Paso la noche contando estrellas.
—Recuerda Changmin…
Se obligó una vez más, igual que las veces pasadas mientras sus ojos se posaban en el reflejo que le regalaba el espejo. Miraba su rostro, sus ojos, sus pestañas, trataba que la vida le regalara la bendición de un recuerdo, de uno mínimo que le permitiera anclarse a un lugar que todavía no le pertenecía.
—Por favor recuerda…
Pero igual que cada noche sus suplicas no era escuchadas, y sus ojos se batían entre el desprestigio de ese cerebro suyo, de esos recuerdos que no se anclaban de ningún otro y lo dejaban incluso peor que antes.
Cada noche, Changmin se miraba en el espejo, intentando recordar, viendo su rostro, practicando expresiones, que esas voces en su cabeza fueran más que simple justificaciones a pesadillas que no terminaban de posarse correctamente en él.
Pero entonces las direcciones se perdían y la desesperación llegaba como cuando se sentía vacío y el eco de una voz llamándolo era lo único que podía procesar en su mente, no había más, solo oscuridad y soledad a pesar de que Minho hacía de todo para mantenerlo al menos estable.
Minho era demasiado bueno con él.
Sabía que no merecía ni un poco de esa pleitesía que tan agradablemente le era entregada, no cuando su estómago se comprimía cada vez que lo veía y solo podía pensar en lo mucho que necesitaba sentir ese calor humano, que el vacío se esfumara y entonces armara un castillo de pretensiones donde al menos, estar solo no fuera una opción para él.
Pero estaba Yoochun… Ese nombre que lo atormentaba y que lo hacía detenerse cuando los ojos de Choi se cruzaban con los suyos y lo miraban esperando algo que él no podía sencillamente ofrecer. Sabía que la libertad no jugaba de su lado, pero si la vida le había dado la espalda, entonces él no podía jugar de su lado tampoco.
Tenía horas sin dormir, mirándose en el espejo mientras el sol aparecía y la mañana se anclaba molesta por la ventana de su habitación, Changmin sabía que Minho dormía, que había ido a la dichosa fiesta y seguramente descansaba. Changmin sabía que mientras él se atormentaba con su pasado, Minho se atormentaba con su presente.
…
…
—A veces no es bueno dejar que el cerebro domine tus acciones.
La voz de Rain lo hizo girar, casi sin movimientos exagerados de su parte mientras el hombre dejaba sus pisadas escaparse con suavidad hasta sentarse frente a él en el escritorio. Siwon era de rutinas, precisas y aburridas, asi que supuso que el hombre había notado lo que él había estado pensando durante los últimos quince minutos.
—¿De que estas hablando?
—Bueno…— Rain únicamente jugo sutilmente con sus palabras —No es el día en que te toca hacer turno de madrugada, ¿he de suponer que no has podido dormir lo suficiente?
—Solo quiero adelantar algo de trabajo.
—¿Qué te preocupa?
Rain era fácil, sus ojos cándidos y su sonrisa amable. Era de esas personas ante las que uno cae rendido en confianzas casi sin percatarse, y Siwon lo sabía muy bien, como un imán de emociones que contemplaba y ante las que él aún no se rendía.
Miró sus facciones, masculinas y atentas a su respuesta, pero Siwon sabía casi tan bien como conoce al mayor, que él esperaba más que por una respuesta, por sus acciones. Por las muecas de su rostro y lo que ocultaba tras ellas.
—No sé a qué te refieres.
—Lo sabes, y muy bien.
—Además no tiene sentido lo que planteas— Siwon decidió dejar los papeles de lado —Se supone que deberíamos pensar antes de actuar.
—Eres detective, sabes muy bien que no siempre es así.
Así que los consejos de Rain se reducían casi siempre a eso, a esas palabras que sonaban incompletas y solo lo dejaban un poco más confundido.
—Los instintos son parte de nuestro trabajo— Volvió a hablar Jihoon en cuanto Siwon olvidara responderle y solo se dedicara a mirarlo.
—¿Y las pruebas?
—Son necesarias, pero mientras las encuentras no te puedes quedar paralizado.
Rain definitivamente era de esos tipos de los cuales no dejabas de aprender. La imagen de Kim Heechul todavía lo atormentaba, lo perseguía como si tuviera la culpa de algo y aunque nadie podía sospechar de qué se trataba, Siwon lo sabía y eso bastaba para atormentarse el doble.
—Cuando quieres ayudar a alguien…— Su voz fue baja, apretando ligeramente los puños sobre el escritorio, empujando sus emociones bajo las facciones frías en medio de la cual se encontraba —Pero es demasiado complicado…
—Entonces solo tienes que esforzarte un poco más ¿no crees?
—No lo sé. Todo siempre es más complicado desde el punto de vista interno.
Rain finalmente suspiró, mirándolo a los ojos como si pudiera leer su mente y atravesarlo con las palabras.
