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Arualthings

Memorias Prohibidas - Cap. 18

No despertarás.
Cuando Boa llegó el clima no era realmente bueno y sus pies apresurados se abrían paso entre las personas, su cabello largo apenas recogido se ondulaba y su ropa se desajustaba a cada metro en el que parecía incrementar la velocidad, y cuando llegó a la puerta blanca con el número incrustado en la puerta su respiración agitada la retuvo un instante. La margino de sus emociones y la hizo detenerse dramáticamente.
—Señorita Boa —el policía que custodiaba la puerta la miró de esa manera terriblemente odiosa, la miraba como si le diera un pésame adelantado que ella no necesitaba, así que apenas asintió y se abrió paso a la puerta, allí donde ese hombre se interponía— las visitas deben ser cortas, así que sea fuerte por favor.
Dentro el panorama no era mejor, su hermano estaba sobre aquella cama con el rostro golpeado y con heridas que iban de un lugar a otro en su cuerpo.
—Tiene la pierna fracturada y corre riesgo de perder la visión en el ojo derecho, varias costillas rotas y una de ellas estuvo a punto de perforar el pulmón. Lamentablemente no ha despertado desde que llegó y no ha dado indicios de hacerlo.
La voz del hombre tras ella la hizo sentirse en el lugar equivocado, como si nada fuera real y ella solamente estuviera flotando en un lugar desconocido. Acarició suavemente uno de los brazos del menor, donde la venda no cubría por completo su brazo entero.
—¿Tiene quemaduras?
—Hubo una fuerte explosión. Él se encontraba en el lugar donde inició así que al parecer también resultó afectado por ello.
Boa suspiró, con sus ojos cerrados, y apoyándose suavemente en el pequeño espacio vacío junto a Yunho, lo acarició. Sintió esa terrible necesidad por hablarle y sentirse escuchada, por ver sus ojos abrirse una vez más. Sin embargo los segundos pasaron velozmente para ella y cuando pudo percatarse su acompañante le pedía que salieran ya.
Pero la imagen de Yunho mientras se alejaba logró perforar internamente cada espacio en su memoria y finalmente cuando salió de la habitación pudo sentirse devastada. Las lágrimas salieron sin control de su rostro y la sombra de la fortaleza en ella apareció cuando ocultando el rostro entre sus manos sintió sobre sus hombros las manos del oficial en turno, entonces ella se alejó y agitó un poco su mano, no necesitaba el consuelo de nadie; así que secó sus lágrimas y respiro lo más profundo que pudo.
—¿Cuántas expectativas de vida tiene?
El doctor a unos pasos de ella suspiró, acomodando los lentes en su rostro.
—Sinceramente… pocas.
Boa mordió internamente los labios y asintió. —Gracias.
Caminó, con los puños apretados y el corazón quemándole en el pecho, encontrándose a los pocos metros con un pequeño Minho que se abrazaba así mismo apoyado en una de esas frías paredes de hospital que no parecían poder resguardar a nadie, se detuvo con lentitud y parsimonia, como si los pies le pesaran repentinamente.
Minho no miraba a nadie, solo permanecía con la cabeza agachada y una respiración pasiva. Boa tenía años sin verlo, desde que era prácticamente un niño, y aún lo seguía siendo. Se debatió internamente ¿qué hacer? Minho necesitaba un hombro en el que apoyarse, estaba solo, tan solo como ella lo estaba. Y ella quería llorar y ser consolada. Quería una voz traicionera mintiéndole al oído, diciéndole que todo iba a estar bien.
De pronto esos ojos la miraron y la identificaron con velocidad.
—Noona…
La voz apagada de Minho la hizo comprender que no había tiempo para ella cuando el menor se estaba cayendo en pedazos, solo desde hace horas en aquel hospital. Así que avanzó lento hasta él y lo abrazó con fuerza. Lo había tomado por sorpresa puesto que no recibió respuesta alguna ante el abrazo. Y sin embargo cerró los ojos, pensando en que Minho era como un niño pequeño justo ahora. Solo y desamparado. Sin fuerzas para luchar.
—Siwon es fuerte. Tú mejor que nadie lo sabes.
Entonces el cuerpo de Minho se empezó a sacudir, había empezado a llorar, escondiendo el rostro en el cuello de ella, con su voz amortiguada y sin aliento.
—Estoy tan asustado Boa… no quiero que le pase nada. Quiero que se recupere. La última vez él estuvo aquí… y mis padres murieron. Pero él se quedó a mi lado. Yo no quiero perderlo… ya no quiero perderá nadie más… no quiero.
—Tranquilo. Eso no va a pasar. Siwon va a estar bien, te lo prometo.
Minho la abrazó. La sujetó con fuerza y lloró un poco más.
Boa solo suspiró y dejó que el vacío en su pecho se amortiguara junto a él.
Cheolyong acarició con cuidado ese pequeño muñeco de acción entre sus manos, ese por el cual Changmin y él de pequeños peleaban todo el tiempo, acomodado de manera justa en el estudio de sus padres, para que ninguno peleara y los recuerdos quedaran resguardados en un buen lugar, el pequeño muñeco le dio la bienvenida a un lugar que pocas veces solía visitar desde que creció.
Así que lo tomó entre sus manos y observó las cicatrices del tiempo y sus juegos tontos en él, todavía conservaba un color parecido a cuando lo vio por primera vez, o tal vez ¿se trataba de su memoria haciéndole trampas? Sonrió enternecido por el pequeño muñeco y miró la expresión ruda que tenía, recordó lo mucho que le gustaba el dichoso muñeco, lo mucho que le gustaba a Changmin también.
Y suspiró.
En medio del solitario estudio, en esas horas de una noche que parecía eterna.
—¿Hola?
