Levantó con gracia sus manos hacia las teclas y en pocos segundos el sonido inundó el lugar, tranquilo, sin miedo a equivocarse, las notas hipnotizaban, me sentía en otro mundo, cada nota me absorbía, me transportaba hacia otro lugar.
Entonces, comenzó a cantar, su voz también hipnotizaba, cantaba excelente, el pequeño micrófono colocado en su mejilla le permitía tocar exquisitamente, las primeras notas y palabras fueron tranquilas, una balada en toda su extensión, podría escucharlo cantar de por vida, estaba seguro de eso.
Llegó el momento en que cantó una nota larga y alta, dejando de tocar, escuchándose únicamente su voz, magnífico, entonces el ritmo cambió, luces de diferentes colores encendieron el lugar, y al parecer a las personas también, la música cambió a ser electrónica y pop, él se levantó y comenzó a cantar siguiendo el ritmo, sin duda también era el mejor bailarín que yo conociera, mejor que muchos artistas renombrados.
La audiencia se contenía apenas en sus lugares, dejando la pista para él sólo, era obvio que les gustaba verlo bailar, voces animadas parecían corresponderle, me quedé absorto en sus movimientos y en la letra de su canción.
Pero aquí es donde tú eres el fácil
Soy un hombre malo a tus ojos
Pero mis ojos muestran bondad
No podrás tenerme y controlarme jamás
Ni siquiera te atreves a acercarte a mí
Me miras bailar y sabes que nunca presenciaste un show así
No hay noche en que esté solo, siempre hay alguien tras de mí
Mi baile es fuego que no puedes soportar
¿Me quieres? Ven, intenta conseguirlo
Un rostro perfecto, pero una actitud…¿ah?
Puedo ser codicioso si lo deseo y aun así seguirás queriéndome
Ese es mi encanto que jamás negarás
Soy atractivo sin siquiera saber
Puedo negar aquello que sé
Pasas de la desesperación al deseo y caes en la realidad…”
Dejé de escuchar por unos momentos, en realidad estaba inmensamente perdido en su voz y su baile, en él, estaba perdido en él, cantaba todas esas palabras, y todos nosotros sabíamos que era un claro mensaje a nosotros, pero lejos de desanimarnos, nos animaba más a conocerlo, causaba ese efecto en nosotros sin hacerlo intencional, lo miré caminar entre las mesas, coqueteando con algunos de los presentes, estaba seguro que podría causarles un infarto, algunos se habían desmayado, a él no le importó, continuó su canción y su camino por el lugar mientras el personal de seguridad se encargaba de las personas.
Cuánto deseé estar en las mesas de abajo, cerca de la pista, quería que me mirara tan sólo una vez, que me dedicara esas palabras y esa mirada por un segundo, que me tocara como había tocado a los demás.
¿Hace cuánto tiempo no había sentido algo así?
Probablemente desde la universidad, cuando tuve mi última pareja, desde entonces nadie había llamado mi atención, hasta hoy, un simple desconocido había puesto mi mundo de cabeza en un momento, ahora podía entender a mis jefes, de haberlo conocido antes, seguro yo también me la pasaría seguido en este lugar, seguro hubiera peleado por él con ellos.
Pelear por alguien que no sabe que existo, qué novedad en mí.
Podría arrestarlo y acusarlo de algo trivial, sólo para escucharlo hablar, sólo para mirarlo directamente a los ojos, siendo yo el policía y él el detenido podría hablarle, intimidarlo justo como lo hace él ahora conmigo, podría verlo sonrojarse, como lo hago yo, podría coquetear con él, justo como lo hace él.
¿Qué estaba pensando?
Seguro sólo sería un capítulo pasajero en su vida, como si fuera una sombra para él, sé que me gusta, pero no se trata sobre él, sino sobre mí, soy yo quien está babeando por él, soy yo quien suspira, es un extraño que me ha hechizado con su voz, con su baile, con su apariencia, pero qué sé yo sobre él, nada, nada aparte de su apariencia.
