Esperó, ese tardío reflejo opaco de luz.
Los tacos de la
mujer se escuchaban a lo largo de la habitación. Jaejoong no se acostumbraba,
nunca iba a hacerlo, encogido en aquel lugar, abrazado a sus piernas vio la
puerta abrirse y esporádicos como nunca antes vinieron a su mente los recuerdos
de horas atrás. Los golpes: uno tras otro sobre su puerta y finalmente sus
muñecas apresadas por aquellas esposas, la vergüenza, la incomprensión y el sin
sabor de no poder ver a Yunho, de pensar aunque quisiera colgarse por hacerlo.
Ella entró,
dentro de su ropa pulcra y lo suficientemente decente como para mirarlo con
pretendida comprensión y sus lentes cayendo sutilmente por el puente de la
nariz. Tenía los ojos marcados por la experiencia y una boca pequeña que apenas
se abría cuando le dirigía la palabra.
Jaejoong no
confío en ella un segundo, ni en los títulos de psicología que decía tener, ni
en su voz suave y las veces que intentó sacarle palabra alguna. Sencillamente
se quedó ahí, justamente como lo había hecho desde que esas rejas lo hundieran
sin salida, sin poder ver la luz del sol.
—Jaejoong…— Le
volvió a hablar, con el mismo ritmo pausado de su voz —Sino me dejas ayudarte,
no podremos avanzar.
Pero Jaejoong
solo desvió la mirada, ella suspiró y pronto el aroma dulce de su perfume
abandonó el lugar. Tan rápidamente como llegó, la mujer solo abandonó resignada
y suspiró, mirándolo de reojo mientras le abrían las rejas y él solo sentía su
profunda mirada. Oscura y determinada a la vez.
—Volveré pronto,
pero espero que hayas pensado mejor las cosas.
…
…
—Maldita sea…—
Yunho exhaló con fuerza y torció sus gestos, como si el licor apaciguara una
paz que no podía ser encontrada. Pero Siwon a su lado únicamente repitió el
mismo movimiento de sus manos, llevando el vodka a su boca y realizando muecas
después de ello.
Jung lo miró,
como si lo descubriera de repente. Pero Choi estaba inmune, con su uniforme
correctamente puesto y su mirada más perdida de lo habitual mientras parecía
estar empecinado igual que él por borrar lo que pudiera de ese día.
Conocía a Siwon
en base a los años de experiencia en el departamento de policía. Su posición
siempre seria y determinada. Los logros que portaba con orgullo y su mirada
escrutiñadora para lograr todo lo que se proponía. Esperó un rato, el instante
adecuado porque él lo mirara y pudiera descubrir un poco de ese estado tan
fuera de lo común en el menor.
—¿Por qué tú
ganas de beber?— Terminó preguntando cuando las conclusiones no llegaron por si
solas hasta él —Tú nunca bebes así.
—Ha sido un día
difícil.
—No creo que sea
igual que para mí.
Se dejó al
descubierto, bebiendo otro poco de vodka mientras el sabor amargo resbalaba por
su garganta y el otro solo parpadeaba confundido. Yunho de pronto sintió que
incluso el olor del vaso lo mareaba y restaba ganas de continuar.
—¿Por qué?—
Preguntó unos segundos después Siwon, sus ojos perdidos todavía —Al fin terminó
tú suplicio con Kim Jaejoong ¿no?
—Él es el motivo
absoluto de mis problemas.
El vaso se
estacionó con fuerza en el mesón y Siwon sacudió su cabeza.
—Disculpa, ¿qué?
—Cometí un error
tras otro, Siwon…— Las penas de su pecho golpetearon consecutivamente, buscaban
ser expulsadas, y Choi era lo más cercano que tenía. Lo más confiable a sus
ojos —No debí involucrarme e incluso cuando me di cuenta de que no estaba
haciendo las cosas como debía… Aun así… No dejé de acercarme, soy un absoluto
imbécil. Pero él era como…
—…Como sino
pudieras dejar de mirarlo, porque inexplicablemente todas tus barreras solo
desaparecían— Que Siwon bajara la mirada, que susurrara sus palabras con aquel
aliento a licor, hizo sentir a Yunho un poco menos desafortunado —Tu lo mirabas
y él te miraba analizando tu alma entera.
