo cabello húmedo y lo extendió mientras lo enredaba en sus dedos llevándolo hasta su nariz, percibiendo el olor a sangre sudor y muerte que emanaba de forma tan gloriosa, tomo su cintura con la yema de sus dedos, aquellas manos que conocían a la perfección ese cuerpo y se movían con naturalidad a través de aquella piel color canela:
-Estamos en medio del campo –le detuvo en sus movimientos- no es hora ni lugar para dar espectáculos…
-¿Quién es el que se baña desnudo a la vista de todos los otros? –Le mira- has estado dando el espectáculo.
-Soy un maldito hombre –respondió desganado- no tengo nada interesante que quieran ver.
Le dio la espalda al que lo acompañaba mientras avanzaba hacia la orilla para buscar su ropa, pero su cabello que ondeaba libremente en el agua fue nuevamente tomado y enroscado en aquel brazo que lo tiró con fuerza y lo hizo golpear contra la piedra de gran tamaño que descansaba a sus espaldas. Su cabello fue tirado y su barbilla se elevo dejando expuesta la piel de su cuello que fue invadida y succionada por los labios del que lo atacaba, dejando una prominente marca amoratada, siendo aprisionado contra la fría y dura superficie de la roca.
-No estoy de acuerdo con ello… para mí si tiene mucho que ver…
La lengua viajaba hacia arriba de su cuello, deteniéndose el hueso de su mandíbula, pasando a su mejilla y deteniéndose en sus labios los cuales beso succionando y tirándolos con sus dientes, como si se encontrase dispuesto a mascarlos y comerlos.
Su mano acariciaba bajo el agua que cubría la mitad de su cuerpo aquel miembro que despertaba al ritmo de sus caricias, y sus labios saboreaban la piel de su cuello, de su clavícula y de sus hombros, de los levantados pezones que ahora se movían al ritmo de su lengua. Le torturaba y le enloquecía, pues sabia exactamente que lugares tocar y mover para volverlo loco y sus gemidos surgían en medio del silencio de la noche y se perdían ante el cantar de los bichos y las ranas que les rodeaban.
Sus pieles brillaban intensamente bajo la luz clara de la luna, sus respiros a bocanadas se consumían bajo el sonido del agua que chapoteaba ante la fricción de sus cuerpos, sus ojos apenas se abrían completamente inmersos en las olas de sensaciones que los estaban matando y que llegaba con mas intensidad cuando embestía con fuerza sobrehumana y le golpeaba contra la piedra a su espalda y el gemía sin poder contenerlo y este oprimía su miembro cuando sus paredes se contraían y de sus comisuras el aire escapaba echo fuego como un veneno toxico y delicioso. Su espalda se curvaba y sus miradas se encontraban fundidas en placer, mientras hundían los labios en el otro y saboreaban la saliva ajena con desgano y crueldad, porque aquellos besos bruscos los hacia sentir mejor, les brindaban mas placer.
Se miraron a los ojos cuando ya consiguieron lo que estaban buscando al fundirse con el otro, y descansaron un momento dejando que el aire fluyera con naturalidad de nuevo hacia sus pulmones y caminaron de regreso a la orilla donde sus ropas descansaban tendidas por el pasto. No hubo mas palabras luego de que se vistieron, Changmin recogió su húmedo cabello y lo ato con la liga nuevamente, y le echo una mirada a su compañero que aun continuaba vistiéndose:
-¿Cuándo será tu próxima misión?
-Mañana –le responde- No se cuando regresare, no volveré hasta que la cumpla.
Changmin le miró con aquel característico rostro sin expresión, como si no le importase lo que dijera, como si su existencia no existiera. Su rostro era como un gran lienzo blanco, en su expresión no dibujaba dolor, rabia, angustia o cualquier tipo de sentimiento, jamás sonreía, por lo que mirarle era un poco intimidante, ¿pero cuanto tiempo le había conocido ya?, era el único que podía ver un ligero cambio en su expresión, solo cuando estaba completamente hundido en placer, entonces podía ver como aquellos músculos faciales ligeramente trabajaban.
