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Arualthings

Llámame, Emperador cap 1

Momento de regresar.
 
 
Sobresaltado y angustiado así fue como despertó de esa horrible pesadilla. Nuevamente los recuerdos de esa noche se le vienen una y otra vez a la cabeza ¿Qué nunca podría olvidarlos? Muchas noches atrás iban a ser necesarios para ayudarlo a cumplir su cometido pero…
Había hecho un juramento con su hermano que aún yacía dormido a pocos metros de él. Luego de haberle hecho saber su objetivo trató de hacerlo entrar en razón haciéndole ver sus pocas posibilidades de vencer.
 
“Ese hombre es el Emperador, hermano. Tiene bajo su mando a toda una ciudad. Yo me siento de la misma manera que tú nada me haría más feliz que ver a ese hombre muerto pero entiéndelo… ahora es mucho más poderoso. Perdí a mi madre cuando era un bebé, a mi padre cuando era un niño y ahora perderé a mi hermano por… ¡No quiero perder a mi única familia, Yunho! ¡Compréndelo, por favor!
 
Esas fueron las palabras que lo hicieron desistir de su obsesión vengativa. Vaya que si era persuasivo aun así tenía razón. Por ahora solo cuidaría de su hermano y trataría de hacer una vida dejando atrás el pasado aunque todavía lo siguiera pero cabe dejar claro una cosa; Si ese hombre volvía a meterse con sus vidas no lo pensaría dos veces para empezar algo inconcluso. Estaba decidido.
Portando una ligera túnica sale de la pieza hacia el pequeño pozo ubicado en el centro de esa casa, su refugio durante los siguientes doce años de su vida. Sí, doce años han pasado desde entonces, él junto con su hermano, se han dedicado tanto al cultivo del campo como al cuidado del ganado. Todo bajo el mandato del cándido señor llamado C-jes.
 
A simple vista podría lucir como un mendigo hombre regordete, con pequeños ojos, cabello corto y grisáceo dejando un poco larga su barba. Descuidado con su poca atractiva apariencia así como también de su vida. Vividor del libertinaje, un desinteresado, pero con un buen corazón como decía la gente. Para quienes lo conocían bien, lo honraban y los que no, le temían. Ante los ojos de ambos hermanos era alguien de admirar porque fue uno de los mejores gladiadores de la historia. Guardaespaldas principal de su abuelo Jung y el antiguo maestro quien instruyo, en todos los ámbitos, a su difunto padre.
 
No importaba cuanto cometario les hiciera la gente del pueblo porque sin él, en estos momentos estarían muertos, muertos de hambre, sed, insolación, frío o en manos de soldados que para ese entonces los seguían buscándolos. A pesar de las constantes visitas de los altos mando del ejército romano a principios de su adolescencia, C-jes negaba diciéndoles que nunca había visto los hijos de ese quien una vez fue alumno suyo. No recuerda con presión cuantas ocasiones lo amenazaron de muerte si un día descubrían que los estaban escondiendo, pero a él sin importarle morir los seguía protegiendo. Hasta que, finalmente hastiados de tanta buscada decidieron hacerlos por muertos. 
 
Salió de sus cavilaciones al escuchar a lo lejos el bostezo de su hermano. Sonrió al verlo todo despeinado y limpiarse los restos de saliva de su barbilla.
 
-Vaya, al parecer los canales de río han aumentado—se burla amarrándosea la cintura el ceñidor de cáñamo.
 
-Cállate —refunfuñe el menor al llegar al pozo y comenzar a sacar agua de él.
 
Ríe en voz baja mientras se acerca al cristal colocado afuera del aposente de su señor peinando con sus manos su cabello chocolate largo sujetándolo en una media coleta acomodándose de lado el tupé que caí graciosamente sobre su frente. Había crecido. En su reflejo se podía mostrar a un alto, apuesto y temerario hombre con todos sus rasgos varoniles muy bien marcados. Al parecer con las tareas asignadas habían ayudado a desarrollar y definir todos los músculos de su trigueño cuerpo más los de su espalda, brazos y abdomen, sin embargo, su rasgo más peculiar -además de esos rasgados, oscuros y penetrantes ojos- era ese pequeño lunar ubicado arriba de su labio superior.
 