—Hay gente que necesita ser salvada a la fuerza— Lo pronunció con cuidado, como si Choi fuera a reaccionar mal en cualquier momento —Aunque haya que explicarles lo que es la felicidad. Porque aunque no lo creas, hay personas que en realidad no saben lo que es eso.
—¿Personas como yo?
—Créeme Siwon— Sonrió el mayor —Hay personas en mucha peor situación emocional que tú.
Así que la sonrisa se posó en los labios de Siwon, como una broma incompleta entre él y el mayor quien estiró un poco su cuerpo. Cansado al parecer mientras él todavía deslindaba sus pensamientos hacia otra persona, tan lejos y tan abrumado, como la niebla en la que se estaba transformando su vida.
…
…
Sungmin no solía preocuparse mucho por Heechul, aunque inevitablemente lo hiciera, el mayor lo había acostumbrado a un estado de indiferencia absoluto, donde nada era lo suficientemente bueno, o lo suficientemente malo como para tocarlo y el resto era solamente como el paso del viento a su alrededor.
Sungmin se había acostumbrado a mirarlo con cierto grado de admiración, porque lo tenía todo y le faltaba tanto, en eso momentos era que su mirada se apagaba y con la ingenuidad propia de su personalidad trataba de regalarle sonrisas mínimas en la simpleza de las cosas.
Pero últimamente Heechul está apagado, sus expresiones, su voz, el movimiento de su cuerpo es como una precisión marcada y entrenada, mientras le comenta sobre algo que leyó en el periódico o compra alguna cosa que finalmente no le va a servir o simplemente nunca utilizará. Pero Sungmin sabe, porque el peso de los años es bastante, que a su amigo le pasa algo, que no es la visita de Leesang, posesiva y amedrentadora lo que ha provocado ese estado de animadversión con el resto del mundo.
—¿Me pasas la sal?
Sin embargo sabe, como cuando pasa horas viéndolo escoger alguna prenda, que Heechul no dirá nada, mientras no se sienta preparado.
—Ten.
Conoce de sus costumbres a la hora de cocinar, mientras mueve su cuerpo y finge concentrarse, pero Heechul no lo está por que lo ha visto realmente inspirado mientras se desliza por la cocina y prepara algo delicioso para él, lo ha escuchado silbar y moverse grácilmente, hoy en cambio, permanece callado y con su mirada fija en la cocina.
—Hyung…
—Sungmin estoy ocupado.
Tragó duro porque la voz de Kim fue como un témpano de hielo.
—Me preocupas— Susurro brevemente antes de abrazarlo por la espalda, que su rostro tocara la espalda del otro y el suspiro pesado de Heechul se palpara en cada espacio de su frente —Confía en mí por favor.
—Eres como un niño pequeño.
La culpa de una vida no pagada cacheteaba la conciencia de Heechul cada tanto, así que en lugar de alejarlo con alguna broma de por medio solo acarició sus cabellos y suspiró. Dejando que su voz soltara lo que sus pensamientos marcaban.
—¿Sería tan difícil huir de él?
El cuerpo de Sungmin se tensó de repente.
—Sería como suicidio Hyung, él es peligroso.
—Leesang dice amarme.
—El amor es peligroso Hyung— Sungmin se separó apenas, mirándolo a los ojos, reafirmando sus palabra —Él va a buscarte hasta debajo de las piedras, si piensas huir entonces haz que valga la pena, porque nunca más podrás volver.
Los ojos de Heechul esperaron un poco, luego solo se deslizaron por la cocina y miró las patatas saltar sobre el aceite y pareció despertar del letargo.
—Déjame terminar de freír esto.
Logró alejarlo suficiente, antes de que su mano buscara un poco de agua y la botella rebotara en el mesón sobre el sartén que pronto rebotó hacía él haciendo que Sungmin por instinto retrocediera. Sin embargo la suerte no corrió de su lado. La quemada se plasmó sobre su piel, ardiendo como si fuera la primera vez que aquello lo tocaba.
—Maldición…
Y Sungmin como era de esperarse, abrió mucho sus ojos y se pegó a él, como si fuera la herida más grave de todas.
—¡Hyung! Rápido hay que llevarte el hospital.
—¿Qué? Claro que no.
—Mírate la herida, por supuesto que iremos.
Y su herida enrojecida palpitaba con molestia, su piel suave marcada por ese estúpido incidente, perforando su mal humor, dejándolo de lado, a él y sus preocupaciones.
…
…
Se suponía que era secreto, que irían despacio y no mezclarían las cosas. Pero era inevitable como cuando Jaejoong deseaba verlo o hablar con él, inevitable como cuando Yunho se le acercaba y sus brazos por instinto lo rodeaban y luego suspiraba.
