No
despertarás.
Cuando
Boa llegó el clima no era realmente bueno y sus pies apresurados se abrían paso
entre las personas, su cabello largo apenas recogido se ondulaba y su ropa se
desajustaba a cada metro en el que parecía incrementar la velocidad, y cuando
llegó a la puerta blanca con el número incrustado en la puerta su respiración
agitada la retuvo un instante. La margino de sus emociones y la hizo detenerse
dramáticamente.
—Señorita
Boa —el policía que custodiaba la puerta la miró de esa manera terriblemente
odiosa, la miraba como si le diera un pésame adelantado que ella no necesitaba,
así que apenas asintió y se abrió paso a la puerta, allí donde ese hombre se
interponía— las visitas deben ser cortas, así que sea fuerte por favor.
Dentro el
panorama no era mejor, su hermano estaba sobre aquella cama con el rostro
golpeado y con heridas que iban de un lugar a otro en su cuerpo.
—Tiene la
pierna fracturada y corre riesgo de perder la visión en el ojo derecho, varias
costillas rotas y una de ellas estuvo a punto de perforar el pulmón. Lamentablemente
no ha despertado desde que llegó y no ha dado indicios de hacerlo.
La voz
del hombre tras ella la hizo sentirse en el lugar equivocado, como si nada
fuera real y ella solamente estuviera flotando en un lugar desconocido.
Acarició suavemente uno de los brazos del menor, donde la venda no cubría por
completo su brazo entero.
—¿Tiene
quemaduras?
—Hubo una
fuerte explosión. Él se encontraba en el lugar donde inició así que al parecer
también resultó afectado por ello.
Boa
suspiró, con sus ojos cerrados, y apoyándose suavemente en el pequeño espacio
vacío junto a Yunho, lo acarició. Sintió esa terrible necesidad por hablarle y
sentirse escuchada, por ver sus ojos abrirse una vez más. Sin embargo los
segundos pasaron velozmente para ella y cuando pudo percatarse su acompañante
le pedía que salieran ya.
Pero la
imagen de Yunho mientras se alejaba logró perforar internamente cada espacio en
su memoria y finalmente cuando salió de la habitación pudo sentirse devastada.
Las lágrimas salieron sin control de su rostro y la sombra de la fortaleza en
ella apareció cuando ocultando el rostro entre sus manos sintió sobre sus
hombros las manos del oficial en turno, entonces ella se alejó y agitó un poco
su mano, no necesitaba el consuelo de nadie; así que secó sus lágrimas y
respiro lo más profundo que pudo.
—¿Cuántas
expectativas de vida tiene?
El doctor
a unos pasos de ella suspiró, acomodando los lentes en su rostro.
—Sinceramente…
pocas.
Boa
mordió internamente los labios y asintió. —Gracias.
Caminó,
con los puños apretados y el corazón quemándole en el pecho, encontrándose a
los pocos metros con un pequeño Minho que se abrazaba así mismo apoyado en una
de esas frías paredes de hospital que no parecían poder resguardar a nadie, se
detuvo con lentitud y parsimonia, como si los pies le pesaran repentinamente.
Minho no
miraba a nadie, solo permanecía con la cabeza agachada y una respiración
pasiva. Boa tenía años sin verlo, desde que era prácticamente un niño, y aún lo
seguía siendo. Se debatió internamente ¿qué hacer? Minho necesitaba un hombro
en el que apoyarse, estaba solo, tan solo como ella lo estaba. Y ella quería
llorar y ser consolada. Quería una voz traicionera mintiéndole al oído,
diciéndole que todo iba a estar bien.
De pronto
esos ojos la miraron y la identificaron con velocidad.
—Noona…
La voz
apagada de Minho la hizo comprender que no había tiempo para ella cuando el
menor se estaba cayendo en pedazos, solo desde hace horas en aquel hospital.
Así que avanzó lento hasta él y lo abrazó con fuerza. Lo había tomado por
sorpresa puesto que no recibió respuesta alguna ante el abrazo. Y sin embargo
cerró los ojos, pensando en que Minho era como un niño pequeño justo ahora.
Solo y desamparado. Sin fuerzas para luchar.
—Siwon es
fuerte. Tú mejor que nadie lo sabes.
Entonces
el cuerpo de Minho se empezó a sacudir, había empezado a llorar, escondiendo el
rostro en el cuello de ella, con su voz amortiguada y sin aliento.
—Estoy
tan asustado Boa… no quiero que le pase nada. Quiero que se recupere. La última
vez él estuvo aquí… y mis padres murieron. Pero él se quedó a mi lado. Yo no
quiero perderlo… ya no quiero perderá nadie más… no quiero.
—Tranquilo.
Eso no va a pasar. Siwon va a estar bien, te lo prometo.
Minho la
abrazó. La sujetó con fuerza y lloró un poco más.
Boa solo
suspiró y dejó que el vacío en su pecho se amortiguara junto a él.
…
…
Cheolyong acarició con cuidado ese pequeño muñeco de acción entre sus
manos, ese por el cual Changmin y él de pequeños peleaban todo el tiempo,
acomodado de manera justa en el estudio de sus padres, para que ninguno peleara
y los recuerdos quedaran resguardados en un buen lugar, el pequeño muñeco le
dio la bienvenida a un lugar que pocas veces solía visitar desde que creció.
Así que
lo tomó entre sus manos y observó las cicatrices del tiempo y sus juegos tontos
en él, todavía conservaba un color parecido a cuando lo vio por primera vez, o
tal vez ¿se trataba de su memoria haciéndole trampas? Sonrió enternecido por el
pequeño muñeco y miró la expresión ruda que tenía, recordó lo mucho que le
gustaba el dichoso muñeco, lo mucho que le gustaba a Changmin también.
Y
suspiró.
En medio
del solitario estudio, en esas horas de una noche que parecía eterna.
—¿Hola?
