Título: Mas allá de la Muerte
Autor: Daniel Fair
Pareja: MinJae
Dios: Marte - Roma
Extensión: Oneshot
Género: Slash, Lime.
Recomendación: Al final del relato se encuentra el Glosario de la historia.
Y, fue en aquel instante, cuando la pila empezó a arder, en el que comenzaron los intensos llantos de las mujeres cercanas, quienes, con abatimiento y consternación, observaban como el cuerpo de aquel gran guerrero se consumía entre las llamas. Alrededor del cuerpo del mismo se encontraban un centenar de objetos ornamentales, armas, flores hermosas como la vida que se extinguía entre fuego, humo y lágrimas intensas.
Colocados a una distancia prudente algunos; otros, cercando la pila, los
hombres sonreían con orgullo, miraban al cielo luego con expresión de gloria.
Incluso en los ojos de algunos se adivinaba la tristeza de despedirse de un
compañero, tristeza que daba paso a la envidia sana por despedirse de una vida
llena de pena, sangre y muerte, para dar lugar a una de calma y alegría, en la
que cada uno de los deseos del difunto se harían reales. Aunque, tal vez,
aquellas creencias de una existencia plena más allá de la muerte no era sino el
pobre consuelo de las mentes destrozadas que aquel héroe dejaba atrás.
Detrás de los hombres, muy lejos de las mujeres, observando toda la situación desde una distancia prudente, un individuo envuelto en un harapiento manto tensaba las manos mientras el cuerpo del héroe desaparecía. Sentía, desdeñando su cuerpo, el dolor de todos los presentes, rogándole plegarias en torno a aquel muchacho, pidiéndole misericordia, cuidado y un puesto de honor en la otra vida. Entretanto, el individuo pedía perdón en silencio por aquella vida que se le había escapado entre las manos, sintiéndose impotente ante la sensación de no poder hacer nada más.
Incluso rogó a Plutón, días atrás, quien fuera hermano de su padre, que perdonara la vida de aquel mortal. Mas la negativa del dios durante aquella conversación, si bien no fue categórica, le desalentó por completo:
- Marte… - Susurraba, con aquella voz silbante y desagradable de la que hacía gala. – Tu querido mortal ha atravesado las puertas del averno, las Parcas le han convocado. Yo no puedo devolverle a la vida. Sólo puedo decidir el castigo que tendrá en mis dominios.
- No puede ser. – Murmuraba Marte, incrédulo ante aquellas palabras. – Debe de haber alguna manera. Él no merecía morir. Él…
- Marte… ¿Cuál es tu otro nombre, por el que te conocen algunos en el mundo mortal?
- Mars Quirinus, Mars Ultor, Mars Gradivus. – Plutón negaba con la cabeza, mientras pronunciaba aquellos nombres. Marte se encogió de hombros, sin entender.
- Uno más humano, mucho más cercano. – Una sonrisa atravesó el rostro del dios del infierno, mientras el joven Marte encogía los puños. – Mientras el mortal moría, repetía tu nombre una y otra vez, como una oración de gloria. Pero no era tu nombre divino. Era tu nombre personal, nombre que los mortales usan cuando han alcanzado el máximo de relación permisible con un Dios. – Marte tensó el rostro y el cuello. Sin embargo, concentró la respiración, pues provocar la ira de aquel ser podía significar que jamás pudiera devolverle la vida al héroe. – Changmin, exclamaba él, Changmin, mi dios, a ti encomiendo mi alma. Hállame guardia en tu seno, a tu lado. Guíame hacia tu protección. Ayúdame a encontrar en tu alma de deidad la paz que nunca encontré en la tierra.
- Cállate… - Murmuró. Plutón, escuchándolo, se recostó sobre su trono, esbozando aún su sonrisa cruel.
- En su último estertor, mientras su alma se escapaba del cuerpo, grito algo más, algo… íntimo. Afortunadamente, las Parcas acabaron pronto con su miseria.
De pronto, el estallido rápido de la hoja de una lanza se entornó en dirección al torso de Plutón, quien, la miró, con cierto desdén, cuando se hubo apoyado en su pecho.
Marte había desenvainado su arma tan rápido como le profería su título como Dios de la Guerra, exponiendo un rostro enfurecido por aquellas palabras.
Sin embargo, en su fuero interno, sabía que cualquier tipo de ataque no tendría efecto sobre su tío, cuyo cuerpo estaba hecho de la sustancia de los dioses, algo que iba más allá de la comprensión humana, más allá del cuerpo humano. Por eso, incluso aquella arma, no provocaría más que una inquietante risa en los labios del dios.
