Título: An unexpected Chance
Autora: Rose
Pareja: Jaemin
Extensión: Oneshot
Género: Slash, humor
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—¿Vas a salir?
La ronca voz de su esposo se escuchó desde la cama en donde estaba tendido, refregándose los ojos con pereza. Tenía un bonito y enmarañado mote de pelo en su frente y sus preciosos ojos chocolate permanecían ocultos tras las pequeñas líneas que hacían sus ojos casi cerrados.
—Oh cariño, ¿Te desperté? Saldré un momento. Una de nuestras antiguas compañeras de escuela me invitó a tomar un café hace días y acordamos vernos hoy.
Él parecía no estar demasiado interesado en el asunto pues, inmediatamente lo escuchó, volvió a hundir su cuerpo en la cama, envolviéndose como una oruga entre las cálidas colchas. Jaejoong se alejó del espejo en el que se encontraba y desde donde confirmaba su atuendo. Su atuendo consistía en un abrigo de terciopelo negro que aún no se colocaba sobre una plana camiseta blanca manga corta de cuello en V, unos jeans negros junto a un par de botas militares; se ajustó unos lentes de montura gris y una bufanda de rayas grises y blancas.
Se acercó hasta la cama, encerrando a su hermoso esposo en un abrazo aun sobre las colchas, buscó su rostro que estaba oculto tras los rebeldes mechones de pelo castaño y halló sus labios, dejando un beso en ellos antes de incorporarse y tomar su abrigo del colgador.
—Volveré antes de las 5:00, hay comida en el microondas. Espero encontrarte despierto entonces.
Su esposo respondió con un simple asentimiento antes de cubrir su rostro con el cobertor y continuar su sueño.
Rondaban las dos de la tarde y su adorado Changmin dormía como momia luego de regresar de un prolongado viaje de dos meses por África. Era médico y, como parte de una misión personal, se anotó para un proyecto voluntario en ese país. En este tiempo su piel se había oscurecido mucho y su contextura se había hecho mucho más delgada.
El viaje fue mucho más incómodo para el de lo que esperaba y solo deseaba regresar a casa cuanto antes, por lo que los últimos dos días no hacía más que dormir y por supuesto, comer.
Para Jaejoong significaba una pena dejarlo solo luego de tanto tiempo sin verse pero esta cita la había prolongado tanto que era demasiado descaro cancelarla una vez más. Con reticencia se negó a saltar de regreso a la cama y abrazarlo hasta que se le entumecieran los brazos y caminó sigilosamente a la entrada mordiéndose los labios antes de salir. Trataría de regresar cuanto antes, pues ya lo extrañaba. Salió del edificio y se aseguró de sacar su teléfono y confirmar vía mensaje de texto el lugar de la cita.
Su amiga Ji hyo era muy preciada. Hacía más de diez años no se veían. Luego de la graduación cada uno tomó su camino y ni siquiera en las reuniones de egresados volvieron a verse porque ella no asistió a ninguna. Sin embargo estaba contento de que luego de tanto tiempo ella volviera a ponerse en contacto, sobre todo cuando estaba tan solo producto del largo viaje de Changmin.
Cerca de 15 minutos después luego de abordar un taxi Jaejoong llegó al elegante café que le pertenecía a su familia y llevaba el nombre de `Coffee Cojjee´. Quizás Ji Hyo no lo sabía y por eso lo había invitado allí. Después de todo, era el mejor café de todo Seúl.
Cuando llegó pudo verla en una de las mesas del fondo. Llevaba el pelo corto y rizado, adornado con un bonito broche, también llevaba un bonito vestido de flores. Su hermosa sonrisa juguetona no se hizo esperar cuando cruzaron miradas y él levanto la mano para saludarla.
—¡Estás preciosa! –No pudo evitar expresarlo al acercarse a la mesa y abrazarla. No había cambiado mucho, igual de hermosa y natural como siempre, no llevaba ni un gramo de maquillaje en su rostro.
—Tú no te quedas atrás, estás mucho más guapo de lo que recordaba –le elogió ella, lanzándole una de esas miradas escrutiñadoras y coquetas.
Ambos rieron mientras tomaban asiento, comenzando de inmediato una charla amena de lo que había sido de sus vidas luego de que la secundaria culminara.
—Ahora manejo una galería de arte, me va muy bien, no puedo negarlo. He viajado a todas partes del mundo buscando pinturas y descubriendo artistas. Ha sido grato.
—¿Es por eso que no has ido a ninguna de las reuniones de la escuela?
—Principalmente –sonrió dándole un sorbo a su café—. ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces ahora? Y por supuesto, ¿Soltero o casado?
Jaejoong había esperado ansioso la llegada de esa pregunta, no hay nada que le causara más orgullo que hablar de su matrimonio. Estaba tan feliz de estar casado y enamorado que adoraba alardear sobre cuán satisfactoria era su vida marital muy a pesar de que las estadísticas dijeran que el amor moría a los 3 años.
Orgullosamente mostro el delgado aro de brillantes negros en su dedo.
—¡Estoy felizmente casado con mi eterno amor! –Profirió melosamente—. Pronto será nuestro noveno aniversario, nos casamos en la universidad.
Ji Hyo sonrió sabiendo exactamente a quien se refería. No podía ser otro si Jaejoong hablaba tan alegremente.
