Se han terminado las horas.
Yoochun se sentía
incómodo, o tal vez incómodo no era la palabra adecuada.
Era simple
inconformidad consigo mismo, hace tanto tiempo que no hacía aquello, que no
salía a pasear con la firme intención de que el otro la pasara incluso mejor
que él, hace tanto que no salía con la intención de querer conquistar unos ojos
que lo miraran solo a él.
Resultaba lejana
la imagen de querer sorprenderlo, porque Changmin fue difícil, esos ojos
acostumbrados a todas las comodidades y virtudes, el niño rico y educado que
siempre fue capturado por la buena vida.
Yoochun en
aquella época se preocupaba por tenerlo cerca porque había algo en él que lo
atraía irremediablemente, incluso no había pensado en una atracción corporal o
sentimental, solo una atracción a lo desconocido, tan vacío como eso.
Sin embargo en algún
momento del camino Changmin se había cerrado a él.
Su mundo se había
convertido en esos ojos y luego no necesito de nada más.
En aquellos
tiempos estar con Changmin lo era todo, no se esforzaba y la convivencia era
natural, tanto que el no tenerlo cerca era como un vacío aletargado que le
provocaba lágrimas y lamentos.
Se había
acostumbrado tanto a su presencia, a su afecto, que a veces le gustaba pensar
que solo estaba esperando por él durante un tiempo indeterminado.
—¿Esperaste
demasiado?
Pero Junsu llegó
cortando sus pensamientos, rasgándolos de golpe con su sola sonrisa y la imagen
agradable que le entregó cuando lo tomó por sorpresa esperando por él.
—No, la verdad
no.
—Eso es bueno—
Sonrió Junsu –Cuando te vi creí que mi reloj estaba mal.
—Quise esperarte
un rato. Creo que me alisté antes de tiempo.
Rascó su nuca
avergonzado y Junsu sonrió un poco más, parecía inseguro, igual que él. Pero
Yoochun sacudió sus pensamientos y respiró hondo. Tratando que el clima se
aligerara y al menos sus pensamientos se evaporaran.
—Vamos, tenemos
reservación.
Junsu asintió por
inercia, sintiendo su corazón latir apresurado aunque no tuviera la intención,
la imagen reluciente de Yoochun era como un regalo, plácido y confortante a sus
ojos, de creer al menos que estaba haciendo lo correcto.
…
…
—Yoochun…
Susurró mientras
miraba el artilugio entre sus manos, fue su voz irreconocible entre la semi
oscuridad de la habitación, sus ojos fijos en las letras y los suspiros
que salían de su boca parecían hacerle compañía.
Reconoció su
rostro y la revista a sus pies, sobre la cama, parecía no tocarlo apropósito,
entonces encogía sus piernas un poco más y se abrazaba a ella porque todavía
tenía miedo, escuchaba su voz y veía su sonrisa como un auto reflejo.
—Es como una
necesidad…
No había nada que
se le pudiera asemejar, entre un proceso de desesperación y paz. Como si su
solo rostro fuera capaz de calmarlo todo pero el no recordarlo lo pusiera al
borde de un precipicio y ahí todo se cegaba.
Vacío sus
impresiones otra vez. Esperó que la mente se aclarara al menos un poco y sin
embargo nada más le fue regalado luego de ese rostro, entonces agarró la
revista entre sus manos, fijó sus ojos en esa fotografía, en el rostro del
hombre frente a él, como si quisiera grabarlo en sus retinas para que no se le
olvidara nunca más.
Yoochun parecía
tan ajeno de repente, no podía recordarlo, no sabía su nombre completo, su tono
de voz, su risa o sus palabras de cada día, le hacían faltas tantas cosas de
él, que trató con vertiginosidad que la fotografía al menos le dedicara una
sola respuesta, aunque esta nunca llegó.
Yoochun seguían
infamemente lejano a él.
Pero lo sentía
tan cerca por igual, que empezaba a doler.
…
…
—Jaejoong…
—¿Mmh?
Esos ojos lo
miraron en medio de la oscuridad, podía ver incluso sus pestañas, sus ojos al
cerrarse cuando se dedicaba a parpadear. Fue una imagen sutil y tranquila
frente a él, le regalo paz y seguridad, incluso tomó sus manos bajo las
sábanas, pero otra vez se acobardó.
—¿Por qué me
quieres así?
—¿Por qué la
pregunta?
