Cada día como de costumbre la rutina lo hacia levantar antes de la salida del sol, se levantaba rápidamente y lavaba su rostro con agua fría para evitar sentirse adormilado, seguidamente cambiaba su bata de dormir por el tradicional uniforme utilizado por el resto de los sirvientes del palacio; Un abrigo de terciopelo azul abotonado al frente, camisa blanca de vuelos con tejidos de algodón, botas negras anudadas con cordeles hasta la altura de sus rodillas, y pantalones negros que siempre debían estar perfectamente planchados.
Cuando estuvo listo amarró su cabello en una coleta como solía hacerlo y se preparó para correr a la cocina y tomar un jarrón de agua fresca y algunos paños de tela que su hermano mayor le proporcionaba.
Cuando tuvo el jarrón en sus manos, se apresuró a subir los escalones, luego por el pasillo derecho hasta llegar al final, cuando estuvo frente a la puerta de la última habitación, la toco dos veces y se quedo atento esperando paciente. Sin escuchar respuesta luego de un minuto, giró el picaporte para poder entrar.
—Buenos días —dijo en tono bajo al ingresar a la habitación— ¿Lord Yoochun?
Las gruesas cortinas de seda evitaban que el radiante sol de la mañana entrara a la habitación, por lo que una vez estuvo dentro, el joven sirviente se dirigió directamente a los ventanales y abrió las cortinas para que la cálida luz de aquel verano penetrara la obscuridad que hasta entonces reinaba en el lugar.
Dio una mirada hacia los aposentos de quien debía despertar como este este se movía cuando aquella luz le estorbaba en el rostro; El joven sirviente dejó la fuente en la mesa de noche, acercándose a la cama le llamo con suavidad:
—Lord Yoochun, debe despertarse ya —dijo en tono suave—
Sus palabras no tuvieron efecto y pudo notarlo cuando el aludido tomo las sabanas y se envolvió completamente en ellas, ignorando por completo sus palabras. Con educación el muchacho ignoro aquello, llamando nuevamente, pero no obtuvo respuesta.
Lentamente se acercó más a la cama y tocó el hombro del conde, pero esta vez su mano fue tomada y fue bruscamente halado hacia la cama, consecuentemente envuelto entre las sabanas en segundos.
No pudo reaccionar ante aquello, solo pudo percatarse de lo sucedido cuando ya se encontraba viendo los ojos aun cerrados del joven noble.
—¿Q—Qué está haciendo?
—Quédate quieto. —susurró pasivamente—
El joven se mantuvo quieto un segundo luego de escuchar aquella orden, manteniendo la mirada en aquel cabello negro completamente desordenado y la blanca piel de porcelana, junto a esos labios prominentes y rosados que se mostraban frente a sus ojos. No por nada, aquel noble superaba la belleza de la mayoría de personas que haya conocido hasta entonces, exceptuando por su puesto a su adorado hermano.
Verlo tan de cerca era comprobar la magnitud de esa belleza.
—Por favor, suélteme, no es prudente que alguien nos vea en esta posición. Mi Lord, debe levantarse. —Reclamó empujando el cuerpo del joven noble un poco—
Siendo un sirviente cuya entrada al palacio había sido repentina e inmediatamente nombrado el asistente directo del ‘Conde del valle del este’ había despertado la envidia de muchos otros sirvientes que en años de servicio no habían obtenido nada parecido, por supuesto, habían muchos rumores rondando acerca de su entrada a palacio por lo que el Joven era torturado diariamente con los cuchicheos a su espalda.
Cuchicheos que se acrecentaban con la evidente cercanía que el conde le demostraba.
—Se lo ruego, Lord Yoochun.
La mirada de Yoochun se fijó sobre el mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa tan amplia y hermosa como ninguna otra. Aquel precioso gesto hizo que sus mejillas se enrojecieran, impidiéndole el mantener el contacto visual con aquel hombre:
—Changmin—ah, el único que puede entrar a esta habitación eres tú, nadie tiene porque vernos aquí.
Su voz, ronca y suave resonaba en sus oídos, por lo que el sirviente trataba de apartar de su mente aquellos pensamientos indebidos, el no podía guardar ninguna clase de sentimientos por aquel conde.
Rápidamente se alejó de sus brazos en un descuido, saliendo de la cama y organizando su uniforme, mientras el conde se percibía algo molesto, finalmente se dispuso a sentarse en la cama procurando no perder de vista al joven sirviente. Cuando Changmin le vio dispuesto a comenzar el día, dio una reverencia respetuosa y salió de la habitación.
El corazón de Changmin palpitaba con fuerza, una vez estuvo fuera de la habitación coloco sus manos sobre su rostro tratando de cubrir su sonrojo, apoyándose en la puerta de la habitación, tratando de calmarse, y seguidamente, escucho los pasos de alguien aproximándose.
Se asustó con ello e instintivamente se puso derecho mientras la mirada de su superior se encontró con la propia:
— ¿Por qué has tardado tanto?
—L—Lo lamento… Lord Yoochun no quería despertar —murmuró, haciendo una reverencia al recién llegado—
—Dirígete al pueblo con las sirvientas y ayuda a traer los víveres para la cena, yo me encargare de despertar a Lord Yoochun.
—S—sí.
