El chico Nuevo cap 2

- Junho, ¿estas consciente de todo lo que estas haciendo?, porque la verdad yo no, a penas te conozco y ya me besaste y no solo eso, tú eres un chico y yo también.
- No veo mucha diferencia en que tú seas un chico, lo que siento tiene todo el sentido del mundo. No te voy a presionar en nada Jae, pero tienes que saber que lo que siento por ti es de verdad. Jae te quiero para mí –me tomó la mano, yo me sonrojé hasta las orejas.
- Esto es una locura, no sé si…
- No tienes que hacer nada si no quieres, déjame conquistarte Jae, dame una oportunidad. –no podía creer lo que estaba pasando, Junho estaba intentando ligar conmigo- No te voy a hacer daño, lo prometo.
- No me trates como si fuera una chica Junho. No te he dicho que te dejaré acercarte más de lo que ya lo hiciste, esto no es nada normal para mí –tomé mi vaso de vino y me lo serví de una. Junho volvió a servirme.
- Jae estas tan confundido como yo, esto es nuevo para mí, pero no puedo evitarlo te deseo –esto ya se estaba pasando de la raya, sin embargo, cada vez que Junho me decía me hacía sentir lo mismo por él, volví a tomarme la copa de vino de una vez, ya estaba medio mareado- no deberías beber así, te vas a emborrachar.
- No me digas que hacer –mi voz sonó extraña, Junho se puso a reír, yo no estaba acostumbrado a beber y lo peor es que ya estaba sintiendo las consecuencias de las dos copas de vino que me tomé.
- Come algo de lo que te sirvieron, necesitas comida en tu estómago, te sentirás mejor –me recomendó.
- Ya lo sé –dije comenzando a comer, Junho volvió a reírse.
- Realmente me fascinas –yo no lo miré- ¿crees en el amor a primera vista? –casi me atraganté con la pregunta.
- Estas bromeando –le dije, ¿amor? Cómo puede hablarme de amor apenas me conoce- claro que no, eso no existe.
- Pues yo sí, cuando apareciste en la sala de clases ayer sentí como un rayo partiéndome, me electrocutó completamente, y ya no pude dejar de pensar en ti, no bromeo cuando te digo que realmente quiero tener algo contigo –me miró fijamente durante un rato, pero cuando vio que yo no le decía nada volvió a concentrarse en su plato
- ¿Qué pasará con Iku? –le solté.
- Nada, mañana terminaré con ella. Hace tiempo que nuestra relación ya no tiene sentido, no veo necesidad de seguir con ella, teniéndote a ti. –de verdad no había comparación entre ella y yo?, me sonreí- ¿Qué te causa risa?
- Todo esto, me tengo que ir ya se me hizo tarde –dije levantándome, pero me sentí muy mareado y volví a sentarme.

Junho se levantó y me ayudó a caminar, no puse resistencia, me sentía en verdad muy mareado. Me subió a su auto y me preguntó mi dirección.

- Junho, lo siento creo que estoy medio borracho –le dije y me acerqué a él, tomé su rostro y comencé a besarlo.

Al principio Junho me respondió casi por instinto. Me acarició el cuello, luego bajó hasta mis muslos, yo comencé a gemir “¿Qué estoy haciendo?”, pensé mientras me apretaba contra él. Desabrochó mis pantalones y sacó mi miembro erecto, lo miró un poco indeciso y luego lo introdujo en su boca, al parecer algo le pareció extraño porque me miró sorprendido. Luego me sonrió y hundió su cabeza sobre mi pene. Lo lamió con desesperación mientras yo me perdía en el placer.

- Junho detente estamos en el estacionamiento –le dije casi en un susurro.

Se detuvo con los labios rojos.

- Conozco un lugar en el que podremos estar tranquilos –me susurro mientras mordía mi oreja.
- Llévame –le respondí, de verdad mis labios dijeron eso.

Recorrió las calles con rapidez mientras con sus manos seguía acariciando mi miembro que ya casi no aguantaba más. Por fin llegamos a un Motel, entramos a la habitación y en cuanto estuvimos ahí, Junho se lanzo sobre mí. “Dime que es lo quieres”, me pidió. Yo estaba confundido, nunca antes había sentido tanta necesidad de otra persona, ni siquiera las veces en las que acaricié una mujer. “Tócame”, le supliqué. Me quitó la ropa al tiempo que él se quitaba la suya, su miembro estaba tan caliente como el mío, el de él era un poco más grande, y la verdad no sabía qué hacer. Supe dónde tocarlo por la cantidad de veces que me auto entregué placer. Lo oí gemir sobre mí mientras mis caderas lo rozaban. “Jae, puedo… puedo penetrarte?”, me preguntó de repente, aquello me desconcertó, realmente estaba pasando esto, yo estaba haciendo el amor con un hombre, sin embargo, me sentía tan bien. “Hazlo”, le respondí, tocó su miembro y lo masajeo hasta que salió liquido de él y lo paso por mi pequeña abertura, hizo lo mismo con mi propio miembro y luego lentamente comenzó a entrar en mí. Sentí un ardor repentino, dolor, pero Junho tomó mi pene y comenzó a acariciarlo, y ambas cosas comenzaron a tomar forma, a él dentro de mí, y a su mano masturbándome, me olvidé del dolor y sentí placer, un placer exquisito, mis labios se llenaron de gemidos que fueron apagados por sus labios, me besó mientras se movía dentro de mí, cada vez con mayor rapidez, mi cuerpo tembló bajo de él cuando el orgasmo me invadió y lo sentí a él venirse dentro de mí expulsando su líquido. Cayó sobre mí, cansando y satisfecho al igual que yo. Nos quedamos ahí, en silencio, yo no sabía que decirle, y él al parecer tampoco.

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