Título: ¿Eros, dios del amor?
Autor: DazedMik
Pareja: MinHo/ HoMin
Dios: Eros - Grecia
Extensión: Oneshot
Género: Slash, Lemon.
Nunca supe cuál es la verdadera historia de mi nacimiento, tampoco sé quiénes son mis padres o si siquiera los tengo, tan solo tengo memoria de estar en un lugar abandonado, porque a pesar de que muchas mujeres hermosas siempre están a mi alrededor, nunca ni una sola de ellas me mostró afecto, tan solo sentía por su parte dedicación y una adoración que hasta la fecha no comprendo, viví recluido entre largos pasajes sostenidos por inmensas columnas decoradas con finas formas, pero nunca pude ir más allá, nunca pude tocar el agua verdadera, ¿por qué le llamo verdadera? Porque la única que conocí fue la que estaba en las fuentes, los jarros de agua y los que llenaban la tina. Nunca creí realmente vivir, ni sentir algo que no fuera desconcierto y sin embargo, en mi interior sabía que algo estaba oculto, una maldición, un don… algo que cada día crecía y me decía que debía escapar de mi encierro.
-Eros… Debes
saber que pronto…-Suspiré
de manera larga y profunda, dejando en silencio a la sacerdotisa que estaba
frente a mí, no recordaba su nombre, todas ellas eran iguales: cabellos largos,
túnicas blancas y voz melodiosa, la única diferencia que notaba era porque
ella, de algún modo, me había cuidado desde que tengo memoria; ya no es joven y
su rostro se ve opacado por algunas líneas que denotan sabiduría, pero que
también a mi ojos solo reflejaban injusticia por mantenerme encerrado. -¿Podría ser en otro momento? Ahora estoy
ocupado.- Esa fue mi última palabra, deje el pasillo principal del templo y
caminé hasta llegar a los jardines, no volví la cabeza para mirar si ella
permanecía allí, yo solo deseaba alejarme de todas los seres que vivían conmigo
el confinamiento. Y nunca nadie dijo algo sobre mi manera de ser, porque al
principio siempre fui obediente, pero al darme cuenta que existía una vida
afuera, tan solo pude mostrar indiferencia hacia todo lo que ellas debían
enseñarme.-Estoy harto…-Murmuré sin
esperar que alguien me escuchará ¿Quién lo haría?
Recliné mi cuerpo hasta quedar sentado
sobre una de las rocas que bordeaban el pequeño estanque en él podía ver los
peces, que como yo, vivían en un cautiverio. -¿Alguna vez vivieron fuera de su prisión?-Pregunte, sabiendo que
no recibiría una respuesta, pero aun así esperándola. Sonreí tristemente y
cerré los ojos al mismo tiempo que deslizaba mis pies descalzos para
sumergirlos en el agua, parte de la túnica blanca se mojó, sin embargo lo
ignoré, tan solo quise sentir el frío que causaba sobre mi piel el tacto de las
ondas cada vez que los peces pasaban, era de las únicas cosas que me divertía.
Sonreí al dejar que todo mi cuerpo se fuera deslizando hasta quedar con la
mitad del cuerpo metido en el líquido, respiré profundamente y hundí el rostro,
mis cabellos cortos se mojaron, dejé de escuchar los ruidos a mi alrededor y
solo pude percibir una paz, una completamente nueva; parte de mi deseaba salir
de agua para tomar más aire y otra luchaba por mantenerse ahí, porque por
extraño que pareciera podía sentir algo… Se sentía reconfortante, algo en mi
interior crecía, mi corazón golpeaba con fuerza contra mi pecho, luchando por
aire fresco.
-¡EROS, NO!- Alguien grito el nombre
con el que me llamaban con tanta fuerza que no me percaté que me sacaban del
agua con tanta fuerza que sentí dolor en los brazos. Y ahí estaba yo, frente a
la mirada temerosa de una docena de mujeres que lloraban y rodeaban todo el
estanque, pero al mismo tiempo que algunas lloraban otras cambiaron de
expresión, sus ojos me miraron de una nueva forma, una que hasta ese momento me
era por completo desconocido. Fruncí el ceño y moví la cabeza para mirar el
reflejo que me enseñaba el agua a pesar de que este no dejaba de formar ondas
que chocaban con mi aún sumergido cuerpo, la imagen que proyecto me sorprendió:
mis ojos brillaban de una manera inusual, notaba pequeños destellos en ellos,
pero al mismo tiempo tenía algo, incitaban a mirarlos porque yo mismo no podía
dejar de mirar la profundidad que poseían. Mi piel normalmente pálida y opaca
se veía tenuemente bronceada, los pocos músculos que tenía estaban marcados y
la tela de la túnica se pegaba a mi pecho dejando ver las líneas de mi torso,
pequeñas gotas se deslizaban por mis mejillas e instintivamente lleve la
diestra para tocarla e impedir su camino, pero al hacerlo una serie de jadeos
se dejó escuchar.- ¡No lo miren!-Alguien
grito, levante la mirada y vi que era ella, la mujer que siempre cuido de mí,
Pentesilea, por fin recordé su nombre.