Changmin aceleró el paso en dirección a la cocina, tratando de aparentar calma y serenidad, hasta que los ojos de aquel que conocía absolutamente todo de el lo apuñalaron una vez cruzo el umbral de la puerta:
— ¿Estas bien? —Preguntó viéndolo fijamente— ¿Por qué estás tan alterado?
No había en este mundo una sola cosa de la que su Hyung no se percatase, no importa cuanto tratara de ocultarlo, el siempre daba en el clavo solo con mirarlo:
—No es nada, acabo de recibir una reprimenda de Yunho.
— ¿Eso es todo? —Indago desconfiado— Él te regaña casi todos los días ¿Qué te dijo esta vez para que te pusieras así?
—No es nada hyung —bufo molesto— iré al mercado con las sirvientas, debo comprar los víveres.
—Huye, te la dejare pasar esta vez.
Changmin le brindo una sonrisa menguada a su hyung y luego se dirigió hasta las sirvientas para cumplir sus tareas del día.
Últimamente se alteraba a sobremanera con las muestras de afecto que Yoochun le daba pero esto era compresible, a diferencia de cuando entro al palacio hace varios años siendo un niño, aquellas caricias estaban empezando a ponerlo nervioso.
Era cierto que Yoochun le demostraba un cariño que no demostraba con ningún otro sirviente, hasta el punto de ser demasiado expresivo aun cuando había personas alrededor.
Pero más que por los rumores que siempre debió soportar, Changmin empezaba a preocuparse por sus propias razones, pues con el avanzar del tiempo sus sentimientos hacia el conde estaban tomando un matiz que no deberían tener:
— ¿Otra vez suspirando? —Le mencionó una de las sirvientas— Sé que es común para un joven de tu edad el estar enamorado, pero no es bueno que lo estés con tal intensidad.
—No diga eso, abuela —respondió— solo estoy un poco preocupado, recibí otro regaño hoy.
—No es como si fuera algo extraño —mencionó entre carcajadas— Aun cuando es mucho mas joven que yo, sufro mucho a causa de las exigencias del joven Yunho, el es estricto con todos, así que solo acostúmbrate de una vez.
—Solo digo que parece ser un poco más duro conmigo.
—Lo es —sonrío— Eres un joven en entrenamiento, ya que tu también cuidas de nuestro Lord como él, debe asegurarse que cumplirás con tu trabajo aun cuando él esté ausente. Eres su respaldo y la persona en la que nuestro Lord confía.
—Sí, sí. No volveré a quejarme.
—Buen chico.
Aun cuando hubiese problemas su vida en aquel palacio no se comparaba con su anterior vida, estaba feliz pues su hyung hacia lo que amaba siendo incluso apadrinado por el Chef de palacio, que una vez sirvió en la cocina del mismo Rey.
A pesar de los rumores, muchos de los sirvientes siempre eran amables y los trataban como hermanos, y el, aprendía cada día mas. Por sobre todo, su vida era tranquila y armoniosa y aquella hermosa paz no la cambiaba por nada.
—Hemos regresado —mencionó al llegar— ingredientes frescos del mercado —sonrió a Jaejoong— ¿Qué prepararas hoy?
—No hare algo especial —le respondió el aludido de espaldas mientras preparaba la salsa— Hoy nuestro Lord cenará afuera por motivo del baile por lo que hoy preparare solo la comida para los sirvientes.
—Oh, es verdad.
— ¡Changmin! —Le llamó otra de las sirvientas— Lord Yoochun te ha estado llamando hace rato, dirígete a su estudio.
—Sí, voy en seguida.
Changmin se dirigió de inmediato al estudio donde Yoochun se encontraba firmando algunos documentos mientras tenia una conversación con Yunho.
El menor saludo con una reverencia a ambos hombres al entrar, Yoochun le sonrió y Yunho solo inclino su cabeza.
Los hombres continuaron su línea de conversación entonces:
—Haremos un viaje a Londres al terminar con la documentación aquí, será en los próximos cinco meses, debido a las asambleas con el consejo de la corte y las nuevas legislaciones de su majestad el rey que debe informar. ¿Deberíamos redactar las cartas de notificación los líderes de las aldeas ahora?
—Changmin ya se encargó de eso —mencionó Yoochun— solo envía al mensajero para que las entregue. El me ha estado ayudando con la documentación así que no habrá problemas.
—Entiendo mi Lord. Me ausentaré por estos tres días mientras me dirijo a la capital para obtener la autorización de su Alteza —Yunho fijo su mirada en Changmin— Cumple tus obligaciones. Mientras no esté aquí estarás a cargo de mi trabajo.
—Lo entiendo. —Respondió con respeto— Puede marcharse tranquilo.
Yunho se despidió de Yoochun con una reverencia y este le respondió con una sonrisa deseándole un buen viaje. Changmin pudo relajarse cuando Yunho por fin se marchó, no por nada siempre se sentía tensionado cuando este estaba cerca.
Poco después el sirviente sintió como los brazos de Yoochun lo envolvieron por la espalda, mientras apoyaba la barbilla en su hombro, aprovechando su distracción por la salida de Yunho. Changmin solo pudo quedarse quieto mientras nuevamente era atacado sorpresivamente por el conde:
—Ha sido mucho trabajo últimamente —susurró— podemos descansar un poco ahora.