—Era perder sin
intentar ganar.
Yunho observó
entonces esos ojos de Siwon alzarse hasta él. Otra vez esa sensación esparcida
en su interior. Quemaba igual que vodka pasando por su sistema, pero era
diferente al encontrar la similitud, al notar los ojos vacíos de Choi.
—¿Quién es?
—Kim Heechul.
Yunho dejó que
una sonrisa atravesara sus labios, su cabeza confundida formando teorías comprensibles
que Siwon captó sin el menor problema.
—¿Tú crees que
fuimos estúpidamente usados?
—Es lo más
probable.
Aceptarlo dolía
un poco más. Yunho tenía esa sensación de estar caminando en reversa cuando lo
miraba, cuando escuchó en boca de los demás que Jaejoong había llegado y había
sido encarcelado, que una psicóloga real hablaría con él para tratar su caso,
pero Yunho se habían enfundado en sus confusiones y ese amor in extremis que
profesaba por él.
—Ha sido el peor
día de mi vida…— Siwon pronto se colgó de su hombro y susurró las palabras
cerca de su oído, a punto de desfallecer y con sus palabras mal sonadas cerca
de terminar en espasmos —Solo quiero abrir los ojos y olvidarme de él. Lo
quiero de verdad, quiero que desaparezca como llegó— Siwon agitó sus manos con
un bufido de sus labios —Quiero que desaparezca en medio de la nada y me deje
en paz.
—No es tan fácil…
Ser adulto significa cargar con el peso de tus decisiones. Y Jaejoong fue una
decisión que tome hace mucho tiempo.
Ni siquiera
estuvo muy consciente de en qué momento Siwon se había emborrachado más que él.
Solo sintió que era su deber palmear la espalda de Choi mientras este murmuraba
cosas poco entendibles. Tal vez hablar de Jaejoong lo traía de regreso a la
realidad.
O simplemente su
vida acortada por los hechos, le revolvían la poca esperanza que quedaba en él.
Esa pérdida en medio de la oscuridad, apartada exclusivamente para él y su
historia con Jaejoong.
…
…
Había sido un
caos total a su alrededor.
Tan fácil se
había ido Changmin de su lado, que el vacío era un hueco vacío entre su pecho y
el aire que no parecía llegar a sus pulmones, como si la vida llegara a darle
una fuerte bofeteada por ser tan ingenuo y pensar que podía llegar a tener un
retazo, por mínimo que este fuera, de la vida del mayor que ahora seguramente
ni pensaba en él.
Todo se movió muy
pronto, de pronto llegaba ese muchacho agarrando a Changmin, mirándolo a la
cara, tocando su rostro, como si sus ojos pudieran descifrar un código secreto
entre ambos. Y esas lágrimas no podían ser falsas. Ese rostro aferrado a la
esperanza en tanto lo abrazaba con fuerza y Changmin lo miraba esperando que le
dijera que hacer.
Pero Minho había
estado más paralizado que él, luego la policía había llegado, un muchacho joven
siendo custodiado entre algunos policías, y notó por supuesto que notó la
manera en que Changmin y aquel hombre cruzaron miradas. Changmin parecía seguir
vacío pero el otro se confundió y luego todo fue caos.
Uno de los
agentes se había acercado, el joven aferrado a Changmin había logrado alejarlo
todo mientras jalaba a Changmin aún más lejos de él, entonces la policía rodeó
a Changmin y luego de eso no lo volvió a ver más.
Llevaba sentado
en aquella silla más de media hora, sintiéndose más pequeño de lo habitual.
Esperando porque Siwon apareciera en cualquier rato o que al menos Changmin
diera muestras de vida.