-Se dice que, los de lunares cerca de la zona de la boca son bendecidos y protegidos por los dioses —desvía su mirar al escuchar el comentario hecho por C-jes al salir de su aposento.
 
-¿Bendecidos? ¿Protegidos? ¿Por los dioses? No me hagas reír —dijo sonriendo de manera mordaz— Mm, no será todo lo contrario, C-jes. A veces pueden llegar a equivocarse —puntualiza encarando al hombre.
 
-Los dioses nunca se equivocan.
 
-¿Nunca se equivocan? Dices. Pues yo digo que sí. Llego a pensar, no, estoy casi seguro que no son tan maravillosos como dicen que son —escupe con rabia cada palabra mientras da media vuelta y camina a la entrada.
 
-No es bueno estar en contra de ellos, hermano —dice el menor secando con sus manos su cabello aun mojado.
 
-Ni en favor tampoco, Min o ¿ya se te lo olvido lo sucedido?—dice mirándolo severamente por arriba del hombro— Yo no puedo creo en ellos, ni en nada —mira el cielo luego a ambos.
 
C-jes suelta un suspiro derrotado. Todavía la llaga aun sigue abierta. No ha sido capaz de sanarla a pesar de utilizar todo lo que está a su alcance. Jamás se llegara a cicatrizar sino deja a un lado ese sentimiento albergando en su corazón. Cuantas veces no se lo ha dicho pero a su opinión no quiere comprenderlo ya que en cada oportunidad que tiene la hace más profunda ¿Por qué era tan insensato? A punto estaba de reprimirlo cuando lo ve abrir la puerta y salir por esta sin siquiera cerrarla porque sabe bien que si lo hacía iba a azotarla con tal fuerza que, vendría destruyéndola.
 
-Ese muchacho no tiene solución —gruñe entrecruzando los brazos al nivel de su pecho siendo observado por un afligido Changmin.
 
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Cada mañana muy de temprano tenía que ir más allá del pueblo para adentrarse a lo más profundo del bosque y dar con aquella pequeña población de niños, jóvenes y mujeres que lograron liberarse de las garras de la muerte de aquella noche. Los conocía bien a todos. Gente de real confianza, gente que venerabaa su padre, gente que consideraba su familia. Mayor alegría no recuerda haber tenido aquel día cuando C-jes los llevo, por primera vez, al encuentro con su gente. Su tutor también se responsabilizó de ocultarlos tras las artimañas de Soo Man. Una de ellas si mal no lo recuerda era, que habían sido señalados como los únicos responsables de la muerte de su padre al ser los más cercanos a este. Debido a esta supuesta traición por parte de ellos, la familia más allegada a los Jung: Los Kim, tomaron cartas en el asunto antes de que otro país enemigo tomara su lugar siendo después nombrados como la ley de Roma.
 
Tiempo después Soo Man, nuevo emperador de Roma, tras enterarse que unos de los traicioneros -como él los nombraba- sobrevivieron, dio la orden a gente de su más entera confianza de hallarlos y aniquilarlos. No teniendo otra elección la gente pidieron auxilio a C-jes, este cansado de tanta crueldad cometida los llego a ocultar entre lo más engañoso y peligroso del bosque para que así nunca dieran con ellos.
 
A lo largo de sus años de vida tanto él como su hermano se han tomado el privilegio de venir a visitarlos tomando en nota de aquello que les hiciera falta para que en días posteriores se los entregara el clientede su tutor. En cada visita procuran ser más precavidos, atentos, discretos ya que últimamente han llegado ser vistos de manera recelosa por los soldados romanos que viven en aquel apartado pueblo de la gran ciudad.
 
