Titulo: My Loved little Bastard
Autora: Rose
Pareja: Jaemin/Homin
Extensión: Oneshot
Genero: Lime, AU
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Sentí sus brazos apretando mi cintura, dejándome sin espacios para escapar. Su boca caliente se frotaba enérgicamente contra mi cuello mientras su mano se movía deshinibidademente contra mi ingle. Respiré una bocanada de aire dejando escapar el aire caliente que se acumulaba en mi pecho mientras el fuerte abrazo y los besos rudos comenzaron a hacer arder mi piel.
Él podría llevarme siete años fácilmente. Tenía esposa, dos hijas y era mi profesor de legislación. Un hombre serio, pulcro y educado en la escuela, pero tremendamente salvaje fuera de los límites del salón de clases. ¿Cuántas veces lo habíamos hecho en la sala de profesores? No tenía idea ya. Tenía más de dos años siendo mi profesor, más de medio año mi amante de turno.
Si fuera idiota me hubiera enamorado de él desde que este juego empezó pero él sabía que, además de dejarle hacer con mi cuerpo lo que le plazca, no tendría más de mí, mi corazón ya había sido abordado hace mucho tiempo y nadie había logrado tocarlo desde entonces.
—Minnie, abre un poco más las piernas, cariño —susurró contra mi oído, bajando a jalones mis pantalones negros de mezclilla. Obedecí y rodeé sus caderas con mis piernas—. Buen chico.
El amor y el cariño él los tenía de sobra en casa, pero el sexo y la diversión de una aventura lejos de su acartonada vida de docente solo yo podía dársela. Se había tirado a otros estudiantes pero ellos siempre le causaban problemas al final y amenazaban la tranquilidad de su vida marital; yo incluso había llevado las bolsas de compras de su hermosa y amable esposa y él sabía que de mi boca no saldría una palabra hacia ella. Confiaba en mí, en que destruir su matrimonio era algo trivial y estúpido para mí.
No me importaba. Mientras él le diera a mi cuerpo lo que necesitaba, no me quejaría ni exigiría más de lo que ya lograba obtener.
Su cuerpo era grande, unos pocos centímetros más bajo que el míopero mucho más fornido. Sus piernas eran deliciosamente fuertes y firmes, llenas de músculos fibrosos, de piel oscura y tersa con un suave y liso pelo castaño que caía hasta su cuello, tenía ojos feroces y un bello lunar sobre el borde de su labio. Joven, apuesto y vigoroso, pero con la vida de un anciano de más de 60 años.
— ¿Cómo es que nunca me canso de este cuerpo tuyo? —gruñó contra mi piel.
Mis piernas desnudas colgaban de su cadera mientras me mantenía apoyado sobre la diminuta mesilla del living donde antes había estado un portarretratos de mi familia. Se había roto, pero la verdad me importaba menos. Desabotoné su aburrida camisa azul y me deleité con la sensación de sus duros pectorales bajo mi mano, él se estremeció arremetiendo contra mí provocando que la parte posterior de mi cabeza chocara contra la pared.
Como un toro salvaje me embistió como si estuviera haciéndolo contra mi carne, aun cuando sus pantalones estuvieran puestos podía sentir la dureza de su miembro contra mi trasero casi desnudo. Un gemido ronco salió de mi garganta mientras clavaba las uñas contra su amplia espalda.
Mi vista borrosa se enfocó en la puerta pero cerré los ojos pronto como producto del apretón de sus manos en mi trasero y los tirones que daba a mi bóxer. Ansioso, quería sentirlo enterrarse en mis profundidades cuanto antes.
Rápido, rápido, no quiero respirar y pensar en algo distinto a la libido.
El clic de la puerta cediendo detuvo sus movimientos. Su espalda se irguió mientras yo trataba de alzar la vista. Estaba cegado por los minúsculos estímulos que aun sentía mi cuerpo.
Escuché mi nombre.
— ¡Changmin! —Podría reconocer esa voz aunque pasaran siglos sin escucharla. El tono grueso y alto de la voz de mi hermano mayor resonó en el apartamento entero y posiblemente en parte del edificio.
Mi excitación se esfumó de golpe.
—Mierda.
Tratar de ocultar lo que pasaba era inútil, mis pantalones estaban tirados en una esquina de donde me encontraba y mis piernas desnudas colgaban del cuerpo de otro hombre, pero eso en sí no era lo que más me preocupaba. Lo que más me preocupaba ahora era que Yunho saliera bien parado de todo esto. Si por algún instante mi hyung descubría que era mi profesor, estaría fuera de la escuela en dos segundos y no quería que perdiera su trabajo. Era un buen tipo, y un excelente amante.
Me incorporé y hundí la cabeza de Yunho en mi pecho para ocultarla de los filosos ojos de mi hyung, me aproveché de la diferencia de nuestras alturas y él se dejó llevar sin rechistar. Sabía que solo yo podría sacarlo de aquí sin formas escándalos.
—Entra a la cocina, en el fondo está la salida emergencia. Sal por las escaleras y lárgate antes de que te persiga. —Susurré a su oído empujándolo a un lado e interponiéndome en el camino de mi hyung que intentaba perseguirlo.
Su grito fue inminente.
— ¡¿QUÉ MIERDA SE SUPONE ESTABAS HACIENDO CON UN TIPO DE ESA EDAD?! —casi sentí su mano impactando contra mi cara pero algo lo detuvo, yo solo lo ignoré tomando mis pantalones y colocándomelos. Lo miré entonces.
—Bienvenido de vuelta, Yoochun hyung —sonreí sin la menor pisca de vergüenza en mi cara.
—Mocoso de… —esta vez su mano se levantó en el aire, de que iba a pegarme no habían dudas, pero otra mano más se sumó a la suya y lo detuvo.
Por un momento sentí mi corazón detenerse.
—Acabas de verlo luego de tres años, esa no es forma de tratar a tu hermano.
Nuestras miradas se encontraron y entonces sentí verdadera vergüenza. Yoochun hyung bajó el brazo de inmediato y yo aparté la mirada solo por un momento.
— ¿Mamá y papá saben algo de esto? —Me preguntó casualmente mi hermano, bajando el tono de voz. Era increíble que se calmara solo con un par de palabras venir de ÉL.
Sentí rabia, y no tardé en exteriorizarla.
— ¿Sobre qué? ¿Sobre qué me tiro a alguien más viejo que yo o sobre que me gustan los hombres?
Su boca se descompuso en una mueca demasiado graciosa, se le fue el aire y sus mejillas perdieron el color de inmediato. No pude evitar soltar una mínima carcajada. Si me echaba a reír podría darme una paliza que me dejara sin caminar por un mes.
— ¡¿Qué?! —su voz salió en un chiflido arrollado y supe que se me había ido la pinza demasiado.
Traté de arreglarlo, pero no sabía exactamente qué decir, así que opté por dejar que las palabras fluyeran.
—Soy bisexual. Cuando llegue el momento les presentaré una novia y me casaré con ella. No tengo intención de vivir con ningún hombre, me gusta acostarme con ellos pero no deshonraré a la familia. Así que, si no dices nada, todo seguirá igual.
Sentí el abrasivo calor de su atención sobre mí, sus ojos estaban fijos en mi rostro, él me miraba y estaba sorprendido. Por primera vez, a pesar del estado de total estupefacción de Yoochun, su mirada estaba solo sobre mí. Aproveché aquel momento de ganada arrogancia y planté la más frívola de mis miradas encima suyo, esbozando una sonrisa cínica mientras observaba su bello rostro contraerse.
—Un gusto verte de nuevo, Jaejoong hyung.
Mi corazón está latiendo con fuerza pero no dejaré que vuelva a tocarlo y a lastimarlo de nuevo.
Este Changmin ya es inmune a su presencia.
—Esta noche ¿sí?
Ya estaba cansado de aquella pregunta, mis tímpanos estaban a punto de reventar y sus enormes ojos no paraban de perseguirme por todo el salón de prácticas. Si tan solo me dejara afinar mi guitarra tranquilo, pero nadie era un dolor en el culo como Kyuhyun, nadie.
— ¿Sabes que no tendrás nada más que eso, verdad? Si vienes jodiéndome luego con que estás enamorado de mí te mandaré a la mierda —respondí con saña, dejando a mi pequeña en el aparador. Sus ojos se movieron en varias direcciones.
—Venga, no te he dicho ninguna estupidez todavía, solo será un rapidín.
Sonreí de lado sintiendo las miradas inmediatas de toda la banda. Maldición, ¿Qué acaso todos en este lugar estaban detrás de mí culo? Refunfuñe poniendo los ojos en blanco.
—Tengo una cena con mis papás, así que no hay caso.
—Oh, escuché que tu guapísisimo hermano volvió a la ciudad hace unos días. Tus papás tienen unos genes gloriosos. Escuché que era todo un Don Juan cuando estaba en preparatoria.
Sonreí pasando la lengua por mis labios, sentándome en la banca de invitados y cruzando las largas piernas mientras Kyuhyun se sentaba en el suelo. Estaba esperando información, no hay nada que le gustase más que los cotilleos y lo que saliera de mi boca era información fresca lista para esparcirse por todas partes.
—Mi hermano tiene una esposa y un hijo de cinco años así que olvídate de tirártelo, puta barata.
El sonrió ante mi comentario.
—Eso no es problema.
—Te dije que no. No le van los hombres, así que calma esas ansias.
Un mohín totalmente estúpido y fingido se formó en su cara. Rodé los ojos de nuevo.
—No te pongas celoso. Digan lo que digan eres mucho más guapo, no hay hombre más guapo en esta Tierra. Ni siquiera entiendo por qué sigues aquí si te han reclutado un millón de agentes queriendo hacer de ti un modelo.
—Si no supiera que me venderían al primer prostíbulo inmediatamente tuvieran mi pasaporte, hubiera aceptado hace mucho.
Enfaticé, recordando las docenas de tarjetas que recibía de todo tipo de hombres y mujeres en cualquier lugar prometiéndome el cielo y la tierra por un par de fotos. No creía en ninguna de esas promesas, sabía que terminaría en algún basurero de algún restaurante chino si seguía a alguno de esos supuestos agentes.