Yunho apenas se
movió, intentó que sus hombros se alzaran y Jaejoong sonrió, pegó su rostro al
pecho de Jung y suspiró, acariciando con sus manos la poca extensión de piel
que tenía a su disposición.
—Últimamente
estás actuando muy extraño Yunho.
—Se me acaba el
tiempo.
—¿Te refieres a
las sesiones?
—No— Ni siquiera
se detuvo a pensar en sus palabras y pronto los ojos curiosos de Jaejoong se
alzaron –Hay algo de lo que debemos hablar. Es importante.
Kim ni siquiera
lo pensó más, se levantó de la cómoda cama, dejó su pecho al descubierto
mientras la sábana resbalaba de su piel y Yunho no parecía con mucha intención
de continuar.
—Dime… Necesito
saber porque estás actuando así.
—Es respecto al
caso, a tus recuerdos.
—¿El accidente?—
Jaejoong parpadeó veloz —¿Saben algo más de ese muchacho? ¿De quién me hizo
esto o algo así?
—La razón por la
que Mir te persigue.
En esta ocasión
Jaejoong frunció el ceño.
—¿Mir?
—El hermano del
muchacho que murió en el accidente.
—¿Y por qué me
perseguiría?
Yunho entonces
optó por levantarse también, miró los ojos de Jaejoong, expectantes y poco
relajados, anhelaba esas respuestas que le eran cortas. Pero la noche apenas le
permitía a Jaejoong observar ese rostro de Yunho que se comprimía con cada
emoción.
—Mir tiene ideas
equivocadas, él piensa que tú…
—¿Yo qué?
Jung paraba a
ratos, la exasperación de Jaejoong subía a niveles extraños.
Pero Yunho solo
mordía su labio y bajaba la cabeza.
Sin embargo nada
sucedió, al menos no salieron palabras de la boca de Yunho, solo lo atrajo a su
cuerpo y lo abrazó, hundió la quijada en su hombro y suspiró. Jaejoong esperó
un rato, esperó que continuara con su corta revelación, pero nada pasó.
Y se cansó de
esperar.
Cerró los brazos
en la espalda de él, tratando de entender un poco de esa angustia que rodeaba
al hombre que parecía callar cada que lo miraba a los ojos.
—Te voy a
proteger Jaejoong. Pase lo que pase.
Jaejoong ya no
preguntó más, porque las reacciones de Jung a veces lo confundían, a veces lo
hundían más. Entonces cuando Yunho callaba a él solo se le creaban historias
locas en la cabeza, pero si Yunho decía que lo iba a proteger, si se lo
aseguraba y lo abrazaba con esa necesidad, Jaejoong igual que siempre, igual
que cada día, le iba a creer.
Y confiaría en
él, pase lo que pase.
…
…
—Caminar por las
plazas de París durante las noches es hermoso.
—¿No dejas de
trabajar ni siquiera durante nuestra cita?
Junsu dejó
escapar una risa, las palabras de Yoochun calaron dentro de él, caminó a su lado
una vez más, entre la pequeña multitud de personas y las pequeñas atracciones
que habían, pasaron cerca del mimo que regalaba rosas y junto a la mujer que
recitaba poemas, era como una pequeña maravilla por la que valía la pena
caminar.
Yoochun de pronto
se había detenido, frente a la muchacha sonriente que ofertaba sus pinturas sin
problemas. Yoochun estaba ahí, perfectamente agachado frente a la pintura de un
muchacho de cabello corto mirando por la ventana. Los ojos de Yoochun recorrían
la pintura con lentitud y tenía una de esas sonrisas que Junsu no había tenido
la oportunidad de presenciar.
—¿Piensas
comprarla?
—¿Eh?— Yoochun
despertó bruscamente de sus pensamientos –Oh, no. No lo creo— Su voz sonaba a
melancolía –Solo me recordó a alguien.
—¿En serio? ¿A
quién?
Junsu preguntaba
ingenuo, sus ojos ahora mirando con curiosidad la pintura, pero Yoochun no se
atrevió a más, decir lo que pensaba era arruinarlo todo, pero ocultar a
Changmin en medio de sus pensamientos era más difícil todavía.
Todo le recordaba
a él.
—Un amigo— Mintió
–Solía sentarse así en la ventana.
—Oh… ¿Y se parece
a él?
Yoochun mordió su
lengua otra vez –Un poco.