Pueblo escaso en cuanto alimentos pero hablando de dinero era el sitio perfecto. Tenía fama de ser un lugar donde se resguardaban los negocios sucios de los patricios y algunas cabezas del senado. Lugar de la trata de esclavos, animales, ropa y cuanta infinidad de cosas requirieras. Sitio del vicio, de la perversidad, del deshonor. Suelo pisado únicamente por esclavos y los clientes. Aquel noble ciudadano que llegara pisar tierra en Zucabar debía enfrentarse ante lo peor de toda Roma: los rumores.
 
Peores que una mordedura de serpiente incluso más devastadores que una maldición. No importa lo insignificante o estúpido que sea porque cuando el río suena, agua lleva. Cuidarte de ellos será tu salvación ya que si estos llegan más allá de oídos plebeyos el resultado nunca deberá agradarte. Hoy en día la gente le ha dado por decir que los dos jóvenes apuestos, según hijos adoptivos de C-jes, conocen la ubicación correcta para dar con aquel pueblo traidor quienes a la vez conocen la verdadera posición de los aun vivos hijos de Jung.
 
-Yunho no es para que te rías —dice arrugando el ceño aquel joven de piel clara, de cabellos y ojos negros, estatura promedio, de cuerpo menos musculoso e hinchado que el de su amigo pero muy delineado. Su nombre Park Yoochun. Su mejor amigo. Hijo del mejor amigo de su difunto padre, el senador Park.
 
-O vamos quien va creer eso después de habernos declarado muertos y a ustedes desaparecidos —dice aun sin borrar esa sonrisa de su rostro mientras camina hacia las afueras de la población.
 
-No tomes muy a la ligera lo que te digo —posa una de sus manos en uno de los hombros de su amigo conllevando atraer su atención— Me preocupa todo esto. Hay demasiados murmullos. No quiero saber si estos llegan más allá de los oídos de Roma.
 
Yunho alza una ceja a manera de cuestionamiento.
 
-¿Mas allá de Roma? —pregunta sintiéndose curioso por la respuesta.
 
-Tanto tú como yo sabemos muy bien que Roma está conformada mayormente por la gente plebeya y los esclavos ¿no?
 
-Así es
 
-Y cuando me refiero más allá estoy hablando de… —calla en el instante que ve el ceño fruncido de su amigo.
 
-…El emperador ¿no es así? —concluye la frase Yunho volviendo su mirada al frente— No hay de qué preocuparse, Yoochun. Si esos rumores llegan hasta él para ese entonces nosotros ya estaremos muy lejos de su alcance.
 
Tras escuchar aquello quiso preguntar el como ellos se darían cuenta antes de todo más su cuestionamiento no se vio dicho luego de que Yunho digiera:
 
-C-jes tiene espías y gente de su lado. Todo estará bien. Cuida de todos, Yoochun.
 
Se gira apretando de manera fraternal el brazo de su amigo en modo de despedida sonriéndole al final de una forma no muy conviviente.
 
-Que los dio-, no olvídalo —rio entre dientes el pelinegro de ver la amenaza brillar en aquellos ojos marrones.
 
 
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Durante su trayecto no puedo dejar de pensar en todo eso que le vino comentando su amigo. Sabía bien que los supuestos amigos de su tutor le harían saber lo antes posible supuestas sospechas porque eran de confiar. En cambio, para él no podía siquiera considerar la idea de creerles debido a que eran extraños. Extraños de los cuales se podían vender o engañar con gran facilidad. Extraños los cuales prometió nunca confiar. Su intranquilidad incrementaba así como el clima cambiaba. Al parecer de un día que iba a ser soleado paso a uno donde los vientos soplan con fuerza trayendo consigo nubes oscuras que cubren de poco a poco hasta su totalidad el azul inmenso del cielo. Detuvo su marcha para contemplar el nublado cielo. Presentía que algo malo estaba a punto de comenzar a pesar de estar absuelto en sus pensamientos no fue un impedimento sacar con agilidad la daga escondida en su bolso cruzado y detener el ataque de su adversario.
 