Caminaron por el amplio campo mientras algunos sumarais mas blandían la espada y practicaban sus movimientos, el viento era especialmente frio aquella noche por lo que con sus cabellos húmedos el helado soplo de aire les helaba la piel. Pero ambos, entrenados para reprimir cualquier tipo de sensación y mostrarse siempre firmes, podían hacer como si aquella sensación no les estuviera molestando:
-Este es uno grande –exclamo Yunho luego de un gran intervalo de tiempo- por lo que, puede que sea la ultima.
-No seas imbécil –le responde molesto- si mueres, destripare tu cuerpo y lo exhibiré en estacas por todo el campo, si mueres antes que yo, te rematare.
Yunho se echo a reír a carcajadas mientras Changmin ni se inmutaba de su risa escandalosa, jamás sabias cuando Changmin estaba bromeando o hablando en serio, pero el que había llegado a conocerle en todas las dimensiones posibles sabia perfectamente cuando decía una chorada y cuando estaba hablando en serio. Jamás había confiado tanto en alguien como confiaba en Changmin, ya que le conocía desde pequeño, pues ambos habían sido vendidos al general que comandaba esta aldea, cuando tenía aproximadamente siete años, Changmin era mucho menor. Les trataron como mulas y les hicieron entrenar como esclavos hasta que les sangrara el ultimo poro de sus cuerpos, instintivamente se propuso a ayudar a Changmin, que era tan pequeño y delicado que parecía iba a romperse en cualquier momento. Siempre se sintió atraído por el, casi desde del principio. Changmin era un perfecto antisocial, y él era el único que podía acercársele, los demás le odiaban o le temían, pero era tal vez porque nadie se daba el tiempo de conocerle.
Como nació aquel sentimiento, no podría decirlo, no recordaba el primer beso, la primera caricia o la primera vez que lo hicieron, solo que paso, sin pensarlo y continuo pasando, casi volviéndose una necesidad cada que cruzaban miradas. Habían sentimientos de por medio, si, pero teniendo aquel tipo de vida tan peligrosa era en vano confesarlos o expresarlos, sus cuerpos los decían y se evitaban con el silencio de sus labios la atadura emocional que aquellas palabras contenían.
No querían forzarse a pensar en la persona que les esperaba luego de terminada una misión, o de aquel que estaría triste cuando una espada les atravesaran y terminaran a la orilla de algún rio. Era demasiado peso para los hombros de un samurái apegarse a sentimientos y pensar en alguien al momento de blandir una espada. Porque ambos sabían cuidarse solos, ambos sabían que algún día tenían que prepararse para decir adiós, sin siquiera poder despedirse.
Aprendieron a no aferrarse a nadie, pues algún día incluso a sus amigos morirían, porque el que no servía, simplemente debía morir. No se aferraron a nadie más que en el otro, y eso en si mismo ya era demasiado peligroso.
Supieron lo que era la muerte cuando aprendieron a empuñar una espada, y rebanaron un cuerpo mucho antes de que sus propias mentes y cuerpos lograran desarrollarse. Fueron los mejores, y tenían que serlo si no deseaban separarse, y aquel general les asignaba las misiones mas peligrosas, pero ellos siempre volvían victoriosos. Cada que cumplían una misión, venia una mas difícil, eran jóvenes, pero tenían que prepararse para que algún día uno de los dos no volviera de la batalla.
Regresaron a la habitación que compartían, al ser los mejores, eran los únicos que no dormían en las caballerizas como el resto de samuráis, y aquello era provechoso para ellos, que podían envolverse con el otro con facilidad sin temor a que alguien más les vea:
-¿Qué pasa si no regreso en esta ocasión? –Le pregunto mientras acariciaba su pelo- Dime, Changmin.
-Matare al imbécil que te asesino, y moriré después de eso –le mira- ¿Esa es la respuesta?
