KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Love is a Force of Nature. - Interludio

“Simbiosis”

Tengo que conservar las cicatrices
Para probar que hubo una vez
Cuando amé algo más que a la vida…
[Don’t say a Word, Sonata Arctica]



“¿Por qué tengo que irme, Appa? Yo no quiero abandonar mi hogar…” el pequeño Jung Yunho, de tan sólo once años de edad trataba de contener las lágrimas a toda costa, luchando por no quebrarse y quedar en ridículo ante su padre mientras él lo jalaba del brazo, guiándolo hacia la salida de la casa.
“Ya te lo dije, Yunho. Tú…eres especial, y pronto vas a despertar la fuerza que llevas dentro. Serás un hombre lobo como yo y nuestros ancestros, tienes el gen dentro”
“N-No quiero ser un hombre lobo” murmuró, agachando la cabeza. “Y no me quiero ir…” su padre lo seguía jalando, y aun cuando Yunho quería poner resistencia era inútil. Ya llevaba sus maletas consigo y había un hombre parado en el jardín de su casa. Estaba completamente vestido de negro, el cabello azabache le caía sobre los ojos y hacía parecer su rostro sombrío…aún más sombrío que su aspecto.
“Escúchame, Yunho” su padre se detuvo, dejando sus maletas a un lado y arrodillándose a su nivel, hablándole con suavidad. “Tienes un don, te han bendecido con el regalo del Lobo y no puedes desperdiciarlo. Tienes que entrenar duro y ser muy, muy fuerte, para que algún día puedas fortalecer a la colonia del bosque. Tu abuelo fue líder de la colonia del bosque, y no espero menos de ti” su padre le acarició la mejilla y Yunho cerró los ojos, tratando con todas sus fuerzas de no sollozar.
“P-Pero… ¿Cómo podré fortalecer a la colonia?” le preguntó, con el rostro congestionado y las mejillas enrojecidas, abriendo sus ojos llorosos para observar el rostro decidido de su padre. Él sonrió antes de hablarle.
“Llegará el día en que tendrás que unir tu sangre con la de algún otro lobo u loba para hacerte más fuerte, para que ambos sean uno y sus fuerzas se cohesionen. Recuerda mis palabras, Yunho…porque es fundamental que no las olvides. Cuando ese día llegue…hay dos pasos que completarán la unión: la mordida y el marcaje. Lobo y Hombre deben estar de acuerdo con la unión, de lo contrario surgirán problemas y complicaciones, no lo olvides nunca. Cuando tú y tu lobo escojan a otro par…las bestias se muerden e intercambian sangre, y la persona pasará a ser denominada Sangre de tu sangre, será una parte tuya y te afectará por siempre, porque el lobo escoge y no olvida, el lazo es para toda la vida. La marca en el cuerpo de la Sangre de tu sangre sellará el vínculo y lo hará visible para toda la gente a tu alrededor. La Sangre es la esencia, la marca es lo oficial… si no hay marca el lazo no se oficializará, no hay sello y se vuelve invisible para los otros ojos, pero mientras vivas jamás dejará de fluir…por eso se denomina Sangre. Tu abuelo me pasó esta sabiduría cuando estuve a puertas del despertar…y ahora yo te la estoy pasando a ti”
Yunho abrió los ojos de par en par. Las palabras de su padre le parecían confusas, y aún no entendía cómo sería posible fortalecerse de semejante forma…sólo pudo asentir ante él, cabizbajo y resignado, observando con ojos aún más desconfiados al misterioso extraño parado en el jardín de su casa.
“Está listo” su padre se levantó y se dirigió al hombre de negro, quien tan sólo asistió.
“Ve con él, Yunho. Y haz que me enorgullezca de tus logros”