- Es importante para ti. – Dijo Plutón, echando el cuerpo hacia delante. La punta del arma provocó arrugas en su pecho, sin dañarle todavía. – Familia directa es lo que somos, y haré honor a otro de mis nombres, Eubuleo, aconsejándote en tu siguiente paso. No prometo que podrás rescatar la vida del mortal… ¿Jaejoong era su nombre? – Mudo asentimiento, reflejada cierta preocupación en el rostro del joven Marte. – Puedes intentar recuperarlo, mas no aseguro que seas capaz de traerlo a la vida. Como Dios de la Guerra, puedes reclamar a un guerrero a tu lado, aún después de la muerte… con un precio. Si logras llegar al infierno, y encontrar al héroe Jaejoong antes de que cruce el río Estigia, tal vez tengas una posibilidad… Sólo una posibilidad…
Y, allí, sumido en las tinieblas, tras los hombres y mujeres del velatorio, Changmin observaba, aparentando una tranquilidad que no poseía.
Mientras pensaba, las últimas llamas se iban consumiendo. Calculó que las últimas partículas de fuego tardarían dos o tres horas en extinguirse. ¿Debería partir ahora hacia el inframundo, o permitirme el lujo de velarlo… por si no me fuera posible volver a encontrarme con él?
- Padre… - Exclamó una suave voz a su lado. Dirigió sus ojos hacia la presencia que notó, palpitante, brillante cerca de él. Con el reflejo de una armadura nívea que dañaba las cuencas mortales de Marte, distinguió a su hijo, tan alto y orgulloso, tan hermoso como lo fuera su madre. Sin embargo, la expresión de la que hacía gala, solamente visible ante Marte, pues los mortales no podían verlo, reflejaba su posición como el dios del miedo. – ¿A qué viene esas vestiduras mortales? ¿Por qué vestirse como un harapiento mendigo, en lugar de mostrarte como el Dios de la Guerra, ante quien estas personas suplican?
- Padezco el mismo dolor que padecen ellos, ahora. Entonces, ¿por qué no acercarme más a su dolor, vistiéndome como ellos, en lugar de quedarme en mi posición, y observarlos como si de alguien superior se tratase? – Alguien próximo a ellos se desmayó en llanto, una mujer.
- No te cuestionaré, porque eres amigo, además de padre… Pero no dejes de lado tu posición. No dejes que te absorban estos sentimientos humanos.
- ¿Por qué dices eso, Yunho? – Inquirió, entornando su cuerpo hacia él. El uso del nombre personal de la otra deidad hizo que aquella sonriera, aún desde su mirada altiva y perfecta. Derrochaba una atracción sexual que solamente hubiera visto en su madre, Venus. Tal vez… a eso se debía su arrogancia.
- Siento tu miedo, noto tu temor. Fuga también lo ha notado, incluso desde donde él está. Tienes miedo de que el mortal muera… y eso sólo te hace débil. – Aún tras aquella máscara engreída, sonrió. – Pero ambos te amamos y queremos. Por eso, tendrás ayuda para ir hasta el inframundo.
- ¿Vendréis tu hermano y tú conmigo? ¿Fuga y Timor? ¿Yoochun y Yunho? ¿Los dioses del miedo y el temor, en pos de un dios que es débil? – Una risa nerviosa. Un vistazo rápido hacia la pila funeraria, que aún ardía.
- No vamos a acompañarte. – Respondió. – Retrasaremos a Caronte todo lo que podamos. Pero no tenemos las fuerzas suficientes como para hacerle frente demasiado tiempo. Deberás darte prisa. – Pareció meditar un segundo antes de responder: – Apolo te acompañará.
Y, entre las nebulosas que quedaron en la mente de Marte tras aquella respuesta, el resplandor de su armadura y un coro de lamentos, Yunho, o Timor, desapareció en la noche. Nadie reparó en el destello que iluminó la noche, pues los ojos de los mortales no eran tan sensibles ante la presencia de un dios.
Tal vez, por ese motivo, la presencia de Changmin, pasaba inadvertida. Incluso aunque le miraran de frente, no conseguían distinguirle bien.
Mas el retiro de su hijo no le apartó de la confusión ante lo último dicho por aquel.
Apolo te acompañará, había dicho.