Pero entonces todo cambiaba de rumbo y el mundo parecía un lugar demasiado grande para los dos. Jaejoong tenía esa maravillosa costumbre de jugar con las hebras de su cabello entre los dedos, pronunciar palabras suaves cerca de su oído y suspirar cada tanto.
Jaejoong era paz, absoluta y confiable.
El problema era que Yunho no podía determinar hasta que punto confiar en esa paz.
Las mentiras que trabajaban en la enmarañada mente de Jaejoong seguían siendo un misterio y el peso de la verdad sobre sus hombros caía como un yunque cada que miraba esos ojos o los reportes de su avance no lograban ningún logro.
Entonces entrecruzabas sus dedos, con la firme idea de que si se mantenía un tiempo más de esa forma quizá el tiempo no correría tan rápido y le permitiría un poco de plusvalía, esa que no poseía.
—¿En qué piensas?
La voz suave de él logra cerrar las casillas en los engranajes de su mente, suena como eco y se eleva como mandato aunque el mismo Jaejoong no lo sepa.
—Nada en especial.
—Últimamente luces cansado.
Y es por que no puede dormir, la imagen de su futuro lo atormente, se conjuga con la imagen de él y deforman sus intenciones, pero Yunho sonríe, acaricia el rostro y pretende que una sonrisa puede calmar sus males.
—Es por el trabajo, no te preocupes.
Últimamente se siente vacío, un espacio en su pecho y estómago que no es fácil de asimilar, tal vez se apresuró en besarlo, quizá debió pensarlo un poco mejor, pero no tiene oportunidad de retractarse, ha besado esa boca y Jaejoong espera devorar su alma por completo, porque cuando le sonríe, cuando lo abraza, el mundo se vuelve chiquito.
—El vuelo de Boa sale en una hora y media, es mejor que ya vayamos al aeropuerto.
Cada esencia de Jaejoong se ha quedado impregnada en su piel, mira su rostro pacifico, sus ojos suaves y su sonrisa hermosa, esa mente privilegiada que no tiene pasado que lo defina, que no carga penas ni culpas. Tan limpio como esas nubes inalcanzables que el hombre todavía no puede contaminar.
De repente se ve hipnotizado, por ese rostro que lo espera, que lo mira curioso, así que al no recibir respuesta Jaejoong parece tomar la iniciativa de levantarse y sin embargo su mano toma ese brazo, delgado y fuerte. El corazón late rápido, anticipado a sus pensamientos, Jaejoong parece comprenderlo por que cierra sus ojos un segundo y luego su expresión se debilita.
Como si se sintiera desprotegido de repente.
Si habla, puede arruinar las cosas.
Por eso lo besa, porque los besos pueden construir un mundo de fantasías y pretende olvidar que un beso también puede ocasionar más caos que el que repara, así que se aferra a ese cuello níveo que la vida le regala, a esa piel que sus manos tocan y Jaejoong de pronto no parece ajeno a las caricias, por que sus manos le regalan el tacto caliente que esperaba, a su altura, en su rostro respondiendo a las caricias mudas de sus cuerpos.
Así que antes de que Yunho pueda encontrarse con su mundo se deja caer sobre el sillón y el cuerpo de Jaejoong lo acompaña, como si leyera su mente y estuviera dispuesto a entregarle el alma si se lo pidiera. Siente el pecho del otro latir con fuerza sobre el suyo, en ese cuerpo ligero y desconocido para él.
Su boca a descubierto que puede besar de diferentes maneras, porque cada vez que lo mira es un beso diferente y justo ahora es un beso que sabe a casualidad y a medio, abriendo sus ojos a los riesgos que se ha autoimpuesto, que él le ha regalado.
¿Es siquiera razonable sacrificar tanto por él?
—Yunho…— Su voz le juega en contra, Jaejoong se separa y habla cerca de sus labios, entrecierra los ojos sobre su cuerpo y la sola imagen le resulta demasiado, acaricia su lívido y enajena a su pobre razón —Yo… te quiero tanto.
Si pudiera decirle que no.
Que se detuvieran y volvieran a lo de antes.
Si pudiera… Yunho no estuviera extinguiéndose entre sus brazos.
—Jae…
Así que suspira entre sus bocas con la poca cordura que le queda, su cuerpo pide a gritos un poco de Jaejoong, algo de esa esencia viva que lo rodea, algo de ese sentimiento que no acaba de procesar. Quiere un beso y otro. Una caricia y un susurro.
Rodea su cuerpo y se pega a él a esa boca que también busca la suya que parece responder sin problemas, dispuesto a encantar su mundo de repente, sorprendiéndolo como cada vez que puede. Así que Yunho olvida y se pierde, entre sus brazos, entre su boca, en la manera que piensa cuando esta con él
…
…
—Voy a buscar a un doctor, ya vuelvo.
—Sungmin no es… necesario.
Heechul suspira, virando los ojos como de costumbre cuando Lee exagera las cosas y se alarma por todo, mira su mano vendada descuidadamente, quema todavía la herida y una mueca está en rostro todavía, únicamente necesita un poco de atención, nada demasiado complicado.