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“¡Fenómeno, es un maldito fenómeno!” los jóvenes licántropos chillaban apuntando el cuerpo encuclillado del pequeño Jung Yunho. Lo habían retado a combate contra un joven licántropo adolescente, y  ahora se encontraba encuclillado frente al cuerpo inerte de su combatiente. La sangre salpicada en sus manos, torso y boca como el recordatorio infernal de las múltiples mordidas que le provocó a su cuerpo. Yunho había despertado como licántropo hace tan sólo unos meses, y aún le costaba trabajo controlar sus impulsos. Realmente no había tenido intenciones de matarlo, pero las cosas…de algún modo se habían salido de control.
Reaccionó de su trance febril cuando sus compañeros comenzaron a apiedrarlo. Los jóvenes repudiaban las cosas que no podían entender…y a todos los parecía desconcertante que a pesar de ser tan joven Yunho poseyera semejante fuerza, rasgo que licántropos alcanzaban a cultivar recién en la adolescencia.
“¡Déjenlo en paz o voy a acusarlos con nuestro líder!” una voz aguda chilló desde los matorrales, espantando a los presentes con la advertencia. Yunho no tenía idea  de dónde había aparecido, de hecho todavía estaba en parte aterrado al sentir la sangre latente sobre su boca producto del combate, pero de la nada fue levantado del suelo por un delgado brazo y una fina figura. Yunho lo miró a los ojos y observó a un jovencito de mas o menos su misma edad…pero de cabello castaño rojizo largo, ojos color avellana y facciones dulces, suaves; con rasgos tan finos que lo hicieron abrir los ojos de par en par para procesar que se trataba de un hombre…
“¿Qué estás esperando? ¡Muévete!” hizo presión en el amarre de su brazo y lo condujo de vuelta a los matorrales. Yunho lo observó soltar su brazo para transformarse a su forma de lobo y comenzar a trotar con más rapidez, su pelaje color rojizo resplandeciente brillando en las luces de la tarde. Sólo pudo seguirlo detrás hasta que el misterioso joven se detuvo, en medio de una planicie, su cuerpo desfigurándose nuevamente para revelar su figura.
“¿Por qué no reaccionabas? ¿Acaso ibas a dejar que te apiedraran a muerte?” el extraño se dio la vuelta a encararlo, el ceño fruncido y los iris centellantes como verdadero oro líquido sobre las orbes.
“¿Quién eres?” fue lo que Yunho pudo preguntarle luego de haber recuperado la compostura. Vestigios de la pelea y la matanza aún rondaban por su mente, pero Yunho luchó por mantener su sanidad intacta.
“Te hice una pregunta” el aludido puso una mano en la cintura, evidentemente sin tener intención de contestar algo antes de obtener una respuesta concreta.
“El alpha a cargo me hace pelear a diario y nadie nunca mira las peleas. Yo…no sé cuándo llegaron los lobos…” Yunho bajó el rostro y luchó contra las ganas de llorar. Nunca quiso que las cosas se salieran de control, de hecho…jamás había matado a algún lobo antes, pero algo desconcertantemente fuerte había despertado consigo junto a su lobo interno cuando se percató de que la pelea se había filtrado y tenía público, casi como si sus instintos lo hubiesen llevado a demostrar su fortaleza frente a la audiencia…
“Oye… ¿Estás bien?” la suave voz lo hizo volver a alzar el rostro y el joven antes a metros de su cuerpo ahora se había acercado, estando ya a pasos de su figura. Yunho no entendía absolutamente nada y todo le daba vueltas. La gente usualmente se alejaba de él, no tenía amigos y sólo hablaba con su hermana, que había llegado semanas después a la colonia en vísperas del despertar de su licantropía. Yunho llevaba meses tan sólo entrenando…y los jóvenes de su misma edad se alejaban de él por miedo, reacios al verlo transformarse en un macizo lobo blanco, demasiado grande e intimidante para su corta edad.
“Estoy bien, ya puedes dejarme solo” Yunho le espetó, empuñando ambas manos y no queriendo mirar al joven a los ojos. Extrañamente…sentía que aquel muchacho lo estaba escudriñando con la mirada, atravesándolo y tratando de descifrar el enigma de sus emociones…
“Escucha, esto es lo que haremos” el joven dijo, lanzando un suspiro. “Supongo que estás mal por haber matado a ese lobo…así que voy a acompañarte de vuelta a la colonia. Sé quién eres, todos están hablando de ti de todas formas” sonrió, sólo una pequeña curvatura de sus labios…pero Yunho se quedó mudo por un segundo, no sabiendo realmente qué decir. Observó que él le tendía una mano y sin decirle nada Yunho la tomó, sus dedos entrelazándose a los suyos en un gesto que le pareció tan…íntimo, y casi de pertenencia.
“Soy Kim Heechul, por cierto”

Fue tan simple, tan sólo un gesto…pero Yunho sintió como si lo hubiese conocido desde una vida entera….

Heechul se transformó en su único amigo, compañero de batallas y de travesías. Su relación se estrechó hasta ser inseparables…donde iba Yunho estaba Heechul a su lado, donde peleaba estaban sus ojos para resguardarlo, donde caía…estaba él para levantarlo. Todo lo que algún día creyó acerca de la soledad se desvaneció para ser remplazado por su sola presencia y ambos pasaron años en perfecta compañía, sincronizados. Pero los cambios son inminentes al avanzar en edad…y cuando el joven se transforma en hombre, todo cambia…