Si tenía suerte o
no sus pensamientos burbujeaban en medio de la indecisión. Junsu se alejó y
volvió a caminar, sonriéndole para que siguieran su pequeño recorrido, sus ojos
miraron la pintura una vez más y el alma se apagó.
¿Se había
equivocado al pedirle esa cita a Junsu?
Tal vez era
demasiado pronto.
Y su mente no le
perdonaba la traición a Changmin.
—¡Hey, Park
Yoochun!— Gritó divertido el menor —¿No piensas venir?
La sonrisa de
Junsu lo animó y camino hacia él, con las manos en los bolsillos, con esos
pasos lentos que casi no querían llegar hasta él. Mareado todavía entre sus
conclusiones y especulaciones propias a sus emociones.
…
…
—¿Te sientes
mejor?
Mir se dejó
consentir un poco más, las manos de Joon acariciaban suavemente su cabello,
mientras la voz del mayor lo hacía sentir pequeño otra vez. Se acurrucó un poco
mejor entre sus brazos y pretendió que un suspiro dejaba a su alma descansar.
—No lo sé…
—¿Por qué viniste
a Japón?— Joon sonaba interesado –Dudo que haya sido solo por un abrazo.
—Te extrañaba
hyung ¿qué hay de malo en eso?
—Que no te creo.
Fue cuestión de
segundos antes de que Mir se apretara un poco más al cuerpo de él y suspirara
como si no se cansara de hacerlo –El aire de Seúl no es bueno ahora, necesitaba
un poco de calma, alejarme de todo y que me consintieran un poco.
Joon sonrió,
teniendo entre sus brazos al menor que casi era como otro hermano pequeño más.
Sabía de Changmin de la forma en que su muerte logró sucumbir la vida de todos
y la inestabilidad en Mir.
—Descansa…—
Susurró tranquilo, ofreciéndole esa pequeña paz que no tenía hace mucho –Que
aunque no te hayas quedado mucho tiempo, espero que mis abrazos te hagan un poco
más amena la vida.
—Lo sé hyung…—
Susurró el menor al borde del sueño –Solo quiero un poco de calma para tener
que afrontarlo todo una vez más.
Joon suspiró,
sintiendo el agarre del otro perder fuerza con el paso del tiempo. Su cuerpo
adormecido y su respiración pausada. Lentamente descansando junto a él.
…
…
Cuando Minho
ingresó al fin, era algo tarde, le dio su espacio y tiempo, su mundo pequeño
para que Changmin explorara tranquilo. Aunque su miedo latente siguiera ahí,
cuando golpeó la puerta suave y el otro no respondió, Minho creyó importante
entrar.
Changmin estaba
en la cama, doblado o eso parecía, estaba con su cuerpo ligeramente contraído,
la revista reposaba junto a su cuerpo y Changmin se abrazaba a una almohada sin
problemas, con su rostro indescriptiblemente tranquilo.
Tenía entre sus
manos el colgante, lo apretaba con tanta fuerza que el corazón de Choi sufrió
un poco más, suspiró débilmente, estirando la sábana sobre el cuerpo del mayor
para arroparlo. Alejó la revista sobre la cama y lo vio por un largo rato.
Tenía frente a él
los pocos pasos de felicidad que le quedan, su mano rozó el rostro suave de
Changmin, su expresión dormida y tranquila, seguía apretando la almohada y
esperaba que esa noche no sufriera de pesadillas, que al menos el recuerdo de
Yoochun lo ayudara a descansar como es debido.
…
…
—Era mi deber,
sería un mal guía si te perdías por ahí.
Yoochun sonrió,
esa expresión que Junsu le estaba regalando estaba un poco más allá de lo
aceptable. Sus emociones se vertían sobre él y sin embargo continuaba ahí,
parado frente a él sin saber muy bien que hacer, porque había ido a cenar,
habían caminado por la plaza, había encontrado un punto perfecto de
tranquilidad pero seguía estando igual que al inicio.
—Bueno, supongo
que estas no son tus horas de trabajo.
—De todas formas
me quedaba camino a casa.
Junsu señaló un
lugar vago, una dirección sin lucha propia mientras Yoochun asintió.
Si le daba un
beso, probablemente no estaría mal y esa boca de Junsu seguramente esperaba que
diera el paso porque sus propias inseguridades lo allanaban tanto incluso Kim
lo podía notar.
Pero si se
quedaba sin mover, entonces todo podría dar un paso hacía atrás.