-Nunca hay que distraerse, hermano —dijo con una sonrisa Changmin sin dejar de presionar su arma.
 
-Es bueno hacerlo de vez en cuando para atraer el enemigo ¿no lo crees? —señaló sonriéndole de la misma forma retadora que el otro. 
 
-Basta… ustedes dos… —intervino muy entrecortado C-jes luego de subir a duras y a penas el camino— Guarden sus energías para después.
 
Dicho aquello basto para que ambos hermanos guardaran sus armas sin borrar esas sonrisas de sus labios. Además de recibir tareas y estudios por parte de su tutor también recibieron un poco de entrenamiento, ese el cual se les da a los gladiadores por si la ocasión lo ameritaba. Ese era el secreto razón por la cual lucían mejor cuerpo que ningún otro joven del campo. Cabe señalar que es prohibido entrenar a la gente sin llegar ser aprobada por un alto mando del ejército y de los senadores ya que anteriormente a muchos se les habían dado por hacerlo y cometer asesinato contra el Emperador. Otro movimiento oculto que hace levantar sospechas.
 
-Es arriesgado el ir a estas horas a donde la gente espera —dice Yunho empezando a cargar aquellas cajas del suelo llenas de provisiones.
 
-El cliente de C-jes no pudo hacerlo por cuestiones de salud —le explico el menor tras levantar nuevamente su carga— Por eso decidimos venir a traerla nosotros —puntualizo emprendiendo la marcha dejando atrás a su pensativo hermano mayor.
 
¿Por cuestiones de salud? Y si es así, entonces ¿Por qué el cliente de C-jes no mando a uno de sus plebeyos? Teniendo bajo a su mando a unos cuantos. Mmm, algo no marcha bien. Tras volverse por el mismo sendero por el que venía podía a preciar a lo lejos aquella charla amena de sus familiares. Su ser se inundó de dicha de verlos con bien pero indudablemente pudo sentir como una congoja empezaba a embargarlo y se preguntaba el ¿Por qué? Paro por un momento cerrando sus ojos al sentir las ráfagas violentas del viento.  Fue cuando pudo escuchar los cascos de un caballo ¿en el bosque? Eso era imposible pero no era de uno sino de… ¡Varios! fue cuando comprendió todo.
 
-¡No puede ser! —exclamo tirando al suelo todas las cosas emprendiendo la marcha pasando a lado de su hermano y C-jes. Si, lo que se temía. No muy a la distancia alcanzo a distinguir unos cuantos soldados romanos sobre sus caballos acercarse con precisión al pequeño condado donde vivía su gente ¿Cómo fue posible que dieran con ellos? Se suponía que solo ellos tres sabían solo la ubicación ¿Quién más podría saberla? Nunca antes habían notado la presencia de alguien siguiéndolos o espiándolos entonces… ¿Cómo fue que…? Antes de lograr llegar vio como desenfundaban sus espadas.
 
-¡Yunho! —gritaron ambos en cuanto sus ojos percibieron lo que sucedía.
 
-¡C-jes, Changmin todo de acuerdo al plan! —exclamo Yunho al sacar del suelo la espada que oculto tiempo atrás a las afueras de la entrada al poblado.
 
Luego de dar el toque de queda tanto mujeres como niños se vieron conducidos de manera perspicaz y rápida por C-jes y Changmin a lo más profundo del bosque mientras los demás se encargaban de distraer a la guardia romana. Peleaban a diestra y siniestra teniendo como su líder al mayor de los Jung dándoles indicaciones y claves para derrotar con mayor facilidad a sus enemigos. Con escudo a la mano y espada en la otra el mayor poco a poco se iba a cercando al objetivo. Durante la pelea pudo escuchar a su hermano decirle que el líder de los enemigos se ubicaba dentro de aquellos hombres resguardados detrás de la compañía romana. Ahí fue cuando por señales les aviso a sus hombres que iría por él y daría fin a todo. Con movimientos agiles, golpes certeros y sin miramientos les hacía frente a los que le obstaculizaban su paso. Nadie le impedirían llegar hacia aquel que portaba con elegancia su Lorica segmentata tapando la parte de su rostro por aquel casco de bronce y un penacho de pluma.
 
