El salón privado del restaurante del hotel me trajo recuerdos. La habitación seguía igual que la última vez que estuve en ella, a pesar de que esta vez había bastante más gente en comparación a aquel día.
Aquel día que ahora me parecía tan lejano y sin embargo, las sensaciones que sus labios me provocaron en ese momento aún seguían presentes.
Dejé escapar un suspiro y me dirigí con los demás hacia la mesa ya preparada para cuatro personas. Observé impasible cómo Jaejoong se adelantaba a Ye Eun y se sentaba a mi lado con una sonrisa triunfante, obligándola a sentarse en el sitio que había frente a mí, con un cabizbajo Junsu junto a ella. Los miré a los dos y volví a suspirar. Entre ellos la tensión era casi palpable, y me llevó a preguntarme una vez más qué era lo que habían hablado cuando estuvieron solos.
Pocos minutos después, llegaron los camareros con los platos y empezamos a comer en silencio. Un largo, tenso e incómodo silencio.
Uno de esos que parece no tener fin.
Yoochun oppa, vuestro nuevo single saldrá dentro de poco, ¿verdad? - comentó de repente Ye Eun, supuse que para sacar conversación.
Sí, en enero – respondí vagamente sin levantar la vista del plato. No me gustaba hablar de trabajo en mi tiempo libre, y ella lo sabía bien.
Oh, eso es el mes que viene.
Fíjate, si se sabe hasta los meses del año. Deberíamos darle una galleta como premio.
Jaejoong…
Déjalo, Yoochun oppa, no intentes hacer callar a un burro. No te entenderá.
Repite eso, so…
¡Jaejoong! Vale ya – le miré con cansancio y él comprendió al instante que el juego había acabado. Envió una mirada envenenada a Ye Eun y siguió comiendo.
Volví a suspirar y el silencio inundó la sala de nuevo, tan sólo roto por el sonido de los cubiertos tocando los platos.
Odiaba esa situación con todas mis fuerzas. Lo único que quería era subir, tirarme en la cama y dormir durante por lo menos diez años.
¿Es que acaso era pedir demasiado?
Mis planes de fuga se vieron interrumpidos en cuanto posé mis ojos durante un segundo en Junsu, quien extrañamente no había hablado en toda la velada. Apenas había probado bocado, y no pasé por desapercibida la pequeña arruga de preocupación que tenía entre ceja y ceja.
Como si le hubiera llamado, Junsu levantó la vista y me miró. Sus labios se curvaron levemente hacia arriba, en un intento por sonreír, pero sus ojos estaban tristes, y me llamaban.
Me llamaban a gritos.
Dejé los palillos en el plato y abrí la boca para hablar, pero la voz de Ye Eun me sorprendió, haciéndome saber que había más gente allí aparte de él.
¿Yoochunnie?
Junsu bajó la mirada de inmediato, y yo desvié la vista hacia ella, que me miraba con las cejas levantadas. Apreté la mandíbula y no aparté la vista de ella cuando dije:
Junsu, ¿puedo hablar contigo un segundo?
Conté mentalmente el tiempo que tardó en hablar alguien.
Uno…dos…tres…
Pero oppa, estamos comiendo – en ningún momento había roto el contacto visual con ella, por lo que no pasé por alto el brillo en sus ojos cuando habló en primer lugar – Seguro que podréis…
Claro, hyung – saltó Junsu interrumpiéndole y levantándose de la silla –. Hablemos.
Aparté por fin la vista de Ye Eun y me levanté a mi vez. Le di la espalda y me dirigí a la puerta, sabiendo que Junsu me seguía a poca distancia.
Había tirado los dados. Había elegido comenzar la partida.
Había empezado un juego peligroso, sin vuelta atrás y del cual probablemente me podía arrepentir más adelante. Pero la sensación de júbilo que se apoderó de mí mientras entraba en la sala contigua al salón privado borró de mi mente todas las preocupaciones y todos los miedos que antes había tenido.
Sí. Porque ya había elegido.
Y le había elegido a él.
Dejé que Junsu entrara tras de mí y me apoyé en la mesa, contemplándole en silencio durante unos segundos antes de incorporarme y coger aire para hablar.
Dime qué es lo que ella te ha dicho.