Cuando giró, Changmin estaba en la puerta, con un vaso entre las manos y su mirada curiosa directa hacía él, Mir recordó que no había tenido tiempo para él, para llorarle como le hubiera gustado, pero lo de Rain había sucedido tan pronto que se había visto terriblemente dividido y consternado por igual.
—Hola —y le sonrió, tranquilo y respiro profundo— ¿quieres pasar?
Changmin no parecía muy seguro con la idea, pero Cheolyong le abrió la puerta y Changmin terminó por caminar junto a él hacía el respectivo sillón, el menor tenía una sonrisa apagada, no tan fuerte, y finalmente Changmin no se pudo negar.
—¿Lo recuerdas? —Cheolyong levantó al pequeño muñeco entre sus manos— Era nuestro anime favorito, y conseguirlo fue una batalla titánica para mamá, pero finalmente lo consiguieron. Jugamos todo el día con él y también peleábamos mucho por él.
Changmin miró lleno de curiosidad el pequeño muñeco lo tomó entre sus manos; su rostro serio y listo para la batalla, lo descolorido por los años, la manera mecánica en que sus extremidades se movían, lo tomó cuidadosamente, como si el solo tocarlo fuera un riesgo, pero sonrió y lo contempló aún más. Con las manos moviendo las extremidades del muñeco.
Con esas risas haciendo eco desde el fondo de su memoria, con las imágenes entrecortadas de dos niños corriendo por los jardines y la capa del muñeco ondeándose en el viento, Changmin se atrevió a preguntar:
—¿Y su capa?
Cheolyong parpadeó sorprendido. Mirándolo un par de segundos sin atreverse a decir palabra alguna mientras lo contemplaba. ¿Capa? Él ni siquiera la había recordado después de tantos años. Su corazón palpitó violentamente y de manera inconsciente colocó una de sus manos sobre el brazo de Changmin.
—Yo… no recordaba su capa.
Changmin se paralizó un instante.
Pero antes de que pudiera volver a hablar, Cheolyong se había levantado del sillón y caminado hacia donde las estanterías, donde habían varias fotografías, había tomado una y llevado de regreso hacía donde ellos se encontraban. Mir estiró el porta retrato hacía él y en la imagen estaban dos niños pequeños sosteniendo entre sus manos el pequeño muñeco de acción, con su resplandeciente capa blanca.
—Y si la tenía al parecer.
Mir sonrió y Changmin se sintió demasiado feliz al contemplarlo. Como si fuera una reacción propia de su cuerpo.
—¿Me dejas? —Mir había estirado sus brazos, y Changmin confundido todavía solo había accedido a asentir mientras sentía los brazos del otro rodearlo y abrazarlo con fuerza— Te extrañé tanto, te quiero tanto, te quiero completamente de regreso Min.
Changmin completó el abrazo, cerrando los ojos, apretando el muñeco entre sus manos.
—Yo también quiero volver a ser el mismo.
Boa presintió que los días pasarían lentamente para ella, y no se equivocó.
Pronto esos días de permiso se convirtieron en semanas y posteriormente en meses, los suficientes como para que el traslado hubiera sido tramitado y su vida a medias en Corea se hubiera instalado. Minho tampoco volvió a su amada playa, se encerró en esas pequeñas paredes blancas de hospital. Sentado frente a la habitación que cada día se hacía más espaciosa y solitaria.
Las hojas de otoño empezaban a caer cuando Siwon finalmente despertó, los pies acelerados de Minho habían corrido hacia la habitación, las lágrimas saliendo de sus ojos, y su suplica desesperada por que su hermano después de esto dejara ese trabajo morían en el cuello de Boa mientras lo abrazaba y los doctores se encargaban de revisar a un confundido Siwon que apenas y podía parpadear mientras se movía dificultosamente sobre la cama intentando calmar a su hermano menor.
Boa lo recuerda como si hubiera sido ayer, Minho lloró en sus brazos por casi dos horas hasta que se atrevió a entrar en la habitación de su hermano y cuando lo hizo solo corrió a abrazarlo y no lo soltó por veinte minutos más mientras Siwon pedía disculpas por preocuparlo así.
Luego vinieron semanas un poco difíciles, Siwon tenía que llevar un tratamiento para recuperar la movilidad de sus dedos y el brazo izquierdo. Minho venía todos los días con él. Hacían la terapia por hora y media y luego la acompañaban cerca de una hora en el hospital. Boa había visto los días pasar frente a ella.
Una semana, luego dos.
Finalmente seis meses y medio.
Y Yunho seguía sin despertar. En noches solas como esas, sentía envidia de Minho.
Las visitas que eran todos los días, luego fueron menguando, se convirtieron en una cada dos días, luego cada tres días y ahora solo eran los fines de semana. Boa necesitaba el dinero, y el trabajo de Yunho no iba a cubrirle por tanto tiempo los meses que pasara en el hospital.
Solía quedarse a dormir los sábados en una cama junto a su hermano y amanecer con los rayos del sol en su cara, esa mañana hacía un poco más de frío del habitual. Ya iba a ser más de medio año, y ese día en particular sus ojos miraron por la ventana del hospital el amanecer de la gente. Sus pasos apresurados al trabajo, las risas de los estudiantes, todo tan lleno de vida, tan lejos de aquí.
—Buenos días señorita Boa.
La enfermera Sunghee la recibió con una sonrisa esa mañana y ella asintió.
—Parece que va a ser un día frío.
—Todos los días son fríos para mí.
Boa lo había comentado en voz alta sin darse cuenta, la enfermera solo la había mirado unos segundos y luego vuelto a su trabajo de administrar lo necesario para el paciente y de vigilar sus signos vitales. Boa no despegó su mirada de la ventana por un largo rato y luego de unos segundos escuchó a la mujer acercarse.