No, pensaba, no debería acompañarte. Su belleza me preocupa. Su belleza… me atemoriza, ¿ por qué no decirlo? Me da miedo que, tras llegar a la orilla del río Estigia, la belleza de Apolo sea el resplandor que ilumine el pasaje oscuro en el que se ha convertido la existencia de Jaejoong. El Dios del Sol, nada menos.
Pero el Dios de la Guerra tenía mucho mayor coraje. Y, pese a sus miedos, se encaminó hacia el Averno, en pos del mortal.
Tras una breve oración en torno al cuerpo del héroe, emprendió la marcha, teniendo la sensación de que Apolo no se encontraba demasiado lejos de él.
No transcurrió demasiado tiempo hasta que Changmin hubo alcanzado el límite del Averno, la puerta hacia el inframundo. Almas de difuntos anónimos pasaban junto a él en dirección al portal, sin rostro, sin ánimo. No eran nada más que las sombras grises de lo que un día fueron. Ni siquiera parecían tristes. ¿Apatía? ¿Indiferencia, ante una vida de sufrimiento?
No reconoció a Jaejoong entre aquellas almas. No distinguió su rostro perfecto como la seda más fina, sus ojos intensos, sus labios rojos… Nadie como él cerca, nadie entrando en el portal.
- Eso sólo puede significar una cosa, Changmin. – Murmuró Apolo, a su lado, sonriendo. Las almas lo evitaban en lo posible, mientras andaban ambos hacia el cráter.
- Junsu… Deberías saber cuán equivocado estás. – Dijo Marte, oteando el portal. Una siniestra llanura se extendía más allá de los límites del mundo humano. – Hay demasiadas personas como para que él se haya subido a la barca. Aún estamos a tiempo de encontrarlo.
Y, tras un encogimiento de hombros del atractivo Dios del Sol, Changmin descendió por el portal, dejándose caer suavemente desde las alturas del mundo de los mortales al sobrenatural, en el que las leyes de la carne no funcionaban de la misma manera. Incluso él, un dios, estaba sujeto a ciertas normas.
Caminaron entre la marea de almas que se dirigían hacia la Puerta del Infierno, el vestíbulo de Caronte, en el que un mensaje desalentador terminaba de arrebatar la poca osadía que les restase a alguna de aquellas mortales almas.
Mas no tuvo efecto alguno en Marte, quien atravesó el portal sin leer, sin sentir, con el único objeto de localizar al héroe entre la marea de espíritus inertes. Retrocediendo, Junsu decidió permanecer a una distancia prudencial, buscando desde otra perspectiva el alma de Jaejoong.
Y el tiempo se alargaba. Caronte iba y regresaba de una orilla que los ojos no alcanzaban a ver por encima del agua negra y bajo una densa nube de vapor violáceo que turbaba los pulmones. Un reducido grupo de almas exánimes tomaba asiento en la barca, atravesaban el barco, y jamás regresaban. Alguna onda esporádica, fruto de la caída de una de las ánimas al agua… y nada más.
Allí, cuando sus ojos habían alcanzado el máximo de desesperación, fruto de la lenta agonía que sufría por no poder localizar al ser amado, se dejó caer Changmin de rodillas, con la furia apuñalando sus costillas y sus puños. Lágrimas amargas descendían por el contorno de su rostro, lágrimas que no quiso detener.
Una mano amiga se posó sobre su hombro, entonando unas palabras que provocaron una expresión confusa, disoluta, en Marte:
- No llores por mí… Suficientes lágrimas se han derramado en torno a este mortal, que ha de seguir su camino en manos de Caronte. – La mano que observó Changmin antes de girarse del todo presentaba un tono fantasmal, algo más corpóreo que el resto de almas, pero no hasta el punto de ser carne. Sin embargo, la sentía cálida, muy cálida… y real. – Mi dios, no llores. No merezco tus lágrimas sagradas. Mas bien, permíteme llorar a mí, por no poder disfrutar de nuevo de la calidez de tu piel hierática, de tus besos desenfrenados sobre mi piel impura, del fuego que me consumía cuando ambos nos uníamos en un único ser. Quiero que sepas que, en la tierra, jamás fui tan feliz, con nadie, hombre o mujer. Ni en la gloria de la batalla, ni en la tranquilidad de mi lecho encontré más paz que en ti. Te debo dar las gracias, por haberme hecho vibrar a tu ritmo, y haberme demostrado que, pese a las miserias que esconde el mundo, se puede llegar a ser feliz, si cuentas con la persona adecuada.