Sus ojos brillaron y bajó la mirada al suelo. Esperé que hablara pero no lo hizo. Di un paso hacia él y me pasé la mano por el pelo con nerviosismo.
Junsu ah, mírame – esperé a que lo hiciera y respiré hondo otra vez antes de hablar –. ¿Qué es lo que te ha dicho?
Me ha dicho muchas cosas – dijo al fin, sin apartar los ojos de mí –. Básicamente me ha querido dejar claro que lo que puede haber entre tú y yo tan sólo puede ser amistad, y que tú eres suyo – se calló unos segundos y pude ver cómo la arruga en su entrecejo volvía a aparecer –. Me ha invitado sutilmente a que renuncie a ti.
Y en el instante en que pronunció esas palabras, le creí. Porque no había mentira en sus ojos, y porque en el fondo sabía que Ye Eun era capaz de decir todas aquellas cosas.
Apreté la mandíbula en un intento por controlar el creciente enfado que subía por mi pecho y me acerqué un paso más a Junsu.
¿Y has aceptado? – pregunté, aunque una parte de mí no quería oír la respuesta. Junsu volvió a bajar la vista y frunció levemente los labios sin decir nada –. ¡Junsu ah! ¿Has aceptado su invitación? ¿Has aceptado renunciar a mí?
No me había dado cuenta que mi voz había ido en aumento hasta el punto de acabar gritando la última pregunta. Junsu volvió a mirarme con el rostro en calma, totalmente contrario al mío. Parpadeó, en un vano intento por alejar las lágrimas que se le habían empezado a agolpar en sus ojos oscuros.
Yoochun, yo nunca voy a dejar de amarte. Nunca he tenido esa intención – su voz temblaba ligeramente. Alzó una mano y acarició mi mejilla con dulzura, calmando mi ira casi al instante. Lentamente, volvió a bajar la mano y sonrió con tristeza –. Pero ella tiene razón. Ella es, al fin y al cabo, tu novia. La que tiene el privilegio de estar a tu lado y besarte sin miedo, no yo. Esa es la realidad, Yoochun, y aunque haya intentado cambiar eso, lo único que he hecho ha sido causar daño y confundirte. He esperado demasiado tiempo con la esperanza de haber cambiado las cosas, pero ha sido inútil – una lágrima solitaria atravesó su mejilla mientras hablaba. Tragó saliva y respiró hondo en un intento por calmar su voz antes de seguir –. Ella tiene razón, pero renunciar a ti no significa renunciar a amarte, porque eso jamás pasará.
Intentar asimilar todo aquello me fue casi imposible. Noté que mi vista se nublaba y que algo húmedo bajaba por mis mejillas, pero no me importó. El enfado que recorría mi cuerpo momentos antes se había convertido en tristeza. Y en culpa.
Culpa por haber llegado tarde. Culpa por haber provocado todo aquello. Pero sobretodo culpa por hacerle llorar.
Porque si había algo que no me permitiría jamás era hacer llorar a Kim Junsu.
Inconscientemente, me acerqué a él una vez más y le abracé. Porque no soportaba verle así por mi causa. Lo único que quería en aquel momento era borrarle aquella tristeza infinita que se albergaba en sus ojos, quería que dejara de llorar, quería que con mi abrazo supiera cuánto le amaba.
Perdóname, Junsu – dije contra su hombro –. Perdóname. Perdóname por llegar tan tarde – le separé de mí tan sólo lo justo para poder mirarle a los ojos y junté nuestras frentes. Cuando volví a hablar, mi voz era un leve susurro –. No quiero que renuncies a mí. No hace falta que le des la razón porque no la tiene. Yo no soy de nadie más que de Kim Junsu – posé las manos sobre sus mejillas, secándole las lágrimas y hablé con mis labios rozando los suyos, sintiendo su aliento cálido –. Mi corazón lo supo en cuanto me besaste por primera vez, pero tuve tanto miedo que me negué a aceptarlo. Y por miedo he estado a punto de perderte. Pero ya no tengo miedo, Junsu ah. Ya he elegido. Hace tiempo que elegí quererte a ti.
En cuanto dije aquello, hice lo que hacía demasiado tiempo que deseaba hacer.
Porque nuestros labios se movían en perfecta sintonía, encajando el uno con el otro como dos piezas de un puzle perfecto.
