De finales felices y no tan felices.
-¿Changmin?- Llamó mientras ingresaba al lugar, Jiji salió a su encuentro y le maulló esperando la tan ansiada comida -¿Dónde está mamá?- Le preguntó mientras acariciaba tras sus orejas pero esta le ignoró olímpicamente en pro de una cortina que había comenzado a moverse en la ventana del comedor, lugar al cual salió disparada, Jaejoong sonrió ante tal acción sintiéndose perdido y dejó las llaves en la mesita de centro mientras se desasía de su gran bufanda, a pesar de ser primavera el tiempo había sido poco compasivo y ciertamente no era bueno para su garganta, en especial ahora que necesitaba de ella más que antes. –Changmin ¿Estás en casa?- Llamó por segunda vez.
Fue el silencio quien le contestó, el mayor no parecía dar signos de estar allí, Jaejoong dejó escapar un suspiro ahogado, suponía que Changmin se quedaría hoy en reunión de pauta hasta tarde, o al menos eso había alcanzado a escuchar por parte del otro en el metro (a pesar del ruido del horario punta), eso le daba el tiempo suficiente a Jaejoong para revisar entre los cajones que eran esos extraños paquetitos que el otro había traído y se había esmerado tanto en no dejarle ver, no era que Jaejoong fuese copuchento... nooooo, se los prometo, era simplemente ‘Curioso’.
Pasó los próximos quince minutos dando vueltas en la habitación, Jiji había decidido venir a ver qué diablos hacía su dueño y le observaba impasible desde la cama que compartiera con su pareja.
“Donde habrá escondido esos... ¿Por qué es tan bueno escondiendo las cosas? Mmm a ver Jae, piensa como Changmin, piensa Jae, piensa... Si yo fuera Min dónde ocultaría... ¡A ha!”
Justo al interior de la cajita de sus anteojos.
-Jae... eres un genio- Se felicitó sonriendo por su gran hazaña -¿No lo crees así Jiji?- La gata se acomodó sobre la cama y no pareció estar atenta a lo que su amo decía, Jaejoong prefirió concentrarse en lo que acababa de lograr, abrió la caja y un silencio sepulcral inundó la habitación de golpe –No puede ser...
Pero si podía ¿Cierto?
**
Dicen que la felicidad llega, a veces tarde y poco oportuna pero siempre llega, Jaejoong estaba completamente de acuerdo con ello, Yoochun a su lado no del todo.
-Le dije, Junsu-Culón... Tenemos que hablar.
-A ha.
-Entonces me miró fijo.
-A ha.
-Y con aquella cabeza enorme de OVNI que tiene se atrevió a ignorarme, estúpido cabezón él y su enorme culo de mierda...
-A ha.
-¿Me estás poniendo algo de atención Jaejoong?
-A ha.
-Como sea... ¿Qué te pasó a ti? Andas literalmente en Marte y no es que comúnmente tengas algún atisbo de algo, pero parece que hoy estás peor.
El comentario dejó entrever que la situación comenzaba a impacientarle; Jaejoong hacía un par de días que se comportaba de este modo, como si algo estuviese acosándole en su diario vivir, Yoochun no era un hombre que hiciera un escándalo por cada cambio de humor que su muy gay amigo tuviese, sin embargo era curioso hasta para el propio ser extraño que era Jae en sí.
-¿Quieres... saber?
-Hombre, si no quisiera ¿Preguntaría?
-No es tan seguro...
-Lo suficiente como para volverte un zombie, ya suelta el chisme.
Su compañero miró impaciente hacia todos lados como si buscase alguien que les espiara, al notar que nadie parecía pendiente de ellos se acercó a su mejor amigo con aire confidente, Yoochun se preguntaba que tanto era lo que el otro tenía que decirle, lucía sospechoso, casi como si hubiese matado a alguien pero Jaejoong no era capaz de eso ¿Cierto?... ¡¿Cierto?!
-Creo que pronto pisaré el palito...
-¡¿Qué?!
Y mientras daba vuelta el helado que comía sobre su pantalón y con ello se ganaba la atención de todos los clientes en aquel local pensaba para sí que definitivamente eso había sido algo inesperado.
