¿Cuánto falta
para que el sol vuelva a salir?
—¿Has oído de él?
—¿De Jaejoong?
¡Por supuesto! Es como ese tipo que lo ha logrado todo vendiendo su alma, no
quisiera ser como él, pero lo envidio muchísimo.
A medida que sus
pasos se habían acostumbrado, avanzaba. Las baldosas eran un poco más ruidosas
de lo normal para sus zapatos que hacían eco mientras avanzaba y su rostro frío
solo podía marcar la distancia con los demás.
Si se abría
camino a Leesang el resto solo observaba y la imagen de Jaejoong quedaba
prendida en alguno de esos lugares ajenos. Tan ajenos como él y su estoica
presencia mientras soñaba, como alguna vez lo hizo Heechul con un lugar muy
lejos de ahí.
No estaba
presente, no tanto como los silencios de Heechul cuando cruzaban miradas en
algún lugar, porque era instintivo que no llegaran a llevarse bien. Pero
Jaejoong en el fondo, a pesar de haberle vendido su alma a Leesang y no
arrepentirse aún, si hubiera deseado un pasado distinto. De esos que la gente
aburrida solía tener.
El peso de sus
decisiones pesaba ya en su joven vida.
Solo a veces
guardaba tanto silencio como la cantidad de pensamientos que burbujeaban en su
interior, solo a veces cuando creía que nadie más lo podía escuchar. Y se lo
prometió, sería la última vez. Shim Changmin sería la última alma en
extinguirse frente a él.
—¿Estás de
acuerdo?
—Lo estoy— Habló
sin reparo, apenas observando la fotografía —Pero es la última vez.
Leesang no se
molestó en mostrar más expresiones que las necesarias. Solo ocupó un pedazo de
su tiempo en colocarse contra el sillón y suspirar, con las carpetas todas
sobre el escritorio y Jaejoong correctamente vestido frente a él.
…
…
Jaejoong no creyó
sentirse más perdido que justo ahora.
Aún persistía ese
carácter suyo férreo y agudo. Sus entrañas quemaban ante la traición y sus
venas frías lo obligaban a mantenerse impasible en aquel lugar, pagando por
unas culpas que merecía, y de las que no necesitaba ser exculpado. Nunca lo
hizo bajo la manta del odio, fueron recursos que cualquiera en desesperación
hubiera decidido usar.
Pero entonces
lamentaba sus pocos meses atrás, cuando esa sonrisa estúpida vislumbró desde
sus labios, y portó como jamás lo hubiera esperado. Y sintió tantas cosas fuera
de lugar por él.
—¿Aún no saben
algo?
—Dicen que el
enfrentamiento fue bestial, hay muchas bajas.
Jaejoong solo
deslizó su mirada con cuidado, donde algunos guardias se encontraban reunidos
frente al televisor. Su corazón pequeño, reducido a escombros lo molestaba,
desde las primeras horas de la mañana cuando luego de pocas horas de sueño al
fin despertó.
Pero se
acumulaban ahí, y comentaban bajito, se preocupaban y compartían frases a medio
entender para él. Yunho era como un recuerdo borroso que quería eliminar pero
persistía en cada espacio de él.
En realidad,
Jaejoong siempre fue consciente de que enamorarse, siendo la palabra más idiota
de la historia, no era con lo cual él tendría que convivir, tal vez
desarrollaría afecto por alguien en algún momento, tan fuerte como Yunho. Así
de intenso y adverso por igual, pero hablar de amor aun le era repulsivo. No
creía en las fantasías después de todo.
Así que respiró
hondo y trató de cerrar los ojos, aunque ni así pudiera escuchar bien.
—Parece que Choi
y Jung están en terapia intensiva.
—¿En serio?
—Algo así
escuché, no han permitido a nadie saber exactamente lo que pasó.
Jaejoong de
pronto se encontró en medio de un camino bifurcado, entre ese Jaejoong de
esperanzas meses atrás y su naturaleza pobre y deformada por la realidad. Ambos
igual de atentos a lo que la vida les podía dar, esperando aun por la sombra de
Yunho entrando por aquel lugar.
Se llenaba de
suposiciones su cabeza y prefería negarse a pensar, porque ahondarse en lo que
había sucedido en realidad era recordar que dolía, tan fisiológicamente, que
creyó, podría gritar de desesperación en cualquier lugar.