—Aun no, tiene mucho trabajo que hacer aun mi lord. —respondió diligentemente.
—No seas tan estricto como Yunho, Changmin—ah…—se quejó apretándolo fuertemente— solo déjame abrazarte un poco más, necesito recargar mi energía.
El corazón del menor estaba a punto de estallar mientras los cálidos brazos de Yoochun lo envolvían con firmeza. Esos latidos eran tan fuertes que temía que se escucharan, no podía permitirse revelar aquellos sentimientos ante el conde.
Aunque intentara con ahínco tomar todas esas constantes muestras de afecto como algo común, cada día estaba mas nervioso e intranquilo, cada día se le hacia mas difícil disimular lo inquieto que se sentía cuando Yoochun se le acercaba.
— ¿Esta bien ahora? —Dijo el sirviente luego de varios minutos en silencio— Tendrá que prepararse para firmar aquellos papeles —Alegó mirando el montículo a un lado del escritorio de Yoochun— y esta noche debe asistir al baile de La condesa de la Court, no puede rechazar su invitación nuevamente o comenzará a murmurar de mala manera —le regaño, deshaciendo el abrazo— Mi deber es velar porque cumpla su trabajo Mi lord. Le imploro que lo inicie inmediatamente o se retrasará en sus obligaciones provocando que me reprendan.
—Yunho te entreno muy bien —dijo con desdén Yoochun regresando a su escritorio— Cada vez eres más frio conmigo aun cuando yo solo quiero tenerte cerca. —se quejó infantilmente—
Yoochun lanzó un suspiro ahogado, Changmin se limitó a iniciar sus deberes: redactar cartas y revisar las millones de invitaciones que llegaban diariamente, decidiendo cual era conveniente y cual no, tener el te de las cuatro listo, tener la tinta para las plumas a la mano, procurar que tome sus comidas a la hora correcta y que cumpla con su agenda del día a cabalidad, preparar sus documentos cuando él no pueda. Era casi como una niñera, que debía estar a espaldas de Yoochun siempre, vigilándole y cuidándole.
Aunque bien sabia que Yunho era mucho mejor en eso, sus años al lado de Yoochun siendo su sirviente desde que era pequeño le enseñaron a conocerlo. Yunho era imbatible y aunque le trataba con el respeto de un conde, no le dejaba levantarse de la silla hasta que terminase su trabajo, aun cuando estuviese desecho. Con el no era lo mismo, Yoochun aprovechaba cada descuido para encimarse y holgazanear y aunque Changmin procurara que volviera al trabajo, siempre inventaba una excusa y con aquellos ojos suplicantes, no podía negarle nada.
Por eso tal vez Yunho le mirase con cierta reserva y temiese que al dejarlo bajo su cuidado se perdiera y no hiciera nada, lo que lo obligaba a cada día ser más firme, mas “frio” como el mismo Yoochun había indicado. Pero se estaba tomando en serio su trabajo, quería tener de todos el respeto que Yunho profesaba y así acabar con los rumores.
[…]
Cuando cayo la tarde, Yoochun debía prepararse para partir hacia uno de los tantos bailes a los que debía asistir por protocolo. En esta ocasión, llevaba un hermoso traje completamente blanco de cuyas solapas caían varios pendientes en forma de medallas de color dorado.
Changmin lo ayudaba a vestirse, alcanzándole la gabardina Blanca que debía colocarse para protegerse del frio del mismo color blanco marfil del traje. Luego, se dispuso a abotonar los broches del frente de la gabardina. Concentrado en su labor no notó la mano de Yoochun que se acercaba suavemente a su mejilla y la acariciaba con dulzura.
Changmin no pudo evitar congelarse desviando la vista hacia el Conde, dándose cuenta que tenía “esa” mirada, esa mirada extraña que le hacia colocar nervioso; profunda y oscura, concentrada completamente en observarlo, enfocada solo en su rostro.
No pudo soportar más y volvió a su tarea terminando de abotonar la gabardina, posteriormente alcanzando los guantes blancos que tenia en una repisa cercana y se dispuso a colocárselos a Yoochun, nuevamente, este ultimo aprovecho para rozar sus manos cuando el menor le acerco los guantes.
—Changmin—ah.
Su nombre, cada vez que lo decía en aquel susurro suave el menor se sentía desfallecer, por ello se alejó con la excusa de buscar los zapatos disponiéndose a colocarlos en el suelo para que Yoochun pudiera alcanzarlos con solo estirar un poco el pie, tratando con todas fuerzas de no demostrar lo increíblemente afectado que estaba solo por su cercanía.
Changmin ya estaba vestido, llevaba un traje mas sencillo, una ligera variación de su uniforme de sirviente, esta versión era completamente negra, pero consistía de las mismas prendas.
Cuando Yoochun estuvo completamente vestido y listo para partir, ambos se dirigieron a la entrada del palacio donde el carruaje los esperaba. Changmin se sentaría al frente, junto al conductor, como siempre hacia Yunho y todos los sirvientes.
El menor le abrió la puerta a Yoochun y este entró al carruaje, y seguidamente se dispuso a cerrar la puerta para dirigirse a su lugar. Justo antes de lograr cerrarla, Yoochun estiro su brazo y agarro el de Changmin halándolo hacia dentro, pero Changmin forcejeó un poco sin entender que pasaba:
— ¿Qué sucede majestad? —Le preguntó alertado—
—Entra. —le ordeno Yoochun— Vendrás conmigo.