Pero no sucedía
nada, y el celular en sus manos le indicaba la hora que lograba ponerlo más
nervioso todavía.
—Disculpa— Es
agitada mujer, de rasgos finos y definidos se paró frente a él y lo miro
con los ojos rojos, seguramente a punto de derramar lágrimas —¿Tú eres quien
llegó con Changmin?
Luego Minho solo
recordaría el dolor de estómago tan intenso que lo hizo sonreír tan falsamente
como podía. Egoísta y cruel, solo podía pensar en estarlo perdiendo tan
velozmente que hasta su vacío repentino parecía un castigo justo.
…
…
No entendía mucho
de lo que sucedía, de repente estaba junto a Minho ingresando a la estación de
policía, y de pronto se encontraba encerrado en la oficina de uno de los
policía a cargo. Miró el lugar confundido y nervioso, sus manos se movían y
esperaba por ese joven, por aquel que había saltado hasta él y lo miraba con la
esperanza en la mirada.
Habían llegado a
revisarlo, un doctor que había hecho su trabajo bastante rápido o era quizá el
encontrarse en perfecto estado. Pero su memoria vacía únicamente lo había hecho
asentir con un gesto comprensivo y profesional antes de que lo dejaran solo
otra vez. Y finalmente lo trasladaran a una oficina extraña para él.
—Bien, Changmin—
Finalmente apareció uno de los oficiales, todavía con su chaleco puesto y una
expresión cansada en el rostro —Mi nombre es Jung Jihoon. Soy detective y no tienes
la menor idea de lo afortunado que eres.
Apenas asintió,
reconociendo cada expresión en el rostro de mayor. Desde alivio hasta empatía
por su confusión y estado de desconfianza.
—¿Quieres que
hablemos un poco de todo lo que está ocurriendo?
—Se lo
agradecería muchísimo— Soltó aliviado, acercándose un poco más al borde de su
asiento para poder mirarlo a la cara —Primeramente me gustaría saber quién era
ese muchacho que me reconoció hace un par de horas.
—Él es Cheolyong.
Tú hermano menor.
Sus pulsaciones
aumentaron, velozmente mientras asentía confundido. Parpadeando a cada instante
y sus manos buscaban ávidamente ese collar que colgaba de su cuello, tan
pretendido entre sus deseos más ocultos y sus miedos por más pequeños que estos
fueran.
…
…
Mir volvió a
tapar su boca y sentir las lágrimas salir de sus ojos cuando miró a través del
espejo antirreflejo la imagen de Changmin, su rostro atento a las palabras de
Rain mientras asentía, cual niño pequeño ante cada cosa que le era explicada.
Estaba ahí, como
un regalo de la vida que no alcanzaba a medir.
Se había cansado
de llorar, de actuar como si se negara a verlo en verdad.
Pero su madre
abrazaba con fuerza Hangsook, lloraba en su pecho abiertamente y él solamente
apretaba con sus puños cerrados el abrigo de la mujer, calmando esas lágrimas
que pugnaban por salir de golpe. Esperando sin paciencia por entrar y verlo,
por abrazarlo, tocarlo, verificar que era real, que todas sus lágrimas
derramadas solo habían sido un mal suplicio de la vida.
La charla se
alargaba y Cheolyong no sabía cómo ingresar, como acabar con esa conversación
incesante, miraba el techo y pasaba las manos por su rostro. Esperando y
esperando, volver a abrazarlo para no soltarlo más.
Cuando Minho
llegó, con sus pasos suaves solo se ubicó detrás de la familia de Changmin, lo
suficientemente escondido como para ser visto, los brazos Choihang, la madre de
Changmin lo habían abrazado sin reparo. Agradeciendo una y otra vez por ese
milagro que él representaba. Tantas palabras hermosas, tantos agradecimientos
que no creía merecer.
Permaneció
callado hasta que finalmente el momento llegó. Jihoon, el detective que parecía
estar a la cabeza de todo salió y habló con la familia, minutos después
entraron todos y Minho se acercó, observando cual espectador tras el espejo.