Probablemente sea tan sólo una máscara, él lo ha dicho, siento curiosidad de saber quién está detrás de esa máscara, tal vez su vida no sea tan maravillosa como lo aparenta, tal vez no es tan seguro como parece ser.
Cuando salí de mi tren de pensamientos, la música había cambiado, él ya no estaba en la pista, las personas seguían plantadas en sus lugares procesando lo que acababa de pasar, misteriosamente muchos corrieron al baño, no me extrañó para qué, yo también quería ir al baño.
Ése era el efecto que él causaba en todos nosotros.
Me revolví en mi asiento incómodo, no quería ser tan obvio como los demás, poco a poco las personas se animaron a bailar nuevamente, algunos salieron del lugar, el acto que esperaban había terminado.
¿Qué hora era?
No tenía idea, pero en realidad poco me importaba, estos minutos habían sido los mejores en mucho tiempo, esa sensación de no pertenecer a este lugar casi había desaparecido, como si al conocerle una parte de mí encajara perfectamente en el rompecabezas.
¿O era sólo mi imaginación?
Mis jefes se levantaron perezosamente, chocando unos con otros al hacerlo.
-Nosotros ya nos vamos, ¿se quedan?
-No, yo también me iré- dijo mi jefe levantándose-¿Jaejoong?
-Me quedaré un poco, estoy algo mareado, no quisiera manejar así- mentí.
Asintieron y caminaron hacia la salida, los vi alejarse, tambaleándose como borrachos por el lugar, hasta que por fin llegaron a la salida.
Esperaba que el lugar se vaciara, pero lejos de eso, se mantuvo lleno, era de esperarse, era un buen ambiente, el mejor que había visto en un club. Al quedarme solo pude relajarme y distraerme del hechizo de ese chico sobre mí, me tranquilicé, ni siquiera hubo necesidad de ir al baño.
Algunas chicas quisieron acercarse a mí para atraer mi atención, no me interesaban, me levanté cansado y me dirigí a la pista, ya que estaba aquí podría bailar un rato, me encantaba bailar, era bueno en eso, pero no tanto como él.
De nuevo pensando en él.
¡Rayos!
Me dejé llevar por la música, una canción muy buena para un club, al conocerla sabía cómo moverme a su ritmo, dejé mi memoria viajar a su antojo por las notas, dejé que mi cuerpo controlara mi mente, hacía tanto que no salía a divertirme.
No sé cuánto tiempo me la pasé bailando, pero ya me dolían los pies, hora de irse, me acerqué a la barra y pedí un trago, sólo para despertarme un poco e irme.
-¿Qué hora es?- pregunté al barman cuando me dio mi trago.
-La una de la mañana, señor- respondió tranquilamente.
Vaya, había estado aquí mucho tiempo, al mirar alrededor otra pregunta surgió de mis labios.
-¿Hasta qué hora cierran este lugar?
-Tenemos licencia hasta las cinco de la mañana, señor- respondió nuevamente, seguro sabía que era policía, tantos años en el negocio deben de haberle dado experiencia.
-Oh, ¿y abren?
-A las 6 de la tarde, señor.
Asentí, mi horario no me permitía estar aquí cuando abrieran.
¡Esperen!
¿Estar aquí al abrir? ¿Qué estaba planeando? ¿Estar aquí desde temprano sólo para verlo?
-Le recomiendo que no pierda su tiempo, señor- me dijo el barman sacándome de mis pensamientos mientras limpiaba una copa.
-¿Disculpa?
-Así empiezan todos los que están aquí, vienen por una noche, entonces lo ven y quieren estar aquí todos los días.
-¿Lo ven? ¿A quién?- pregunté tratando de parecer indiferente.
-No finja, señor, usted y yo sabemos a quién- me dijo en tono seguro.
Me aclaré la garganta, no quería parecer uno más del montón, un lobo más detrás de la oveja, terminé mi trago y me despedí de él, caminando entre la gente que bailaba hacia la salida.