Di la conversación por terminada a pesar de sus ruegos para que le dijera más y me dirigí a los casilleros en busca de mi mochila. Estaba cansado y la práctica con mis ánimos no avanzaría mucho. Tomé mi mochila y maldije recordando que había dejado a mi pequeña en el estante del salón. Me regresé y me escabullí de inmediato colgándola al hombro dirigiéndome a la salida de la escuela.
Tendría que caminar pues la casa de mis padres no estaba demasiado lejos de la escuela a diferencia de mi apartamento, así que di la vuelta por el parking esperando encontrar algo con que matar el tiempo hasta la hora de la cena.
Y entonces vi a mi hermoso Yunho al lado de su precioso BMW negro descapotado, fumando tranquilamente un cigarrillo mientras veía a la nada.
Perfecto, necesitaba alguien para distraerme antes de encararlo a él de nuevo.
Antes de alcanzarlo nuestras miradas se cruzaron y él dejó de lado su cigarrillo, esbozando una sonrisa. Esa tarde llevaba una camiseta de manga corta y un chaleco sin mangas sobre ella, un par de jeans oscuros y zapatillas de cuero, algo casual comparado con los aburridos trajes que vestía casi siempre. Correspondí su sonrisa, quería besarlo pero con tantos ojos encima sabía que era un riesgo hacerlo en la escuela.
—Justo a quien necesitaba —musité bajo, mirándolo fijamente—. ¿Tienes algo qué hacer?
—Ya me iba a casa —respondió jugando con las llaves— pero escucho ofertas —su sonrisa pícara no se hizo esperar.
—Dejamos algo sin terminar la última vez.
Sonreí lamiendo mis labios provocadoramente y sentí su labio moverse en torno a una maldición de esas que soltaba cuando empezaba a excitarlo aún sin tocarlo.
—No lo sé, la última vez tu hermano estuvo a punto de pillarme, no quiero problemas —sonó preocupado. Raro, el jamás se ponía trabas cuando de sexo se trataba.
—Por el momento mi apartamento está prohibido. Saca el auto de aquí, no puede ser cerca de la escuela, nos limitaremos al auto esta vez.
El asintió y yo seguí mi camino sabiendo que me recogería a la salida del colegio. Un motel era muy arriesgado y yo seguía siendo menor de edad así que era demasiado problema, me encargaría de que me llevara a casa luego de ello.
Caminé hacia la salida a paso lento esperando que el auto saliera pero para mi infortunio vi el Saturno plateado de Yoochun estacionado junto a la acera. Maldije zapateando el piso y observe el BMV negro aproximarse, le di la señal a Yunho para que se fuera y no tuve más opción que caminar hacia el auto de mi hermano. ¿Había dicho que Kyuhyun era un dolor en el culo? ¡Yoochun lo superaba!
Me acerqué al auto golpeando la ventanilla.
— ¿Piensas perseguirme ahora que has vuelto? Porque te voy informando que para eso me mudé de casa hace más de dos años y no tengo intención de que…
Me quedé mudo cuando vi que era Jaejoong el que salía del auto. Me sentí intimidado de inmediato y retrocedí mis pasos, él se acercó abriendo la puerta del copiloto.
—Entra —esbozó una amable sonrisa y yo lo miré con desdén.
— ¿Yoochun te ha mandado a hacer de niñera? ¿Desde cuándo tienes su auto? —Le recriminé casi a gritos.
—Yoochun no me ha mandado a nada. Salí a comprar unos víveres y pensé en recogerte. Creí que no irías a la cena.
—Iba a ir, pero no ahora —hablé altanero.
—Da lo mismo, entra.
Lo ignoré dándome la vuelta, saqué mi celular del bolsillo y marqué el número de la persona que esperaba me sacara de esta. Mientras el tono de marcado conectaba miré a Jaejoong directo a los ojos y le hablé.
—Vete a casa. Iré por mi cuenta más tarde y más vale que no vuelvas a aparecerte frente a mí escuela nunca más.
Finalmente la llamada conecto.
—Kyu, estoy en la salida. Recógeme, haré lo que me pediste hoy pero que sea rápido —escuché el pitido de su risa estridente y me colgó de inmediato. Observé a Jaejoong no moverse ni un centímetro a pesar de mi advertencia.
—Changmin.
—Vete. No tengo más que hablar contigo.
A los pocos segundos el sonido de los neumáticos del auto de Kyu resbalando contra el asfalto interrumpió nuestra batalla de miradas. Me viré de inmediato en dirección al auto.
—Eh, Changmin ¿Pasamos por los condones primero? Me pillaste desprevenido y no tengo ninguno —gritó el imbécil a todo timbal, le lancé una mirada asesina pero no disminuí el paso hacia su dirección.
—Calla esa boca, gilipollas —Susurré y él sonrió pero de inmediato cambio su expresión.
— ¡¿Quién es ese muñeco de allá?! ¡Dios, que bueno que está! —Me gritó en el oído y de inmediato viré mi rostro y me percaté de como Jaejoong se acercaba a nosotros.
—Que no te importe —abrí la puerta y me metí en el auto de Kyu. Iba a pedirle que arrancara pero antes de cerrar la puerta sentí el fuerte jalón de mi brazo y fui sacado del vehículo sin contemplaciones.
— ¡Changmin! —Kyu me gritó asustado, tratando de salir pero era muy tarde. Jaejoong me empujó en el auto de mi hermano con tanta fuerza y tan rápido que antes de incorporarme ya habíamos dado marcha.
Traté de recuperar la postura y observé la forma como apretaba el volante.
—Puedes coger una enfermedad si haces ese tipo de cosas con cualquiera —me habló con su voz calma y baja. Yo sonreí.
— ¿Y eso a ti en que te afecta? —ironicé, acomodándome en el asiento y acomodando el rostro en la ventana dispuesto a no volver a hablar hasta llegar a casa de mis padres.
—Me importas, Changmin. Sabes lo mucho que te quiero —murmuró en ese maldito tono martirizado que me hacía revolver las tripas. Quería que se callara y que no me volviese a hablar nunca más.
Darme cuenta de lo fuerte que eran mis sentimientos por él aún y que él siguiera actuando como si fuera mi hermano mayor, me hacía sentir enfermo.
Llegamos al porche de la casa en pocos minutos y mucho antes de que el auto se detuviera abrí la puerta y salí de él dirigiéndome de inmediato hacia la entrada. Jaejoong me gritó algo sobre que eso era peligroso pero lo ignoré. Al entrar en la sala me sorprendí al encontrar a todos los viejos amigos y amigas de la escuela de mi hermano, había música y comida y mis padres y la esposa de Yoochun estaban en medio de toda la gente.
— ¡¿Eh?! ¿Ese es Changminie? ¡Pero que guapo esta! ¡Y qué alto!
— ¡De chico era todo ternura! ¡Ahora parece un modelo!
Escuché los gritos de alabanza de las compañeras y sonreí para mis adentros ante tanta hipocresía. Si solo Ji Min supiera que él se acostó con todas ellas antes y durante su noviazgo, no las tendría en esta casa ahora compartiendo el mismo espacio que su hijo.
Respecto a él, fue el único que se me acercó emocionado y me abrazó una de las piernas que era lo único que tenía a su alcance, lo alcé y lo abracé con fuerza. La última vez que lo vi apenas y tenía dos años pero aún me recordaba. Era muy lindo, con sus enormes ojos cafés de su mamá y los hoyuelos juguetones de mi hermano.
Con el niño en brazos me acerqué a mis padres y los saludé. Ellos trataron de ser lo menos hostiles posible frente a todas aquellas personas, pero sabía que aún no me perdonaban el que los haya dejado luego de conseguir el trabajo en la tienda de música. Yoochun aún estaba molesto por lo que descubrió hace unos días pero me abrazó como si nada, le entregué a Seung Ji y me dirigí a Ji Min, tan bella como siempre, me estrechó en sus brazos diciendo cuanto me había extrañado.
Luego de concluir los saludos me escabullí y subí a mi habitación que estaba exactamente igual que la última vez que la dejé y sentí nostalgia.
El sonido del celular pronto interrumpió mi trance, observé la pantalla y vi que era Yunho, sonreí tomando la llamada.
—Parece que acaban de arruinarnos la fiesta —escuché su risa y sonreí inmediatamente—. Es la segunda vez.
Resoplé dejando mi guitarra en la cama y me senté en el barandal de la ventana observando la tarde caer lentamente. Estaba tranquilo, como siempre en cualquier barrio de los suburbios.
—Si tienes tiempo esta noche, creo que podrá ser —le piqué. El rió de esa forma coqueta que me encantaba y mi pene vibró de expectación.
—Eres una caja de sorpresas, niño. Me agrada. Aunque no sé si puedas después de medianoche. Temo que tu tutor vaya a buscarte de nuevo —se burló de mí y me sentí irritado.
—Mi hermano prefiere asimilar lo que vio más como una violación que como lo que era, pero no estará aquí por mucho.
—Entonces, ¿Te espero en algún lugar?
Sonreí mordiendo mi labio.
—Espérame fuera de mi apartamento, a la 1 am. Mis padres ya estarán dormidos para entonces, y mi hermano de seguro se irá a seguir la fiesta en algún bar con sus amigos.
—Está bien. Recuerda hacer tu tarea primero.
Me reí y hablamos un poco más antes de colgar. Escuché mi nombre en la plata baja y poco después mi madre subió anunciando que cenaríamos en media hora y prometí bajar luego de tomar una ducha.
Empecé a desvestirme sintiéndome extraño, había una anticipación en mi cuerpo que no podía definir claramente, pero sacudí mi cabeza apartándola y enrollé una toalla alrededor de mi cintura, soltando la coleta que ataba mi pelo para dejarlo suelto y entré finalmente al cuarto de baño.
Mientras dejaba que el agua caliente se resbalara sobre mi pecho, montones de recuerdos llegaban a mi mente a mil por segundo, sentía el calor de unos labios sobre la piel de mi cuello. Esas caricias no eran rudas y eróticas como las de Yunho, eran suaves casi imperceptibles y temblorosas, mi cuerpo vibraba ante la sensación.
Mordí mi labio moviendo mi mano repetidamente por mi pecho y mi parte baja comenzó a hincharse ante la llegada de más imágenes.