Al final… Quizá si se apresuró demasiado.
—¿Nos vemos
mañana?
Junsu había
levantado la mirada sorprendido, pero le regalo otra de esas sonrisas pequeñas
y ligeras, que fácilmente podía restaurar sus seguridades de a poco.
—Claro, me llamas
y me avisas— Junsu alzó su mano un poco –Nos vemos entonces.
Yoochun imitó el
gesto, su mano en alto como señal de despedida aunque la incomodidad repercutía
de maneras extrañas todavía. Lo miró caminar hasta el ascensor, Junsu incluso
lo miró un momento más antes de ingresar en él y Yoochun sonrió, amable y
confiado, agitó su mano una vez más y Junsu dejó una sonrisa escapar.
Pero cuando
desapareció de su vista el mundo se volvió a clausurar para él.
—Hay cosas que
no podemos evitar, si en algún momento nos separamos… Inevitablemente te
olvidarás de mí y armarás una vida nueva
Changmin golpeaba
dentro de su cabeza, con esa voz extrañamente cerca de su oído, con esa
expresión sumisa y poco casual, recordaba cada cosa de ese momento de sus
propias palabras pidiéndole que no hablara tonterías, porque siempre iban a
estar ahí para él.
Se deshacía entre
recuerdos y promesas que habían quedado a medias, se dejó caer. Arrimado en la
puerta dentro la habitación parecía haber sido arreglada como cada día, pero
Yoochun esta vez no alcanzó a llegar a ningún lugar. Solo dejó su cuerpo
reposar en el suelo.
Sus piernas
estaban dobladas, fue fácil hundir la quijada en sus rodillas y cerrar los
ojos. Como si sintiera la presencia de Changmin tan cerca de su cuerpo suspiró
y en algún momento que no alcanzó a medir, sus lágrimas salieron solas, en un
silencio mortal y desconocido que lo hizo hundirse un poco más, con ese
inestable sin sabor que tenía desde el amanecer.
…
…
Para Heechul
había sido la primera vez, había matado sus fantasmas por más de cuatro horas,
hablando de nada y al mismo tiempo de todo con Siwon, extrañamente aferrado al
hombre que de pronto lo invitó a caminar, se vio sentado en una banca
cualquiera conversando de nimiedades mientras el otro solo parecía entretenido
en retenerlo un rato más. Heechul no se quejaba, porque le placía un poco de
esa paz.
—Es tarde—
Comentó Choi cuando las calles se empezaron a vaciar y Heechul bostezo por
sexta ocasión –Es hora de ir a casa.
—Casa…— Heechul
ni siquiera fue consciente del suspiro en sus labios –Debe ser agradable.
—¿El qué?
—Tener una casa a
la cual regresar.
Siwon estaba vez
suavizó sus expresiones, miró al mayor de reojo y notó su mirada repentinamente
perdida, sus manos juntas por el frío y la sonrisa de sus labios, esa que no
parecía ser la adecuada.
—¿No la tienes?
—Soy huérfano—
Admitió sin problemas –Nunca la tuve.
Levemente Siwon
se vio afectado por esa respuesta, por lo que Heechul representaba y esa
sensación propia de querer rescatar al menos algo de alma en ese ser.
—Todos tenemos un
hogar, un lugar al que regresar.
—No cuando tomas
las decisiones equivocadas— Heechul había bajado la mirada, jugaba con las
mangas de su abrigo y susurraba –Yo me equivoqué, y ya no puedo cambiar las
cosas.
—Siempre se
pueden cambiar las cosas.
—Ese es un
pensamiento muy positivo— Kim de pronto mostró una sonrisa, alzando su rostro
directo a los ojos del menor –Por eso me agradas, aún pareces tener esperanza.
—¿Tú no?
—¿Te has dado
cuenta que hemos hablado por horas y ni siquiera sabemos bien que es el otro?
¿Qué haces? ¿A qué te dedicas? Tú familia…
Siwon descubrió
de repente que era muy fácil dejarse llevar por Heechul, notó su interés por
cambiar de tema, por huir de aquello que aún no lo dejaba ingresar en su vida,
y entonces sonrió.
—Tengo un hermano
menor— Dijo Siwon –Pero no vive en Seúl.
—Oh, ¿en serio?—
Heechul rio bajito –De seguro es una cosa tierna.
—¿Por qué lo
dices?