—Vaya, así que lograron sobrevivir todo este tiempo. Eso es sorprendente dado lo inestable de su relación en la escuela.
Jaejoong sonrió tímido recordando esos momentos, la verdad entonces jamás pensó que podía formar una vida junto a Changmin. Los dos eran tan inmaduros y tercos que solo peleaban hasta llegar incluso a los golpes. Sin embargo, todo cambió luego de una larga pelea que los obligó a terminar en la secundaria, volvieron a verse en la universidad y el amor renació de nuevo con ellos más maduros e independientes. Todo había sido para bien, y felicidad era lo único que había ahora en su matrimonio.
Jaejoong levantó la mirada hacia Ji Hyo sonrojándose un poco pero luego recordó algo que hubiera preferido no recordar y, por el rostro de Ji Hyo, ella también lo hizo.
—Sobre eso...
—Fue un poco extraño para mí también. No te disculpes –interrumpió ella.
Jaejoong se encogió. Sabía que este tema saldría a colación pero lo había hecho muy pronto, no estaba preparado para enfrentarlo en ese instante. Sus dedos aprensaron nerviosamente la tasa de café.
—De hecho... Jaejoong –Ji Hyo continuó— hay algo referente a ese asunto que quisiera comunicarte.
Jaejoong levantó la mirada nervioso, tragando un poco de saliva. No esperaba que aún hubiera cabos sueltos respecto a aquella locura que habían cometido, lo que recordaba de ello era muy poco pues estaba tan tomado que solo fue consiente a la mañana siguiente.
—Dame un momento. Por favor, no te vayas.
Ji Hyo se puso de pie y salió de la cafetería. Jaejoong sudaba frío sentado en aquella silla, mirando nervioso a todos lados. Esta era su cafetería y había muchos empleados que lo conocían, a él y a Changmin. Temía que algo pasara aquí y que inevitablemente Changmin se enterara y no le gustara, por lo que pensó en levantarse y cortar con el asunto de inmediato. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que ese no era ningún motivo y que aquello había sido solo un error de su adolescencia. No tendría por qué preocuparse por consecuencias 10 años después.
Su amiga regresó acompañada de alguien más. La presión arterial del mayor bajó y su piel, ya clara por naturaleza, ahora era tonos más pálida de lo habitual.
Al parecer, si hubo consecuencias.
—La verdad no pretendía decirte esto pues me parecía algo innecesario dado lo apresurado de todo lo que pasó hace diez años, pero él me hacía preguntas y tiene todo el derecho a saber la verdad.
De su mano estaba sostenido un niño pequeño que tenía un par de enormes ojos negros y su cabello negro caía en su rostro desordenadamente, su piel era adorablemente pálida. Tenía unos bonitos labios rosados y mullidos, además de un pequeño lunar debajo de uno de sus ojos. Ese pequeño parecía una versión reducida de su persona.
Jaejoong abrió la boca para decir algo pero no pudo pues estaba a punto de desmayarse producto de la impresión.
Ji hyo se puso de cuclillas para quedar a la altura del rostro del pequeño y hablarle.
—Minjoong, mamá cumplió su promesa. Él es tu padre, se llama Jaejoong.
Los enormes y redondos ojos negros miraron con curiosidad a Jaejoong quién comenzó a respirar agitadamente.
—Jae, sé que lo que pasó fue un error, pero él no ha sido más que una bendición para mí. No quería causarte problemas y la verdad no pretendo nada, él solo quería conocerte. No podía negarle algo a lo que tenía derecho.
Jaejoong no tenía respuestas para nada de lo que escuchaba, apartó la mirada del pequeño en ese instante y estiró su mano hasta lograr alcanzar a uno de los meceros que pasaba por ahí con una charola, este al reconocerlo se sobresaltó.
—Consígueme un vodka, por favor. Si es posible tráeme la botella.
El mesero dudó un segundo pero de inmediato llevó lo pedido a la mesa correspondiente y luego procedió a buscar lo que le habían ordenado.
A pesar de que Ji Hyo había permanecido de pie, el pequeño Minjoong se acercó a la mesa y se sentó con total comodidad. Ella no tuvo más opción que volver a sentarse al lado de su hijo, aún estaba prevenida por la reacción de Jaejoong.
—Solo denme un minuto –respondió un tembloroso Jaejoong—. Un minuto para estabilizarme.
Jaejoong se permitió ser insensible un instante e ignorar a las dos personas en su mesa. Cuando el vaso de cristal lleno de alcohol fue puesto cerca de su vista lo tragó como si se tratase de agua y permaneció en silencio. Estaba pensando en muchas cosas al tiempo, pero por sobre todo estaba imaginando el tipo de reacción que tendría Changmin al enterarse de esto. La conclusión de sus pensamientos llego a un solo punto: Todo, absolutamente todo esto era culpa de Changmin.
Pasadas las 9:00 pm, un preocupado Changmin miraba perdido la ventana de su apartamento. Su esposo había salido a las 2:00 pm prometiendo regresar a las 5:00 pm y aún no lo hacía. No estaba sorprendido de que le tomara más tiempo, después de todo Ji Hyo era una buena amiga que no había visto en años y tendrían mucho de qué hablar. Sin embargo, que no le cogiera el móvil en todo este tiempo era lo que le tenía preocupado. Intentó marcar una vez más pero seguía dirigiéndolo a buzón de voz.