Su piel clara, sus labios rojos, sus largas pestañas y su cabello húmedo pegándose a mi piel, la sensación de sus músculos apretándome y el suave movimiento de su mano contra mis muslos. Había un profundo y penetrante olor a vainilla que venía de su pelo y de su cuerpo. Su espalda, ancha y esbelta a la cual me aferraba con fuerza.
Ni con los cientos de amantes que había tenido en mi vida había logrado una sensación tan efímera como esa. A pesar de la duda en su tacto y del temblar de su cuerpo, me sentía tan a salvo y protegido como en ningunos otros brazos. Desde su aroma hasta el tacto de su piel, lo tenía grabado en mis sentidos y no había forma de borrarlo.
Mi primera vez, la primera vez que el nombre de otra persona salió de mi boca en medio de la oleada de placer, acompañado de todos mis sentimientos. Esos sentimientos que fueron aplastados en ese mismo instante y que jamás volví a recuperar de nuevo.
Mi excitación desapareció sin aviso de nuevo al recordar el dolor que prosiguió a la mejor noche de mi vida. La mejor, y a la vez la peor.
Salí del cuarto de baño solo con los ajustados bóxers puestos y paseé por la habitación secando mi pelo con una toalla. Lo que me incomodaba era lo frustrado que estaba sexualmente. Con la llegada de mi hermano no había tenido tiempo para escaparme o respirar teniéndolo detrás de la nuca todo el tiempo.
Me puse los pantalones más viejos y rotos que encontré junto a una sudadera con el nombre de mi banda favorita sin siquiera preocuparme de ponerme una camisilla debajo. Sequé un poco mi pelo con la secadora luego de dejar la toalla a un lado recogiendo la mitad de mi largo pelo en una coleta y dejando el resto suelto. Me coloqué unos Converse cualquiera y me dirigí al comedor.
Cuando llegue a la mesa todos estaban acomodados y solo habían dos asientos vacíos; la única persona que faltaba además de mí, era la única persona a la que no quería acercarme esa anoche ni los días siguientes.
Gruñí queriendo tomar el plato y comer en mi habitación pero, siendo observado por mis padres y mi hermano, no tenía opción más que quédame y aguantar un poco más.
Me senté en la mesa y tomé los cubiertos y el plato que mi madre había servido para mí.
Jaejoong se nos unió poco después sentándose justo a mi lado; a pesar de que sabía que me estaba mirando lo ignoré, concentrándome en comer y observando de vez en cuando a Seung Ji que comía del mismo plato de su madre.
La cena se extendió más de lo que esperaba debido a la larga conversación, me obligaron a quedarme a pesar de que no hacía más que contestar los mensajes de mi celular y asentir cuando me hacían alguna pregunta.
Acercándose la media noche todos empezaron a retirarse, Ji Min se disculpó y se dirigió a su habitación junto con su hijo mientras Yoochun planeaba la salida con dos de sus amigos, como era de esperarse. Me despedí de mis padres y subí los escalones en dirección a mi habitación justo cuando un mensaje de confirmación de Yunho me llegó, le respondí de inmediato y seguí mi camino. Al levantar la mirada por encima de los escalones me encontré con la de Jaejoong que me observaba apoyado en la baranda de las escaleras con un trago de whisky en las manos.
Parecía bastante bebido, aunque conocía su aguante y no estaba seguro de si había bebido más de dos vasos en la cena. Traté de centrarme en cualquier cosa que no fuera su presencia y pasar de él de nuevo pero me agarró del brazo tan pronto cruce a su lado, apretándome con fuerza hasta que volteé a mirarlo.
— ¿Qué? —Pregunté arqueando una ceja ante su postura rígida.
—Deja de evitarme —murmuró, a pesar que las personas en el nivel de abajo tuvieran suficiente ruido con su conversación como para escuchar la nuestra.
—No tenemos nada de qué hablar de todos modos —respondí tratando de recuperar mi marcha pero no pude, el apretó mi brazo de nuevo.
—Deja de actuar como un tipo duro, eres solo un mocoso —me regañó, y jaló con fuerza de mí hasta envolverme en un incómodo abrazo—. Te quiero, Changmin —profirió mientras sus dedos se enterraban en mi pelo—. Deja de tratarme así, duele.
Me estaba hartando de su actitud. Se lo que quería, en el pasado yo solía adorar el piso por donde caminaba y mirar a cualquier lado que él mirara, lo seguía como un perrito faldero a cada momento y lugar. La diferencia del yo de entonces y el yo de ahora eran mis sentimientos. Era cierto, aun lo quería, no… yo lo amaba, estaba profundamente enamorado como al principio, pero antes mi amor era completo e incondicional, ahora estaba tintado de odio y resentimiento, luego de que él me rechazara.
Lo empujé haciendo que el vaso de whisky se deslizara de su mano dando tumbos por las escaleras hasta reventarse por completo en el piso, él lo miró con una expresión perdida y yo aproveché el momento para zafarme de su agarre y encerrarme en mi habitación.
Tomé mi mochila y me la colgué al hombro al igual que mi guitarra y abrí la ventana asegurándome que la rama del árbol por la que solía escaparme antes aun fuera firme. Luego de probarla me subí sobre ella y me deslicé por el viejo tronco hasta llegar al piso del patio trasero desde donde abrí la puerta y emprendí la huida hacia los brazos de Yunho.
Quería olvidar el calor de los brazos de ese hombre como fuera o me volvería loco.
Mi hermano Yoochun y Jaejoong fueron amigos de la misma edad desde pequeños. Cuando mi hermano tenía nueve años trajo a Jaejoong a casa por primera vez, yo tenía solo seis y desde entonces me creía que Jaejoong era el niño más bonito que había conocido jamás. Yo lo admiraba, y lo seguía por todas partes tratando de aprender cómo ser tan genial como él.
Cuando Yoochun cumplió quince y tuvo su primera vez yo estaba escuchando detrás de la puerta de su habitación, él estaba emocionado y Jaejoong comentaba el triunfo que según él había conseguido pero yo conocía a Jaejoong mejor que mi hermano, yo lo observaba atentamente cada día y podía saber el significado de cada una de sus expresiones aún cuando el intentase exteriorizar algo distinto. Ese día Jaejoong se veía triste y deprimido y, a pesar de mi edad, yo entendía porque.
Justo cuando mi hermano dejó la habitación ante el llamado de mamá, observé como Jaejoong agachó su cabeza y comenzó a llorar.
Entonces lo supe, el hyung que yo tanto amaba estaba enamorado de mi hermano.
Desde ese instante fui testigo de todas las veces que mi hermano mayor le rompió el corazón. Jaejoong era su mejor amigo, así que él le contaba todas y cada una de sus aventuras amorosas y sexuales. Yo estaba allí, queriendo golpearlo por todo el daño que le hacía aunque no tuviera la menor idea.
El jamás dijo nada respecto a sus sentimientos, parecía conformarse con la sola idea de permanecer a su lado.
Un día me sentí cansado de sus lágrimas silenciosas así que me escurrí en la habitación y llegué hasta él. Yo tenía solo doce entonces pero no estaba nervioso de mis sentimientos, los entendía y manejaba a la perfección y quería que fueran tomados en serio.
Levanté su rostro limpiando sus lágrimas con pequeños besos que repartí por toda su cara. Él me miró fijamente, sus ojos negros estaban empapados y rojos, él sabía que yo podía comprender porque lloraba de esa forma y me abrazó, me estrujó fuerte entre sus brazos y yo enredé mis manos en su bonito y largo pelo negro. Siempre admiré su pelo, lo suave y brillante que era, así que quise dejar que el mío creciera tanto como el suyo.
Desde ese día en que pude ver que de alguna forma mi amor lo consolaba me esforcé para que el comenzara a mirarme a mí.
Mis sentimientos aumentaban cada día con más fuerza y la esperanza crecía más y más.
Cuando ellos se graduaron de secundaria mi hermano lo dejó solo en casa y se perdió con alguna de las chicas con las que se acostaba regularmente. Jaejoong creyó que por ser un día especial el permanecería a su lado, pero para mi hermano no era divertido festejar en casa con su mejor amigo.
Yo estaba tan cabreado y al mismo tiempo agradecido que los desplantes de mi estúpido hyung me dieran la oportunidad de acercarme a él.
Era de noche y mis padres dormían, yo permanecía abrazado a su cuerpo en el sofá de la sala de estar mientras veníamos una película esperando por el regreso de Yoochun. El temblaba momentáneamente y hundía su rostro en mi cuello cuando sentía ganas de soltarlo todo. Yo tomaba sus manos entre las mías y las besaba y de esa forma él sonreía y volvía a calmarse. Mi compañía lo tranquilizaba y por eso no me había soltado desde el momento en que Yoochun desapareció por la puerta.
Esa noche me arme de valor, tomé su rostro entre mis manos y deje que mis labios se deslizaran sobre los suyos, el aire caliente de su boca me atrajo y temblé ante la abertura de sus labios recibiendo los míos, pero luego se cerraron de nuevo. Era un total novato, le estaba entregando mi primer beso y no sabía qué hacer después de pegar su boca a la mía.
Su boca, de principio renuente de la mía, pronto se dejó vencer por mi insistencia y tomó el control, meciéndose contra mí de forma menos delicada, dejándome inmóvil y sin aliento cuando sentí la humedad de su lengua invadir mi cavidad. Cerré los ojos con fuerza dejando que él me guiara, y copiando sus movimientos lo mejor que podía; deje que su cuerpo se incorporara hasta quedar sobre mí y que sus manos se deslizaron debajo de mi ropa para tener contacto con mi piel. Me estremecí dejando que mi boca liberara por primera vez un gemido, un gemido que llevaba su nombre.
Mi cuerpo temblaba al ritmo de sus caricias, su boca pasó a mi mandíbula, a mi cuello, mordió con fuerza el lóbulo de mi oreja, sus manos se movieron por encima de mi pantalón sobre la superficie ya despierta. Estaba asustado de todas las sensaciones nuevas que mi cuerpo estaba experimentando pero no tenía la menor intención de parar.