—Porque tú eres
todo lo contrario, así que seguramente él es lindo.
Siwon rodó los
ojos imprevisiblemente y Heechul rio con más ganas en esta ocasión, sentado
junto a él mientras oscurecía un poco más a cada minuto y dejaba las
incongruencias del mayor pasar. Viviendo con esa improvisación que antes no
había sido capaz de vivir.
…
…
Jihoon pudo darse
cuenta que había amanecido cuando el sol entró por la ventana de su oficina, la
noche había sido corta a su parecer, entre los papeles que uno de los
detectives le había entregado, sus ojos cansados habían podido encontrar los
movimientos exactos de Kim Jaejoong aquella mañana meses atrás.
Le dolía el
cuello y se encontraba más cansado de lo habitual pero Changmin seguía siendo
un misterio a sus ojos. Su desaparecimiento y probable muerte seguía siendo la
condena para Kim y los números trabajos que parecía haber realizado para
Leesang.
Kim Jaejoong
estaba hasta el cuello y el momento de papeles en su oficina solo lograban
hundirlo un poco más. En cuanto escuchó un poco de movimiento fuera de la
oficina suspiró, se permitió descansar sobre el escritorio un rato más, pero
fue cuestión de segundos para que los minutos se le fueran de las manos.
Cuando volvió a
abrir los ojos daban casi las nueve de la mañana y el ruido fuera era un poco
más previsible, no se molestó en arreglar un poco su estado, abrió la puerta y
miró entre los escritorios.
Yunho estaba ahí,
agarraba a Siwon de la espalda mientras le hablaba muy de cerca con una sonrisa
en el rostro y Choi solamente rodaba los ojos revisando un montón de papeles
entre sus manos.
—Kang por favor
tráeme una taza de café bien cargado.
—Enseguida.
La mujer se movió
rápido y Rain únicamente alzó su mano para que los otros dos muchachos se
acercaran. Segundos después, Yunho cerraba la puerta detrás de él y Siwon
miraba con reprobación todo el desorden en el que se había convertido su
oficina.
—¿Qué es todo
esto?
—Siwon deja esa
cara, tengo información importante. Las cosas están empezando a cerrar.
Yunho recorrió el
escritorio con cuidado, sus manos cuidadosamente tocaban un par de papeles que
había y miraba las fotos. Especialmente aquellas que Rain tenía contra la
pizarra. Sus ojos se abrieron de par en par.
—Ya no hay duda,
fue Jaejoong. Leesang lo envío personalmente. Kim Jaejoong no era cualquier
persona. Heechul es ese amor obsesivo que ese tipo tiene, pero Jaejoong era su
mano derecha, su hombre de confianza, aquel que realizaba los movimientos más
importantes y reservados.
Las fotografías
iban desde Jaejoong en diferentes perspectivas, sus ropas costosas y elegantes,
siempre junto a Leesang, hablando cerca de su oído, con costosos autos y
propiedades, en ese rostro vacío y frío en el que había sido capturado.
Ese no era
Jaejoong, no el que él conocía.
—¿Quieres decir
que Leesang podía desconfiar de Heechul pero no de Jaejoong?
—Así es, confiaba
ciegamente en él y si me permiten escudriñar… Puede que incluso el mismo
Jaejoong esté fingiendo.
El rostro de
Yunho regresó de inmediato hacía los otros dos.
—¿Tú has notado
algo?— Siwon se dirigió directo hacía él –Durante las sesiones o algo así.
—No creo que esté
fingiendo.
Choi frunció el
ceño –No le estoy preguntando a Yunho lo que piensa, se lo estoy preguntando al
profesional.
—No lo sé…— Yunho
entonces prefirió haber mordido su lengua –Es demasiado real, no creo que esté
fingiendo.
—Donde ese tipo
nos golpee por la espalda, y tú no nos des aviso ¿sabes lo que eso significa?—
Siwon de pronto había congelado sus expresiones como si su estupendo buen ánimo
hubiera desaparecido de repente –Es una investigación de años. Tenemos más de
seis años siguiéndole la pista a Leesang.
—Lo sé Siwon—
Yunho frunció su ceño también –Lo sé muy bien.
De pronto la
imagen de Jaejoong dejó de pintar a colores.
¿Y si los estaba
engañando?
¿Y si todo este
tiempo solo había caído como idiota ante él?
…
…
—¡Yoochun!