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“¡Puedes trotar todo lo que quieras pero sabes que siempre voy a atraparte!” Yunho le gritó mientras trotaba tras la figura lobuna de Heechul, siendo este el juego favorito de ambos desde que se conocieron cuando eran tan sólo unos niños. La melodiosa risa de Heechul resonó dentro de su cabeza, burlesca, y esto sólo lo incitó a trotar más rápido tras de él. Yunho era más veloz, Heechul lo sabía…y esa era la razón por la que Heechul siempre tenía que llevarle ventaja, de lo contrario la persecución acababa sin ningún goce alguno.
Capturó la forma de Heechul mordiendo su cola en un gesto juguetón; él gruñó y detuvo la marcha, provocando con el movimiento que la figura de Yunho cayera sobre la suya, rodando algunos metros para luego quedar envueltos en un atado de miembros al haber vuelto a su forma humana, la risa de Heechul resonando contra su pecho, jovial, fresca, llenándolo de vida.
“Siempre vas a atraparme” Heechul murmuró contra el torso de Yunho, sonriendo cuando sintió sus fuertes brazos cerrarse contra su cintura, estrechándolo. “¿Eso quiere decir que me seguirás la vida entera, querido Yunho?”
“Esta y todas las vidas que sigan, Chul” Heechul alzó el rostro de su pecho, sonriéndole ampliamente en la luz del amor que ambos se profesaban. Acercó sus labios hasta los suyos, reduciendo la distancia que los separaba.
“Te amo” Heechul le susurró, sus labios apenas rozando.
“Yo también, y más que…a mi propia vida” Yunho le contestó, observando sus ojos brillar en luces de júbilo. Sonrió contra sus labios y se consumió finalmente en el beso, reafirmándose…como siempre, que viviría y moriría toda las vidas que lo siguieran prendado de aquel hombre que se había robado su corazón.

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Con la luna llena en alto Yunho no podía concentrarse en patrullar apaciblemente por el bosque. Sus instintos estaban a flor de piel; su cuerpo pulsando, ardiendo y reclamando por el cuerpo de Heechul. A pesar de que llevaban tiempo juntos, ninguno de los dos se había atrevido a cruzar la línea…inseguros e inexpertos sólo habían intercambiado caricias experimentales en momentos furtivos en el bosque. Ciertamente, el amparo de la luz de la luna no hacia más que encender el deseo que Yunho sentía por Heechul, abismante y tensando sus entrañas cada vez que estaban juntos y lograban establecer alguna proximidad. Yunho lo deseaba con una fuerza que llegaba a ser aterradora, y últimamente concentrarse en algo se le hacia difícil al dejar divagar a diario sus pensamientos en las tentadoras facciones de su amante…
“¡Bu!” un súbito empujón lo sacó de sus pensamientos y Yunho pegó un salto, sólo para encontrarse con la melodiosa voz de Heechul resonando por sus oídos. Yunho ni siquiera lo había percibido, demasiado absorto en sus pensamientos.
“¿Chul, qué estás haciendo aquí? Si mal no lo recuerdo te tocaba patrullar el extremo oeste del bosque” Yunho le arqueó una ceja, esbozando una sonrisa cuando observó a  Heechul hacer un puchero.
“Es demasiado aburrido y lo sabes, así que me dije: ‘Bah, nada pasará por esta zona… ¿por qué no hacer de caperucita e ir a buscar a mi gran lobo malo?’” Heechul le sonrió, sus labios curvándose en una tentadora sonrisa al observar los ojos de Yunho oscurecerse al comenzar a acercarse a su figura, pero él retrocedió.
“Por lo visto viniste a volverme loco…” Yunho le susurró, su voz ronca lanzando una descarga eléctrica que recorrió toda la espina dorsal de Heechul en un vibrante cosquilleo.
“Tal vez” ladeó un poco su rostro, exponiendo la piel de su cuello y Yunho pudo sentir la urgencia tensando su bajo vientre; oh dios…cómo quemaba.
“Tendrás que atraparme para averiguarlo”
Y en menos de un segundo estaba transformado, atisbos de su pelaje cobrizo resplandeciente perdiéndose entre las arboles en un parpadeo. Yunho lanzó un suspiro, con la excitación tronando por sus venas al transformarse a su forma de lobo y comenzar a trotar tras su presa. Oh, si…porque ésta vez Heechul si sería su presa, ya no podría escapar más…