Sus manos se movían temblorosas sobre mi cuerpo, tenía miedo de tocarme, pero yo me movía y restregaba debajo de su cuerpo incitándolo a continuar. Pronto sentí como la ropa empezaba a pegarse a mí, estaba sudando y él también. Con duda comenzó a remover mis pantalones, cuando estuvieron fuera desabrochó los suyos solo un poco hasta lograr liberar sus bóxers y empezó a mover su miembro contra el mío. La diferencia era abismal, mi cuerpo aun no terminaba de crecer así que me sentí cohibido de inmediato, pero los gruñidos y quejidos de sus labios fueron el aliciente para continuar aunque lo que pasara luego de aquello fuera un misterio para mí.
Sus manos se movieron a lo largo de mis muslos, comenzó a besar mi cuerpo de arriba abajo, cada lugar hasta llegar a la punta de mis pies donde avanzó hacia arriba de nuevo deteniéndose en mis muslos internos y comenzó a separarlos. Me sentía tan expuesto a su vista, su boca no dejaba ningún lugar libre de besos.
Se levantó sobre sus rodillas y con rapidez se quitó la camiseta que llevaba, vi su cabello desordenarse y luego volver a la normalidad y me sentía embelesado con su atractivo y más al saber que era esa persona la que ahora estaba besándome de esa forma. Abrí mis piernas por completo y vi como mordió su labio, miró alrededor contrariado hasta que vio en la mesita un pequeño frasco de antibacterial que mi mama solía tener en cada rincón de la casa y suspiró.
Me sonrió, sus ojos escondían un deseo que yo jamás había visto y me sentí un poco intimidado pero seguro de que estaba haciendo lo correcto. Lo correcto para mí, para llegar a su corazón.
—Gírate, será más cómodo así.
Tragué saliva al escuchar sus palabras pero me giré de inmediato, sentí sus manos acariciando mis muslos y mis testículos y al mismo tiempo separando mis piernas. Mordí mi labio con fuerza y sentí el contacto del líquido frio contra la superficie más escondida de mi anatomía.
Me sonrojé jadeando asustado al sentir el suave masaje de sus dedos. Él me calmó repartiendo besos en mi espalda y comenzó a empujar y empujar sus dedos contra mi entrada. Mis músculos empezaron a contraerse a expandirse y a tensarse de nuevo, él cubrió mi cuerpo con el suyo, besando mi mejilla cuando llego a ella, y sentí la punta de su erguido miembro contra uno de mis glúteos. Gemí asustado incrustando mis uñas en la superficie del sofá.
El me giró de nuevo sin dejar el movimiento de sus dedos, besando mi cuerpo y mis labios, yo reprimí mis nervios y comencé a abrir más mis piernas. Quería sentirlo, y salir de ello de una vez antes de que mi hermano regresara.
El comenzó a introducir su pene en mi interior y dolía, dolía como un infierno pero no dije nada ni me queje, halé de su cuello y lo abracé con fuerza reprimiendo cada grito de dolor a medida que se enterraba más contra mí.
El jadeó, jadeó profundamente varias veces aún cuando no estaba completamente en mi interior y yo apreté sus hombros sintiendo que no podía aguantar más. Él se movió solo unos centímetros y tuve que forzarme a morder su hombro con fuerza hasta que lo escuché, aquello que destruyó mi alma en mil pedazos cuando sentí el ronco gemido salir de su boca colmado de absoluto placer.
—¡Yoochun—ah!
Sentí mi cuerpo romperse en trozos pequeños y desintegrarse en aquel sofá. El dolor de mi cuerpo dejó de ser importante, el enorme agujero negro que se formó en mi pecho comenzó a llevarse cada gramo de esperanza y a dejarme verdaderamente desnudo, no mi cuerpo, mi alma.
Mi cuerpo tembló compulsivamente y la temperatura de mi piel se redujo de repente, él no había terminado pero de inmediato se alejó pasando su mano por su pelo varias veces antes de mirarme, aun con las piernas abiertas temblando frente a sus ojos. Él tembló también, estaba a punto de echarse a llorar.
Él me rompió, en mil pedazos, pero aún no tenía suficiente.
Escuché el ruido de un auto afuera y el sonido de las risas de los amigos de mi hermano, y su voz arrastrada por el alcohol. Los labios de Jaejoong se curvaron en un ‘No’ que fue claro para mí cuando me miró a los ojos aterrorizado. Yo lo entendí, él no quería que mi hermano me viera, que nos viera en tal estado. Una lágrima rodó por mi mejilla al tiempo que comenzaba a recoger mi ropa del piso.
Cada extremidad de mi cuerpo dolía, pero recogiendo los trozos de mi destrozado orgullo comencé a subir las escaleras y entonces, no habiéndose conformado con destruir mis sentimientos dijo lo peor que podía decirme en esos momentos.
—Changmin—ah, lo siento tanto —un sollozo se estranguló en su garganta.
Y lo odié, desde ese mismo momento lo odié porque a pesar de todo era para mí un precioso momento, le había entregado mi primera vez y él se arrepentía, pero yo no y aún con todas las cicatrices en mi interior, seguí caminando con la cabeza en alto y me encerré en mi habitación.
Poco después el ruido del piso de abajo llego hasta mis oídos, y entre todos aquellos sonidos pude reconocer su risa. Como si nada hubiera pasado. Él se había olvidado de mí, del roto Changmin, él que ya no le servía para nada.
Entonces mi cuerpo dejó de tener valor al igual que mis sentimientos, no volví a derramar una sola lágrima esa noche. Tome una ducha, me cambié de ropa y me metí a la cama. Jamás volví a dirigirle la palabra de nuevo. Los siguientes meses comencé a salir con todo tipo de personas y cuando él se decidió a seguir a mi hermano a Japón para graduarse en la misma universidad que él, no dije ninguna palabra además de adiós. Desde entonces mis sentimientos se quedaron comprimidos en un rincón oscuro de mi corazón y mi mirada hacia él no volvió a ser de amor.
Nunca más.
[…]
Las embestidas estaban tomando un ritmo demasiado salvaje, incluso para mí. Sin embargo, yo seguía insistiendo e insistiendo, Yunho sudaba profusamente tratando de complacerme pero terminó más rápido de lo que hubiera terminado en ninguno de nuestros encuentros anteriores. Se desplomó sobre mi cuerpo y yo lo aparté de inmediato.
Mi pecho ardía y mi corazón no dejaba de latir, pero nada de esto era a causa del sexo con mi profesor. Aquel abrazo, aquel contacto me había descolado de tal forma que solo sentía el calor abrasivo en cada parte que su piel rozó. Su piel olía a vainilla, justo como la primera y única vez que me tocó.
La mano de Yunho se alzó hasta alcanzar mi cara y forzó mi mirada a encontrarse con la suya. No recordaba que estuviera allí siquiera.
—Hey, ¿Por qué estas llorando pequeño?
Su cuestionamiento me hizo darme cuenta y llevé las manos a mis mejillas de inmediato sintiendo la cálida humedad. No lo había notado, pero supongo que desde que empecé a tener relaciones con Yunho había comenzado a llorar.
Me sentía vulnerable, no quería verlo, creía que había pasado suficiente tiempo como para hacerme olvidar de mis sentimientos por él, pero con cada mirada que antes me negaba y ahora me dedicaba abría la caja de pandora de mi interior, liberando mis emociones escondidas.
— ¿Esto tiene algo que ver con tu tutor? —Yunho sonrió encendiendo un cigarrillo y dando una calada de él. Yo ignoré sus palabras pero a pesar de permanecer en silencio un rato comenzó a hablar poco después—. Cuando nos pillaron ese día y me dirigía hacia la cocina me giré solo un momento cuando tiré mi cartera y pude ver su rostro. Mientras tu hermano estaba molesto, ese muchacho parecía desahuciado. Creo que es el tipo de expresión que pones cuando encuentras a tu amante traicionándote con cualquier idiota —Yunho soltó una carcajada enorme pero yo no pude reírme. El dejo de reír entonces.
Un recuerdo lejano vino a mi mente en ese instante, justo tres años antes. Cuando viajé a Japón para conocer a Seung Ji y ser testigo de la boda de mi hermano, descubrí que Jaejoong vivía justo al lado de Yoochun y pensé cuán masoquista era consigo mismo o cuán grande era su amor como para someterse a tal tortura con tal de permanecer junto a él.
Solo entonces recordé el día de la boda con Ji Min. Él lucía genuinamente feliz por su unión a pesar de que eso significaba renunciar a Yoochun para siempre.
Mis memorias me llevaron a esos días en que él intentaba acercárseme pero yo lo rechazaba una y otra vez, aprovechaba cada momento en el que obligatoriamente debíamos tener contacto para tocarme, aunque solo recibía hostilidad de mi parte.
Recordé el día después de la boda mientras dormíamos en la sala luego de beber hasta desmayarnos. Estaba en el suelo, demasiado cómodo como para recordarlo, hasta que abrí mis ojos y me di cuenta de que él estaba dormido a mi lado, uno de sus brazos funcionaba como soporte para mi cabeza y el otro estaba ubicado en mi cadera. Me quedé observándolo solo unos segundos hasta que el abrió los ojos y se quedó allí, suspendido en mi rostro, su mano en mi cadera se movió e intento llegar a mi mejilla pero me aparte empujándolo de inmediato y me puse de pie en dirección al baño.
Solo por esa vez, una sola vez, miré hacia atrás y vi su rostro agachado y noté como poco a poco empezó a encogerse contra el sofá con sus hombros caídos y sus brazos fuertemente sujetos a sus rodillas. Me recordó las veces que lloraba por Yoochun cuando este lo lastimaba y por dos segundos me pregunté si estaba llorando por mí pero me reí de mi propio pensamiento y lo olvidé. Hasta ahora.
—Yunho ¿puedes irte? —Murmuré pasando las manos por mi pelo nerviosamente. No quería verlo en este momento, de hecho, solo quería estar solo. Él asintió, se vistió rápidamente y con la misma velocidad abandonó mi apartamento.
Me vestí, tomé mi mochila, cogí mi guitarra y salí del apartamento, tomé un taxi y me dirigí de vuelta a casa. Tenía que volver o mañana a primera hora Yoochun vendría a sacarme a patadas del apartamento. Decidí entrar por la puerta trasera de nuevo, pero esta vez entré por la cocina usando la lleve que mamá escondía debajo de la maceta.