Sin embargo Sungmin ya se ha perdido entre la gente y él espera en una pequeña silla en aquel pasillo, deja descansar la mano sobre su muslo, odia su piel maltratada por un descuido. Suspira de nuevo y piensa que es mejor que Sungmin consiga un buen médico, uno que no le deje una sola marca en su mano.
—¿Cómo que ninguno de los dos ha venido?— Heechul mueve un poco la cabeza, la voz masculina se pierde entre las personas, y si embargo su perfil es lo suficientemente reconocible a sus ojos —Llámenlo. No es posible que ninguno de los dos aparezca.
Siwon pretendía caminar como si nada, repartiendo órdenes que sabían a disgusto, Heechul no se mueve y sus ojos se encuentran, como una mala broma y la resignación golpeando en las paredes de su mente. Espera que Siwon lo ignore una vez más, como una mancha inconsciente que ha pasado por su camino. Pero esta vez Choi parece acorralado, por que lo mira y deja de respirar.
—Heechul…— Tan pronto como pronuncia su nombre, los ojos de Siwon viajan hasta su mano, él trata de esconderla, no necesita de su lástima. De la lástima de nadie —¿Qué te paso?
—Nada…
Así que interpone su cuerpo como si realmente supiera lo que hace.
¿Por qué demora tanto Sungmin? ¿Qué retrasa sus pasos que no puede sacarlo de ahí?
Urge huir, porque Siwon lo toca, parece preocupado, desnuda su herida y Heechul siente otra vez el abismo. Siwon nunca debió mirarlo de nuevo. Porque otra vez tiene ansias de libertad. Lo carcome por dentro.
—¿Cómo te hiciste esto?— Siwon frunce el ceño, mueve un poco su mano y después de un rato jala de él, interpola sus pasos entre las personas y Heechul solo puede ver su espalda, amplia y musculosa mientras la gente los ve avanzar apurados —Yesung ¿dónde está?
La enfermera se movió sorprendida el grito de Choi alarmándola de repente, antes de tragar duro y mirar de soslayo a Heechul.
—En su consultorio.
Entonces todo sucede demasiado rápido de nuevo, diferente a la primera vez que lo vio, pero similar a la última vez que pudo estar junto a él. Lo lleva hasta un lugar y Heechul pierde el rumbo, hace mucho que es un cuerpo vacío y perdió la personalidad en el camino. Esa personalidad vivaz y resplandeciente que oculta tras acciones que no son las suyas.
Yesung lo mira intrigado, habla con Siwon en voz baja antes de regresar a él y revisarlo como es adecuado, cura su herida y lo hace con cuidado, lo mira a ratos como si lo conociera, Heechul muere por preguntar lo qué sucede, sin embargo muerde su labio.
Cuando el celular en su bolsillo sonó, Heechul se encogió un poco en su lugar.
—¿Sungmin? Si, estoy en el hospital. No te preocupes ya me están atendiendo— Sungmin habla bajo y preocupado, en medio de tanta soledad. Heechul sabe que solo le queda él —Estoy en consultorio 411. Si, de acuerdo.
—Es una quemada, no demasiado grave por suerte— Yesung termina de curar su herida y se quita los guantes, con una expresión seria y calmada que le sabe a frialdad —Con suerte no quedaran cicatrices. Pero debes aplicar constantemente la crema que te voy a enviar y unas pastillas por unos días.
Si Heechul asiente es porque al menos eso ha entendido, mira su pequeña herida curada y mira de soslayo la presencia de Siwon a su espalda. Es como un témpano de hielo y él se ha preocupado por demasiadas cosas, como para que ahora él sea una de ellas.
—Seguro con esto estarás bien.
La sonrisa de Yesung finalmente llega, mientras le extiende la receta y Heechul asiente aún sin cruzar palabras con él. Así que su tormento llega cuando el doctor se levanta y suspira.
—Bien, creo que los dejaré solos un momento.
No. Heechul y su orgullo gritan que no.
Pero Yesung parece no leer sus pensamientos, sale y el silencio se vuelve parte de ellos. Siwon no se mueve, no articula palabra. De manera que Heechul no será el primero, él puede esperar, hasta que Sungmin llegue hasta él.
—Yesung es un buen médico.
Pronuncia Choi luego de un buen rato ausente, con su tono aletargado y las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Eso parece— Sin embargo Heechul deja ese tono pasar y continúa mirando su mano, como si le supiera a estragos en su mente. —Aquel día…— Remuerde la herida —¿Por qué me ignoraste?
—Aquel día…— Todavía hay mucha distancia entre ellos, Siwon no se mueve y Heechul todavía le da la espalda, sentado en aquel lugar mientras Siwon mira su nuca, su cabello un poco largo rozar el cuello de la camisa —No me sentía muy bien que digamos.