Estaba a punto de salir a buscarlo a la calle cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose y un tambaleante Jaejoong ingresaba por ella.
— ¿Joongie? –Preguntó, apresurándose a sostenerlo antes de que se desplomara en el piso— ¿Qué sucedió cariño?
Changmin no obtuvo respuesta. El penetrante olor a alcohol en Jaejoong lo delató y refunfuñó un poco mientras lo colgaba en su espalda para llevarlo a la cama.
— ¿Cuantas veces te he dicho que no vuelvas a casa desplomándote por lo borracho? ¿Qué pasa si alguien intenta aprovecharse o robarte en la calle? ¡Cielos, Jaejoong!
Changmin siguió murmurando regaños hasta que lo acostó en la cama, pretendía dirigirse a la cocina a buscarle un vaso con agua cuando Jaejoong aprovechó para colgarse de su cuello y atraerlo bruscamente hasta su cuerpo, encerrándolo en sus brazos. El castaño se quejó cuando su esposo tomo sus labios de forma violenta arrastrándolo hasta que quedara tendido sobre su cuerpo. Conocía este tipo de comportamiento, Jaejoong siempre se ponía demasiado cachondo cuando bebía en exceso.
—Mmmph Ja— ¡J—Jaejoong! –Changmin se movía desesperado buscando liberarse de la opresión de su boca—. Mmmp ¡No phjuedo respirar! –se quejó apartándose bruscamente.
Changmin logró incorporarse y recobrar el equilibrio respirando agitadamente, pero antes de poder lanzar una sola queja más, su esposo inexplicablemente rompió en llanto. Eso provocó que un frio temblor viajara por la espalda del alto. Además del día de su boda, nunca había visto a Jaejoong soltar una lágrima.
—Joongie ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? –indagó asustado.
Jaejoong lo miró con tristeza y alcanzó su mejilla para acariciarla. Changmin frunció el ceño empezando a preocuparse de verdad, esto no parecía ser efecto del alcohol.
—Changmin ¿me amas? –preguntó Jaejoong quedamente sosteniendo el rostro del castaño con ambas manos. Este asintió.
—Como a mi vida –aseguró, atrapando una de sus manos—. Lo sabes.
—Prométeme que pase lo que pase, me seguirás amando igual –pidió entre sollozos. Changmin sonrió y se dejó caer sobre su cuerpo abrazándolo.
—Prometí amarte en ese altar hasta el final de mis días, por supuesto que te seguiré amando igual, siempre –murmuro a su oído—. Ya deja de llorar, tontito.
Y antes de que pudiera decir algo más, Jaejoong se quedó dormido.
Cuando se levantó a la mañana siguiente, Changmin encontró que su esposo ya se había despertado. Jaejoong estaba sentado al pie de la cama mirándolo fijamente. Tenía los ojos hinchados y rojos, su cara era un total desastre.
El castaño sabía desde ayer que algo andaba mal, así que al verlo en tal estado su reacción automática fue incorporarse en la cama y llegar hasta su lugar para abrazarlo. Jaejoong no le dio respuesta y eso le preocupo aún más.
—¿Tu pretendes matarme de la angustia acaso? –Le retó, alejándose para mirarlo a los ojos—. ¿Qué demonios pasa, Jaejoong?
Jaejoong levantó sus cansados ojos negros y le miró con pena, seguidamente suspiró. Obligó a Changmin a que se sentara derecho logrando así que dejara de mirarlo directamente a los ojos, estaba seguro que no podría dar explicaciones si este lo miraba directamente a su cara.
—El encuentro con Ji Hyo fue algo... –hizo una pausa, sabía que no podía comenzar por allí—. Antes de decirte lo que sucede en la actualidad tengo que explicarte lo que sucedió en el pasado. Si después de escuchar todo, decides perdonarme…
—Jaejoong ¿Qué tendría yo que perdonarte? –Se quejó impaciente su esposo.
—Changmin, escúchame y no me interrumpas –Jaejoong hizo una pausa para tomar aire, se agarró las rodillas hasta cercarlas con sus brazos cerca de su pecho y, mientras hundía el rostro entre ellas, comenzó a hablar—. Esto pasó hace diez años y comenzó cuando peleamos porque ese chico se me confesó en el auditorio…
Esa vez la pelea había llegado demasiado lejos. En los dos años de relación jamás pensó que Changmin fuera capaz de soltar tan crueles palabras en su contra y había merecido cada golpe que le propinó a su cuerpo por culpa de sus celos monstruosos. Lo amaba, demasiado quizás, pero no podía soportar sus ataques de inseguridad y su forma tan mezquina de culparlo porque un par de ojos se quedaran curiosos de cómo se veía.
Para Changmin, él era prácticamente un puto. Para él era su culpa que las personas anduvieran detrás sin importarles que hace mucho que estaban juntos y, según sus argumentos, él mismo les daba cabida para que siguieran mandándole indirectas o confesándosele incluso en su cara. ¡Pero él no podía controlar a las personas! No podía repentinamente dejarle de hablar a todos porque su novio creía que iba a montarle los cuernos, y justo por eso el castaño había votado a la basura los dos años de amor incondicional que le había entregado.