…
…
Mir entró
corriendo, evitando la prensa, la gente y las enfermeras que parecían pulular
por todos lados como si se hubieran propuesto no dejarle camino, pero cerca del
lugar todo era un poco peor, había tantos policías como gente en la sala de
espera y todos parecían encerrados en armaduras de acero.
Sin embargo miró
de un lado a otro, espacios vacíos donde pudiera encontrar a algún doctor, uno
que le diera señales de algo, pero su corazón solo se agitó un poco más. Giró
de un lugar a otro desorientado todavía, sin siquiera entender las vertientes
internas que lo habían arrastrado hasta ahí.
Pero tenía esa
necesidad absoluta por saber de él, se conformaría con tan solo saber que al
menos no estaba entre los nombres en lista que saldrían en un par de horas como
víctimas de aquel terrible encuentro.
—Buenas tardes—
Trató de que una de las enfermeras se detuviera, pero ellas solo se disculpaban
con palabras a medias y corrían de un lugar a otro apresuradas —Señora— Tocó
suavemente a una de las policías que habían reunidas y luego olvidó que decir.
—¿Sucede algo?
—Jung Jihoon—
Pronunció despacio, como si la realidad acabara de golpearlo. Él no tenía
razones lo suficientemente fuertes para estar ahí —¿Cómo está?
—¿Quién eres?
Ella lo miró con
evidente desconfianza y Mir sintió de nuevo ese malestar en su estómago.
“No tienes por
qué estar aquí…”
—No deberías
estar aquí— La otra mujer alzó su rostro mirándolo directamente y Mir no quiso
admitir las formas en que había logrado colarse por amistad de su familia con
los del hospital, retrocedió nervioso repentinamente como si ellas pudieran con
sus preguntas atravesar sus propios medios —¿Cómo te llamas?
Pero si él no lo
quería admitir, ¿por qué ellas lo iban a obligar?
—¿Mir?
Giró
instintivamente la voz masculina y gruesa de Rain hizo saltar sus emociones en
un trampolín violento, lo descubrió sentado en una de las sillas en el pasillo,
rodeado por más policías, con su ropa sucia y su rostro sucio y algo marcado
por pequeñas cicatrices.
Y sin embargo fue
como si se sintiera satisfecho solo con eso.
—¿Eres idiota?—
Pateó su pantorrilla con descaro, sintiendo la tensión de los demás ante su
imprudente actitud, ante su descaro y rasgo infantil —¿Cómo se te ocurre…?—
Entonces no quiso hablar más, porque si lo hacía iba a dejar salir todo ese
estrés transformado en lágrimas.
Apretó los puños
y juntó sus dientes, mirándolo ahí, con sus ojos abiertos de par en par
contemplándolo tan fijamente que cuando el mayor se levantó, Mir solo pudo
retroceder un paso, y luego otro más.
—Por alguna
razón— Habló el mayor —Yo también tenía ganas de verte.
Los brazos de
Jihoon se cerraron sobre su cuerpo y Cheolyong descubrió que en verdad era un
poco más bajo que él, que singularmente no le molestaba su ropa sucia y
desgastada de ese instante ni le importó quedarse inmóvil mientras apreciaba
que en verdad se encontraba bien.
Lo sabía bien, si
hubiera hablado un poco más hubiera terminado por llorar, y estaba cansado de
hacerlo frente a él. Estaba agotado de que todas sus emociones se vertieran
peligrosamente sobre ese ser extraño que en cada encuentro esporádico se graba
más y más en su cabeza. Como una lección que pronto podría arrepentirse en
aprender.
…
…
Yoochun recordó
las perspectivas completas de su vida muy tarde, cuando la imagen de Changmin
dejó de brillar por un instante con tanta intensidad, cuando su corazón ya no
saltó conmocionado y sus ojos al fin pudieron dejar de mirarlo así, con esa
epifanía deliciosa, parecida al mejor de los regalos.
Pero luego se
removió incómodo, con una presión enorme sobre él y un poco de fe en sí mismo
perdido en algún lugar. Era como un escozor extraño que recorría cada parte de
si y lo hacía sentir en conflicto.
Pero cada vez que
marcaba el número de Junsu, sonaba y sonaba sin darle la más mínima
oportunidad, entonces Yoochun decidió salir muy temprano de ahí, con la imagen
de Changmin dormido muy marcado en sus ojos, apenas pudo hablar con Choihang y
aclararle que volvería pronto pero cuando se encontró en recepción solo logró
sentirse más inestable que antes.