Era una escena de
esas perdidas en el tiempo, que él no había tenido la oportunidad de disfrutar
a cabalidad con su familia. Fueron pasos pequeños hasta allá. Los vio, los tres
frente a Changmin mientras Rain hablaba entre ellos y Changmin temeroso apenas
asentía. Desconocido a sus ojos, Changmin parecía un poco renuente.
De lejos la
situación era tan hermosa que Minho apretó los labios y bajó un poco la mirada.
Los brazos de la mujer habían apretado con fuerza a Changmin, rodeado en un
abrazo, en un mundo sin palabras. Un mundo de promesas y comprensión, que
Changmin acepto cuando cerró los ojos y se dejó querer.
Si la vida le
otorgaba un poco de consideración.
Minho esperaba
que ese mal presentimiento desapareciera de su interior y lo dejara sentirse
infinitamente feliz por él.
…
…
—Estás pasando
por un golpe mental muy fuerte, necesitas hablar con alguien.
Si las memorias
se sacudían en su interior era algo que Jaejoong esperaba sucediera. Había
anochecido tan pronto, que una de las cosas que más agradecía era estar solo en
aquel lugar. Llevó las manos a su cabeza y suspiró, la imagen de ese hombre en
la entrada de la estación taladrándole la consciencia.
—¿Quién era?
Lo sabía, había
una conexión, tan grande como el espeso tiempo que se le iba entre las manos y
la voz de aquella mujer que había abandonado el lugar horas atrás. Traspasaba
las barreras propias de su ingenuidad creyendo en que Yunho aparecería al menos
una vez.
Pero Jung nunca
llegó.
Entonces Jaejoong
volvía forzarse, a que esos sueños extraños que tenía vinieran y lo ordenaran
todo. Que su consciencia le gritara si era culpable o no. Pero no importaba
cuanto tiempo pasara, nada parecía pasar.
Y sus lágrimas en
silencio resbalaban.
Desesperado y
angustiado por igual.
…
…
Sungmin
últimamente lucía cansado, apenas y había recordado aquella cita pactada con el
muchacho de la tienda de vinos que Heechul solía visitar. Con pesar había
tenido que cancelar, luego había salido a comprar algo de comida y entre sus
bostezos propios, esa horrible sensación de no dejar a Heechul demasiado tiempo
solo lo impulsó a volver.
Heechul había
sido fuerte, con una personalidad arrebatadora. Era de esas personas a las que
bien podías amar u odiar bajo la misma intensidad, Heechul era tantas cosas
hasta que dejó entrar a Leesang en su vida y entonces las cosas cambiaron
completamente, todo ese ser deslumbrante que era Heechul se perdió y se ocultó
bajo las sombras.
Pero había
llegado a un punto crítico días atrás cuando lo encontró en aquel lamentable
estado y por el cual no quiso abandonar jamás el departamento. Sungmin nunca
había sido tan fuerte como Heechul. Y por eso en ocasiones se encontraba
llorando por él, deseando una libertad tan fuera de su alcance que aunque
suplicara una y mil veces, ni siquiera así sería escuchado.
Abrió la puerta
esa noche, con una sonrisa en su rostro. Leve y comprensiva, tratando de borrar
todo rastro de pena y tristeza que pudiera alterar ese estado tan voluble en el
que permanecía Kim.
Lo encontró sobre
la alfombra del salón, casi a oscuras y con la mirada puesta en el gran
ventanal, en la hermosa noche que le era entregada. Miró su perfil, la manera
en la que el mayor no parecía reaccionar ante su llegada y curioso caminó hasta
él, Heechul entonces levantó su mano derecha, temblaba y sus labios separados y
secos llenaban de un mal presentimiento a Sungmin.
Esa mano delgada
y fina se levantó con esfuerzo, directo hacia la luz de la luna que golpeó en
su piel y Heechul contempló su piel siendo bañada por esa luz. Parecía
hipnotizado, completamente ajeno a que Sungmin caminaba confundido hasta él.