La casa estaba completamente sola y oscura. Caminé sigiloso cruzando la cocina hasta llegar a las escaleras y di un saltó cuando vi el bulto al pie de las escaleras. Era Jaejoong, estaba allí simplemente sentado a un lado de los trozos despotricados del vaso de whiskey roto, tenía la cara escondida entre sus manos y esas manos descansaban apoyadas en sus rodillas.
Traté de cruzar a su lado sin molestarlo pero el ruido de la suelas de los zapatos lo alertó y de inmediato levantó la mirada hacia mí. Algo punzó en mi interior al ver su cara, sus ojos dilatados y su rostro empapado, nuevamente busque la forma de huir de él pero atrapó mis piernas y las abrazó manteniéndose de rodillas frente a mí. Varios trozos de vidrio se incrustaron en sus rodillas y verlo era demasiado doloroso, así que intenté incorporarlo pero no me dejó permaneciendo arrodillado frente a mí.
—Perdóname, por favor perdóname —su voz salió en un ruego demasiado tortuoso y tuve que obligarme a apartar la cara—. Dime lo que tengo que hacer, pero por favor ya basta. No me tortures más así. Duele, duele mucho.
—¡Desaparece! —grité completamente indignado por sus palabras. ¿Él era el dolido aquí? ¿Quién había soportado estos sentimientos durante horribles cinco años de su vida? Él no podía ser tan hipócrita—. ¡Piérdete! ¡No vuelvas a hablarme, ni a acercarte a mí, has como que jamás me conociste, olvídate de mi existencia y déjame en paz! —Mis gritos eran demasiado fuertes pero nadie se despertó, él tampoco se apartó ni un poco.
—Está bien —murmuró abrazando mis piernas hasta casi hacerme perder el equilibrio—. Ódiame, no me perdones, no importa —seguía llorando y yo seguía indignándome cada vez más—. Pero no me iré… me quedaré aunque tenga que escucharte decir cuánto me detestas y la basura que soy. Yo lo sé, así que solo…
Perdí por completo la poca cordura que me quedaba y lo empujé. Mi mano aterrizó contra su cara y él perdió el equilibrio de inmediato, cayendo de espaldas. Me tiré sobre su cuerpo y halé de su cabello, atrapé su cara en mis manos. No sabía que era más fuerte, que sentimiento estaba dominando mi interior, si el odio o el amor; solo sé que lo besé intercalando las sensaciones, siendo suave y luego simplemente mordiéndolo con saña hasta hacerlo sangrar.
Él era mayor, su cuerpo tenía más masa, con un solo movimiento podía detenerme y tirarme a un lado pero no lo hizo. Se aferró a mí como si su vida dependiera de ello hasta que cause el daño suficiente como para que mi sed interior se calmara y finalmente lo abracé, lo abracé con una necesidad que no entendía, y me abandoné a las noches de llanto que contuve en mi interior y las libere en una sola.
El sello de la caja se rompió y mi amor y mi odio llegaron a un punto en que no sabía dónde terminaba uno y empezaba el otro. Allí, perdido y vulnerable como un niño pequeño, lloré hasta que me quedé dormido en sus brazos.
A la mañana siguiente fui consciente del daño al ver su cara destrozada. No sé en qué momento me había subido a mi habitación, él ahora permanecía dormido tomando mi mano y me sentía culpable por todo lo que había hecho. Yo aún ere ese niño que lo amaba sin medida y no pude contener mi cuerpo que se acurrucó en el suyo buscando su protección, él besó mi frente con sus labios maltratados, pero yo sabía que esto no iba a terminar bien.
Mi interior seguía igual de turbio, yo jamás podría perdonarlo.
—Te quiero, te quiero ¿me escuchas? Te quiero —comenzó a susurrar una y otra vez, abrazándome con fuerza.
Yo no le creí, y sin embargo besé su pecho. Sabía que eran mentiras pero enredé mis manos en su pelo, sabía que lo odiaba pero le dije al oído cuanto lo amaba.
El conflicto en mi interior latente y persistente continuó en mi cabeza, sin embargo en ningún momento me alejé de su lado. Me aferré a él con tanta fuerza que no sé en que momento empezaba el latido de mi corazón y terminaba el suyo.
Algunas horas después luego de quedarme dormido por segunda vez me decidí a soltarlo de una vez. Dudas estaban carcomiendo mis pensamientos, quería saber el motivo de la insistencia de Jaejoong en conseguir mi absolución. En mi interior latía la esperanza de mis sentimientos siendo correspondidos, pero seguía siendo yo el que daba pasos hacia adelante con el corazón expuesto mientras él se mantenía al margen en zona segura.
Preguntar algo como ‘¿me quieres?’ sería inútil, yo sabía que me quería, pero no podía confundir el cariño que siempre me había tenido con amor; el cariño de hermanos era lo que se encontraba más cerca a lo que él me demostraba. Pero ese cariño para mí no era suficiente, yo quería amor, quería intimidad y ninguna de esas cosas él podía dármelas.
Entonces me di cuenta que todos estos años estuve culpándolo de mi sufrimiento aun cuando parte de esa culpa era mía, mi responsabilidad. Yo le impuse mis sentimientos esperando ciegamente que los correspondiera cuando estuviera convencido de que su amor por Yoochun era en vano, pero él seguía al lado de mi hermano.
¿Jaejoong seguía enamorado de él?
Rápidamente me escurrí de la cama y me levanté en dirección al baño y sin aviso alguno comencé a vomitar. Los fantasmas seguían pululando alrededor, tenía claro que reconstruir mi relación con Jaejoong en este momento no era posible y que lo más grato para los dos era poner distancia.
Lavé mis dientes y limpié mi cara, mi aspecto dejaba mucho que desear.
Tenía trabajo y escuela hoy así que al volver regresaría directamente a mi apartamento, mi cabeza estaba demasiado abarrotada como para disponerme a sacar soluciones en ese instante y tener a mi familia encima todo el día me hacía poner ansioso.
Me di la vuelta y procedí a secar mi rostro con una toalla cuando sentí sus brazos rodearme y su mejilla en contacto con la piel desnuda de mi espalda. Me paralicé al sentir su respiración tan cerca de mi piel pero supe deshacer la aprehensión al instante para mirarlo de nuevo.
Su rostro. Soy un monstruo, ¿Cómo fui capaz de hacerle eso?
—Me tengo que ir —anuncié, dejando la toalla a un lado. Él me miro e inmediatamente agachó la cabeza. Parecía muy decepcionado.
— ¿Qué pasará con… nosotros? —su voz siempre firme comenzaba a vacilar.
—Volveré a ser tu amigo si es lo que quieres —continúe, pero de inmediato Jaejoong frunció el ceño, no parecía muy convencido.
— ¿Mi amigo?
Asentí esbozando una apagada sonrisa.
Él era más bajo que yo, por lo que opté por poner mi mano sobre su cabeza moviendo un poco su pelo para mostrar amabilidad para dejarle saber que no sería hostil nunca más.
—Para hacer eso necesito que me des espacio. Para volver a mirarte como mi hyung, necesito trabajar en mis sentimientos primero.
Di un paso hacia adelante pero él me detuvo de nuevo, su fuerza me superaba aun cuando a ratos se viera más vulnerable que yo, como anoche cuando hice un campo de guerra en su rostro con un par de golpes y mordidas.
— ¿Por qué quieres cambiar tu sentimientos? —habló con el tinte de su voz dejando ver algo de molestia.
—Me incomodan. No quiero cargar con ellos.
—Changmin...
— ¿No crees que ya he tenido suficiente? He estado odiándote cinco años de mi vida, tengo que darme la oportunidad de querer a otra persona que no seas tú.
Su cara se contrajo y sus manos apresaron mis brazos con fuerza.
—No.
—Hyung, deja de ser egoísta, tú no me quieres como yo quiero que lo hagas, siempre estarás enamorado de Yoochun.
— ¡NO! —Me gritó.
— ¡¿No, qué?!
—No estoy enamorado de Yoochun, lo superé, lo superé desde ese día en que te lastimé. Me di cuenta de que era inútil y que su amistad era más importante, pero no podía con mi conciencia por todo lo que te hice así que me hice a un lado y me alejé de ti, pero jamás creí que cambiarías de esa forma conmigo. De repente tú me odiabas, me ignorabas, pasabas de mí y me mirabas de esa forma tan horrible. No puedo soportarlo.
—Te estoy diciendo que cambiaré eso.
—Pero ya no te importaré más —su voz se estranguló y lanzó un chillido agudo, estaba muy alterado. Era la primera vez que lo veía de tal forma—. Yo sabía, yo sabía que me mirabas de esa forma pero al mismo tiempo tenía claro que no te habías olvidado de mí, que seguías queriéndome. Sí, soy egoísta, pero nunca nadie ha valorado mis sentimientos, solo tú los has correspondido, no quiero perder eso.
— ¿Y eso te da derecho a pedirme que siga enamorado de ti?
—No, eso quiere decir que voy a intentarlo.
Yo me reí, me reí a carcajada suelta de sus palabras y él me soltó. Parecía demasiado mortificado. Yo no podía creer hasta donde llegaba su desfachatez. Yo había me había obligado a hacer que mis sentimientos por él no dominaran mi vida de nuevo, por eso pude estar con cualquier persona sin sentir culpa alguna pero él deseaba que yo regresara a ser exclusivamente suyo, como lo fui en alguna parte de mi ilusorio enamoramiento.
¡Ni de coña!
—Yo no tengo 12 años ya, Jaejoong. Tú no eres más el centro de mi vida y no solo porque tú lo digas seguiré cargando con esta mierda de sentimiento.
—Entonces…
— ¡Seremos amigos! ¡Confórmate con ello!
— ¡NO! —Me empujó contra la puerta de baño—. ¡Dame una oportunidad, es lo único que te estoy rogando!
Resoplé, dejando caer mis brazos a lado y lado de mi cuerpo.
—Entonces —Sonreí, llevando una de mis manos a la amoratada piel de su mejilla— trata de enamorarte de mí antes de que yo me olvide de ti, entonces te darás cuenta que no es tan fácil como decirlo, que no puedes mandar ni fijarte en quien te dé la gana. A mí me será más fácil —anuncie señalando mi pecho con el pulgar— te he arrancado de aquí a pedazos, y la última parte que queda estoy dispuesto a escupirla de una buena vez.