Trotaron por varios metros y Yunho se sintió más vivo que nunca. Era esto…esta sensación de felicidad y plenitud que le traía haber encontrado a su otra mitad, alguien que era capaz de hacerlo feliz con cosas sencillas, despertar hasta el más visceral deseo con una sola mirada de sus ojos, y calmar la más voraz de sus tormentas en el calor de sus brazos. Mientras se acercaba a su figura, ambos riendo y tentándose como siempre, Yunho pensó que Heechul tenía que ser un regalo divino, algo que apareció en su periodo de oscuridad y que le devolvió la luz a su vida. Era su regalo divino…y sólo le pertenecería a él; Yunho ya lo había decidido…no habría vida si no tenía su vida unida a la suya por el resto de sus días.
Yunho finalmente superó a Heechul en velocidad y se abalanzó a su costado, su hocico enterrándose en el pelaje cobrizo. Heechul gruñó bajo al caer al suelo y cuando volvieron a su forma humana tenía todo el calor de Yunho presionado contra su cuerpo.
“¡Qué tramposo eres!” Heechul protestó bajo su cuerpo, sonriendo de medio lado cuando Yunho frunció el ceño. “Cómo si no supieras que mis costados son punto débil”
“Tranquilo, princesa” Yunho lanzó una risita cuando Heechul le arqueó una ceja al haber mencionado su apodo de la colonia. “Estoy consciente de ello” llevó las manos hasta la cintura de Heechul apenas tentando la piel con las yemas de sus dedos.
“Pero tú sabes que adoro tus costados…” Yunho trazó los dedos por su estrecha figura, delineando las curvas con suavidad hasta llegar al borde de la hebilla de sus pantalones. Heechul dejó escapar un sonido desde el fondo de su garganta, más parecido a un ronroneo que nada, y fue todo lo que le tomó para  derretirlo. Yunho descendió el rostro con urgencia, reuniéndose con sus labios prácticamente desahuciado y gimiendo bajo cuando Heechul abrió los labios para recibir su cálida lengua con la suya; enredándose y acariciándose mientras sus besos ganaban fuerza y Yunho se presionaba más cerca, buscando el contacto, necesitando sentir el roce contra su piel.
Se separó de sus labios sólo por la falta  de aire, sonriendo al observar el placer despertado en los ojos de su amante; las luces doradas que ahora brillaban en los iris de Heechul. Yunho enterró el rostro en su cuello, inhalando con fuerza aquella esencia que lo descontrolaba e intensificando el amarre que tenía en su cintura, presionando a Heechul con fuerza contra su cuerpo para que él pudiese sentir el efecto que tenía tan sólo empezando a besarlo…
“Siente cuánto te amo, Heechul…” Yunho jadeó contra su cuello, incapaz de reprimir el impulso de su cuerpo…el deseo que sentía por Heechul se desbordaba hasta por sus poros. Heechul suspiró cuando Yunho comenzó a mover sus caderas contra su cuerpo. Su aliento se agitó al sentir lo duro que estaba y la estrecha fricción lanzando oleadas de calor por todo su cuerpo. Inmediatamente respondió a sus movimientos, jadeando y friccionándose de vuelta. Ambos sólo habían intercambiado tactos experimentales…pero ahora Yunho sentía la fiebre, el fuego que producía el celo, y del cual hablaban los licántropos mayores de la colonia. Tenía que apaciguar el fuego antes de que fuese calcinado vivo…

El erecto calor entre las piernas de Yunho se presionó contra su figura con más fuerza. Heechul gimió, aferrando las manos en sus hombros. Sentía la fiebre y el fuego haciendo estragos dentro…hirviendo cada milímetro de su piel, ni siquiera pudiendo expresar las palabras de lo que deseaba. Realmente no había palabras que pudieran expresar lo mucho que lo deseaba, el pulsante deseo doloroso…
“Yun…ho…” Heechul jadeó con urgencia, presionándose de vuelta contra su figura con igual fuerza. Quería…algo, y estaba desesperado, desesperado por sentirlo.
“Por favor, Yunho…” Heechul abrió las piernas y Yunho se posicionó entre ellas, trabajando en sus pantalones para rápidamente liberarlo de ellos, exponiéndolo ante él. Heechul se ruborizó al sentirse prácticamente devorado por aquellas oscuras orbes que lo contemplaban con ansias, pero luego dejó la inseguridad a un lado y posó sus dedos sobre la hebilla del pantalón de Yunho, ayudándolo a retirar la prenda de su cuerpo, ambos arrojando los pantalones a un lado para retomar su posición previa. Yunho volvió a nivelarse hasta su cuerpo, entre sus piernas y llevando ambas erecciones a un duro contacto. Ambos jadearon con la sensación, bocas húmedas y alientos chocando contra sus rostros, respirando en pesadas bocanadas producto de la excitación. Yunho fue el primero en comenzar a moverse, azotándose contra el calor de Heechul, volviendo a refugiar el rostro en su cuello pero ésta vez sintiendo toda su naturaleza liberada, tornando sus ojos dorados al morder su cuello con fuerza hasta sacar sangre, queriendo marcarlo y ser uno con él para toda la vida. ‘Su sangre…mi sangre…mío…’ su bestia aulló con fuerza, complacida, vibraciones eléctricas viajando por su torrente al estar consciente de que su bestia y su corazón ya habían tomado la decisión.