¿Qué le podía
decir?
¿Cómo podía
mirarlo a la cara?
—Yoochun…— Junsu
llegó con su ropa de dormir, y su mirada algo confusa, apenas las puertas del
ascensor se abrieron y Yoochun volvió a caer en ese abismo horrendo de
incomprensión. Era Junsu. Ese Junsu en toda su magnificencia, y la mirada de
Yoochun se opacó. —Hablemos arriba.
Junsu jaló de su
mano buscando una privacidad que en aquel lugar no iban a tener, pero el
contacto duró poco, mientras las puertas del ascensor volvían a cerrarse, y
luego el silencio mortal los abrazó.
Dentro de la
habitación no había demasiado, solo las pocas cosas que Junsu había decidido
traer y Park momentáneamente sintió unas intensas ganas de vomitar. De que el
cielo se abriera y le permitiera una excusa valedera para no tener que alejarse
de él.
—¿Entonces?—
Junsu decidió darle la espalda, a unos pasos de él —¿Has venido a disculparte y
decir adiós?
—No es así… Yo…
—Yo te entiendo.
Junsu machacaba
una a una las excusas que pudo tener y no funcionaban, pasaba todo tan rápido
que Yoochun se sintió mareado de repente, como si el cerebro lo traicionara y
jugara con su estado físico. Como si incluso respirar fuera difícil.
—Junsu— Aclaró su
garganta y respiró hondo —Cuando te pedí que vinieras conmigo en verdad tenía
puestas muchas esperanzas en esto. Yo estaba seguro de que eras la persona
indicada. Pero no puedo dejar a Changmin, yo no puedo simplemente dejar de lado
a la persona por la que… No sé cómo hablar contigo sin hacerte daño.
—Yo sabía—
Susurró despacio Kim —Sabía que esto terminaría así. Siempre es así, siempre me
equivoco, nunca tomo las decisiones adecuadas ¡Todo pasó tan rápido! ¿Por qué
no lo pude ver?
Junsu llevó las
manos a su rostro. Exasperado y con un bufido que intimidó a Yoochun como pocas
veces le podía pasar.
—Está bien, vete
ya. Vive tu vida aquí en Corea que yo me regresó a Paris en unos días, Solo has
como si nada pasó.
—Pero…
—¡¿Qué no lo
entiendes?!— Gritó —Tenerte aquí, pidiendo disculpas me humilla más, me hace
sentir peor. Mientras más pronto desaparezcas, más pronto te podré dejar como
una mala decisión. No te quiero cerca, no quiero recordarte así, no de esta
manera. No quiero recordarte en lo absoluto.
Yoochun asintió,
con su boca apenas moviéndose en intentos de palabras que morían más rápido que
las ideas.
—Yo nunca quise
que esto terminará así.
—¿Nunca quisiste
volver a verlo?
Junsu se escuchó
tan lleno de resentimiento.
—Sabes que no me
refiero a eso.
—Lo sé. Y no te
culpo, que es lo más… terrible. Si estuviera en tú lugar, si lo amara tanto, yo
que tú no lo dejaría ir de nuevo. Estas oportunidades no suelen ocurrir.
Junsu descubrió
sus ojos húmedos, justo frente a Yoochun. Y a pesar de que respiró hondo su
vista solo logró nublarse un poco más.
—Por favor,
perdóname— Para el momento en que Yoochun se arrodilló frente a él, con las
manos por delante, Junsu solo pudo desviar la mirada y borrar con sus manos las
lágrimas que lo acosaban. Como si hubiera cometido el peor de los pecados —En
verdad me siento horrible. No quisiera que estuvieras pasando por esto. Lo
siento.
Kim mordió su
labio inferior con fuerza “No llores, no te desbarates frente a él”Lograba
pensar, apretando sus puños con intensidad. Yoochun siguió a sus pies un rato
más y finalmente él pudo respirar hondo y suspirar.
—Vete ya Yoochun.
Park estaba ahí,
de nuevo a su altura, sin saber qué hacer, ni que decir.
—Por favor
cuídate mucho— Murmuró con pena —Y si necesitas algo…
—Serás la última
persona a la que recurra, tenlo por seguro.
