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Enemigo capitulo 6

Serían las cinco de la tarde, un día de verano como tantos otros, tan insoportablemente caluroso como el anterior, y el anterior al anterior, pero no lo suficientemente caluroso como para que la producción decidiera que se suspenderían las grabaciones de ese día. En realidad nunca lo hacían, pero a Jaejoong le gustaba soñar.

-¿Dónde está Changmin?- Preguntó Junsu, vaciando su botella de agua en tres sorbos – Nos queda una última toma, y en ésta él aparece…

-¿No fue a buscar algo a la van hace como una hora?

-¿Se habrá perdido o algo?

-Jae…- La voz de Yunho sonó por detrás de Jaejoong, quien al voltearse notó que leía unos papeles con contenido que, Jae apostaría cualquier cosa, no le interesaban en lo más mínimo – Ve tú a ver…

-Hmmmm…- Y quiso protestar, y preguntar por qué debía, de entre todos, ser él el que fuese a buscar a Changmin, pero el cerebro se le estaba derritiendo y, de verdad, lo único que quería en esos momentos era terminar pronto con aquellas tomas y volver a su casa lo antes posible. Aún así, sus pasos al dirigirse al vehículo fueron lentos, como si los pies se le estuviesen derritiendo también, y al llegar a la van pudo reconocer la silueta de Changmin en los asientos traseros.

-¡Eh, Changmin!- Habló fuerte, a la vez que abría la puerta del vehículo – Debemos…- Pero las palabras se le evaporaron de su boca apenas vio a su compañero de banda bañado en dorado por la luz de media tarde mientras dormitaba plácidamente, sus labios entreabiertos y un subir y bajar rítmico de su pecho.

Jaejoong debió admitir que la imagen le había arrancado el aliento por unos segundos.

La juventud de aquel rostro, aquella piel tan tersa y radiante, perleada por una leve capa de sudor, y aquella boca que exhalaba aire con angustiante suavidad, como si en cualquier momento fuese a dejar de respirar… Jaejoong no sabía demasiado de arte, pero consideró que esto sin duda debía ser una obra de arte.

Un sublime retrato de paz.

-Oye, Changmin…- Susurró mientras se acercaba, no muy seguro de querer despertar al joven en frente de él –Changmin…- y Jaejoong sabía que no era necesario acercarse tanto, hasta el punto de sentir su aliento cálido rozando sus propios labios, aquel tibio aire tentándolo a hacer cosas que definitivamente no tenía dentro de sus planes.

-Oye…- Intentó llamarlo de nuevo, aferrándose al sentido común, pero su voz no fue más que un levísimo murmullo, y allí, en frente de él, una oferta que difícilmente podría rechazar, no cuando estaba tan cerca, no con aquel calor que emanaba de todo su cuerpo, no cuando podía sentir en su lengua el sabor de la sal de su piel bronceada…
No, lo último que quería en ese momento era despertarlo.

Y de pronto su mano tenía voluntad propia, porque sin haberse dado cuenta sus dedos acariciaban aquella piel dorada, y no pudo evitar sonreír al ver que su piel era tan suave como la había imaginado. Y entonces quiso saber, necesitaba saber, si dentro de su boca habría esa tibieza que él imaginaba… Y estaba tan cerca, tan cerca de poder descubrirlo, medio centímetro y ya, ya está.

Lo estaba besando. Y, efectivamente, aquella cavidad húmeda y caliente estaba tal cual la había imaginado, y la sensación lo dejó con la cabeza ligera, como si se hubiese bebido una botella de soju sin respirar. Y tal vez era por el calor, tal vez por el sabor de aquella boca, o tal vez simplemente algo andaba mal con él hoy, pero apenas sus labios hicieron contacto, Jaejoong supo que no sería tan fácil separarse de él. Nada de fácil. Así que en vez de hacerle caso a su sentido común, intensificó más el beso. De todos modos, su sentido común no era tan fuerte. De hecho… ¿Tenía sentido común del todo? Con aquella presión bajo sus labios, le era difícil recordar.