Dolía, pero el dulce placer de ser mordido por Yunho hizo fluir una corriente de euforia por la mente de Heechul. Sabía lo que esto significaba…Yunho estaba tomándolo como unión para la vida con el paso previo al marcaje: convertirse en su Sangre. Él podía escuchar a su lobo interno rugiendo, clamando su nombre…si, eso era lo que más quería…pertenecerle a Yunho de por vida. Sus ojos se tornaron dorados al sentir su bestia haciendo contacto con la de Yunho mientras continuaban haciendo la fricción entre sus cuerpos constante y Heechul tan sólo podía gemir contra su cuerpo, separando aún más las piernas para mantenerse en constante contacto; el hinchado miembro de Yunho pulsando y friccionándose contra el suyo en un rápido vaivén que pronto se tornó húmedo, resbaladizo…ambos miembros resplandeciendo con la semilla de la excitación. Heechul apenas podía ver, apenas podía respirar…sus agitados jadeos siendo reflejo de todo el fuego que lo estaba quemando por dentro. Se concentró en la visión de Yunho sobre su cuerpo, cubriendo orgulloso a su presa como el verdadero lobo que era. Heechul hizo contacto con las orbes brillantes, doradas y listas para devorar, y sintió el estremecimiento recorrerlo de pies a cabeza. El lobo en el alma de Yunho era una bestia sanguinaria; no por nada Yunho era una verdadera máquina de combate cuando se le desafiaba, pero Heechul sabía que lo deseaba, que era su nombre el que clamaba…sólo su nombre. Rodeó los brazos por el cuello de Yunho, buscando nuevamente el contacto de sus labios e invitando al lobo a saciarse de él. Yunho respondió a su beso con fuerza, mordiendo su labio inferior mientras se azotaba contra Heechul en un vaivén frenético; sus caderas chocando las unas contra las otras al moverse con violencia, con desesperación, el sonido de la piel rozándose haciendo eco y expandiéndose por la quietud del bosque. Yunho quería montarlo y poseerlo como lo hacían los amantes…pero al no haber estado nunca con nadie no sabía cómo hacerlo.
Sus erecciones pulsaron al chocar y Yunho gruñó en frustración, volviendo a capturar los labios de Heechul en un beso para nada dulce, y cargado de todo el fuego y la ansiedad que tensaban sus entrañas. Heechul enredó las piernas por su cintura; la cercanía no era lo suficiente…necesitaba más, mucho más. Su nublada mente lentamente comenzó a recordar las insinuaciones que recibía cuando Yunho no estaba cerca. Nunca fueron más que eso, tan sólo insinuaciones lascivas…pero no dejaron de perturbarlo, las palabras haciendo eco. ‘Te partiré en dos, muchacho’ uno de los licántropos le había susurrado cuando lo escoltaba a su zona de patrullaje. ‘Y luego voy a tomar posesión de tu cuerpo…’ Heechul siempre terminaba por amenazar a cualquiera que le dijese algo, pero por las noches los pensamientos volvían sin autorización y Heechul no podía evitar pensar en Yunho diciéndole esas cosas. Su erección despertaría con fuerza al pensar en Yunho haciéndole todo lo que le habían insinuado…e inevitablemente terminaría acariciándose para alivianar la tensión.
“Yunho” Heechul articuló, aún jadeante y observó a Yunho detener sus movimientos, levantándose tan sólo un poco de su cuerpo para mirarlo a los ojos; todas sus viscerales ansias perforándolo con la mirada.
“Hazme…tuyo, necesito sentirte para que seamos uno” Heechul le susurró y Yunho gruñó bajo, era en lo único que podía pensar…irrumpir dentro y fundirse con su cuerpo.
“Muéstrame lo que tengo que hacer” Yunho le dijo, ojos fieros y resplandecientes contra la mirada de Heechul. Heechul le sonrió y tomó una de sus manos entre la suya, llevando sus dedos hasta su boca y lentamente comenzando a introducir los dedos de Yunho dentro, lamiendo cada dígito con esmero ante la mirada lujuriosa de Yunho; su miembro pulsó con desesperación al observar la aterciopelada lengua de Heechul envolverse en los dígitos y tan sólo pudo contemplar la dulce tortura con devoradoras ansias. Cuando terminó de lamerlo Heechul condujo sus húmedos dedos hasta su entrada, susurrándole.
“Debes prepararme…introduciendo los dedos dentro para disminuir el dolor y así seré tuyo por completo”