Lo peor de todo el asunto es que no quería terminar la relación y le rogó a Changmin de la forma más humillante que volvieran, pero el cabezota seguía enfrascado en que tarde o temprano sería el reno de la clase y lo mandó a volar como por décima vez, pero él no quería darse por vencido ¡Lo amaba como un loco! Y una pelea tan insignificante no podía ser el motivo para acabar con algo que cultivó con tanto esfuerzo.
Estaban a nada de la graduación, la ceremonia sería en menos de dos semanas y las cosas entre ellos no se habían solucionado. El graduarse y tomar distintos caminos ya era un problema, ambos habían escogido universidades muy distintas pero eso no significaba que iban a separarse definitivamente pero ahora con esto, la sola idea de ver salir a Changmin de su vida, lo hacía sentir devastado.
Tenían que hablar, y tenían que hacerlo en ese momento.
Changmin se encontraba en un salón distinto al suyo, así que por obligación debía aguardar a los recesos para poder hablarle, pero cada que iba a su aula él no estaba y los hijos de gracia de sus compañeros no hacían más que negarle respuestas. Estaba haciendo el ridículo a los ojos de todo el colegio, y además de todo era a él a quien todo el mundo trataba de matón cuando Changmin apareció con un ojo morado al día siguiente de esa horrible pelea. ¡Nadie entendía que estaba ofuscado y que no pretendía pegarle tan fuerte!
El timbre sonó de nuevo y resignado tuvo que volver a su salón y esperar hasta la hora de salida. Su error fue intentar salir antes de que la campana sonara y retar a la maestra cuando esta intentó detenerlo, gracias a esto fue castigado y para cuando quiso llegar al salón ya todos se habían ido incluyendo a Changmin. También fue un error no ir a su casa y solo llamarlo por teléfono. Así, cuando al lunes siguiente se enteró que Changmin había viajado a américa para una entrevista de ingreso a una prestigiosa universidad, ya no había nada más que hacer.
Cuando la ceremonia de graduación tomó lugar, fueron los padres de Changmin quienes recibieron su diploma, el alto no asistió y él se encontraba tan devastado que luego de recibir su propio diploma huyó del recinto y se metió al primer bar que encontró. Y ahí fue donde encontró a su amiga Ji Hyo.
Ji Hyo era su mejor amiga, y el único ser humano en esa escuela por la que Changmin no sentía celos. Ella era vecina de Changmin desde su infancia y gracias a esa amistad en común fue que se conocieron y posteriormente comenzaron a salir. Changmin y ella no eran particularmente los mejores amigos pero al menos se llevaban bien.
Ji hyo lucía tan demacrada como él mismo. Mientras compartían tragos ella le contó que su novio de seis años la había dejado la noche anterior porque había embarazado a una chica con la que la había estado engañando hacía meses. Estaba decepcionada, y entre lágrimas le contaba todos los planes de vida que tenía junto a su ex luego de graduarse y que ahora no serían realidad.
Ambos pasaban por la misma decepción, él no estaba consciente de la cantidad de alcohol que ingería y por supuesto ella tampoco.
A la mañana siguiente despertó en un hostal de paso a las afueras de la ciudad, lágrimas secas en su cara y un fuerte dolor de cabeza lo acompañaban y cuando se levantó para regresar a casa se percató de que no estaba solo. Levantó la sabana y se dio cuenta que una mujer estaba a su lado: Nada más y nada menos que Ji hyo. Ambos estaban completamente desnudos. No tenía que ser un genio para darse cuenta de lo que pasó.
Ji Hyo despertó poco después y, el grito desgarrador que soltó luego de darse cuenta de la situación, dejaba claro que tampoco estaba consciente la noche anterior. Ambos se miraron con una pesada sensación de arrepentimiento marcada en cada una de sus expresiones.
A la salida del lugar, tomaron un café en un restaurante familiar. Mientras conversaban quedó claro que fue un impulso por el despecho y el alcohol e hicieron la promesa de jamás volver a hablar al respecto. Esto no afectaría la relación que ya tenían.
Pocos días después Ji Hyo viajó a Londres cuando la carta de aceptación de una prestigiosa universidad le llegó y desde entonces no volvió a saber de ella.
Al año siguiente, Changmin pidió una transferencia a Corea encontrándose con la sorpresa de que fue transferido a la misma universidad que él había escogido. Se encontraron en los pasillos en contadas ocasiones y se decidieron a hablar finalmente cuando la tensión entre ambos era muy grande. Todo comenzó como una amistad de nuevo pero no tardó en convertirse en renacido afecto.
A los pocos meses se casaron.
10 años después se enteró que Ji Hyo había quedado embarazada y había tenido a su primer y único hijo.
Estaba claro que su esposo no se calmaría aun después de que le aseguró que todo lo sucedido no fue un engaño ya que, cuando tuvo relaciones con Ji Hyo, ellos no eran novios. Changmin tuvo la reacción normal que cualquier persona al sentirse traicionada, y siendo el celoso por naturaleza que era, era obvio que no lo tomaría calmadamente.
Sin embargo, luego de encerrarse en su estudio por un par de horas y romper dos de sus jarrones de mármol importados de Ruanda, el castaño parecía más relajado y dispuesto a echarle cabeza a la situación con más calma.
Jaejoong estaba nervioso. Jamás le permitiría a Changmin que lo dejase por esto y era aquello lo que lo mantenía en vilo a su respuesta.
La palabra divorcio no era algo que figurara en la mente del más alto por el momento, estaba haciendo un gran esfuerzo por comprender ambos lados de la moneda.