Cuando
giró, Changmin estaba en la puerta, con un vaso entre las manos y su mirada
curiosa directa hacía él, Mir recordó que no había tenido tiempo para él, para
llorarle como le hubiera gustado, pero lo de Rain había sucedido tan pronto que
se había visto terriblemente dividido y consternado por igual.
—Hola —y
le sonrió, tranquilo y respiro profundo— ¿quieres pasar?
Changmin
no parecía muy seguro con la idea, pero Cheolyong le abrió la puerta y Changmin
terminó por caminar junto a él hacía el respectivo sillón, el menor tenía una
sonrisa apagada, no tan fuerte, y finalmente Changmin no se pudo negar.
—¿Lo
recuerdas? —Cheolyong levantó al pequeño muñeco entre sus manos— Era nuestro
anime favorito, y conseguirlo fue una batalla titánica para mamá, pero
finalmente lo consiguieron. Jugamos todo el día con él y también peleábamos
mucho por él.
Changmin
miró lleno de curiosidad el pequeño muñeco lo tomó entre sus manos; su rostro
serio y listo para la batalla, lo descolorido por los años, la manera mecánica
en que sus extremidades se movían, lo tomó cuidadosamente, como si el solo
tocarlo fuera un riesgo, pero sonrió y lo contempló aún más. Con las manos
moviendo las extremidades del muñeco.
Con esas
risas haciendo eco desde el fondo de su memoria, con las imágenes entrecortadas
de dos niños corriendo por los jardines y la capa del muñeco ondeándose en el
viento, Changmin se atrevió a preguntar:
—¿Y su
capa?
Cheolyong
parpadeó sorprendido. Mirándolo un par de segundos sin atreverse a decir
palabra alguna mientras lo contemplaba. ¿Capa? Él ni siquiera la había
recordado después de tantos años. Su corazón palpitó violentamente y de manera
inconsciente colocó una de sus manos sobre el brazo de Changmin.
—Yo… no
recordaba su capa.
Changmin
se paralizó un instante.
Pero
antes de que pudiera volver a hablar, Cheolyong se había levantado del sillón y
caminado hacia donde las estanterías, donde habían varias fotografías, había
tomado una y llevado de regreso hacía donde ellos se encontraban. Mir estiró el
porta retrato hacía él y en la imagen estaban dos niños pequeños sosteniendo
entre sus manos el pequeño muñeco de acción, con su resplandeciente capa
blanca.
—Y si la
tenía al parecer.
Mir
sonrió y Changmin se sintió demasiado feliz al contemplarlo. Como si fuera una
reacción propia de su cuerpo.
—¿Me
dejas? —Mir había estirado sus brazos, y Changmin confundido todavía solo había
accedido a asentir mientras sentía los brazos del otro rodearlo y abrazarlo con
fuerza— Te extrañé tanto, te quiero tanto, te quiero completamente de regreso
Min.
Changmin
completó el abrazo, cerrando los ojos, apretando el muñeco entre sus manos.
—Yo
también quiero volver a ser el mismo.
…
…
Boa
presintió que los días pasarían lentamente para ella, y no se equivocó.
Pronto
esos días de permiso se convirtieron en semanas y posteriormente en meses, los
suficientes como para que el traslado hubiera sido tramitado y su vida a medias
en Corea se hubiera instalado. Minho tampoco volvió a su amada playa, se
encerró en esas pequeñas paredes blancas de hospital. Sentado frente a la
habitación que cada día se hacía más espaciosa y solitaria.
Las hojas
de otoño empezaban a caer cuando Siwon finalmente despertó, los pies acelerados
de Minho habían corrido hacia la habitación, las lágrimas saliendo de sus ojos,
y su suplica desesperada por que su hermano después de esto dejara ese trabajo
morían en el cuello de Boa mientras lo abrazaba y los doctores se encargaban de
revisar a un confundido Siwon que apenas y podía parpadear mientras se movía
dificultosamente sobre la cama intentando calmar a su hermano menor.
Boa lo
recuerda como si hubiera sido ayer, Minho lloró en sus brazos por casi dos
horas hasta que se atrevió a entrar en la habitación de su hermano y cuando lo
hizo solo corrió a abrazarlo y no lo soltó por veinte minutos más mientras
Siwon pedía disculpas por preocuparlo así.
Luego
vinieron semanas un poco difíciles, Siwon tenía que llevar un tratamiento para
recuperar la movilidad de sus dedos y el brazo izquierdo. Minho venía todos los
días con él. Hacían la terapia por hora y media y luego la acompañaban cerca de
una hora en el hospital. Boa había visto los días pasar frente a ella.
Una
semana, luego dos.
Finalmente
seis meses y medio.
Y Yunho
seguía sin despertar. En noches solas como esas, sentía envidia de Minho.
Las
visitas que eran todos los días, luego fueron menguando, se convirtieron en una
cada dos días, luego cada tres días y ahora solo eran los fines de semana. Boa
necesitaba el dinero, y el trabajo de Yunho no iba a cubrirle por tanto tiempo
los meses que pasara en el hospital.
Solía
quedarse a dormir los sábados en una cama junto a su hermano y amanecer con los
rayos del sol en su cara, esa mañana hacía un poco más de frío del habitual. Ya
iba a ser más de medio año, y ese día en particular sus ojos miraron por la
ventana del hospital el amanecer de la gente. Sus pasos apresurados al trabajo,
las risas de los estudiantes, todo tan lleno de vida, tan lejos de aquí.
—Buenos
días señorita Boa.
La
enfermera Sunghee la recibió con una sonrisa esa mañana y ella asintió.
—Parece
que va a ser un día frío.
—Todos
los días son fríos para mí.
Boa lo
había comentado en voz alta sin darse cuenta, la enfermera solo la había mirado
unos segundos y luego vuelto a su trabajo de administrar lo necesario para el
paciente y de vigilar sus signos vitales. Boa no despegó su mirada de la
ventana por un largo rato y luego de unos segundos escuchó a la mujer
acercarse.