—Entonces ¿no solo huiste asustado?
—Yo no huyo.
Las palabras queman en su garganta, saben a una promesa que no se ve capaz de cumplir. Porque Heechul esto dolo que él reniega. Es ajeno a su estado de ignominia. Es como un desajuste que no se ve capaz de admitir.
Y sin embargo, su ser entero lo clama.
—Fue más que eso— Murmura Kim luego de un rato —Ni siquiera sé porque me has ayudado hoy.
—No iba a dejarte ahí simplemente.
Cierto… Heechul por un momento olvida que Siwon parece ser ese tipo de personas.
Demasiado buena gente, como para encajar en su mundo.
—¡Heechul!
Finalmente Sungmin llega y luce agitado mientras abre la puerta y revisa su mano, parece preocupado otra vez y Heechul sonríe a ratos. —Ya, no es nada. Te lo dije.
—Pero la herida se veía horrible.
Sungmin ignora deliberadamente a Siwon, sin embargo Heechul no lo hace, todavía lo mira de reojo, aunque finge, demasiado bien, justo como la vida lo ha acostumbrado.
—Ven, volvamos a casa.
Enrosca su brazo en el de Sungmin y sonríe, aunque no le place hacerlo en verdad. Incluso a pesar de que el mismo Sungmin parece alucinar con aquel gesto. Pero luego solo abandonan el consultorio y el silencio se hace entre ellos hasta que Sungmin sonríe y Heechul mueve su cuello.
—Era Siwon ¿cierto?
—Así es.
Heechul esperaba que Lee lo llenara de preguntas, que vaciara toda esa inquietud suya por saber y conocer lo que le es vetado a todos ellos, sin embargo Sungmin solo suspira y camina a su lado, se muerde la lengua mientras avanzan. Y sabe, que es la señal de Sungmin para decirle que no es el adecuado, que un mal presentimiento le recorre el cuerpo.
Y Kim se ve atrapado en medio de ese laberinto.
…
…
—¡¿A qué se refiere con que lo dejó ir solo al mar?!
Minho abrió los ojos, apretó los puños y su enojo y preocupación crecieron a medida que se convirtió en un revoltijo maltrecho de sus emociones mientras el hombre frente a él alzaba los hombros y lucía despreocupado.
—Bueno, hijo ¿qué esperabas?— El hombre trata de calmarlo, con una mano en el hombro que no sirve de mucho —Es un hombre adulto, ha salido a pescar antes contigo. Vino hasta aquí, me pidió una balsa y yo accedí, no creo que se aleje tanto de la costa tampoco.
—¡Changmin es un chico de ciudad! No sabe de estas cosas.
Changmin domina sus emociones.
Está preocupado, alterado, consternado. De no haberse quedado dormido, probablemente Shim no hubiera desaparecido de repente.
—Míralo, ahí viene.
Son como palabras mágicas que funcionan al instante de ser escuchadas, gira su cabeza con la premonición exacta de ver sus ojos y su cuerpo sano y salvo. Tiene esa sonrisa festiva en los labios, se ancla como puede y tropieza un poco. A Minho le cuesta correr lo suficientemente rápido como para llegar hasta él.
—¡¿Qué crees que estabas haciendo?!
Fue un golpe, seco sobre su pecho mientras sus pies se hundían en la arena hasta llegar hasta él tropezando con piedras y dificultades mientras Changmin lo mira como si no esperara esa reacción de su parte.
—Pescando.
—¡Tú no sabes pescar!
Pero Changmin no le devuelve el grito, como única ocasión en ese instante antes de sonreír un poco más y agacharse un poco antes de sacar un par de peces de la cola, orgulloso y resplandeciente. Como si fuera su más grande logro.
—No es mucho, pero necesitaba demostrarme a mí mismo que podía hacer estas cosas.
Idiota. Consumido idiota que hace el corazón de Minho latir desbocado antes de que se lance a sus brazos y lo abrace con fuerza. Changmin no entiende muchas cosas, no recuerda bastantes, pero sabe que ese abrazo es un cariño que no puede ser rechazado.
Otra vez la incomodidad atraviesa su pecho, quema sus entrañas y gritan un nombre que desconoce. Minho lo abraza y él se funde con sus recuerdos.
—Lo lamento, no quería preocuparte.
Minho se da cuenta, porque es inteligente y sabe de esas cosas, se aleja sin premura y luego suspira con una sonrisa en sus labios.—Está bien— Murmura luego de un rato —Solo no vuelvas a desaparecer así, aún no conoces lo suficiente el mar.
Changmin levanta los pescados de nuevo con orgullo, con una sonrisa en los labios, y Minho prefiere sentir complacido por eso, porque le regala un poco de su vida, aunque algo lo ate todavía al pasado, y él ni siquiera sepa a lo que se enfrenta.