—El diario de hoy —Sunghee le sonrió, con el periódico entre sus manos— Con permiso.
La enfermera abandonó la habitación y Boa miró apenas la primera plana sin mucho entusiasmo, las noticias de cada día, la presidencia, los méritos deportivos, las finanzas, y finalmente en una esquina derecha la foto de Jaejoong.
Los ojos de Boa se abrieron de par en par, estirando el diario por completo y abriendo apresurada la página donde indicaban la noticia completa. El juicio de Jaejoong se realizaría esa mañana, la testificación final para terminar y cerrar el caso por completo, los rastros que Leesang había dejado a su paso por los cuales Jaejoong también era culpable, al menos como ejecutor.
Logró sentirse inexplicablemente ansiosa.
Y no sabía por qué.
No había nada que esperar.
Jaejoong había decidido confesar, cada uno de sus crímenes, entre asesinatos, estafas y robos, todos a orden de Leesang, familias y empresas serían recompensadas, él pagaría por sus faltas y hoy la persona más cercana a Leesang iría a testificar también. Boa no leía su nombre en ningún lado pero parecía ser bastante cercano a él.
Quiso tantas veces ir a visitarlo, a hablarle, a estar con él.
Pero sentía que esa persona a la que vería, sería un completo extraño.
Miró a Yunho, y suspiró.
—Si despertarás… estarías orgulloso de él.
Jaejoong sería condenado a varios años seguramente, pero gracias a eso luego de la muerte de Leesang, la gran mayoría podría ser compensada al menos económicamente, las trabas con el testimonio de Jaejoong y ese otro hombre caerían y entonces varias piezas de Leesang quedarían en la nada. La pirámide destruida dejaría a mucha gente en paz. Y Boa pensó que quizá antes del juicio sería bueno irlo a ver.
En nombre de Yunho, si es que Jaejoong aún pensaba en él.
Siwon abandonó la habitación esa mañana ya listo para salir cuando Jihoon viniera por él, pero el aroma de la comida llegó a su nariz tan inmediatamente que tuvo que retenerse un instante para respirar hondo y apreciativamente. Esa definitivamente no era comida preparada por Minho, así que se asomó con cuidado a la cocina y observó a quien esperaba en la cocina.
—Buenos días.
—Oh, buenos días hyung.
Jinki lo saludó con una sonrisa en los labios, mientras continuaba cortando lo que fuera que estuviera cortando sobre el mesón y a unos pasos de él se encontraba Minho ya sirviendo la comida, tarareando esa canción que sonaba en la pequeña sala cercana a ellos.
—Toma asiento Siwon ya vamos a terminar.
La voz de Minho se escuchó en alto, mientras seguía con lo suyo y Choi optó por sentarse a esperar mientras los miraba y sonreía por igual. Luego de que tardara unos días en despertar Minho había estado bastante cansado, y cuando llegaron a casa Minho la primera noche durmió varias horas, más de diez. Como si hubiera tenido todo ese sueño acumulado desde que llegó.
Ese mismo fin de semana Jinki había llegado a Seúl a visitarlo y desde entonces venía unas dos veces al mes a pasar el fin de semana con ellos. Siwon no sabía muy bien que pasaba entre esos dos, o cómo había conocido Minho al heredero de la familia Shim, Minho nunca quiso hablar al respecto. Pero esperaba que de un modo u otro esa expresión cansada y triste se borrara poco a poco tal y como lo había visto empezar a desaparecer desde hace un par de semanas.
Jinki y Minho hablaban mucho, pasaban las noches de los sábados bebiendo un poco de vino en el balcón de su departamento y hablaban, y hablaban. Siwon lograban sentirse excluido, pero no le molestaba. Sabía que algo había pasado entre Shim Changmin y su hermano, pero si no hablaba con él, al menos esperaba que se desahogara con Jinki.
Lo había conocido años atrás en la playa donde Minho había decidido residir, vecino y amigo de Minho. Educado e inteligente, y esperaba que hiciera lo que hiciera, continuara haciéndolo, porque parecía estar logrando sacar de ese eterno letargo en el que el menor se había sumergido desde que llegara a Seúl.
Siwon sabía que Minho en cualquier momento se iría y regresaría al mar.
Pero mientras tanto le gustaba recuperar todo ese tiempo perdido y disfrutar junto a él de estas vacaciones obligadas que le tocó tomar.
—Es apenas un estofado y algo de kimchi. Pero hyung cocina muy bien —Minho se sentó junto a él, sonriendo abiertamente.
—Yo sé que Jinki cocina bien, es el único que cocina en esta casa.
—¡Oye! Yo hago mi esfuerzo.
—Pues en seis meses no es que hayas mejorado.
Jinki solo rio ante la pelea de los hermanos y sirvió un poco de jugo para todos, antes de que el timbre los hiciera detenerse y Minho se levantara con un ligero ‘Yo voy’ entre los labios. Pronto Jihoon estuvo frente a ellos, con una expresión afable y con su ropa usual de trabajo.
—Oh, creo que llegué demasiado pronto —el mayor comprobó la hora en su reloj— Venia para que fuéramos al juicio.
—Dame unos minutos y salimos —contestó Siwon— ¿deseas comer un poco?
—No, gracias. Ya vine almorzando, pero los acompaño en la mesa.
Jihoon se sentó junto a Jinki, y escuchó un poco de la plática que había en la mesa, Siwon lucía extraño. Inquieto y ansioso a la vez. Podría ser por el hecho de que al fin su trabajo de varios años llegaría a su fin, y que sería excelente si Yunho también pudiera estar ahí, pero Jihoon sabía que había algo más, algo en esos ojos inquietos que no era precisamente el cierre de ese caso que por años habían llevado los tres.