—El
diario de hoy —Sunghee le sonrió, con el periódico entre sus manos— Con
permiso.
La
enfermera abandonó la habitación y Boa miró apenas la primera plana sin mucho
entusiasmo, las noticias de cada día, la presidencia, los méritos deportivos,
las finanzas, y finalmente en una esquina derecha la foto de Jaejoong.
Los ojos
de Boa se abrieron de par en par, estirando el diario por completo y abriendo
apresurada la página donde indicaban la noticia completa. El juicio de Jaejoong
se realizaría esa mañana, la testificación final para terminar y cerrar el caso
por completo, los rastros que Leesang había dejado a su paso por los cuales
Jaejoong también era culpable, al menos como ejecutor.
Logró
sentirse inexplicablemente ansiosa.
Y no
sabía por qué.
No había
nada que esperar.
Jaejoong
había decidido confesar, cada uno de sus crímenes, entre asesinatos, estafas y
robos, todos a orden de Leesang, familias y empresas serían recompensadas, él
pagaría por sus faltas y hoy la persona más cercana a Leesang iría a testificar
también. Boa no leía su nombre en ningún lado pero parecía ser bastante cercano
a él.
Quiso
tantas veces ir a visitarlo, a hablarle, a estar con él.
Pero
sentía que esa persona a la que vería, sería un completo extraño.
Miró a
Yunho, y suspiró.
—Si
despertarás… estarías orgulloso de él.
Jaejoong
sería condenado a varios años seguramente, pero gracias a eso luego de la
muerte de Leesang, la gran mayoría podría ser compensada al menos económicamente,
las trabas con el testimonio de Jaejoong y ese otro hombre caerían y entonces
varias piezas de Leesang quedarían en la nada. La pirámide destruida dejaría a
mucha gente en paz. Y Boa pensó que quizá antes del juicio sería bueno irlo a
ver.
En nombre
de Yunho, si es que Jaejoong aún pensaba en él.
…
…
Siwon
abandonó la habitación esa mañana ya listo para salir cuando Jihoon viniera por
él, pero el aroma de la comida llegó a su nariz tan inmediatamente que tuvo que
retenerse un instante para respirar hondo y apreciativamente. Esa
definitivamente no era comida preparada por Minho, así que se asomó con cuidado
a la cocina y observó a quien esperaba en la cocina.
—Buenos
días.
—Oh,
buenos días hyung.
Jinki lo
saludó con una sonrisa en los labios, mientras continuaba cortando lo que fuera
que estuviera cortando sobre el mesón y a unos pasos de él se encontraba Minho
ya sirviendo la comida, tarareando esa canción que sonaba en la pequeña sala
cercana a ellos.
—Toma
asiento Siwon ya vamos a terminar.
La voz de
Minho se escuchó en alto, mientras seguía con lo suyo y Choi optó por sentarse
a esperar mientras los miraba y sonreía por igual. Luego de que tardara unos
días en despertar Minho había estado bastante cansado, y cuando llegaron a casa
Minho la primera noche durmió varias horas, más de diez. Como si hubiera tenido
todo ese sueño acumulado desde que llegó.
Ese mismo
fin de semana Jinki había llegado a Seúl a visitarlo y desde entonces venía
unas dos veces al mes a pasar el fin de semana con ellos. Siwon no sabía muy
bien que pasaba entre esos dos, o cómo había conocido Minho al heredero de la
familia Shim, Minho nunca quiso hablar al respecto. Pero esperaba que de un
modo u otro esa expresión cansada y triste se borrara poco a poco tal y como lo
había visto empezar a desaparecer desde hace un par de semanas.
Jinki y
Minho hablaban mucho, pasaban las noches de los sábados bebiendo un poco de
vino en el balcón de su departamento y hablaban, y hablaban. Siwon lograban
sentirse excluido, pero no le molestaba. Sabía que algo había pasado entre Shim
Changmin y su hermano, pero si no hablaba con él, al menos esperaba que se
desahogara con Jinki.
Lo había
conocido años atrás en la playa donde Minho había decidido residir, vecino y
amigo de Minho. Educado e inteligente, y esperaba que hiciera lo que hiciera,
continuara haciéndolo, porque parecía estar logrando sacar de ese eterno
letargo en el que el menor se había sumergido desde que llegara a Seúl.
Siwon
sabía que Minho en cualquier momento se iría y regresaría al mar.
Pero
mientras tanto le gustaba recuperar todo ese tiempo perdido y disfrutar junto a
él de estas vacaciones obligadas que le tocó tomar.
—Es
apenas un estofado y algo de kimchi. Pero hyung cocina muy bien —Minho se sentó
junto a él, sonriendo abiertamente.
—Yo sé
que Jinki cocina bien, es el único que cocina en esta casa.
—¡Oye! Yo
hago mi esfuerzo.
—Pues en
seis meses no es que hayas mejorado.
Jinki
solo rio ante la pelea de los hermanos y sirvió un poco de jugo para todos,
antes de que el timbre los hiciera detenerse y Minho se levantara con un ligero
‘Yo voy’ entre los labios. Pronto Jihoon estuvo frente a ellos, con una
expresión afable y con su ropa usual de trabajo.
—Oh, creo
que llegué demasiado pronto —el mayor comprobó la hora en su reloj— Venia para
que fuéramos al juicio.
—Dame
unos minutos y salimos —contestó Siwon— ¿deseas comer un poco?
—No,
gracias. Ya vine almorzando, pero los acompaño en la mesa.
Jihoon se
sentó junto a Jinki, y escuchó un poco de la plática que había en la mesa,
Siwon lucía extraño. Inquieto y ansioso a la vez. Podría ser por el hecho de
que al fin su trabajo de varios años llegaría a su fin, y que sería excelente
si Yunho también pudiera estar ahí, pero Jihoon sabía que había algo más, algo
en esos ojos inquietos que no era precisamente el cierre de ese caso que por
años habían llevado los tres.