Cayó una primera
vez, al menos frente a los ojos de Lee.
Una gota precisa
y resplandeciente. Tan roja que los ojos de Sungmin se abrieron sin
contemplación y esa muñeca rasgada lo hizo correr y gritar sin reparo.
—¡Hyung!— Miró
horrorizado la alfombra blanca, completamente manchada de sangre. Ambas muñecas
cortadas, prendió la luz con velocidad y sus ojos abiertos más no poder.
Sintiéndose más débil que nunca, sin saber que hacer —Hyung… Por favor… No
debiste hacerlo… ¡Hyung!
Pero Heechul solo
sonrió, acariciando despacio su rostro, manchando la camisa de Sungmin con más
gotas de su sangre. Tan pálido que Sungmin odió a la oscuridad por no haberle
dejado notar antes su estado.
—Siempre fuiste
un buen dongsaeng… Min…
Sacudió su cabeza
con fuerza y actuó lo más rápido que pudo, sus pasos nerviosos fueron por un
par de toallas a la cocina, de esas completamente limpias y largas, amarrando
con premura y cuidado las muñecas del mayor que parecía solo desvanecerse entre
sus brazos.
—Hyung, abre los
ojos. No los cierres, por favor.
—Sungmin… Lo
siento tanto…
Pero prefirió no
escuchar, la voz débil de Heechul era algo que prefería no reconocer. Llamó lo
más rápido que pudo, pidió la ambulancia, sollozó desesperado ante el montón de
datos que solo retrasaban más la ambulancia y terminó por gritar y exigir una
ayuda que supuestamente llegaría pronto.
Soltó el teléfono
desesperado, sus manos temblorosas alejaban el cabello de Heechul de su rostro
y esa palidez lograba que la preocupación solo aumentara.
—Hyung… Por
favor… No me dejes aquí, no lo hagas.
Se abrazó a su
cuerpo asustado, sintiéndose únicamente como un niño pequeño, aturdido y
confundido a la vez.
…
…
Junsu no estuvo
muy conforme cuando bajó del avión, ni cuando recogió su equipaje, su mirada se
perdía por ratos y tenía esa escandalosa sensación de que regresar sin mirar
atrás era la mejor de sus ideas, pero calló como cada vez que veía a Yoochun
con esa actitud callada y tranquila. Era una paz irreconocible para él, una que
no había visto en él antes.
Sentía con cada
pasar del tiempo y gracias al largo viaje, que finalmente no lo conocía lo
suficiente, que estaba arriesgando demasiado por unos latidos de su corazón y
una persona que había sacudido su vida en tan poco tiempo. ¿Y si se equivocaba,
si salía lastimado otra vez?
—¿Listo?
Yoochun se acercó
con sus maletas tras de él y esos ojos buscando la respuesta mayormente en sus
ojos que en sus palabras, por eso asintió, tratando de ocultar las reacciones
propias de su cuerpo cuando vio el collar en ese cuello, apenas visto por la
camisa que llevaba puesta.
—Sí. Solo estoy
algo nervioso.
—No te preocupes—
Le sonrió Park —Te aseguro que esto pasara pronto.
Quería guardar
recuerdos con él, que la vida le sonriera por primera vez y le otorgara la
sensación de hacer las cosas correctamente, pero no se permitió llegar más allá
cuando Yoochun apretó su mano despacio y jaló de él hasta un lugar fuera del
aeropuerto.
Tomaron un taxi
que no parecía tener problemas en ir demasiado veloz, porque Yoochun se
encargaba de decirle y enseñarle lugares que le mostraría después, se llenaba
de promesas que Junsu esperaba pudiera cumplir.
Mientras tanto,
cuando Yoochun no lo podía ver, Junsu apretaba fuerte sus manos y mordía sus
labios, preocupado y angustiado todavía. Perdiendo la seguridad en cada
kilómetro que recorría junto a él.