Junsu estiró un
poco su mano y Yoochun asintió con sus pasos lentos a la puerta, con Junsu
cruzado de brazos y la mirada lejos de él, esperando escuchar el eco de sus
pasos fuera de ahí, las palabras suyas no habían alcanzado a Junsu, no había
forma de que llegaran hasta él, cuando él mismo no sabía exactamente qué decir.
Salió atormentado
por su corto pasado, por la sonrisa de Junsu que no recuerda la última vez que
vio, con un dolor de cabeza angustiante y una felicidad encarnizada que lo
hacía sentir todavía peor.
No podía
simplemente dejarlo a un lado y abandonarlo ahí.
Pero tampoco
podía acercarse sin que Junsu intentara la próxima vez que lo viera golpearlo.
Quería y a la vez
no deseaba estar junto a él.
Temía por los
pocos y escasos retazos de afecto que podía tener.
…
…
Recorrió la
estancia con cuidado, Changmin procuraba no tocar demasiado para no sentirse
involucrado, sin embargo veía las imágenes que permanecían repartidas por
cualquier lugar, las fotografías y esos ojos que transmitían mil cosas a la
vez.
Podía quedarse
ahí, observando una sola de esas fotografías, tratando de descifrar a ser ese
extraño que aparentemente era él y parecía tan estremecedoramente entregado a
esas tres personas que parecían ser su familia sanguínea.
El lazo con
Yoochun era mayor, mucho mayor, quizá por ser el único recuerdo desarrollado en
su cabeza hasta la fecha y levantarse a solas fue como un terrible vacío sin
ser expresado a continuación.
—Changmin— Cuando
su madre, denominada así por las pruebas presentes llegó hasta él, envuelta en
ese hermoso vestido y con sus pasos un poco indecisos, Changmin apretó los
puños reticente ante la imagen de ella —¿Quieres hablar un rato?
Si bien sus
emociones no definidas lo tenían atrapado. Changmin luchó porque su rostro no
mostrar ni un ápice de esa terrible negación que quería exfoliar incluso a
costa de romperle el corazón a la mujer.
—Claro.
No quería ni un
poco de contacto humano desconocido, no quería sentirse mínimo e indiferente,
con tan poco conocimiento que sentía que todo lo que se sentía a su alrededor
eran puras mentiras. Esa desconfianza tan suya que no lo dejaba avanzar.
Contaba una a una
las verdades que eran susurradas en sus oídos y pretendías separarlas y
asimilarlas, tratar de darles argumentos valederos para toda esa sensación
hueca y el espacio vacío de Minho, aquel que simplemente había desaparecido.
A veces Changmin
pensaba que preguntar por él sería imprudente, pero de repente vagaba en sus
propios desvaríos y pensaba que regresar con él movería las piezas de ese
enorme juego de ajedrez. Minho no era un completo extraño en Seúl, tenía
incluso a su hermano mayor aquí.
—Vamos al salón.
Choihang tomó su
mano con soltura, su tacto cálido y agradable lo guio entre los pasillos vacíos
y él solo pudo deslizar sus pensamientos hacía Yoochun, al hecho que lo había
llevado lejos de él, dejándolo afrontar todo esto solo.
Porque podía
estar ocultando sus miedos, pero de algún modo, internamente, deseaba su mano,
su apoyo junto a él, lo único creíble en medio de tanto desconocimiento tan
bestial que arañaba lentamente su cordura inestable.
…
…
—¡¿Dónde has
estado?!
Changmin ingresó
azotando la puerta de su habitación, Yoochun apenas alcanzó a terminarse de
sacar la camisa que llevaba puesta cuando la mirada profundamente molesta del
menor lo atravesó sin reparo, con sus puños apretados y sus cejas juntas por el
enojo.
En un instante
breve Yoochun se sintió acorralado, como si hubiera salido a hacer algo
realmente malo y Changmin quien clamaba tanto su presencia solo lograba
sentirse ofuscado y endeble al mismo tiempo.
—Tuve que salir
un momento…
—¡Estuve esperando
por ti!— Cuando Changmin gritó con fuerza, descubrió tarde que la pregunta
anterior no necesitaba una respuesta en verdad —Esa mujer intentó hablar
conmigo pero fue un absoluto fracaso, siento… que no hay ninguna conexión.