Y, en ese punto, el cuerpo de Marte se enderezó, queriendo girarse al notar la presencia del héroe tras él. Mas Jaejoong no se lo permitió, posando ambas manos tras su espalda:
- No, por favor, no te gires. – La voz del héroe estaba corrompida por un intenso temblor. – Recuérdame cuán hermoso era, como a ti te gustaba, como fui para ti. No te gires y veas el fantasma en el que me he convertido, ni las lágrimas que no soy capaz de contener, ahora que te tengo cerca, y que soy capaz de decirte adiós.
Sin esperar un segundo, Changmin tornó su cuerpo hacia el héroe. Tomó su rostro entre las manos… y lanzó un beso, en dirección a los labios del otro individuo. Él los recibió con sorpresa, ilusión, desesperanza, tristeza… y un sinfín de sentimientos diferentes.
- Puedes venir conmigo… - Dijo Marte, tomando sus manos. – En este beso va parte de mí, parte de la personalidad romántica que conquistó a Afrodita en otro tiempo, lejos del rol de Dios de la Guerra que acostumbro a mantener. Mas en un lugar tan ténebre y sombrío no puedo hacerte partícipe de todo lo que siento por ti. Tienes un asiento a mi vera, por la eternidad, si es lo que quieres. – Inclinada la boca del espectro en actitud de sorpresa, Marte no pudo evitar sonreír. – Mírate… Dices que no eres hermoso, y, sin embargo… mis ojos lloran de tal belleza. Si pudieras verte como yo te veo ahora, no verías en ti ningún defecto, incluso en la muerte. No dudes nunca.
- Pero… ¿irme…? ¿Cómo…?
- Te reclamo para mí. – Murmuró, tomando la mano del muchacho mientras las lágrimas bajaban por las mejillas del rostro confundido del héroe. – Te nombro parte de mi imperio, amante, y todo título que desees poseer, si aún quieres estar conmigo. – Y, ensanchada la sonrisa de la que Changmin hacía gala, Jaejoong bajó el rostro, intimidado ante la mirada del Dios. – Ven conmigo si quieres vivir.
El corazón de Jaejoong se tornó trémulo cuando comprendió el significado de las palabras de Changmin. La infinidad del tiempo junto a él, siendo parte de su existencia, sin las debilidades de una vida humana. Besos, caricias, tal vez sexualidad salvaje, consumido bajo el cuerpo de Marte. Y Changmin tuvo miedo. Miedo de que él no aceptara.
Mas cuando Jaejoong tomó su mano, besó sus labios, y juró que permanecería a su lado hasta que el tiempo se extinguiera, aún mientras se encaminaban más tarde hacia el monte Olimpo, supo que la felicidad en el mundo humano existía, al alcance de todos.
Detrás de los hombres, muy lejos de las mujeres, observando toda la situación desde una distancia prudente, un individuo envuelto en un harapiento manto tensaba las manos mientras el cuerpo del héroe desaparecía. Sentía, desdeñando su cuerpo, el dolor de todos los presentes, rogándole plegarias en torno a aquel muchacho, pidiéndole misericordia, cuidado y un puesto de honor en la otra vida. Entretanto, el individuo pedía perdón en silencio por aquella vida que se le había escapado entre las manos, sintiéndose impotente ante la sensación de no poder hacer nada más.
Incluso rogó a Plutón, días atrás, quien fuera hermano de su padre, que perdonara la vida de aquel mortal. Mas la negativa del dios durante aquella conversación, si bien no fue categórica, le desalentó por completo:
- Marte… - Susurraba, con aquella voz silbante y desagradable de la que hacía gala. – Tu querido mortal ha atravesado las puertas del averno, las Parcas le han convocado. Yo no puedo devolverle a la vida. Sólo puedo decidir el castigo que tendrá en mis dominios.
- No puede ser. – Murmuraba Marte, incrédulo ante aquellas palabras. – Debe de haber alguna manera. Él no merecía morir. Él…
- Marte… ¿Cuál es tu otro nombre, por el que te conocen algunos en el mundo mortal?
- Mars Quirinus, Mars Ultor, Mars Gradivus. – Plutón negaba con la cabeza, mientras pronunciaba aquellos nombres. Marte se encogió de hombros, sin entender.