-¿Por qué no
han de mirarme?- La
voz con la que me hice presente se escuchaba diferente a la que tuve en el
pasado, era más suave, pero al mismo tiempo fuerte y decidida. Antes de poder
decir algo más en contra de aquella, ella volvió al ataque con sus amenazas a
las otras sacerdotisas.- Está maldito…
Recuerden porque han estado aquí, esta es nuestra ofrenda a la diosa Afrodita,
él.-Me señalo con un dedo de manera dura. -Es la razón por la que debemos ser fuertes, es quién nos pondrá a
prueba para caer en la vida pagana, llena de sentimientos que solo deben
servirnos para venerar a nuestra diosa. Cúbranse los ojos, no lo miren esta
maldito, Eros está maldito. –Y con esas palabras se cubrió los ojos con los
manos, presionó con fuerza que vi sangre corre por su rostro. No podía entender
lo que estaba pasando, ¿La diosa Afrodita me había encerrado aquí? ¿Yo estaba
maldito? Sin poder estar más ahí salí y pude ver que las acciones de Pentesilea
se repetían en las otras sacerdotisas, estaba asustado, mi cuerpo me pedía que
las mirara que las hiciera desearme, pero no quería, mi interior luchaba y se
debatía.
Llegue a mis aposentos y me escondí en
uno de los rincones que se formaba por una columna y la pared, recogí las
piernas y las abrace, nunca antes sentía el miedo que ahora gobernaba mi ser,
las palabras que ella grito me dejaron consternado ¿Por qué alguien me habría
encerrado aquí? Apoye la frente sobre mis rodillas y tense todo mi cuerpo,
desee desaparecer, no volver a ver a ninguna de aquellas mujeres. ¿Por qué no
cortaban los hilos de mi vida y me dejaban viajar por el averno? ¿Ahí sentiría
menos desolación y soledad? Intente regular mi respiración, el dolor en mi
pecho por haber estado demasiado tiempo en el agua. -¿Quién soy?-Murmuré moviendo ligeramente los labios, ahora más que
nunca no sabía cuál era el camino que debía de seguir, no sé cuánto tiempo
estuve en aquel rincón mirando a la nada.
-¿Dónde
está?- Los
murmullos que provenían de afuera me hicieron despertar de mi letargo, miré a
mi alrededor y todavía estaba en mis aposentos, miré mi lecho y me levante
lentamente para poder caminar hasta él y poder recostarme, no sé porque ellas
todavía no entraban. Un ruido ensordecedor me hizo despertar todos mis
sentidos, provenía de afuera, era el sonido que se escuchaba cuando el viento
golpeaba los árboles, pero este tenía una fuerza mayor, pronto se escucharon
gritos de las sacerdotisas. “Eros, Eros…” gritaban sin cesar. En lugar de salir
e ir a su encuentro, me escabullí por los corredores donde sabía que nadie
estaría ahí buscándome, algo malo sucedía y no quería enfrentarme a eso, tenía
miedo, era la sensación de ser buscado por algo poderoso, por alguien poderoso,
la sensación en mí solo podía ser un dios, un dios poderoso, uno de los
principales, asustado corrí con todas mis fuerzas hacia el jardín ahí pude
escuchar con mayor intensidad los gritos de algunas mujeres, pero no de todas.
A pesar de que la toga se me enredo en las piernas con cada paso que daba, la
apreté con fuerza con las manos, era lo único que tenía a lo que aferrarme
cuando un rayo surgió del cielo y atravesó el templo, un fuerte crujido de
destrucción vino cuando miles de rocas volaron por todas partes y una golpeó
uno de mis hombros, el dolor era mínimo y pronto ceso.
-Pentesilea…-Una voz silencio cualquier
otro sonido, era fuerte y femenino, pero sobre todo se escuchaba encolerizado.- ¡PENTESILEA!-.Aulló tan duramente
que caí al césped y me escondí entre los arbustos. –A-Aquí estoy señora mía…-La voz de aquella mujer que me cuido
estaba llena de temor, la vi acercarse a pesar del miedo que le producía los
temblores, y al parecer aún podía ver.-
Dónde está mi hijo…- La diosa miró a la mortal con ojos de ira, pero yo aún
no entendía las palabras que ella decía.-
Dejaste que Eros despertará su verdadera identidad… Todo el poder que lleva
consigo no es bueno, ¿sabes los problemas que me dará? –Explico sin hacer
una pausa, la otra mujer mantenía la cabeza gacha y pegaba sus brazos a su
pecho, sus manos se aferraban una a la otra y meneaba la cabeza.-Lo-Lo siento mucho, diosa… yo no creí que
él estuviera pasando ya por el cambio… -Se excusó entre palabras torpes. -Más te vale encontrarlo antes de que sus
poderes de dios se desarrollen por completo y comience a arruinar todo lo que
yo soy.-Ordeno sin dejar de mirar a la mujer. -Y ya que eres la única que pudo resistirse a su mirada, debes
arrancarle los ojos para que no pueda ver nada más.