…
…
Changmin
leía el libro entre sus manos cubierto del sol por la sombrilla que había en el
jardín, entonces sintió el flash de la cámara y levantó la mirada,
entrecerrando los ojos y observando molesto —o al menos eso intentaba— a un
sonriente Yoochun que solamente bajó la cámara para poder verificar la
fotografía.
—Ya te
dije que dejaras de hacer eso.
—Pero son
mis dos cosas favoritas en el mundo: molestarte y eternizarte.
Shim solo
rodó los ojos. Cerrando el libro y sentándose junto a él, logrando estar lo
suficiente cerca mientras se acomodaba sobre el brazo de la silla y levantando
la cámara en alto. —Sonríe.
El flash
llegó frente a ellos y Changmin bajó la cámara observando el rostro animado de
Yoochun y la pequeña sonrisa en su rostro, sonrisa que se vio reflejada en el
suyo mientras contemplaba la imagen; los brazos de Park se cernieron alrededor
de su cintura y pronto sintió los labios de Yoochun en su cuello, Changmin solo
alcanzó a removerse inquieto.
—No hagas
eso. Es molesto.
—Otras de
mis dos cosas favoritas juntas entonces: molestarte y besarte.
—¿Por qué
molestarme está siempre en primer lugar?
—Porque
es lo más me gusta hacerte.
—Oh, ¿en
serio?
Changmin
lo miró burlón y divertido ante el doble sentido de sus palabras y Yoochun solo
rodó los ojos abrazándolo con más fuerza. —Sabes a la perfección lo que en
verdad me gusta hacerte.
En esta
ocasión Changmin soltó una risa en alta.
—Ya dejen
el manoseo, y mejor ya vayamos saliendo que papá quiere que vayamos a almorzar
al club todos en familia y de ahí vengamos a cambiarnos para ir al teatro.
Mir llegó
tranquilo y sonriente, con una manzana entre las manos y sentándose sobre la
mesa sin problemas. Comiendo mientras los miraba poner cara de fastidio.
—¿Será
otra de esas obras de la prima de Seulhoon?
—Aparentemente
sí.
—Son aburridas a morir, prefiero ver cuatro horas de Una
noche en pena.
Changmin
se levantó de su lugar estirando un poco el cuerpo y Yoochun lo imitó,
colocándose la correa de la cámara para poder caminar de regreso al interior de
la casa mientras miraba a Changmin y Cheolyong hablar de lo aburrido que era
cumplir con los dichosos compromisos sociales.
Desde
atrás Yoochun se dio la oportunidad de sonreír y sentir el pecho inflado de
felicidad, de poder sentirse asquerosamente feliz, completo otra vez. Tomó la
mano de Changmin quien lo miró sorprendido un instante y luego con un deje de
sonrisa solamente regresó su atención a su hermano menor, apretando con fuerza
la mano de Yoochun mientras caminaban uno a lado del otro.
Que su
felicidad haya costado la de otros era algo que en noches frías de Seúl le
carcomía el alma, pero cuando veía esas expresiones de Changmin, cuando veía su
rostro falsamente molesto, cuando lo besaba, lo abrazaba y pasaba noches
enteras junto a él. Sentía que todo volvía a girar en el sentido adecuado, que
esos sueños que lo atormentaban en el pasado ahora eran una realidad palpable
nuevamente.
Podía
aferrarse a ese amor como antes, mejor que antes.
Tomando
las oportunidades que no pudo apreciar, siendo y haciéndolo feliz.
—Ya no te
dejaré ir —Susurró despacio y luego lo abrazó por la espalda, con su boca muy
cerca de la oreja del menor— Así que vete haciendo a la idea, de que seré una
garrapata pegada a su presa.
—Aish…
eres una molestia Park Yoochun —Changmin gritó su nombre con fastidio y se
sacudió tratando de impedir el abrazo— Y quitate que es la peor cosa que me has
dicho en años. Qué asco.
Desde su
lugar Choihang solo miraba sonriente como Mir reía divertido mientras Yoochun
abrazaba a Changmin e ingresaban a la casa entre jalones y besos furtivos del
mayor en el cuello de su hijo. Hangsook la tomó de la mano y le sonrió, parecía
que las cosas habían vuelto a encausarse.
Que la
felicidad había tocado a su puerta de nuevo.
Y sintió
ganas de llorar, de felicidad, de gratitud con la vida otra vez.
…
…
Boa apretó sus manos nerviosa, sentada en la pequeña silla y apoyando
sus manos sobre la mesa frente a ella. Mordió su labio un instante y respiró
hondo, tratando de dejar pasar todas esas emociones acumuladas por verlo en esa
situación “Por favor, por favor, que sea el mismo Jaejoong”
La puerta
finalmente se abrió y ella por inercia levantó la mirada, el rostro serio de
Jaejoong se transformó en unos segundos por uno de sorpresa total. Él tenía su
cabello negro corto, estaba mucho más delgado que la última vez que lo vio, sus
mejillas un poco hundidas y esas ojeras la hicieron notar el estado en que ese
muchacho que antes vio brillar ahora se encontraba.
—Boa…
¿Qué haces aquí? —Su voz sonaba grave y áspera, ella no pudo ni siquiera reconocer
su voz— Yunho, ¿le pasó algo a Yunho?
Jaejoong
corrió hacía ella y la pequeña mesa, pero Boa seguía consternada mirándolo,
había cambiado demasiado y finalmente con todos sus recuerdos completos, Boa
realmente no sabía bien a quien tenía en frente.
—Él aún
no despierta.
Entonces
Jaejoong bajó la cabeza, su mirada debilitada por la noticia y finalmente se
sentó frente a ella. Con su cabeza volando por otros lugares. Boa continuaba
mirándolo con atención, sin saber cómo poder hablar con él.
—Pero,
¿por qué? Pensé que solo estaba inconsciente, que…
—Está en
coma —Y sus palabras eran como un disparo tras otro para Jaejoong— Tiene seis
meses y medio sin despertar, y los doctores dicen que podrían ser años… si es
que despierta.