-Oye –se posiciona sobre su cuerpo- No te atrevas a llorar si muero -le besa los labios-
-¿Por qué haría tal cosa? …El llorar no hará que regreses a la vida…
-Entonces, sonríe –le acaricia la mejilla- deseo verte sonreír al menos una vez antes de dejarte solo en este mundo.
-le mira- yo no se sonreír –hace una pausa- además, yo me iré contigo si mueres, tal vez en el purgatorio pueda sonreírte como tanto deseas.
-Prométemelo –le besa la frente- aun en la muerte estarás a mi lado.
-Lo prometo… pero no mueras en esta misión… ni en la siguiente… ni en la que viene después de esa.
Yunho dejo una sonrisa dibujarse en su rostro, mientras inclino un poco su cabeza y ataco su lugar favorito en el cuerpo de su amante, aquel hueso prominente de su mandíbula, aquel espacio que conectaba su lóbulo con su mejilla, adoraba ese lugar. Deslizo el kimono por los hombros de Changmin dejando expuesta por segunda vez aquella noche su hermosa piel morena. Le beso, siguiendo el rastro de las marcas de sus besos anteriores y las remarco succionando con más fuerza sobre ellas. Deslizando su lengua por aquel espacio entre su marcado abdomen, dejando el rastro de su saliva hasta que llego a su ombligo e introdujo su lengua en aquella parte hueca que contuvo por algunos segundos el rastro de su saliva. Le encantaba morder la piel de su abdomen y bajar con paciencia hasta llegar al fruto más delicioso que el cuerpo de Changmin podía ofrecerle. Y lamio aquella extremidad palpitante y froto sus labios con la punta y engullo y succiono de ella hasta que hizo explosión en su boca, probando el salino sabor de su éxtasis.
Levanto sus piernas y las separo, introduciendo su propio miembro en la entrada que había sido violentada con anterioridad, y le poseyó con el deseo salvaje que siempre le invadía, hasta intentar romperle en mil pedazo hasta que gritase como loco y moviese sus labios, dejando salir los mas lascivos e incontenibles gruñidos de placer, hasta que estuviera tan perdido que olvidara que todo lo demás existe, y clavara sus uñas en su piel. Y embriagarse con el aroma exquisito de su piel satinada por el sudor y probar sus labios para absorber ese toxico veneno que le quemaba los bordes de la piel. Y finalmente le apretara en sus brazos y le sintiera cerca por una vez mas, aprovechando cada segundo de vida que seguían viviendo y que podría acabar antes de que se lo esperasen…
La mañana llegó y Changmin despertó envuelto entre sabanas revueltas, solo, como se imaginaba que se encontraría al día siguiente. Se levanto dejando que la luz que entraba por el delgado papel de la puerta corrediza iluminara su piel desnuda, aun impregnada con el olor a sexo de la noche anterior. Se vistió y recogió su cabello nuevamente, tomo su espada y la ato a su cintura y salió de su habitación para tomar el desayuno. Se dirigió al rió donde esperaba encontrar algunos peces para poder desayunar, y luego de algunos minutos pudo pescar algunos y en la misma orilla del rio prendió fuego y los asó comiendo plácidamente, hasta algunos novatos se acercaban hasta el algo tímidos.
-Maestro Changmin –le llaman- El general ha pedido verle.
Los muchachos temblaron cuando Changmin les lanzo una mirada intimidante, ni el mismo general le importaba cuando estuviese comiendo, así que cuando pudo intimidar a los novatos y les hizo marchar, termino su comida y se dirigió hasta la habitación de aquel viejo indignante. Aquel le saludo con su voz rasposa y su sonrisa lastimera, como si en verdad le importase algo en la vida:
-Tengo una nueva misión, quiero que este trabajo sea muy limpio, ya que se trata de un traidor –el hombre hizo una pausa para fumar de su cigarro mientras regresaba la vista a Changmin- Es muy bueno, hasta mejor que tu –le recalco- Así que mátale como puedas, y no dejes que te vea el rostro.