Yunho prácticamente lanzó un gemido cuando introdujo un dígito dentro. Los músculos se apegaron a la piel con fuerza y la estrechez era enloquecedora, su miembro volvió a pulsar con desgarradora  fuerza y Yunho tuvo que reprimir la urgencia que sintió por dirigir su erección y entrar dentro de Heechul sin hacer más, pero estaba consciente que le dolería…y eso era lo que menos quería. Introdujo otro dedo, esta vez haciendo movimientos circulares, frunciendo el ceño cuando Heechul se quejó bajo.
“¿Te duele, amor?”
“Continúa” Heechul jadeó, luchando por relajarse. “No pares, Yunho…”
Yunho sintió a su amado soltándose dentro e instintivamente añadió otro dedo al caliente pasaje. Heechul se arqueó de la forma más bella hacia él, dejando escapar un gemido desde el fondo de su garganta. Yunho se inclinó nuevamente hasta su figura, besándolo con fuerza. Movió sus dedos en conjunto hasta que logró tocar algo dentro que causó que Heechul prácticamente gritara.
“¿Chul?”
“A-Ah…Yun…ho” gimió, presionándose contra los dígitos; el éxtasis que le produjo el movimiento haciéndolo ver estrellas, desesperándolo en ansias por volver a sentir aquella explosiva sensación. “Por favor, dame más…”
Yunho se sintió ciego. No conocía vista, sólo el calor y el sonido de Heechul gimiendo bajo su cuerpo nublándolo. Llevó la mano hasta su miembro, extendiendo la entrada al paraíso con sus dedos antes de empujar hacia dentro, apretando los dientes y respirando de forma errática al ser envuelto en un calor tan estrecho que lo sofocó por completo. Las garras de Heechul arañando con fuerza su espalda al haber despertado de forma completa en su licantropía; su lobo interno sometido bajo el de Yunho, siendo finalmente suyo. Ruidos profundos y raspados continuaron escapándose de los labios de Heechul mientras se retorcía bajo su cuerpo en la adaptación, las piernas cual verdaderas enredaderas aferradas a la cintura de Yunho mientras él comenzaba a flexionarse hasta su cuerpo, enterrando toda su longitud con fuerza profundo dentro de Heechul, quien lo recibía con una cacofonía de quejidos y gimoteos.
“Soy tuyo, Yunho” Heechul jadeó, aferrándose a Yunho con fuerza mientras él lo penetraba, estableciendo su fogoso ritmo al momento que sintió que Heechul se adaptaba y los quejidos subsistían hasta quedar en nada, sólo sus gemidos y plegarias inundando el lugar. Gruñendo mientras el calor los hacía hervir en el deseo, Yunho llevó las manos a las caderas de Heechul, sujetándolo con fuerza, su amarre tornándose prácticamente doloroso.
“H-Hee…chul, d-dios…e-eres tan…estrecho…” Yunho gimió entrecortado, su espalda arqueándose en el esfuerzo por entrar más fuerte dentro de su cuerpo, el sudor escurriéndose por su cuerpo y mezclándose con el de su amante. Observó la boca húmeda y abierta de Heechul, sus labios enrojecidos e hinchados por la intensidad de sus besos, y articulando su nombre entre jadeos como un mantra.
“Muérdeme, muérdeme amor…” Yunho jadeó contra su rostro, rechinando los dientes al retirar su miembro de su cuerpo para sentarse, aferrando las manos a la figura de Heechul y atrayéndolo consigo hasta su regazo antes de volver a entrar violentamente dentro de su cuerpo. Heechul gimió con fuerza al sentirlo tan dentro…tan dentro que realmente se cuestionó si era posible… pero en su nueva posición pudo refugiar el rostro en el  cuello de Yunho mientras comenzaba a tomar las riendas del ritmo, montándolo con toda la desesperación que sentía…todas las ansias, y el voraz deseo que se desbordaba por sus poros. Yunho lo poseía por completo…dominaba cada uno de sus cinco sentidos, y lo único que podía pedirle era que no se detuviera jamás…
Heechul mordió su cuello con fuerza, su lobo interno le aulló dentro, uniéndose a la sinfonía del propio lobo de Yunho que aulló junto con él, el sonido retumbando y electrificando todo su sistema. Pudo sentir las garras de Yunho arañando la piel de su cintura en su despertar. Ambos lobos entrelazándose, uniéndose en mordidas de sangre, y escogiendo ser leales el uno al otro para toda la vida. El lazo formándose con la luz de la luna llena amparando su futuro, observando a sus hijos formando su camino juntos.