- Uno más humano, mucho más cercano. – Una sonrisa atravesó el rostro del dios del infierno, mientras el joven Marte encogía los puños. – Mientras el mortal moría, repetía tu nombre una y otra vez, como una oración de gloria. Pero no era tu nombre divino. Era tu nombre personal, nombre que los mortales usan cuando han alcanzado el máximo de relación permisible con un Dios. – Marte tensó el rostro y el cuello. Sin embargo, concentró la respiración, pues provocar la ira de aquel ser podía significar que jamás pudiera devolverle la vida al héroe. – Changmin, exclamaba él, Changmin, mi dios, a ti encomiendo mi alma. Hállame guardia en tu seno, a tu lado. Guíame hacia tu protección. Ayúdame a encontrar en tu alma de deidad la paz que nunca encontré en la tierra.
- Cállate… - Murmuró. Plutón, escuchándolo, se recostó sobre su trono, esbozando aún su sonrisa cruel.
- En su último estertor, mientras su alma se escapaba del cuerpo, grito algo más, algo… íntimo. Afortunadamente, las Parcas acabaron pronto con su miseria.
De pronto, el estallido rápido de la hoja de una lanza se entornó en dirección al torso de Plutón, quien, la miró, con cierto desdén, cuando se hubo apoyado en su pecho.
Marte había desenvainado su arma tan rápido como le profería su título como Dios de la Guerra, exponiendo un rostro enfurecido por aquellas palabras.
Sin embargo, en su fuero interno, sabía que cualquier tipo de ataque no tendría efecto sobre su tío, cuyo cuerpo estaba hecho de la sustancia de los dioses, algo que iba más allá de la comprensión humana, más allá del cuerpo humano. Por eso, incluso aquella arma, no provocaría más que una inquietante risa en los labios del dios.
- Es importante para ti. – Dijo Plutón, echando el cuerpo hacia delante. La punta del arma provocó arrugas en su pecho, sin dañarle todavía. – Familia directa es lo que somos, y haré honor a otro de mis nombres, Eubuleo, aconsejándote en tu siguiente paso. No prometo que podrás rescatar la vida del mortal… ¿Jaejoong era su nombre? – Mudo asentimiento, reflejada cierta preocupación en el rostro del joven Marte. – Puedes intentar recuperarlo, mas no aseguro que seas capaz de traerlo a la vida. Como Dios de la Guerra, puedes reclamar a un guerrero a tu lado, aún después de la muerte… con un precio. Si logras llegar al infierno, y encontrar al héroe Jaejoong antes de que cruce el río Estigia, tal vez tengas una posibilidad… Sólo una posibilidad…
Y, allí, sumido en las tinieblas, tras los hombres y mujeres del velatorio, Changmin observaba, aparentando una tranquilidad que no poseía.
Mientras pensaba, las últimas llamas se iban consumiendo. Calculó que las últimas partículas de fuego tardarían dos o tres horas en extinguirse. ¿Debería partir ahora hacia el inframundo, o permitirme el lujo de velarlo… por si no me fuera posible volver a encontrarme con él?
- Padre… - Exclamó una suave voz a su lado. Dirigió sus ojos hacia la presencia que notó, palpitante, brillante cerca de él. Con el reflejo de una armadura nívea que dañaba las cuencas mortales de Marte, distinguió a su hijo, tan alto y orgulloso, tan hermoso como lo fuera su madre. Sin embargo, la expresión de la que hacía gala, solamente visible ante Marte, pues los mortales no podían verlo, reflejaba su posición como el dios del miedo. – ¿A qué viene esas vestiduras mortales? ¿Por qué vestirse como un harapiento mendigo, en lugar de mostrarte como el Dios de la Guerra, ante quien estas personas suplican?
- Padezco el mismo dolor que padecen ellos, ahora. Entonces, ¿por qué no acercarme más a su dolor, vistiéndome como ellos, en lugar de quedarme en mi posición, y observarlos como si de alguien superior se tratase? – Alguien próximo a ellos se desmayó en llanto, una mujer.
- No te cuestionaré, porque eres amigo, además de padre… Pero no dejes de lado tu posición. No dejes que te absorban estos sentimientos humanos.
- ¿Por qué dices eso, Yunho? – Inquirió, entornando su cuerpo hacia él. El uso del nombre personal de la otra deidad hizo que aquella sonriera, aún desde su mirada altiva y perfecta. Derrochaba una atracción sexual que solamente hubiera visto en su madre, Venus. Tal vez… a eso se debía su arrogancia.
- Siento tu miedo, noto tu temor. Fuga también lo ha notado, incluso desde donde él está. Tienes miedo de que el mortal muera… y eso sólo te hace débil. – Aún tras aquella máscara engreída, sonrió. – Pero ambos te amamos y queremos. Por eso, tendrás ayuda para ir hasta el inframundo.