Al separarse para respirar, pudo sentir la aspereza de esos labios, seguramente deshidratados por falta de líquido y el sol, y Jaejoong se vio en la obligación, como buen compañero de banda, como buen “hermano mayor”, de hacer algo con eso. Así que, con una lentitud y cuidado que le dedicaba a poquísimas cosas en la vida, procedió a rozar su lengua por aquellos labios, recorriendo cada pliegue, adentrándose en cada surco, y sentía como la respiración dejaba de llegar a sus pulmones, y ¿Por qué diablos no había hecho esto antes? ¿Y era eso un gemido que acababa de salir de aquellos mismos labios que tenía bajo su control?

Oh sí, eso definitivamente había sido un gemido.

Se mordió la lengua para no reírse de aquella inesperada respuesta, incorporándose para ver mejor al joven. Changmin seguía profundamente dormido, aunque su respiración se veía un tanto agitada, sus labios brillantes a causa de sus “suministraciones”, y una expresión febril que terminó por aniquilar la última de las dudas sobre si de verdad debería estar haciendo esto. De todos modos, Changmin lo estaba disfrutando tanto como él. Aunque él ni siquiera lo supiera.

“Hagamos que responda un poco más” pensó divertido para sí mismo, mientras sus dedos resbalaban desde un pómulo del menor, recorriendo la suave curva de su mejilla y el contorno de su mandíbula, y un suave suspiro escapó de los labios del menor, mientras que inconscientemente acercaba más su mejilla a aquella mano intrusa que lo tocaba sin permiso. “Buen chico”, sonrió sintiéndose un poco como un pervertido. ¿Desde cuándo que él hacía este tipo de cosas, aprovechándose así de alguien? ¿Desde cuándo que Changmin le atraía tanto de todos modos? ¿Por qué no podía detener su mano, que seguía recorriendo aquella piel, ansiosa de explorar, de acariciar, de sentir? ¿Qué pasaba si alguien llegaba, si alguien los veía?

“No es mi culpa…” se dijo a sí mismo, porque de verdad, no lo era… Había sido Changmin el que se había dormido en la van, había sido Changmin el que se había visto tan… tentador… y había sido Changmin el que había gemido, una respuesta más que positiva a las acciones de Jaejoong.

No, él no tenía la culpa. En lo absoluto.
Y una vez más sus labios se posaban sobre los del menor, explorando con su lengua toda la oscuridad tras esos labios, sintiendo como el calor se acumulaba en sus mejillas, en su estómago, y una sensación de cosquilleo invadió cada fibra de sus músculos.

-Hmm-mmm…- retumbó nuevamente la voz del menor en su propia boca, aquella exquisita vibración dándole escalofríos, mientras sentía que un par de largas piernas se movían, a la vez que un par de ojos almendrados se abrían al unísono a más no poder, y Oh Dios, ahora sí que estaba en problemas, ahora sí que había metido la pata…

-¡¿QUÉ HACES?!- Gritó el menor, con un tono inusualmente agudo, completa y absolutamente aterrorizado, mientras lo lanzaba lejos, su espalda chocando contra el respaldo de un asiento. –P-por qué me estabas…- balbuceó, y la cara de genuino horror hizo que Jaejoong finalmente despertara de su sopor.

-Ah…- Comenzó, tratando de formar una oración coherente, pero la verdad es que ni el mismo sabía el por qué. ¿Cómo podría explicar algo que ni él entendía?

Simplemente no podía.

Pero debía decir algo… Aquel rostro aterrorizado y jadeante lo inquietaba. ¿Acaso tan malo era besando?

-Escucha, Changmin, yo no…- intentó decir, mientras su mano se posaba en su hombro

- ¡NO!- Gritó el aludido, apartándose como si aquella mano lo hubiese electrocutado - ¡No vuelvas a tocarme!- Gritó nuevamente, mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano, y ¿Eran lágrimas las que rodaban por sus mejillas? - ¡NUNCA!-

Y sin más, el menor abrió la puerta de la van, alejándose a toda velocidad de allí.