—P—Pero se supone que yo debo ir con el conductor —replicó—
—Entra, vendrás conmigo. —Repitió— Obedece. —dijo esta vez con firmeza—
No podía contrariarlo, Yoochun sabía que solo con la palabra “obedece” él se dispondría a hacer lo que le ordenaba.
Derrotado, el menor le dio una mirada al conductor, y con su mano le hizo una seña para indicar que iban a partir, finalmente se dejó arrastrar por la mano que Yoochun mantenía firme en su brazo e ingresó al carruaje para que el conductor iniciara la marcha.
—Este no es mi lugar —replico en un murmullo Changmin—
—Tu lugar es donde yo este. —le respondió sonriente Yoochun— Siempre tienes que estar donde yo este.
La conversación finalizó luego de aquella última frase de Yoochun, y solo se podían escuchar las respiraciones de ambos. La de Yoochun calmada y regular, la de Changmin inquieta y pausada.
[…]
Los caminos por los que cruzaban eran lúgubres y oscuros, apenas iluminados por las lámparas del carruaje. En medio de tanta oscuridad, el sirviente escucho nuevamente su nombre venir de los labios de Yoochun, en un susurro, como siempre. Volteó el rostro para responder a su llamado, sin percatarse que el de Yoochun se encontrara tan cerca.
Entonces sucedió, sus labios se rozaron por un segundo con los del noble, aunque fue un toque ínfimo, de apenas y unos segundos.
Changmin se apartó inmediatamente y su mente quedó en blanco, no sabía que responder. Aunque aquel había sido un mínimo contacto, había sucedido.
Yoochun se incorporó y regreso a su lugar, tampoco dijo nada.
Changmin cuya respiración ya era torpe antes de aquel evento, ahora respiraba en un ritmo errático, casi se podía decir que hiperventilaba producto del constante latido de su corazón que golpeaba con fuerza salvaje contra su pecho.
Y lo peor de todo ello, era que seguía escuchando aquel latido, aun más, gracias al silencio que nuevamente se hizo presente entre ambos.
No podía creer lo que había pasado, aunque fue por solo un pestañeo pudo percibir los labios húmedos del conde sobre los suyos, y si ya de por si estaba incomodo a su alrededor, luego de lo que había pasado no sabia si podía volver a mirarle siquiera.
[…]
El viaje hasta el palacio de la Condesa de La court fue eterno, Changmin salió primero del carruaje y se dispuso a abrirle la puerta a Yoochun.
Mientras este salía ya iluminado por la claridad que brindaban las luces del palacio, como el menor lo sospecho, ni siquiera pudo mirar al conde directamente, aunque sabía que este si lo miraba fijamente, espero a que saliera del carruaje por completo para inclinarse y despedirse. Tratando finalmente de calmarse y olvidar lo que había sucedido.
Yoochun entro al salón principal solo, no era bien visto que los sirvientes siguieran a los invitados, y como era costumbre, se detuvo a saludar a algunos de los presentes, sonriendo con aquel aire principesco a su alrededor.
Las damiselas aguardaban intranquilas a que el les mirase, pero el no veía a ninguna en particular, ni le sonreía solo a una, les miraba a todas, y sonreía para todas.
—Es un placer tenerle finalmente agasajándome con su presencia —menciono alegre la hermosa condesa— Desde el ultimo banquete de su majestad no volví a apreciar su encantadora sonrisa.
—Disculpe mi desconsideración —se inclinó ligeramente ante la mujer— Pero las obligaciones me han tenido alejado de la vida pública y apenas ahora puedo dejar de lado mi trabajo para apreciar su belleza.
—Había olvidado lo encantador que era usted —le sonrió la mujer de forma amplia— su presencia es siempre brillante. Opaca a cualquiera que se le acerque.
—Debe excusarme pero su majestad, no hay nada que opaque mas mi presencia como su extrema belleza. Si me permite decir.
—¡Oh pero que galante! —Alegó la mujer en risas—
El baile se animó cuando se iba acercando la media noche.
Yoochun no podía liberarse de sus pensamientos, aunque sonreía y estaba al pendiente de la conversación, su mente estaba realmente en aquel carruaje, en aquel minúsculo instante en que sintió aquellos labios sobre los suyos.
No había damisela lo suficientemente bella, que le apartara de la mente ese momento, ni baile lo suficientemente entretenido que le permitiera distraerse. Solo quería que la noche terminase de una vez y poder regresar al lado de su sirviente e intentar acariciar esos labios una vez más, aunque tuviera que provocar otro accidente tan tonto como ese.
[…]
La madrugada ya iba cayendo y los minúsculos rayos de sol se asomaban pobremente a través del horizonte. El joven sirviente había pestañeado varias veces en aquel asiento en el que aguardaba desde la noche anterior, se sentía cansado de esperar bajo el incesante frio de aquella madrugada.
Un cuarto de hora después le vio finalmente, su figura tambaleante se acercaba hacia el carruaje, caminando algo torcido, dando prueba de lo ebrio que se encontraba.