-¿Qué tiene eso de importante? Morirá, ¿que importa si me ve el rostro o no…?
-Su habilidad es leer los movimientos en el rostro de su rival –fuma otra bocanada del cigarro- se que esa cara tuya no tiene expresión, pero aun con ello solo cúbrete y mátalo, quiero que me traigas su cabeza –le lanza un pañuelo- por eso te escogí a ti especialmente para esta misión. Puede que este advertido de tu ataque, así que no bajes la guardia.
Changmin acepto las condiciones, y tomo el pañuelo mientras regresaba a su habitación para cambiar sus ropas, y encaminarse a su tarea de hallar al traidor y acabar con el. Estaba especialmente intrigado, ¿alguien mejor que el? Se mofo mentalmente y se dispuso a cubrirse con un saco grueso con capucha y un pañuelo que cubria su nariz y boca, dejando solo a la vista la sombra de sus ojos.
Se detuvo en un hospedaje de paso mientras procesaba la información que le habían dado, era alguien peligroso por lo que debía estar atento.
Camino por los bosques tenebrosos iluminados solo por la tenue luz de la luna, que brillaba opaca sobre sus hombros. Y escucho el sonido de una flecha que termino incrustada en la corteza del árbol que estaba plantado frente a su rostro, la ráfaga fue tan fuerte y la flecha le rozo tan cerca que un hilo delgado de sangre se hizo presente en su mejilla.
“Atacarme con flechas en medio de la noche, inteligente” –pensó- mientras tomaba el mango de su espada y se concentro en los sonidos de la naturaleza, esos sonidos serian sus ojos, que estaban limitados debido a la poca luz de aquella noche.
Escucho el sonido del filo de la espada cortar el viento, y reacciono en el momento justo, ya que pudo atajar el ataque directo de su enemigo, y solo se escucho el sonido de las dos espadas chocando, aquel también se encontraba protegido con una gruesa mascara, por lo que no pudo verlo, justo como el general le había advertido.
Las hojas bailaban mientras eran rebanadas por la onda de choque de las espadas, que se golpeaban con fuerza ensordecedora, ambos saltaban y retrocedían, sin poder adivinar movimientos ni reacciones, cubiertos además con la oscuridad de la noche que también les servían de camuflaje.
Era un maestro, tenia la velocidad de un maestro, pero Changmin no era un novato, le daba el espacio suficiente para poder atacarlo. No pudo hacer más que alegrarse, era la primera vez que encontraba un enemigo lo suficientemente bueno como para darle pelea e igualar la innegable velocidad de las barridas de su espada.
La batalla se extendió mientras corrían por el bosque, dejando en las cortezas de los arboles pruebas de su aguerrida batalla, cuando la madrugada empezaba a nacer, ambos estaban exhaustos, ambos estaban al mismo nivel, por lo que no seria tan fácil acercarse y atacar en esa condición.
El enmascarado, vio lo absurdo de continuar aquella batalla extendida y se alejo mientras dejaba una marca en el suelo, marca que le indicaba a Changmin que la batalla continuaría y que estuviera atento. El menor se desplomo en el suelo, sus piernas y brazos estaban a punto del colapso, y sus manos tenían cortes por sostener el mango de forma tan furiosa. Los movimientos de aquel guerrero eran un enigma, tan variados y rápidos que se le hizo demasiado difícil el establecer un patrón.
Luego de haber descansado lo suficiente, Changmin descubrió el pañuelo que el general le había dado, apenas y había abandonado la aldea, por lo que no tuvo tiempo de revisar el contenido de la misión por la aparición de su enemigo.
La misión, consistía en acabar con otro general, que al parecer se había sublevado y conseguido poder de forma rápida amenazando el poder del que ya estaba al mando, a ese general le protegía un samurái especial, si quería matar el general y debilitar su escudo de protección, debía matar al que le protegía primero. Era claro, si quería cumplir la misión debía asesinar a dos peces grandes, y si quería que funcionara debía hacerlo en un ataque directo, y hacer ese tipo de ataques solo, era casi un suicidio.