“Bien hecho, Jaejoong” Pensó, levantándose también “Y ahora qué vas a hacer…”

Al final, fue bastante lo que tuvo que hacer. Porque no sólo tuvo que explicarles a los demás el por qué Changmin se había encerrado en el baño por dos horas a lavarse los dientes ininterrumpidamente (“¿ACASO ESTÁS DEMENTE, JAE?” Lo reprendió Yunho, con una expresión de completo asombro, sin poder creer la estupidez de la que era capaz su compañero de banda), sino que también, luego de que terminaran las grabaciones, tuvo que pedir la ayuda de todos para que intercedieran por él y le dijeran a Changmin (que se negaba rotundamente siquiera a mirarlo) que lo sentía, que nunca más lo haría, y que todo lo que había hecho había sido sin malas intenciones (Aunque en realidad Jaejoong no estaba seguro de ninguna de estas cosas, porque en el fondo de su corazón sabía que no se arrepentía de haberlo besado, fuese cual fuese la razón de tal acto, y tampoco aseguraba que no lo volvería hacer y… Con respecto a las malas intenciones, bueno, eso depende del concepto de “malas intenciones” que cada uno tenga). Y después de lo que pareció una eternidad, Changmin accedió a dirigirle la palabra nuevamente.

-¿Así que no piensas violarme mientras duermo o algo así?- Preguntó el menor con aprehensión, sus mejillas infladas de la forma más tierna que Jaejoong hubiese visto jamás.
- No, por supuesto que no – Rió el mayor, sin poder evitarlo

-¡No te atrevas a reírte! ¡Esto es algo sumamente serio! Es de mi seguridad de lo que estamos hablando aquí.

-Lo siento, lo siento – se disculpó Jaejoong – No me reiré más- agregó, mordiéndose la lengua para no estallar en risa. El pobre chico realmente debía considerarlo el peor de los pervertidos.

- No te creo

-¡No me reiré más, lo prometo!

-¡No, no eso! O sea, tampoco te creo que no te vayas a reír, pero…

-Juro por mis padres y mis ocho hermanas que no te violaré mientras duermes, Shim Changmin – Dijo, tratando de sonar solemne

-Tampoco quiero que me beses. Nunca.

-Es que te veías tan tierno mientras dormías – Sonrió Jaejoong, encogiéndose de hombros, como si eso fuese razón más que suficiente para besar a tu compañero de banda mientras éste dormía. Al final, había concluido que ésa había sido la razón por la cual lo había besado.

- ¡Te odio!- exclamó Changmin, lanzándole una mirada envenenada al mayor, mientras éste se preguntaba cómo era posible que alguien se viese tan tierno enojado

- Juro que tampoco te besaré mientras duermes, Changmin…-

-Júralo por tus padres, y tus ocho hermanas… Y por tus abuelos, tus tíos y primos, por tu ropa cara, y por todos tus accesorios-

-Está bien- suspiró el mayor- Lo juro por mis padres, mis ocho hermanas, mis abuelos, mis tíos, mis primos, por toda mi ropa cara y por mis accesorios

-Yunho, Yoochun y Junsu me dijeron que lo habías hecho sin mala intención

-Yunho, Yoochun y Junsu tienen razón- Respondió Jaejoong calmado, agradeciéndole en silencio a sus amigos por su bendita intervención

-¿Y qué rayos se te pasó por la mente en ese momento, de todos modos?- Preguntó Changmin, notablemente menos alterado que en un principio, pero no del todo calmado -¿Acaso te parece que luzco como una chica?

Jaejoong lo intentó, de veras que lo intentó, pero esto era demasiado. Así que no pudo evitar reír a carcajadas. ¿Creía Changmin que ésa era la razón por la cual lo había besado? ¿Qué lucía como una chica?

-Claro que no, Changmin – intentó hablar entre risas “Luces mucho mejor que cualquier chica que conozca” agregó mentalmente
-¿Y pretendes que te crea?- Changmin de verdad lucía indignado, y el mayor de verdad quería detener su risa, de verdad que sí, pero es que la sola idea de que Changmin pensara aquella estupidez… -¡Mírate, Jaejoong! ¡No paras de reírte! Tal como lo pensaba… ¡De verdad crees que soy una chica o algo así! ¡TE ODIO!