Jaejoong
se movió incómodo. Con los puños apretados.
—Leí que
hoy dan el veredicto con respecto a tu juicio. —Jaejoong únicamente asintió—
Gracias a tus declaraciones muchas cosas se han aclarado y los negocios de
Leesang por fin se detuvieron. Toda esa gente a la que ese hombre perjudicó
recibirán una indemnización gracias a ti y ese otro hombre del que han
prohibido publicar su nombre.
—Él no
tiene nada que ver, no es culpable de nada ilegal. Solamente era el amante de
Leesang y por tanto sabía cosas de él, por eso fue parte de los testigos, aun
así él no es como…
—¿Tú?
—Boa miró el rostro de Jaejoong compungirse un poco y luego sencillamente
asentir— ¿Quién es realmente Kim Jaejoong?
—Soy
huérfano, siempre me faltó todo lo que pude desear o necesitar… —Jaejoong
suspiró como si de repente hablar le costara demasiado— Muy joven conocí a los
hombres de Leesang, comencé haciendo unos cuantos trabajos para ellos pero
luego al parecer les empecé a ser verdaderamente útil y un día me presentaron
ante Leesang. Y el mundo de pronto empezó a brillar.
Jaejoong
sonrió, con esa ironía propia de la felicidad ingenua del pasado.
—Lo tuve
todo, todo lo que quise a cambio de ser el mejor, de ser incluso en parte
amante de él. Pero yo no podía ser su amante, era demasiado bueno en mi trabajo
como para que dejara de hacerlo, entonces llegó Heechul, y no era un secreto
para nadie que Leesang respiraba porque él lo hacía. Era como un muñeco de oro,
no necesitaba mancharse las manos como nosotros para obtener todo lo que
quería, Heechul era intocable. Leesang por ningún motivo permitiría que él se
ensuciara las manos, él tenía que ser libre dentro de los límites que el propio
Leesang le ponía por supuesto. Y yo lo odié.
Las manos
de Jaejoong, ahora ásperas e inquietas se movían entre ellas mientras Jaejoong
la evitaba con la mirada.
—Él y yo
jamás nos llevamos bien, no era un secreto que yo lo odiaba y él siempre me
miraba con desprecio, como un vil mafioso más. Y yo lo detestaba más por eso.
Yo era el preferido de Leesang por mi trabajo, pero Heechul era completamente
intocable. Si Leesang lo ordenaba yo tendría que haber dado la vida por Heechul
¿sabes lo humillante que hubiera sido eso?
Boa se
sintió desubicada repentinamente.
Era tal y
como lo había sospechado, este no era el Jaejoong que había cenado junto a ella
y Yunho en el departamento de su hermano. Este ser con rencores y envidia no
eran ese Jaejoong dulce e ingenuo que se había sentado a comer tantas noches
atrás.
Pero a
veces la verdad es tan cruel, que tenerla enfrente te lastima.
—Estaba
presionado, ofuscado. Ya no quería esa vida, nadie quiere vivir así. Y como
podrás saber salirse de ese mundo no es fácil. Entonces luego de haber acordado
un trato con Leesang quedamos en que haría un último trabajo y entonces
desaparecería. Era magnifico, me alejaría de todo y obtendría lo único que Kim
Heechul no podía obtener por más que lo pidiera.
—Su
libertad. —Jaejoong asintió y ella solo suspiró— Entonces… ¿salirte de ese
mundo fue más una victoria ante Heechul más que tus sinceros deseos por dejar
todo atrás?
—En
parte… —Kim respiró hondo en esta ocasión— Hubo un punto en que… Boa no lo
entenderías, a veces algo se te vuelve tanta costumbre que ya no distingues si
está bien o mal. Pero una noche… todo se fue al demonio. La esposa de uno de
los hombres que había asesinado se había suicidado a los pocos meses y sus
hijos enviados a un orfanato, Leesang les había quitado absolutamente todo y
ella había tomado la peor decisión de todas. Ella le hizo a sus hijos lo que yo
más odie en mi vida: estar solo.
—Antes
jamás me había tomado la molestia de leer los expedientes de mis encargos más
allá de lo debido y de pronto cada objetivo un rostro, un pasado, una familia.
En el fondo siempre lo supe pero ahora pesaba más: en su mayoría no eran
objetivos, eran víctimas. Todo era un caos en mi cabeza, si no salía de todo
eso me volvería loco. Así que acepté uno de los objetivos más difíciles
de todos.
—Shim
Changmin —Boa se cruzó de brazos. Los motivos de ese asesinato, o intento, era
algo que le correspondía más a la policía que a sus intereses. Ella estaba ahí,
tan solo para descubrir a la persona frente a sus ojos— ¿Qué pasó ese día?
—Era mi
último trabajo y evidentemente fui un tonto al pensar que Leesang dejaría ir a
su mejor asesino así como así, con todos esos secretos sobre sus hombros. Antes
me prefería muerto. Cuando subimos al barco esperé que estuviéramos solos iba a
dispararle, lo iba a hacer. Era él o yo, así de simple y aunque lo lamentaba
por su familia y su dichosa pareja de quien pasó despidiéndose como media hora
en el muelle… la vida me había enseñado que era él o yo, y siempre debía
priorizarme a mí mismo porque nadie vería por mí.
—Lo
odiaste a él también. Secretamente tuviste un motivo para dispararle.
Boa lo
había analizado en apenas un segundo.
—¿Qué?
—Changmin
estaba ahí, feliz, con su pareja, despidiéndose de él, prometiéndole volver. No
estaba solo, tan solo como lo estabas tú.
Jaejoong
abrió sus ojos, como si la información apenas hubiera llegado hasta él.
Y se
encontró aterrizando de pronto contra esa realidad frustrante que se
entrecruzaba con ese Jaejoong que había despertado en el hospital y sin recuerdos.
Él solo era egoísta, infame y descuidado.