Entre los arbustos y la tierra me encontraba
sin saber qué hacer, cada una de las palabras que la diosa dijo me dejaron con
más dudas que respuestas. La única certeza que tenía era que debía escapar a
como diera lugar. Antes las circunstancias en las que me encontraba decidí que
iría en busca de un nuevo hogar, evitaría mirar a cualquier ser, porque lo que
sabía mi mirada era peligrosa, ¿en qué sentido? Aún no podía descifrarlo, pero
sin duda algo tenía que ver con la manera en la que algunas sacerdotisas me
miraron, pude reconocer el deseo en sus ojos, deseo por tocarme y que también
yo lo hiciera. Cuando asome la cabeza para verificar que la diosa se había ido
tan fácil como llegó, sonreí ligeramente.-
Quizás este sea un nuevo comienzo…-Sonreí ante la idea y una imagen lejana
de cuando era niño llegó a mi memoria. Recuerdo que me encontraba en un prado y
Afrodita se me presento, me dijo que era especial y que nunca debía mirar a las
personas porque les podía hacer daño, esas imágenes por mucho tiempo creí que
eran solo sueños, pero ahora estaba seguro que sí pasaron y la diosa me
advirtió sobre aquellos, eran una maldición… Un castigo porque ella debía ser
virgen y no lo era, yo era la prueba, o al menos eso creí. –ChangMin… Ella siempre me llamó ChangMin.- Ante la idea de tener
un nombre que no fuera el que los otros dioses habían impuesto me sentí feliz,
solo por un instante porque el ruido de los truenos me saco de la ensoñación,
debía huir porque no me encontraba a salvo, no mientras Afrodita quisiera
sacarme los ojos…
~ o ~ o ~ o ~
Llevo una semana en Creta, algunas
personas me han mirado con interés cada vez que paso a su lado, pero evito
levantar el rostro y verles a los ojos, tampoco hablan mucho conmigo, es como
si percibieran que algo en mí no está bien. La túnica que llevo desde el día
que escape ya está sucia, y la sensación de estar impuro no me deja tranquilo,
por eso ahora me encuentro en una playa que he notado que las personas no
suelen visitar, se ha vuelto mi nuevo hogar porque no tengo porque ocultarme y
puedo ser yo mismo, a pesar de que siempre desee ver el exterior, no es nada
como imagine, la comida que en el templo tanto estuvo a mi disposición ahora es
escasa para mí, debo racionar lo poco que consigo de los árboles y el mar.
Aunque realmente la comida no me importa mucho, he notado que puedo pasar
varias horas sin comer o beber agua, pero el placer que me causa degustar los
alimentos es lo que realmente me anima a seguir consumiéndolos.
Vigile que nadie estuviera en los
alrededores, era el momento de que el sol me bañará por completo con sus rayos
y que el mar limpiara todo lo malo que se había impregnado en mi piel, dejé la
túnica en la orilla, me encontraba cubierto solamente por pequeña pieza de tela
que se pegaba a mi masculinidad. Cuando mis pies tocaron la espuma, sonreí como
un tonto y me impulse por completo para zambullirme en la salina agua, y
nuevamente la sensación de opresión en mi pecho surgió, mi cuerpo sentía
cosquillas y estás me instaron a tocar mi brazo derecho, toque mi torso,
sintiendo como todo mi ser se revitalizaba y un sentimiento de placer se
despertaba nuevamente en mi interior, estaba tan perdido en todas las
sensaciones que no me percate que alguien en la orilla tomó mi ropa e inhalo
profundamente el aroma de esta. En el instante que sentí un cosquilleo en mi
bajo vientre dejé escapar un gemido de placer, mismo que fue escuchado por
aquel hombre en la playa, la mirada penetrante que me dedico me hizo darme
cuenta de su presencia. Cubrí mis labios con la mano derecha y respiré agitado,
¿Quién era él? Baje la mirada y lo encontré con mi ropa en sus manos, me erguí
por completo para parecer imponente, me acerqué a la orilla y caminé hasta que
mis pies reconocieron el cosquilleo de la arena. Innumerables gotas se
deslizaron por mi cuerpo y el sol le brindo una sensación de calidez y
resplandor, no estaba acostumbrado a que otros me vieran prácticamente desnudo,
pero él no me intimidaría, ahora que sabía que yo era un dios, algo de poder
debía de tener… ¿o no lo tenía?
-Eso…-Señale mi túnica en sus
manos. –Me pertenece.- Lo miré
profundamente a los ojos, pero no noté ningún cambio en su expresión, no tuvo
el mismo efecto como con las sacerdotisas. –Estaba tirado aquí, a la orilla del
mar, no creo que tenga dueño.- La sonrisa con la que me miró, provoco un
suspiro que ahogue, debía admitir que era atractivo: sus cabellos eran negros y
cortos, tenía unos ojos pequeños y almendrados, su nariz recta, era del tamaño
justo para su rostro, por último sus labios eran carnosos y sin saberlo,
besables, aunque nunca he besado a alguien, supuse que de alguna forma debían
ser suaves. Era tan alto como yo, pero unos centímetros ligeramente más bajo
que eran compensados con la anchura de su espalda y la complexión general de su
anatomía. –Estaba en la arena, pero por
si no lo notaste, yo estaba ahí, me pertenece.- Reclame con todo infantil,
entrecerré los ojos y le arrebate la tela de sus manos, me gire para darle la
espalda colocándome la ropa. La risa detrás de mi espalda me dejó perplejo,
volví la mirada y me encontré con una brillante sonrisa. –Lo siento, no quería ser grosero, pero es tan raro encontrar a alguien
por aquí, además es peligroso para alguien de tu belleza estar tomando un baño…
¿No has escuchado sobre lo carnales que son algunos dioses? –Sus palabras
me dejaron desconcertado, ahora parecía una persona más amigable, aun así no
podía bajar la guardia. -¿Carnales? No conozco esa palabra.-
Terminé de colocarme la prenda y vi que la ropa que el portaba era similar a la
mía, pero de un color más parecido a la arena que al blanco que yo usaba.