Porque el sabor de sus labios estaba hecho exclusivamente para mí y para nadie más.
Y porque sentí que todo mi ser se liberaba de un peso invisible que había estado cargando durante demasiado tiempo.
Porque, sí, ahora podía decir en voz alta y sin miedo que mi corazón pertenecía a Kim Junsu.
Y a nadie más.
Yoochun oppa, Junsu oppa, acaban de traer el… - la voz de Ye Eun nos separó como si de una descarga eléctrica se tratara. En el instante en que la vi mirándonos con los ojos como platos, me maldije a mí mismo por no haber cerrado la puerta.
Sin decir nada, dio media vuelta y echó a correr en dirección contraria por la que había venido, en dirección al vestíbulo del hotel. Hice ademán de ir tras ella, pero la mano de Junsu en mi muñeca me retuvo. Me volví a mirarle y él unió nuestras manos.
No vayas.
Aquellas dos palabras fueron suficientes para convencerme. Porque, al fin y al cabo, tendría que enterarse de alguna manera, a pesar de que aquélla no había sido la mejor.
Miré nuestras manos entrelazadas y relajé mi cuerpo al instante. Sabía que no me había equivocado. Sabía que elegirle a él no era un error.
Y si lo era, sería el mejor error que había cometido nunca.
Tú, ¿dónde te has metido? ¡Te he dicho que los dejes hablar en paz! – Jaejoong pasó por delante de la puerta gritando en dirección al pasillo por donde había desaparecido Ye Eun. Se paró en seco y retrocedió para asomarse de nuevo en cuanto nos vio. Sus ojos iban de mí a Junsu y por último a nuestras manos, que aún seguían unidas, y sonrió triunfante –. Enhorabuena, vosotros dos.
Gracias hyung – dijo Junsu con esa sonrisa que tanto me gustaba.
Eh… lo que Ye Eun quería decir en el momento en que ha metido las narices donde no le llamaban era que acaban de traer el postre. Supongo que ahora podremos comer en paz, ¿no?
Sonreí por primera vez en mucho tiempo. Sin soltarme de la mano de Junsu, me dirigí a la puerta y le di un golpe a Jaejoong en el brazo.
¿Por qué eres así siempre?
Porque soy vuestro amigo. Y porque me caía mal.
Yo sé que en el fondo la apreciabas.
Ni un poquito – Jaejoong negó enérgicamente con la cabeza mientras entrábamos al salón y nos sentábamos en la mesa. Esta vez, el que se sentó a mi lado fue Junsu –. De hecho, me preguntaba cuándo me darás permiso para montar la fiesta.
¿Qué fiesta? – preguntó Junsu desconcertado
Ninguna.
Eres una mala persona.
Lo sé, Jaejoongnie. Pero no vas a celebrar ninguna fiesta.
¿Pero de qué fiesta habláis?
Suspiré y contuve una sonrisa mientras me comía la gelatina de frutas.
A veces la inocencia de Junsu me sorprendía. Decidí no contestar a su pregunta y seguir comiendo en silencio, disfrutando por primera vez en mucho tiempo de algo parecido a la felicidad.
Porque comer gelatina con dos de las personas que más quería podría ser insignificante, e incluso algo rutinario. Pero me sentía bien, porque ya no tenía miedo de nada.
No tenía miedo de querer a mi mejor amigo.
No tenía miedo de decir que amaba a Kim Junsu.
Yoochun ah ¿en serio no me dejas…?
Que no, Jaejoong. Nada de fiestas.
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me siento como Junsu xD ¿que fiesta? xD
ResponderEliminarque triste mi vida xD jajaja pero estuvo bueno, me gusto *---* ♥
yo si quiero fiesta y que termine en lemón yoosu-yunjae *0* ... wuajajajaja!!!! nah~ no es cierto XD ... mi gusto mucho el fic, escribes increiblemente genial me encantaron las frases-pensamientos con los que generalmente terminabas los capitulos ... muy bueno ^^ gracias
ResponderEliminark-ede
ResponderEliminarbueno el fic me pase de
largo
por que me mataban las ganas de leer
viva el yoosu
una pregunta no mas y yunnie en que quedo eso
asi como a modo de epilogo por fis con mnnie incluido jjajjkajkajakjakajkaj