Changmin leía el libro entre sus manos cubierto del sol por la sombrilla que había en el jardín, entonces sintió el flash de la cámara y levantó la mirada, entrecerrando los ojos y observando molesto —o al menos eso intentaba— a un sonriente Yoochun que solamente bajó la cámara para poder verificar la fotografía.
—Ya te dije que dejaras de hacer eso.
—Pero son mis dos cosas favoritas en el mundo: molestarte y eternizarte.
Shim solo rodó los ojos. Cerrando el libro y sentándose junto a él, logrando estar lo suficiente cerca mientras se acomodaba sobre el brazo de la silla y levantando la cámara en alto. —Sonríe.
El flash llegó frente a ellos y Changmin bajó la cámara observando el rostro animado de Yoochun y la pequeña sonrisa en su rostro, sonrisa que se vio reflejada en el suyo mientras contemplaba la imagen; los brazos de Park se cernieron alrededor de su cintura y pronto sintió los labios de Yoochun en su cuello, Changmin solo alcanzó a removerse inquieto.
—No hagas eso. Es molesto.
—Otras de mis dos cosas favoritas juntas entonces: molestarte y besarte.
—¿Por qué molestarme está siempre en primer lugar?
—Porque es lo más me gusta hacerte.
—Oh, ¿en serio?
Changmin lo miró burlón y divertido ante el doble sentido de sus palabras y Yoochun solo rodó los ojos abrazándolo con más fuerza. —Sabes a la perfección lo que en verdad me gusta hacerte.
En esta ocasión Changmin soltó una risa en alta.
—Ya dejen el manoseo, y mejor ya vayamos saliendo que papá quiere que vayamos a almorzar al club todos en familia y de ahí vengamos a cambiarnos para ir al teatro.
Mir llegó tranquilo y sonriente, con una manzana entre las manos y sentándose sobre la mesa sin problemas. Comiendo mientras los miraba poner cara de fastidio.
—¿Será otra de esas obras de la prima de Seulhoon?
—Aparentemente sí.
—Son aburridas a morir, prefiero ver cuatro horas de Una noche en pena.
Changmin se levantó de su lugar estirando un poco el cuerpo y Yoochun lo imitó, colocándose la correa de la cámara para poder caminar de regreso al interior de la casa mientras miraba a Changmin y Cheolyong hablar de lo aburrido que era cumplir con los dichosos compromisos sociales.
Desde atrás Yoochun se dio la oportunidad de sonreír y sentir el pecho inflado de felicidad, de poder sentirse asquerosamente feliz, completo otra vez. Tomó la mano de Changmin quien lo miró sorprendido un instante y luego con un deje de sonrisa solamente regresó su atención a su hermano menor, apretando con fuerza la mano de Yoochun mientras caminaban uno a lado del otro.
Que su felicidad haya costado la de otros era algo que en noches frías de Seúl le carcomía el alma, pero cuando veía esas expresiones de Changmin, cuando veía su rostro falsamente molesto, cuando lo besaba, lo abrazaba y pasaba noches enteras junto a él. Sentía que todo volvía a girar en el sentido adecuado, que esos sueños que lo atormentaban en el pasado ahora eran una realidad palpable nuevamente.
Podía aferrarse a ese amor como antes, mejor que antes.
Tomando las oportunidades que no pudo apreciar, siendo y haciéndolo feliz.
—Ya no te dejaré ir —Susurró despacio y luego lo abrazó por la espalda, con su boca muy cerca de la oreja del menor— Así que vete haciendo a la idea, de que seré una garrapata pegada a su presa.
—Aish… eres una molestia Park Yoochun —Changmin gritó su nombre con fastidio y se sacudió tratando de impedir el abrazo— Y quitate que es la peor cosa que me has dicho en años. Qué asco.
Desde su lugar Choihang solo miraba sonriente como Mir reía divertido mientras Yoochun abrazaba a Changmin e ingresaban a la casa entre jalones y besos furtivos del mayor en el cuello de su hijo. Hangsook la tomó de la mano y le sonrió, parecía que las cosas habían vuelto a encausarse.
Que la felicidad había tocado a su puerta de nuevo.
Y sintió ganas de llorar, de felicidad, de gratitud con la vida otra vez.
Boa apretó sus manos nerviosa, sentada en la pequeña silla y apoyando sus manos sobre la mesa frente a ella. Mordió su labio un instante y respiró hondo, tratando de dejar pasar todas esas emociones acumuladas por verlo en esa situación “Por favor, por favor, que sea el mismo Jaejoong”

La puerta finalmente se abrió y ella por inercia levantó la mirada, el rostro serio de Jaejoong se transformó en unos segundos por uno de sorpresa total. Él tenía su cabello negro corto, estaba mucho más delgado que la última vez que lo vio, sus mejillas un poco hundidas y esas ojeras la hicieron notar el estado en que ese muchacho que antes vio brillar ahora se encontraba.
—Boa… ¿Qué haces aquí? —Su voz sonaba grave y áspera, ella no pudo ni siquiera reconocer su voz— Yunho, ¿le pasó algo a Yunho?
Jaejoong corrió hacía ella y la pequeña mesa, pero Boa seguía consternada mirándolo, había cambiado demasiado y finalmente con todos sus recuerdos completos, Boa realmente no sabía bien a quien tenía en frente.
—Él aún no despierta.
Entonces Jaejoong bajó la cabeza, su mirada debilitada por la noticia y finalmente se sentó frente a ella. Con su cabeza volando por otros lugares. Boa continuaba mirándolo con atención, sin saber cómo poder hablar con él.
—Pero, ¿por qué? Pensé que solo estaba inconsciente, que…
—Está en coma —Y sus palabras eran como un disparo tras otro para Jaejoong— Tiene seis meses y medio sin despertar, y los doctores dicen que podrían ser años… si es que despierta.