Changmin se acercó ofreciéndole al joven noble su hombro para que se apoyase, el conde no desaprovecho aquel ofrecimiento y se agarro de su cintura provocando un sobresalto en toda la extensión del menor. De esa manera le llevo de vuelta al carruaje, donde fue obligado a entrar nuevamente, pues Yoochun se negó entrar si él no lo acompañaba.
Emanaba ese olor a vino, apenas y podía mantener los ojos abiertos. A este ritmo, Changmin sospechaba que dormiría toda la tarde, y que debía encargarse el mismo de terminar todo el papeleo que Yoochun no iba a realizar ese día.
El conde se abrazó al Cuerpo de Changmin como una enredadera: le abrazo por la cintura y apoyo la cabeza en su pecho, estaba prácticamente encima del menor que luchaba disimuladamente por alejarlo un poco.
No era la primera vez que lo tenía que soportar ebrio, y siempre que se embriagaba su “afecto” hacia Changmin lo demostraba triplicado. En varias ocasiones el Conde fue a buscarlo en la madrugada a su propia habitación obligándolo a dormir en su cama, por supuesto, aplastándolo y estrujándolo.
Jaejoong ya se había acostumbrado a los ataques compulsivos de cariño de Yoochun ebrio, por lo que solo giraba la cabeza desde su cama y lo dejaba llevárselo mientras el volvía a dormir. Y lo mismo pasaba con el resto de sirvientes.
La llegada al palacio fue más corta que la salida, ya que la luz del día hacia más fácil el regresar por aquellos caminos y el conductor podía halar los caballos más a prisa, sin miedo a que estos se desviaran del camino.
Changmin se las apañó para subir a Yoochun de regreso a su habitación. Este último apenas y podía caminar, con cada paso se aseguraba se acercarse mas y mas al punto de empezar a dificultar la respiración y el andar de Changmin con tantos estrujones.
Una vez logró subirlo y tirarlo a la cama, el menor se dispuso a deshacerse de la gabardina y de la chaqueta del traje, también de los zapatos.
Trató de acomodar al noble en la cama y cuando finalmente lo consiguió, pretendía alejarse. Pero la mano de Yoochun le prensó el brazo de nuevo y lo halo con fuerza provocando que este cayera de espaldas sobre su pecho:
—¿Qué está haciendo? —preguntó incomodo—
—Duerme conmigo, Changmin—ah —Susurro el noble dulcemente, abrazándolo con fuerza— vamos a dormir.
Derrotado, el menor le dio una mirada al conductor, y con su mano le hizo una seña para indicar que iban a partir, finalmente se dejó arrastrar por la mano que Yoochun mantenía firme en su brazo e ingresó al carruaje para que el conductor iniciara la marcha.
—Este no es mi lugar —replico en un murmullo Changmin—
—Tu lugar es donde yo este. —le respondió sonriente Yoochun— Siempre tienes que estar donde yo este.
La conversación finalizó luego de aquella última frase de Yoochun, y solo se podían escuchar las respiraciones de ambos. La de Yoochun calmada y regular, la de Changmin inquieta y pausada.
[…]
Los caminos por los que cruzaban eran lúgubres y oscuros, apenas iluminados por las lámparas del carruaje. En medio de tanta oscuridad, el sirviente escucho nuevamente su nombre venir de los labios de Yoochun, en un susurro, como siempre. Volteó el rostro para responder a su llamado, sin percatarse que el de Yoochun se encontrara tan cerca.
Entonces sucedió, sus labios se rozaron por un segundo con los del noble, aunque fue un toque ínfimo, de apenas y unos segundos.
Changmin se apartó inmediatamente y su mente quedó en blanco, no sabía que responder. Aunque aquel había sido un mínimo contacto, había sucedido.
Yoochun se incorporó y regreso a su lugar, tampoco dijo nada.
Changmin cuya respiración ya era torpe antes de aquel evento, ahora respiraba en un ritmo errático, casi se podía decir que hiperventilaba producto del constante latido de su corazón que golpeaba con fuerza salvaje contra su pecho.
Y lo peor de todo ello, era que seguía escuchando aquel latido, aun más, gracias al silencio que nuevamente se hizo presente entre ambos.
No podía creer lo que había pasado, aunque fue por solo un pestañeo pudo percibir los labios húmedos del conde sobre los suyos, y si ya de por si estaba incomodo a su alrededor, luego de lo que había pasado no sabia si podía volver a mirarle siquiera.
[…]
El viaje hasta el palacio de la Condesa de La court fue eterno, Changmin salió primero del carruaje y se dispuso a abrirle la puerta a Yoochun.
Mientras este salía ya iluminado por la claridad que brindaban las luces del palacio, como el menor lo sospecho, ni siquiera pudo mirar al conde directamente, aunque sabía que este si lo miraba fijamente, espero a que saliera del carruaje por completo para inclinarse y despedirse. Tratando finalmente de calmarse y olvidar lo que había sucedido.
Yoochun entro al salón principal solo, no era bien visto que los sirvientes siguieran a los invitados, y como era costumbre, se detuvo a saludar a algunos de los presentes, sonriendo con aquel aire principesco a su alrededor.
Las damiselas aguardaban intranquilas a que el les mirase, pero el no veía a ninguna en particular, ni le sonreía solo a una, les miraba a todas, y sonreía para todas.