-¿No sabes qué
es? Entonces no me extraña que estés tentando a los dioses a venir por ti,
aunque también me has atraído a mí, aunque no debes preocuparte.- Extendió los brazos para
negar con las manos cuando notó que me asuste por sus palabras. –No sé de lo que estás hablando, los dioses
no son como tú piensas, tienen demasiadas ocupaciones como para vigilar a todas
las personas.- Replique con todo lo que sabía acerca de las deidades y que
justamente aprendí en el templo. –Pareces…
Estoy seguro que has vivido en algún templo, es demasiado obvio. –Señaló al
mismo tiempo que se volvía a acercar a mí, por mi parte le miré con intensidad,
sentí como mis ojos refulgían de aquel deseo que sabía podría incitar a otros,
pero nada sucedió. Extendió una de sus manos y yo aleje las mías hacia atrás de
mi cuerpo. -¿Por qué quieres tocarme? –Exclame
con la voz ligeramente en un tono más alto. Ningún ser debía tocarme, ni hombre
ni mujer, son las palabras que siempre me enseñaron, porque no podía saber si
era impuro y su suciedad podía mancharme, pero él pareció ignorar mi negación
por completo porque tomó mi mano derecha y la estrecho con la suya. –Me llamo YunHo, y te toco, porque es
normal al saludar a una persona que acabas de conocer y quiere ser tu amigo.
-¿Amigo? ¿Por
qué quieres ser mi amigo?-
Replique con la duda en mi cabeza, nunca antes tuve un amigo, y por ende
desconocía todo sobre ese tipo de relaciones, por vivir siempre en el templo
tenía amplios conocimientos, pero esos se limitaban cuando se trataban de la
vida cotidiana.- Porque pareces perdido,
y quiero ser de ayuda ahora que he sido desterrado de mi hogar… Y si te digo
que los dioses pueden ser malvados es porque a mí me ha tocado sufrir sus
consecuencias. Para que sientas confianza en mí te contaré mi historia, soy de
un poblado que se encuentra a unos miles de kilómetros de aquí, vivía cerca de
un templo al dios Eros, pero la diosa Afrodita lo destruyo, no sé la razón
exacta, pero sé que tiene que ver con mi rechazo. –YunHo hablo con
sinceridad o eso pareció, ya que no confiaba en él todavía y no sabía porque me
contaba todo aquello. Pero lo que más me sorprendió es que él rechazara a
Afrodita, la diosa más bella que sus ojos habían visto y que también era su
madre. Hasta ese momento no me percaté de una de sus frases.- ¿Acabas de decir el dios Eros? –Dije incrédulo porque aquello se
escuchaba por completo descabellado, pero el asintió y sonrió, su sonrisa me
hizo ruborizar, pero su sinceridad me hizo suspirar.
-Sí, el dios
del amor… Deseo… No estoy del todo seguro, pero creo que era algo así, se decía
que si amas a alguien lo invocas a él para que esa persona te amé, el tirara su
flecha en la dirección que tú le pidas y la certeza se verá reflejada con la
ofrenda que le dediques.-
Volvió a sonreír y movió las manos de forma expresiva, fingió tener un arco en
los brazos y disparar, y el sitio donde “disparó” era yo. Me sentí ruborizar y
prácticamente ignoré cada una de sus palabras, tan solo quise seguir escuchando
su voz. –ChangMin… Me llamo ChangMin. –Mencioné
repentinamente, no sabía si decir aquel, mi verdadero nombre me traería
problemas, pero lo dudaba, YunHo menciono a Eros, y por lo poco que pude lograr
analizar, todos sabían de mi existencia, que era un dios y que también me daban
ofrendas, y yo sin saber nada sobre aquello. ¿Yo tirar una flecha? Si ni
siquiera he visto o tocado una.
Así pasamos el día, YunHo hablando sin
parar y yo haciendo algunas preguntas sobre lo que no conocía, que era casi
todo. Me hablo largamente sobre la maldición que la diosa Afrodita había
lanzado en él, estaba destinado a no sentir amor por otra mujer ni deseo por
hombres, él la había rechazado porque amaba a otra mujer, eso fue suficiente
desaire para ella, incluso yo me sorprendí porque él estuviera vivo, la cólera
de los dioses era algo de temer, yo que era hijo de aquella diosa había mandado
a arrancarme los ojos. Sin embargo no mencione nada de eso, tan solo me límite
a escuchar y cuestionar, así acabo el primer día junto a YunHo, él era amable y
también atento, se preocupaba por mí a pesar de que no me conocía por completo.