-Changmin, oye, no…- Rió Jaejoong, tomando grandes bocanadas de aire para no ahogarse – No pareces una chica, enserio. De todos modos – Y nuevamente tuvo que morderse la lengua para no empezar de nuevo con las carcajadas –De todos modos, eres muy alto, y tu nariz es muy grande, y tus orejas…

-¡SILENCIO! Ése no es el punto.

-Pensé que…

-¡Silencio dije! Los demás dijeron que aquello había sido una “muestra de tu amor fraternal hacia mí”, o algo así. Pues que te quede claro que no lo quiero.

-¿… Tanto me odias? – Preguntó Jaejoong, sin poder evitar sentirse triste, todo rastro de risa desapareciendo de su boca. Si hubiese sabido que Changmin iba a dejar de quererlo…

-Ah no, ¡No vengas con tus pucheros ahora! Te recuerdo que YO soy la víctima aquí, no tú…

-Pero Changmin ya no me quiere...

-¡Aish!- La cara del menor era el fiel reflejo de la exasperación que de seguro estaba sintiendo en esos momentos -Nunca dije eso. Sólo… Sólo no te pongas muy fraternal conmigo, ¿Entendido?

- ¿O sea que ya me perdonaste?

- ¡En tus sueños!- Exclamó Changmin, golpeando a Jaejoong en el brazo - ¿Crees que es tan fácil ganarse mi perdón?

-Uh…- Un momento… ¿Desde cuándo que Changmin lo golpeaba? ¿Dónde quedó aquel chico tímido que apenas se atrevía a mirarlos a los ojos?

-¡Pues no!- Interrumpió el menor, cruzándose de brazos -Mi perdón es algo que te debes ganar. Es lo menos que puedes hacer después de haberme traumatizado de por vida. ¿Te imaginas si ese beso hubiese sido mi primer beso? Tienes suerte, Kim Jaejoong, porque entonces te hubiese asesinado.

-¿Qué debo hacer entonces, amo?- Sonrió, aún cuando no pudo evitar sentir una pizca de un no sé qué al enterarse de que él no había sido el primero. ¿Decepción, tal vez?

- Así me gusta- Sonrió Changmin también, y su sonrisa a Jaejoong le pareció demasiado… Demasiado pícara como para que implicase algo bueno. Oh sí, Shim Changmin tenía un plan, de eso no había duda alguna – Kim Jaejoong, te informo que desde ahora en adelante, y durante un mes, serás mi cocinero oficial. No importa lo que quiera, no importa cuándo y dónde lo quiera, deberás cocinármelo. Y sin chistar.

…¿Cocinar? ¿Eso era todo? ¿No tendría que bailar la conga desnudo en el techo del edificio o algo así? La verdad Jaejoong, a juzgar por aquella sonrisa, se esperaba algo más… Malvado. Pero no pudo evitar sonreír, al pensar que el más pequeño del grupo seguía siendo inocente, a pesar de todo.

-…¿O sea que por el estómago llegaré a tu corazón, pequeño Changmin?

-¡Contigo no se puede!- Se quejó el menor, agarrándose las sienes mientras fruncía el ceño –Estoy harto, harto te digo… - Y levantándose, se dirigió al umbral de la cocina

-¿Ya te vas?

-Sí, mi cerebro ha quedado agotado al tratar de interactuar contigo ¡Cerebro de mono!

-¡Oye! – Protestó Jaejoong, haciendo pucheros aún cuando la espalda de Changmin no podía verlo.

-No te olvides de tus promesas, ¿Entendido?- Se volteó el menor, un dedo acusador apuntándole con desconfianza – Ni se te ocurra olvidarte de tus promesas. Ni de tu labor como cocinero.

-Entendido.

-Bien. – Asintió Changmin, satisfecho con que al menos se estaba haciendo entender -Y si quieres besar a alguien consíguete una novia. O besa a tu madre, qué se yo…

-Entendido.

-¡Ah, Jaejoong!

-¿Sí?

Aquella sonrisa endiablada volvió a aparecer en el rostro del menor, y Jaejoong no pudo dejar de admirar dicha expresión. Aquella curva le venía bien a esos labios, y ese brillo en sus ojos, aún cuando no significaba nada bueno, estaba lleno de vida. Eso le agradaba.