Lo que le molestaba a Changmin era algo simple: siendo ambos hombres estaba claro que jamás podrían tener descendencia consanguínea y él conocía el deseo tan ferviente que tenía Jaejoong por tener un hijo propio aunque sabía que Changmin jamás podría dárselo. Habían hablado de la adopción cientos de veces, pero las leyes coreanas eran tan estrictas, ellos ni siquiera podían figurar legalmente como esposos ante la sociedad o serían arrestados. Justo por eso Yoyo, Jiji, Changseok y Mandoongie estaban allí, era la única forma viable que tenían para criar algo cercano a un hijo. Ahora se enteraba que el sueño de Jaejoong se había cumplido hace 10 años, que tenía un hijo propio y eso mataba su orgullo.
Sin embargo, no podía negarle a Jaejoong el ser parte de la vida de su hijo, por mucho que resintiera que fuera producto de un acto de estupidez de sus padres.
— ¿Qué es lo que quieres hacer Jaejoong? –le preguntó serio sentado en el sofá individual y no en el entero donde su esposo se encontraba.
—Respetaré lo que tu decidas –respondió sumiso, apretando los dedos y con la mirada baja.
—Te recuerdo que es tu hijo, no el mío –emuló con desdén. No quería sonar venenoso pero estaba a la defensiva y no podía hacer nada al respecto.
Jaejoong jadeó.
—Me he perdido diez años de su vida, por supuesto que quiero conocerlo y ser cercano –respondió con la voz entrecortada— pero tú eres mi esposo y respetaré lo que opines al respecto –Changmin suspiró y Jaejoong se sintió nervioso y rápidamente hablo de nuevo–. No me dejes Changmin –agregó levantando la vista con ojos suplicantes— te lo pido.
Changmin resopló.
—Jamás he dicho que te dejaré. Te estoy diciendo que es tu decisión. Lo único que puedo resentir de ti es lo que hiciste –hizo una pausa, no podía repetirlo— pero fue algo que pasó hace mucho tiempo, cuando entre nosotros no había nada, así que no puedo reclamarte. Estoy dolido sí, pero lo más importante… es tu hijo.
Un tambaleante Jaejoong se levantó y se apresuró a encerrar al alto en un fuerte abrazo, ya no soportaba la tensión y necesitaba sentirlo cerca, asegurarse de que no había echado a perder la relación de nuevo por una estupidez.
Changmin no podía culpar al niño por nada, y lo cierto es que estaba feliz de que uno de ellos haya conseguido su sueño. No de la manera que el esperase pero ya no había cabida para arrepentimientos. Respondió el abrazo dándole a su esposo la tranquilidad que necesitaba.
Jaejoong lo besó repitiendo cuanto lo amaba y cuan afortunado era de haberlo atrapado. Conversaron un rato más acordando que lo primordial era pasar más tiempo al lado del pequeño.
Desde entonces Jaejoong se encargaba de visitar a Minjoong al menos tres veces por semana, no eran visitas supervisadas ya que la mayoría del tiempo Ji Hyo se encontraba ocupada trabajando y dejaba al pequeño con su abuela quien se encargaba de dárselo a Jaejoong cuando solicitaba por él.
Lo más increíble es que Minjoong era muy consiente de todo. En lugar de llamar papá a Arthur, el esposo de Ji Hyo, quien estuvo con él desde sus primeros años de vida, llamaba papá a Jaejoong que apenas y lo conocía hace un mes. Jaejoong se acostumbró muy rápido a la sensación de ser llamado papá, toda esta experiencia era indescriptible.
Un día mientras caminaban por el parque, el pequeño Minjoong le pidió algo que no esperaba aún. Él claramente le dijo: “Quiero conocer a Changmin”.
Jaejoong tuvo un pequeño infarto entonces. Sabía que todo el tiempo le hablaba a Minjoong de lo maravilloso que era Changmin y el niño pronto sintió curiosidad por él. Lo que aterraba a Jaejoong era que jamás le había comentado a su hijo que Changmin era su esposo y no sabía si el niño en verdad podía entender que su papa tenía como pareja a otro hombre y no una mujer como socialmente debería ser. También estaba preocupado de si Changmin querría conocerlo ya que en todo este tiempo el castaño solo le preguntaba por Minjoong pero no le pedía que los presentase o algo parecido.
A pesar de que le dijo a Minjoong que haría lo posible, quería primero preparar a Changmin y preguntarle si estaba de acuerdo con una reunión. Sin embargo, no le dio demasiado tiempo para ello.
Un par de días después, la madre de Ji Hyo lo llamó preocupada. La señora había sufrido un accidente y tuvo que ser hospitalizada, Ji hyo y Arthur habían viajado a Londres hacia unas semanas por trabajo y no había nadie que pudiese cuidar a Minjoong. Jaejoong no tardó más de dos segundos en hacerse cargo pero al colgar se dio cuenta que no le preguntó nada a Changmin y que este regresaría de su trabajo al día siguiente.
No podía dejar solo a su hijo hasta el otro día, así que fue a recogerlo al hospital. Él ya tenía dos mochilas listas con sus cosas y lo esperaba en el parqueadero. Minjoong era lindo y atento, se disculpó por causar problemas de una forma tan suya que Jaejoong se olvidó de todo lo demás, le encantaba pasar tiempo con su hijo y esta sería una oportunidad de oro para compartir las cosas cotidianas que un padre hace por su hijo. Cuando llegaron a casa Jaejoong se encargó de adecuar la habitación de invitados para el niño.