—Jaejoong…
—Esa
mañana cuando me encontraba apuntándolo, él solo me miró y abrió sus ojos como
cualquier otra persona, confundido, asustado y con resignación a la vez. Yo
solo reparé en mi cabeza su sonrisa feliz de horas atrás cuando estaba con ese
sujeto, lo brillante que lucía, y sentí pesar.
—Pero no
lo ibas a dejar ir.
—No, no
lo iba a dejar ir. Lo iba a asesinar aunque cargara con ese recuerdo toda mi
vida, al menos su vida impediría que robara otras más, pero él no pidió por su
vida solo pidió me pidió que por favor no le quitara el collar, alguien vendría
por él y esa persona querría el collar. Debió haber tenido alguna inscripción,
algo que solo él y el otro comprenderían.
Jaejoong
volvió a suspirar.
—Finalmente
pude ver al tipo detrás de mí, pensé que sería cualquiera de los que me tienen
a mi como objetivo, pero en cuanto lo reconocí supe que esto era de cosa de
Leesang, Shim no era realmente importante era solamente una excusa creíble para
que yo desapareciera realmente, con todo y secretos de por medio. Él le disparó
a Changmin sin miramiento y obviamente él retrocedió herido y yo me confundí
tanto en ese instante. Él iba a morir sin culpa de nada, injustamente. Y en esa
distracción escuché otra bala silbando cerca de mí, fue un impulso, abracé con
fuerza a Shim y saltamos del barco.
Boa se
sorprendió, con los ojos abiertos en demasía y su espalda apoyada en la silla.
—Lo
salvaste —afirmó— Pudiste haber huido tu solo y saltar a salvo, pero al caer con
él… ¡por eso te fracturaste el brazo!
—Recibí
gran parte del daño al caer, Changmin estaba herido y a pesar del golpe al caer
mi brazo recibió gran parte del daño. Las aguas eran demasiado fuerte, perdí el
control y lo último que recuerdo es haberme estrellado varias veces contra las
piedras.
—Hasta
que una finalmente una te dio en la cabeza y perdiste el conocimiento. Según
tengo entendido tu quedaste atrapado entre las pierdas pero el mar se llevó a
Shim.
—Eso me
han dicho.
Boa no
sabe cómo sentirse ahora, esos ojos parecen mirarla diferente.
Y le
faltaba la pregunta más importante de todas.
—Tú
salvaste a ese muchacho. ¿Por qué…? ¿Por qué no has dicho nada aún?
—¿Tiene
algún sentido ahora?
Jaejoong
únicamente sonrió, con ese despejo propio de un alma resignada, Jaejoong estaba
únicamente sobreviviendo, ya no parecía vivir en realidad.
—Solo una
cosa más, dime por favor sinceramente ¿qué significa Yunho para ti?
Podía
tratarse de una pregunta difícil, quizá Jaejoong tuviera reticencias en
responderle, y cuando el hombre se dedicó a mirar sus propias manos, dejando
los segundos pasar, Boa no supo cómo sentirse o cómo soportar la espera.
—¿Qué es
lo qué esperas de mi Boa?
—Saber
por qué usaste tu último recurso a cambio de visitar a mi hermano.
—¿Cómo…?
—Jihoon.
Jaejoong
volvió a mirarla, directo a los ojos.
Boa
necesitaba una confesión ahora, ahora que la estaba mirando a la cara.
—¿Qué es
Jaejoong?
—Yo…
siento cosas por él ¿de acuerdo? —No dejó de mirarla e internamente Boa se
sintió agradecida por ello— Pero son cosas sin sentido alguno. No tiene
importancia ahora.
—¡Las
tiene para mí! Es mi hermano…
—Si te
ofende que esté enamorado de él, no tienes por qué preocuparte. Estaré
encerrado por mucho tiempo y…
—¿Y quién
te dijo que estoy ofendida? —Boa terminó por levantarse, pasando la mano entre
su cabello y respirando hondo, aclarando sus pensamientos— todo esto es tan
confuso para mí, no porque sientas cosas por él, sino porque ni él ni yo
sabemos quién eres. Jaejoong lo poco que mi hermano pudo haber descubierto en
ti… quedó en nada. ¿Eres consciente de eso?
—Lo soy.
—Y yo… ni
siquiera sé que hago aquí ahora; Solamente pensé que cuando Yunho despertara me
gustaría darle noticias de ti, todo eso que no ha tenido la oportunidad hasta
ahora.
—Boa
—Jaejoong interrumpió— por favor nunca pierdas la esperanza. Él va a despertar,
yo sé que puede ser duro para ti pero él… él no puede…
Repentinamente
las palabras de Jaejoong murieron y él llevo las manos a su rostro intentando
vanamente ocultar las lágrimas que pedían salir de su rostro desde hace mucho
tiempo.
—Él no va
a morir. Pase el tiempo que tenga que pasar, yo nunca voy a rendirme.
Jaejoong
levantó la mirada ante las palabras de la mujer, su rostro serio y su mirada
decidida. Por ese instante, Kim sintió que ya no había más palabras que
compartir.
—Muchas
gracias.
—Quisiera
tener buenos deseos para ti, pero necesitas pagar por tus crímenes. Es lo
justo. Sin embargo, espero que puedas encontrar un poco de paz Jaejoong.
Esos ojos
avellana lo miraron con afecto, por primera vez desde que hubiera entrado en
esa pequeña habitación para visitas. Boa tomó su cartera y colocó una de sus suaves
manos sobre su hombro y lo apretó suavemente, Jaejoong recordaría ese gesto por
muchos años, tan lejano y cercano a la vez.
—Cuida de
él.
—Lo haré…
—Jaejoong se atrevió, a riesgo de ser rechazado, a acariciar la mano de la
mujer sutilmente, apretando el agarre sin fuerza y con los ojos cerrados— Estoy
segura que él no olvidará lo que estás haciendo por todas esas personas con tu
confesión. Eres mejor de lo que tú mismo crees. Cuidate mucho—. El pequeño
contacto desapareció poco a poco y con él sonaron los pasos de Boa alejándose
del lugar, dejando un único susurro atrás— Adiós Jaejoong.