**
Kim Jaejoong lo tenía todo, bueno, todo aquello que en sus primeros diecisiete años de vida no pudo tener. Era feliz, el dinero para sus clases de canto había llegado, los caballos realmente parecían caballos en sus pinturas y el hombre que amaba le había comprado un anillo bastante suntuoso como para ser un mero regalo, cosa con la cual su mejor amigo había concordado, anillo que sabía en estos momentos el otro tenía en su bolsillo... anillo que pronto estaría en su dedo y con él, todo lo que podía terminar de desear. Changmin frente a si sonreía de aquel modo extraño que solo Jaejoong (Y el fan club del mayor) parecían apreciar.
-¿Estamos festejando algo?- Esa respuesta la sabía de antemano, pero no le importaba jugar un rato al rol del inocente.
-La verdad no, pero ¿No es esa una pregunta que yo debería hacer? Eres tú el que lleva el conteo de hasta los minutos que llevamos de conocernos.
El menor golpeó sutilmente al otro con el pie.
-Ha ha, Alguien tiene que preocuparse por esta relación, después de todo las niñas que te siguen no hacen nada por mejorarla- Gimoteó el menor mirando a sus alrededores por si alguna de aquellas pequeñas brujitas les había seguido, Jae no sabía lidiar con el hecho de ‘compartir’ aquello que creía suyo por derecho. –Sales por allí seguido rodeado de mujeres, piensa un poco en mi y nuestra pequeña Jiji.
Changmin sintió su boca tensar en una mueca, ¿Su pequeña? Jaejoong necesitaba salir más.
-¿Celos mi querido hombre vaca?
-No me digas así...
Changmin ahogó una risa mientras terminaba de comer el pedazo de carne recién cortado y apuraba un poco de su vino para no atorarse con el mohín que tenía Jaejoong en su rostro, una vez logrado tal objetivo tomó su servilleta y se limpió mirando fijo al otro joven.
-Has sido un niño malo... sé que revisaste mis cosas.
El otro no supo que contestar, pero sus mejillas ligeramente sonrojadas le dieron a entender que efectivamente se declaraba culpable.
-¿Qué cosas?- Aún así contestó con una negativa.
-Ohhh... ¿No sabes que?
-Ehh, ¿No?
-¿No se te hace conocido esto entonces?- Sacó la cajita de su bolsillo, Jaejoong sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
-Chang...
-Kim Jaejoong- Se estaba inclinando por sobre la mesa, preguntando con el gesto si debía o no hacerlo de rodillas, un silente ‘No es necesario’ en ojos del otro. -¿Me harías el honor de convertirte en mi esposo?
Aquellos profundos orbes negros mirando con atención, como si el conocimiento del mundo se hubiese agolpado en su cerebro haciendo corto circuito, Jaejoong sabía del anillo de antemano, sabía lo que significaba pero aún así, en estos momentos su mente se encontraba recorriendo narnia con todo y león, bruja y ropero incluido.
-Chan... ¿Changmin?
-Se que no puedes decir no.
Bromeó el otro tratando de disipar en algo los ‘muy diminutos, súper ultra diminutos’ nervios que amenazaban con descomponerle de un momento a otro.
-¿Que te hace estar tan seguro?
-Vamos ¿Alguna vez lo has podido hacer?
“No”, Pensó de modo casi automático, pero eso el mayor no necesitaba saberlo ¿O sí?
-Idiota, crees que soy tan fácil de conven...
Su mano fue tomada con poca delicadeza mientras el otro ponía una mueca irónica en sus labios.
-No fácil, pero si ‘seducible’.
Los labios del mayor encontraron los suyos propios ahogando cualquier reclamo que este pudiese tener y aunque un par de personas les miraron algo escandalizadas por tal actitud, Jaejoong sabía que nada podía compararse a la felicidad que sentía en esos momentos, el anillo entrando fácilmente en su dedo, un gritito ahogado de un par de chicas a la distancia que bien podían ser fans del otro, la música suave de fondo.
-¿Es eso un sí?- Los labios del Changmin susurrando contra los suyos –Porque luce como un sí.
-Imbécil... ¿Cómo podría ser un no?
¿Y cómo podría? Después de dos años juntos, con planes, carreras prometedoras, el futuro en sus manos y aquella perfecta, oh tan perfecta figura junto a si amoldándose con exquisitez casi como si fuese cosa del destino.
Una noche perfecta, era una verdadera pena que para el término del mes, Jaejoong estaría varios metros bajo tierra y Changmin, no podría seguirle a aquel lugar.
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