—Es un placer tenerle finalmente agasajándome con su presencia —menciono alegre la hermosa condesa— Desde el ultimo banquete de su majestad no volví a apreciar su encantadora sonrisa.
—Disculpe mi desconsideración —se inclinó ligeramente ante la mujer— Pero las obligaciones me han tenido alejado de la vida pública y apenas ahora puedo dejar de lado mi trabajo para apreciar su belleza.
—Había olvidado lo encantador que era usted —le sonrió la mujer de forma amplia— su presencia es siempre brillante. Opaca a cualquiera que se le acerque.
—Debe excusarme pero su majestad, no hay nada que opaque mas mi presencia como su extrema belleza. Si me permite decir.
—¡Oh pero que galante! —Alegó la mujer en risas—
El baile se animó cuando se iba acercando la media noche.
Yoochun no podía liberarse de sus pensamientos, aunque sonreía y estaba al pendiente de la conversación, su mente estaba realmente en aquel carruaje, en aquel minúsculo instante en que sintió aquellos labios sobre los suyos.
No había damisela lo suficientemente bella, que le apartara de la mente ese momento, ni baile lo suficientemente entretenido que le permitiera distraerse. Solo quería que la noche terminase de una vez y poder regresar al lado de su sirviente e intentar acariciar esos labios una vez más, aunque tuviera que provocar otro accidente tan tonto como ese.
[…]
La madrugada ya iba cayendo y los minúsculos rayos de sol se asomaban pobremente a través del horizonte. El joven sirviente había pestañeado varias veces en aquel asiento en el que aguardaba desde la noche anterior, se sentía cansado de esperar bajo el incesante frio de aquella madrugada.
Un cuarto de hora después le vio finalmente, su figura tambaleante se acercaba hacia el carruaje, caminando algo torcido, dando prueba de lo ebrio que se encontraba.
Changmin se acercó ofreciéndole al joven noble su hombro para que se apoyase, el conde no desaprovecho aquel ofrecimiento y se agarro de su cintura provocando un sobresalto en toda la extensión del menor. De esa manera le llevo de vuelta al carruaje, donde fue obligado a entrar nuevamente, pues Yoochun se negó entrar si él no lo acompañaba.
Emanaba ese olor a vino, apenas y podía mantener los ojos abiertos. A este ritmo, Changmin sospechaba que dormiría toda la tarde, y que debía encargarse el mismo de terminar todo el papeleo que Yoochun no iba a realizar ese día.
El conde se abrazó al Cuerpo de Changmin como una enredadera: le abrazo por la cintura y apoyo la cabeza en su pecho, estaba prácticamente encima del menor que luchaba disimuladamente por alejarlo un poco.
No era la primera vez que lo tenía que soportar ebrio, y siempre que se embriagaba su “afecto” hacia Changmin lo demostraba triplicado. En varias ocasiones el Conde fue a buscarlo en la madrugada a su propia habitación obligándolo a dormir en su cama, por supuesto, aplastándolo y estrujándolo.
Jaejoong ya se había acostumbrado a los ataques compulsivos de cariño de Yoochun ebrio, por lo que solo giraba la cabeza desde su cama y lo dejaba llevárselo mientras el volvía a dormir. Y lo mismo pasaba con el resto de sirvientes.
La llegada al palacio fue más corta que la salida, ya que la luz del día hacia más fácil el regresar por aquellos caminos y el conductor podía halar los caballos más a prisa, sin miedo a que estos se desviaran del camino.
Changmin se las apañó para subir a Yoochun de regreso a su habitación. Este último apenas y podía caminar, con cada paso se aseguraba se acercarse mas y mas al punto de empezar a dificultar la respiración y el andar de Changmin con tantos estrujones.
Una vez logró subirlo y tirarlo a la cama, el menor se dispuso a deshacerse de la gabardina y de la chaqueta del traje, también de los zapatos.
Trató de acomodar al noble en la cama y cuando finalmente lo consiguió, pretendía alejarse. Pero la mano de Yoochun le prensó el brazo de nuevo y lo halo con fuerza provocando que este cayera de espaldas sobre su pecho:
—¿Qué está haciendo? —preguntó incomodo—
—Duerme conmigo, Changmin—ah —Susurro el noble dulcemente, abrazándolo con fuerza— vamos a dormir.
—No puedo —Negó, intentando liberarse— Puede dormir todo lo que desee, pero yo debo cumplir con mi trabajo.
—Ya queda muy poco. —Susurró— También debes estar cansado, vamos a dormir.
Yoochun se incorporó más cómodamente, deslizando a Changmin bajo de su cuerpo y abrazándolo mientras alcanzaba la manta y los cubría a ambos de pies a cabeza. El menor busco zafarse, pero esta vez el conde no se la puso fácil, tenia un brazo en su cintura y el otro sobre sus hombros, mantenía la espalda de Changmin pegada contra su pecho, era un abrazo anti escapes.
Changmin podía sentir la respiración de Yoochun directamente en su oído, y con cada respiración movía los cabellos que descansaban en su mejilla. El aun continuaba con su traje y con las botas puestas, y estaba increíblemente incomodo, sin sumarle aquella posición comprometedora en la que estaban. Su rostro estaba encendido, y su respiración era dificultosa pues su corazón estaba latiendo muy fuerte, todo su cuerpo estaba tenso y solo esperaba a que Yoochun estuviera lo suficientemente inconsciente para poder levantarse.