Finalmente esa
fuerza intensa con la que Changmin había ingresado quedó disminuida a las
cenizas y Yoochun caminó hasta él con un suspiro pequeño entre los labios, Shim
era como un vacío interpolado y sus manos agarraron con ligereza los brazos de
él.
—¿Hablas de tu
mamá?
Changmin asintió
con la mirada perdida de un lugar a otro, sin reparo ni astucia, solo despojos
suaves de evitar su mirada ante el sofoco propio de la debilidad que caía sobre
sus hombros. El desconcierto y el miedo envueltos por igual.
—Tendremos que
buscar ayuda.
—No me vuelvas a
dejar solo— Changmin se atrevió a abrazarlo, a que sus brazos rodearan a Park
con débil fuerza —Eres lo único que recuerdo, lo único real— Se asqueó mientras
lo pronunciaba, depender de otro lo hacía sentir infravalorado, pero Changmin
solo suspiró moviendo un poco los cabellos de Yoochun ante el gesto.
Estaba envuelto
por un giro constante, los recuerdos creados desde que hubiera abierto los ojos
luego del accidente parecían dispersos ahora, Yoochun era lo único presente. Su
único pasado al que podía mantenerse aferrado aunque su orgullo pisoteado lo
odiara justo ahora, pero acorralado Changmin no podía vislumbrar la luz y sus
miedos ante tantos cambios, tan rápido lo dejaban sin fuerzas y sin armas.
—No tengas miedo
Changmin.
Y la manera en
que Yoochun podía leerlo lo aliviaba y lo asustaba por igual.
…
…
Minho dio pasos
suaves en medio de toda esa locura que eran los sujetos a su alrededor, sus
ojos cansados y mitigados por los malos augurios lo llevaron hasta ahí, su
corazón pequeño y destrozado lo hizo sentir más joven de lo normal. Tan pequeño
e insignificante que acercarse al pequeño estado del vidrio frente a él lo hizo
sentirse paralizado.
Cuando colocó la
mano sobre el vidrio y observó el cuerpo de Siwon su cuerpo entero sintió el
vacío emocional que venía suponiendo desde que recibió la llamada. Escuchó los
susurros lejanos y una voz en su cabeza que le decía que algo debía hacer.
Madurar pronto
nunca había sido lo suyo, su relación subjetiva con Changmin eran muestras de
ello. Pero no era tiempo para pensar en él, solo podía sufrir del choque
emocional que tenía mientras veía a la persona más saludable y fuerte que había
conocido, lleno de tubos, heridas y moretones que lo hacían casi irreconocible.
Su rostro
completamente ausente lo hizo sentir que el mundo se abría frente a él y Siwon,
un espacio que jamás podría ser saldado, luego la realidad cumplió su cometido
y las lágrimas salieron solas, sin que su expresión variara demasiado. Su
corazón se adelantaba a la fisiología de su cuerpo y Minho no sabía si
agradecerle o no.
Solo salían, como
pequeñas gotas rebeldes que escapaban de sus ojos, tan vacío e indispuesto que
sintió la imagen de Siwon marcarse en sus ojos por un tiempo indefinido.
“No lo vas a
olvidar” gritaba su mente y Minho le daba la razón.
…
…
—Vamos hyung.
Heechul, débil
todavía no lograba entender las acciones de Sungmin. Lo había sacado de la
habitación sin tomar demasiadas cosas en cuenta, como su precaria salud que
podía empeorar en cualquier momento.
Y no es como si
Heechul quisiera hacer muchas cosas con su vida o no, pero las acciones del más
bajo le dejaban entrever algo más peligroso todavía. El miedo en sus facciones
mientras lo ayudaba a acomodarse en esa habitación repleta de cinco personas
más, en una habitación de uso general.
Solía jactarse
siempre de poder tener una de esas habitaciones privadas, pero Sungmin lo había
llevado hasta allá, un pase implícito que no terminaba de entender.
—¿Qué está
sucediendo? ¿Por qué pediste que me cambiaran de habitación?
—Aquí estaremos
bien. Entre tanta gente hay menos riesgo— Sungmin parecía hablar solo y a veces
miraba constantemente a la puerta.
—Sungmin…
—Tienes que
recuperarte pronto, hyung. Tenemos que huir, no creo que él haya muerto, no tan
pronto… no tan fácilmente.
—¿De qué hablas?
—Leesang.