—Papá, ¿Dónde está Changmin? –preguntó el pequeño inmediatamente al percatarse de que el apartamento estaba solo, Jaejoong sonrió nervioso.
—Trabaja en el hospital central y hoy tiene turno así que vendrá mañana. Por hoy seremos solo tú y yo.
Minjoong asintió tranquilamente y pasó a desempacar sus cosas y ubicarlas en las distintas gavetas. Traía de todo, desde ropa, hasta comida, también sus juegos de video y demás juguetes. Jaejoong le ayudó un poco a organizar.
—¿Qué hay de tu trabajo? –Continuó preguntando.
—Ahora trabajo en la editorial de una revista de artes, gran parte de mi trabajo lo hago en casa –señaló una de las puertas que se alcanzaba a ver desde la habitación—. Ese es mi estudio, allí trabajo.
Minjoong asintió y continúo organizando sus cosas. Jaejoong estaba admirado de todo lo que traía. A pesar de que su abuela no permanecería más de una semana en el hospital pues sus heridas eran leves, el equipaje del niño era como para un mes y aquello le arrancó una sonrisa.
—Oh, este juego lo tiene Changmin –Agregó sonriente al ver la caratula de Masacre de Zombies III, uno de esos juegos asquerosos y sangrientos con los que Changmin jugaba hasta quedarse dormido—. Hace unos días salió la cuarta versión y él madrugó para ser el primero en comprarlo. Es todo un nerd –se burló, recordando que tuvo que relevarlo unas horas para que pudiera dormir un poco y lo que encontró en esa fila no eran más que adolecentes de esos que jamás salen de sus casas por ningún motivo.
—¡¿En verdad?! –Grito emocionado el niño— Wah, quiero jugarlo.
—Supongo que lo traerá cuando vuelva. Podrás probarlo con él.
Los enormes ojos negros brillaron con emoción por aquella promesa, y con ello procedió a seguir desempacando sus cosas.
Jaejoong esperaba que esa noche pudiera tratar con MinJoong el asunto de su relación con Changmin, aunque no sabía si era conveniente, por lo que llamó a Ji Hyo para pedir su autorización.
—No veo porque no decirle, él es solo un niño, pero es tan listo –profirió Ji Hyo desde el teléfono—. Al nacer su nombre era Ji joong pero ¿Sabes porque le puse MinJoong? Aunque físicamente se parece a ti, su forma de actuar y pensar me recuerda mucho a Changmin de niño, es tan serio y majo.
Tarde o temprano tendrá que enterarse y estando en tu casa es obvio que debe saberlo ¿o piensas cohibirte y prohibir que Changmin te toque frente a él?
Lo había pillado, esa era una de sus opciones.
—No quiero que MinJoong piense mal, nos llevamos bien y temo que esto sea un shock para él.
—Jaejoong, mi hijo siempre quiso conocerte, no creo que algo tan pequeño como que su padre ame a un hombre sea un motivo para que se sienta incomodo hacia ti, ya lo dije, es más listo y maduro que todos nosotros juntos.
Ji hyo finalmente le había dado el visto bueno, y con ello se aseguró de que esta noche le diría a MinJoong que Changmin era su pareja como lo era Arthur para Ji Hyo. No sabía hasta donde tendría que extender la explicación pero esperaba que no demasiado. No era particularmente tímido para hablar del asunto, pero por ser su hijo se sentía temeroso.
Mientras le servía una tarta de manzanas que había comprado en el supermercado, trato de comenzar la conversación.
—Minjoong, papá tiene algo que explicarte.
Minjoong alzó la vista curioso llevándose el trozo de pastel a la boca. Jaejoong tartamudeaba intranquilo.
—Es sobre Changmin y yo.
—Escuché sin querer que hablabas con mamá así que no tienes nada que explicar –respondió tranquilo el niño—. Lo supe desde que vi el anillo en tu dedo y que hablabas de Changmin sin parar. Sé que son una pareja, sé que son hombres, y eso no me molesta. Estudié en Londres un tiempo y vi como compañeros con dos papas iban a la escuela con ellos así que puedes decir que no me sorprende. Relájate papá por eso quería conocer a Changmin.
Minjoong terminó su pastel mientras Jaejoong aún no podía cerrar la boca por lo sorprendido que estaba. El pequeño le sirvió un vaso de leche y le palmeó la espalda un poco incitando a que se calmara. Definitivamente Ji hyo tenía razón, este pequeño era igual de directo que Changmin.
Changmin volvió a casa temprano en la mañana, el turno había sido tranquilo, muy pocas emergencias y sin embargo estaba agotado pero eso no importaba, descansaría un par de horas y se dispondría a probar su nuevo tesoro, desde que lo obtuvo no pensaba en nada distinto a probarlo.
Llegó a casa y percibió el rico olor del omellette de arroz de Jaejoong. Se apresuró a la cocina viendo su espalda mientras agregaba ingredientes a una sartén, se veía precioso con su delgada camisa blanca y ese ridículo delantal de flores que su hermana le había regalado. Se acercó en silencio rodeándolo con sus brazos tomándolo por sorpresa pues el mayor dio un respingo antes de voltearse a mirar.