Por como tembló su labio supe que tenía miedo, miedo de mí, de que cumpliera mi cometido y él se quedara finalmente solo. A Jaejoong la soledad la aterraba, por eso prefería tragarse sus sentimientos por mi hermano que decirlos abiertamente y arriesgarse a ser botado y perder al único amigo genuino que tenía. Por eso ahora que Yoochun solo vivía por Ji Min, él venía corriendo hacia mí. Yo era el reemplazo de mi hermano.
Sin embargo, todo lo que había dicho eran mentiras. Yo lo amaba hoy tanto como la primera vez y estaba seguro que eso no cambiaría nunca. Yo quería que él lo intentara, quería que me persiguiera como yo alguna vez lo hice, que se desnudara ante a mí a corazón abierto como esa noche en que yo le entregué todas mis primeras veces.
¿Podría ser un poco cruel algo más de tiempo?
Sabía que sí, yo era conocido como un total hijo de perra en cuanto a humillar los sentimientos de los demás, simplemente supondría que mi hyung era otro más de los tontos que cometieron el error de enamorarse de mí.
Lo desgastaría, le haría llorar y llegar al límite por mí, y entonces lo levantaría del suelo, lo abrazaría con fuerza y lo reclamaría como de mi propiedad. Así, yo obtendría la venganza por obligarme a ser la segunda opción, y finalmente estos sentimientos encerrados en el fondo de mi corazón volverían a sus manos, solo a él, a quien siempre le han pertenecido.
Él se sentó en el baño pensando mis palabras, yo opté por desnudarme viendo su expresión cambiar repentinamente y de inmediato dirigió la mirada hacia otro lado. Me metí a la ducha y comencé a bañarme, desde la puerta de vidrio difuminado de la ducha podía observar su silueta, el seguía en el mismo sitio y sonreí para mis adentros.
Cuando salí él ya se había ido, así que llegue hasta el armario y tomé algo de ropa, me recordé a mí mismo terminar de mudar las cosas de esta habitación a mi apartamento o serían más excusas para hacerme venir a este lugar con frecuencia. Tomé la mochila y dejé la guitarra en la cama, regresaría por ella antes de volver a mi propia casa.
[…]
— ¿Se puede saber qué demonios le paso a tu cara? —escuché el grito escandalizado de Yoochun desde las escaleras y pronto me di cuenta de la reunión familiar en la cocina y como todos mantenían los ojos en el rostro de Jaejoong. Entré con tranquilidad tomando una manzana de la despensa, casi nadie notó mi presencia salvo por los ojos de Jaejoong que inmediatamente se clavaron en mí, entonces todos voltearon.
Yoochun me miró de arriba abajo con la boca abierta.
— ¡¿Y tú a donde se supone que vas con esas pintas?! —me gritó y yo sonreí mordiendo la manzana.
—A la escuela.
— ¡¿Dónde está el uniforme?!
—No sé, me obligaste a venir aquí anoche mandándome a tu esclavo directamente a buscarme y no pude traer mi ropa.
Sabía que le estaba tocando los huevos a mi hermano y que últimamente su paciencia conmigo era más bien escasa, pero era tan divertido que no podía dejar de hacerlo. Me di la vuelta y caminé hacia la puerta antes de que me obligara a subir y cambiar mis apretados pantalones y mi camiseta ajustada por algo más decente. ¿Qué podía decir? Me gustaba mi cuerpo y tenía la inminente necesidad de hacer que todo el mundo lo notara, aunque esta ropa fuera de hace más de dos años y me quedara más ceñida de lo que debería.
Tomé las clases, no sin traer la atención de la mitad del curso y de unos cuantos profesores. Me limité a hacer lo correspondiente hasta que el día terminó y me decidí a volver a casa por mi guitarra y el resto de las cosas de mi antigua habitación para volver a mi verdadero hogar.
Caminaba por la acera de la calle leyendo los mensajes de todos los que me pedían un trago esa noche o directamente un encuentro pero estaba demasiado hastiado de los mocosos así que pase de cada uno, además de otro mensaje de mi jefe avisándome que no habría turno para mi hoy. Refunfuñé sabiendo que no tendría nada con que distraerme hasta mañana.
Al mirar al frente vi al precioso Yunho como llamado del cielo, cerca de su auto, con mirada ausente. A juzgar por su expresión al notar que me aproximaba, él estaba esperándome.
—Tu, eres un pecado andante —murmuró no sin antes dar una mirada escrutiñadora y nada decente a mi atuendo y yo sonreí sin más, me encantaba su forma descarada de tratarme.
— ¿No te gusta? —murmuré acercándome hasta arrinconándolo contra el capó, el me apretó el trasero de forma rápida asegurándose de que no hubieran moros en la costa.
—Me encanta, pero no es eso por lo que quiero hablar contigo —su expresión fue seria de repente—. Me preocupas, niño. Por encima de las cosas malas que hagamos, eres mi alumno, así que verte quebrarte de esa forma me desconcierta. ¿Tienes algún problema en la que este viejo pueda ayudarte?
Quise pegarle por decirse a sí mismo viejo, aun cuando lo habían bendecido con ese rostro de perfección y ese cuerpo de infarto. Ante ello volví a preguntarme como es que en todo este tiempo no me había enamorado de él.
¡Sacrilegio, Changmin!
—Eso es aburrido, me gustas más cuando intentas seducirme que cuando buscas sermonearme. Estoy bien, nada de tu incumbencia —susurré amable, pasando mis dedos y enredándolos en algunas hebras de su pelo. Quería besarlo, en verdad no podía resistirme a sus labios.
Me incliné hacia adelante tratando de atrapar su labio inferior cuando, como de costumbre, escuché un grito de advertencia con mi nombre de estampa, aunque esta vez la voz no era de mi hermano. Mierda, ¿Cuantos días más seguirían interrumpiendo mi idilio con mi amado profesor?
Yunho se incorporó rápido metiéndose al auto al notarse expuesto mientras yo esperaba a que Jaejoong se acercara a mí encubriendo su huida. Su cara estaba oculta bajo un par de enormes lentes tratando inútilmente de cubrir los golpes, que sin embargo dejaba ver el ligero frunce de sus cejas, por como apretaba los puños parecía cabreado.
— ¡Lo sabía! ¡Sabía que estarías con ese hombre de nuevo! —se quitó las gafas con saña y su pelo rojizo se movió un poco pero volvió a su lugar de inmediato y tuve que morderme el labio para soportar las ganas de tirármele encima. Era jodidamente sexy cuando estaba enojado.
— ¿Qué tiene de…
— ¡No! —me interrumpió. Aquella palabra parecía ser su favorita hacia a mí. Sus ojos estaban encendidos en cólera, ¿celos? Dios, si son celos puedo tirármelo en medio de la calle sin importarme nada más—. Esta bien, lo pensé, haré lo que quieras pero solo si me prometes no meterte con ningún tipo mientras estoy… estoy… —parecía buscar la palabra para decirlo y tuve que aguantar la risa ante su expresión frustrada— ¡Ahg! —Gritó, y no podía verse más endemoniadamente lindo.
—Aclaremos algo —dije serio, plantando una postura anti—reclamos—. Te dije claramente que el tiempo que tenías para mirarme como un hombre era proporcional a lo que yo me tardara olvidándote, y bueno, estar con otras personas es mi forma de hacerlo.
— ¡Te dije que eso es peligroso!
Obstinado y colérico, ¿Cuántas veces deseé verlo así por mi causa? No estaba satisfecho así que quise llevarlo al borde de la desesperación, saltando hacia mí una idea demasiado brillante para dejarla ir.
—La persona que se acaba de ir, puede ser viejo y todo lo que quieras pero me ha prometido el cielo y tierra si formalizamos nuestra relación. Él me gusta… no, me fascina y la verdad pienso aceptar su oferta. Eso no interfiere en nada porque te recuerdo que tú y yo no somos nada.
Su cara se contrajo en una expresión de total furia, pude ver su rostro tomando un tono rojo intenso mientras apretaba los puños con fuerza, y gritó, gritó como si no le importase los transeúntes ni el mundo entero que nos rodeaba.
— ¡SOBRE MI CADAVER! —y con aquel grito tomó mi brazo y me arrastró hasta que llegamos al auto, obligándome a entrar. Sin embargo yo no me encontraba molesto a diferencia de ayer, hoy sentía cierta satisfacción al verlo reaccionar ante mis provocaciones.
Aun con la renuente negativa de mi parte por quedarme, fui obligado de nuevo a cenar con la familia, no sin antes recibir una reprimenda por la forma en que había ido vestido a clase por parte de Yoochun que luego me obligó a vestir algo de ropa de Jaejoong. Su ropa me quedaba chica pero al menos era más cercana a mi gusto personal que la de Yoochun. Mi hermano insistió como mis padres en que regresara a casa de nuevo pero los ignoré; nada bueno saldría de mí y Jaejoong conviviendo bajo el mismo techo ahora que se había quedado en casa porque sus padres se habían mudado a Seúl.
Cuando la cena concluyó me dirigí directamente a mi habitación. No quería escuchar más conversaciones sobre cómo estaba desperdiciando mi vida. Tomé la guitarra y comencé a hacer acordes al azar mientras recordaba cualquier canción que estuviera practicando la última semana. Por instinto comencé a tocar una vieja melodía que creí haber olvidado, hacía muchos años me negaba a tocarla porque me traía malos recuerdos.
Tarareé los acordes de la canción apenas y recordando la letra, moviendo el pie sobre el borde de la cama para tratar de llevar el compás correcto. Cerré los ojos y lentamente mis labios dejaron escapar una a una las frases de aquella canción.
Yo te conocí, me enamoré
Y poco después salí lastimado
Conformándome con solo
Mirarte desde lejos
Soy un gran idiota…
Cuando tú lloras
Yo también lloro
Cuando tú ríes
Yo también río
Solo copiando lo que haces
Como un niño pequeño
Soy un gran idiota
Los recuerdos de una noche lluviosa sobre el balcón de su casa llenaron mi mente. Yo, con mi pequeño e inexperto corazón desnudo, observaba la delgada silueta de su espalda desde la distancia. Podía escuchar el sonido de sus sollozos aun por sobre el golpear de las gotas sobre el tejado. Llorando solo, ocultándose de nuevo.