-Al parecer, pretendes de una vez por todas deshacerte de mí ¿no?…
Crudo, es cierto, pero jamás espero algo de compasión venir de ese cruel hombre, cuando desde niño debido a su apariencia débil siempre espero a que muriese, sabia que era así, que ese hombre quería verlo acabado y también era cierto, que Gracias a Yunho había conseguido librarse de muchas y salvarse de la muerte. Era eso lo que más le molestaba, a Yunho le tenia mucho mas respeto y por eso detestaba que lo protegiese.
Transcurrieron un par de días hasta que Changmin pudiese hallar la guarida del cuartel de los traidores, y cubierto por la noche y su disfraz salió a la caza de sus enemigos. Como lo esperaba, la guardia era mucha en la entrada, pero, los ataques silenciosos eran su fuerte, así que ingresar a la guarida no era el problema, enfrentar a aquel samurái y además a los otros guardias al tiempo era el verdadero problema.
Se aproximo con velocidad hasta la entrada y se cubrió de las sombras para atravesar los estómagos de los dos guardias del portal sin que se dieran cuenta y antes de que atacaran torció sus cuellos para que tuvieran una muerte inmediata y no tuvieran tiempo de dar aviso de su presencia.
Escalo los muros de la entrada, pero inmediatamente llego al tope fue recibido por una flecha y su mirada y la de aquel guerrero se encontraron, o al menos así aprecia, porque no podían ver el rostro del otro. A diferencia de lo que creía, no había guardias alrededor del cuartel, solo estaba aquel guerrero. El general entonces, debía encontrarse resguardado con más guardias en el interior. No había mas salidas, debía matar a aquel samurái primero, si quería llegar a su verdadero objetivo.
Se lanzo en un ataque directo hacia el samurái, blandiendo su espada al viento pero, fue detenido por la espada de su contrincante, que nuevamente poseía una velocidad gloriosa. Tardaron en atacar de nuevo, intentaban en vano leer los movimientos del otro, y atacaban en golpes secos que eran bloqueados inmediatamente.
Estaban llegando a lo mismo de nuevo, iban a agotarse, y Changmin no podía permitirse que eso pasara, tenia que acabar con esto, antes de que otros guardias se decidieran a atacarle.
Se abalanzo hacia su enemigo usando su propio cuerpo, esquivo el corte de su sable como pudo, recibiéndolo en el costado de su abdomen, lugar que no ponían en riego su vida por ese instante, lo inmovilizo y movió la espada de forma rápida, atravesando la piel de su abdomen en un ataque contundente, saco la espada de forma rápida y la dirigió a su rostro cuando este cayo de rodillas al piso y en un movimiento vertical rebano la marcara que le impedía ver su rostro. Era su más digno contrincante, quería verle el rostro antes de matarlo completamente. Tenia la espada cerca de la yugular de su cuello, un solo corto y se desangraría hasta la muerte. Pero no deseaba extender la agonía, le cortaría la cabeza para que muriese de forma instantánea, como un guerrero de su nivel se merecía.
Su enemigo levanto el rostro de forma orgullosa y Changmin sintió como todo a su alrededor se hizo pedazos, sus ojos fieros mirándole con odio, y el hermoso lunar de su labio cubierto por sangre, sus manos cubriendo la herida en su abdomen y con la espada empuñada esperando atacarlo…
…no podía ser…
...¿Porque?... ¿Por qué tenias que ser tu?... ¿Por qué tu?...
Yunho…
Yunho tomo la espada y se aproximo hacia su enemigo y en un movimiento rápido rebano la capa de Changmin logrando herir su rostro con la punta, sosteniéndola mientras atravesaba la piel y su sangre se resbalaba por la superficie lisa y plateada de su sable… y sus ojos se encontraron, sus rostros fueron revelados, pero hubieran deseado, no haber descubierto nunca el rostro del otro, no haberse visto nunca, no en una situación como esta…
La luz del fuego los saco de su estado de shock, cuando aquel detestable hombre y una cuadrilla más de samuráis se acercaban hacia los guerreros, los arqueros levantaron los arcos y apuntaron con las flechas cubiertas en sus puntas de veneno hacia los dos.