Despertó
bruscamente, sudaba de pies a cabeza y la sábana se escurrió por su cuerpo con
pretensión de dejarlo libre al fin, no recordaba muy bien el momento exacto en
que llegó a la cama, solo podía recordar a Changmin, gritando frente a él con
desesperación mientras estiraba su mano y él no alcanzaba a llegar.
Changmin caía y
Yoochun se hundía en la desesperación acostumbrada, su nombre dicho a gritos
por esa voz que tan bien la reconocían sus sentidos, limpió el rastro de sudor
en su frente y suspiró, mirando la hora del celular.
—Es temprano…—
Murmuró tranquilo y luego agitó sus cabellos –No puedo seguir así.
Sin embargo su
cuerpo parecía necio a reaccionar, sentía que caía todavía, la piel encrespada
y el pulso acelerado, de nuevo esas pesadillas, otra vez Changmin clamando su
presencia aunque su voz lo atormentara y lo tuviera al borde de un abismo no
muy claro para él.
…
…
—Sí, por favor—
Changmin dio pasos ligeros sobre el suelo, con cuidado se acercó hasta la sala
donde la voz de Minho se escuchaba, lo encontró de espaldas, mirando un cuadro
cualquiera en la sala de estar, con el teléfono entre las manos –Voy a viajar a
Seúl unos días, hazte cargo de mi lancha por ese tiempo.
Los ojos de Shim
se abrieron de par en par, sintió su estómago revolverse inclusive, como si el
corazón llevara una maratón propia que él no era capaz de controlar, Minho
habló solo unos minutos más y luego giró, encontrándose directamente con él.
—¿Irás a Seúl?—
Preguntó despacio pero Minho solo sonrió.
—Iremos, Changmin—
Cuando lo vio acercarse, Changmin sintió sus propias alertas despiertas, las
manos de Minho buscaron las suyas y él solo se alejó.
Aunque Minho no
dijo nada y fingió muy bien no haberlo notado. Changmin quiso golpearse por esa
reacción extraña. Choi sonrió. Ligera y casualmente, abriéndose paso hacía la
cocina casi sin mediar palabras y entonces Changmin se rindió frente a él, lo
abrazo por la espalda y cerró muy bien los ojos.
—Lo siento mucho—
Dijo despacio –Aún estoy muy confundido.
—Lo sé— Minho
acarició sus manos con cuidado –No quiero presionarte.
Changmin asintió
esperando que Minho entendiera el gesto y prefirió quedarse así, un rato más
mientras pagaba por sus culpas ante él y su corazón borbotaba furioso ante el
regocijo propio de saber cómo había sido su vida antes de él.
…
…
Siwon
congestionaba todavía sus pensamientos, había conducido lo más veloz que podía,
con sus pensamientos arrebolados en él, en sus acciones, en sus extrañas
actitudes. Choi Siwon no era hombre de creer en las casualidades, mucho menos
en los regalos divinos.
Si Jaejoong podía
perfectamente fingir haber perdido la memoria, Kim Heechul podía entonces
también acercarse a él con doble intención. Sus pasos fueron veloces, sin saber
cómo enfrentarlo en realidad, dejar al descubierto que era policía cerraba sus
posibilidades de ayudarlo a escapar de Leesang, a menos que el mismo Heechul
estuviera jugando contra él.
Se detuvo en el
portón del edificio de Heechul, estacionando el auto sin mucho cuidado.
Sus ideas no
tomaban formas todavía, y Heechul parecía un ente ajeno que no podía jugar en
su propia cuenta cuando lo que más deseaba era huir de él.
Sintió ese
escalofrío propio del miedo, y dudó, un rato más. Porque enfrentarlo era
arruinarlo todo y sus instintos clamaban por algo de clemencia contra sí mismo.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron los cabellos rojos y rebeldes del
muchacho frente a él fue lo primero que observó, y como pocas veces, decidió
ignorarlo.
Hyukjae en cambio
lo miró en verdad, la analizó brevemente en cada estado que podía detectar el
lugar donde lo había visto antes, lo sabía y su memoria rara vez le fallaba,
vio su espalda ancha, su cabello corto y su porte serio e imponente.
Pocas veces
Hyukjae miraba demasiado a otro ser, luego mordió su labio inferior y caminó.
Jugando esas estrategias en su cabeza, sabía a la perfección dónde lo había
visto anteriormente, entonces sacó su celular y marcó el número de Leesang, que
a tanta perfección conocía.
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