Jaejoong se movió incómodo. Con los puños apretados.
—Leí que hoy dan el veredicto con respecto a tu juicio. —Jaejoong únicamente asintió— Gracias a tus declaraciones muchas cosas se han aclarado y los negocios de Leesang por fin se detuvieron. Toda esa gente a la que ese hombre perjudicó recibirán una indemnización gracias a ti y ese otro hombre del que han prohibido publicar su nombre.
—Él no tiene nada que ver, no es culpable de nada ilegal. Solamente era el amante de Leesang y por tanto sabía cosas de él, por eso fue parte de los testigos, aun así él no es como…
—¿Tú? —Boa miró el rostro de Jaejoong compungirse un poco y luego sencillamente asentir— ¿Quién es realmente Kim Jaejoong?
—Soy huérfano, siempre me faltó todo lo que pude desear o necesitar… —Jaejoong suspiró como si de repente hablar le costara demasiado— Muy joven conocí a los hombres de Leesang, comencé haciendo unos cuantos trabajos para ellos pero luego al parecer les empecé a ser verdaderamente útil y un día me presentaron ante Leesang. Y el mundo de pronto empezó a brillar.
Jaejoong sonrió, con esa ironía propia de la felicidad ingenua del pasado.
—Lo tuve todo, todo lo que quise a cambio de ser el mejor, de ser incluso en parte amante de él. Pero yo no podía ser su amante, era demasiado bueno en mi trabajo como para que dejara de hacerlo, entonces llegó Heechul, y no era un secreto para nadie que Leesang respiraba porque él lo hacía. Era como un muñeco de oro, no necesitaba mancharse las manos como nosotros para obtener todo lo que quería, Heechul era intocable. Leesang por ningún motivo permitiría que él se ensuciara las manos, él tenía que ser libre dentro de los límites que el propio Leesang le ponía por supuesto. Y yo lo odié.
Las manos de Jaejoong, ahora ásperas e inquietas se movían entre ellas mientras Jaejoong la evitaba con la mirada.
—Él y yo jamás nos llevamos bien, no era un secreto que yo lo odiaba y él siempre me miraba con desprecio, como un vil mafioso más. Y yo lo detestaba más por eso. Yo era el preferido de Leesang por mi trabajo, pero Heechul era completamente intocable. Si Leesang lo ordenaba yo tendría que haber dado la vida por Heechul ¿sabes lo humillante que hubiera sido eso?
Boa se sintió desubicada repentinamente.
Era tal y como lo había sospechado, este no era el Jaejoong que había cenado junto a ella y Yunho en el departamento de su hermano. Este ser con rencores y envidia no eran ese Jaejoong dulce e ingenuo que se había sentado a comer tantas noches atrás.
Pero a veces la verdad es tan cruel, que tenerla enfrente te lastima.
—Estaba presionado, ofuscado. Ya no quería esa vida, nadie quiere vivir así. Y como podrás saber salirse de ese mundo no es fácil. Entonces luego de haber acordado un trato con Leesang quedamos en que haría un último trabajo y entonces desaparecería. Era magnifico, me alejaría de todo y obtendría lo único que Kim Heechul no podía obtener por más que lo pidiera.
—Su libertad. —Jaejoong asintió y ella solo suspiró— Entonces… ¿salirte de ese mundo fue más una victoria ante Heechul más que tus sinceros deseos por dejar todo atrás?
—En parte… —Kim respiró hondo en esta ocasión— Hubo un punto en que… Boa no lo entenderías, a veces algo se te vuelve tanta costumbre que ya no distingues si está bien o mal. Pero una noche… todo se fue al demonio. La esposa de uno de los hombres que había asesinado se había suicidado a los pocos meses y sus hijos enviados a un orfanato, Leesang les había quitado absolutamente todo y ella había tomado la peor decisión de todas. Ella le hizo a sus hijos lo que yo más odie en mi vida: estar solo.
—Antes jamás me había tomado la molestia de leer los expedientes de mis encargos más allá de lo debido y de pronto cada objetivo un rostro, un pasado, una familia. En el fondo siempre lo supe pero ahora pesaba más: en su mayoría no eran objetivos, eran víctimas. Todo era un caos en mi cabeza, si no salía de todo eso me volvería loco.  Así que acepté uno de los objetivos más difíciles de todos.
—Shim Changmin —Boa se cruzó de brazos. Los motivos de ese asesinato, o intento, era algo que le correspondía más a la policía que a sus intereses. Ella estaba ahí, tan solo para descubrir a la persona frente a sus ojos— ¿Qué pasó ese día?
—Era mi último trabajo y evidentemente fui un tonto al pensar que Leesang dejaría ir a su mejor asesino así como así, con todos esos secretos sobre sus hombros. Antes me prefería muerto. Cuando subimos al barco esperé que estuviéramos solos iba a dispararle, lo iba a hacer. Era él o yo, así de simple y aunque lo lamentaba por su familia y su dichosa pareja de quien pasó despidiéndose como media hora en el muelle… la vida me había enseñado que era él o yo, y siempre debía priorizarme a mí mismo porque nadie vería por mí.
—Lo odiaste a él también. Secretamente tuviste un motivo para dispararle.
Boa lo había analizado en apenas un segundo.
—¿Qué?
—Changmin estaba ahí, feliz, con su pareja, despidiéndose de él, prometiéndole volver. No estaba solo, tan solo como lo estabas tú.
Jaejoong abrió sus ojos, como si la información apenas hubiera llegado hasta él.
Y se encontró aterrizando de pronto contra esa realidad frustrante que se entrecruzaba con ese Jaejoong que había despertado en el hospital y sin recuerdos. Él solo era egoísta, infame y descuidado.