La velocidad y la intensidad de su encuentro creció al punto que ninguno de los dos podía formar palabra coherente. Yunho arqueaba las caderas con fuerza, enterrándose dentro mientras que Heechul a su vez rebotaba en contra; ambos sincronizando su ritmo al hacerlo prácticamente intoxicante, demasiado embriagados en las sensaciones para siquiera ser capaz de hablar. Sólo podían sentirse, fundirse, respirarse...al punto de perder absolutamente toda noción del tiempo al estar sumidos en el vórtice de su pasión.

En algún momento de la noche el clímax de Yunho lo azotó como un verdadero relámpago y explotó con voraz fuerza dentro del cuerpo de Heechul, su semilla quemando y escurriéndose dentro. Heechul había perdido la cuenta de cuántas veces Yunho lo hizo terminar…sólo sabía que había hecho de su torso un desastre con su húmeda semilla acumulada en la piel. Colapsó sobre su pecho, más exhausto que nunca y quejándose cuando Yunho se extendió y perdió el calor de su miembro dentro, dejándolo con los músculos adoloridos por semejante fricción. Subió un poco su rostro sólo para buscar nuevamente sus labios, sonriendo cuando Yunho los abrió y comenzaron un beso lento, suave y lleno del amor que finalmente habían logrado concretar. Heechul sentía su lobo interno entrelazado al de Yunho, se sentía parte de él; ambas bestias fusionadas en un lazo simbiótico que duraría por toda la vida. Ya habían formado sus lazos, ahora tan sólo faltaba que Yunho grabara su marca en su cuerpo, finalizando la pertenencia y sellándola, pasando a ser uniones oficiales a la luz de todos. Ya estaban a pasos de concretar su eterna felicidad.
“Sangre de mi sangre” Yunho murmuró contra sus labios, sonriéndole y  rodeando a Heechul con sus brazos, satisfecho y exhausto.
“Sangre de tu sangre” Heechul afirmó, sonriendo a su vez y juntando sus labios nuevamente; el roce dulce, suave, como confirmación de su unión.
“¿Para siempre?” fue lo que Heechul preguntó al volver separarse de sus labios, sus ojos brillando contra la mirada de Yunho que tan sólo le reflejaba el inmenso amor que le profesaba.
“Para siempre” Yunho le reafirmó, volviendo a capturar sus labios. Ya nada podría romper sus lazos, esto era el comienzo de su eternidad.

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“¿Kim Heechul, me harías el honor de hacer oficial nuestra unión, permitiéndome grabar mi marca en tu cuerpo para ser uno a la luz de todos nuestros hermanos?”
Heechul no pudo evitarlo, lloró como un niño cuando observó a Yunho arrodillado ante su cuerpo. Él se había convertido en el amor de su vida, comenzaron con tan sólo una amistad para luego formar lazos inquebrantables que se transformaron en amor en el apogeo de la adolescencia. Pero ahora ya lo sabía, no habría vida sin Yunho a su lado…él era su vida. Heechul conoció el amor, y el paraíso entre sus brazos…inseguro y tímido la primera vez que estuvieron juntos, la primera vez que hicieron el amor, la primera vez para ambos…cuando le entregó el tesoro más preciado que pudo obtener jamás.
“¡Si, claro que si!” se lanzó a sus brazos, llorando en la pura expresión de jubilo y del amor que fluía por sus venas. Yunho lo estrechó con fuerza, riendo en el abrazo y luego buscando su rostro con sus manos, limpiando las cristalinas lágrimas y sellando sus palabras con un beso. Heechul ya era parte de él, sus lobos se habían unido, mordiendo y mezclando sus sangres el uno al otro amparados por la luna llena, y el vínculo formado entre ellos permanecería toda la vida. Yunho tan sólo tenía que pedir la autorización de su líder para tomar a Heechul como pareja, haciendo oficial su relación y fortaleciendo aún más el vínculo que ya los ataba, latente y pulsante como la sangre que fluía por sus venas.

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“¡NO, POR SUPUESTO QUE NO!” Shim Changmin bramó, voz ácida y fulminante ante la petición de Yunho para unirse a Heechul, quien tan sólo pudo mirarlo en completa incomprensión.
“¿Acaso te volviste loco? ¿O te olvidaste de tu entrenamiento para convertirte en alpha de la colonia? El actual alpha ha sido seleccionado para servir en la Resistencia y las pruebas para su puesto están a tan sólo un par de meses. Supongo que sabes qué pasará si resultas victorioso” le arqueó una ceja, removiéndose en la silla de su madriguera y luciendo completamente irritado. No permitiría que un muchacho de pacotilla le arrebatara a la primera máquina de combate que Changmin había observado llegar en años…
“Ya no quiero ser alpha” Yunho murmuró secamente, desviando la mirada de los ojos fulminantes de su líder. “Aun puedo desistir, nunca fue un compromiso firmado o algo por el estilo. Pienso volver al mundo de los mortales y postular a lobo de la Resistencia. Quiero llevar a Heechul conmigo”
“No lo harás. No voy a entregarte la autorización simplemente porque te has embobado con un muchacho. La vocación siempre va primero”
“¡No me he embobado!” Yunho restalló, rápidamente perdiendo la paciencia al observar la testarudez de su líder. “Yo amo a Heechul, esto no es ningún juego”
“Tú no puedes amar, tú sólo sirves para matar” Changmin masculló, alzándose abruptamente de la silla como una torre y sobresaltando a Yunho. “Y si no quieres entender por las buenas…entonces lo entenderás por las malas”
“No vas a detenerme” Yunho le contrarrestó y por un segundo Changmin pudo jurar que vio sus ojos oscurecerse por completo, brillando cual fuego negro cuando él subió la mirada para enfrentarlo.
“¿Crees que puedes rebelarte?” Changmin alzó la voz, caminando pausadamente hasta su figura. “No te unirás a nadie y es mi última palabra”
“Aun si no puedo hacerlo oficial…ya estoy unido a Heechul, él es Sangre de mi sangre, mi lobo lo ha escogido y ambos formamos el vínculo bajo la gracia de la luna llena. Es mi Sangre y eso jamás lo podrás cambiar”
Yunho no vio venir el golpe, fue tan rápido que lo noqueó por completo, y tuvo que hacer un esfuerzo para mantenerse en pie. Changmin tenía la puño alzado con firme intención de volver a golpearlo; sus ojos brillaban en la luz del despertar de su bestia en la ira y el cabello alborotado lo hacia lucir más lunático que nunca.
“Sal de mi vista antes que me acrimine” masculló, haciendo tan sólo un ademán con la mano y luego volteando. Yunho recuperó la compostura, limpiando la sangre que había escurrido de su nariz producto del golpe y luego marchándose de la madriguera sin decir más.