Sin embargo, no tomo en cuanta aquellos dos Magister que lo acompañaban los cuales uno de ellos le hizo frente montado sobre su corcel. Se detuvo al verse rodeado por aquel jadeante animal siendo ataco por la lanza del romano que a duras y apenas alcanzaba esquivarla. Corrió a un lado y a otro pero este le daba alcance y lo atacaba. De pronto se vio en la necesidad de protegerse con su escudo cuanto empezó ser golpeado por las patas delanteras del animal. A este paso no resistiría mucho ya que sus heridas a pesar de ser leves comenzaban agravarse y el cansancio daba inicios de presencia. En un respiro el romano jalo con fuerza las riendas del caballo haciéndolo pararse sobre sus patas traseras Yunho, ante esto, espabilo el ataque colocando por debajo del escudo su espada con la clara intención que al momento de chocar con potencia una de las patas del animal conseguiría romper su protección, dañar con la hoja de la espada el costado del corcel y hacer caer de espaldas al romano. Una vez hecho se puso sobre el cuerpo del romano apoyando una mano sobre el pecho y la otra apuntando con la punta de su espada la garganta.
 
-Muy… inteligente —le dijo entre tosiendo su corpulento enemigo.
 
-Despídete —espeto alzando la espada. Apunto estaba de dar el golpe final hasta sentir la colisión de esa lanza con su espada provocando que volara lejos de él. Viro su rostro encolerizado hacia atrás luego de ver al costado de la cabeza del romano como se bamboleaba el arma aventada por otro de los Magister que ahora caminaba muy seguro de sí hacia Yunho.
 
Frunciendo el ceño volvió el rostro hacia aquel cuerpo que aun siga abajo del suyo.
 
-Ríndete —le escucho decir al maldito que le sonreía mordaz.
 
En respuesta solo estiro su brazo a la lanza, no obstante se detuvo al sentir ardor en su hombre derecho. De verdad se asombró de ver que efectivamente había sido herido por la puntada de la lanza. Ese golpe sí que había sido muy meticuloso y calculado.
 
-Si quisiera matarte lo habría hecho ya —miro por arriba de su hombro aquel sujeto que traía cargando en uno de sus brazos el casco dejando ver el claro color de su cabello y el oscuro de sus ojos. Plasmada sobre todas las finas facciones de su rostro la tranquilidad y la seriedad junto con aquel pasó acompasado de no querer luchar— pero esas no fueron mis órdenes.
 
-Entonces ¿cuáles fueron? —pregunto al girarse nuevamente hacia al frente y ver lo poco que quedaba de compañía someter a todos sus hombres.
 
-Llevarlos con vida hasta Roma para ser juzgados por el senado —le contesto aquel bajo su sometimiento— y si corren suerte presenciarse ante el Emperador el día de su muerte.
 
-Siwon —le llama la atención su compañero Magister queriendo no dejar salir aun la verdad— No tengo intenciones de pelear lo mejor será que te rindas —le dice apoyando su mano libre sobre la empuñadura de su espada al ver como aquel joven afianza la lanza— o sino tus aliados se verán en la pena de morir ante tus ojos.
 
Dicho lo anterior ve como uno de los romanos de una patada en la espalda tira hasta el suelo a su mejor amigo.
 
-Hombres que llegaron a resistir nuestras fuerzas e incluso superarlas es merecedor de la vida…
 
-Hyun Joong —siseo aquel hombre sometido desaprobando e impacientándose por la actitud calmada y mentirosa que portaba su compañero.
 