Aunque no podía hacer nada más que esto, canté para él, para ver su sonrisa de nuevo. Yo era el único que conocía su tristeza y por ello me sentía orgulloso.
Por un segundo, mira tras de ti
Porque justo ahí estoy yo
Cuando estés cansado de amar a alguien más
Cuando el amor de alguien más te lastime
Voltea a verme…
Me acerqué rodeando su cintura, y apoyé mi frente sobre su espalda, el único lugar al que podía llegar con mi altura. La piel fría de sus brazos hizo contacto con los míos, cubriéndolos y llenándolos de calidez que pronto fue inyectada a mi corazón latiendo más y más rápido. Me aferré con fuerza a su abrazo dejando salir el resto de la tonada. Sus débiles sollozos habían parado pero yo seguía susurrando la canción pues sabía que su corazón no estaba en calma.
Porque te quiero demasiado, por favor mírame
Porque lo eres todo para mí, por favor acércate
Si te acercas solo un poco
Yo me quedare aquí, esperándote.
Lamento tanto el no ser nadie para ti
Pero es que yo sin ti no puedo vivir
Mis labios siguen pronunciando tu nombre
Pero tú no lo sabes…
Pero yo jamás logré tocar su corazón, mi estúpido amor no fue más que un desperdicio de mi tiempo y una entretención para sus ojos. El niño tonto y enamorado que podía bajar el cielo por ver su sonrisa, cuyos sentimientos fueron aplastados de tal forma que no pudo mirar a nadie más.
Quiero destruirlo.
—Por favor, no te detengas.
Abrí los ojos de golpe ante el sonido de una voz extraña interrumpiendo mis recuerdos y lo encontré de pie contra el marco de la puerta de mi habitación, con sus ojos fijos en mí como yo siempre quise que me vieran, pero en esta ocasión no quería que notara mi presencia. ¿Por qué era tan fácil cambiar mis sentimientos por él? El amarlo un segundo y odiarlo al otro.
Él se aproximó con paso lento hasta llegar a mi cama, una sonrisa nerviosa emergió de sus labios y su mano alcanzó mi mejilla. Mi corazón latió ansioso de nuevo pero no permití que mi expresión lo demostrara, había aprendido a manipular estas sensaciones tan bien, sin embargo toda parte de mi cuerpo que entraba en contacto con la suya ardía, ardía tanto como el profundo amor que guardaba en mi interior.
— Canta de nuevo, para mí — escuché su petición atentamente mientras bajaba la mirada a los dedos que aun sostenían la guitarra, sus brillantes ojos negros llenos de expectación acompañados de una tenue sonrisa, el armamento que necesitaba para desarmarme por completo.
Pero yo era el Changmin bastardo y no podía regresar a ser el chiquillo enamorado que estuvo aprendiendo una canción entera durante una semana como regalo para su cumpleaños, canción que por supuesto fue tomada como cualquier cosa.
Aunque, nada perdía con cumplir su petición. Si quería una canción de mi parte, eso tendría.
—Esta canción, expresa exactamente lo que siento por ti —vi el rayo de esperanza que cruzó su rostro en ese mismo instante, sin poder hacer más que ensanchar su sonrisa mientras yo llevaba mis dedos hacia las cuerdas. —Mí adorado hyung…—sonreí atento a cada expresión de su bello rostro cada vez más animado esperando la confirmación de los sentimientos que él sabía aun guardaba.
Fuck you
Fuck you very very much
Cause you words don’t traslate
And it’s getting quite late
So please don’t stay in touch
Fuck…
—¡Auh!
Lo siguiente fue tratar de poner a salvo mi guitarra mientras recibía los golpes de la almohada contra mi cara, estaba riéndome por la gloriosa expresión de infarto al escucharme cantar aquella odiosa canción. Me persiguió por toda la habitación repitiendo lo maldito que era y aquel vago momento me hizo sentir su cercanía, él no se veía molesto y contrario a eso seguía sonriendo mientras me perseguía. Poco a poco volvíamos al punto en donde comenzamos, antes de que yo conociera lo que era el amor y solo lo viera como el hyung al que admiraba.
Quizás pudiéramos volver a eso algún día porque a pesar de todo, este resentimiento quedaba opacado cuando lo veía feliz y sabía que desaparecería en algún momento cada que compartiéramos nuevos recuerdos juntos. ¿Podría mi amor también desaparecer de esa forma?
Una parte de mi lastimada alma esperaba que sí, de esa forma jamás lo perdería. Él estaría siempre a mi lado, cercano a mí.
Sus brazos arrojaron la almohada al aire con fuerza y esta impacto directo en mi cara cegándome por un segundo, al instante pude sentir la superficie de madera contra mi espalda y sus brazos sosteniendo mis hombros para impedir movimiento. Sus ojos estaban encendidos por la adrenalina del juego, y quizás algo más mientras su respiración agitada escapaba por la abertura de sus labios rápidamente, al ritmo que las diminutas gotas de sudor provocaba que mechones de su cabello rojo quedaran pegados a su frente.
Cuanto desearía no verme torturado por su perfecta imagen cada maldito segundo.
—Está bien, ganaste —jadeé levantando mis manos en señal de paz—. Acepto mi derrota.
Él sonrió apretando el agarre sin intención alguna de dejarme ir.
—Gané, así que quiero mi premio —aseguró cercando sus cejas y sonriendo de lado aun agitado. Yo bramé mirando a un lado para luego plantar mi mirada más arrogante.
—Está bien, cantaré lo que quieras pero déjame respirar, tu mal aliento me está matando.
Por solo una milésima de segundo su cara se contrajo creyendo mi mentira, pero él estaba aprendiendo a reconocer cuando estaba siendo sarcástico, cuando mentía y cuando decía la verdad, así que se acercó respirando en mi cara mientras yo continuaba riéndome.
Me sentía cada vez más cerca a recuperar al pequeño niño travieso que jugaba a ser más grande y fuerte que su hyung. Me olvidé que estaba enamorado de él, que su cercanía era una provocación, que debería estar comiéndome su boca en ese momento pero, contrario a todo ello, lo miré con ojos inocentes esperando a que respondiera mi broma, a que me golpeara o respondiera sarcásticamente. Quería seguir jugando a que aún era mi héroe.
Pero no lo hizo.
Él mutilo mi sonrisa al acercarse y cerrar sus labios contra los míos, sus manos en mis hombros ahora sostenían mi rostro impidiendo que me moviera.
Cerré mis ojos de inmediato recordando los sentimientos que me arrastraban de regreso al suplicio, y quise apartarlo y recoger lo que hace solo unos instantes él tiró a la basura pero no pude. Me abandoné a su boca como siempre lo hacía, dejé que su mano guiara mi rostro y que su lengua atravesara mis defensas humedeciéndolas con el sabor de su pecado, perdido en el torbellino de sensaciones que solo este hombre podía provocar en mí.
¿Dónde está tu fuerza, Changmin? ¿Dónde está tu voluntad? ¿Cómo puedes abandonarte a un simple beso y perderte en él aun cuando no es la gran cosa? Mi mente seguía gritando pero mi corazón estúpido se aferraba a su abrazo como un mendigo detrás de unas migas de pan. De nuevo estaba jugando conmigo y yo me dejaba como el gran estúpido que era.
Algo brillo en mí al recordar aquella noche en que sentí la cara pura de la soledad mientras sostenía el abrazo y mi voz se apagaba en aquella fría noche, como de sus labios brotó un gracias tan fingido como el resto de su expresión. En ese entonces creí que se encontraba realmente agradecido por mi gesto, pero solo estaba siendo amable con el estúpido niño que él deseaba fuera su hermano mayor.
Era todo lo que necesitaba, contrarrestar su toque con los recuerdos amargos del pasado, para volver a tener el control de nuevo y no dejarme arrastrar.
Mis manos que yacían muertas a los costados de mi cuerpo cobraron vida y fueron suficientes para apartarlo de golpe, él se alejó unos pasos pareciendo perdido e intentó sonreír pero su sonrisa se apagó cuando percibió el odio venir de mi mirada y agachó la cabeza abrazándose a su propio cuerpo con una expresión vacía y llena de arrepentimiento.
—¿Lo arruiné de nuevo, cierto? —Me habló pero no quise responder. Halé de su brazo, lo saqué de mi habitación cerrando la puerta con fuerza tras él, y escuché el sonido de su cuerpo cuando se pegó a la puerta, deslizandose por ella.
Y entonces entendí que sin importar cuanto se esforzara, lo máximo que lograría sentir por mí sería deseo porque ese beso tenía el mismo sabor que el beso que compartió conmigo el día que destruyó mi vida.
Él jamás iba a amarme.
[…]
Regresé a mi rutina luego de aquella noche, no escuché razones y saqué el resto de cosas que aun guardaba en mi habitación mudándolas a mi apartamento, finalmente volvía a ser el rompecorazones sin sentimientos. Tenía mi banda, independencia, y mi integridad estaba intacta, pero seguía sintiéndome vacío. El dolor en mi pecho no se alejaba a pesar de que sonreía cada día, y supe que lo extrañaba, estaba acostumbrándome a su contacto de nuevo, pero me negaba a volver a verlo sin importar que.
No valía la pena, estaba exponiendo mi corazón demasiado mientras sus sentimientos seguían igual que siempre.
Enamorarse no es fácil, pero olvidar es mucho peor.
—Hola pequeño, ha pasado un tiempo —escuché la profunda y tranquila voz de la única cura para mis males, pero a diferencia de otras veces no podía sentir emoción alguna. Sin embargo, quería intentarlo.
—Yunho, ¿Podemos vernos hoy
[…]
Las manos grandes que se cernían sobre mi cuerpo y me tocaban seguían sin excitarme, él se esforzaba en frotar mi piel pero, a pesar de que estábamos desnudos en la misma cama, él no podía elevar mi espíritu y ni el calor de sus besos podía derretir el hielo de mi interior.
Me miró con sus felinos ojos negros llenos de sabiduría y sonrió. Me abrazó con fuerza, protegiéndome en sus grandes brazos. Algo cercano al consuelo me cubrió entonces.