Y
entonces comprendió que pasarían muchos años antes de que la volviera a ver.
Antes de
que alguien más se preocupara por él.
…
…
Un poco
después del medio día Siwon logró sentirse perdido durante varios minutos.
Caminando
hacía el estrado se encontraba Kim Heechul, escoltado por varios policías que
al parecer lo mantenían salvo mientras se convertía en la pieza fundamental del
caso más importante de su trabajo, y lo vio. Igual de transparente que serio,
con el mismo gesto de abandono que lo acompañaba desde el día en que lo
conoció.
Lo poco
que había cambiado en él era su cabello, que ahora le llegaba a los hombros,
completamente negro y lacio a la vez, apenas más delgado y vestido con ese
traje que se pegaba a su cuerpo. Sin mirar a nadie en especial, Heechul se
dispuso a dar su respectivo testimonio.
Lo
observó sin escucharlo en realidad, miró su rostro sus facciones. Recordó
incluso la última vez que se encontraron. La ocasión en que él lo ignoró por
completo, los segundos que sintió la mirada del otro sobre su espalda y lo duro
que le había resultado tener que alejarse de él.
Por un
instante, pequeño y ligero. Siwon se preguntó si pedir perdón serviría de algo.
Si las excusas
de no involucrarse con su trabajo lo ayudarían en algo.
Pero
finalmente Heechul había encontrado ese escape y salvación.
Lejos de
él. Lo suficiente como para que él no se sintiera con fuerzas de mirarlo a la
cara.
…
…
—Después
de haber escuchado todos los testimonios pertinentes y de que el jurado
deliberara durante varios días, tenemos un veredicto.
Boa
apretó con fuerza la mano de Jihoon, mirando directamente hacía el hombre de
cabello corto que se encontraba de pie junto a su abogado, escuchando las
palabras que seguramente ya había ideado en su cabeza.
—Tranquila…
—Le susurró Jihoon, pero ella solamente pudo bajar la mirada.
—Yo sé
cuál es el veredicto inminente, pero aún así…
—El
acusado ha sido declarado culpable de todos los cargos que se le imputan.
Apretó
con fuerza esa mano y cerró los ojos, perdiendo de perspectiva todo aquello que
le acumulaban en años por cada una de las cosas que había sido encontrado
culpable Jaejoong, y cuando el final del discurso se acercaba, cerró los ojos.
—…Por lo
tanto y en consideración a cada uno de los delitos antes mencionados, se lo
condena a cumplir treinta y cinco años en la prisión estatal.
Lo
siguiente ocurrió veloz. Boa levantó la mirada para poder ver a Jaejoong una
última vez pero lo único que pudieron observar sus ojos, fue el perfil de
Jaejoong mientras le colocaban las esposas de nueva y lo llevaban fuera de ahí,
entre el murmullo de la gente y la prensa enloquecida por tomar todas las
fotografias posibles.
…
…
Jaejoong
se extrañó al saber que antes de ser trasladado tenía que ver a alguien más,
dudo que se tratara de Boa, Jihoon solamente había estrechado su mano antes de
que el juicio iniciara, así que no sentía que hubiera alguien más que lo
pudiera querer ver. Sin embargo cuando ingreso en la pequeña habitación el olor
a cigarrillo fue lo primero que le llegó y luego de eso la espalda estilizada
de Kim Heechul.
El hombre
había girado ante su presencia y botado el humo de su boca sin prisa.
—No pensé
que demorarían tanto —comentó sin miramientos, antes de apagar el cigarrillo
entre sus manos y mover su boca un poco. Pero Jaejoong solamente se quedó
estático en su lugar, sin entender porque Heechul había pedido verlo antes de
ser trasladado, y no es algo fácil que se pudiera hacer de todos modos— Eres mi
petición especial.
Comentó,
como si hubiera escuchado sus pensamientos.
—¿Por
qué?
—Creo que
tú y yo nos merecemos una última charla —Heechul se sentó en una de las sillas,
cruzando las piernas e invitándolo a sentarse frente a él— Toma asiento por
favor.
Jaejoong
únicamente decidió acceder, aún confundido.
—Tú
dirás.
—La
verdad yo nunca te odié Jaejoong, mis acciones y palabras siempre fueron tan
solo una reacción a tu evidente odio hacía mí. Inexplicable odio por cierto.
—No es
inexplicable, Heechul. Sabes bien porque te odiaba. Aunque nunca fue tu culpa,
que es diferente.
Heechul
sonrió diferente a las muchas veces que lo había visto sonreír antes.
—Tú y yo
siempre estuvimos en el lado equivocado, y sinceramente creo que de habernos
conocido en otras circunstancias nos hubiéramos podido llevar bien. —Jaejoong
solamente lo miró y Heechul volvió a sacar otro cigarrillo y lo encendió con
velocidad— Ahora que Leesang ha muerto no deberían haber más sombras entre
nosotros. Bien o mal hemos hecho lo correcto y ahora mucha gente tendrá una
recompensa, probablemente incomparable con todo lo que sufrieron por culpa de
él, pero al menos se ha hecho justicia. Uno a unos todos los que robaron,
asesinaron y trabajaron con Leesang están cayendo y eso es quizá lo más
satisfactorio para muchas de esas familias allá afuera.
—Lo sé…
—susurró Jaejoong— Quizá es lo único bueno que haremos en toda nuestra vida.
—Precisamente,
y de algún modo siento que nunca es tarde.
—Nunca lo
es.
Heechul
exhalo el humo de sus labios y dejó que un par de segundos pasaran.
—Vine a
ofrecer mi bandera blanca. Si algún día necesitas algo…
—No creo
que pueda necesitar demasiadas cosas estando en la cárcel.
Un
suspiro más y Heechul sintió la nicotina en su cuerpo nuevamente.