-Mis dos mas admirables samuráis, demasiado poderosos como para seguir controlándolos, dos cuervos que esperan que les de la espalda para rebanarme
Su voz tan gruesa y detestable y aquella sonrisilla ronca y fastidiosa les hacia enojar, maldito hombre, les había echo enfrentarse, algo impensable, habían sido manejados de aquella forma tan patética.
- Quien más que los mejores, para acabar con los mejores…
Una trampa, una asquerosa trampa les había sido tendida, Changmin no pudo soportarlo, lo mataría, acabaría con ese maldito hombre aunque muriese primero. Miro a Yunho de reojo, y vio su grave estado, su sangre no paraba de brotar de la herida que el mismo había abierto, estaba pálido y sudaba pero aun se sostenía firme con la misma mirada de odio sostenida hacia el general.
“Maldición, ¡¿Cómo no pude notar que su técnica era la misma?!, ¡¿Cómo fue tan imbécil para no darse cuenta de inmediato que se trataba de la misma persona”
-¡Mátenlos! –Grito el general, y se dio la vuelta volviendo al interior de la guarida seguido por un puñado de hombres-
Yunho empuño su espada con orgullo, mientras los arqueros tensaban sus arcos dispuestos a disparar, Changmin se posiciono frente a Yunho que intento detenerle, pero el menor siguió firme en su posición.
-Te cubriré –le hablo Changmin a Yunho- No moriremos aquí Yunho, no aquí. No hasta que hayamos ido a por el.
Changmin se acerco con una velocidad impresionante, con su filosa y larga espada rebano las flechas y asesino a tres arqueros en el acto, Yunho se aproximo después y asesino a algunos mientras ambos chapoteaban entre la sangre que volaba por el aire al ritmo del movimiento de sus sables.
Un baile de muerte, ente dos maestros del arte de matar
Mas hombres se aproximaron al ver a los que habían caído rápidamente, y se prepararon para el ataque. Varias flechas fueron disparadas en contra de Yunho, pero Changmin reacciono rápido y lo cubrió con su cuerpo recibiendo tres flechas en su espalda, mientras Yunho yacía tumbado bajo su cuerpo, mirando el rostro adolorido de su amante.
-Changmin…
Changmin se inclino hasta Yunho y dejo un beso en sus labios, Yunho quedo paralizado y estupefacto, sabia la intención de Changmin, sabia lo que significaba aquel beso, se estaba despidiendo, aquello que no podían hacer jamás, lo estaba haciendo… se estaba sentenciando.
-Si yo muero… mataras al imbécil que me mato y morirás en el intento… si tu mueres harás lo mismo –Changmin retuvo el dolor, el veneno estaba empezando a hacer efecto y a viajar a través de su sangre- Yo moriré… y tu morirás… ahora solo nos queda… matarle… No me dejes… hasta entonces…
Yunho le miro con dolor, los demás samuráis se acercaban hasta ellos blandiendo las espadas, les quedaba muy poco tiempo a ambos. Yunho percibió el perfume del cabello de Changmin una última vez, se prendió a su boca mientras su mano llegaba a su espalda y extraía de un tirón las flechas que estaban incrustadas, Changmin gimió del dolor y mordió el labio inferior de Yunho en reacción a ello, le miro una ultima vez y seguidamente empuño su espada con fuerza y Yunho hizo lo mismo, ambos se levantaron y se posicionaron con valor frente a la docena de hombres que se aproximaban corriendo a atacarlos.
Ambos se miraron y cuando los gritos se guerra se escucharon se abalanzaron hacia los hombres sin miedo a nada.