—Jaejoong…
—Esa mañana cuando me encontraba apuntándolo, él solo me miró y abrió sus ojos como cualquier otra persona, confundido, asustado y con resignación a la vez. Yo solo reparé en mi cabeza su sonrisa feliz de horas atrás cuando estaba con ese sujeto, lo brillante que lucía, y sentí pesar.
—Pero no lo ibas a dejar ir.
—No, no lo iba a dejar ir. Lo iba a asesinar aunque cargara con ese recuerdo toda mi vida, al menos su vida impediría que robara otras más, pero él no pidió por su vida solo pidió me pidió que por favor no le quitara el collar, alguien vendría por él y esa persona querría el collar. Debió haber tenido alguna inscripción, algo que solo él y el otro comprenderían.
Jaejoong volvió a suspirar.
—Finalmente pude ver al tipo detrás de mí, pensé que sería cualquiera de los que me tienen a mi como objetivo, pero en cuanto lo reconocí supe que esto era de cosa de Leesang, Shim no era realmente importante era solamente una excusa creíble para que yo desapareciera realmente, con todo y secretos de por medio. Él le disparó a Changmin sin miramiento y obviamente él retrocedió herido y yo me confundí tanto en ese instante. Él iba a morir sin culpa de nada, injustamente. Y en esa distracción escuché otra bala silbando cerca de mí, fue un impulso, abracé con fuerza a Shim y saltamos del barco.
Boa se sorprendió, con los ojos abiertos en demasía y su espalda apoyada en la silla.
—Lo salvaste —afirmó— Pudiste haber huido tu solo y saltar a salvo, pero al caer con él… ¡por eso te fracturaste el brazo!
—Recibí gran parte del daño al caer, Changmin estaba herido y a pesar del golpe al caer mi brazo recibió gran parte del daño. Las aguas eran demasiado fuerte, perdí el control y lo último que recuerdo es haberme estrellado varias veces contra las piedras.
—Hasta que una finalmente una te dio en la cabeza y perdiste el conocimiento. Según tengo entendido tu quedaste atrapado entre las pierdas pero el mar se llevó a Shim.
—Eso me han dicho.
Boa no sabe cómo sentirse ahora, esos ojos parecen mirarla diferente.
Y le faltaba la pregunta más importante de todas.
—Tú salvaste a ese muchacho. ¿Por qué…? ¿Por qué no has dicho nada aún?
—¿Tiene algún sentido ahora?
Jaejoong únicamente sonrió, con ese despejo propio de un alma resignada, Jaejoong estaba únicamente sobreviviendo, ya no parecía vivir en realidad.
—Solo una cosa más, dime por favor sinceramente ¿qué significa Yunho para ti?
Podía tratarse de una pregunta difícil, quizá Jaejoong tuviera reticencias en responderle, y cuando el hombre se dedicó a mirar sus propias manos, dejando los segundos pasar, Boa no supo cómo sentirse o cómo soportar la espera.
—¿Qué es lo qué esperas de mi Boa?
—Saber por qué usaste tu último recurso a cambio de visitar a mi hermano.
—¿Cómo…?
—Jihoon.
Jaejoong volvió a mirarla, directo a los ojos.
Boa necesitaba una confesión ahora, ahora que la estaba mirando a la cara.
—¿Qué es Jaejoong?
—Yo… siento cosas por él ¿de acuerdo? —No dejó de mirarla e internamente Boa se sintió agradecida por ello— Pero son cosas sin sentido alguno. No tiene importancia ahora.
—¡Las tiene para mí! Es mi hermano…
—Si te ofende que esté enamorado de él, no tienes por qué preocuparte. Estaré encerrado por mucho tiempo y…
—¿Y quién te dijo que estoy ofendida? —Boa terminó por levantarse, pasando la mano entre su cabello y respirando hondo, aclarando sus pensamientos— todo esto es tan confuso para mí, no porque sientas cosas por él, sino porque ni él ni yo sabemos quién eres. Jaejoong lo poco que mi hermano pudo haber descubierto en ti… quedó en nada. ¿Eres consciente de eso?
—Lo soy.
—Y yo… ni siquiera sé que hago aquí ahora; Solamente pensé que cuando Yunho despertara me gustaría darle noticias de ti, todo eso que no ha tenido la oportunidad hasta ahora.
—Boa —Jaejoong interrumpió— por favor nunca pierdas la esperanza. Él va a despertar, yo sé que puede ser duro para ti pero él… él no puede…
Repentinamente las palabras de Jaejoong murieron y él llevo las manos a su rostro intentando vanamente ocultar las lágrimas que pedían salir de su rostro desde hace mucho tiempo.
—Él no va a morir. Pase el tiempo que tenga que pasar, yo nunca voy a rendirme.
Jaejoong levantó la mirada ante las palabras de la mujer, su rostro serio y su mirada decidida. Por ese instante, Kim sintió que ya no había más palabras que compartir.
—Muchas gracias.
—Quisiera tener buenos deseos para ti, pero necesitas pagar por tus crímenes. Es lo justo. Sin embargo, espero que puedas encontrar un poco de paz Jaejoong.
Esos ojos avellana lo miraron con afecto, por primera vez desde que hubiera entrado en esa pequeña habitación para visitas. Boa tomó su cartera y colocó una de sus suaves manos sobre su hombro y lo apretó suavemente, Jaejoong recordaría ese gesto por muchos años, tan lejano y cercano a la vez.
—Cuida de él.
—Lo haré… —Jaejoong se atrevió, a riesgo de ser rechazado, a acariciar la mano de la mujer sutilmente, apretando el agarre sin fuerza y con los ojos cerrados— Estoy segura que él no olvidará lo que estás haciendo por todas esas personas con tu confesión. Eres mejor de lo que tú mismo crees. Cuidate mucho—. El pequeño contacto desapareció poco a poco y con él sonaron los pasos de Boa alejándose del lugar, dejando un único susurro atrás— Adiós Jaejoong.