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“Tengo la lista de las personas que han sido seleccionadas para abandonar la colonia del bosque y perfeccionar sus habilidades en nuestras colonias hermanas”

Cuando Yunho escuchó a Changmin proclamar sus palabras frente a la colonia…supo que él si tomaría cartas en el asunto, supo que le arrancaría a Heechul de los brazos, le arrancaría la única cosa que amaba y lo apoyaba en sus momentos de oscuridad…dejándolo convertido en un muerto en vida y con tan sólo un fin: matar…

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“Los valles del sur…” Heechul se lanzó a sus brazos, desahuciado y llorando mares al saber que había sido seleccionado para ejercer en la colonia del sur…pero el nombre de Yunho no aparecía en la lista, él…tendría que quedarse en el bosque.
“Lo siento, es mi culpa” Yunho murmuró contra su figura, aferrándose a Heechul como si su propia vida dependiera de ello. “No debí haberle pedido la autorización al líder…debimos haber escapado antes” los sollozos de Heechul le estaban destrozando el alma y la desolación lo estaba consumiendo por completo. Lo único que quería era evitar a toda costa que Heechul abandonara su lado, él era su vida… ¿Cómo podría siquiera pensar en seguir viviendo si no lo tendría a su lado?”
“No, amor mío…nada es culpa tuya” Heechul le susurró, refugiando el rostro en la piel de su cuello. “´Tú tan sólo querías hacer las cosas bien”
“El líder me quiere como alpha…y quiere que me una a él después. Bueno, por lo menos sé que mi lobo jamás podrá aceptar verdaderamente a alguien como unión porque ya está unido al tuyo, tú eres Sangre de mi sangre y eso nos conectará por siempre,  pero… ¿Cómo voy a marcarlo a él después? si eres tú la persona a la que amo con la vida” Yunho se quebró entre los brazos de su amor, con toda la desesperación y la magnitud de la separación desgarrándole las entrañas. No había salida, ninguna salida…con el yugo de Changmin aferrado no podría escapar de lo inevitable.
“Yo también te amo Yunho, tú eres mi vida” Heechul se separó un poco del abrazo sólo para buscar los labios de Yunho, tomando el rostro entre sus manos y juntando sus labios, ambas lagrimas mezclándose en el contacto.
“Pero el líder…sería capaz de matarnos a ambos si llegamos siquiera a intentar algo…” musitó, voz acongojada y llena de tristeza.
“No me importa, Chul...yo estoy dispuesto a correr el riesgo” Yunho lo miró a los ojos, la luz de la determinación centellando.
“Lo sé, y aunque yo también escaparía contigo al fin del mundo…siempre habrán ojos que podrán identificarnos. No hay salida amor mío…no hay ninguna salida” Heechul se quebró nuevamente al decir esas palabras, su frente descansando contra la de Yunho mientras las lágrimas no dejaban de fluir por su rostro.
“No, Heechul, amor por favor…” Yunho aferró con fuerza las manos a su rostro, tratando de forzar el contacto visual pero ya lo sabía, sabía que Heechul tenía razón. No había ninguna salida porque estaban condenados por las leyes de la licantropía. Yunho había llegado a la colonia desde muy pequeño con tan solo un fin: convertirse en alpha y luego en líder de la colonia porque su padre había proclamado que él llevaba la fortaleza en la sangre. Ahora que Changmin había evidenciado las palabras de su padre con sus propios ojos…no lo dejaría libre.


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“El primer amor nunca se olvida…y yo seguiré siendo Sangre de tu sangre hasta el final de mis días. Estaremos unidos toda la vida…” fue lo que Heechul le susurró la última noche que estuvo entre sus brazos. La última noche en que se amaron, la última noche que Yunho pudo perder el juicio enterrado dentro de su carne ardiente…y en la que juraron que aunque tomaran distintos caminos incluso con otras personas siempre permanecerían atados por algo.

A la mañana siguiente Heechul fue arrebatado de sus brazos, y él junto con Choi Siwon, uno de sus amigos del campo de batalla, partieron rumbo a ambas colonias hermanas. Cuando Heechul se fue, se llevó consigo una parte de Yunho, quizás un pedazo de su alma…porque su lobo interno nunca estuvo en calma después de ello, y siempre le reclamó su pérdida…sólo que Yunho, con el tiempo, fue acallando los sentimientos por su propia sanidad, pero el lobo…el lobo nunca olvida…

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