—Vamos, sácalo de adentro. Puedes llorar frente a este viejo todo lo que quieras.
Dudé, pero era la única fuente de desahogo que tenía cerca así que deje que todo saliera finalmente.
—¿Por qué no puedo olvidarme de él? —sollocé, apretando su fuerte espalda. Él correspondió de inmediato traspasando a mí el calor de su piel—. Duele… Yunho, duele mucho…
En mucho tiempo no había llorado de esa forma y menos frente a alguien más, y por primera vez desde que nos conocimos pudimos mantenernos tranquilos sobre una cama. Yunho fue mi profesor ese día, me brindó apoyo y consuelo y me trató como el pequeño niño perdido que siempre había sido. Entonces pensé que si tan solo lo amara a él todo sería más fácil.
Pero mi corazón había escogido al peor candidato para fijarse.
Él preparo sopa para mí esa noche y se quedó jugando videojuegos conmigo hasta que dejé de llorar. La intimidad que tenía con él jamás la había tenido con mi propio hermano mayor porque desde joven siempre había visto a Yoochun como un rival, alguien a quien superar, y compartir mis debilidades con él era algo inamisible para mí. Sin embargo, al estar con Yunho sentía esa cercanía que jamás tuve, y cuando la noche terminó pude volver a ser el Changmin de siempre, pude reír y hacerle bromas, todo excepto hacer el amor con él.
Algo en mí me decía que por el momento no disfrutaría que nadie me tocara, aun quería preservar el calor de su beso y el toque de su piel.
Inútil, pero el enamorado niño de mí interior estaba aferrado al beso de su hyung.
Antes de poder asimilarlo, el tiempo me ganó la batalla. Mi vida volvió a ser la misma de siempre, ya había perdido su contacto y solo me comunicaba con mi familia a través del teléfono. Entonces supe que se había marchado de casa una semana después que yo, había conseguido un apartamento y por lo que comento mi madre no tenía intenciones de volver a Japón la próxima semana cuando mi hermano y su esposa lo hicieran. No me sentí nada aliviado cuando lo supe, yo esperaba que él me decepcionara una vez más solo para así poder arrancarlo de una vez de mi pecho.
Pero él no quería irse, a pesar de que Yoochun insistió en necesitarlo, él se negó y se fue de casa.
Cuando salía de la escuela él siempre estaba esperándome en la puerta, todos los días sin falta. Yo solía embarcarme en el auto de Kyuhyun y me escondía en el asiento solo para observar por el retrovisor como mantenía su mirada fija en la puerta esperando inútilmente a que yo saliera por ella. Una parte de mi quería salir corriendo a verlo, pero tenía tanto miedo de ser lastimado que me inmutaba y reía fuerte por cualquier tontería tratando de olvidarme que seguía aquí, tan lejos y tan cerca de mí.
Entonces, el día en que tenía que enfrentarlo finalmente llegó. Mi hermano se marcharía a Japón esa tarde y era mi deber ir a despedirlo. Sabía que de ninguna forma Jaejoong faltaría.
—¿Quieres que te lleve? —la oferta era demasiado tentadora, pero arriesgar a mi Yunho de esa forma solo traería más complicaciones, más ahora que solo éramos alumno y profesor.
—Estaré bien, si te necesito me comunicaré después.
Me despedí sonriendo lo mejor que podía a pesar de mis ánimos y caminé por la acera esperando el autobús que me llevaría a Incheon. Me sentía ansioso, tanto como para querer probar algún tranquilizante para adormitarme un rato pues el sueño no me había acompañado desde hacía dos noches. Me embarqué en el autobús y me senté en el último lugar, donde aún no había nadie. Dejé mi cabeza reposar contra la ventanilla y cerré los ojos sabiendo que el recorrido sería largo hasta llegar a mi destino.
Abrí los ojos asustado al sentir el movimiento brusco del autobús y el sonar repetido de los claxones de varios autos. Al parecer un auto había salido de la nada y chocado contra el autobús. En medio del caos y de las quejas de los ocupantes pude desperezarme y percatarme del extraño calor que cubría mi mano. Viré mi rostro encontrarme con ese par de ojos negros que me observaban con atención y algo más de miedo por mi reacción.
Me había atrapado con las defensas bajas por lo que no hice movimiento alguno por liberarme de su agarre y solo lo miré quedándome suspendido en el latido de mi corazón.
Pero había otro latido, compitiendo con el mío que no sabía de donde provenía.
Yo que he observado atentamente cada expresión de su rostro sé reconocer cada sentimiento que expresa en su exterior. Lo que los demás creen invisible yo lo veo vívido ante mis ojos. Por eso, el que se acercara a mí y apoyara su mejilla contra mi hombro era el gesto que necesitaba para comprobar su necesidad; el que susurrara a mi oído “por favor, no te alejes” y aquella brillante luz sus ojos debido a mi presencia y por supuesto, la forma en que sostenía mi mano, como a punto de caer del abismo, era la última pieza que aclaraba lo que sentía por mí.
Él que siempre se vio obligado a callar sus sentimientos, estaba gritando en mil gestos lo que su voz no decía. Algo que yo, que siempre me obligue a observarlo desde la distancia, sabía perfectamente. Que finalmente, era yo quien estaba siendo perseguido.
[…]
Corrimos a través del tumulto de gente escuchando el aviso de que el vuelo a Japón estaba a punto de partir. Yo estaba siendo guiado, fuertemente apresado por el agarre de su mano mientras luchábamos por llegar a tiempo. Observamos a mis padres moviéndose agitadamente indicándonos que siguiéramos camino y continuamos corriendo hasta divisar la conocida silueta de aquella familia de tres miembros.
—¡Yoochun—ah! —Gritó Jaejoong con fuerza ya que no podíamos seguir corriendo. Los tres miembros de la familia dieron la vuelta sonriendo al notar nuestra presencia.
Quise soltar su mano para que tuviera la oportunidad de despedirse, pero el entrelazo nuestros dedos y afirmó su palma cerrándola contra la mía y asegurando más la unión. Mi hermano mayor se acercó finalmente, rodeándolo en un fuerte abrazo que sin duda fue conmovedor.
—Tu, bastardo, finalmente me has abandonado —se quejó mi hyung con lágrimas genuinas en los ojos. Después de todo, era la primera vez que ellos se separaban en 10 años—. Supongo que tengo que dejarte ir de una vez —él se fijó en mí no sin antes darse cuenta de la unión de nuestras manos. Pareció extrañado pero pronto volvió la vista hacia Jaejoong.
—Has sido mi mejor amigo, y lo seguirás siendo. Esto solo es una distancia temporal —habló Jaejoong con una sonrisa en sus labios.
Mi hyung que se había quedado varios centímetros por debajo de mí hace muchos años, se puso de cuclillas y alcanzó mi cabeza desordenando mi cabello. Yo me sentí estúpido, pero pronto vi por su expresión que estaba tratando de disculparse.
—Eres mi hermanito, a pesar de que trates de portarte como un adulto. Siempre serás un niño para mí. Alguna vez, dale la oportunidad a tu hyung de ser tu amigo, siempre deseé ser cercano contigo —y entonces me sentí extremadamente culpable por todos los años de disimulada hostilidad que le había dedicado al considerarlo mi enemigo, y lo abracé con fuerza como nunca antes lo había hecho—. Mas te vale, que lo cuides por mí —se dirigió a Jaejoong y él asintió de inmediato—. Lo mismo va para ti —esta vez me miró a mí. Yo agache la cabeza en respuesta.
Él pronto regresó al lado de su familia y corrieron al sitio de abordaje. Mientras subían las escaleras eléctricas yo permanecía con este sentimiento de que estaba haciendo mal y que de alguna forma le había robado a Yoochun algo que le pertenecía, pero ese pensamiento no duro demasiado tiempo. Sentí el tirón de mi brazo y al momento la mano que sostenía la mía estaba sobre mi nuca y los labios de Jaejoong sobre los míos, ni siquiera pude cerrar los ojos por la sorpresa y más cuando interrumpí el beso para percatarme de como mi hermano mayor nos observaba desde la distancia. Su mirada más que sorprendida parecía cómplice y no pude hacer más que agachar la mía avergonzado.
Miré a Jaejoong con los ojos abiertos, y ese brillo incesante en su mirada me intimidó por completo.
—No aceptó ninguno de los demás motivos que le di sobre permanecer en Corea con toda mi familia y él en Japón, solo hasta que le dije que quería quedarme contigo —sonrió rodeando mi cintura con sus brazos, su rostro se hundió en mi pecho cercándome en un abrazo sin escape alguno—. Si mi corazón sigue latiendo así siento que voy a desmayarme.
Por primera vez en toda mi vida no tuve palabras con que responderle; ni sarcasmos, ni borderías, ni bromas, ni insultos. Estaba anonadado bailando entre sueños y pensando en la enorme decepción que me llevaría cuando despertaa en la mañana. Pero su abrazo, su olor, la textura de su piel, me confirmaban que el pequeño animal entre mis brazos, aquel esquivo conejillo que siempre había querido atrapar, finalmente había llegado corriendo hacia mí.
Ser correspondido también duele, y duele más porque mi pecho está tan recogido que ni siquiera puedo respirar apropiadamente.
El jamás lo dijo abiertamente, pero desde que vi su mirada fija en mí en aquel autobús supe que de alguna forma que aun desconozco él se había enamorado de mí. Yo, el bastardo rompecorazones, el niño perdido, el chico hambriento de afecto, tenía un notable talento que nada tenía que ver con la música y eso era reconocer los sentimientos de la única persona que he amado en toda la vida a la perfección.
Por eso estaba seguro en lo que me estaba metiendo al perderme en su abrazo y besarlo como si fueran a apartarlo de mí de un momento a otro.
—Te odio, idiota.
Eso era mentira, pero su sonrisa me dejó saber que él sabía que era todo lo contrario.
Que lindo ame tu fic el amor perdura n.n JaeMin como amo esta estúpida y sensual pareja... gracias por el fic espero seguir leyendo mas tuyo (Haz uno MinJae *-* XDDD)
ResponderEliminarme encanto!! ya me lo había leído pero fue bueno leerlo nuevamente!! gracias!!
ResponderEliminarGracias.... es hermoso... gracias por compartirlo...
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