Y entonces comprendió que pasarían muchos años antes de que la volviera a ver.
Antes de que alguien más se preocupara por él.
Un poco después del medio día Siwon logró sentirse perdido durante varios minutos.
Caminando hacía el estrado se encontraba Kim Heechul, escoltado por varios policías que al parecer lo mantenían salvo mientras se convertía en la pieza fundamental del caso más importante de su trabajo, y lo vio. Igual de transparente que serio, con el mismo gesto de abandono que lo acompañaba desde el día en que lo conoció.
Lo poco que había cambiado en él era su cabello, que ahora le llegaba a los hombros, completamente negro y lacio a la vez, apenas más delgado y vestido con ese traje que se pegaba a su cuerpo. Sin mirar a nadie en especial, Heechul se dispuso a dar su respectivo testimonio.
Lo observó sin escucharlo en realidad, miró su rostro sus facciones. Recordó incluso la última vez que se encontraron. La ocasión en que él lo ignoró por completo, los segundos que sintió la mirada del otro sobre su espalda y lo duro que le había resultado tener que alejarse de él.
Por un instante, pequeño y ligero. Siwon se preguntó si pedir perdón serviría de algo.
Si las excusas de no involucrarse con su trabajo lo ayudarían en algo.
Pero finalmente Heechul había encontrado ese escape y salvación.
Lejos de él. Lo suficiente como para que él no se sintiera con fuerzas de mirarlo a la cara.
—Después de haber escuchado todos los testimonios pertinentes y de que el jurado deliberara durante varios días, tenemos un veredicto.
Boa apretó con fuerza la mano de Jihoon, mirando directamente hacía el hombre de cabello corto que se encontraba de pie junto a su abogado, escuchando las palabras que seguramente ya había ideado en su cabeza.
—Tranquila… —Le susurró Jihoon, pero ella solamente pudo bajar la mirada.
—Yo sé cuál es el veredicto inminente, pero aún así…
—El acusado ha sido declarado culpable de todos los cargos que se le imputan.
Apretó con fuerza esa mano y cerró los ojos, perdiendo de perspectiva todo aquello que le acumulaban en años por cada una de las cosas que había sido encontrado culpable Jaejoong, y cuando el final del discurso se acercaba, cerró los ojos.
—…Por lo tanto y en consideración a cada uno de los delitos antes mencionados, se lo condena a cumplir treinta y cinco años en la prisión estatal.
Lo siguiente ocurrió veloz. Boa levantó la mirada para poder ver a Jaejoong una última vez pero lo único que pudieron observar sus ojos, fue el perfil de Jaejoong mientras le colocaban las esposas de nueva y lo llevaban fuera de ahí, entre el murmullo de la gente y la prensa enloquecida por tomar todas las fotografias posibles.
Jaejoong se extrañó al saber que antes de ser trasladado tenía que ver a alguien más, dudo que se tratara de Boa, Jihoon solamente había estrechado su mano antes de que el juicio iniciara, así que no sentía que hubiera alguien más que lo pudiera querer ver. Sin embargo cuando ingreso en la pequeña habitación el olor a cigarrillo fue lo primero que le llegó y luego de eso la espalda estilizada de Kim Heechul.
El hombre había girado ante su presencia y botado el humo de su boca sin prisa.
—No pensé que demorarían tanto —comentó sin miramientos, antes de apagar el cigarrillo entre sus manos y mover su boca un poco. Pero Jaejoong solamente se quedó estático en su lugar, sin entender porque Heechul había pedido verlo antes de ser trasladado, y no es algo fácil que se pudiera hacer de todos modos— Eres mi petición especial.
Comentó, como si hubiera escuchado sus pensamientos.
—¿Por qué?
—Creo que tú y yo nos merecemos una última charla —Heechul se sentó en una de las sillas, cruzando las piernas e invitándolo a sentarse frente a él— Toma asiento por favor.
Jaejoong únicamente decidió acceder, aún confundido.
—Tú dirás.
—La verdad yo nunca te odié Jaejoong, mis acciones y palabras siempre fueron tan solo una reacción a tu evidente odio hacía mí. Inexplicable odio por cierto.
—No es inexplicable, Heechul. Sabes bien porque te odiaba. Aunque nunca fue tu culpa, que es diferente.
Heechul sonrió diferente a las muchas veces que lo había visto sonreír antes.
—Tú y yo siempre estuvimos en el lado equivocado, y sinceramente creo que de habernos conocido en otras circunstancias nos hubiéramos podido llevar bien. —Jaejoong solamente lo miró y Heechul volvió a sacar otro cigarrillo y lo encendió con velocidad— Ahora que Leesang ha muerto no deberían haber más sombras entre nosotros. Bien o mal hemos hecho lo correcto y ahora mucha gente tendrá una recompensa, probablemente incomparable con todo lo que sufrieron por culpa de él, pero al menos se ha hecho justicia. Uno a unos todos los que robaron, asesinaron y trabajaron con Leesang están cayendo y eso es quizá lo más satisfactorio para muchas de esas familias allá afuera.
—Lo sé… —susurró Jaejoong— Quizá es lo único bueno que haremos en toda nuestra vida.
—Precisamente, y de algún modo siento que nunca es tarde.
—Nunca lo es.
Heechul exhalo el humo de sus labios y dejó que un par de segundos pasaran.
—Vine a ofrecer mi bandera blanca. Si algún día necesitas algo…
—No creo que pueda necesitar demasiadas cosas estando en la cárcel.
Un suspiro más y Heechul sintió la nicotina en su cuerpo nuevamente.
—¿Me odias por eso? Por no ser encarcelado.