-Así como fuiste inteligente en cuanto a salvar a la gente mientras nos distraías ahora también es cuando debes hacer uso de ese intelecto —finalizo. Y viendo que no obtenían nada a cambio trato de acercarse más hacia el guerrero
 
-¿Con que fin? Si te todas maneras sabemos bien cual será nuestro destino una vez pisando Roma…. No trates de retrasar la hora. La misma muerte que nos espera aquí no esperara allá —pero se detuvo en el instante de ver como el joven sacaba del suelo la punta del arma ocasionando que los soldados se preparaba para el ataque más se vio en la necesidad de detenerlos con una señal de su mano.
 
-Déjalos Hyun —lo interrumpió aquel que aun montaba ese bello corcel negro— Al fin y al cabo para que ocultar la verdad con mentiras. De todas maneras sería un peso me—
 
-¡General Junsu!
 
Se vio interrumpido su dialogo al ser atacado por Yunho que, aprovechando la charlatanería levantó su vista hacia sus hermanos que una vez recibido sus aprobaciones prosiguió a realizar lo pensado. Cerrando los ojos y frunciendo el ceño se giró sobre su eje abriéndolos en el proceso depositando toda esperanza en aquella lanza que dirigió con exactitud hacia la cabeza de aquel hombre.
Empero se vio fracasado su cometido ya que cuando iba a lanzarla Siwon le hizo desviar un poco su puntería obteniendo a cambio solo tirarlo del caballo y quitarle el casco.
 
Ahora el mayor de los Jung era quien está sometido de boca contra el suelo por aquel romano que le dio lucha. En el momento que sintió una daga en su cuello tras verse jalado por cabello hacia atrás pensó que sería su fin al igual que el de sus compañeros. Cerró los ojos esperando el final pero mayor fue su sorpresa al sentir unos dedos asir con brío su mentón. Extrañado abrió sus ojos encontrándose frente a él, en cuclillas, a su adversario sin el casco. Sonrió de lado al verle sangre correr por un costado de la frente a pesar de todo si logro herirlo.
 
-Un poco más y estuvieras muerto —manifestó con sorna Yunho sintiendo como ejercía mayor precisión el otro en su agarre.
 
-Pero para tu lamentable suerte sigo vivo y si creíste que hacía de fácil ibas a morir pues te equivocas —de un brusco movimiento le suelta el mentón— Debido a tus fechorías ahora todos sufrirán las consecuencias y conste que yo no quería hacerlo —alzando ambas cejas y ahora mirándolo expectante levanto su dedo índice indicándole que escuchara algo. Pasando pocos segundos se pudo percibir unos cuantos gritos y llantos a lo lejos… ¡su pueblo! ¡Su hermano! ¿Pero cómo?...
 
-¡No- —su grito ensordecedor se vio obligado a callárselo luego de recibir el puño de su adversario en la mejilla.
 
-Si de casualidad pensabas que con distraernos salvarías a tus ciudadanos te equivocaste —dice levantándose en el trayecto— Al contrario, con anticipación sabíamos qué harías algo así por el estilo es por eso que tome mis precauciones no por algo estoy al mando del ejército del imperio romano, aunque esto —limpia con el dorso de su mano la sangre mientras ve como Siwon tiene dificultades de retener al joven por sus constante forcejeo— No lo tenía previsto. Ahora entiendo por qué aquel cliente me dijo que tuviera cuidado contigo —ante lo dicho Yunho bramo y profundizo más su ceño fruncido al saber quién había sido el causante de toda desgracia— Ja, ahora quien es el que ríe ahora —rió con fuerza ese de porte fornido y magnifico de teñidos cabellos castaños peinados ligeramente en punta (solo la parte delantera) sin dejar perder ese brillo de satisfacción de sus traviesos iris oscuros al verlo adolorido, abatido y derrotado no conforme decidió finalizar vociferando lo que para el mayor de los Jung le causó gran consternación.
 
-¡Es momento de ir a casa, a Roma, mi estimado Jung Yunho!

1 Comentarios:

  1. Anónimo8/17/2011

    Wooooooo Super interesante waaa aunque me perdi en unas parte pero = esta muy interesante

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