…
…
Yunho abrió los
ojos con el brazo de Siwon cruzando su pecho, y el calor exfoliando de su piel
con molestia, cada gota de sudor esparcida por su frente, habiendo olvidado
prender el aire acondicionado, pero el rostro adormecido de su compañero contra
la almohada solo lo hizo cerrar los ojos y abrirlos otra vez.
Después pasó una
mano por su rostro y el malestar llegó como si fuera una mala broma de su
cuerpo. El sol pegaba directo en su rostro como cada mañana y recordó
instantáneamente, el haber bebido de más junto a Siwon. Luego el trabajo que
representaba llevar a Choi hasta su departamento para al final acabar ambos en
la misma cama empujándose el uno al otro por espacio y finalmente caer rendidos
sin moverse un centímetro de su lugar.
Movió con molestia
su ropa mal puesta y arrugada, esa desagradable sensación de la resaca
repercutía en cada espacio de su cuerpo, se levantó golpeando sin intención a
Siwon, pero este solo murmuró un par de cosas y se movió, mareado todavía,
Yunho caminó hasta el baño, su estómago revuelto y las náuseas a primera orden
esa mañana.
El celular sonó,
Jung difícilmente lo escuchó mientras se encerraba en el baño y eran vencido
por el malestar.
—¿Diga?
Escuchó la voz
rasposa de Siwon. Perdido por unos instantes, un silencio pasmoso mientras el
vomitaba con la respiración pesada y sus ojos distorsionados.
—¡¿Qué haces en
Seúl?!
Siwon no
terminaba de gritarle a quien sea que estuviera al celular, cuando el de Yunho
empezó a sonar y el mayor solo se sostuvo del lavabo con esfuerzo. Y el peor de
sus temores se cristalizó a sus oídos. Gracias a la voz descompuesta de Choi.
—Yunho… Es Rain.
…
…
—Su nombre es
Shim Changmin. ¿Podrás solo? No creo que represente un gran problema para ti.
Jaejoong se
removió sobre el espacio que parecía estar destinado para dormir, frunció el
ceño agitado y con el sudor por su frente, se movía incesante y su memoria jugó
con fuerza, sacudió las debilidades de su cuerpo otra vez.
—Curiosamente
odias a Heechul hyung porque tiene algo que ni tú mismo sabes si de verdad
quieres.
—Deja de
entrometerte, Sungmin. Que si Heechul es la puta de Leesang es por elección
propia, no porque alguien lo haya obligado.
Se encontró solo
en la mitad de la nada, con las voces dando vueltas en su cabeza, con las
paredes blancas tomando formas y mostrándole rostros y visiones de su pasado,
caminando fugaz hasta un lugar que no terminaba de determinar.
—¿Qué esperas
que no le disparas?
Recordó brutalmente,
incapaz de controlar el dolor de cabeza que aquello le provocó, de sus ojos
abiertos en demasía mientras sostenía su cabeza y gritaba de dolor. Interrumpía
la mañana silenciosa sin percatarse de que las lágrimas corrían por sus
mejillas.
La soledad, y el
orfanato donde todo había sido penumbras para él. Ese resentimiento extraño con
la vida y esa juventud prendida por la ambición, la envidia de aquel que lo
obtenía todo por el método más fácil, mientras él se ensuciaba las manos y el
otro solo tenía que sonreír.
Se aseguró de que
su cuerpo se encogiera, que las lágrimas ante cada mirada vacía que dejó atrás
no lo atormentara, de su mano sobre un arma cargada cobrando favores y
vertiendo trabajos que luego Leesang agradecería con creces.
Jaejoong lo
recordó todo.
Cada instante,
más fulminante que el anterior.
Y la imagen de
Yunho se desmaterializó, tan pronto como su esperanza, pequeña y casi mínima de
verlo llegar. Porque era exactamente todo, por lo que Jung Yunho jamás lo
querría volver a ver.
Tan aturdido e
inferior, como esa vida que hace tanto había decidido llevar.