—No tienes por qué estarlo —Jaejoong suspiró ligeramente en esta ocasión— No hiciste nada que merezca cárcel, no mataste, no estafaste. Solo viviste encerrado en una jaula de oro Heechul. Ni siquiera sabías de Leesang fuera de esa puerta.
—De alguna manera se podría decir que me apreciaba de verdad, se preocupó porque en ningún momento me viera realmente involucrado en algo.
—Tuviste algo de suerte, y eso en este mundo es muy difícil de encontrar. —Heechul asintió y Jaejoong decidió mirarlo fijamente en esta ocasión— ¿qué piensas hacer ahora?
—Venderé lo poco que me dejen después de la audiencia y me iré lo más lejos que pueda de aquí.
—Esa es una idea millonaria—. Bromeó Jaejoong, con una leve sonrisa en los labios.
—Procuraré mantenerme en contacto.
—No es necesario.
—Hablé con mi abogado —continuó el mayor— Dijo que si lograbas una conducta impecable, en unos cuantos años se podría hacer algo.
Esta vez Jaejoong volvió a prestarle atención a la cara de Heechul, quien sonreía amigablemente por primera vez hacía él. No quería llenarse de ilusiones absurdas, pero aun así, algo en el fondo de su pecho palpitó con emoción.
—Podremos hacer algo Jaejoong. Estoy seguro de eso.
—¿Salir bajo fianza? Pero… de todas formas todas mis posesiones y dinero quedaron en manos del estado no podría…
—Te dije que vendería lo que podría, gastaré solo lo necesario, el resto solo será para emergencias hasta que logremos darte la libertad.
—No tienes por qué hacer esto…
—Quiero hacerlo. De cierta forma aunque no lo veas así, tú y yo somos víctimas por igual. No eres tan malo como crees Jaejoong.
Y era la segunda vez en ese día que escuchaba esas palabras.
—Los últimos años de mi vida, la culpa ¿me hacen merecedor de un poco de paz?
—Eres una consecuencia Jaejoong, no es como si hubieras tenido los caminos adecuados frente a ti de todos modos, y ya luego, habiendo crecido es difícil salir del laberinto.
El cigarrillo de Heechul murió en el cenicero luego unos segundos, y Jaejoong se permitió suspirar al fin.
—O al menos eso es lo que yo pienso —Heechul se levantó de su lugar, estirando la mano hacía él— Espero que nos podamos ver pronto.
Jaejoong apretó su mano, regalándole una pequeña sonrisa al final de todo.
—Gracias. —Jaejoong fue el primero en acercarse a la puerta, con los policías esperando fuera, era mejor salir primero— Y por cierto… no hagas del cigarrillo un mal hábito. Tarde o temprano lo lamentaras.
Heechul únicamente dejó escapar una pequeña risa y luego de ello, Jaejoong salió.
Heechul se había tomado unos minutos antes de salir, sentándose otra vez en la silla frente a la mesa que habían compartido minutos atrás, saco la cajetilla de su bolsillo y contempló los tres cigarrillos que le quedaban aún, sonrió un poco y se decidió por dejar la cajetilla ahí, no queriendo entender lo que había ocurrido estos días, todo tan pronto y acelerado que ahora y apenas podía entender la paranoia del pobre Sungmin.
Salió de habitación con las manos en los bolsillos y esa expresión tranquila en el rostro, fuera habían abogados y policías, suponía que luego de esos minutos Jaejoong había abandonado el lugar hace mucho, pero justo entre los uniformados, los abogados y los pocos civiles, Heechul lo pudo distinguir con facilidad.
Siwon estaba ahí hablando con un hombre y una mujer, caminaban hacía donde él se encontraba, pero Heechul esta vez solo desvió la mirada y continúo su camino como si nada, igual que lo hubiera hecho Siwon tantos meses atrás en aquel centro comercial. Pudo sentir el peso de su presencia al pasar a su lado escuchando las voces de la mujer y el hombre mientras seguían platicando.
¿Habrá sentido Siwon el mismo peso de culpa aquella vez?
Como fuera, ya no había vuelta atrás, para esas partes de su vida: inexplicables y extrañas. Siwon siempre fue un policía, punto final. Era su trabajo.
Cuando la luz del sol dio en su rostro de nuevo Sungmin se encontraba esperando por él mientras andaba en su celular como distracción. Heechul sonrió para no preocuparlo y el más joven guardó su celular de inmediato.
—¿Cómo te fue?
—Bien, Jaejoong y yo hablamos como gente y aclaramos varias cosas.
—Entonces ¿vamos a descansar?
—Sí, Sungmin. Ha sido un largo día, vamos a descansar.
Sacudió los cabellos del más bajo quien se movió molesto ante el gesto pero no dijo algo más. Solamente caminó junto a él, alejándose poco a poco de aquel lugar, buscando un taxi que los sacara de una vez por todas de todo ese universo conspiratorio que parecía empezar a estar quedándose atrás.
Fin.



Nota de autor: de acuerdo, no me odien. Sé que Junsu no apareció en este capitulo y que no hubo casi nada de las parejas en particular (fuera del YooMin) pero es que necesito adecuarme a la historia, y en este momento lo que predomina es la situación de Jaejoong, más adelante se irá resolviendo el resto.

3 Comentarios:

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    1. Grizly9/28/2015

      No es el fin del fic Rukii, lo que sucede es que el fic aún no esta terminado...yo sigo el fic en la pagina de la autora y en junio hizo un concurso para actualizar porque esta muy ocupada y actualizo el capitulo 19 de este fic probablemente lo envíe pronto pero aparte de eso aun faltan 7 capítulos para el fin del fanfic.
      Así que creo que deberías eliminar ese fin para que las lectoras no se confundan ;)

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    2. Ok gracias por la explicación jejeje >o<

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