Así que la mayoría de los que estaban aquí así habían comenzado, esperaba no estar aquí todos los días, tenía trabajo que hacer, no podía permitirme distracciones, no, jamás volvería a este lugar.
Al salir ya no había nadie haciendo fila, sólo unas pocas personas afuera, algunas volviendo el estómago, los vi con desprecio, si no eran capaces de controlar la bebida no deberían hacerlo, entregué la ficha al mismo chico que me recibió el auto.
-En seguida lo traigo- me sonrió más confiado mientras se iba alegre por mi auto.
Me quedé de pie viendo de un lado a otro, balanceándome en mis talones adelante y atrás, esperando, era una noche fresca, el cielo despejado mostraba unas hermosas estrellas, el viento soplaba frío, pero agradable.
Escuché voces a mi izquierda, varias personas salieron por una puerta que no había notado al llegar, estaban vestidos con trajes negros y lentes oscuros, audífonos en los oídos y micrófonos en sus mangas, típicos guardaespaldas, un auto negro llegó inmediatamente, parándose frente a la puerta, los guardias se colocaron en lugares estratégicos entre la puerta y el auto, me pregunté quién sería tan importante como para cuidarlo así.
Mi respuesta salió a los pocos segundos por la puerta, un hombre salió haciendo algunas llamadas, era de tez clara, con el cabello negro como la noche, sus ojos penetrantes y oscuros, alto, no más de 26 años, vestía elegantemente, salió y se acercó al auto, uno de los guardias abrió la puerta trasera para permitirle entrar, pero no lo hizo, se giró hacia la puerta y esperó con una mueca en la cara, sin dejar de hablar por teléfono.
Mi corazón casi sufre un infarto cuando vi a la otra persona salir, era él, el chico que me había hipnotizado salía por la puerta, vestía unos jeans, una chaqueta a juego y un sombrero que combinaba perfectamente, llevaba una mochila pequeña cruzada por el pecho, se veía fantástico a mis ojos y a los de cualquiera.
El otro se giró un momento con el guardia cuando terminó su llamada y habló con él, el chico se paró detrás de él y sacó un cigarro de su chaqueta, poniéndolo en sus labios con un gesto único, sacó un encendedor de sus jeans y se dispuso a encenderlo cuando el otro giró a verlo, en cuanto lo vio le arrebató el cigarro de los labios y el encendedor de su mano.
-¡Demonios, Yunho! ¡Te he dicho miles de veces que odio que fumes!- dijo furioso, o al menos eso me pareció a mí- ¡Que sea la última vez que te vea!
El otro sólo giró los ojos aburrido y metió sus manos en las bolsas de sus jeans, lo que provocó más la furia del otro.
-¡¡Entra!!- ordenó haciéndose a un lado para que entrará al auto, metiéndose detrás de él y cerrando la puerta con un azote.
Los vi irse hasta que perdí de vista el auto, no podía pensar nada.
-Su auto, señor- escuché decir frente a mí.
El chico estaba esperando, tal vez llevaba un rato ahí parado y no lo noté, tomé las llaves y le sonreí agradecido, dándole una buena propina, el chico me caía muy bien.
-¿Sabes quién es?- pregunté seguro, él asintió.
-Es el jefe, el dueño del lugar, Park Yoochun.
-Me refiero al otro chico.
-Oh, sólo sé que su nombre es Yunho y que el jefe lo mantiene cerca de él todo el tiempo- respondió sencillamente.
-Ya veo…- lo miré de nuevo y sonreí- Muchas gracias, hasta pronto- dije despidiéndome de él.
Wiiiii esta muy interesante y este celular q se apaga hay no yoochun con yunho no m lo imagino es su jefe? Corro a seguir con el fic
ResponderEliminareh ., yoochun esta con yunho que wath .. . ah que intriga
ResponderEliminaraff me agrada . como esas personas se mueren por el . .ycuando yunho saca un cigarro y yoochun le grita pobre jaejoongie :(
yoochun esta con yunho ? *O*
ResponderEliminarme encantoo jyujjjuuu quiero leer mas , amo a yunho uke ops !!
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