…
…
Cuando el taxi al
fin se estacionó, Yoochun le hablaba sobre los padres de Changmin, sobre la
idea firme de que ellos eran como una familia para él, al haber perdido a la
suya cuando apenas era un niño.
Se acentuaba
entonces la imagen temerosa de Junsu sobre no ser el momento indicado para
enfrentarlo, sin embargo otra duda cubrió los ojos de Junsu cuando bajaron del
auto y Yoochun miraba asombrado de un lado a otro el montón de autos que habían
estacionados fuera de la residencia Shim.
—¿Qué está
sucediendo?
Pronto se vieron
rodeados por un montón de reporteros e indudablemente Junsu se sintió
extrañado, pegándose sutilmente a Yoochun cuando las rejas de la residencia
fueron abiertas y unos guardias los dejaron pasar solo a los dos, encargándose
algunos empleados de las maletas.
Junsu se sintió
tan fuera de lugar…
—Yoochun…
—¿Será porque ya
apresaron al… asesino de Changmin?
Y todavía se le
dificultaba a Park pronunciarlo, las puertas grandes de la casa fueron abiertas
y la casa grande logró que Kim se sintiera más intimidado si eso era posible. Pero
la sala principal parecía estar repleta de más reporteros y Yoochun de
inmediato frunció el entrecejo. Junsu solo apretó su mano con más fuerza. Que
no lo suelte, era lo único que el menor pedía en silencio.
Sin embargo el
corazón de Yoochun latía desbocado, escuchaba los susurros desubicados y las
miradas del mundo entero sobre él, como si el tiempo pasara lento, Yoochun ni
siquiera se preocupó en mirar atrás. Soltó a Junsu sin problemas, usando ambas
manos para poder abrirse paso entre todos y que el aire volviera a él.
Porque sus oídos
no le podían fallar así, no podía ser vilmente engañado.
Así que caminó
sin importarle las quejas por sus empujones, quejas que luego morían y el flash
de las cámaras lograban aturdirlo todo. Hangsook y Choihang tomados de las
manos estaban encabezándolo todo y junto a ellos estaba Mir, acompañado por
alguien más.
Trató de
vocalizar palabra alguna, pero solo logró que su boca se abriera y cerrar, sus
ojos parpadearon velozmente, llenándose de lágrimas al reconocerlo incluso de
espalda mientras escuchaba atento a Mir. El discurso de Hangsook ante la prensa
se detuvo al verlo ahí.
Y fue como si el
silencio se volviera presa de él, el resto desapareció y sus pasos torpes y
apurados corrieron hasta él. Hasta su presencia atenta y sus ojos que se
abrieron reconociéndolo sin saber hasta qué punto lo hacían. Pero Yoochun
estaba al borde del colapso. Tocaba el rostro de Changmin, y lo miraba de pies
a cabeza, enteramente.
Luego su llanto
amargo lo venció y perdió la poca fuerza que le quedaba, tapando su boca y
cayendo de rodillas frente a él, justo a sus pies. Como si la vida disfrutara
jugar con él y su eterno amor profesado al hombre que se encontraba
observándolo con presta atención.
Entonces Changmin
se arrodilló frente a él y sus ojos parecían contemplarlo con un anhelo
impresionante, Yoochun solo pudo llorar, con un montón de espinas atravesando
su corazón.
—¿Eres Park
Yoochun?
No importaba que
su corazón se hundiera más y más. Solo le bastó con escuchar su voz. Su
maravillosa voz deslumbrándolo todo a su alrededor. Lloró entregado a él, a su
imagen, a las noches enteras sin dormir llorando su pérdida. A su ausencia que
lo sacaba del infierno de repente y lo jalaba sin pensar en lo demás.
Pronto esos
brazos delgados de Changmin lo envolvieron, lo encerraron en un abrazo. El
menor hundió su rostro en el cuello de Yoochun y suspiró, como si aquello fuera
lo único que hubiera estado deseando desde tanto tiempo atrás. Como si sus
cuerpos se reconocieran automáticamente.
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