…
…
Junsu a veces no sabía porque pecados estaba pecando, deambulaba como se le venía haciendo costumbre por las calles de París y fingía que todo iba tan bien como antes, que su vida simple y sin preocupaciones no había sido alterada en la nada, por alguien quien ni siquiera lo pretendía.
Sin embargo no importaba cuanto caminara, no importaba lo mucho que caminara, sus pasos no iban a hacer desaparecer la huella permanente que Yoochun había colocado frente a él, quizá hablar tanto con él, transmitirle tanto, descompensar sus sufrimientos y ponerlos en comparación lo habían llevado a creer que esa conexión podía dar grandes pasos hacía él.
Había creído ingenuamente que los males de Yoochun desaparecerían con tan solo arreglarle un poco la vida. Ingenuo él que pensaba que podía significar algo sus manos cansadas reconstruyendo partes de Yoochun que el mismo Changmin creó y armó para él, partes que el mismo destruyó cuando murió.
Yoochun era tan complicado con sus sonrisas hacía él, y sus lágrimas para Changmin. Amaba tan profundamente al menor, que Junsu se creía suicida al seguir accediendo a acompañar a Park a todas partes. Permanecer más tiempo junto a Yoochun, era suicidio. Porque mientras Yoochun le sonreía, esas sonrisas eran para Changmin. Eran gracias a él. Y si permanecía más tiempo con él, solo lastimaría esa madurez suya que tanto le costó conseguir.
Pero está ahí, en la habitación de Yoochun, esperando por que el otro termine de ducharse para salir a almorzar, espera como seguramente seguirá esperando si permanece más tiempo junto a él, pero es una parte incomprensible la que lo ancla. Porque le gusta cómo suena la voz de Yoochun cuando lo llama, le gustan sus ojos que parecen brillar y conquistar, su piel suave y su sonrisa sencilla. Se ha dejado encantar. Sabiendo que es su perdición.
Recorre la habitación, la imagen de Changmin tan perenne que corta la respiración, esa sonrisa, ese rostro, esa voz. Incomprensiblemente adecuada para Yoochun. ¿Qué importaban las promesas si juega a ciegas caminando a Yoochun? Si pudiera enamorarse de él…
Si sigue así, seguramente eso pasará.
—¿Junsu?
La voz de Yoochun suena desde el baño, pero el tiempo se ha detenido para él. Si lo sabía, no debería sufrir, si lo sospechaba no debería llorar. Aun así la resignación nunca ha sido a estado a su favor. Junsu sabe que es un error, siempre lo fue.
Pero ese boleto de avión no va a desaparecer solo porque él ha posado sus ojos en él. Yoochun no va a detener el ritmo de su vida por esos estúpidos sentimientos que lo someten a la pena.
—¿Junsu?
Otra vez esa voz. Junsu no lo quiere ver.
No quiere saber nada de él.
—¿Jun…Su?
Finalmente los pasos de Yoochun, desnudos y fríos tocan la alfombra de la habitación, envuelto apenas en una toalla mientras busca con los ojos la presencia del otro muchacho. Recorre el lugar brevemente y Junsu parece haberse cansado de esperar, pero él no cree haber demorado demasiado.
Solo una cena…
Junsu le había prometido una cena y Yoochun no comprende que ha pasado ahí, mira el boleto de regreso a Corea en el suelo, olvidando por un momento que está en París, lo recoge y suspira otra vez.
Esa vida que lo espera, a pocos días de distancia. Es un compendio de contradicciones que todavía hacen mella en él. Junsu al final no contesta jamás el celular y Yoochun no llega a entender. Solo suspira, abandonado en aquella habitación que se ha vuelto su hogar por esos días. Junsu es… el único amigo que ha encontrado ahí. Donde la presencia de Changmin no lo abandona ni a sol ni sombra.
…
…
El cuerpo de Jaejoong era como la clave para sus sentimientos, un manojo de emociones enroscadas en las marañas de su cabeza, aquellas que acaban de sucumbir por que Jaejoong ha tocado su alma con un simple toque, con un solo beso, con una sola fusión de sus almas juntas. Besa sus labios porque le saben a gloria, porque tiene miedo que mañana no pueda abrir los ojos otra vez.
Pero Jaejoong se aferra a su cuerpo, como si la nueva vida le supiera a gloria. Porque Jaejoong en medio de su ignominia no conoce de temores, por que ama como aman los niños, porque no ha sido lastimado todavía y su desconocimiento lo fortalece.
Si las piernas desnudas de Jaejoong se aferran a su cintura su cuerpo sucumbe en deseo y su boca busca más piel, tersa y suave que la posee solo él. Así que Jaejoong se mueve sutilmente sobre sus caderas, con esos mechones de su cabello tapándole un poco los ojos, sabe que los brazos de él en su cuello son como un ancla, una fortaleza que Yunho desconoce pero que Jaejoong le está demostrando es posible tener.