Pero contrario a lo que esperaba, Yoochun parecía no dormirse, y no deshacía el agarre. Luego de varios minutos, el conde lo hizo girar y finalmente sus narices se tocaron y sus alientos chocaban al estar demasiado cerca.
El conde lo abrazaba ahora por la espalda, empujándolo más y mas cerca, Changmin no tuvo otra salida que voltear el rostro para evitar encontrase con el de Yoochun, pero ahora, una de las manos que descansaba sobre su espalda y estaba empujándolo, subió hasta su rostro tomando su mejilla, haciéndole regresar su rostro a la posición que estaba.
Fue entonces que vio nuevamente los ojos de Yoochun abiertos, mirándolo directamente, con esa misma profundidad de siempre, solo que ahora un poco cristalizada y empañada por la ebriedad en la que se encontraba. Ahora el rostro de Yoochun era el que se movía hacia el de Changmin acortando aquella limitada distancia, con los ojos fijos en los contrarios.
No supo si fue conscientemente pero Yoochun mojó sus labios con su lengua cuando estuvo cerca de Changmin, lo que provocó que el menor diera un respingo adivinando exactamente lo que pretendía el conde, pero no podía alejarse, la mano en su espalda le impedía moverse hacia atrás, la mano en su mejilla le impedía voltear el rostro y los labios de Yoochun… ya estaban sobre los suyos, húmedos, calientes, suaves.
En un principio solo hacia presión sobre los labios de Changmin, pero luego empezó a mojar aquellos labios con su lengua, saboreándolos desde la comisura hasta el centro, y luego desde ahí hasta la otra comisura, pasando del labio inferior al superior, en un ritmo marcado.
Empezó a moverlos incitando con lentitud a que Changmin respondiera o se alejara. Pero ninguno de los dos sucedía, Changmin como siempre se limitaba a quedarse congelado como una estatua.
Ya no había espacio entre sus cuerpos, ya no podía acercarlo mas, y seguía insistiendo al besarlo, sin ser brusco, con suavidad y paciencia, disfrutando el limitado sabor que estos podían brindarle.
Hasta que Changmin no pudo retener más la respiración que estaba aguantando, y en su desesperado intento de buscar aire abrió la boca, dándole a Yoochun exactamente lo que quería: acceso total y completo.
Esa lengua filosa que mantenía sobre sus labios ingreso directamente a su cavidad con rapidez, el noble mordía sus labios con suavidad, incitaba la lengua ajena con la suya, probaba el sabor delicioso de su saliva, robaba su aire.
—Ngh Hmngh.
Yoochun no tenía suficiente con solo besarlo, quería llegar mas profundo, para hacerlo, se movió dejando a Changmin debajo de su cuerpo y con ello tener más control de aquel fogoso beso. Movió aquella lengua sin pudor hasta el fondo de la garganta ajena, sorbiendo con ansiedad, succionando con fuerza tremenda, sin pensar que no se trataba de una de sus aventuras de paso, que era el que hasta ayer era un niño, al que veía con cariño, al que adoraba, al que mimaba, pero él en este instante solo veía al que se había convertido en el objeto de su más profundo deseo.
Carnal, volátil y violento deseo.
Changmin empezó a golpear el pecho de Yoochun. No lo dejaba respirar, lo estaba asfixiando. Yoochun lo entendió, al ver el desespero con el que intentaba empujarlo y se alejó unos centímetros a lo que Changmin aspiro una bocanada de aire inmensa, desesperado, con aquella respiración irregular, aquel rostro ardiendo y sus labios hinchados.
—Ya queda muy poco. —Susurró— También debes estar cansado, vamos a dormir.
Yoochun se incorporó más cómodamente, deslizando a Changmin bajo de su cuerpo y abrazándolo mientras alcanzaba la manta y los cubría a ambos de pies a cabeza. El menor busco zafarse, pero esta vez el conde no se la puso fácil, tenia un brazo en su cintura y el otro sobre sus hombros, mantenía la espalda de Changmin pegada contra su pecho, era un abrazo anti escapes.
Changmin podía sentir la respiración de Yoochun directamente en su oído, y con cada respiración movía los cabellos que descansaban en su mejilla. El aun continuaba con su traje y con las botas puestas, y estaba increíblemente incomodo, sin sumarle aquella posición comprometedora en la que estaban. Su rostro estaba encendido, y su respiración era dificultosa pues su corazón estaba latiendo muy fuerte, todo su cuerpo estaba tenso y solo esperaba a que Yoochun estuviera lo suficientemente inconsciente para poder levantarse.
Pero contrario a lo que esperaba, Yoochun parecía no dormirse, y no deshacía el agarre. Luego de varios minutos, el conde lo hizo girar y finalmente sus narices se tocaron y sus alientos chocaban al estar demasiado cerca.
El conde lo abrazaba ahora por la espalda, empujándolo más y mas cerca, Changmin no tuvo otra salida que voltear el rostro para evitar encontrase con el de Yoochun, pero ahora, una de las manos que descansaba sobre su espalda y estaba empujándolo, subió hasta su rostro tomando su mejilla, haciéndole regresar su rostro a la posición que estaba.