Los ojos se le
abrieron de par en par, en un movimiento que casi lo hizo sentir mareado, pero
quizá era propio de su estado precario. Mientras Sungmin seguía nervioso y casi
pálido frente a él.
—¿Qué hiciste
Sungmin?
—Nada— Lee lo
miró a los ojos y Heechul solo intensificó su mirada —Tú solo ocúpate de
mejorar pronto, hyung.
Las muñecas
vendadas de Heechul dolían todavía, no las podía mover demasiado y el apetito
era menor que el habitual, sin embargo Kim parecía dispuesto a ignorar lo
sucedido. Sungmin parecía comprometido con la situación.
Las alas de
Heechul estaban tan rasgadas como sus brazos ahora, si miraba a Sungmin por
ratos, su rostro cansado evidenciaba las noches sin dormir. Heechul se sabía
importante para él, pero solía ser más egoísta de lo normal ahora. Y buscaba
huir. Solo eso como base principal. Inexplicable y monótono. Como eso que
Sungmin parecía tan empeñado en ocultar.
Suavizó un poco
sus expresiones mientras los acompañantes de los que permanecían en otras camas
hacían cosas para lograr animar al otro, suponía no estar en un lugar especial,
solo en el lugar que aquellos a punto de salir solían usar.
Heechul se negaba
a hablar con la psicóloga, pero tenía la firme idea de mentir hasta donde
pudiera, si eso le otorgaba la salida inmediata de ahí.
…
…
Un paso tras otro
Jaejoong caminó. Guiado por la desesperación y la insoldable caricatura que era
él dentro de sus recuerdos, como un odioso video de amor: entre sonrisas
desubicadas y sutiles roces, besos menguantes y situaciones que parecían vistas
a través de la pantalla de un televisor.
Las sentía tan
ajenas y tan parte de él, que se terminó por rendir.
—Guardia— Habló,
aún con la mirada perdida y las emociones muertas. El hombre giró con la
sorpresa dibujada en sus facciones, aunque velozmente las cambió por una
indiferencia renuente que Jaejoong ignoró, agarrándose fuerte de los barrotes
de la celda —Estoy dispuesto a confesar.
El guardia abrió
sus ojos un poco más, todavía sorprendido por el hecho de oírlo hablar desde
que fuera capturado, a pesar de las constantes iniciativas de la psicóloga
porque diera un paso hacía ellos.
—Iré a llamar a
mi superior.
—¡Espere!— Apenas
estiró su mano, saliendo de los límites de su libertad pasiva —Antes necesito
pedir algo a cambio.
—¿Crees que te
encuentras en posición de exigir?
—¿Tienen alguien
más?— Jaejoong sonrió advirtiendo la tensión en los hombros del otro —Vamos… No
es la gran cosa en realidad. Será algo muy fácil de concederme.
…
…
Cheolyong solo
observó de lejos a Jihoon la manera en que se mantenía con la cabeza un poco
baja escuchando con atención a la mujer un poco más bajo que había llegado de
urgencia a comunicarle algo sumamente importante. Rain tenía sus brazos
cruzados y una expresión seria total.
Mir se había
mantenido renuente a moverse de ahí, había llegado a casa a avisar, pero
mientras Rain no saliera del dichoso hospital, Cheolyong sentía con el paso de
los segundos que poco a poco su presencia era cada vez más innecesaria.
Lo contempló
pensar durante largos segundos, hasta luego pronunciar pocas palabras y volver
junto a él. La mujer en cambio solo había asentido moviéndose velozmente de
ahí. Cuando llegó, la mirada de Jihoon había cambiado un poco, parecía tratar de
leer en sus ojos algo y Mir intentó no desviar la mirada.
—¿Ocurre algo?
—Es hora de que
vayas a casa, Mir.
—Pero…
—Yo estoy bien—
Le cortó de inmediato Jihoon —Agradezco mucho que estés aquí, pero debo
quedarme con mi escuadrón y luego atender cosas importantes del departamento ya
que Siwon no…— Repentinamente la lengua de Jihoon se trabó —Bueno, creo que es
mejor que vayas a descansar, por favor.
Mir asintió,
tratando de no convertirse en esa molestia de la cual Rain se pudiera
arrepentir, había tantos huecos en medio de ese abrazo y esa repentina frialdad
con la que hablaba ahora. Por eso sonrió suavemente y luego respiró hondo.