Acepte que se quedará en mi escondite porque al igual que él, yo también quería
un lugar tranquilo para vivir, alejado de las demás personas que podrían
dañarme. –Puedes quedarte el tiempo que
desees.- Susurre unos momentos antes de dormir cada uno en sus respectivos
lechos de hierbas secas, la cueva que había encontrado el mismo día que llegue
a Creta era algo tenebroso por la oscuridad que emanaba, pero también me sentía
seguro porque no había nadie más que pudiera ver mi ojos y sentir aquel deseo
que estaba maldito. -¿En verdad
ChangMin? Me alegra escucharte decir eso, ya verás que los dos viviremos con
mayor comodidad, yo podré enseñarte todo lo que no sabes sobre las personas.-
Imagine la sonrisa en sus labios y también sonreí, suspiré y me acurruque en mi
lecho.- Duerme.-Señale a pesar de
que quería seguir escuchando su voz.
~ o ~ o ~ o ~
Al estar junto a YunHo no me di cuenta
del tiempo que había pasado escondido, con él todo parecía ser más fácil, la
comida era divertida porque no solo nos esforzábamos en conseguirla, también lo
hacíamos al momento de preparar pequeños banquetes cada tarde para después
comer a la luz de una fogata que nos permitía seguir nuestras largas charlas.
Durante los días tomábamos pequeños refrigerios, para después caminar hasta
adentrarnos en las profundidades de las los árboles para recolectar frutos,
semillas y raíces, yo me encargaba de guardar todo lo que conseguíamos, con mi
túnica formaba un recipiente y ahí dejábamos todo lo que recolectábamos, si era
muy pesado YunHo lo cargaba, y durante todo ese tiempo hablábamos, de lo que
habíamos soñado o alguna inquietud que hubiese surgido durante la noche. En una
ocasión me pidió que le cantara, y acepte, pero esa pequeña melodía se
convirtió en un largo concierto, cante hasta que ya no podía hablar y YunHo
estaba maravillado, y yo quería que se sintiera de ese modo, me sentía feliz
porque por fin, después de mucho tiempo estando en soledad alguien se fijaba en
lo que yo podía hacer, YunHo me gustaba de eso no había duda.
-YunHo…
YunHo… YunHo me gustas. –Hable
de la nada cuando nos dirigíamos a un arroyo que de pura casualidad un día encontramos.
–Me gusta pasar el tiempo contigo,
escucharte hablar y…-La mirada que él tenía me dejó desconcertado, no
parecía la misma persona con la que yo había convivido las últimas semanas. –ChangMin lo siento, yo no puedo
corresponder a tus sentimientos, no puedo amar ¿Entiendes? Estoy maldito. –Su
voz ecuánime me dejó asustado, nunca creí que alguien como él pudiese hablar de
esa forma tan fría y sin sentimientos. –YunHo…
Yo no te amo… Solo me gusta estar contigo…-Murmuré frunciendo el ceño,
nunca creí que esas palabras que para mí eran simples pudiesen sacar ese lado
de él. Su semblante cambió al instante y la sonrisa en su rostro volvió a
aparecer. –Por un momento creí que
tendría que marcharme para mantenerte a salvo… -Levante la mirada para ver
su rostro, no entendía a qué se refería. -¿De
qué hablas? –Suspiró profundamente y continuó con nuestro camino hacia el
banco de agua.
-ChangMin,
cuando te mencioné la maldición que pesa sobre mí, no te dije toda la historia.
–Su
confesión se sintió como una ligera opresión en el pecho, porque tampoco yo
había sido completamente sincero con él y aun así me sentí, de cierto modo,
traicionado por aquella información oculta.-
¿Qué es lo que no me contaste?- Sin mirarle apresuré mis pasos cuando
estuvimos cerca del arroyo, me quite las sandalias y me senté en una roca para
poder bañar los pies en el agua, hice todo eso sin mirarlo. Porque a pesar de
que dije que solo me gustaba como amigo, en mi interior sabía que algo estaba
creciendo, un sentimiento más profundo por YunHo. –Afrodita vendrá por mi si se entera de que estoy con alguien, se
supone que no debo amar, pero todavía tengo la capacidad de hacerlo, el castigo
es más una advertencia ella dijo exactamente estás palabras: “el día que estés
con alguien especial, con una persona que creas amar, yo llegaré y la alejaré
de tu lado, y ahí comenzará tu verdadera maldición porque cada vez que intentes
recordar a tu ser amado, yo le haré odiarte y tú solo podrás amarle”.
–YunHo repitió aquella maldición sin detenerse, mantenía los ojos cerrados y
una sonrisa que no era de felicidad, tan solo era un gesto en el que se podía
ver el sufrimiento por el que estaba pasando. -YunHo… Tú amas a alguien, ¿verdad?- Al hacer esa pregunta sentí
una punzada en mi interior. Él se acercó y se sentó a mi lado. –Ciertamente no, pero pensar en todo lo
que sufriría me hace sentir mucho miedo, por eso, ChangMin, no debe existir
ningún sentimiento entre nosotros.- La mirada gentil que sentí por su parte
me obligo a sonreír, pero después de hacerlo baje la mirada y miré mis pies pálidos
que al moverlos formaban ondas, respiré lenta y silenciosamente sin añadir ni
una sola palabra, no tenía ninguna para expresar la tristeza que sentí por
YunHo, por su autoimpuesta incapacidad para amar, y también la sentí por mí,
porque que en el fondo deje crecer ilusiones sobre cómo sería estar enamorado
de él, pero sobre todo por cómo sería si él estuviera enamorado de mí.