No hay palabras entre los dos, solo miradas fundidas al igual que sus cuerpos. Jaejoong cierra los ojos con fuerza a ratos, hace una mueca con sus facciones, suelta quejidos y aprieta el agarre. Tan desconocido es ese ser para él, que Yunho solo puede acariciar su rostro y pensar que no es Jaejoong lo que está mal en su vida, es todo en su vida lo que está mal, excepto él.
—Muévete…
Es una petición lastimera, un susurro que no quiere ser pronunciado, pero Jaejoong muerde su labio y espera, tranquilo mientras el sudor recorre su frente y su espalda. Yunho no entiende cómo puede mirarlo y sentir que lo ama. Desde que esos ojos se abrieron para él, fue como destino, como si ya hubieran tenido bastante esperando.
Los movimientos de sus cuerpos friccionan, se sacuden, embellecen su cuerpo con el ligero toque de sensación perdida entre el amor y la pasión, recobra perspectivas y sus manos despiertan otra vez, recorren esa espalda con la necesidad de saber que esa piel entera es igual, que en todas partes su toque es magnífico.
Besa esos labios, muerde uno de ellos y se pega a él como si quisiera compenetrar su alma a la suya, como si las mentiras dieran un paso hacia atrás al menos por esa vez. Porque empieza a escuchar ese himno glorioso en la voz de Jaejoong, gemidos aflorados en su estado máximo de placer. Yunho encuentra mejor la cama, reposa ese cuerpo en ella.
Su nombre sale de la boca de Jaejoong, sabe a una promesa compuesta por un solo nombre, pero él se ve capaz únicamente de besar su cuello, de recordar que lo que lo llevó hasta él no existe, parece tocar el cielo con las manos, ese que tantas veces quiso alcanzar se colapsa entre sus manos, entre los sonidos y el calor que crece en su interior.
Si siente el cuerpo de Jaejoong desvanecerse a los pocos minutos es porque ha sido como un pecado. Como un revoltoso movimiento de sus culpas, olvidando el resto mientras lo besa, porque Jaejoong parece haber dilatado sus ojos de repente, apoyando la cabeza sobre la almohada, hundiendo su cabello en ella, porque de su garganta ha salido el último gemido, su nombre fusionado en esa voz. Y el orgasmo esparciéndose en cada poro de su piel, como el mejor de los placeres.
Yunho revoca sus culpas cuando siente el infinito cerca de él, cuando es consciente de su cuerpo aun moviéndose sobre el de Jaejoong, puede ver sus ojos ahora, y esas manos tocando sus mejillas, esperando por ese momento que Jaejoong ya probó y sabe a gloria. Jaejoong lo mira, como si quisiera grabarse en su retina, como si pudiera abarcar hasta el más ínfimo lugar en su mente que todavía no logra.
De pronto entonces se lamenta, ha desarrollado un sentimiento contradictorio, lo necesita justo como los ojos de Jaejoong demuestran necesitarlo a él, pero le miente y lo engaña. Yunho sabe, mejor que el mismo Jaejoong, que se ha enamorado de un desconocido, de un alma vacía, que inconscientemente puede estar moldeando a su favor.
Pero Jaejoong hace olvidar sus penas, con un beso, un único beso que se entrega en la boca, como un sello permanente entre los dos. Así que el cuerpo de Yunho se tensa y pretende que el mundo deja de existir por esos vagos segundos en el que su cerebro ha logrado desaparecer.
El mundo gira otra vez cuando abre los ojos y Jaejoong está ahí, con una pequeña sonrisa en los rostros y sus cuerpos juntos todavía.
—Gracias… Por quererme así.
Yunho no lo ha dicho todavía, es Jaejoong el de las palabras improvisadas. El que desconoce de temores y de males. Pero lo ha visto en su mirada, sabe que Jaejoong ha leído en sus ojos esa pasión que se desata, pero teme, que un día vea también las mentiras.
Así que mientras puede lo besa, lo abraza y lo acaricia.
Guarda ese instante, como mejor puede. Quiere que Jaejoong entienda, que el mundo se puede venir abajo justo ahora, que puede darle la espalda a todo, si tan solo se lo llega a pedir.
…
…
Cuando Changmin mira al balcón, Minho está ahí, sentado sobre una de las sillas, con las piernas recogidas mirando hacía cualquier lugar en el horizonte, en medio de esa noche oscura, tan concentrado en sus pensamientos como para escucharlo a él.
Ha pensado tanto en él, en sus sentimientos y su estado de soledad, que querer compartir algo con él, así sea su soledad le sabe al mejor de los deseos, a la mejor de las oportunidades, porque hay un mundo tan grande allá afuera, que es casi imposible que esperen por él.
Changmin…
Desconoce de dolores y de sufrimiento, más allá del que en su piel ha quedado marcada. Así que tal vez debería dar pasos suaves hacía él, comenzar y dejar las indecisiones atrás. Por que Minho es como brillo en medio de esa oscuridad en la que se ha convertido su vida sin poder recordar.