- ¿Vendréis tu hermano y tú conmigo? ¿Fuga y Timor? ¿Yoochun y Yunho? ¿Los dioses del miedo y el temor, en pos de un dios que es débil? – Una risa nerviosa. Un vistazo rápido hacia la pila funeraria, que aún ardía.
- No vamos a acompañarte. – Respondió. – Retrasaremos a Caronte todo lo que podamos. Pero no tenemos las fuerzas suficientes como para hacerle frente demasiado tiempo. Deberás darte prisa. – Pareció meditar un segundo antes de responder: – Apolo te acompañará.
Y, entre las nebulosas que quedaron en la mente de Marte tras aquella respuesta, el resplandor de su armadura y un coro de lamentos, Yunho, o Timor, desapareció en la noche. Nadie reparó en el destello que iluminó la noche, pues los ojos de los mortales no eran tan sensibles ante la presencia de un dios.
Tal vez, por ese motivo, la presencia de Changmin, pasaba inadvertida. Incluso aunque le miraran de frente, no conseguían distinguirle bien.
Mas el retiro de su hijo no le apartó de la confusión ante lo último dicho por aquel.
Apolo te acompañará, había dicho.
No, pensaba, no debería acompañarte. Su belleza me preocupa. Su belleza… me atemoriza, ¿ por qué no decirlo? Me da miedo que, tras llegar a la orilla del río Estigia, la belleza de Apolo sea el resplandor que ilumine el pasaje oscuro en el que se ha convertido la existencia de Jaejoong. El Dios del Sol, nada menos.
Pero el Dios de la Guerra tenía mucho mayor coraje. Y, pese a sus miedos, se encaminó hacia el Averno, en pos del mortal.
Tras una breve oración en torno al cuerpo del héroe, emprendió la marcha, teniendo la sensación de que Apolo no se encontraba demasiado lejos de él.
No transcurrió demasiado tiempo hasta que Changmin hubo alcanzado el límite del Averno, la puerta hacia el inframundo. Almas de difuntos anónimos pasaban junto a él en dirección al portal, sin rostro, sin ánimo. No eran nada más que las sombras grises de lo que un día fueron. Ni siquiera parecían tristes. ¿Apatía? ¿Indiferencia, ante una vida de sufrimiento?
No reconoció a Jaejoong entre aquellas almas. No distinguió su rostro perfecto como la seda más fina, sus ojos intensos, sus labios rojos… Nadie como él cerca, nadie entrando en el portal.
- Eso sólo puede significar una cosa, Changmin. – Murmuró Apolo, a su lado, sonriendo. Las almas lo evitaban en lo posible, mientras andaban ambos hacia el cráter.
- Junsu… Deberías saber cuán equivocado estás. – Dijo Marte, oteando el portal. Una siniestra llanura se extendía más allá de los límites del mundo humano. – Hay demasiadas personas como para que él se haya subido a la barca. Aún estamos a tiempo de encontrarlo.
Y, tras un encogimiento de hombros del atractivo Dios del Sol, Changmin descendió por el portal, dejándose caer suavemente desde las alturas del mundo de los mortales al sobrenatural, en el que las leyes de la carne no funcionaban de la misma manera. Incluso él, un dios, estaba sujeto a ciertas normas.
Caminaron entre la marea de almas que se dirigían hacia la Puerta del Infierno, el vestíbulo de Caronte, en el que un mensaje desalentador terminaba de arrebatar la poca osadía que les restase a alguna de aquellas mortales almas.
Mas no tuvo efecto alguno en Marte, quien atravesó el portal sin leer, sin sentir, con el único objeto de localizar al héroe entre la marea de espíritus inertes. Retrocediendo, Junsu decidió permanecer a una distancia prudencial, buscando desde otra perspectiva el alma de Jaejoong.
Y el tiempo se alargaba. Caronte iba y regresaba de una orilla que los ojos no alcanzaban a ver por encima del agua negra y bajo una densa nube de vapor violáceo que turbaba los pulmones. Un reducido grupo de almas exánimes tomaba asiento en la barca, atravesaban el barco, y jamás regresaban. Alguna onda esporádica, fruto de la caída de una de las ánimas al agua… y nada más.
Allí, cuando sus ojos habían alcanzado el máximo de desesperación, fruto de la lenta agonía que sufría por no poder localizar al ser amado, se dejó caer Changmin de rodillas, con la furia apuñalando sus costillas y sus puños. Lágrimas amargas descendían por el contorno de su rostro, lágrimas que no quiso detener.