-¿Sabes? –Comenzó a hablar nuevamente
YunHo. –Quizás sí exista una forma para
que yo pueda amar, pero sería algo difícil.- Sus palabras captaron
nuevamente mi atención y la dirigí a él. -¿Cómo?-Sonreí
sin darme cuenta y deje que las esperanzas volvieran a aparecer. –Estoy seguro que el dios Eros puede
ayudarme… El hace que todos se amen, y sí yo encuentro a alguien que sienta lo
mismo por mí, le pediré a él que lance una de sus flechas y que esa persona
solo pueda sentir amor. –Su sonrisa se hizo grande al igual que el vacío en
mi interior, ¿sería yo quién debía de hacer que la persona que YunHo amará le
correspondiera? Yo era Eros, yo era el único que podría ayudarlo y no quería
hacerlo, porque egoístamente no deseaba que él amara a alguien más. –YunHo… YunHo. Debo irme. –Me negaba a
ayudarlo, jamás lo haría, si no podía ser a quién YunHo amará, entonces nadie
le correspondería. Me levante de forma rápida y amarré las sandalias a mis
pies, respiré profundamente e ignoré su mirada incrédula.- Adiós, YunHo.- Murmuré al comenzar a caminar, aunque me prometí
caminar sin detenerme, miré de soslayo lo que él hacía, estaba enojado, pero
también deseaba que él me detuviera, aunque ciertamente por la posición en la
que YunHo se mantenía me dio a entender que realmente él se quedaría allí
sentado.- ¡YunHo, yo soy Eros!-Grite
sin mirar hacia atrás, caminé lo más rápido que pude hasta que después sentí el
viento correr sobre mis mejillas, mi corazón latía con fuerza y pude sentir
nuevamente la opresión en mi pecho, pero en esta ocasión era diferente, era una
especie de dolor y no el placer y felicidad que anteriormente sentí.
Me detuve después de haber estado
corriendo por un tiempo y como imagine, YunHo no había seguido mi andar, sonreí
por lo iluso que era. Él lo había dicho desde el principio, tan solo quería que
fuéramos amigos. Al llegar a una serie de rocas me deje caer, la arena me raspo
superficialmente y el dolor que sentí a penas se comparaba con lo que sentía en
mi interior. Porque por fin había encontrado a alguien que no estaba interesado
en hacerme cumplir órdenes, y tampoco me mirada de manera devota, al menos no
sentía la devoción que yo espera de su parte. Por última vez miré hacia atrás y
confirme, nuevamente, que no había nadie. Suspiré y apoye un brazo en una de
las rocas, pegue mi frente y el calor de estás ardió en mi rostro con un
pequeño gemido liberé la sensación de dolor. Lloré por un par de minutos hasta
que sentí una mano tocar mi hombro, levante la cabeza con brusquedad y me aleje
de ese tacto, podía reconocerlo en cualquier lugar y mis ojos confirmaron lo
que ya intuía.
-Por fin te
encontré, Eros. –Pentesilea
me miró y escruto cada parte de mi cuerpo, parecía que estaba buscando algo, la
tela de su túnica se meneaba por el viento y regresaba al mar. –No creí que fuera difícil encontrarte,
creí que te encontraría abusando de tus poderes, haciendo caer en la lujuria a
todos a tu alrededor, pero veo que no es así, estás aquí, solo y… con el
“corazón roto”. –Mencionó las últimas dos palabras con burla, me quede en
silencio porque por experiencia sabía que ella era inmune a lo que yo podía
causar. El tiempo que pase con YunHo me ayudo a comprender la capacidad de los
poderes que poseía, podía dominar a quien quisiera, arrastrarlos hacía mí para
que fueran sumisos, pero nunca lo hice, no tuve deseos de ser aquel a quien la
sacerdotisa mayor pretendía encontrar. –Sabes
que no puedes tocarme, Pentesilea, aleja tus sucias manos de mi.- Le grite
y me levante de inmediato. Ella estaba acostumbrada a ese tipo de desplantes
por mi parte por lo que no le extraño, pero algo raro había en la luz de sus
ojos. – Ahora estás actuando de ese
modo, pero en un momento más tan solo podrás llorar, Eros, Afrodita sabe que
estás aquí, tuviste la osadía de escapar del templo y dejar que ella perdiera
parte de sus poderes y gloria.