La sangre nuevamente bailaba en el aire, recibían cortes venir de muchas partes, pero su espíritu guerrero era inmune al dolor, los dos mas gloriosos samuráis pintaban el paisaje de un rojo carmesí y manchaban la noche con los fluidos de los que alguna vez fueron sus compañeros.
Corrieron a través del lugar, asesinando sin piedad al primero que se les atravesara, ambos estaban bañados de los pies a la cabeza con la sangre de sus victimas y con tantas heridas en el cuerpo que era inconcebible que aun pudieran moverse. Su cuerpo tal vez, ya estuviese muerto, pero ellos se aferraban al ultimo respiro de vida, para cumplir su ultima misión, aquella que no fue encomendaba, porque conocían a su enemigo y tenían razones de sobras para acabar con el. Por primera vez, una victima a la cual deseaban matar…
No había buenos… ni malos… no había nada que importase, más que entregar su última batalla a este objetivo.
Llegaron hasta el salón donde se encontraba el general, fumando tranquilo su apestoso cigarro, viéndolos a ambos de pie frente al umbral, los dos ángeles de la muerte que tomarían su vida. Sonriendo horriblemente, como si se esperase que los dos vinieran a buscarlo.
Se aproximaron a la misma velocidad y los dos últimos guardias movieron sus espadas y las enterraron en sus pechos, ambos sonrieron y se movieron hacia adelante, con una espada atravesando sus corazones, y unieron las puntas de sus propios sables y en un limpio movimiento, atravesaron el corazón del general que espero con los ojos cerrados el ataque. La última bocanada de humo salió de sus pulmones y la ultima sonrisa hipócrita se formo en sus labios y cayo hundido sobre el charco de su propia sangre… ese fue su final…
El sonido de los grillos callo los gritos de guerra, ambos respiraban aun, sorprendentemente, Yunho tomo la mano de Changmin y le miro, no quería llorar, no la ultima vez que le viera, pero sus lagrimas salieron sin contenerse el no podía retener sus emociones, solo Changmin era experto en eso y las lagrimas emergían teñidas de escarlata… lagrimas de sangre, literalmente.
Ambos sentían como la última respiración venir, el final de su vida juntos.
Ambos se miraron expresando el profundo amor que sentían por el otro, y Changmin le dio el ultimo regalo que le había prometido a Yunho alguna vez.
No lo había echo jamás, y ya jamás lo volvería a hacer, pero naturalmente una sonrisa amplia transformo el lienzo en blanco de su rostro, una sonrisa que trasmitía la paz y tranquilidad del ultimo momento.
-T-Tus ojos… son… asimétricos… cuando… sonríes –Yunho soporto el dolor punzante y uso aquella fuerza para sonreír también- es… hermoso…
Ambos compartieron su último aliento, uniendo sus labios por última vez, y todo el paisaje ligeramente oscuro, se ennegreció para siempre… y bajo el susurro del silencio la noche cubrió sus cuerpos y sus almas que ahora habían abandonado el mundo terrenal, partieron en un viaje eterno del que no volverían jamás.
“Por hoy y para siempre, te mantendré a mi lado”
“Por que ni la muerte te alejara de mi”
“Porque serás mío… Eternamente”
FIN
Waaaaaa normalmente
ResponderEliminarno leo homin pero
me encanto T-T
afsafgdsadsafdasafdsf ;----;♥
ResponderEliminarDios fue hermoso de verdad que me encanto c':
aunque supuse que estaban peliando entre ellos.
la historia fue perfecta *-*
y el final me dejo con el corazón en la garganta ;m; adfsaafd no se que mas decir, Gracias (??)
Ojala escribas mas Homin :'D
no fue buena idea escuchar kiss shita mama sayonara cuando terminaba de leer el fic TT me encanto! escribes muy bien, felicidades!
ResponderEliminarwaaaa Amo el HoMin!!! adore esta historia, la personalidad de Min y Yunho kyaaaaaaaa el amor!!!! y sonrio para el al final. Lo ame!!!!
ResponderEliminarTT___________________TT
ResponderEliminar