Una mano amiga se posó sobre su hombro, entonando unas palabras que provocaron una expresión confusa, disoluta, en Marte:
- No llores por mí… Suficientes lágrimas se han derramado en torno a este mortal, que ha de seguir su camino en manos de Caronte. – La mano que observó Changmin antes de girarse del todo presentaba un tono fantasmal, algo más corpóreo que el resto de almas, pero no hasta el punto de ser carne. Sin embargo, la sentía cálida, muy cálida… y real. – Mi dios, no llores. No merezco tus lágrimas sagradas. Mas bien, permíteme llorar a mí, por no poder disfrutar de nuevo de la calidez de tu piel hierática, de tus besos desenfrenados sobre mi piel impura, del fuego que me consumía cuando ambos nos uníamos en un único ser. Quiero que sepas que, en la tierra, jamás fui tan feliz, con nadie, hombre o mujer. Ni en la gloria de la batalla, ni en la tranquilidad de mi lecho encontré más paz que en ti. Te debo dar las gracias, por haberme hecho vibrar a tu ritmo, y haberme demostrado que, pese a las miserias que esconde el mundo, se puede llegar a ser feliz, si cuentas con la persona adecuada.
Y, en ese punto, el cuerpo de Marte se enderezó, queriendo girarse al notar la presencia del héroe tras él. Mas Jaejoong no se lo permitió, posando ambas manos tras su espalda:
- No, por favor, no te gires. – La voz del héroe estaba corrompida por un intenso temblor. – Recuérdame cuán hermoso era, como a ti te gustaba, como fui para ti. No te gires y veas el fantasma en el que me he convertido, ni las lágrimas que no soy capaz de contener, ahora que te tengo cerca, y que soy capaz de decirte adiós.
Sin esperar un segundo, Changmin tornó su cuerpo hacia el héroe. Tomó su rostro entre las manos… y lanzó un beso, en dirección a los labios del otro individuo. Él los recibió con sorpresa, ilusión, desesperanza, tristeza… y un sinfín de sentimientos diferentes.
- Puedes venir conmigo… - Dijo Marte, tomando sus manos. – En este beso va parte de mí, parte de la personalidad romántica que conquistó a Afrodita en otro tiempo, lejos del rol de Dios de la Guerra que acostumbro a mantener. Mas en un lugar tan ténebre y sombrío no puedo hacerte partícipe de todo lo que siento por ti. Tienes un asiento a mi vera, por la eternidad, si es lo que quieres. – Inclinada la boca del espectro en actitud de sorpresa, Marte no pudo evitar sonreír. – Mírate… Dices que no eres hermoso, y, sin embargo… mis ojos lloran de tal belleza. Si pudieras verte como yo te veo ahora, no verías en ti ningún defecto, incluso en la muerte. No dudes nunca.
- Pero… ¿irme…? ¿Cómo…?
- Te reclamo para mí. – Murmuró, tomando la mano del muchacho mientras las lágrimas bajaban por las mejillas del rostro confundido del héroe. – Te nombro parte de mi imperio, amante, y todo título que desees poseer, si aún quieres estar conmigo. – Y, ensanchada la sonrisa de la que Changmin hacía gala, Jaejoong bajó el rostro, intimidado ante la mirada del Dios. – Ven conmigo si quieres vivir.
El corazón de Jaejoong se tornó trémulo cuando comprendió el significado de las palabras de Changmin. La infinidad del tiempo junto a él, siendo parte de su existencia, sin las debilidades de una vida humana. Besos, caricias, tal vez sexualidad salvaje, consumido bajo el cuerpo de Marte. Y Changmin tuvo miedo. Miedo de que él no aceptara.
Mas cuando Jaejoong tomó su mano, besó sus labios, y juró que permanecería a su lado hasta que el tiempo se extinguiera, aún mientras se encaminaban más tarde hacia el monte Olimpo, supo que la felicidad en el mundo humano existía, al alcance de todos.
Más aún, si encuentras a la persona adecuada.
FIN
GLOSARIO
· Apolo: Dios del Sol (representado por Junsu).
· Averno: cráter por el que, según los romanos, las almas pasaban de la tierra al vestíbulo del inframundo.
· Caronte: barquero que se encarga de llevar las almas a los diferentes lados del río Estigia.
· Estigia: Río por el que se conducen las almas de la tierra al inframundo.
· Marte: Dios de la Guerra (representado por Changmin).
· Monte del Olimpo: hogar de los dioses olímpicos.