¿Tienes una sola idea de lo que soy capaz de hacer por ti?
Permanece esa sensación de lo incorrecto todavía, toca su hombro y Minho lo mira, así que Changmin traga duro y logra apoyarse en el balcón, apretando los puños, porque quiere que el tiempo le dé el valor que él no ha logrado reunir.
—Minho, ¿tienes una idea de lo importante que te has vuelto para mí?— Comenzó, como si leyera un panfleto cualquiera y su pecho se comprimiera a cada palabra —Mi situación es más complicada de lo que quisiera. Me gustaría tanto poder darte una historia tranquila y sin problemas… Pero apenas y te puedo ofrecer un ‘tal vez’
Minho no lo sabe, pero lo mira, escucha atento, parece acostumbrado al dolor.
Changmin sin embargo parece odiarlo, parece hundirse en él como una segunda piel.
Yo… Soportaría a la soledad de compañía, si con eso fueras feliz.
Su alma violenta reprime esos recuerdos solitarios, aquellos que flotan sin conexión en su cabeza, sin un nombre, con una voz profunda y confusa, que arremolina los latidos de su corazón. Entonces cierra los ojos otra vez.
—Changmin no es necesario yo…
—Déjame terminar— Levanta la mano de repente, y Minho se detiene a unos pasos de él —Quiero estar contigo, pero no sé qué vaya a pasar conmigo más adelante.
—¿Te refieres a tu pasado verdad?
—A él y a las personas que esperan por mí.
Changmin tenía la mano en alto todavía, por lo que Minho la aparta con cuidado, lo suficiente como para pegarse a su cuerpo y poderlo abrazar, es un contacto pequeño, los brazos de Minho rodeándolo de repente. Con esa calidez de sentirse querido otra vez. Compensando lo sufrido, aminorando la soledad.
—Te voy a ayudar, hyung— Susurra de repente —Y si no logramos encontrar a nadie, entonces creare un mundo para ti.
—Tú ya me has regalado este mundo de acá
Minho sonríe por que el aroma de Changmin es masculino, protector y esos brazos lo cierran sobre él, porque el viento sacude su cabello y aún así abrazarlo de repente, con esas promesas de por medio saben a amor. Aunque no sea uno comprometido en verdad.
…
…
—Muchacho, hace mucho que no te vía por aquí.
Mir levantó la comida de su plato por primera vez y sonrió. La presencia de la mujer junto a su mesa, sonrió, amable y complacido de poder verla al menos una vez más, antes de que las horas de su viaje se entrecruzaran.
—Bueno, no he tenido buenos días— Disminuyó la sonrisa, porque la imagen del asesino de Changmin venía a su cabeza, en cada uno de sus rasgos, de aquel rostro que alcanzó a ver. Aprieta los puños y prefiere no pensar —¿Cómo ha estado usted?
—Un poco agitada hoy la verdad— Suspira la mujer, con un pequeño lápiz en la cabeza —Mi mesero estrella no pudo venir hoy— Se lamenta —La verdad es que Jae es nuevo, pero ha sido de bastante ayuda en este lugar.
—Me imagino— Murmura con empatía —Debería descansar un poco más.
—Cuando me jubile, querido. Cuando me jubile— Repite graciosa la mujer antes de sonreír un poco más y mirar la comida a medio comer en la mesa —Tú mientras aliméntate bien, mandaré a que te traigan un delicioso postre. Cuenta por la casa.
Mir asiente y sonríe, justo antes de sentir la mano de ella en su hombre —Y Mir… En verdad lamento lo de Changmin— Esa voz suena baja, apenada y consternada de repente —Changmin y tú eran como pequeños niños para mí. En aquella época cuando tu mamá trabajaba en el hospital cerca de aquí ustedes venían cada día a almorzar y mi vida se construyó de pequeñas alegrías a ustedes dos.
—Gracias Mirah…
—¿Vas a viajar, cierto?— Mir asintió otra vez —Pues entonces aliméntate bien. Cuando vuelvas quiero que me lleves a ver a Changmin.
Aún era difícil, esa analogía pesaba con fuerza sobre su espalda y la ausencia de Changmin entonces se volvía como una sombra, mordía su labio esperando un poco de calma para su adolorido corazón. Suspiró otra vez, mirando a la gente pasar fuera del local. Sabiendo a la perfección, que cuando volviera de Japón, tendría que venir a ver a Mirah de nuevo una vez más.
esto no avanza nunca... asi como va terminara en 50 años mas
ResponderEliminarPuedes leerlo en la pagina de la autora, allí ya esta hasta el capitulo 19 desde hace mucho...los autores tiene una vida y no cobran por lo que hacen así que lo menos que merecen es comprensión de lo lectores.
EliminarPD: La pagina es Nesly Fanfic