-Ella es mi
madre…-Musite
para saber un poco más de aquella diosa, que solo vi durante mis primeros años
de vida. –Así es.- Dijo Pentesilea
con un largo suspiro, al fijarme más en ella pude notar la marca de sus uñas en
sus propios parpados, ya no sangraban como en aquella ocasión, pero se veían
las líneas aún.- Ella es tu madre, pero
nadie más debe saberlo, y él que tú lo sepas significa que debes callarlo para
siempre sin importar la forma.- Al decir sus últimas palabras pude ver una
larga daga que era sostenida por una de sus manos, la conocía, era usada para
los sacrificios que muchas veces la vi realizar con algunas jóvenes. Pero ellas
eran mortales que entregaban sus vidas a alguien más, si la sangre de un dios
era derramada existían consecuencias para ella. -¿Qué es lo que pretendes? No me asustas con ello.-Señale el arma
que levantaba lentamente, dudaba que fuera a hacerlo, pero también sabía que
Pentesilea era completamente fiel a Afrodita y haría cualquier cosa para
adorarla y si era matar, lo haría. La vi acercarse y yo me encaré ante ella, no
tenía miedo, pero antes de que yo pudiera defenderme algo la había detenido.
Sus ojos estaban abiertos, me miraba fijamente y un jadeo de dolor escapo de su
boca, fue cuando lo vi.
-YunHo…-Musite al mismo tiempo que
el cuerpo de Pentesilea caía a la arena, ella respiraba lentamente y note que
de su cabeza fluía el líquido rojo de la vida y manchaba la arena.- Ella… Ella vendrá… Mi diosa, vendrá por
ti Eros. –Musito antes de mantener la vista fija en el cielo, esperando a
que su tan amada deidad apareciera, pero lo único que recibió fue la llegada de
hades, el dios del inframundo. Muy en mi interior sentí pesar por ella, quién
me había cuidado toda mi vida, pero aquel sentimiento se iba al recordar todos
mis años de encierro. Sabía que ahora debía enfrentarme con la mirada de YunHo,
pero antes de hacerlo vi como una roca caía al suelo con una gran mancha roja,
el arma que acabo con la vida de la sacerdotisa, pensé. -¿Estás bien?- Su voz me obligo a levantar la mirada y encontrarme
con sus ojos. -Lo estoy, gracias… Aunque no debiste hacerlo, ella no
iba a matarme, tan solo sacarme los ojos. –Dije con indiferencia cuando
gire mi cuerpo para alejarme de ese lugar, no deseaba ver a YunHo y sentir
todos los desconocidos sentimientos que él afloraba en mí. – ¿A dónde vas? –Por segunda vez en el día alguien me toco, podía
contar con los dedos de las manos las veces que alguien me había tocado, y YunHo
era la única con la que no sentía repulsión. Su mano estaba posada en mi hombro
derecho y un escalofrío se liberaba en todo mi ser por su tacto.- ¿No la escuchaste? Afrodita viene en camino
y no se detendrá hasta atraparme, debo huir. –YunHo se movió con rapidez y
tomo mi mano derecha con la suya, comenzó a correr sin mirarme, y yo
simplemente le seguí.
~ o ~ o ~ o ~
Nos detuvimos cuando llegamos a la
cueva en donde pasamos muchos días y al que llamamos hogar. - ¿Aquí vamos a escondernos? –Le miré
sin poder creer que el lugar que escogió era demasiado fácil de encontrar. –No tenemos por qué escondernos. Lo que ella
piensa hacer me tiene sin cuidado… Tan solo quiero estar aquí contigo, pasar
los últimos momentos sin que ella interfiera… ChangMin yo, yo sí te amo.-Murmuro
al apoyar una mano en mi mejilla, movió el pulgar y acarició mi piel
lentamente, me quede en silencio, al escuchar aquellas palabras. ¿Cómo se
supone que debía responder? Sería falso si dijera que sentía algo especial por
YunHo, pero no sabía si era realmente amor, porque nunca antes pude
experimentarlo, pero no tenía tiempo de meditar si yo sentía algo por él, sus
caricias me hacían sentir especial, me hacían sentir importante y valioso, así
que en lugar de pensar preferí dejarme llevar por lo que mis sentimientos
dictaban, aunque era confuso. Acerque mi rostro al suyo y levantando mi mano la
apoye sobre la que él tenía en mi rostro, tomé aire y por primera vez en toda
mi vida toque unos labios, labios que pertenecían al hombre que me enseño a
divertirme, sonreír y ser feliz. Fue un beso lento, de suaves roces, sin llegar
a profundizar, porque yo solo deseaba hacerle saber que de alguna manera
correspondía a los sentimientos que el sentía por mí. –YunHo…-Susurre al deslizar los brazos en torno a su cuello, me
acerqué más a él y pude sentir el poder que estaba oculto en mi ser, deseando
salir y atrapar a YunHo en él, pero no se lo permití, deseaba disfrutar de
aquel momento sin interferencias de dioses o poderes de ningún tipo. Él sonrió y lentamente rodeó mi cintura,
empujo nuestros cuerpos a la cueva y la oscuridad nos cubrió, no era completa,
pero solo podía notar rasgos de su rostro y como esté estaba enrojecido al
acercarse nuevamente a mi rostro para tomar posesión de mis labios, y se lo
permití.