-Se me antoja un poco de tarta de manzana- Dijo, su sonrisa ensanchándose aún más y sus ojos adoptando una mirada soñadora que, de seguro, sólo la comida podía provocar.

-Entendido- Repitió, levantándose en busca de su billetera. Hoy tendría mucho que hacer.

-Y si te queda asqueroso ¡Te mataré!

-No si yo te mato primero con mi comida- Sonrió Jaejoong, dándose cuenta que de verdad disfrutaba esto de pelear con el menor.

-¡TE ODIO!- Gritó Changmin de nuevo, saliendo de la cocina mientras le lanzaba una última mirada ponzoñosa, y Jaejoong no pudo evitar sentirse un poco orgulloso del menor. Jamás lo había visto mostrar tanta actitud frente a ninguno de ellos. Changmin solía ser muy tímido, incluso con ellos, y rara vez elevaba la voz en frente de ellos, aún cuando muchas cosas no le parecieran bien. Era de esa clase de personas que se lo guardaban todo, aún cuando por dentro podía estar ardiendo en furia, o triste a más no poder.

Pero hoy, con él, había sido como ver a un nuevo Changmin. O como ver a un Changmin completo. Y Jaejoong estaba más que encantado con eso. Y es que, aunque su timidez le parecía increíblemente tierna, ver a un Changmin con personalidad, un Changmin que se atrevía a mostrar lo que sentía, era mucho, muchísimo mejor.

Y así transcurrió un mes. Un mes en el cual tuvo que preparar no sólo tartas y comida coreana común y corriente, sino también cosas que iban desde las malteadas hasta las paellas, pasando por una infinidad de cosas con nombres impronunciables (¿Gulash? ¿Goulash? ¿Cómo era que se llamaba esa cosa?). Y aunque al principio la cocina quedaba hecha un desastre, y los ingredientes salían una millonada, y aunque a veces tenía que despertarse de madrugada a cocinar panquecas, Jaejoong lo disfrutaba. Porque no sólo había encontrando en la cocina un nuevo hobby en el cual resultó ser inesperadamente bueno, sino que entre él y menor se había creado un lazo especial, estaba seguro. Era como si Changmin se relajase a su lado, bromeando y golpeándose entre ellos como hermanos. Eso lo hacía sentirse orgulloso de Changmin y de sí mismo, porque él, con su comida y sus bromas, había logrado derribar esa muralla que separaba a Changmin del resto de la banda. O al menos así lo creía él.

Se sentía especial en la vida de Changmin. Más que un compañero de banda. Un amigo de verdad.

Y aquella felicidad en el rostro del menor, como la de un niño pequeño el día de su cumpleaños, cada vez que tenía en frente de él cualquier platillo preparado por Jaejoong, lo hacía sentir sorprendentemente bien. Casi como un bálsamo de toda la presión, todo el caos de su ascendente carrera musical. Y entonces, sin darse cuenta, se encontró a sí mismo pensando que quería hacer todo lo posible para que aquella sonrisa nunca desapareciera. No si él podía evitarlo.

Lástima que ahora las cosas no fuesen tan simple. Lástima que ahora nada podía arreglarse con alguna tarta y una sonrisa. Porque ahora sí, ahora sí que sí, había metido la pata. Porque no sólo había roto sus promesas con Changmin (aunque en teoría no lo había violado mientras dormía, pero estaba seguro que el daño inflingido era más o menos el mismo), sino también las promesas consigo mismo, y las con Yunho. Porque Yunho le había advertido, que habían cosas de Changmin que él no sabía, que era mejor alejarse, que no debía sucumbir a sus egoístas deseos… Pero él había sido débil. Su mente, al igual que en aquella tarde, se había nublado por el deseo, primero por aquella cercanía, por esas palabras que le hablaban de un amor que se negaba a morir, y luego por aquella boca, que con cada suspiro, cada jadeo, cada gemido desesperado lo invitaban a atreverse a más, a tomar más, y por aquellos ojos, oscuros de deseo, y esas manos que se aferraban a él, que sólo lo querían a él…

Y él se había dejado llevar.