· Plutón: Dios del inframundo (tío de Marte).
· Parcas: Controlan el hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Representan al destino.
· Timor & Fuga (representados aquí como Yunho y Yoochun): dioses menores del temor y el miedo, hijos de Marte y Afrodita.
· Averno: cráter por el que, según los romanos, las almas pasaban de la tierra al vestíbulo del inframundo.
· Caronte: barquero que se encarga de llevar las almas a los diferentes lados del río Estigia.
· Estigia: Río por el que se conducen las almas de la tierra al inframundo.
· Marte: Dios de la Guerra (representado por Changmin).
· Monte del Olimpo: hogar de los dioses olímpicos.
· Plutón: Dios del inframundo (tío de Marte).
· Parcas: Controlan el hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Representan al destino.
· Timor & Fuga (representados aquí como Yunho y Yoochun): dioses menores del temor y el miedo, hijos de Marte y Afrodita.
Me confundí un poco al principio pero con el glosario ya se me resolvió todo. Muy buena historia.
ResponderEliminarSí, admito que en ciertas partes es algo confuso... Me alegra que el glosario haya ayudado (incluso creo que debería haber incluido algunas palabras más que se me pasaron cuando lo escribí), y que el fic te haya gustado :3.
Eliminar¡Gracias por pasarte y leerlo!
¡Un saludo! ^-^
Creo que escribes muy bien, aunque me hubiera gustado que Jaejoong también fuera un dios, el hecho de que sea humano y un dios considerara llevárselo al Olimpo como en el caso de Ganímedes (o sea que hay antecedentes) lo hace más hermoso. Te agradezco que hayas publicado minjae y ojalá sigas escribiendo. Por un momento pensé que Jaejoong sería Afrodita XD aunque no la haría mal. Y que Junsu sea Apolo me pareció perfecto, él es un sol, ¿aunque no debiera ser Febo? Ya me confundí, pero la historia está genial.
ResponderEliminarGracias por tu comentario ^^
EliminarMe encanta que hayas mencionado a Ganímedes, porque me inspiré remotamente en esa parte de la leyenda para mi relato (aunque Jaejoong y el Dios Changmin tienen mucho más en común que Zeus y Ganímedes).
Estuve a punto de hacerlo, ¿dedicarle un personaje femenino a alguno de ellos? Pero pensé que había demasiados dioses masculinos como para no aprovecharlos ><.
Y sí, en parte tienes razón: el nombre ''Febo'' tal vez hubiera estado mejor (de hecho, suena mejor). Pero en Roma, ''Febo'' era sólo un mote para ''Apolo'' (los romanos, de este Dios, ni se molestaron en buscarle otro nombre).
Me alegra que te gustara ^^ ¡Un saludo! ¡Y gracias por leer el fic!
Dios mío ;; Me encantó ♡ Desde la redacción hasta el 'alma' del contenido. Sigo siendo morbosa, me gustaría escenas de aquel sexo salvaje (?) Del cómo se conocieron y el cómo culminó todo, hasta lo que pasó después en la tierra de los dioses. Ojalá pudieras extender esta historia, más capítulos, lo merece ♡
ResponderEliminarEsa fue una de las cosas con las que estuve a punto de empezar el relato: una escena sexual, que sirviera como ''Prólogo'' a lo que iba a ocurrir más adelante, más ciertos elementos que explicaran cómo empezaron a conocerse. Pero creí que se me quedaría muy largo, así que tuve que eliminar ciertas partes... Lo siento ;_;.
EliminarDa para mucho, en realidad, pero a lo mejor la continuación que yo me imaginara no es la más adecuada, y tal vez no gustase tanto... Prefiero que la gente que lo lea imagine lo que pasó luego. Al menos, de momento ^-^.
¡Gracias por leer el fic! =D.
Fue demasiado hermoso...has tocado una de mis debilidades, la literatura griega <3
ResponderEliminarY hacer una historia Minjae con eso es...es...demasiado perfecto. Las palabras fueron las adecuadas.
Gracias por crear este fic. n_n
Hay pequeños guiños a la mitología griega (Intenté que no estuvieran presentes, pero los romanos copiaban todo, o casi todo, de los griegos, así que me fue imposible). De todas maneras, me gusta así, porque la literatura y mitología griega también cuentan como una de mis debilidades ^-^.
EliminarSinceramente, no creo que ninguna otra pareja hubiera tenido tanta fuerza en un fic así. Me alegra que te gustase ^^.
¡Un saludo!