La túnica que cubría mi cuerpo de
deslizo sobre mi piel, me causaron cosquillas, y YunHo retiró toda prenda que
pudiera interponerse entre el tacto de nuestras dermis. Yo me moví de forma
torpe y también desprendí de su anatomía sus ropas, volví a colgarme de su
cuello y busque su contacto como nunca antes lo deseé. El apoyo las manos en
mis caderas y pegó nuestros cuerpos al inclinarnos lentamente hasta quedar
recostados en el lecho. Él quedo sobre mi cuerpo y sentí el peso de este, me
resulto atrayente y lo atraje con más fuerza hacia mí. Enredamos nuestras
piernas completamente libres, nuestras pieles de tocaban y las sensaciones
crecían, el deseo por estar unidos era mayo. Mis manos terminaron por acariciar
la larga extensión de su espalda cuando YunHo movió sus piernas para empujar
las mías y abrirlas, hasta este momento no había tomado conciencia de la parte
de su cuerpo que crecía a cada caricia que nos dábamos y tampoco estaba
pendiente de mi propio despertar, pero YunHo sí lo estaba, el me miró fijamente
por unos segundos antes de hundir el rostro en mi cuello, con sus labios
abiertos atrapo pequeñas porciones de piel y tiró de ellas, sentí escalofrío y
jadee, empuje mis caderas hacia él propiciando el encuentro de nuestros miembros,
duros y erectos, el aire que exhale era caliente y la mordida que YunHo me dio
fue gratificante. –ChangMin…-Musito
mi nombre y mordió mi oreja, suspiré y volví a empujar mis caderas para frotar
nuestros sexos, la sensación de ardor se incrementó, pero no era un ardor que
significará dolor, era uno que incitaba a querer más roces, un poco más
profundos, más largos. Sus manos tocaron cada parte de mi torso mientras sus
labios volvían a atrapar los míos en un beso desesperado, uno que quizá fuera
de los últimos. –YunHo… YunHo…-Murmuré
su nombre con desesperación al mismo tiempo que sus labios mordían y halaban de
mi labio inferior. Sentí como una de sus manos bajaba hasta tocar su propia
virilidad y dirigirla hacía mi entrada, no tenía miedo a lo que fuera suceder,
solo deseaba ser suyo, poseer su cuerpo como él lo hacía con él mío. La húmeda
punta de su miembro se froto sobre mi cavidad aún cerrada, suspiré cuando sentí
su cuerpo deslizarse hacia abajo, su cabeza reposó sobre mi pecho y sus labios
se ocuparon de besar cada rincón, mordió y succionó la piel. Con todas aquellas
sensaciones quise facilitar su labor, flexioné las rodillas y levante la
cadera, YunHo sonrió y su respiración me robo un gemido. Su mano se dirigió con
fuerza a su glande en mi entrada, primero lo movió lentamente hasta dejar
húmeda aquella zona con el líquido que brotaba de él, después hizo presión con
ímpetu hasta que logro abrirse camino y por último hundió todo su ser en mí.
Grite como nunca lo había hecho, apreté los parpados con fuerza y siguiente que
sentí fueron suaves movimientos que me hicieron gemir, abrí los ojos y me
encontré con su mirada.
Me aferré a su cuerpo y él se aferró
al mío, nos unimos en una lenta danza, YunHo me enseñó algo que nunca había sentido
en carne propia, el placer, pero no un placer simple con gratificación
inmediata, era un placer que estaba lleno de sentimientos, un placer que solo
podía sentirse con amor. Nuestras respiraciones eran irregulares y sentía
cosquilleos en mi propio miembro con cada penetración de YunHo, intenté apretar
los parpados por las intensas sensaciones que tenía, pero él no lo permitió.- N-No… Mírame, mírame, ChangMin.- Y
me perdí en la profundidad de sus ojos ambos exhalamos un jadeo de placer,
ambos nos entregamos y ambos nos fuimos a un nuevo lugar lleno de corrientes
eléctricas, lo sentí llenarme con intensidad, y yo marque su piel con mi
esencia. Y en la culminación de nuestro acto una profunda luz se hizo presente,
cegó mis ojos, pero no solté a YunHo, nunca podría hacerlo y nunca me soltó, se
aferró a mi tanto como yo a él.
Y todo lo que quedo de nosotros fue
una pequeña flor, intensamente roja, pero que después de un tiempo fue aspirada
por el viento proveniente del mar y cada espora se esparció por el azul del
agua, y pude sentir nuevamente el cuerpo de YunHo junto al mío, pero no tenía
una forma constante, no tenía manos para sujetarlo, pero aun así él estaba
junto a mí, me aferraba a él.
“Eros el dios del amor no tiene forma
ni cuerpo, puede ser travieso o intenso, Eros solo se muestra cuando el amor es
verdadero”.
FIN
—Inserte veinte mil taldos aquí—.
ResponderEliminarOh por Dios~, hermoso... simplemente hermoso <3
Escribes hermoso, uno puede meterse en el rol y sentirse como el personaje. La historia simplemente perfecta, no encontre fallas.
Admito que por momentos me perdía porque casi no se de la mitología griega pero fuera de allí todo bien. Quisiera decir más pero la emoción y el momento no me dejan expresarme bien pero solo dire que esto es PERFECTO
Sigue así y espero leerte pronto c:
hola
ResponderEliminarme gusto mucho el fic pero si me dejaron con la duda de afrodita :c aunque no esta nada mal a mi en lo personal me encanto ojala fuera seriado :c
Muy bonito, algo diferente, me encantó de verdad y coincido con el comentario de arriba, ojalá fuese serial :)
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