—C—Cariño –mencionó sorprendido— B—Buenos días.
Changmin respondió al saludo con un hambriento beso pero pronto sintió el fuerte manotazo de Jaejoong en su hombro repetidas veces hasta que se vio obligado a soltarlo.
— ¡Auh! ¡Te estoy saludando!
Anonadado Changmin viró un poco encontrándose con un enorme par de ojos negros que lo observaban con curiosidad desde la mesa. Sus facciones limpias y definidas le recordaban tremendamente a alguien, y fue entonces que volteó a mirar a Jaejoong encontrando el escandaloso parecido. Lo liberó del abrazo de inmediato.
Alertado por el silencio de Changmin, Jaejoong tomó la palabra.
— Changmin, él es Minjoong, Minjoong él es Changmin. Siento no haberte avisado pero tu celular seguía fuera de servicio. La señora Song tuvo un accidente y está hospitalizada así que por lo pronto Minjoong se quedará con nosotros.
Changmin sonrió queriendo distensionar un poco su sorpresa y se acercó hasta la mesa extendiendo la mano hasta el niño. Este lo miro fijamente y correspondió a su saludo. El alto sintió un escalofrió inmediato, era imposible no reconocer que era hijo de Jaejoong, era tan parecido, hasta el lunar bajo su ojo estaba ubicado a la misma altura que el de su esposo. Rápidamente se decidió a hablar para romper el hielo.
—Me tomó por sorpresa, no esperaba conocerte así –dijo, tratando de no hacer pasar su reacción por enojo— Bienvenido, espero tu abuela se recupere pronto. Por el momento me alegra tenerte en casa.
—Gracias por dejarme quedar –respondió Minjoong sonriente.
Jaejoong sonrió tomando la mano de Changmin discretamente, apretándola un poco. Se dio la vuelta y sirvió el omelette en tres platos comenzando a actualizar a Changmin de lo acontecido el día anterior, el niño los escuchaba atento sin agregar más que respuestas a las preguntas de Jaejoong mirando a Changmin con cierta atención. Esto solo contribuía a los nervios de Changmin, el niño era demasiado callado y más discreto de lo que él esperaba de un pequeño de diez años.
Cuando el desayuno concluyó todos se dirigieron a la sala de estar alrededor de la TV. Pronto el niño se levantó diciendo que tenía algo de tarea que hacer y sacó sus útiles mientras se sentaba en la mesa a algo de distancia desde donde la pareja se encontraba sentada.
—Cuando imagine que se parecía a ti jamás pensé que tanto –susurró el alto pasando discretamente una mano por la pierna de su esposo, este respondió al gesto de la misma forma.
— ¿Físicamente? Hasta yo quede paralizado la primera vez que lo vi –con naturalidad pasó una mano hasta enterrarla en el abundante cabello castaño— Sin embargo creo que es algo distinto a mí en cuanto a su personalidad –rio pasando a recostarse en su hombro.
—Me pone nervioso –confesó Changmin pasando un brazo alrededor de los hombros de Jaejoong.
—Vaya, mi hijo logro en un día lo que yo jamás pude hacer –sonrió recordando brevemente la forma tan descarada como Changmin siempre se comportó, aun cuando no eran novios.
—Alguna vez me pusiste nervioso, pero no diré en que momento –Insinuó, recibiendo de inmediato un golpe en la rodilla.
— ¡Auh! ¿Por qué me pegas? ¡Son dos veces ya!
—Esta vez te lo merecías.
Ambos rompieron en carcajadas ante la absurda discusión, deteniéndose bruscamente al reconocer que estaban siendo escandalosos. Voltearon a mirar en dirección a la mesa pero el pequeño parecía inmutable a sus jugueteos y coqueteos infantiles por lo que continuaron en ello hasta que un par de horas después él se levantó y los acompañó de nuevo.
Jaejoong se disculpó ya que tenía trabajo que hacer y finalmente Changmin y Minjoong quedaron solos. El alto sintió la urgencia de romper el silencio que se formó automáticamente, así que procedió a buscar su mochila en donde guardaba celosamente su tesoro, quitó las envolturas y el sello de seguridad y los ojos del pequeño brillaron de inmediato.
— ¿Quieres jugar?
Minjoong asintió enérgicamente aguardando con paciencia mientras Changmin sacaba la consola de juegos, tendiéndole al niño uno de los controles mientras la estridente música del juego comenzaba.
Jaejoong podía escuchar desde el estudio los berridos de aquellos dos y se sorprendió por la forma en como el siempre callado Minjoong respondía a los comandos del juego de la misma forma exasperada en que Changmin lo hacía. Dejó la laptop a un lado y se apresuró a tomar el teléfono, escurriéndose en la sala para comenzar a tomar instantáneas del momento. Ambos parecían tan concentrados en lo suyo que ni notaron el sonido del click repetido de la cámara. Sonrió observando cómo se acercaban a medida que el nivel subía de intensidad, a pesar de los gráficos tan realistas y de los sonidos retumbantes que no eran de su agrado, la escena era enternecedora.
Finalmente estaba conociendo el lado infantil de su hijo. Paradójicamente, aquello que no logró conseguir en todo un día, Changmin lo consiguió en un par de minutos.