—¿Me
odias por eso? Por no ser encarcelado.
—No
tienes por qué estarlo —Jaejoong suspiró ligeramente en esta ocasión— No
hiciste nada que merezca cárcel, no mataste, no estafaste. Solo viviste
encerrado en una jaula de oro Heechul. Ni siquiera sabías de Leesang fuera de
esa puerta.
—De
alguna manera se podría decir que me apreciaba de verdad, se preocupó porque en
ningún momento me viera realmente involucrado en algo.
—Tuviste
algo de suerte, y eso en este mundo es muy difícil de encontrar. —Heechul
asintió y Jaejoong decidió mirarlo fijamente en esta ocasión— ¿qué piensas
hacer ahora?
—Venderé
lo poco que me dejen después de la audiencia y me iré lo más lejos que pueda de
aquí.
—Esa es
una idea millonaria—. Bromeó Jaejoong, con una leve sonrisa en los labios.
—Procuraré
mantenerme en contacto.
—No es
necesario.
—Hablé
con mi abogado —continuó el mayor— Dijo que si lograbas una conducta impecable,
en unos cuantos años se podría hacer algo.
Esta vez
Jaejoong volvió a prestarle atención a la cara de Heechul, quien sonreía
amigablemente por primera vez hacía él. No quería llenarse de ilusiones
absurdas, pero aun así, algo en el fondo de su pecho palpitó con emoción.
—Podremos
hacer algo Jaejoong. Estoy seguro de eso.
—¿Salir
bajo fianza? Pero… de todas formas todas mis posesiones y dinero quedaron en
manos del estado no podría…
—Te dije
que vendería lo que podría, gastaré solo lo necesario, el resto solo será para
emergencias hasta que logremos darte la libertad.
—No
tienes por qué hacer esto…
—Quiero
hacerlo. De cierta forma aunque no lo veas así, tú y yo somos víctimas por
igual. No eres tan malo como crees Jaejoong.
Y era la
segunda vez en ese día que escuchaba esas palabras.
—Los
últimos años de mi vida, la culpa ¿me hacen merecedor de un poco de paz?
—Eres una
consecuencia Jaejoong, no es como si hubieras tenido los caminos adecuados
frente a ti de todos modos, y ya luego, habiendo crecido es difícil salir del
laberinto.
El
cigarrillo de Heechul murió en el cenicero luego unos segundos, y Jaejoong se
permitió suspirar al fin.
—O al
menos eso es lo que yo pienso —Heechul se levantó de su lugar, estirando la
mano hacía él— Espero que nos podamos ver pronto.
Jaejoong
apretó su mano, regalándole una pequeña sonrisa al final de todo.
—Gracias.
—Jaejoong fue el primero en acercarse a la puerta, con los policías esperando
fuera, era mejor salir primero— Y por cierto… no hagas del cigarrillo un mal
hábito. Tarde o temprano lo lamentaras.
Heechul
únicamente dejó escapar una pequeña risa y luego de ello, Jaejoong salió.
…
…
Heechul
se había tomado unos minutos antes de salir, sentándose otra vez en la silla
frente a la mesa que habían compartido minutos atrás, saco la cajetilla de su bolsillo
y contempló los tres cigarrillos que le quedaban aún, sonrió un poco y se
decidió por dejar la cajetilla ahí, no queriendo entender lo que había ocurrido
estos días, todo tan pronto y acelerado que ahora y apenas podía entender la
paranoia del pobre Sungmin.
Salió de
habitación con las manos en los bolsillos y esa expresión tranquila en el
rostro, fuera habían abogados y policías, suponía que luego de esos minutos
Jaejoong había abandonado el lugar hace mucho, pero justo entre los
uniformados, los abogados y los pocos civiles, Heechul lo pudo distinguir con
facilidad.
Siwon
estaba ahí hablando con un hombre y una mujer, caminaban hacía donde él se
encontraba, pero Heechul esta vez solo desvió la mirada y continúo su camino
como si nada, igual que lo hubiera hecho Siwon tantos meses atrás en aquel
centro comercial. Pudo sentir el peso de su presencia al pasar a su lado
escuchando las voces de la mujer y el hombre mientras seguían platicando.
¿Habrá
sentido Siwon el mismo peso de culpa aquella vez?
Como
fuera, ya no había vuelta atrás, para esas partes de su vida: inexplicables y
extrañas. Siwon siempre fue un policía, punto final. Era su trabajo.
Cuando la
luz del sol dio en su rostro de nuevo Sungmin se encontraba esperando por él
mientras andaba en su celular como distracción. Heechul sonrió para no
preocuparlo y el más joven guardó su celular de inmediato.
—¿Cómo te
fue?
—Bien,
Jaejoong y yo hablamos como gente y aclaramos varias cosas.
—Entonces
¿vamos a descansar?
—Sí,
Sungmin. Ha sido un largo día, vamos a descansar.
Sacudió
los cabellos del más bajo quien se movió molesto ante el gesto pero no dijo
algo más. Solamente caminó junto a él, alejándose poco a poco de aquel lugar,
buscando un taxi que los sacara de una vez por todas de todo ese universo
conspiratorio que parecía empezar a estar quedándose atrás.
Fin.
Nota de autor: de
acuerdo, no me odien. Sé que Junsu no apareció en este capitulo y que no hubo
casi nada de las parejas en particular (fuera del YooMin) pero es que necesito
adecuarme a la historia, y en este momento lo que predomina es la situación de
Jaejoong, más adelante se irá resolviendo el resto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo es el fin del fic Rukii, lo que sucede es que el fic aún no esta terminado...yo sigo el fic en la pagina de la autora y en junio hizo un concurso para actualizar porque esta muy ocupada y actualizo el capitulo 19 de este fic probablemente lo envíe pronto pero aparte de eso aun faltan 7 capítulos para el fin del fanfic.
EliminarAsí que creo que deberías eliminar ese fin para que las lectoras no se confundan ;)
Ok gracias por la explicación jejeje >o<
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