Y no sólo eso. No sólo se dejó llevar, sino que se aprovechó descaradamente de la situación. Lo que pudo haber quedado en sólo un beso, gracias a su descontrol, a su inescrupulosa ambición, pasó a más y Dios, Changmin debería estar tan enfadado con él, y con justa razón. Pero es que al sentir esas lágrimas, esas lágrimas derramadas por los ojos que más amaba en todo el universo, fue como si un balde de agua helada le cayera encima.

Su cerebro se congeló por el pánico. Y sólo se le ocurrió salir de allí, lo más rápido posible. Alejarse de Changmin, de lo que acababa de hacer.

Y aún cuando se sentía verdaderamente arrepentido de lo que había sucedido, aún cuando su corazón estaba lleno de culpa y vergüenza y desprecio hacia su propia persona (porque ya no era el chico insensato que llegaba a besaba a quién quisiera sólo porque sí), no pudo detener a esa mano que, pocos minutos después de haber cerrado la puerta con llave, se deslizaba como una serpiente hacia su erección entre sus piernas, y qué vergüenza sentía, que decepción de su propia persona, pero no podía evitarlo. No podía evitar disfrutar de aquella sensación, de aquel calor, mientras recordaba aquellos labios entreabiertos y aquella expresión de completo abandono, formando en conjunto la perfecta imagen del éxtasis. Porque sí, aquel rostro, aquella voz que gemía sin vergüenza en su oído, aquella pelvis que luchaba por tener más contacto con la suya, habían sido pura poesía. Una perfecta poesía que en esos mismos momentos lo llevaba el límite, haciéndolo gemir aquel nombre contra su voluntad, y cómo deseaba que Changmin llegase y abriese la puerta a patadas, que le dijera que lo que había hecho estaba bien, que no había problemas, que estaba en todo su derecho de amarlo y tomarlo y reclamarlo como suyo, pero Changmin no estaba allí, ni siquiera lo había escuchado moverse (aunque hace tiempo que había dejado de poner atención, no cuando entre sus manos había un asunto que reclamaba la atención de todos sus sentidos). Y no lo culpaba. Changmin estaba en todo su derecho de mantenerse lo más alejado de él que pudiese.

“Ahora sí que haz metido la pata, Kim Jaejoong” Pensó, como en tantas ocasiones, pero nunca había sentido que aquella frase suya fuese tan horriblemente cierta. Porque había ensuciado a Changmin. Changmin que se había entregado a él, y que había esperado lo mismo de él. Changmin que a cambio de su entrega sólo recibió decepción.

Dios, necesitaba una ducha.

Jamás en su vida se había sentido más asquerosamente despreciable en toda su vida.

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7 Comentarios:

  1. Miyu-chan5/26/2009

    waaah o_o! el primer capitulo de este fic lo habia leido en otra pagina >.<
    no recuerdo cual, pero me habia gustado mucho =0.. lamentablemente no lo habias continuado o,o... y asdf no sabia que aqui si *O*...
    Me gusta mucho como escribes *-*

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  2. Anónimo8/10/2009

    contiii

    chicaaaas ¡¡¡

    help,help

    911,911,911

    pidan contii plisss

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  3. MARITZA10/13/2009

    GRACIAS POR EL FIC ME GUSTO MUCHO PERO PORFAVOR CONTINUA ESTA NUY INTERESANTE Y NUEVAMENTE GRACIAS.

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  4. ohpordios
    necesito leer más de este fic *O*
    amo al jaemin con todo mi serrrrr!!!!

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  5. Ahhhhhhhhhhhhhhhh por que se detuvooooooooooo noooooooooooooooo, me encanta, me encanta es hermoso *3333333*!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Síguelo, plis!!!!!!!!!

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  6. Anónimo1/13/2013

    Ahhhh!! Ame tu fanfic!! *-* me encantaa~
    Amo el Jaemin!!♥♥ Por favor seguilo!! *o*
    contii!! :D

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  7. 2020 y sigue sin actualización TuT
    Otro buen fic sin final u.u

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