Cuando cayó la noche su trabajo estaba concluido, se estiró un poco para levantarse del escritorio finalmente percatándose de que el sonido del juego había acabado. La televisión aún se encontraba encendida en lo que al parecer era un documental de un canal educativo. Observó desde la distancia la cabeza de Changmin sobresaliendo del sofá pero no pudo ver a Minjoong hasta que se acercó.
Su esposo estaba concentrado viendo el programa mientras que su hijo descansaba plácidamente en su regazo. Changmin mantenía una mano en el cabello del niño acariciándolo en un acto que Jaejoong sabía era reflejo y casi sintió el corazón encogérsele en ternura al ver a los dos seres que más amaba llevarse tan bien.
Cuando supo la noticia y cuando le notificó a Changmin de ella, no espero esta reacción tan inmediata. Confiaba en Changmin y en lo bueno que era, pero no imaginaba que lograría asimilar y forjar una relación con el niño tan rápido. Después de todo, en lo concerniente a Minjoong, él había guardado distancia.
—Su hora de dormir es a las 9:30.
Changmin se exaltó al escuchar la voz de Jaejoong e inmediatamente volteo a verlo. De su rostro colgaba una resplandeciente sonrisa que se fue expandiendo a medida que se acercaba, quedándose de pie frente a su rostro y luego inclinándose para dejar un beso en sus labios. Uno largo, profundo, de esos que le daba cuando estaba feliz por algo.
—Gracias, amor.
Changmin parpadeó y sonrió deteniendo el vaivén de su mano en el cabello del niño para que Jaejoong lo cargara en sus brazos en dirección a su habitación. Esperó hasta que emergió por la puerta y tendió su mano para levantarlo del sofá y guiarlo a la habitación que compartían. Mientras era jalado aprovecho para enredar ambos brazos en su cintura y hundir el rostro suavemente en la depresión de su cuello, absorbiendo el aroma de su perfume italiano.
Por el buen ánimo del mayor, parecía que esa noche hacer el amor era una obligación.
El día parecía correr su ritmo normal de siempre. No tendría turno hasta la tarde por lo que podría seguir acurrucado entre las colchas y el cuerpo de su esposo al menos hasta el mediodía. A Jaejoong no le gustaba madrugar y lo cierto era que a él tampoco. Y con toda la actividad de anoche y la ligera desvelada nada los levantaría de la cama. Nada, salvo el susurro de una voz en la habitación que no pertenecía a alguno de ellos.
—Alguno de los dos tiene que levantarse o llegaré tarde a la escuela.
Ambos reaccionaron perezosamente revolviéndose en las sabanas, Changmin decidió ignorar el ruido y pasar una colcha sobre su cabeza y fue Jaejoong el que se levantó solo un poco, ahogando un grito al ver a su hijo de pie en la puerta con su uniforme y su mochila colgando en la espalda.
— ¡Maldición! ¡Lo olvidé! –Gritó el mayor, revolcándose penosamente hasta enrollar una sábana en su cintura para cubrir su desnudéz y tratar de hallar sus pantalones en medio de la habitación—. Cariño, dame cinco minutos y estaré listo—. Pidió sin poder evitar el sonrojo en su cara producto de la vergüenza, Minjoong asintió calmadamente cerrando la puerta detrás de él mientras Jaejoong arremetía a almohadazos contra Changmin.
El aludido reaccionó agitado.
— ¿Qué? ¿Qué sucede? –con el pelo enmarañado y los ojos apenas abiertos Changmin reaccionó.
— ¡No encuentro mi ropa!
Changmin se quejó tratando de volver a la cama pero otro almohadazo frustró su objetivo.
— ¡Ve y prepara algo de desayunar para Minjoong! –El tono de voz de Jaejoong era determinante, y sabía que si no obedecía aquello terminaría desnudo en el balcón aguantando los pocos grados de temperatura de la temporada, así que opto por una bata de baño para cubrir su cuerpo mientras Jaejoong maldecía lo ajustado que eran sus pantalones mientras luchaba por colocárselos.
Lo cierto es que Minjoong solo desayunó un tazón de cereal, su padre lo haló del brazo mientras se ajustaba la gabardina y corrían hacia el auto con apenas diez minutos para llegar a la escuela. Changmin optó por comer las tostadas con miel que estaba intentando hacer para el niño mientras rogaba por la integridad de cualquiera de los conductores que se atravesara en el camino de su esposo estando de tal humor.
Lo cierto es que Jaejoong parecía mucho más alterado por llegar tarde a la escuela que porque su hijo lo viera casi desnudo y a él de la misma forma, no imaginaba lo que pasó por la mente del niño en ese momento. Al mismo tiempo Minjoong parecía alguien sensato y maduro, extraño para un niño de solo diez años, pero la genética no dejaba de sorprenderlo aun con sus años ejerciendo la medicina. Se preparó un poco de café y se sentó en la mesa donde el pequeño estuvo desayunando hacia un par de minutos, allí pudo observar al lado del tazón de cereal a medio comer una pequeña nota, y sonrió sin poder evitar enternecerse.
Definitivamente ese chico era igual a su padre. Justo por eso lo ponía nervioso.
“Gracias por el desayuno, Papá”
FIN
aaaaww
ResponderEliminarle dijo papá a Changmin? oooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarQue hermoso seria ver un retoño de Jae,bello como el ,me encanto el fic uno de lo mas lindo .gracias.
ResponderEliminarQue niño tan lindo le dijo papá a Changmin!!!
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