—Cuídate.
Luego de eso los
latidos sonaban en su cabeza, sus palabras agotadas morían mientras salía del
hospital y recién entonces se avergonzaba por sus acciones impulsivas, por lo
que el resto del mundo había podido contemplar y por Rain, en toda la extensión
de lo que representaba inestablemente para él.
…
…
Jaejoong entró de
la peor manera aquella noche, cuando el reloj marcaba las once y algo más y el
lugar estaba casi desierto, casi porque la gente no estaba en todas partes y
apenas y había unos cuantos dormidos en las salas de espera. Porque las
enfermeras parecían ocupadas en revisar únicamente las habitaciones y porque
afortunadamente la prensa había abandonado al fin el lugar.
Sus manos
apresadas por las esposas molestaban, a su lado dos policías escoltaban su paso
por el lugar y Jaejoong, inseguro de lo que iba a encontrar solo pudo morder su
labio y tratar de eliminar esa contradictoria sensación de malestar total que
lo recorrió de pies a cabeza.
Cuando llegó,
Rain estaba ahí, con algunos rasguños y su expresión seria. Parecía esperar
frente a la puerta, metido en sus pensamientos, desconfiando de él plenamente.
Y cuando estuvieron frente a frente, Jihoon se tomó el tiempo de analizarlo,
diestramente por un par de minutos antes de atreverse a hablar.
—Diez minutos— Le
aseguró —Y no estarás solo.
—Yo pedí que…
—No te puedo
dejar solo con él, eres un elemento demasiado peligroso.
Saberlo no era lo
mismo que reconocerlo. Y Jaejoong sintió nuevamente el deseo impune de
arrodillarse si era necesario con tal de que lo dejaran pasar. Ese desconocido
allá dentro, ese que había jugado con su ‘yo’ ajeno e ingenuo sin pasado
ni memorias lo estaba obligando a la más grande estupidez de todas.
Pero esa parte
democrática suya no se rendía y clamaba por verlo otra vez.
—Tú decides
Jaejoong— Habló otra vez Rain —Te acompaño, o te vas de regreso a la jefatura.
—Pues si me
regresan no diré una sola palabra.
—De todas maneras
irás a la cárcel— Rain era renuente —Es tu decisión. Solo tú sales perdiendo,
yo puedo encontrar a más que estén dispuestos a hablar.
—Nadie como yo.
Jihoon pareció
abrir un poco más sus ojos, Jaejoong por un momento pensó ganar, sin embargo
Rain respiró hondo y luego solo dejó sus palabras escapar.
—No pienso
cambiar de decisión.
Y Jaejoong tuvo
que resignarse una vez más, todo por culpa de él.
…
…
Así que entrar
fue poco más que devastador, extraño y asfixiante.
La habitación
mantenía ese sonido mortal y constante, la vida de Yunho pendiendo de ese
aparatoso ruido, su cuerpo sobre aquella pequeña cama y ese tubo grueso
entrando por su boca, haciendo que cerrara los ojos un instante, tan intenso
verlo así que cuando la puerta tras él se cerró, no pudo evitar girar de
inmediato.
Solo estaban Rain
y él acompañando a Yunho esa noche, solo eran decadentes diez minutos otorgados
para todo lo que le hubiera gustado decir. Jihoon se acercó serio todavía,
quitándole las esposas sin apuro y mirándolo directamente a los ojos luego de
contemplar a Yunho un rato más.
—Es todo lo que
puedo hacer.
Murmuró sin que
él alcanzar a comprender, pero cuando lo vio sentarse en la cama vacía junto a
Yunho y correr una cortina, Jaejoong sintió un pequeño espacio de privacidad
casi inmune, caminó aterrorizado por las heridas que veía en su cuerpo, el ojo
izquierdo lo tenía hinchado ¿perdería la visión?
Su pierna estaba
inmovilizada y apenas cubiertas las heridas más graves en sus costados. Caminó
abstraído por el pequeño momento que le fue entregado y analizó su estado de
asombro total. Había visto a gente morir a sus pies, de todas las formas
posibles, los había visto agonizar inclusive. Yunho era un nombre más en su
larga lista.
Pero sus manos
tocaron las ásperas de Jung con cuidado y sin interponerse entre todo aquello
que lo mantenía con vida ahí, su cabello y sus facciones, todo tan diferente al
Yunho que pudo ver días atrás.