Fue entonces que vio nuevamente los ojos de Yoochun abiertos, mirándolo directamente, con esa misma profundidad de siempre, solo que ahora un poco cristalizada y empañada por la ebriedad en la que se encontraba. Ahora el rostro de Yoochun era el que se movía hacia el de Changmin acortando aquella limitada distancia, con los ojos fijos en los contrarios.
No supo si fue conscientemente pero Yoochun mojó sus labios con su lengua cuando estuvo cerca de Changmin, lo que provocó que el menor diera un respingo adivinando exactamente lo que pretendía el conde, pero no podía alejarse, la mano en su espalda le impedía moverse hacia atrás, la mano en su mejilla le impedía voltear el rostro y los labios de Yoochun… ya estaban sobre los suyos, húmedos, calientes, suaves.
En un principio solo hacia presión sobre los labios de Changmin, pero luego empezó a mojar aquellos labios con su lengua, saboreándolos desde la comisura hasta el centro, y luego desde ahí hasta la otra comisura, pasando del labio inferior al superior, en un ritmo marcado.
Empezó a moverlos incitando con lentitud a que Changmin respondiera o se alejara. Pero ninguno de los dos sucedía, Changmin como siempre se limitaba a quedarse congelado como una estatua.
Ya no había espacio entre sus cuerpos, ya no podía acercarlo mas, y seguía insistiendo al besarlo, sin ser brusco, con suavidad y paciencia, disfrutando el limitado sabor que estos podían brindarle.
Hasta que Changmin no pudo retener más la respiración que estaba aguantando, y en su desesperado intento de buscar aire abrió la boca, dándole a Yoochun exactamente lo que quería: acceso total y completo.
Esa lengua filosa que mantenía sobre sus labios ingreso directamente a su cavidad con rapidez, el noble mordía sus labios con suavidad, incitaba la lengua ajena con la suya, probaba el sabor delicioso de su saliva, robaba su aire.
—Ngh Hmngh.
Yoochun no tenía suficiente con solo besarlo, quería llegar mas profundo, para hacerlo, se movió dejando a Changmin debajo de su cuerpo y con ello tener más control de aquel fogoso beso. Movió aquella lengua sin pudor hasta el fondo de la garganta ajena, sorbiendo con ansiedad, succionando con fuerza tremenda, sin pensar que no se trataba de una de sus aventuras de paso, que era el que hasta ayer era un niño, al que veía con cariño, al que adoraba, al que mimaba, pero él en este instante solo veía al que se había convertido en el objeto de su más profundo deseo.
Carnal, volátil y violento deseo.
Changmin empezó a golpear el pecho de Yoochun. No lo dejaba respirar, lo estaba asfixiando. Yoochun lo entendió, al ver el desespero con el que intentaba empujarlo y se alejó unos centímetros a lo que Changmin aspiro una bocanada de aire inmensa, desesperado, con aquella respiración irregular, aquel rostro ardiendo y sus labios hinchados.
Se atrevió a levantar la mirada para mirar a Yoochun y la encontró de nuevo, aquella mirada extraña, que ahora podía reconocer, luego de la forma en que lo beso podía reconocerla, lo que contenía esa mirada que hasta entonces no podía entender era puro y total. Deseo del más bajo, deseo de carne, enardecido, sin pudor.
No podía creerlo, ni siquiera al verlo, con la respiración entrecortada, con el pelo revuelvo, sosteniéndole aquella mirada sin temor porque, no era la primera vez que se la mostraba, solo era la primera vez que el la reconocía.
¿Qué podía hacer? ahora que descubría que aquella mirada de amor fraternal que siempre veía en los ojos de Yoochun se había transformado en esto. Ante los ojos de aquel conde, el dejo de ser un niño para convertirse en un objetivo.
Y ahí estaba el porque, desde hace tiempo, las caricias de Yoochun, empezaron a sentirse extrañas, después de todo, el seguía siendo algo ingenuo e inocente, pero la intención de Yoochun, dejo de ser inocente, ya hace mucho.
No podía creerlo, ni siquiera al verlo, con la respiración entrecortada, con el pelo revuelvo, sosteniéndole aquella mirada sin temor porque, no era la primera vez que se la mostraba, solo era la primera vez que el la reconocía.
¿Qué podía hacer? ahora que descubría que aquella mirada de amor fraternal que siempre veía en los ojos de Yoochun se había transformado en esto. Ante los ojos de aquel conde, el dejo de ser un niño para convertirse en un objetivo.
Y ahí estaba el porque, desde hace tiempo, las caricias de Yoochun, empezaron a sentirse extrañas, después de todo, el seguía siendo algo ingenuo e inocente, pero la intención de Yoochun, dejo de ser inocente, ya hace mucho.
Por dios!!!!! Me enamore de este fanfic! Por favor continualo >< aun que la fecha es bastente inesacta XD Es hermoso, espero con ancias la continuación <3
ResponderEliminarme encantó *-* ojalá lo continúes pronto :D
ResponderEliminarContinuali ahora me encanto!!! Ya necesitaba un buen fic yoomin como este!!!! Pir favor continuali me muerooo se esta convirtiendo en uno de mis favoritos !!
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