Acarició su
rostro y notó en ese momento que su mano temblaba, que estaba tan irritadamente
molesto y nervioso a la vez que solo quería poder encontrarlo despierto, pero
él no hacerlo solo ponía en declive todas las cosas que pasaban por su cabeza.
—Lo siento mucho.
Soy dañino para todas las personas a mi alrededor, si te hubiera conocido con
mis recuerdos en su lugar, ¿te lo hubiera llegado a decir? ¿Te hubieras alejado
de mí? ¿Me habría alejado yo de ti?— Arregló un poco ese cabello despeinado y
trató que su boca mostrara una sonrisa —Me debes una disculpa, Yunho. Pero si
hablas conmigo, ahora que se quién soy en verdad ¿te decepcionarás?
Su monólogo
estaba siendo pronunciando en las voz más baja que encontró. Yunho seguía sin
mostrar reacción alguna y Jaejoong solo podía respirar hondo y olvidar como llorar.
—Llegó la hora de
hacer lo correcto, aunque yo nunca creí en eso— Bufó de repente, alzando la
mirada ante el blanco techo del lugar —En realidad yo solo quería huir y hacer
como si mi pasado no hubiera existido jamás. Ahora es difícil con la policía
sobre mí ¿no?
Rió
repentinamente, tapando un poco su boca y luego volvió a respirar profundo,
evitando tocar demasiado a Jung, porque su cuerpo parecía delicado incluso ante
el más mínimo toque. —Si hago lo correcto, alguien como tú… ¿me podría llegar a
querer?
La sonrisa tembló
de repente y luego sacudió la cabeza con fuerza —¿Pero qué estupideces estoy
diciendo?— Sonrió un poco más confiado y apretó deliberadamente la mano de
Yunho —Si despiertas espero que te digan que estoy haciendo las cosas bien, y
quizá así te atrevas a mirarme a la cara otra vez. Aunque sea para decirme
adiós. Si estás vivo no me importa si te vas a otro país u otro continente ¿me
oyes?— Jaejoong sintió la respiración fallarle porque fue incluso hasta
inestable —Dentro de la cárcel de todas maneras no te voy a poder ver. Solo
recupérate por favor, Boa seguramente ha de estar viajando para acá, ¿lo
recuerdas? Ella siempre decía que nos veíamos realmente bien juntos.
Los recuerdos de
sus paso jugaron deliciosamente con su presente, la imagen de ella tan presente
en su cabeza mientras Yunho seguía inmóvil y sin parpadear.
—Yo nunca te lo
dije… Pero eso me pareció tan real, como un anuncio del destino. Ya sabes, mi
otro yo, sin memoria, que
era un ridículo de lo peor. Este yo,
el Jaejoong de verdad, con sus recuerdos y experiencias completas ¿te agradará?
¿Le seguiré agradando a Boa? Yunho… ¿recuerdas aquel globo que hiciste llegar
hasta mí? Seguro ya reventó, pero ese es el mejor de los recuerdos que tengo,
ahora, consciente de toda mi vida, te lo puedo decir: es mi más preciado recuerdo. Lo simboliza todo para mí. Y justo ahora quiero que ese deseo que
pedí meses atrás se cumpla, que se haga realidad.
Se cansó de esas
emociones revoloteando por todas partes en su interior y sencillamente pasó una
mano por su rostro cuando al fin vio a Jihoon moverse, el tiempo se le había
agotado demasiado pronto y Jaejoong únicamente quería quedarse ahí, junto a él
hasta que llegara a despertar, pero su realidad lo alejaba cada día un paso a
más.
—Despierta pronto
por favor.
Besó sus labios
sin reparo, con un toque breve a pesar de las heridas limpias que tenía Jung,
luego solo dejó otro suspiro leve escapar. Y apretó sus puños sin cuidado.
Trató de borrar esas expresiones de su rostro y que todo ese dolor se mitigara
dentro de él.
—Ya es hora—
Jihoon trató de sonar suave mientras abría las cortinas y miraba a Yunho una
vez más —Espero que cumplas con tu palabra.
—Lo haré.
Las esposas
volvieron a él, y su caminar fuera de la habitación fue más pesado de lo
habitual, lo miró por última vez, justo antes de que la puerta se volviera a
abrir y deseó, que el tiempo lo dejara llegar hasta él otra vez.
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